Una excursión a Parderrubias en el año 1915. Por Juan Carlos Sierra Freire

Una excursión a Parderrubias en el año 1915. Por Juan Carlos Sierra Freire

El 15 de febrero de 1910 iniciaba su andadura el periódico ourensano La Región. A partir de los dos artículos que el cronista Suárez López (1915a, 1915b) publica en dicho diario los días 1 y 2 de julio de 1915, narrando el viaje que realiza a Parderrubias en junio de ese año (“Excursión a Parderrubias”), con motivo de la festividad del Sagrado Corazón de Jesús, vamos a viajar al Parderrubias de esos años.

En esa época, España estaba dominada por el “turnismo” y el caciquismo de los partidos Conservador y Liberal que apoyaban la Monarquía de Alfonso XIII. Perdidos los territorios de ultramar, el país se ve abocado a la Guerra de África (1911-1927) como consecuencia de la sublevación de las tribus del Rif en contra del colonialismo, acabando el conflicto de la peor manera posible para los intereses nacionales con el Desastre de Annual. Nuestros abuelos se vieron envueltos en dicha contienda y África era un destino nada deseable para realizar el Servicio Militar. El caciquismo funcionaba a las mil maravillas en Galicia, en donde entre 1902 y 1923 (es decir, ¡durante 21 años!) los partidos Socialista, Reformista, Carlista y Galleguista consiguieron un solo diputado en Cortes. Este sistema “…era el único instrumento a disposición del campesinado gallego que le garantizaba resoluciones judiciales favorables, contribuciones más benignas, concesiones de licencias, exenciones del servicio militar, estudios de algunos miembros de la familia, ascensos en las carreras, etc.” (Barreiro Fernández, 1991, p. 39). Este sistema corrupto sería fuertemente criticado por intelectuales, primero, y por obreros y campesinos, más tarde. El anticaciquismo agrario alcanzaría su máxima expresión con la figura del cura ourensano Basilio Álvarez:

Aquí existen millones de hombres honrados que sufren, que han hambre y sed de justicia, que tienen sobre sus hombros la maldición del foro, que pesa sobre sus frentes el escarnio del cacicuelo y sobre sus conciencias el atraco de su voluntad” (Alvarez, 1913, p. 37).

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Viñeta de Castelao en «Galicia: Diario de Vigo» del 2 de agosto de 1922

Este sistema electoral se deja entrever en el contenido de una carta publicada el 7 de abril de 1914 en el diario católico lucense La Voz de la Verdad, y una semana después en el periódico tradicionalista madrileño El Correo Español, que es firmada por varios vecinos de Parderrubias y va dirigida al parlamentario carlista Juan Vázquez de Mella y Fanjul:

Excmo. Sr. Los admiradores con que V. E. cuenta en este municipio de la Merca, se consideran obligados a darle cuenta de su proceder en la pasada contienda electoral. No acudimos a las urnas, obedeciendo nuestra reserva a la premura del tiempo, a la falta de organización y a estar tomadas las posiciones por el bando opuesto. Juzgamos que el nombre del excelso tribuno debe ir siempre asociado a ruidosos triunfos, y una votación, aunque nutrida, nos pareció ofrenda muy pequeña para un hombre de tantos prestigios. Sufre la raza intensa crisis, pero vuestro nombre esclarecido tiene la virtud de producir una reacción atentadora. Esperamos confiadamente no desista de nuestra representación, y en justa correspondencia cuente con el cariño y votos de todos los hombres dignos, que son los más. Nuestra honradez será fiadora de nuestras promesas. Reiterándole nuestra consideración tiene la orden de ponerse a las órdenes de V. E., el párroco de Parderrubias y arcipreste Benito Garrido; José Garrido y hermanos, escultores de Parderrubias; Germán Seara, propietario; Manuel Fernández y Compañía; Modesto Lorenzo, presbítero; Gerardo Castro, párroco de la Merca; Eladio Pereiro, párroco de la Mezquita; Darío Sousa, párroco de Faramontaos; José Casas, comerciante; Nicanor Lorenzo, industrial; José María Garrido, propietario; Benito Iglesias, presbítero de Parderrubias; Adolfo Garrido, industrial; Francisco Iglesias, propietario; Nicasio Magdalena, párroco de Corbillón; Jenero Cid Vispo, coadjutor de Zarracós; Antonio A. Espinosa, párroco de Proente; Emilio Dapía, párroco de Olás; Abelardo Fernández Basalo, presbítero de Zarracós; Francisco Fernández, propietario; Camilo F. Míguez, propietario”.

En este contexto social, vamos a realizar una excursión a Parderrubias del año 1915, época en la que inexcusablemente hay que hacer referencia a la figura de los Hermanos Garrido (Os Escultores de Parderrubias).

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Excursión a Parderrubias

El día estaba espléndido; la luz del sol caracoleaba graciosamente sobre los muros y techumbres y los guijarros del camino, y el firmamento ostentaba el ropaje, no de los valles umbrosos, ni de las airosas colinas, no de los prados floridos, ni de las pintadas aves, sino el de los cielos claros, radiantes, deslumbradores; el purísimo azul en toda su diafanidad y tersura, sin el menor celaje, símbolo expresivo de la limpieza sin par de la Concepción de María.

Apenas transcurrieron veinte minutos, y ya mi cuca me había transportado a Matusiños, residencia señorial de mi amigo, el humorístico hermano Felipe. Tras un breve descanso, y atravesando unos maizales que lagrimeaban el rocío de la noche, emprendimos en amena charla la ascensión al monte, orillando un arroyo, por áspera pero agradable cuesta que va serpenteando o en zig-zag, gargantada en la mitad por enormes peñascos y flanqueada luego por sombríos y altos pinares. Al concluir la ascensión, y en la hondonada, preséntase a la vista la dilatada y verde campiña del pintoresco pueblo de Parderrubias, dividida en dos partes por la carretera que, como cinta de plata, se extiende desde Orense hasta la villa de San Rosendo. Al lado derecho y en una meseta yace muellemente recostada la aldea de dicho nombre con toda la fealdad y falta de arte de las construcciones modernas, sirviéndole de espaldar selváticos y encumbrados montes que unos sobre otros van empinando sus salvajes picachos.

Galantemente invitado por el simpático y jovial Pepe Garrido y sus hermanos, notables escultores y pintores de esta localidad, ventajosamente conocidos por sus relevantes obras de indiscutible mérito artístico que han obtenido lisonjero éxito y sinceros elogios, así de la prensa como de los inteligentes del arte hermanado con la manifestación del más puro sentimiento religioso, he tenido el gusto de admirar sus magníficos talleres montados a la moderna e instalados en la planta baja del edificio de su propiedad, emplazado a orillas de la carretera.

Jóvenes aún los hermanos Garrido, más que una risueña esperanza, son ya una legítima gloria del arte escultórico y pictórico en nuestro suelo patrio, porque no son los años los que hacen la gloria, sino las obras, y estas llevan el sello de lo grande, del talento, del genio, siendo por esto mismo dignas de figurar en las mejores exposiciones así regionales como internacionales.

Y aunque el ambiente en el que se mueven es pequeño, los artistas y sus convicciones son grandes, pues no es el contorno, o como hoy se dice el ambiente, el que forma la grandeza, sino lo que se destaca en él. Y aquí esto es excelente, acabado, perfecto; sus obras son filigranas, verdaderas joyas de arte que suscitan los aplausos y entusiasmos de todas las personas que saben apreciar y valuar el verdadero mérito.

Tan sencillos como modestos, los hermanos Garrido huyen de todo ruido, convencidos de que el mérito positivo no necesita que se le anuncie con encomios, como no los necesita la belleza para atraer las miradas de todos: le basta con presentarse. Esto les pasa a las imágenes y toda clase de obras de escultura y pintura religiosa que sale de los talleres de Parderrubias.

A semejanza de un astro que asciende más y más, radiante y majestuoso, sobre el horizonte, así las nuevas obras que salen de las manos de los artistas Garrido, despiertan doquiera viva admiración, excitan una simpatía siempre creciente, y son alabadas por todo género de publicaciones periódicas en la Península y en ambas Américas.

Ayer eran los hermanos Garrido para muchos solamente los carpinteros del contorno; a lo más los ebanistas con ribetes de pintores. No pocos, quizá llamaron exagerado al cronista que esto escribe cuando, atribuyéndole la llama del genio, los llamaba ‘los genios artísticos de Galicia’. Hoy son mejor conocidos y más estimados. De su nombre y de sus geniales obras se ha apoderado la prensa; individuos y entidades se agrupan alrededor de su modesta personalidad, saludándoles como verdaderos genios.

Hay muchos artistas de su clase llevados y traídos por la prensa de todos los matices en pomposos anuncios y reclamos, que pasan por grandes, y hasta son aclamados cual genios, pero mirados de cerca no valen nada, son genios de arcilla; y si se los compara con los hermanos Garrido, pierden su esplendor, y hasta el eco de su nombre, sin que baste a salvarlos el ruido bullanguero que producen los anuncios periodísticos y tarjetas de propaganda, que la mayor parte de las veces crean glorias sin base y dicen lo que quieren, aunque sea sin sentirlo, y sobre todo, sin merecerlo las obras ni sus autores. Por el contrario, hay artistas humildes, modestos, que trabajan con decisión y talento, sin que sus fotografías aparezcan en las esquinas de las calles o en las hojas del periódico, ni sus bustos en los salones; que todo lo fían a su ideal e inspiración, y evitan con todo cuidado los clamores populares alrededor de su figura, y sin embargo tienen altísimo valor, con un glorioso símbolo de la intuición genial, la gloria del pueblo que los vio nacer y de centuria en que florecen. A este número pertenecen los hermanos Garrido. ¿Queréis verlo? No hay más que visitar los talleres de Parderrubias. Hay allí una galería de obras bellísimas.

Bien quisiera el cronista desplegarla toda entera a vista de los lectores de LA REGION. Pero prefiero detenerme principalmente sobre dos imágenes de talla recientemente adquiridas por el celoso párroco de La Merca, mi amigo Gerardo. Representa la primera a Jesucristo, mostrando su divino Corazón, cuya silueta se dibuja rodeada de una corona de llamas. Nótase a primera vista espontaneidad y elegancia en el modelado, y amplitud de concepción. La figura es verdaderamente inspirada y está trazada con sorprendente vigor. La factura es irreprochable, severa y al par brillante. La tonalidad especial de color y luz que exige el asunto está en proporción y armonía con la composición, sin desviarse del género. Solo sintiendo los inefables latidos del misticismo podía P. Garrido inspirar esa composición en la que palpita un ambiente de espiritualidad tal que el ánimo del espectador se transporta y arroba, forzándole a plegar las rodillas y adorarle poseído del más profundo respeto. La segunda representa la Inmaculada. Es de un carácter distinto de la primera, pues mientras en esta preside la idea de la majestad derramando amor sobre el mundo, en aquella se personifica el candor, la inocencia, la pureza, sin mácula. La figura de esta imagen bastaría a hacer la reputación de un escultor cristiano. En ella se admira la sobriedad y la corrección de escuela. Así la talla como la pintura de ambas obras guardan el propio carácter. Sin perder la serenidad del género espiritual purista, que no permite distraer las miradas a accidentes de forma y a efectos de artificio, y que impulsa al espíritu a concentrarse en el pensamiento de la obra, el pintor, combinando el sentimiento y la expresión de cada personaje de la composición, ha logrado encantadores efectos de luz, una primorosa armonía del conjunto. Indudablemente que estas dos imágenes de talla del más espiritual género purista, como asimismo su pintura, con toques de oro de singular magnificencia, son de las principales joyas de la corona artística de los hermanos Garrido”.

Más allá de la sobreactuación del cronista, era habitual encontrar a los Hermanos Garrido (Os Escultores) en la prensa ourensana de principios del siglo XX. Casi a diario, sus cuñas publicitarias aparecían en periódicos locales como La Región:

TALLER DE ESCULTURA RELIGIOSA. Talle, Pintura y Dorado. José Garrido y Hermanos (Orense, Parderrubias). Esta casa cuenta con todos los adelantos modernos para la construcción de Imágenes en madera y cartón-madera, Altares, Doseles, Púlpitos, Monumentos para Semana Santa, y todo lo concerniente al culto católico. También se encarga de la restauración y pintura de Imágenes y Altares, por deteriorados y antiguos que estén, ejecutando estos trabajos en nuestros talleres o a domicilio. Se remiten gratis dibujos, catálogos, fotografías y cuantos datos necesiten los señores que deseen honrarnos con sus encargos, para lo cual dirigirán su correspondencia a José Garrido y Hermanos, Orense, Parderrubias”.

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Cuña publicitaria de La Región en 1910
Anuncio Os Escultores 1913
Cuña publicitaria de La Región en 1913

En esa época, sus obras escultóricas llevaban el nombre de Parderrubias allende de sus fronteras. El 3 de junio de 1915, con el argumento de que “siempre hemos alentado desde estas columnas a los que cultivan con éxito el arte”, La Región abordaba la figura de Os Escultores:

En Parderrubias, pueblecito próximo a Orense, tienen emplazados sus talleres de escultura religiosa, de los que han salido gran número de imágenes; unas destinadas al culto en las iglesias y otras a oratorios particulares. De la visita que efectuamos a los mencionados talleres, obtuvimos una impresión gratísima y el firme convencimiento de que el premio a los desvelos que se imponen los hermanos Garrido, no se hará esperar. Un compañero aficionado a la fotografía, impresionó varias placas con algunas imágenes recientemente terminadas y que en breve van a ser enviadas a los puntos respectivos de destino. Una de ellas es la que hoy ofrecemos a nuestros lectores, la Divina Pastora, construida para las Siervas de la Divina Pastora, de Puenteareas. Todos cuantos elogios hiciésemos, serían pocos”.

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Escultura de la Divina Pastora creada por los Hermanos Garrido

En el mes de marzo de 1916 se exponía en los elegantes escaparates del comercio de novedades Los Chicos, ubicado en la calle Paz Nóvoa de la capital ourensana, una figura de San Francisco construida en los “afamados talleres de escultura religiosa de los Sres. Garrido y Hermanos de Parderrubias” (La Región, 23 de abril de 1916). Su destino final era la iglesia parroquial de Osmo, en Leiro. En diciembre se bendecía la nueve iglesia de Cambeo, estrenándose un altar que había sido construido, pintado y dorado por “los inteligentes escultores de Parderrubias” (La Región, 10 de diciembre de 1916). En el mes de septiembre de 1917, en los escaparates de la joyería Valentín Cid, los Hermanos Garrido exponían imágenes de los Sagrados Corazones de Jesús y María, del Niño Jesús y de la Sagrada Familia.

Sagrado Corazón
Escultura del Sagrado Corazón de Jesús creada por los Hermanos Garrido. Fotografía: Lucía Garrido

Continuamos la excursión a Parderrubias.

Eran ya las diez de la mañana, cuando una cascada de alegres y argentinos sonidos lanzados estrepitosamente sobre el vecindario desde la alta espadaña de la iglesia, me empujó hacia el templo parroquial, de bastante capacidad, pero de escaso mérito arquitectónico, aunque bien conservado y mejor aseado. Hallábase adornado con el más exquisito primor. Lucía los atavíos de los días de gran gala, y estaba esplendente, radiante, con los focos de acetileno cuyo reflejo mágico bajando de las artísticas arañas hacían surgir de entre la penumbra todos los lindos detalles del brillante decorado. Era una verdadera ascua de oro, y las innúmeras bombillas de variados colores que fulguraban, simétricamente distribuidas, semejaban una visión del cielo.

A duras penas pude franquear la entrada, obstruida por una apiñada masa de público deseoso de rendir público plebiscito de amor al Deífico Corazón de Jesús, cuya fiesta iba a comenzar. A los pocos momentos preludiaba el armónium las notas del Tantum Ergo coreado con afinación y exquisito gusto por numeroso clero, en tanto que en el altar mayor se hacía con exactitud y corrección litúrgica la exposición de S. D. M. Acto continuo dio principio la Misa solemne que fue oficiada por el presbítero de la Merca señor Rodríguez Grande, con acompañamiento a toda orquesta, y oída con todo el recogimiento y religioso silencio posible en actos de tan extraordinaria concurrencia, en los que las dificultades del acomodo no son fáciles de vencer. En los intermedios la afinada banda de la Mezquita desgranó las notas de una inspirada fantasía que volaron sobre el auditorio silencioso, cuya atención se mecía en aquellas ondas de armonía que bajando del coro iban perderse en las ricas colgaduras de la iglesia, comunicando al pasar por los cuerpos, la rítmica y placentera vibración del sonido a los nervios de los espectadores, sumergiendo por un momento sus espíritus en el dulce sueño del arte sin fronteras.

Hubo para mí un momento emocionante, de consoladora expectación, con inenarrables ternezas, que desfloraría el ambiente de la pública opinión. ¡Oh! Los ángeles de la Eucaristía habíanse dado cita deliciosa; un centenar de pequeñuelos aproximadamente, que apenas empezaba a soltarse su lengua en el uso de su nativo idioma, recogidos, fervorosos y sonrientes, con sonrisa cándida y de extrema satisfacción, revoloteando como palomas, símbolo de la paz y tranquilidad de sus almas; acercáronse al sagrado banquete. A su alrededor expandía fragancia de lirios, perfume de cielo… Esta imponente manifestación de amor a Jesús Sacramentado, precisamente en estos tiempos de apatía e indiferencia religiosa, hizo resbalar por las mejillas de más de uno, furtivas lágrimas de ternura y emoción.

Digno epílogo de tan solemnes cultos fue la brillante y tradicional procesión que, si cada año despierta nuevo y fervoroso entusiasmo, al decir de todos, en el presente fue un verdadero acontecimiento en Parderrubias, pues todo el pueblo tomó parte con viva complacencia, ya adornando las casas con vistosas colgaduras, ya formando parte del religioso cortejo. Organizóse en el orden siguiente. Abrían la marcha los pendones y estandartes de distintas parroquias y Asociaciones, siguiendo la hermosa cruz parroquial y ciriales, de estilo renacimiento, tras la que formaban ordenadamente en dos alas, los niños que en la misa hicieran su primera comunión; luego las hijas de María, luciendo su clásica mantilla; a continuación el clero; después la venerada imagen del Sagrado Corazón, y enseguida majestuosa carroza en la que se yergue dulcísima y bella la efigie de María. Seis niñas primorosamente vestidas de ángeles con vistosos ramilletes de gayas flores que ofrendan a su celestial Reina, haciéndole la corte, juntamente con otras seis un poco mayores, formaban su escolta. Cierra la comitiva la banda de música que contribuye a aumentar las emociones del corazón con sus notas delicadas. El estruendo ensordecedor de las tracas y de multitud de cohetes, los acordes de la música, los marciales cantos de los niños, el alegre repiqueteo de las campanas, la lluvia de flores que sin cesar cubría las imágenes y el entusiasmo de todos, producían una emoción y alborozo indescriptibles. Un gentío enorme de las parroquias limítrofes se agolpaba a las bocacalles a contemplar el desfile; en sus fisonomías dibujábase religioso respeto; de sus corazones brotan férvidas plegarias y al mismo tiempo salen de sus manos nubes de flores que ofrendan al Deífico Corazón y alfombran el suelo por donde ha de pasar triunfante el Auxilio de los Cristianos.

Terminóse el acto con la solemne bendición de S. D. M., resultando, en conjunto, grandioso y típico, por ese tinte popular que le comunicara el entusiasmo de la feligresía. Fiesta tan simpática dejará imperecedero recuerdo en el corazón de cuantos tuvimos la dicha de asistir a ella.

El cronista, haciendo justicia y alto honor a los acendrados sentimientos religiosos de tan católico pueblo, quiere estampar aquí esta su impresión recogida en acto tan solemne y conmovedor: Parderrubias es un feudo del Sagrado Corazón. Así lo patentizaron sus habitantes en las numerosas comuniones que con inefable recogimiento hicieron todos, mujeres y hombres, jóvenes y niños, ricos y pobres, en todas las misas que se celebraron, principalmente en la de la comunión general.

Plácemes merecen los hermanos Garrido, a cuya feliz iniciativa y munificencia se deben tan solemnes cultos; el virtuoso arcipreste y párroco de dicha feligresía [don Benito Garrido], cuya alma arde en el celo vivísimo por el bien de sus semejantes; siempre solícito en procurar la paz del alma de sus amados feligreses y afanoso y diligente por todas las cosas de su iglesia; y cuyo desvelo ha sido parte tan principal para que la función se llevase a cabo con el esplendor que admiramos; y, por fin, de un modo particular, el pueblo todo que con entusiasmo y fervor dignos de toda loa, tan hábilmente les han secundado”.

Durante esos años tuvieron lugar algunos hechos que fueron objeto de interés en la prensa local, constituyendo en su mayoría un reflejo de la religiosidad que caracterizaba a Parderrubias en esa época. El 27 de febrero de 1913, salía con destino a Oviedo un grupo de ourensanos presididos por el Obispo de la Diócesis. Se trataba de peregrinos que se unirían en la capital asturiana a otros grupos para dirigirse a Roma con el fin de ganar el Jubileo, con motivo de las fiestas constantinianas. Entre ellos se encontraba un vecino de Parderrubias: Manuel Garrido. El domingo 18 de junio de 1916, en la Parroquia de Soutomandrás, celebraba la primera misa un vecino ilustre de Parderrubias, don Adolfo Outumuro Outumuro, sobrino de don Adolfo Outumuro Seara, párroco de dicha feligresía, quien actuaría de padrino eclesiástico. La solemne misa cantada por un coro dirigido por don Severino Bermello, párroco de Trasalva, terminaría con el tradicional besamanos. Entre los invitados al espléndido convite, que tuvo lugar en la casa rectoral, se encontraban los párrocos de Sobreira, Cornoces, Castrelo, Pereda, Mandrás, Louredo y Boimorto, así como un representante de la famosa casa de escultura Hermanos Garrido (La Región, 25 de junio de 1916). El presbítero David García Álvarez, cronista de la noticia, que se publicaba en la primera página de La Región, no desaprovechó la oportunidad de arremeter contra el periódico satírico y anticlerical El Motín, dirigido por José Neken. Desgraciadamente, la vida del joven y brillante cura, que ejerció de ecónomo de la Parroquia de Parderrubias, se vio truncada en la madrugada del 8 de mayo de 1924 por una grave enfermedad. Tenía tan solo 31 años de edad. Escasos meses antes de que la gripe de 1918 impactase de lleno en la población de Parderrubias (véase Se cumplen 100 años de la peor peste de todos los tiempos: la mal denominada “gripe española” de 1918 en Parderrubias), la prensa publicó durante varios días el anunció del extravío de un cerdo de color blanco “con dos rayas hechas por una tijera”. El cura don Benito Garrido gratificaba a quien diese alguna nueva acerca del descarriado gorrino. A finales de 1920 serían nombrados por el Sindicato Católico Agrícola de Parderrubias, como vendedores de vinos, los siguientes afiliados: Luis Fernández, Germán Seara, Manuel Seara Casas, Emilio Outumuro, José Fernández, Ángel Santos y Francisco Seara. A principios del siglo XX comenzó la asociación de los campesinos gallegos en sindicatos y cámaras agrarias para la adquisición de maquinaria y abonos, así como para la gestión de las ventas de sus productos. Aunque bien es cierto, estas asociaciones nunca lucharon en su justa medida por los derechos de sus asociados, y así no fueron raros los motines y disturbios en el mundo rural.

El Motin, enero 1916
Viñeta satírica publicada en El Motín, año 1916
El Motin 1916_2
Viñeta satírica publicada en El Motín, año 1916

Referencias

Alvarez, B. (1913). Abriendo el surco: Manual de lucha campesina. La Habana: Ricardo Veloso.

Barreiro Fernández, X. R. (1991). Historia contemporánea. Política. Siglo XX (Tomo VIII) En F. Rodríguez Iglesias (Ed.), Galicia Historia. A Coruña: Hércules de Ediciones.

Suárez López, S. (1 de julio de 1915a). Una excursión a Parderrubias. La Región, p. 1.

Suárez López, S. (2 de julio de 1915b). Una excursión a Parderrubias. La Región, p. 1.

Poemario de Don Felisindo Grande Seara. Por Juan Carlos Sierra Freire

Poemario de Don Felisindo Grande Seara. Por Juan Carlos Sierra Freire

En un anterior artículo hemos abordado la figura de don Felisindo Grande Seara como Vecino Ilustre de Parderrubias (véase Don Felisindo Grande Seara). Una de las facetas que hemos destacado de su persona es su importante producción literario-periodística y, dentro de esta, su obra poética. Sus poemas se publicaron en los años 1934, 1935, 1936 y  1952 en diversos medios escritos: la revista Vida Gallega (editada en Vigo), y los periódicos El Compostelano (de Santiago de Compostela) y La Región (de Ourense). Hemos recuperado toda esa obra dispersa, compuesta por nueve poemas, reuniéndolos en el presente artículo con el objetivo de conservarlos, difundirlos y que se reconozca la obra de su autor. Se presentan por orden cronológico de publicación, estando los primeros firmados bajo el pseudónimo F. Paredes Rubias: Ledicias de Mocedá, Anoitecer de Morriña, Naiciña, Atardecer, Caminito de mi Aldea, Nos Remedios, A Santiña do Cristal, Balada do Cementerio y A la Imagen de Nuestra Señora de Fátima.

“¡Cuánto podrían enseñarnos e influir en nuestro futuro y en el futuro de la Humanidad esas obras inmortales si se divulgasen!”

(Felisindo Grande Seara, 19 de mayo de 1950).

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Ledicias de Mocedá

Xa estoupan ledos os fogos
Tecendo cordas no ar,
As cantigas do alalá
Que leva tras de sí o vento
Toando no piñeiral.
Son os mozos Rabaleiros
Que deixan soy’o lugar,
E van camiño das Pías
Cos seus tenros alalás.
…Injujú…¡ei carvalleira!
-Ledicias da mocedá-
Ox’háy que botar un trago,
Na taverna do Tomás,
E siguen cantando ledos
Seu Rabaleiro alalá

Agora xa non se sinte
O feiticeiro cantar,
Y-o vento c’o carrexaba
Dorme quedo no pinal
C’os qu’entran no turreiro,
Os mociños de Rabal,
E queren entrar á festa
Cal xente d’actoridá.
Eu quixera referir
(No meu modo de cantar)
Os ensoños festexeiros
Da aquela tarde de bran,
No calvelo da capela
Alumeado surrinte
Por un sol primadeiral:
Vislumábans’entr-a xente
Unhas lareiras no chan,
Que tiñan sabor das potas
Algunhos pratos de pau,
Darredor estabá xente
Arealndo merendas.
Y-outros comían o pulpo
Na verd’alfombra do chan
E sempre tiñan ó lado
O seu xerro riveirán.
-Pois, caracio- di un vello-
Podes’un emborrachar
Porque xa venden o viño
A dous netos nun rayal.

Ouvense ledas as notas
Dun garimoso cantar,
Namentres as mozas bailan,
Cas carcaños po-lo ar.
¡E qué mozas mais garridas!
¡Qué feitura anxelical!
¡Qué tenro mirar brandido
Nunha tardiña de bran!
¡Qué faceiras mais fermosas
C-aquis labres de coral!
Que mociñas mais garridas
Ten as Pias no seu chan,
Por exempro… aquelas tales…
Do poviño de Rabal.

Namentres as mozas bailan,
Xa por detrás do pinal,
O sol dourado s’esconde
A luz da tarde se vay.
Xa soyo qued’o turreiro
C-o queixarse do pinal.
Y-as lareiras qu’iña arden
Na verd’alfombra do chan,
E polo camiño s’ouve
Un Rabaleiro alalá,
Que leva tras sí o vento,
Zoando no piñeiral…

(F. Paredes Rubias, 10 de agosto de 1934 en Vida Gallega).

 


Anoitecer de Morriña

Os vislumes da tardiña
Con melancónica cor
Fan chorar a miña i-alma,
¡qué triste desolación!
Pregando sobor das lousas
Que cobexan meus abós,
Que-m’a naiciña cobexan,
Miña nay do curazón.

¡Todo s’hacha asosegado!
Nin siquiera s’oube’a voz
Da lastimeira campá,
Que pregoa con amor,
Praos coitadiños dos mortos,
A compasiva oración.

Soy-o silencio interrompe,
Ateigado de dolor
O vencexo esmorecido
Chorando de compasión.
As brétemas deloridas
Amortaxan de terror,
Os solitarios sartegos
Que cobexan meus abós,
Que m’a naiciña cobexan
Miña Nay do curazón.

¡Todo s’hacha asosegado
No recinto do delor!

Saudosa chora-ma y-alma
¡qué triste desolación!
Y-as vágoas canme pesadas
Nos solitarios sartegos,
Que cobexan  meus abós,
Que- m’a naiciña cobexan,
Miña Nay do curazón.

(F. Paredes Rubias, 20 de septiembre de 1934 en Vida Gallega).

 


Naiciña

¿Dó van aquiles tempos pracenteiros,
Ateigados de doces aloumiños?
¿Dó van aquiles brazos manseliños,
Que ma-anainaban sempre garimeiros?

¿Volverán aquís labres flamexeiros
Que o pousar os seus veixos melosiños,
Endondecían meus nervios cativiños,
Tembrando cal si foran milagreiros?

-Non volverán- me di a triste memoria
Qu’en  min despertou o fogo e a pasión-
Porque fay tempo que xa rubin a groria
A muller que  m’enrroba na oración,
A mais nobre que ten a miña historia
A naiciña, nanay do curazón.

(F. Paredes Rubias, 20 de diciembre de 1934 en Vida Gallega).

 


Atardecer

Com’ón meniño choroso,
Deiteime triste na cama,
Contemprando nun espello
Estas guedexas de prata,
Dond’houbo cavelos d-ouro
Alá nos tempos da infancia…

Y-acordeime d’unha tarde,
¡Veigame Dios a lembranza!
En que contigo bailei
Ond’ós palleiros da Aira,
No medio do mullerío
Que d’envexa nos ollaba,
Pois éras a mais feituca,
Entr-as garridas rapazas,
Y-eu er’ó millor mociño
C-había na foliada…

Parez qu’iña estou ouvindo
Do portugués das Cavadas
Aquil berro resoante:
-Nau hay mais Farrucadas,
Bailo Chintiño Fanegas
Ca Farruquiña das Airas-
Ben me lembro que quixeches,
N-iste berro avergonzada,
Escaparte do turreiro
Con fera espiña na y-alma,
Pro… mais eu non te deixei
¡Dios que me deu toleadas!
E bailamos hastra noite,
Ond’ós palleiros da Aira…

¿Non t-amorriñas, Farruca,
Co-estas tristes lembranzas?
¡Pouco vos queda de vida,
Din as guedellas de prata!…

Cay a tardiña d’Octoño
Sabor d-aldea calada:
Botou o Chinto pro monte
Y-a Farruquiña das Airas,
E van có esta conversa
Levando diant’a xugada,
Ela cun neto do dedo,
Y el arrimado a aguillada
Ca que martela nos zocos
Que se-lla atuan na lama.

O neno fitand’aboa
Di o que sinte na y-alma:
-Agora soyo lles queda
Meter o pé na burata-,
Mais o cazurro do Chinto
Sig’afalando nas bacas,
Faguendo que non atende,
E prél soyo, nas caladas,
Bay decindo: -Seica pensa
Qu’eu xa non poido co as calzas,
Ind’hei de vivir cen anos,
¡Hó vermella condanada!…

(F. Paredes Rubias, 10 de febrero de 1935 en Vida Gallega).

 


Caminito de mi aldea

Parco perdido en la bruma,
Vislumbro lejos mi aldea
La tarde muere. Gimiendo
Se oye lejana carreta,
Con la canción del boyero
Que va escalando la sierra.
El zagal en la llanura,
Pastorea sus ovejas…,
Ellas pacen…, corren…, balan…
Se revuelcan por la hierba.

Yo voy siguiendo mi ruta,
Caminito de mi aldea;
La de las rubias casitas,
La de encantadas robledas,
La de negruzcos pinares,
La de magníficas vegas,
La de alquería y trofín,
La de verbenas y fiestas,
La de ancianos chocarreiros,
La de rapazas morenas…
Son las nueve. Yo adelante
Caminito de mi aldea.

Me asombra la lontananza,
Resbalando en la vereda,
Que trepa por las montañas
De encantadas arboledas.
Yo voy siguiendo mi ruta.
Caminito de mi aldea.

¡Qué soledad tan amable…!
¡Qué montañas tan desiertas…!
¡Se oye lejana canción…
Se oye lejana carreta…
Se oyen lejanas campanas
-Campanita de mi aldea-!

(F. Paredes Rubias, 20 de julio de 1935 en Vida Gallega).

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Nos Remedios

¡Sobor das tellas da ermida,
Hay duas pombas pousadas…!

¡Baixan as augas do Miño,
Respetosas e caladas…!

Acurrunchadas na aurela,
Dos verdes agros das Caldas
Gardan contentes os gandos
Duas fermosas rapazas,
Escoitando, ó son do vento,
As doces notas da gaita;
É qu’hay festa nos Remedios…
Oxe, as nenas ourensanas
San cara beira do rio,
A bej’ar a riveirana…
Hoxe as mulleres d-aldea,
Locindo festeiras chambras,
Panos e medias de seda,
Con dengues e muradanas,
Os  nenos, homes e vellos
Vestidos de festa e gala
Veñen as portas da ermida,
Nos labres a unha pregaria,
Ant-a Virxe dos Remedios
O amor da  nosa raza.

Y’as almas pecadentas,
Avelainas sin aás,
Que só buen rente á terra
Po los praceres maguadas
Veñen ás portas da hermida,
E boltan,  fortes coa gracia…
As probes y esconsolados…,
Os que ximen na desgracia…,
As que viven tristes días
Embolve’os entre bagoas…,
As que sinten a sandade
D-algunha a nistá lexana,
Do que se marchou para Cuba
Ou pos campos de batalla,
Veñen ás portas da hermida,
Nos labres a unha pregaria,
e todos boltan contentes,
don-ós o’los da Nay Santa…

¡Vinde, meus paisanos, vinde,
E erguey bosa pregaria,
Ant-a Virxe dos Remedios
O amor da nosa raza;
Remedio é, para todos maes-
Pros do corpo e pros da y-alma.

(F. Paredes Rubias, 20 de septiembre de 1935 en La Región).

 


A Santiña do Cristal

No pobo do Vilanova,
Nobre e distinto lugar,
Nome de sonada vila
En non lexanas edás,
Apenas se encobr’a tarde,
Péchans-as portas do lar,
y-a xente vaise, piadosa,
car’a ermida do Cristal…

Na soeade da  noite,
Pol-o prácido luar,
Van os romeiros cantando
Car’a ermida do Cristal…
Todos os romeiros calan
Ó tocaren as campás,
E reverentes, piadosos,
Collendo a gorra na man,
Marmuran unha pregaria
Pra Santiña do Cristal;
Pr-aquela pedra sagrada
Qu’en tempos de peste e mal,
Feituqueira e bunitiña,
s-apareceu ó arar,
a un homilde labrego
entr-os cheirumes do val:
¿Será un tesouro? –excramou.
¿Algún miragre será…?

Era d-aquela un Ferreiro,
Moi sonado no lugar,
Sin mais ciencia en xoyería
c-a de sinxelo artesán,
y-ante il leva o labrego
o tesouro de Cristal.

Ainda contan os vellos,
Que, co martelo na man,
O pousou sobor da fragua,
Con mentes de escachifar,
Entre ditos e brasfemias
Do mais rastreiro villán.

Sonou un golpe feros…,
E zoando pol-o ar,
Pulan espiñas ferentes
Car-os ollos do artesán…
¡Ay, cegou…,  cegou…! Mais logo,
Con voz mimosa e saugal,
Cal ditada pol-o amor
Da mesma ferida Nai:
-¡Virxe do Cristal me valia!-
Excramou, e quedou san.

Esí o contan os vellos
Qu’iña quedan no lugar,
No pobo de Vilanova,
O que en non lonxana edá,
Era a tan sonada vila
Da Santiña do Cristal…

(F. Paredes Rubias, 14 de septiembre de 1935 en La Región).

 


Balada do Cementerio

O contemplar, pol-a tarde,
Tan soyos os panteós
Sinto saudade na y-alma
Y-angustia no curazón:
E co rego dos meus ollos
Enloitados pol-o door,
Medran as flores na terra
Onde durmen meus abós
Onde durme, feinta cinsa
Cal rosiña que secou,
Aquil anxo qu’eu adoro
-Miña nay du curazón-.
¡Cantas veces, cando neno,
Miña rula…, meu amor…,
Hastr’eiquí contigo viñen
A rezar por meus abós!…
¡Cantas veces, cantas lembro,
Con salayos do meu cor,
Aquelas tardes de vrán
Cando, soyiños os dous,
Inzabamos n-iste adrio
A compasiva ouración
Pol-os defuntos quiridos
-por meus queridos abós-
¡Hoxe rezo eu por ti,
Entre breixas de delor!
¡Por ti eu deixo unha bágoa
Nas lousas dos panteós!
¡Hoxe eu por ti rego as flores
Con bágoas du curazón!…
¡Da campá, o toque d’ánemas
Con agarimosa voz,
Rach’o silencio da tarde!…
¡Marmura sua ouración
O carreteiro nas corgas!…
¡Cantan os nenos na rua
Unha abafada canzón!…
¡Voa un paxaro dorido
Por riba dos panteós,
Buscando acónchego quente
Nas lousas do torreón!…
¡Caiu a tarde, x-as brétemas
Amortaxan de terror,
As margaridas da terra
Onde durmen meus abós,
Onde durme, feita cinsa
Cal rosiña que secou,
Aquil anxo qu’eu adoro
-Miña nay do curazón!-.

(F. Paredes Rubias, 23 de junio de 1936 en El Compostelano).

 


A la Imagen de Nuestra Señora de Fátima

Se han prendido en su manto los albores
De una aurora infinita de blancura,
Y en su rostro el hechizo de las flores,
Y un misterio infinito de dulzura.

No podrían soñar nuestros pintores
Una mujer tan bella ni tan pura,
Pues trasciende del arte los valores,
Lo mismo en sencillez que en hermosura.

La más honda emoción el alma siente,
Al contemplar la nueva Inmaculada.
¡Oh inefable dicha del creyente!
El alma, de María enamorada,
Ante la Virgen blanca cual aurora,
Sintiéndose feliz, se alegra y llora.

(F. Grande Seara, 13 de mayo de 1952 en La Región).

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DON FELISINDO GRANDE SEARA (1917-1987). Por Mariví Seara Grande y Juan Carlos Sierra Freire

DON FELISINDO GRANDE SEARA (1917-1987). Por Mariví Seara Grande y Juan Carlos Sierra Freire

Como bien es sabido, Parderrubias es cuna de un gran número de curas. Muchos de ellos llevaron a nuestro pueblo como bandera y difundieron su nombre allá por donde desarrollaron sus actividades. Claros ejemplos de ello son -aunque no nacido en Parderrubias- don Manuel Belvís (1808-1894) con sus incursiones en la prensa nacional de finales del siglo XIX (véase Don Manuel Belvís Seoane) y don Aurelio Grande (1930-2001) con su actividad misionera por buena parte del mundo durante la segunda mitad del siglo XX (véase Don Aurelio Grande Fernández). Ambos son considerados Vecinos Ilustres de Parderrubias. En esta misma línea situamos a don Felisindo Grande Seara (1917-1987). En especial, su actividad periodístico-literaria hizo que el nombre de Parderrubias (o de Paredes Rubias, pseudónimo con el que firmaba sus poemas) se difundiese allende de los límites geográficos de nuestra Parroquia.

Don Felisindo forma parte de un amplio listado de curas, nacidos en Parderrubias, que desarrollaron -o comenzaron a desenvolver- su actividad pastoral en la primera mitad del siglo XX. Entre los pioneros cabría destacar a don Adolfo Outumuro (tío) y don Adolfo Outumuro (sobrino; lamentablemente fallecido muy joven), a don Antonio Seara y a su hermano don José Seara (hijos del señor Francisco, sacristán de la Parroquia durante muchos años). A continuación, en esta línea cronológica, situaríamos a don Felisindo, personaje con méritos suficientes para formar parte de esta sección de Vecinos Ilustres de Parderrubias. En el presente artículo abordaremos su figura desde tres dimensiones diferentes: como persona, como cura y como literato.

La persona

Don Felisindo nace el 20 de mayo de 1917 en el seno de una familia humilde y numerosa en el pueblo de A Iglesia (Parderrubias), a escasos veinticinco metros de la iglesia parroquial. Quiso el destino que naciese el mismo año en el que triunfaba la revolución bolchevique, ideología duramente criticada en su posterior obra periodístico-literaria. El mismo día de su nacimiento fue bautizado de necesidad por su abuela materna Generosa y, ya al día siguiente, el párroco don Benito Garrido ratificaba el acto, bautizándole solemnemente y poniéndole por nombre Felisindo José. Fue el tercero de los seis hijos de Juan Bautista Grande (“O Tío Carteiro”) y de Vicenta Seara: Jesús (1911), María (1915), Felisindo (1917), Jesusa (1919), Manuel (1923) y María Clamores (1927). El 21 de enero de 1928, siendo Felisindo un niño de tan solo 10 años, fallece su madre a la edad de 42 años. Ante esta enorme adversidad se hará cargo de su crianza su tía Dominga, hermana de Vicenta. Esta pérdida irreparable marcará de forma significativa a Felisindo, convirtiéndose la figura materna en eje central de su vida, tal como refleja su obra literaria. Así, esa madre ausente (pero presente, a la vez) será objeto de sus poemas más bellos y emotivos, tal como abordaremos más adelante.

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Casa natal de don Felisindo en Parderrubias

Muy pronto, Felisindo despunta como un niño inteligente y con una enorme ansia de conocimientos. Durante su infancia sueña con ser fraile, pero su padre Juan Bautista, que no estaba por la labor de perderlo en un convento, lo manda a estudiar a la edad de once años al Seminario de Ourense, iniciando de este modo el año 1929 la carrera eclesiástica. Su hermano Manuel sigue sus mismos pasos, llegando a cursar hasta segundo año de Sagrada Teología. Desgraciadamente, la brillante carrera académica de Manuel se ve truncada por una grave enfermedad, falleciendo en su casa de Parderrubias el 21 de septiembre de 1942 a los 18 años de edad. La prensa local se hacía eco de su entierro:

Por su casa desfilaron todos los sacerdotes y seminaristas de la comarca, autoridades y numerosísimo público. La conducción del cadáver y funerales constituyeron una grandiosa manifestación de duelo. Presidían el duelo don Felisindo Grande Seara, sacerdote, hermano del difunto; don José R. Barreiros, párroco de Parderrubias y don Manuel Garrido González, en representación de la Casa Garrido” (La Región, 26 de septiembre de 1942).

En el año 1936, el estallido de la Guerra Civil obliga a Felisindo a interrumpir sus estudios en el Seminario, incorporándose en mayo de 1937 al Ejército Nacional, en cuyas filas sirvió hasta finalizar la guerra en 1939. En Ceuta, en donde pasó parte de ese tiempo y coincidió con algún vecino suyo, se encargó, entre otros quehaceres, de impartir clases a los hijos de un Comandante. Esta experiencia y conocimientos militares se aprecian en su novela “Don Proletario y Valdomino”, especialmente en el momento en el que estalla la revolución marxista en el ficticio pueblo de Cuesta Hermosa.

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Don Felisindo en Ceuta durante la Guerra Civil

Don Felisindo fallece el 26 de marzo de 1987, a los 69 años de edad, después de una fructífera vida dedicada a los demás. Su funeral y posterior entierro fueron celebrados en la iglesia parroquial de Santa Eulalia de Parderrubias, en cuyo cementerio está sepultado. Fueron testigos de su entierro don Miguel Ángel Araujo Iglesias, Obispo dimisionario de la Diócesis de Mondoñedo-Ferrol, y don Antonio Montero Nieves, Vicario General de la Diócesis de Ourense. Algunas de sus ideas siguen plenamente vigentes en este siglo XXI.

El cura

En el mes de diciembre de 1940, don Felisindo toma en la Diócesis de Lugo las Órdenes Sagradas de Prima Tonsura y Menores, el primero de los grados clericales. Posteriormente, el 29 de junio de 1941, recibe el sagrado orden del Presbiterado en Santiago de Compostela, por hallarse vacante la sede de Ourense, quedando capacitado para celebrar la Eucaristía.

Un artículo publicado el 30 de julio de 1941 en La Región, firmado por José Aldea, se hacía eco de su Primera Misa celebrada en Parderrubias y del posterior ágape que tuvo lugar en la casa de los Hermanos Garrido (Os Escultores):

Todo el pueblo, toda la parroquia [Parderrubias] está allí. Es la fiesta mayor de uno de sus hijos más queridos. Pueblo de acendrada religiosidad, de fe grande, tan metida dentro de sus almas, que solo por ella se explica la pureza y mucha honra que en él hay y siempre hubo. El párroco de aquí asiste al misacantano y le son padrinos Modesto Garrido y su esposa. Vase animando y robusteciendo la voz que al principio aparecía poco segura y tranquila del nuevo sacerdote. Desde el púlpito nos habla de la dignidad y grandeza del sacerdocio un compañero de estudios, convecino y pariente de él, y luego del Felisindo, hijo de esta parroquia, del Felisindo seminarista, del Felisindo ungido ya con el don más excelso del Señor. Sigue la misa. Viene la consagración de la divina Víctima, y al alzarla las manos tiemblan de pavor y maravilla. Ahora el nuevo formado en la divina institución se atreve a decir el Padre Nuestro y luego consumir el Pan y el Vino. Ya la mano suya se vuelve y traza en el aire el signo que recibimos sobre nuestras cabezas, postrados. Pasamos todos después a besar aquella mano que ya todo lo puede en la tierra y en el cielo. Volvemos a la casa de los Garrido un poco tarde. Hay allí tres o cuatro mesas inmensas. En la nuestra, la más grande, están el nuevo presbítero y sus padrinos y los más de los sacerdotes”.

2_cura

El 24 de julio de 1941 don Felisindo es nombrado Ecónomo de la Parroquia de San Paio de Fitoiro y Encargado de la de Santa María de Rabal, pertenecientes ambas al Arciprestazgo de Os Milagros, en el Concello de Chandrexa de Queixa. En esa época se trataba de Parroquias prácticamente aisladas entre montañas, en plena Pena da Cruz, a las que únicamente se accedía cruzando los montes a pie o a caballo. En muchas ocasiones el trayecto lo tuvo que realizar en compañía de una pareja de la Guardia Civil, debido a la presencia de lobos y maleantes en los montes. Con el fin de brindar ayuda en la Casa Rectoral, su tía Dominga y sus hermanas María y Jesusa se irían a vivir con él, estas últimas hasta que se casan. En el año 1948, don Felisindo relataba así su experiencia en estos lugares:

He vivido durante varios años en uno de sus pueblos [de la Comarca de Queixa]. Mis convecinos de antaño saben, cuanto los aprecio y que siempre he defendido los fueros de sus tierras… Entre las cosas que más han llamado allí mi atención está la corta distancia existente entre Abeleda –ribera de clima benigno y apacible- y Fitoiro –sierra de clima duro y frío, poca distancia en verdad para tanta diferencia de clima; el país, rico y abundante; la gente, buena y sencilla; los pueblos muy separados unos de otros, los lobos en bosques y caminos, las leyendas de la ola en el río, bajo los añosos robles del pastizal de las Fontes, en el diestro de Rabal; de la “pena” de Santa Engracia en Acebedo; de la fuente del Tesoro entre Acebedo y Casteloais; las altas planuras de Cabeza de Manzaneda; la Pena da Cruz, en la sierra del Burgo de lejanos horizontes” (El Pueblo Gallego, 27 de julio de 1948).

En el año 1956 don Felisindo es nombrado Párroco de San Pedro de Cudeiro, Parroquia perteneciente al Arciprestazgo de Ourense-Norte, situada a escasos kilómetros de la capital ourensana, y en la que llevaba ya ejerciendo interinamente desde hacía siete años. El diario La Región publicaba la noticia:

El domingo por la tarde se ha celebrado en el inmediato pueblo de Cudeiro el solemne acto de toma de posesión del párroco don Felisindo Grande Seara, distinguido colaborador de nuestro periódico y hombre de grandes virtudes sacerdotales a las que une una inteligencia y cultura poco comunes. Con este motivo toda la parroquia se unió en una impresionante manifestación del cariño que le profesan todos sus feligreses y que se granjeó en los siete años que lleva interinamente al frente de la feligresía. A las cinco de la tarde tuvo lugar el acto de toma de posesión. Asistió en representación del señor Obispo, el párroco de Las Caldas don Jesús Pousa que dio lectura al nombramiento expedido por su S.E. Rvdma. Inmediatamente después, y acompañado del mencionado señor Pousa y del notario del Obispado, don Antonio Novoa, hizo su entrada en el templo, después de abrir su puerta y tocar la campana, pasando al baptisterio y luego al confesionario para ir después al sagrario y tomar asiento en el presbiterio, como está prescrito. Seguidamente subió al púlpito desde donde pronunció unas palabras llenas de emoción, dando las gracias por el amor que el pueblo le demostraba. Gracias a Dios que le había llamado al camino sacerdotal, a sus padres que lo habían guiado, al señor Obispo que le nombró para este cargo, al pueblo de Cudeiro por haberle aceptado con tal júbilo. Seguidamente subió al púlpito don Jesús Pousa, quien pronunció una alocución resaltando la importancia del acto que se celebraba y expresado su satisfacción por el mismo. Exhortó a los feligreses de don Felisindo a seguir como hasta ahora, seguro de que así la parroquia seguirá floreciendo en virtud. A continuación se entonó un Te Deum. Además de la totalidad de sus feligreses se sumaron al jubiloso acto de toma de posesión de don Felisindo Grande Seara numerosos amigos suyos entre los que figuraba una representación de esta casa. A él y a la parroquia de Cudeiro nuestra enhorabuena” (La Región, 27 de noviembre de 1956).

En ese tiempo don Felisindo compagina la gestión de esta Parroquia con la de Vilar das Tres, en este mismo Arciprestazgo. En esta ocasión será nuevamente acompañado por su tía Dominga, quien le ayuda en todo lo que puede en la Casa Rectoral de Cudeiro. En 1954, don Felisindo se refería de esta forma a Vilar:

“Vilar está a unos kilómetros de Orense. Visto desde la ciudad, ofrece, con su iglesia, cipreses y nogales un aspecto pintoresco. Aunque por el sur, este y poniente, su paisaje es adusto, por estar constituido por los montes de Canedo, se asienta en una dilatada llanura, en la cual, según dicen, es posible que, andando el tiempo llegue a instalarse el futuro aeródromo de Orense. El nombre de Vilar, como el de casi todos estos pueblos, Velle, Cudeiro, Las Caldas, podemos suponerlo romano… Hoy Vilar tiene carretera, y como podéis suponer, por su cercanía a la ciudad y su altitud, es un buen lugar para veraneo… Las tres parroquias más próximas tienen sendas iglesias románicas… La iglesia de Cudeiro es románica de transición, aunque ha sido muy reformada… Era obispo de Orense don José de la Cuesta y Maroto, quien comprobada con sus propios ojos la distancia entre estos pueblos y Beiro, y a solicitud de los vecinos de Vilar, decretó la erección de la nueva iglesia, apartando él mismo para los primeros gastos dos mil reales; dio este decreto el 29 de mayo de 1868. La piedra para el nuevo templo salió del monte Romiña. Datos curiosos: de estos montes de Vilar salió toda la piedra que se empleó en la construcción del Hospital Provincial y salieron también las altas columnas de la Casa de los Olmedos; las tales columnas bajaron por estas pendientes en carros de bueyes, cosa que no debió ser nada fácil. La piedra de esta zona tiene la calidad de ser más blanda que la célebre de Rante” (La Región, 6 de agosto de 1954).

En Cudeiro, don Felisindo vivió durante 30 años volcado en la actividad parroquial y en sus feligreses. Las puertas de la Casa Rectoral estaban siempre abiertas a todos aquellos que acudían buscando consuelo, tanto para su alma como para su cuerpo, en ocasiones, un simple plato de comida. Escuchaba y atendía a todo el mundo, sin importarle su ideología ni su nivel social. Con frecuencia se saltaba las ortodoxas normas de la Iglesia de la época con el único objetivo de ayudar y aliviar a personas que “se veían cargadas” de pecados y, sobre todo, de hambre. Eran tiempos extremadamente duros.

Su forma de ejercer el apostolado y su humanidad queda perfectamente reflejada en comportamientos e historias que caracterizaron su vida pastoral. Veamos dos ejemplos. En esos años, para la formalización de muchos contratos laborales se exigía un certificado de buena conducta religiosa que emitían los párrocos, en el que se certificaba la asistencia a misa y el descanso dominical. Don Felisindo, sabiendo que algunos de sus parroquianos no podían asistir a la misa del domingo porque era el único día de la semana en el que podían realizar ciertos trabajos agrícolas, o de otra índole, les proporcionaba sin mayor problema los documentos con el fin de que pudiesen vivir dignamente. En Cuaresma, era habitual que hubiese jornaleros trabajando en la Casa Rectoral o en la huerta, entre ellos vecinos de Parderrubias, que contrataba para determinadas tareas (e.g., poda, vendimia, etc.). A la hora de la comida les sorprendía con un buen plato de carne y ellos atónitos le recordaban que no se podía comer carne en esos días. Don Felisindo les contestaba que “para trabajar hay que estar bien alimentados, por lo que hoy estáis perdonados”. Les daba la bendición, comían y seguían trabajando. Su actitud y forma de afrontar algunos problemas y dificultades de sus feligreses le costó más de una reprimenda del Obispado.

En la Parroquia de Cudeiro tenía, y sigue teniendo, mucho arraigo la festividad de la Virgen de As Candelas, que se celebra el 2 de febrero. Ese día acudían gentes de los pueblos cercanos a participar y a divertirse en la fiesta. En esa fecha don Felisindo reunía en la Casa Parroquial, alrededor de una buena mesa con excelentes manjares, a todos los curas de las parroquias vecinas, a personas relevantes del pueblo y a intelectuales de la época. Allí se hablaba de lo divino y de lo humano, de política, de cultura, de la sociedad, de la actualidad, etc., etc., alargándose la sobremesa hasta bien avanzada la tarde. No eran ningún secreto sus gustos gastronómicos.

El literato

Don Felisindo era un hombre inteligente, muy culto y estudiado. Era un erudito, con un sentido del humor muy particular. Comprometido con la sociedad. Se definía como galleguista convencido, sin llegar a ser nacionalista (la mayoría de sus poemas están escritos en gallego). Fue una persona influyente de la época. En la Casa Parroquial poseía una de las mejores bibliotecas privadas de su tiempo, y en ella pasaba horas y horas entre libros, leyendo y escribiendo. Para don Felisindo un libro era “…un instrumento de trabajo… un maestro… un consejero… un manantial de aguas puras y cristalinas” (F. Seara Grande, La Región, 19 de mayo de 1950).

Su enorme atracción por el cultivo intelectual a costa de un escaso interés por asuntos materiales queda patente en un suceso que le ocurrió con su coche. Para poder atender a las Parroquias de manera eficiente, e impartir misa cuando era menester en la Capilla del barrio de Covadonga, se compró un Seat 600, con el que se mostraba encantado. Un buen día, ya transcurrido un cierto tiempo desde su adquisición, de repente se le para el motor y con gran preocupación acude a un taller para solucionar el problema mecánico. El diagnóstico fue contundente: el motor se había quemado porque nunca le había cambiado el aceite.

Siendo adolescente, con tan solo 16 años, comienza a publicar sus primeros trabajos literarios en la revista Vida Gallega, editada en Vigo, firmando con el pseudónimo “F. Paredes Rubias”. Esto hace que muchos lectores no identifiquen acertadamente la autoría de sus poemas. Así, por ejemplo, en la voluminosa obra “Poesía de Galicia. Poemas á nai”, su compilador López Fernández (1999) incluye sus poemas en el apartado de autores sin identificar, sospechando que se trata del cura de alguna de las dos Parroquias gallegas que llevan el nombre de Parderrubias, decantándose por la de Pontevedra, puesto que sus poemas habían sido publicados en la revista viguesa, aseveración, obviamente, errónea.

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Portada Vida Gallega año 1934

El 10 de agosto de 1934, en la sección Página Poética de Vida Gallega ven la luz sus primeras estrofas: el poema “Ledicias de Mocedá”, un canto a la alegría con motivo de la fiesta de As Pías:

Ouvense ledas as notas
dun garimoso cantar,
namentres as mozas bailan
cas carcaños, po-lo ar.
¡E qué mozas mais garridas!

Un mes después, el 20 de septiembre, publica “Anoitecer de Morriña”, poema en el que vuelca por primera vez la tristeza, la saudade y la desolación por la madre ausente:

Os vislumes da tardiña
con melancónica cor, fan chorar a miña i-alma,
¡qué triste desolación!
Pregando sobor das lousas
que cobexan meus abós,
que-m’a naiciña cobexan,
miña nay do curazón”.

Será, sin embargo, en el poema “Naiciña” publicado el 20 de diciembre de 1934, también en Vida Gallega, en donde la emoción transformada en versos transmite de manera translucida esa añoranza y esa tristeza por no poder volver a verla:

 “¿Volverán aqués labios flamexeiros
que, ó pousa-los seus beixos melosiños,
dondecían meus nervios cativiños
trembando cal se foran milagreiros?
Non volverán -dime a triste memoria
que en min despertou o fogo e a paixón-,
porque hai tempo que xa rubiu á gloria
a  muller que me arrouba na oración,
a  mais nobre que ten a miña historia,
a naiciña, nanai do corazón”.

Con “Balada do Cemiterio”, publicada el 18 de junio de 1936 en el diario La Región y el 23 de junio en el diario El Compostelano, el poeta llora y reza a su madre a los pies de su sepultura:

Ó contemplar, pola tarde,
tan soios os panteóns,
sinto saudade na alma
e angustia no corazón;
e co rego dos meus ollos,
enloitados pola dor,
medran as flores na terra
onde dormen meus avós,
onde dorme feita cinsa
cal rosiña que secou,
aquel anxo que eu adoro:
miña nai do corazón.

¡Hoxe rezo eu por ti
entre breixas de dolor!
¡Por ti eu deixo un bagoa
nas lousas dos panteons!

En sus poemas, como no podía ser de otra manera, también encontramos guiños y referencias a Parderrubias. En “Atardecer”, poema publicado el 10 de febrero de 1935 en Vida Gallega, convierte en versos los recuerdos que, siendo ya mayor, tiene de una tarde de otoño en Parderrubias:

Y-acordeime d’unha tarde,
¡veigame Dios a lembranza!
en que contigo bailei
ond’ós palleiros da Aira
no medio do mullerio
que d’envexa nos ollaba,
pois éras a mais feituca,
entr-as garridas rapazas,
y-eu er’ó  millor mociño
c-había no foliada”.

Será en “Caminito de mi Aldea”, poema publicado en castellano el 20 de julio de 1935 en Vida Gallega, en donde don Felisindo fotografía aquel Parderrubias de los años treinta:

Parco perdido en la bruma,
vislumbro lejos mi aldea
la tarde muere. Gimiendo
se oye lejana carreta,
con la canción del boyero
que va escalando la sierra.
El zagal en la llanura,
pastorea sus ovejas…,
ellas pacen…, corren…, balan…
se revuelcan por la hierba.
Yo voy siguiendo mi ruta,
caminito de mi aldea;
la de las RUBIAS casitas,
la de encantadas robledas,
la de negruzcos pinares,
la de magníficas vegas,
la de alquería y trofín,
la de verbenas y fiestas,
la de ancianos chocarreiros,
la de rapazas morenas…
Son las nueve. Yo adelante
caminito de mi aldea.
Me asombra la lontananza,
resbalando en la vereda,
que trepa por las montañas
de encantadas arboledas.
Yo voy siguiendo mi ruta.
caminito de mi aldea.
¡Qué soledad tan amable…!
¡Qué montañas tan desiertas…!
¡Se oye lejana canción…
se oye lejana carreta…
se oyen lejanas campanas
-campanita- de mi aldea!

Aunque con anterioridad al año 1948 ya encontramos alguna incursión periodística, será a partir de este año cuando don Felisindo comience a colaborar de manera asidua con periódicos como La Región o El Pueblo Gallego, en los que nos encontramos numerosos artículos que llevan su firma, en donde aborda los más diversos temas. En el diario ourensano La Región, entre 1949 y 1956, llegamos a contabilizar medio centenar de artículos bajo su firma. En el rotativo vigués El Pueblo Gallego, en su sección Diario de Orense, publica varios artículos, en algunos de los cuales centra su interés en tradiciones religiosas. Esas publicaciones nos permiten conocer de buena pluma como se vivían esos ritos litúrgicos a finales de la década de los cuarenta. Seleccionamos dos de esos artículos, por la gran relevancia social que hoy tienen las tradiciones religiosas que abordan, debido a la gran afluencia de peregrinos: el año jubilar compostelano y la romería de la Virgen de los Milagros.

el pueblo gallego
Portada El Pueblo Gallego del 1 de febrero de 1948

El 15 de junio de 1948 bajo el título “A los peregrinos de Orense” publica, coincidiendo con el año jubilar, una apasionada descripción de la ciudad de Compostela y de la peregrinaciones a ella:

Ya se acerca el gran día de la peregrinación a Santiago de Compostela. Orense, como las demás provincias de España, irá a ganar el jubileo del Año Santo. Irá a vivir unas horas de entusiasmo, de entusiasmo santo, de fe y de amor, ante el sepulcro del Apóstol y la grandeza compostelana ¡Santiago de Compostela! La vieja ciudad de viejas rúas en su estado antiguo; de jardines que parecen tener un deje de nuestro románico sin igual en el mundo. Jardines sin gran profusión de flores, de añosos árboles, de pensativas estatuas, propio todo ello para hablar al alma igual que el arte y el paisaje de los montes de nombres sagrados; de iglesias y monasterios como mansas ovejas alrededor del pastor; de edificios civiles como la Universidad, el  palacio de Rajoy y tantos otros, y presidiendo el conjunto, la Basílica, de las más célebres del mundo. Jerusalén, Roma, Compostela, el milagro en piedra de la Edad Media, ante la plaza compostelana circundada de los cuatro edificios que significan la Religión, la Caridad, la Justicia y la Enseñanza, todo, fruto de la Religión. ¡La Catedral de Santiago! El Santo Sepulcro y el Apóstol en espera de nuestro abrazo, y la columna de mármol y el pórtico de la gloria… Bajo aquellas bóvedas y ante aquellos altares se postraron de rodillas, como dijo Murguía, emperadores, reyes, príncipes, duques, Papas, obispos, guerreros, trovadores, mujeres y hasta niños… venidos desde los más remotos confines de Europa. Allí van a dar los caminos jacobeos que cruzan nuestra patria, caminos por dónde venían extranjeros al canto de Ultreya, por donde retornaban a sus lejanos lares, adornados los vestidos de vieiras, conchas viajeras. Allí estuvieron San Francisco de Asís, Santa Isabel de Portugal, San Luis, San Franco de Sena, San Vicente Ferrer…, que como dijo Otero Pedrayo “pasaron por la historia de Santiago en alborada de alondras y campanas”. Y se acerca el gran día de nuestra peregrinación a Santiago de Compostela. ¡Ultreia, Deus adjuvanos! (F. Paredes Rubias, El Pueblo Gallego, 15 de junio de 1948).

El 13 de septiembre de 1949 publica un artículo en el que nos regala una fiel descripción de cómo se vivía la Romería de Nuestra Señora de los Milagros:

Escribo estas líneas en plena mañana del ocho de septiembre, fiesta principal del Santuario. En la cima del Medo, trono de nuestra Reina. Después de andar los caminos, que arrancan del templo como arterias de vida sobrenatural. En el instante preciso en que da comienzo, en el balcón de la fachada, la misa solemne, la misa grande, el espectáculo más bello del mundo católico. El gran atrio, el mayor de Galicia, y la explanada se hallan llenos de fieles. Multitud inmensa. Diez mil almas. ¿De cuántos pueblos, de qué lejanas comarcas, habrá venido tanta cristiandad? Imposible averiguarlo. Con decir que hay personas de La Coruña y de Vigo, y que, según he oído, hubo el domingo pasado día 4, un millar de coches, creo es decir lo bastante. En la mesa en donde escribo, hay el conocido opúsculo de nuestro malogrado paisano P. Benito Paradela Nóvoa. En él espigo estos hechos. En el año 1852 fue curada maravillosamente por la Virgen, doña Ildefonsa Gutiérrez, de Cacabelos, en el Bierzo; en 1816, don Ramón Pérez de Tejada, en la ciudad de Orense; en 1761, un niño de Rouzós, Amoeiro; en 1792, don Manuel Marcelo Gayón, del Pazo, del Campo de Trasalva, etc. Hállense pues aquí, no solo los hijos de la comarca, de las 25 parroquias con sus 125 pueblecillos que rodean al Medo, sino también gentes de los lugares más distantes de Galicia, y aun de Zamora y Portugal. Empieza el canon de la misa: ese momento siempre nuevo para el pueblo cristiano que asiste a la renovación del sacrosanto drama del Gólgota… Está próxima a su terminación la misa solemne. Salen las insignias, pendones y estandartes para la magna procesión. En el fino raso de seda de un estandarte, leo con emoción estas palabras en letras de oro: “Orense a la Virgen de los Milagros, como tributo de su devoción”. Niñas vestidas de blanco, símbolo del candor y la pureza. Un pueblo, vibrante de entusiasmo, cantando la Salve Regina, la secuencia más bella de los siglos, brotada como un milagro en el X compostelano, aquel siglo desventurado, un poco semejante al nuestro. Ya viene la Virgen, hermosa como la aurora cuando se levanta más resplandeciente que el sol en pleno día en frase del Cantar de los Cantares… Al regreso de la procesión, en el templo, el Rvdo. P. Domeño, Paúl, de la Residencia de Ávila pronuncia breve y elocuente oración sagrada. En su canto a la Virgen, las notas místicas del Santuario ermita primitiva, pastores del Medo, fieles que levantaron el templo, etc. producen gran emoción en los oyentes. La multitud en pie por falta de espacio para poder arrodillarse, recibe la bendición papal. …Las multitudes cunden casi lo mismo que hoy, en los anteriores días de la novena. Reina sí onda alegría, y no falta tampoco el gaitero de afición que, desde el coche o el campo de la fiesta, bajo los añosos robles, desgrama, al aire de la montaña, la típica muiñeira. Las gentes retornan a los lares, llenas de satisfacción y fuertes con la gracia para las batallas del Señor. Oigo a lo lejos una canción, digna de hacerse popular en las tristes circunstancias por que atraviesa nuestro campo, en este mes, en el de las vendimias: A Ti te pedimos con fe y devoción la lluvia del cielo, oh Madre de Dios…” (F. Grande Seara, El Pueblo Gallego, 13 de septiembre de 1949).

Su devoción a la Virgen también se ve reflejada en varios poemas publicados en La Región: Nos Remedios (1935), A Santiña do Cristal (1935) -incluido posteriormente por Fraguas (2004) en su obra “Romerías y Santuarios de Galicia”- y A la imagen de Nuestra Señora de Fátima (1952).

“¡Sobor das tellas da ermida,
hay duas pombas pousadas…
¡Baixan as augas do Mino,
respetosas e caladas…!
Acurrunchadas na aurela,
dos verdes agros das Caldas,
gardan contentes o gandos
duas fermosas rapazas,
escoitando, ó son do vento,
as doces notas da gaita;
é gu’hay festa nos Remedios…”.

(F. Paredes Rubias, Nos Remedios, La Región, 8 de septiembre de 1935)

No pobo de Vilanova,
nobre e distinto lugar,
nome de sonada vila
en non lonxanas edás,
apenas se encobr’a tarde,
péchans-as portas do lar,
y-a xente vaise, piadosa,
car’a ermida do Cristal...”.

(F. Paredes Rubias, A Santiña do Cristal, La Región, 14 de septiembre de 1935).

Se han prendido en su manto los albores
De una aurora infinita de blancura
Y, en su rostro, el hechizo de las flores
Y un misterio infinito de dulzura…”

(F. Grande Seara, A la imagen de Nuestra Señora de Fátima, 13 de mayo de 1952).

En los numerosos artículos publicados en La Región, don Felisindo aborda gran diversidad de temáticas de tipo religioso, social, político, moral, literario, cultural o turístico (e.g., su viaje en tren a Barcelona para asistir al XXXV Congreso Eucarístico Internacional celebrado en el año 1952), tanto de carácter local, como nacional e internacional. Así, por ejemplo, destacamos sus reflexiones sobre acontecimientos ocurridos en Ourense en esa época, como es el caso del fallecimiento del obispo Francisco Blanco Nájera en 1952:

Su nombre excelso será recogido por la historia patria, y la ilustre diócesis de Orense anota con amor el nombre de él al lado de los Mariños, Fonsecas, Blancos, Quevedos y Cerviños. Ningún lugar más apropiado para recoger sus gloriosas cenizas que la iglesia del nuevo Seminario” (F. Grande Seara, La Región, 17 de enero de 1952).

“…este gran Seminario de hoy, la obra de Allariz, los colegios de las Cooperadoras, la creación de nuevas parroquias y escuelas, la modernísima reglamentación de las casas rectorales, la reorganización del Fomento de Vocaciones, etc., etc., todo eso se ha hecho en el brevísimo correr de unos años” (F. Grande Seara, La Región, 18 de enero de 1952).

Tres años antes, en 1949, escribía sobre la figura del ourensano Fernando Quiroga Palacios, coincidiendo con su nombramiento como Arzobispo de Santiago de Compostela, por “el cariño y la admiración hacia el gran sacerdote, profesor de mi Seminario durante casi todos los años de mi carrera sacerdotal”:

“…D. Fernando Quiroga Palacios es el llamado por la Providencia para que sea continuador de la historia de esa gran ciudad: el llamado a continuar la mejora del centro religioso, cultural y artístico de Galicia… Orense no puede menos de sentir el gozo y la alegría de una madre, al ver triunfar de ese modo a un hijo tan querido. Se aproxima el momento de expresar nuestro entusiasmo por D. Fernando; por el profesor sabio, ameno y siempre comprensivo para las deficiencias de sus discípulos, por el  párroco, catequista y director de tantas almas. Hombre hondamente popular: Dios le había dado admirables dones sobrenaturales y naturales, y él con toda humildad y caridad los ponía siempre al servicio de Dios. La dirección espiritual y la Cátedras de Teología, Filosofía, Lenguas y Literatura del Seminario de San Fernando de Orense guardarán para siempre gratos recuerdos del maestro” (F. Grande Seara, La Región, 20 de noviembre de 1949).

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Portada de La Región del 8 de septiembre de 1935

En un artículo de septiembre de 1952, bajo el titular “Un día grande para Orense”, coincidiendo con la visita de Franco a la capital para inaugurar la nueva Estación, don Felisindo reflexionaba sobre el desarrollo económico ourensano:

Desde la carretera de Santiago, miro un instante la gran estación que va a inaugurarse hoy. Tengo a la derecha los grandes talleres de Peliquín, y a la izquierda la gran estación. Entre esta carretera y la de Vigo, en una explanada de varios kilómetros extiéndense las obras de una de las estaciones mejores de España. Aún más allá de la carretera de Vigo, fuera del recinto amurallado, se alzan elegantes pabellones, habitados ya por obreros de la RENFE. Sigue después el edificio principal; en el laberinto de líneas férreas, aparecen las cuarenta y seis vías, de estas, veintiuna para los distintos servicios de viaje y mercancías, y las restantes para el depósito de sesenta locomotoras; las instalaciones de agua, suficientes para un gasto diario de dos millones de litros; las ochenta y dos agujas de cambio, en fin la gran estación que todos conocemos y admiramos… Frente a nosotros se alzan las hermosas torres de un nuevo seminario; a nuestra derecha se tiende majestuoso un viaducto y a poca distancia tenemos los saltos de Las Conchas, Los Peares, Ribas del Sil, Celeirós, etc… Con este día comienza una nueva etapa económica para nuestra ciudad. Ahora es conveniente que en las llanuras que rodean a la nueva estación sigan apareciendo nuevas fábricas. Conviene que surjan iniciativas de empresas y particulares para dar a nuestra urbe el puesto comercial que le corresponde. He aquí un día grande para Orense” (F. Grande Seara, La Región, 23 de septiembre de 1952).

La obra literaria más conocida de don Felisindo, traspasando las fronteras locales, es la novela “Don Proleterio y Valdomino” publicada en el año 1961 por la editorial local ourensana La Editora Comercial. Todavía hoy, casi sesenta años después, se puede adquirir en varías librerías online. La novela tiene una clara inspiración en la obra “Don Camilo”, del escritor italiano Giovanni Guareschi, coétaneo de don Felisindo. Don Camilo es un cura de pueblo que, durante la posguerra italiana, vive continuos enfrentamientos ideológicos con el alcalde comunista Pepón, de los cuales obviamente sale siempre ganador. Estos personajes serán sustituidos por Don Proleterio, marxista sin oficio ni beneficio entregado a la edición de la revista Amapolas de ideología comunista, y Valdomino, joven estudiante universitario de Filosofía y Letras, formado en colegios religiosos, con gran proyección y que se ve en la necesidad de trabajar para Don Proleterio, colaborando en las tareas editoriales de su órgano propagandístico subversivo. De dos posiciones filosóficas diametralmente opuestas no se puede esperar más que continuas discusiones y enfrentamientos ideológicos.

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Portada de Don Proleterio y Valdomino

En síntesis, la novela constituye un alegato contra las desgracias y malevolencias del comunismo. El propio autor comienza afirmando:

“…me he propuesto por objeto material escribir una novela, y por objeto formal, una refutación del marxismo. No habré sido inoportuno, cuando tanto se habla del gran error y tantos pueblos han caído ya o están en peligro de caer bajo el dominio de los que comienzan por negar la existencia de Dios” (Grande Seara, 1961, p. 7).

Y finaliza justificando su publicación:

“…para que el mundo pueda reflexionar sobre lo peligrosas que son la propaganda y las organizaciones del marxismo, y sobre lo necesario que es instaurar y promover la vida cristiana” (Grande Seara, 1961, p. 374).

La novela toma como hilo argumental las actividades subversivas de don Proleterio en el pueblo ficticio de Cuesta Hermosa, quien:

“…llegó a verse en la vanguardia de los intelectuales marxistas por no haber dejado a tiempo la senda que había emprendido en un momento de irreflexión… Cuando era estudiante de ética, pues estudiante había sido y de estudiante no había pasado, comenzó a defender los errores del marxismo… Esta actitud de don Proleterio era más bien efecto de la ignorancia… No le faltaron consejos; mas no quiso abandonar sus teorías, y las defendió tanto que en la Universidad donde estudiaba le tuvieron por loco…” (Grande Seara, 1961, p. 13).

Tuvo que llegar don Proleterio al final de su vida para tomar conciencia de lo errado que estaba y retractarse públicamente, aunque ello no impidiese el triunfo de la revolución marxista, pues la ideología difundida a través de Amapolas había calado en la sociedad. Dejamos al lector, adentrándose en la lectura de la novela, que descubra por sí mismo las consecuencias de la revolución comunista y cómo esta cambia la vida de Valdomino.

Este posicionamiento antimarxista estuvo presente en varios de los artículos publicados en La Región. Así, por el XIV aniversario del asesinato de José Calvo Sotelo, don Felisindo escribía:

El marxismo internacional, en una de sus revoluciones mejor preparadas, intentó hacerse dueño de la Península Ibérica. Por la providencia de Dios no le fue posible. Desde entonces no ha cesado ni un instante en su ofensiva bárbara, cruel y frenética contra distintos pueblos… Y si alguien no estuviese conforme podríamos acudir a las pruebas, y serían argumentos contundentes, entre otros, los acontecimientos históricos de estos últimos años en Polonia, Estonia, Letonia, Lituania,…” (F. Grande Seara, La Región, 13 de julio de 1950).

Ese mismo año, en el artículo “La gran ingenuidad de los occidentales”, reflexionaba sobre la situación que se estaba viviendo en Corea:

“…No, lo acaecido en Corea no debe sorprender a nadie. Lo que si debiera sorprender a todo hombre de razón es la ingenuidad, la candidez de los antimarxistas aliados. Estos, cual si fueran hombres completamente vulgares, han seguido un sistema en sus actuaciones digno de burla, de mofa, de sarcasmo, si no se tratase de una cuestión decisiva para la humanidad. Solo España, claro ejemplo para las demás naciones, en esta hora crucial del mundo, ha sabido abstenerse de esa camaradería, indigna, del occidente –no sé si en decadencia como dijo Speagler- con el oriente” (F. Seara Grande, La Región, 20 de julio de 1950).

En el año 1956, don Felisindo afirmaba que “…desde su aparición en el mundo, el comunismo, al principio como sistema de doctrina y, desde hace años, como realidad política, viene siendo agresivo para todos: agresivo para con el cielo, pues predica y defiende el ateísmo; agresivo para con los habitantes de una misma nación, toda vez que intenta la destrucción de todo para poder levantar un nuevo Estado, una dictadura sin precedentes; agresivo para con los pueblos no comunistas, pues nunca ha dejado de ser un sistema de proselitismo internacional” (La Región, 1 de febrero de 1956). Ese mismo año, escribiendo sobre la libertad de expresión señalaba que “el comunismo, como el príncipe de las tinieblas, gusta de presentarse en dos formas distintas; hasta no hace mucho era el tigre que, amenazando a toda Europa y aun a todo el orbe, rugía desde la estepa; ahora es la serpiente que quiere lograr sus objetivos mediante sonrisas y ofertas imposibles… Ningún sistema político persigue tanto la libertad la expresión como la persigue el comunismo… el comunismo persigue, sin reparar en medios, a quienes se manifiestan en contra la dictadura comunista” (F. Grande Seara, La Región, 16 de febrero de 1956).

Conclusiones

Descritas las tres dimensiones que hemos abordado de don Felisindo (persona, cura y literato) pensamos que las tres, en su conjunto, le hacen merecedor de ser considerado Vecino Ilustre de Parderrubias. Su dilatada labor pastoral y periodístico-literaria ha tenido siempre presente el nombre de nuestra Parroquia allí en donde la desarrolló. Hoy podemos encontrarnos con un buen número de documentos escritos que dan buena fe de ello; descubrir en ellos el nombre de Felisindo Grande Seara, o de F. Paredes Rubias, llena de satisfacción a todo aquel que se interesa por conocer la historia de Parderrubias.

¡Divina misión la de hacer que los hombres y los pueblos sean mejores! He aquí la cuestión del mundo”.

(Felisindo Grande Seara, 8 de octubre de 1955).


Referencias

Fraguas, A. (2004). Romerías y santuarios de Galicia. Vigo: Editorial Galaxia.

Grande Seara, F. (1961). Don Proleterio y Valdomino. Orense: La Editora Comercial.

López Fernández, X. (1999). Poesía de Galicia. Poemas á nai. Santiago de Compostela: Difux, S. L.

Se cumplen 100 años de la peor peste de todos los tiempos: la mal denominada “gripe española” de 1918 en Parderrubias. Por Juan Carlos Sierra Freire

Se cumplen 100 años de la peor peste de todos los tiempos: la mal denominada “gripe española” de 1918 en Parderrubias. Por Juan Carlos Sierra Freire

En el presente año 2018 se cumple un siglo de una de las pandemias más devastadoras que padeció la Humanidad a lo largo de su historia: la gripe de 1918. En Ourense, el otoño de ese año, en concreto el mes de octubre, fue el momento más trágico y dramático de la epidemia. En este artículo describimos el proceso que siguió la peste desde su fase inicial en marzo hasta el otoño/invierno de 1918, así como el impacto que tuvo en Parderrubias y en algunas Parroquias limítrofes (Vilar de Paio Muñiz, Pereira de Montes y Soutopenedo).

Introducción

¿Qué tuvieron en común el soldado Gilbert Mitchell, destinado en el Campamento Funston de Kansas (Estados Unidos) y el labrador José Epifanio Freire, vecino del pueblo de Montelongo, en la provincia de Ourense (España)? A simple vista, absolutamente nada, excepto que los dos compartieron la desgracia de ser víctimas de la plaga más infernal jamás padecida por la Humanidad, que acabó con la vida de más de 50 millones de personas en todo el mundo. Gilbert pasó a la historia por ser el paciente cero de la “gripe española”, José Epifanio es mi bisabuelo.

Probablemente fuese un día de “feira” en Ourense de aquel fatídico otoño de 1918, presumiblemente el 17 de octubre. Mi bisabuelo José Epifanio se había acercado a la capital por negocios relacionados con unas vacas, cuya propiedad compartía con otro ganadero. Su familia, y vecinos de Montelongo, le aconsejaron que no se acercase a la ciudad, pues la gripe estaba ya muy extendida y las noticias que llegaban de allí eran preocupantes. Sin embargo, pudo más la exigencia y el requerimiento del negocio del ganado que la justa valoración del riesgo, y mi bisabuelo vino infectado de Ourense, sintiéndose muy pronto enfermo. Se metió en cama, pidió a mi bisabuela Filomena que bajo ningún concepto dejase entrar a los niños en su habitación y que, en caso de que “pasase lo que podía pasar”, incinerase todas sus ropas. Mi bisabuelo fallecía, siete días más tarde, el 24 de octubre, a las seis de la madrugada, a la edad de 47 años, dejando seis hijos, todos ellos menores de edad, siendo mi abuelo Manuel el mayor, con 17 años, y contando el menor con tan solo dos años de edad. Así de fulminante y cruel fue la peste de 1918.

El soldado estadounidense Mitchell, cocinero en el Campamento Funston, en Kansas, ingresa en la Enfermería el 4 de marzo de 1918 con fiebre y un fuerte dolor de cabeza. Una semana después los enfermos eran incontables. Desde este campamento, en donde enfermó el cocinero, llegaban soldados ya infectados al frente francés de la Primera Guerra Mundial. Así fue como la peste desembarcó en Europa. En abril, la gripe ya producía estragos en las trincheras de Europa Occidental. Llega a España probablemente en tren, desde Francia, de donde regresaban jornaleros españoles y portugueses que suplían la falta de mano de obra en el país vecino debido a la guerra. Aunque el primer fallecido español está fechado oficialmente en el mes de mayo en Madrid, tal como señalaremos más adelante se produjeron muertes por gripe ya en los meses anteriores. La prensa española se hace eco de la mortal infección que se propagaba de manera alarmante, mientras que los países en guerra ocultan la plaga para no minar más la moral de la población y del Ejército. Por el simple hecho de que en España, país neutral, se hablaba abiertamente de la enfermedad sin censura alguna, se le denominó injustamente “gripe española”, creyéndose que era un problema de nuestro país. Así que, además de infectarse un 40% de la población y acabar con la vida de cerca de 300.000 españoles (entre ellos, mi bisabuelo), a nuestro país le quedó el sambenito de dar nombre a una de las plagas más mortíferas jamás padecida por la Humanidad. Baste señalar que en marzo el virus comenzó a matar en Kansas (Estados Unidos) y muy pocos meses después lo hacía en las Parroquias de Parderrubias, Vilar de Paio Muñiz, Pereira de Montes y Soutopenedo, en España.

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Servicio de la Cruz Roja en Estados Unidos durante la gripe de 1918. Fuente: Centers for Disease Control and Prevention

Ricos y pobres eran víctimas por igual de la gran pandemia, cebándose mayoritariamente en personas jóvenes, a diferencia de otras gripes. Los primeros síntomas se confundían con una gripe común: irritación de garganta, fiebre y dolor de cabeza. Pero pronto aparecían mareos, pérdida de audición, visión borrosa, delirios, convulsiones, etc. Eran típicas unas manchas de color negro que comenzaban en las mejillas y que pronto se expandían por todo el cuerpo. Todo este cuadro se complicaba con una neumonía bacteriana que era la que provocaba la mayoría de las muertes. El proceso era tan rápido que pacientes que comenzaban a toser por la mañana, por la noche fallecían. El virus H1N1 experimentó varias mutaciones a lo largo de 1918, convirtiéndose en letal, llegando lo peor en el otoño de ese año. Se transmitía de una persona a otra por secreciones respiratorias producto de la tos, estornudos o, simplemente, a través del habla. La miseria, la suciedad y el hambre contribuyeron sin duda alguna a su propagación. A ello se unió el hecho de que no existiesen vacunas para protegerse contra el contagio, ni antibióticos para tratar las infecciones bacterianas secundarias; a la penicilina todavía le quedaban diez años para su descubrimiento. Las intervenciones sanitarias se limitaban al aislamiento, cuarentena, recomendar hábitos higiénicos personales, uso de desinfectantes y limitaciones de reuniones públicas (Centers for Disease Control and Prevention, 2018).

La peste en Ourense

Desde agosto de 1918 hasta abril de 1919 se registraron en Ourense 145 muertes por cada 10.000 habitantes a causa de problemas respiratorios, siendo la quinta provincia más afectada del país, solamente superada por Burgos, Almería, Zamora y Palencia (Chowell, Erkoreka, Viboud y Echevarri-Dávila, 2014). El otoño de 1918 supuso el periodo más crítico de la gripe, declarándose el estado epidémico en la provincia. Así, ya el 27 de septiembre la prensa se hacía eco de la peste:

En Orense se desarrolla grandemente la epidemia, existiendo numerosos casos, algunos de ellos graves” (Diario de Pontevedra).

Ocho días más tarde, el 5 de octubre, ya se habla sin disimulo de estado epidémico, pues en esos primeros días del mes ya se contabilizaban 723 infectados en la capital:

El Boletín Oficial publicará una circular del Gobernador Civil, declarando en Orense el estado epidémico. Este acuerdo lo adoptó el Gobernador en vista de la importancia que adquiere la epidemia reinante en aquella capital. Ayer ocurrieron ocho defunciones” (Diario de Pontevedra).

El Gobernador insta al Alcalde a que habilite urgentemente locales para atender a enfermos pobres cuyas viviendas carecían de condiciones higiénicas. El 15 de octubre solicita con urgencia al Gobierno el envío de desinfectantes, pues en las últimas 24 horas habían fallecido once enfermos. La gravedad de la situación provocó la suspensión de las Oposiciones a Maestro que se venían celebrando en la capital durante ese mes de otoño y que el Presidente de la Audiencia de Orense solicitase la suspensión de los juicios orales programados. Por su parte, el Obispo de la Diócesis visitaba al Gobernador con el compromiso de colaborar en la campaña sanitaria.

El único hospital público en la capital ourensana en esas fechas era el Provincial de Las Mercedes, que muy pronto quedaría colapsado. Por ello, en el edificio de la actual Delegación del Ministerio de Defensa (en aquel momento Edificio de los Hermanos Maristas) se instaló un Hospitalillo Municipal de Epidémicos de dos plantas en donde ingresaron 117 enfermos. Estuvo atendido por seis médicos, dos practicantes, dos enfermeros, tres estudiantes de Medicina y seis Hijas de la Caridad (De la Torre Somoza, 2015).

El periódico La Región publicaba a diario los datos de los fallecidos, personas de todas las edades, pero sobre todo menores de 30 años. Con cal, sulfato de cobre, azufre o zotal se desinfectaban pisos, casas y lugares críticos como el asilo, la cárcel o el matadero. Un momento particularmente doloroso fue la prohibición de la Fiesta de Fieles Difuntos de ese año y la entrada a los cementerios por parte del Gobierno Civil (Simón Larda, 2001). La prensa publicaba recurrentes anuncios del tipo “La epidemia reinante se evita desinfectando con zotal” o “Epidemias contagiosas se evitan lavándose con jabón zotal”. El Diario de Pontevedra se hacía eco de un artículo publicado en El Figaro, por el doctor Sobrino Álvarez, en el que se hablaba de un tratamiento eficaz contra la gripe:

En primer término un purgante salino y, con preferencia, el sulfato de sosa. Si el enfermo no tolera el purgante le suministra un enema (38 gramos de sulfato de sosa disueltos en medio litro de agua hervida). Evacuado el intestino, la medicación consiste únicamente en cinco gotas de tintura de yodo, cada tres horas, para los adultos, y de dos a cuatro gotas, cada ocho horas, para los niños. El vehículo que prefiere para suministrar el yodo es la leche” (Diario de Pontevedra, 10 de octubre de 1918).

Vida Gallega 15 de noviembre de 1918
Anuncio en la revista Vida Gallega del 15 de noviembre de 1918

Si la situación en la capital era muy preocupante, en el resto de la provincia alcazaba tintes dramáticos debido a la ausencia de recursos sanitarios. En algunas Parroquias, las campanas ya no tocaban a muerto para no alarmar a los enfermos. Las crónicas que La Región publicaba a diario dejaban bien a las claras la trágica situación. Como ejemplos tomados de Simón Larda (2001) aludimos a dos pueblos relativamente cercanos a Parderrubias. En Bande “la epidemia se extiende de forma alarmante. Los empleados del municipio y la mayoría de la población de esta villa están enfermos, así como la mayor parte de los individuos que componen la Corporación. Los médicos están agotados físicamente, por efecto de las dificultades de este municipio, por tener la población muy diseminada para la atención de los enfermos, cuyo número excede de 1500” (La Región, 19 de octubre de 1918). El cura de Calvos, en Bande, informaba al Gobernador Civil que de los 300 vecinos de la Parroquia, 120 estaban infectados, muchos de ellos graves, careciéndose de medicinas y desinfectante (Diario de Pontevedra, 16 de octubre de 1918). En Piñor (Barbadás) “…en este pueblo a pesar de ser tan sano, la epidemia gripal se difunde de una manera atroz; hay un gran número de personas atacadas. El virtuosísimo párroco, Don Florencio Quintas, no da punto de reposo visitando a todas horas a los enfermos y proporcionándoles no solo los auxilios espirituales, sino también los corporales, a muchos pobres” (La Región, 23 de octubre de 1918). En otra villa importante de la provincia, Ribadavia, la situación era conmovedora:

En Ribadavia, según noticias oficiales, ocurrieron ayer nueve defunciones y hubo nuevas invasiones. Un amigo nuestro que ayer llegó de dicho pueblo nos dice que familias enteras han desaparecido víctimas de este mal. En una casa se murieron el padre, la madre y tres hijos” (Diario de Pontevedra, 5 de octubre de 1918).

En Carballiño, la tragedia alcanzaba niveles propios de una catástrofe, y así lo atestigua un telegrama recibido en el Gobierno Civil de Ourense:

Es verdaderamente espantoso el estado sanitario de esta villa y su partido, adquiriendo proporciones alarmantes, pues diariamente ocurren diez o doce defunciones, sin que las autoridades adopten medida alguna para evitar algo la difusión de tan terrible mal. Como vecino de esta villa acudo a V. S. en demanda de protección, pues se da el caso inaudito de que por ningún lado podemos encontrar desinfectantes para combatirlo por nuestra cuenta” (Diario de Pontevedra, 10 de octubre de 1918).

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Partidas de fallecimientos provocados por la gripe de 1918

La peste en Parderrubias y Parroquias vecinas

Con  el objetivo de examinar el impacto de la gripe en Parderrubias y en algunas Parroquias limítrofes (Vilar de Paio Muñiz, Pereira de Montes y Soutopenedo) hemos revisado el número de enterramientos que tuvieron lugar en dichas feligresías a lo largo de los años 1918 y 1919. Ello nos permite apreciar su evolución e identificar claramente el momento crítico que venimos destacando: otoño de 1918. Si observamos la Figura 1, apreciamos que entre octubre y diciembre de ese año se incrementa de manera significativa la cifra de enterramientos en las cuatro Parroquias, permaneciendo relativamente estable su número antes y después de dicho trimestre. Debemos aclarar que no todos los fallecimientos producidos en esos meses fueron consecuencia de la gripe. En el caso de Parderrubias, el cura don Benito Garrido no incluía en las partidas de entierro la causa del fallecimiento; en las otras parroquias sí aparece registrada la causa y así sabemos que en unos pocos casos no fue la gripe la causante del fallecimiento (lo fueron, por ejemplo, la miocarditis o la debilidad senil). No obstante, es incuestionable, y no puede pasar desapercibido, el significativo incremento de muertes durante esos tres meses.

Gráfico
Figura 1. Evolución del número de enterramientos durante la gripe de 1918. Fuente: Elaboración propia

Prestando atención a la Figura 1, en primer lugar, percibimos claramente el pico en el número de enterramientos del último trimestre de 1918, pero sin que exista un solapamiento de las cifras en las cuatro Parroquias analizadas; así, por ejemplo, mientras en Parderrubias el mes de octubre es el más trágico con nueve fallecimientos, en Vilar de Paio Muñiz no se produce ninguno en ese mes. En segundo lugar, destaca el hecho de que la Parroquia más castigada fuese la de Parderrubias, debido probablemente a su mayor número de feligreses; recordemos que, en esa época, Solveira, Fondo de Vila y Nogueira pertenecían a la Parroquia de Santa Olaia de Parderrubias. Examinemos con un poco más de detalle los fallecimientos de esos meses.

En Parderrubias, se produce ya una muerte por gripe (presuponemos que la primera) en el mes de abril de 1918; se trata de Encarnación Garrido de 42 años, cuya esquela aparece publicada en La Región. En los meses de octubre, noviembre y diciembre fallecen 16 personas. Como ya se ha señalado, dado que las partidas de fallecimiento de esta Parroquia no recogen la causa de muerte, cabe pensar que no todos estos fallecimientos fueron provocados por la gripe, aunque bien es cierto que por la media de edad de los fallecidos sí podemos intuir que en la mayoría de los casos esa fue la causa. Esta hipótesis es avalada por los datos recogidos en otras Parroquias en las que sí se especifica la causa de muerte, y en donde la mayoría de los fallecimientos se asociaban a la gripe. La edad de los fallecidos en Parderrubias en esos meses osciló entre los pocos meses de vida y los 50 años (media = 20,67 años), es decir, todos fallecieron muy jóvenes; concretamente, seis eran niños o adolescentes. Como hemos dicho, el mes más trágico fue octubre con nueve fallecidos desde el día 13. Cronológicamente hubo entierros los días 13, 15, 16, 20, 21 (dos), 22, 28 y 29 de octubre. Conmueve imaginarse funerales casi todos los días de esa desgraciada quincena. En noviembre, el número de enterramientos desciende a cinco, y ya en diciembre solamente se produce uno. Entre los fallecidos en esos meses había nueve mujeres y seis hombres; un feto completaba el listado de dieciséis. En cuanto a los pueblos, cinco de los difuntos residían en Nogueira, cuatro en Barrio, dos en O Outeiro, dos en Solveira, uno en A Iglesia, uno en Fondo de Vila y en uno de los casos no se ha indicado su ubicación.

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Iglesia de Parderrubias

En Vilar de Paio Muñiz, durante el trimestre octubre-diciembre, fallecen diez personas (cinco hombres y cinco mujeres). En este caso, dado que el cura don Gerardo Castro indicaba expresamente en la partida de defunción la causa de muerte, sabemos que cinco de ellos fallecieron por bronquitis gripal y los restantes por miocarditis. Aunque el período crítico de la epidemia fue el último trimestre de 1918, en esta Parroquia ya habían fallecido tres personas (dos de ellas, niños) por bronquitis capilar aguda en el verano (en junio, julio y agosto, respectivamente). La media de edad de los cinco fallecidos por la gripe en otoño/invierno fue de 35,13 años. En este caso resulta llamativo el adelanto temporal en los fallecimientos por la epidemia a antes del comienzo del otoño y que, en cambio, en el mes de octubre no se produjese ninguna muerte. A raíz de los datos de esta Parroquia podemos saber también que, aunque como está demostrado el período crítico fue el otoño/invierno de 1918, los fallecimientos a causa del virus de la gripe se extendieron al año 1919. Así, aparecen registrados en ese año dos fallecimientos en abril y dos en noviembre por esta causa. En cuanto al sexo, de los fallecidos por gripe en 1918, cinco eran mujeres y tres hombres.

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Iglesia de Vilar de Paio Muñiz

En la Parroquia de Pereira de Montes, se produjo el fallecimiento de un hombre de 69 años por bronquitis capilar aguda en el mes de marzo. Sin embargo, tal como ocurrió en las otras Parroquias, los meses problemáticos fueron octubre con cuatro fallecimientos, todos ellos por gripe, y noviembre con siete muertes. En diciembre se producían dos fallecimientos, uno de ellos por bronquitis gripal. La media de edad de los fallecidos fue de 39,17 años. La gripe no respetaba edades, así en octubre fallece una niña de 10 años y en noviembre lo hace una mujer de 60. De los fallecidos, de igual manera que ocurrió en las dos Parroquias anteriores, la mayoría fueron mujeres.

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Iglesia de Pereira de Montes

Finalmente, en la Parroquia de San Miguel de Soutopenedo, de la que era feligrés mi bisabuelo José Epifanio, en todo el año 1918 tienen lugar 16 fallecimientos, de los cuales el 44% fueron debidos a la gripe, tal como indican las partidas de entierro firmadas por el párroco don Francisco Coello. En el mes de octubre fallece únicamente José Epifanio, a la edad de 47 años. Fue la primera víctima de la peste en Soutopenedo:

“…falleció el veinticuatro de octubre de mil novecientos diez y ocho a las seis de la mañana en el lugar de Montelongo de bronco-neumonía según certificación facultativa…”.

En el mes de noviembre se producen cinco fallecimientos, todos ellos asociados a la gripe. Es decir, en Soutopenedo la gripe provocó seis muertes, únicamente en los meses de octubre y noviembre, de las cuales solamente dos de ellas corresponden a hombres. La media de edad de los fallecidos fue de 36,83 años, oscilando entre 10 y 63 años.

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Iglesia de Soutopenedo

En resumen, la gripe de 1918, la mal denominada “gripe española”, de igual modo que ocurrió en el resto de España y en otros muchos lugares del mundo, dejó un importante número de muertes en Parderrubias y Parroquias limítrofes. El mayor número de víctimas se produjo entre la población femenina durante los meses de otoño e invierno de ese año, sin que existiese un paralelismo exacto entre las Parroquias analizadas. Así, mientras en Parderrubias el mes con mayor número de víctimas fue octubre, en Vilar de Paio Muñiz lo será diciembre; en Pereira de Montes y Soutopenedo el mes más trágico fue noviembre.

Terminamos con el deseo de que estas estas líneas constituyan un pequeño homenaje a todos los fallecidos por la gripe de 1918 en la comarca de Parderrubias, entre ellos, el bisabuelo José Epifanio, de cuyas muertes se cumplen ahora cien años. Aunque la peste no diferenciaba a pobres de ricos, sí es verdad que los labradores fallecidos en estas Parroquias estaban en clara desventaja para hacer frente a la epidemia, debido a las condiciones socioeconómicas en las que les tocó vivir.


Nota. El autor muestra su agradecimiento a don Julio Grande Seara y a don Fernando López Seoane por la información aportada para la elaboración de este artículo. Otra parte de la información procede del Archivo Histórico Diocesano de Ourense.


Referencias

Centers for Disease Control and Prevention (2018). Historia de la pandemia de influenza de 1918. Recuperado de https://espanol.cdc.gov/enes/flu/pandemic-resources/1918-commemoration/1918-pandemic-history.htm

Chowell, G., Erkoreka, A., Viboud, C. y Echevarri-Dávila, B. (2014). Spatial-temporal excess mortality patterns of the 1918-1919 influenza pandemic in Spain. BMC Infectious Diseases, 14, 371. Recuperado de https://bmcinfectdis.biomedcentral.com/track/pdf/10.1186/1471-2334-14-371

De la Torre Somoza, J. (2015). El hospital provincial de Ourense (1930-1979). Ourense: Diputación de Ourense.

Simón Lorda, D. (2001). La epidemia gripal de 1918 en Ourense. MINIUS, IX, 85-96.

Árboles y arbustos de los montes de Parderrubias. Por Juan Carlos Sierra Freire

Árboles y arbustos de los montes de Parderrubias. Por Juan Carlos Sierra Freire

Parderrubias posee diversas y amplias zonas de monte, tanto de carácter privado como comunal [véase el amplio listado de ellas en el trabajo de Outumuro (2015) Topónimos en la Parroquia de Parderrubias]. A Touza o A Vacariza constituyen buenos ejemplos de ello. Además, son numerosos los arroyos y regatos que irrigan, tanto estos montes como las fértiles zonas de cultivo (e.g., Cavada do Lobo, Augalevada, Regueiriño, Lavandeira, Barreiro o Seixal). Todo ello hace que la Parroquia de Parderrubias se caracterice por una gran diversidad en flora y fauna. La fauna ya fue abordada en otro artículo al que remitimos al lector interesado (Fauna de Parderrubias), por lo que vamos a centrarnos en esta ocasión en la riqueza florística, concretamente en los árboles que podemos encontrarnos en los montes de Parderrubias, en los que tienen su hábitat natural un buen número de frondosas y coníferas. En este trabajo se incluyen los árboles, y algunos arbustos, registrados por la Consellería do Rural de la Xunta de Galicia en Os Montes dos Castros. A la hora de ordenarlos se podrían tomar diferentes criterios; hemos optado por el orden alfabético para realizar una breve descripción de cada uno de ellos a partir, básicamente, de la información que hemos encontrado en Lorenzo Fernández (2018).

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Monte comunal de Parderrubias


Acacia negra (acacia negra, acacia melanosylon). Árbol que nos recuerda a la mimosa, que describiremos más abajo, pero mucho más escaso en nuestros montes. Sus flores son parecidas a las de la mimosa, pero sus hojas son muy diferentes.

Acibro (acebo, ilex aquifolium). Árbol relativamente pequeño, claramente identificable por sus hojas espinosas que permanecen siempre verdes. Sus frutos rojos constituyen el alimento de muchos animales. La combinación de sus hojas y frutos le convierte en un árbol ornamental, especialmente en la época navideña, por lo que en la actualidad es una especie protegida.

Alcipreste (ciprés, cupressus sempervirens). Árbol que destaca por su altura y talla piramidal. Suelen tener un uso ornamental. Se ven incluso en los huertos y jardines de algunas casas.

Alcipreste de Lawson (ciprés de Lawson, chamaecyparis lawsoniana). Árbol foráneo, de la familia de los cipreses, originario de Oregón (Estados Unidos).

Amieiro (aliso, alnus glutinosa). Árbol que nos encontramos a las orillas de los ríos, a los que proporciona grandes sombras. Su dura madera se empleaba para la elaboración de los zocos y los ejes de los carros del país.

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Avelaira (avellano, corylus avellana). Árbol fácilmente reconocible por su pequeño tamaño y copa circular. Su fruto, la “abelá” (avellana), es muy apreciado, tanto por los humanos como por algunas especies animales, como la ardilla. Las primeras avellanas se comen por San Lázaro.

Bidueiro (abedul, betula alba). Árbol que también se puede observar en las orillas de los ríos, siendo fácilmente identificable por su corteza blanca, su tronco recto y por proporcionar escasa sombra. Sus hojas tienen propiedades diuréticas y su madera se empleaba para la elaboración de zocos y aperos de labranza.

Cancereixo (serbal de los cazadores, sorbus aucuparia). Árbol de tamaño mediano característico por su fruto similar a las cerezas, que es alimento de pájaros. Su madera de gran dureza ha servido para la elaboración de los husos empleados en la manufactura del lino (véase Sierra Fernández, 2016 La manufacturación del lino en Parderrubias).

Carballo americano (roble americano, quercus rubra). Roble originario de América del Norte que comenzó a plantarse en Galicia para reforestación. Su madera de calidad y su crecimiento rápido hacen que se trate de árbol atractivo para las industrias madereras. Se ha plantado también con fines ornamentales por sus rojas hojas en la estación de otoño.

Carballo común (roble, quercus robur). Uno de los árboles más típicos que encontramos en cualquier lugar, habitualmente formando “carballeiras”. Su madera es dura, muy preciada para la construcción y bien valorada como leña. Desde hace algunos años está siendo víctima de una plaga provocada por la pulga altica que devora los tejidos de sus hojas secándolas, de modo que sus copas presentan un color marrón cuando deberían ser verdes.

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Carqueixa (carquesa, chamaespartium tridentatum). Arbusto muy ramificado sin apenas hojas y con flores amarillas. Era empleada para hacer estiércol en las casas que había ganado. Se apreciaba también para encender el fuego.

Castiñeiro (castaño, castanea sativa). Otro de los árboles típicos de la zona. Su agrupación forma los famosos “soutos”, que desgraciadamente cada vez son más escasos. Su madera es dura. Su fruto, la castaña, fue un producto básico en la alimentación de los gallegos antes de la llegada de la patata de América.

Cerdeira (cerezo, prunus avium). Árbol que se da en las “touzas”, fragas y bosques de ribera. Conocido básicamente por su fruto, la cereza. En Parderrubias se suele asociar a la zona de A Chousiña.

Choupo (chopo, populus nigra). Árbol que alcanza gran altura y que lo encontramos en lugares frescos. Cuando se hace viejo, su tronco se llena de estrías.

Codeso (rascavieja, adenucarpus complicatus). Arbusto que se puede confundir con la «xesta». Sus ramas están llenas de pequeñas hojitas y sus flores son también amarillas.

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Corticeiro (alcornoque, quercus suber). Se conoce también por el nombre de “sobreira”. Su corteza se emplea en la elaboración de los corchos de las botellas.

Escambrón (majuelo, crataegus monogyna). Árbol de altura mediana con ramas espinosas y flores blancas olorosas. Se conoce también por árbol espino o «estripeiro».

Eucalipto (eucalipto, eucalyptus globulus). Árbol originario de Australia e introducido en Galicia hace dos siglos con el objetivo de repoblar los montes. Es inconfundible por su largo y liso tronco, y por el olor de sus hojas. Su crecimiento rápido lo hace muy apetecible a las fábricas de pasta de papel. Los eucaliptos son nefastos para los terrenos, pues los esterilizan y desmineralizan. Como positivo, sus hojas jóvenes tienen múltiples cualidades saludables por sus propiedades antiséptica, expectorante y descongestionante, muy recomendable por tanto su uso como infusión o vahos para el asma, bronquitis, sinusitis, catarros, etc.

Faia (haya, fagus sylvatica). Se caracteriza por su copa redondeada y espesa, y por la dureza de su madera. En otoño nos regala bellísimas estampas por sus tonos amarillentos antes de perder la hoja. Cuando son viejos suelen presentar raíces secundarias a su alrededor.

Falsa acacia (falsa acacia, robinia pseudoacacia). Árbol originario de Estados Unidos, característico por sus flores fragantes, blancas y en racimos. Aunque se considera una especie invasora, está bajo control.

Freixa (fresno de la tierra, fraxinus angustifolia). Crece cerca de los ríos. Caracterizado por un tronco grueso y derecho, cuya madera se empleaba, por su facilidad para ser trabajada, en la elaboración de aperos de labranza (e.g., «forcas»).

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Loureiro (laurel, laurus nobilis). Árbol de zonas húmedas, que tarda mucho en crecer, conocido por el uso culinario que se hace de sus hojas y por ser el protagonista de los Domingos de Ramos en Parderrubias.

Mimosa (mimosa común, acacia dealbata). Árbol invasor, originario de Australia, claramente identificable cuando está en flor, dibujando de un intenso amarillo a los montes.

Moragueiro (madroño, arbutus unedo). Arbusto conocido por sus frutos verrugosos de color rojo/naranja.

Negrillo (olmo común, ulmus minor). Árbol de porte elevado y robusto, que proporciona excelentes sombras.

Nogueira (nogal común, juglans regia). Árbol robusto por su altura y por el grosor de su tronco. Conocido por sus frutos: las nueces. Su madera es estimada por su calidad.

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Piñeiro americano (pino americano, pinus radiata). Árbol originario de California muy empleado en repoblación y muy bien valorado en la elaboración de pasta de papel.

Piñeiro bravo (pino rodeno, pinus pinaster). Se trata del árbol más abundante en toda Galicia, debido a la existencia de suelos silícicos. Inconfundible por sus hojas en forma de aguja y por las piñas.

Piñeiro de Oregón (abeto de Douglas, pseudotsuga menziesii). Conífera que destaca por su altura y por su uso maderero. Se ha empleado en repoblaciones.

Piñeiro silvestre (pino silvestre, pinus sylvestris). Es el pino que proporciona mejor madera.

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Plátano (plátano, platanus hispánica). Árbol característico por sus grandes hojas de las que se desprende en otoño. Muchos lo asociamos a las sombras en las carreteras. Antes de la reforma de la actual carretera nacional que cruza Parderrubias, uno de sus arcenes era testigo de estos robustos árboles. Es curioso su fruto en forma de pequeña bola llena de pelos.

Pradairo (arce, acer pseudoplatanus). Lo encontramos cerca de los regatos. Su madera es dura.

Rebolo (melojo, quercus pirenaica). Conocido también por «cerquiño». Especie de roble, más menudo que el roble común.

Sabugueiro (sauco, sambucus nigra). Arbusto que se suele encontrar cerca de los ríos e inconfundible por sus blancas flores que desprenden un aroma nada agradable y por sus frutos en forma de bolitas negras o violáceas. Fue un arbusto muy apreciado por algunas generaciones de alumnos de nuestra escuela (véase Nuestra Escuela de Parderrubias), porque con sus ramas se elaboraban las famosas «baquetas», que cada estudiante solía llevar en su bolsillo a modo de «arma» tipo cerbatana, y con la que se probaba puntería de disparo impactando en la cabeza del compañero una pequeña bola de papel.

Salgueiro (sauce, salix atrocinerea). Árbol que encontramos en las primeras líneas de los regatos y ríos, e incluso en medio de ellos, gracias a su fuerte fijación al terreno.

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Sanguiño (arraclán, rhamnus frangula). Árbol de poca altura, con frutos venenosos muy característicos: bolitas rojas al principio y negras al final. Su nombre se debe a que sus ramas tienen un color similar al de la sangre.

Toxo (tojo, ulex europaeus). Probablemente el arbusto más conocido de Galicia. Se caracteriza por tener hojas en forma de espinas y por sus vistosas flores amarillas («a flor de toxo»). Se agrupan constituyendo «toxeiras». Fueron un producto básico en la elaboración de abono orgánico en las casas en las que había ganado, tarea que ha dejado de hacerse, por lo que hoy se puede considerar una planta invasora.

Vimbieira (mimbrera, salix viminalis). Árbol (más bien, un arbusto) muy característico que se encuentra a los lados de los regatos o en los prados, fácilmente identificable por el color amarillo de sus ramas (“vimbios”) muy flexibles, usadas para atar desde los haces de hierba hasta las cepas. Hay quien hizo un uso “pedagógico” de ellos.

Xesta (retama, cytisus scoparius). Arbusto muy ramificado de ramas delgadas, siendo muy vistoso cuando está en floración, por su intenso color amarillo. Son tóxicas para el ganado. Con sus ramas se hacían escobas y era muy apreciada para encender el fuego.

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Nota. El autor agradece a Gonzalo Outumuro, Tino Outumuro y Manolo Outumuro las sugerencias aportadas a la versión final de este artículo.


Referencias

Lorenzo Fernández, S. (2018). A vida nos ríos galegos. Recuperado de http://www.rios-galegos.com/ el 24 de junio de 2018.

Fotografías:

Webs

Parderrubias en los años 60, 70 y 80: un análisis sociodemográfico. Por Juan Carlos Sierra Freire

Parderrubias en los años 60, 70 y 80: un análisis sociodemográfico. Por Juan Carlos Sierra Freire

El período comprendido entre los años 1960 y 1990 se ha caracterizado por continuos e intensos cambios en el seno de la sociedad española, alcanzando su cenit en el paso de la dictadura de casi cuarenta años a la democracia que actualmente disfrutamos. En los años sesenta, el régimen franquista trataba de hacerse un lavado de cara asociado a una evolución positiva de la economía, pero a todas luces insuficiente, pues no existía libertad democrática alguna. En esa década y en los primeros años setenta se experimentó un significativo desarrollo económico en la sociedad española, que dio lugar por primera vez a la existencia de una clase media con cierto poder adquisitivo. El salario medio en España en el año 1975 era de 22.000 pesetas aproximadamente (132 euros), un litro de gasolina costaba 24 pesetas, un periódico ocho y una cerveza diez.

En Galicia, en la década de los sesenta se originó un movimiento obrero que constituiría uno de los elementos más importantes de desgaste del régimen franquista, vinculándose a empresas como Astano, Bazán, Barreras, Vulcano, Endesa o Citroën. En 1968 la Universidad de Santiago de Compostela mantenía una larga huelga exigiendo el final de la dictadura. Una parte del clero comenzaba a cambiar su mentalidad, pues muchos curas iban a estudiar a Roma, trayendo ideas nuevas y aperturistas. Buen ejemplo de este aperturismo fueron los párrocos que pasaron por Parderrubias en esa época (e.g., Don José Manuel Fernández Rúas). No obstante, esta entrada de aire fresco no estuvo exenta de choques frontales con las altas jerarquías eclesiásticas. La polémica creada por el Obispo Temiño Saiz al separar la celebración religiosa de la profana en las festividades de la provincia de Ourense constituye un buen ejemplo de ello.

El 15 de junio de 1977 se celebraban las primeras elecciones generales al Congreso de Diputados desde la época de la República, produciéndose una clara victoria de la Unión de Centro Democrático (UCD) de Adolfo Suárez, cuya descomposición progresiva conducirá a la histórica victoria del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en el año 1982. Los cinco diputados elegidos en Ourense en esas primeras elecciones fueron Pío Cabanillas Gallas, Eulogio Gómez Franqueira, José Antonio Trillo Torres y Estanislao Reverter Sequeiros por UCD, y Miguel Riestra Paris por Alianza Popular (AP). Lo más parecido a unas elecciones que conocían muchos españoles hasta esa fecha eran los simulacros que organizaba el Régimen para elegir Procuradores a Cortes, como el del 10 de octubre de 1967, o las Elecciones Municipales que se celebraban cada tres años (las últimas, el 13 de noviembre de 1973), en las que la democracia brillaba por su ausencia.

El 4 de diciembre de 1977 los gallegos salían a las calles reclamando un estatuto para Galicia. La autonomía que los gallegos habíamos casi acariciado en el año 1936, y que fue truncada por la Guerra Civil, iniciaba al fin su proceso de hacerse realidad. El 18 de abril de 1978 se constituye la Xunta de Galicia, cuyo primer Presidente fue Antonio Rosón Pérez de UCD. El 28 de abril de 1981 nuestro Estatuto aparecía publicado por fin en el Boletín Oficial del Estado y en octubre de ese año se celebraban las primeras elecciones al Parlamento Gallego, con las que llegó Fernández Albor a la Presidencia, al que acabó sustituyendo Fernández Laxe y a este, Fraga Iribarne.

El Pueblo Gallego_1enero1960
Portada del diario El Pueblo Gallego del 1 de enero de 1960.

El pueblo gallego_30diciembre1970
Sección Orense del diario El Pueblo Gallego del 30 de diciembre de 1970.

Al tiempo que los devenires sociopolíticos seguían su inapelable curso, la juventud se divertía en los famosos guateques en los que sonaban Los Diablos, Los Sirex o Fórmula V, entre otros, y se escuchaba a Miguel Ríos con su «Vuelvo a Granada» cantando a aquel tren que siempre iba muy despacio, pero con tiempo suficiente para llegar, y en el que dos décadas más tarde (¡quién iba a pensarlo!) me tocaría subir… también para volver, aunque eso sí, menos de lo que uno quisiera. Los nostálgicos también recordarán las fiestas de Ourense del año 1970 cuando los ourensanos abarrotaron el Jardín do Posío para ver a un Julio Iglesias que iniciaba su fulgurante carrera artística. Mientras tanto, Parderrubias seguía su propio rumbo, el de una sociedad rural, en el que las familias luchaban por proporcionar el mejor futuro posible a sus hijos, no importándoles tener que recurrir a la emigración si así lo exigían las necesidades. En los años sesenta y setenta, familias y vecinos de la Parroquia tuvieron que buscar un mejor porvenir en otras provincias (Barcelona, Madrid, Guipúzcoa, Álava, etc.) o en otros países europeos (Suiza, Francia, Luxemburgo, etc.) que disfrutaban de un mayor desarrollo económico.

A partir de la información publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) vamos a tratar de proporcionar unas pinceladas de la realidad social de Parderrubias, mostrando su evolución con datos de los años 1965, 1975 y 1986, relativos a la población incluida en los censos electorales. En el año 1965 estaban censados únicamente los residentes mayores de 21 años, pues la mayoría de edad a los 18 años no entraría en vigor hasta el 17 de noviembre de 1978. En 1975 ya se incluyen residentes de 17 a 20 años. Y, finalmente, en el censo de 1986 aparecen residentes de 16 años de edad en adelante. Analizaremos la evolución de la población incluida en estos censos, las profesiones, el nivel educativo y los apellidos. Todo ello nos dará una imagen del Parderrubias de aquella época. En la siguiente presentación se recogen algunas escenas de esos años en Parderrubias:

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Evolución de la población censada desde 1965 a 1986

En el año 1970, Ourense retrocedía su población a niveles de 1920 (Barreiro Fernández, 1991), por lo que presuponemos que en Parderrubias habrá sucedido algo parecido. Según el censo de población y de viviendas de 1960, publicado por el Instituto Nacional de Estadística, la población de derecho, o residentes, del municipio de A Merca era en ese año de 5.266 personas, pasando a 5.268 en 1970. Si hacemos caso a los censos electorales, en la Parroquia de Parderrubias no se evidencia tal estabilidad en la población, pues del censo del año 1965 con 290 personas, de 21 años de edad o más, pasamos a 289 censadas en 1975, incluyendo a residentes de 18, 19 y 20 años. El descenso será más pronunciado desde 1975 a 1986, al llegar únicamente a 255 censados en este último año, estando  también incluidas en esa cifra las personas de 16 y 17 años de edad. Tal como se puede observar en la Figura 1, el descenso se produce básicamente entre la población masculina, no tanto entre la femenina.

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Figura 1. Evolución del número de personas censadas en Parderrubias.

Actividad profesional en los años 1965 y 1975

Galicia fue, lo sigue siendo, eminentemente rural. En el año 1960 la población rural de la provincia de Ourense suponía el 86,5% del total (Barreiro Fernández, 1991). Parderrubias constituía un vivo ejemplo de esa realidad. En el año 1965, el 89% de las personas censadas tenían la profesión de labrador. El 11% restante se distribuía entre estudiantes, peones, carpinteros, industriales, sacerdotes y empleados, a los que hay que sumar un camarero, un cartero, un capataz de Obras Públicas, un chófer, un maestro, un músico y un tratante. Diez años después, en 1975, la realidad seguía siendo prácticamente igual, con un 87% de la población dedicada a las labores de labranza, distribuyéndose el 13% restante entre estudiantes, chóferes, pintores, camineros, enfermeras, maestros, a los que se sumaban un albañil, un carpintero, un empleado, un capataz de Obras Públicas y un Funcionario. Podemos apreciar como el oficio de carpintero, que tanto arraigo había tenido a lo largo de la historia de Parderrubias (véase Los carpinteros de Parderrubias), iniciaba su decadencia. En las Figuras 2 y 3 se muestra la distribución de las profesiones existentes en Parderrubias en los años 1965 y 1975, respectivamente.

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Figura 2. Distribución de las profesiones en el año 1965.

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Figura 3. Distribución de las profesiones en el año 1975.

Evolución del nivel educativo de la población

En 1960 la tasa de analfabetismo en España rondaba el 14% (9% en hombres y 18% en mujeres), descendiendo al 9% en 1970 y al 6% en 1981 (De Gabriel, 1987). En Parderrubias, las tasas se situaban significativamente por debajo de esas cifras, evidenciándose eso sí una gran diferencia entre hombres y mujeres, especialmente en el año 1965, en el que nos encontramos con un 19,23% de mujeres que no sabían leer ni escribir por solo un 1,49% de hombres (Figuras 4 y 5). Tal como ya afirmamos en otra ocasión (véase Parderrubias rinde homenaje a Don Isolino Camba Casas, «O Señor Maestro»), la labor del maestro don Isolino Camba Casas tuvo mucho que ver con este hecho. La razón de que Parderrubias se situase en esa época cinco puntos por debajo de la media nacional en analfabetismo se lo debemos en gran medida a don Isolino (el lector interesado en su figura puede consultar Don Isolino Camba Casas (1913-2001)).

Figura4
Figura 4. Evolución del porcentaje de analfabetismo por sexo.

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Figura 5. Evolución de la tasa de analfabetismo en Parderrubias y en España.

Tal como se puede observar en la Figura 6, en el año 1986 únicamente aparecen censadas en Parderrubias tres personas que no sabían leer ni escribir (es decir, un 1% de la población), aunque una gran mayoría de la misma (76%), aun estando alfabetizada, carecía de estudios. El 11% tenía estudios primarios, el 5% estudios secundarios y un 7% estudios universitarios (en su mayoría estudios de Magisterio). En España, en los años sesenta el porcentaje de hijos de agricultores que llegaban a cursar estudios superiores rondaba el 5% (algunas estadísticas lo sitúan en un 0,2%). Sin embargo, un 32% de los alumnos que pasaron por las aulas de la Escuela de Parderrubias entre los años cincuenta y ochenta terminaron cursando estudios superiores. En una sociedad eminentemente rural, como lo era la de Parderrubias en esa época, el hecho de que uno de cada tres estudiantes alcanzase el nivel educativo más alto es algo a destacar.

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Figura 6. Distribución de los niveles educativos en el año 1986.

Evolución de apellidos: 1965, 1975 y 1986

Establecer el número de apellidos en la dilatada historia de Parderrubias es una tarea probablemente imposible. El lector puede encontrar un listado incompleto de ellos en Onomástica: nombres, apellidos y familias. Si nos basamos en los censos electorales de 1965, 1975 y 1986 encontramos 29 primeros apellidos que están presentes a lo largo de esas tres décadas. Son, por orden alfabético, Atrio, Camba, Canal, Casas, Conde, Delgado, Díaz, Fernández, Freire, Garrido, González, Grande, Gulín, Iglesias, Justo, Lorenzo, Martínez, Outumuro, Pascual, Pazos, Pérez, Quintas, Rodríguez, Sampedro, Seara, Sierra, Suárez, Sueiro y Vieira.

Si observamos la Figura 7, que recoge la evolución temporal de esos primeros apellidos, podemos extraer algunas conclusiones. Lo primero que llama la atención son los cuatro apellidos más frecuentes: Grande, Outumuro, Seara y Fernández; a estos siguen, por este orden, Lorenzo, Sierra, Rodríguez, González y Garrido. La segunda cuestión relevante es que la evolución a lo largo de esos treinta años difiere significativamente de unos a otros. El apellido Outumuro no solo destaca por el número de personas que lo llevan, sino también por ser el único (junto con Atrio) que experimenta un incremento década tras década: 35 en 1965, 39 en 1975 y 45 en 1986. El resto de apellidos, como consecuencia del descenso demográfico progresivo que padece Parderrubias, sufren una involución, destacando por orden de la magnitud del retroceso (entre nueve y seis personas) cinco de ellos: Fernández, Seara, Sierra, Grande y Pazos.

Figura7
Figura 7. Evolución del primer apellido a través de los censos de los años 1965, 1975 y 1986.

La mayoría de estos apellidos forman parte de la historia de Parderrubias y su documentación se remonta a los primeros registros parroquiales del siglo XVI, aunque cabe pensar que sus orígenes se sitúen mucho más atrás, concretamente en los siglos XI-XII cuando se empieza a extender el uso de los apellidos en España. En unos casos, se trata de apellidos patronímicos, pues surgen de añadir al nombre del padre el sufijo “ez” (e.g., Fernández, de Fernando; González, de Gonzalo; Martínez, de Martín; o Rodríguez, de Rodrigo). En otros casos, son apellidos toponímicos (e.g., de la Iglesia, de Outumuro, da Seara, da Serra, etc., en los que con el paso del tiempo desaparece la “de” para convertirse en Iglesias, Outumuro, Seara o Sierra). Un ejemplo es el apellido Outumuro, que ya aparece en el registro de una boda celebrada en Parderrubias en el año 1566:

“Año 1566. Domingo treze de enero case a Alonso Ferro vecino de Gimzo con Ynes Doytomuro, hija de Margarida Doytomuro vecina de Santa Olaya de Parderrubias”.

Otro ejemplo es el apellido Sierra, que podemos encontrar con fecha de 19 de diciembre de 1732 en los libros parroquiales de Parderrubias, en referencia a Francisco da Sierra (mi sexta generación de abuelos) y a su hijo Antonio (quinta generación de mis abuelos).

En diez y nueve de diciembre de mil setecientos treinta y dos falleció de esta presente vida Cecilia de Outumuro viuda de Francisco da Sierra, recibió todos los Santos Sacramentos y dejó dicho le ofrecieran por su alma cincuenta misas inclusas las Cantadas de sus tres actos y la limosna acostumbrada, y por su cumplidor dejó a su hijo Antonio da Sierra. Y se le dio sepultura al otro día de su fallecimiento en la Parroquia de Santa Eulalia de Parderrubias, de donde era feligresa”.

Conclusiones

Este breve análisis realizado de la población, las actividades profesionales, el nivel educativo y los apellidos de Parderrubias a lo largo de los años 60, 70 y 80 permite hacernos una pequeña idea de aquel pueblo que nos vio nacer, crecer y madurar en una época en la que nos creímos que “no se podía separar la paz de la libertad, porque nadie puede estar en paz, a no ser que tenga libertad”.


Referencias

Barreiro Fernández, X. R. (1991). La sociedad gallega contemporánea. Tradición y modernidad (Vol. 5). En F. Rodriguez Iglesias (Ed.), Galicia Historia. A Coruña: Hércules de Ediciones.

De Gabriel, N. (1987). Alfabetización, semialfabetización y analfabetismo en España (1860-1991). Revista Complutenses de Educación, 8, 199-231.


Nota: el autor muestra su agradecimiento a José Luis Camba Seara por la información proporcionada para la elaboración de este artículo.

DON JOSÉ RODRÍGUEZ PORTELA, «O CÓ» (1895-1972). Por Juan Carlos Sierra Freire y José Luis Fernández Seara

DON JOSÉ RODRÍGUEZ PORTELA, «O CÓ» (1895-1972). Por Juan Carlos Sierra Freire y José Luis Fernández Seara

«Ha sido el Maestro artífice de la transición de los niños de la Guerra y la Posguerra a los éxitos de los escolares de las siguientes décadas»

La persona

Don José Rodríguez Portela fue el maestro de los niños de Parderrubias durante una de las épocas más duras y complicadas del siglo XX, marcada por las necesidades y las carencias: la Guerra Civil (véase Parderrubias: sus «Niños de la Guerra») y la Posguerra (véase Aquel Parderrubias de la Posguerra).

Nace en el año 1895 en la Parroquia de San Pedro de Solbeira da Limia, perteneciente al actual Concello de Xinzo da Limia. En su pueblo era conocido como “Os Coiros” y ya siendo Maestro de Parderrubias como «O Có», apodo derivado posiblemente del diminutivo “codelo/a” (término en gallego que significa trozo de pan pequeño con corteza), que solía llevar habitualmente en el bolsillo delantero de la chaqueta o, lo más probable, debido al uso frecuente que hacía de la muletilla “có”.

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Casa natal de Solbeira

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Iglesia Parroquial de Solbeira

Don José estudia en la Escola Vella de su pueblo natal hasta los 16 años. Posteriormente, inicia los estudios de Magisterio en la Escuela Normal de Maestros de Ourense, a donde se traslada caminando todas las semanas desde Solbeira, regresando los viernes a su casa de la misma manera.

Termina sus estudios “bajo la dirección del culto y digno profesorado” (La Zarpa, 26 de mayo de 1922) de dicha Escuela en el año 1922. En 1927 es nombrado Maestro Interino en Villarino (Sandiás). Tuvo dificultades para aprobar la oposición, no por falta de valía académica, sino más bien por su ideología no afín a la República y por la despreocupación en su cuidado personal. Así, en el año 1931 solo supera uno de los dos ejercicios de la oposición celebrada en Madrid y vuelve a ser nombrado interino, en esta ocasión, temporalmente, en San Pedro de Laroá (Xinzo de Limia); en el año anterior había ejercido en Chamusiños (Trasmirás). Con el fin de corregir estos sesgos injustos en las oposiciones, se implantó un sistema de examen anónimo que permitió a Don José sacar la oposición sin mayor dificultad.

En el año 1932 es propuesto como Maestro de la Escuela de Niños de Parderrubias:

«Sección Administrativa de Primera Enseñanza de la provincia de Orense-Diligencia: Se hace constar por la presente que el Maestro de la Escuela Nacional de Parderrubias en el Ayuntamiento de La Merca Don José Rodríguez Portela número 903 de la segunda lista de Opositores de 1928, ha cumplido con las pruebas reglamentarias a que estaba sometido y según consta en certificación expedida por la Comisión Visitadora con fecha 30 de septiembre de mil nove cientos treinta y dos el mentado Maestro ha demostrado su suficiencia pedagógica y cultural en las enseñanzas de las materias que abarca el plan de estudios de las escuelas primarias, por lo que procede sea alta en el Escalafón del Magisterio«.

Una década después, en el año 1942, es confirmado como Maestro de la  Escuela de Niños de Parderrubias (La Región, 16 de enero de 1942). Permanecerá en Parderrubias hasta el año 1955 (véase Nuestra Escuela de Parderrubias), al ser relevado por Don José Martínez Sousa, pasando a ser titular de la Escuela de Piñor (Concello de Barbadás). Estuvo, por tanto, al frente de la Escuela de Parderrubias durante 23 años.

«Junta Local de Primera Enseñanza del Ayuntamiento de La Merca. Certifico: Que en el día de la fecha, cesa en el cargo de Maestro Propietario de la Escuela Nacional de Parderrubias, Don José Rodríguez Portela, en virtud del concurso de traslado, por haber sido nombrado para Piñor en el Ayuntamiento de Barbadanes. Y para que conste extiendo la presente en La Merca a treinta y uno de agosto de mil novecientos cincuenta y cinco«.

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Recién llegado a Parderrubias, el Maestro «Có» reside en O Outeiro, en donde entabla buena amistad con el señor Eleuterio, y con la Señora Amalia y su hija Flora, alojándose en la casa de la Tía Merenciana, la cual vivía con su hijo que ejercía de médico en el pueblo vecino de A Venda-Soutopenedo. Con el tiempo esta casa sería adquirida por la Señora Pepa y el Señor Gumersindo; todavía hoy se puede observar su largo corredor. Con posterioridad, muda su residencia al lugar de A Manadela, en el pueblo de A Iglesia. Aquí se aloja en una casa más pequeña, construcción típica de Parderrubias, propiedad de la Señora Josefa Seara, a quien paga una pequeña renta. Esta casa tiene la peculiaridad de compartir las escaleras con la colindante, algo habitual en muchas de las edificaciones antiguas de nuestro pueblo. En la actualidad, esta casa pertenece a la familia de Gonzalo Outumuro y Consuelo Rodríguez. Aquí en A Iglesia era habitual verlo compartir el tiempo, y la mesa en ocasiones, con el Señor Francisco (O Carapucho).

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Casa de O Outeiro en la que residió inicialmente Don José Rodríguez Portela

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Casa de A Manadela (en A Iglesia)  en la que vivió Don José Rodríguez Portela

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Ventana de la casa de A Manadela (en A Iglesia) desde la que se divisa O Outeiro

Su medio de transporte habitual en Parderrubias era su bicicleta, una de las primeras que se dejaron ver por el pueblo. En ella se acercaba a Ourense, a su pueblo natal y, en ocasiones, a la propia escuela de O Trabazo. Se dice que los habituales pinchazos, consecuencia de las pésimas condiciones de los caminos de esa época, los solventaba atando un trapo a la llanta y sujetándolo con firmeza a los radios de la rueda.

Entre sus actividades preferidas destacaba la de recolectar setas en las fincas cercanas, para lo cual madrugaba. Las consideraba un manjar. En la época de las cerezas era habitual encontrarlo comiéndolas con un trozo de pan a la sombra de los cerezos que Os Escultores tenían enfrente de la casa. Fue también el primer vecino de Parderrubias en disponer de una máquina para picar la carne, herramienta tan útil en la época de las matanzas y que prestaba desinteresadamente a los vecinos que la necesitaban. El Maestro «O Có» en los duros inviernos de nuestro pueblo usaba habitualmente una capa. Se dice que era la misma que había vestido el día de su graduación como maestro.

A la edad de 65 años, después de ejercer como maestro más de cuarenta, se jubila, pasando sus años de retiro en el barrio ourensano de Mariñamansa. Ya, a una edad avanzada, a los 72 años, el 13 de septiembre de 1967 se casa en la iglesia de San Miguel de Soutopenedo con Dorinda Pascual Grande natural de Montelongo. Durante la larga etapa de noviazgo, Dorinda tomaba todos los domingos el coche de línea en As Campinas para visitar a Don José en Ourense. Cabe reseñar la anécdota de que el día de la boda se olvidaron las alianzas, teniendo que pedirlas prestadas para salir del paso. Fallece el 21 de marzo de 1972 a los 77 años de edad, siendo sepultado en el cementerio parroquial de San Miguel de Soutopenedo.

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Sepultura de Don José Rodríguez Portela

El Maestro

Fueron muchos, y prácticamente imposible de cuantificar, los alumnos que pasaron por  la escuela de Parderrubias con Don José Rodríguez Portela, «O Có». Por citar algunos de ellos: Alfredo Fernández, Benigno Fernández, Fino Fernández, José Fernández, José Luis Fernández, Jaime Freire, José Germán Freire, Juan Freire, Bautista Garrido, Aurelio González, Alfonso Grande, Celso Grande, Claudino Grande, Delmiro Grande, Isidro Grande, Jaime Grande, José Grande, Manuel Grande, Modesto Grande, Serafín Grande, Sergio Grande, Manuel Gulín, José Iglesias, Antonio Lorenzo, José Lorenzo, Manuel Lorenzo, Manuel Lorenzo (hijo de Soledad), Nicanor Lorenzo, Celso Martínez, Adolfo Outumuro, Benito Outumuro, Isolino Outumuro, José Outumuro, Joaquín Pazos, Raúl Pazos, Fernando Pérez, Ramón Quintas, Eliseo Rodríguez, Manuel Rodríguez, Fernando Sampedro, José Seara, Valentín Seara, Avelino Sierra, Benigno Sierra, César Sierra, José Sierra, Manuel Sierra, Paulino Sierra, Serafín Sierra, Benito Suárez, Manuel Suárez, Adolfo Sueiro, etc.

[NOTA: si algún lector fue alumno o conoce a alumnos de Don José Rodríguez Portela en Parderrubias, puede contactar con los autores del artículo con el fin de incluir sus nombres en esta lista].

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Escuela de Parderrubias

Sus ex-alumnos, desde la perspectiva que da el paso del tiempo, describen al Maestro «Có» como un hombre sencillo, muy buena persona (un bonachón), afable, muy inteligente, pero con escasa autoridad para imponer la disciplina en el aula. A ello se unía su despreocupación por el cuidado personal. Una de las consecuencias de esa falta de autoridad entre su alumnado, debida en gran parte a su carácter de bonachón, es que en ocasiones era objeto de abusos y mofas por parte de sus propios pupilos, incluso de estudiantes de Magisterio que venían hacer sus prácticas a la Escuela de Parderrubias. El caso de los caramelos laxantes ofrecidos por estos aprendices de maestro constituye un buen ejemplo de ello.

Su método de enseñanza era integral, ameno, pero a su vez desorganizado y falto de disciplina. A pesar de ello, fue el impulsor del desarrollo personal de varias generaciones y, entre otras virtudes, supo transmitir el respeto hacia los mayores. Fue capaz de incentivar el interés  por la lectura, los números y  los conocimientos sobre el universo. Su mayor obsesión era la caligrafía: que sus pupilos escribiesen bien. Todos sus alumnos procedían del campo, hijos de labradores, muchos de los cuales mostraban mayor interés por el “sacho” y el arado que por los libros. Pero a pesar de todo ello, consiguió alfabetizar a todos y supo despertar las capacidades de algunos, que con el paso del tiempo llegaron a docentes o curas. Por la noche enseñaba a leer y a escribir a personas mayores analfabetas, y capacitaba en dichas aptitudes a aspirantes a la Guardia Civil, que acudían a él desde pueblos cercanos.

Se le critica el hecho de que prestase más atención a aquellos escolares que mostraban mejores aptitudes y/o actitudes, manifestando menor interés por los menos motivados por formarse. Esta crítica debe entenderse en el contexto que le tocó vivir. Sin duda, eran tiempos muy difíciles, en los que en muchos de los casos, las necesidades básicas estaban por encima de la educación y la cultura. En ese contexto de la posguerra, la máxima de que “la letra con sangre entra” estaba asumida por docentes, alumnos y padres. En una ocasión, reprendiendo de forma enérgica y efusiva a uno de sus alumnos que no terminaba de integrar los conocimientos de ese día,  llegó a fracturarse un brazo al golpear la mesa por no acertar con el pupilo, pues éste se apartó mostrando unos excelentes reflejos. Previsiblemente, ese brazo maltrecho fuese “compuesto” por la Señora Luzdivina de O Alcouzo.

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Texto de El Primer Manuscrito

Las inspecciones a las que eran sometidos los maestros de la época, anualmente, recogen recomendaciones a Don José Rodríguez Portela con el fin de mejorar la calidad docente, Así, el informe firmado el 20 de enero de 1947 por la Inspectora indica expresamente:

Al profesor que dirige esta Escuela, Don José Rodríguez, se le recomienda la adquisición de libros de lectura que reúnan las condiciones pedagógicas a que se ha hecho mención, con el objeto de que posea instrumentos de enseñanza adecuados y con ayuda de los cuales pueda conseguir que los niños, a él confiados, lleguen a leer con inteligencia y corrección. No olvidará el Profesor que el comentario del texto leído, la explicación del significado de las palabras desconocidas a los escolares juntamente con lecturas modelo que ha de ofrecerles, serán los recursos a utilizar a aquel fin y en cuya utilización el factor constancia juega decisivo papel”.

En abril del siguiente año, en 1948, se elogiaban los avances del Maestro:

El Señor Portela se ha preocupado de poner en práctica las orientaciones dadas por la Inspección en la reunión pedagógica celebrada al efecto en los comienzos del presente curso escolar. En donde se aprecian los mayores éxitos del Sr. Portela es en su preocupación por ajustarse en su hacer escolar a las directrices señaladas en la enseñanza de la geografía nacional, materia en la que los escolares han demostrado poseer conocimientos correspondientes a su edad”.

Sin embargo, este mismo informe, una vez destacados los aspectos positivos, vuelve a recordar la necesidad de la adquisición de libros de texto:

Procede ahora que el Profesor amplíe el margen de sus actividades docentes dedicando sus afanes a procurar a sus alumnos una completa instrucción en cuya tarea ha de auxiliarle el uso discreto de libros de texto que deberá poseer la escuela por los medios sugeridos”.

E incide en la cuestión disciplinar:

La trascendencia de buenos hábitos disciplinarios aconseja se preste el mayor celo para su formación y desarrollo, por lo que el Sr. Portela no descuidará este aspecto de la educación infantil”.

La Inspección del 19 de octubre de 1949 hace recomendaciones muy concretas sobre hábitos que debían mejorar:

Después de comprobar el estado en que se haya la enseñanza en esta Escuela Nacional de Niños de Parderrubias y visto su marcha general se ha recomendado al Sr. Portela, que continúa siendo su maestro propietario, conceda una mayor importancia al trabajo personal de los escolares en relación con los temas que diariamente son objeto de sus explicaciones, ejercitando a los niños en la tarea de resumir lo estudiado con el Profesor, aplicar a casos concretos la doctrina expuesta, en hacer composiciones escritas, etc. Todos estos trabajos con la fecha correspondiente se conservarán en los cuadernos de clase. Parderrubias. 19-10-1949. La Inspectora”.

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Informe año 1949

En julio de 1950, el Informe de Inspección alude, entre otras cuestiones, a la disciplina escolar:

“…su labor se desenvuelve de una manera normal en cuanto a la marcha de las clases. Pero resulta menos eficaz la tarea si se mira al esfuerzo del profesor por llevarla a cabo debido, tal vez, a la benevolencia y tolerancia que suele tener con respecto a los trabajos de los escolares, cuya ejecución obedece en parte al capricho en los dibujos a falta de disciplina en la conducta escolar de los alumnos. Conviene vigilar estos trabajos y exigir pulcritud y esmero en su ejecución para que resulten educativos y al  propio tiempo den una idea más adecuada de la finalidad que con ellos se persiguen. También interesa hacer ejercicios frecuentes de cálculo mental con aplicación de las operaciones fundamentales de la aritmética a la resolución de sencillos problemas con  números enteros y decimales, y ejercicios de redacción sobre temas estudiados o lecturas comentadas en la escuela…”.

Años después, en 1954, el Inspector redacta el correspondiente informe anual en el que se deja entrever el estado en el que se encontraba la Escuela de Parderrubias en esos momentos:

“…el Sr. Maestro Don José Rodríguez Portela es sin duda bien intencionado, pero no tiene suficiente constancia ni da orden ni pleno sentido a las actividades escolares. Es urgente y fundamental que la escuela esté limpia y los libros y enseres ordenados, pulcros,… Es también urgente reponer libros y mapas. Hay insuficientes y en parte inadecuados. Hay que enseñar todas las materias del programa, sin excepción alguna. Conviene hacer práctica la enseñanza,… Que el maestro tenga en cuenta las normas dadas por la Inspección. Esta Escuela deberá salir del estado de evidente postración en el que se haya. El Sr. Rodríguez Portela se ha dejado ganar por la rutina y es preciso que deje entrar aires de renovación en sus actividades. Parderrubias, 12 de febrero de 1954. El Inspector”.

Juegos y anécdotas escolares

Entre los juegos escolares típicos de esa época, en los que participaba el propio maestro de forma activa con sus alumnos, destacaba “a cadea”. Se formaba una cadena humana que se desplazaba veloz para apresar a alguien. El que rompía la cadena tenía que echar a correr, pues el resto de participantes acabarían aporreándole y golpeándole por su torpeza, siendo el objetivo prioritario en muchas ocasiones el propio Maestro, mientras éste gritaba “así no, có, así nooo”. Otro juego en el que participaba el Maestro era la “porqueira”, que consistía en introducir, mediante un palo, una piña en un agujero hecho en la tierra. Todos estos juegos terminaban con los alumnos embarrados en los múltiples charcos y lodazales que había alrededor de la Escuela de O Trabazo. Antes de entrar de nuevo al aula, la limpieza se limitaba a enjuagarse en una poza cercana que había y sacudirse el barro con las propias manos. Cabe destacar también, como estampa que recuerda alguno de sus pupilos, las ocasionales peleas a pedradas entre los alumnos de un pueblo y otro, antes de entrar al aula, mientras el Maestro abría paso con una vara con el fin de poder cruzar el umbral de la puerta de la escuela.

Las anécdotas cotidianas en la escuela del maestro «Có» son innumerables. A modo de ejemplo, destacamos la predicción que llegó a hacer sobre la preñez de un burro macho, ocurrencia que fue objeto de mofas y risas; el llevar en comitiva la bandera de la escuela hasta el río; el ir los alumnos mayores a buscar agua a la Fonte do Cano y ya no regresar; el esconderse los estudiantes en el suelo mientras explicaba las lecciones de Gramática, Aritmética o la Sagrada Escritura; el adelantar la hora de salida debido a que Aurelio González, aprovechando cualquier descuido del Maestro, avanzaba una hora las agujas del reloj; etc. También era motivo de risas y jolgorio dentro de la escuela, el hecho de que el Maestro saliese a orinar fuera, junto a las ventanas, para de esta manera seguir vigilando a los escolares dentro del aula.

Conclusiones

En definitiva, Don José Rodríguez Portela, «O Có», es un personaje del que la mayoría  de vecinos de Parderrubias hemos oído hablar y al que nuestros mayores aluden en muchas de sus conversaciones. «O Có» fue un buen maestro que pasó por nuestro pueblo, Parderrubias, al que en muchas ocasiones las circunstancias le superaron debido a su falta de autoridad y al duro período de la posguerra que le tocó vivir entre nosotros.

A pesar de todas las limitaciones y dificultades señaladas, alfabetizó a varias generaciones de Parderrubias, muchos de cuyos integrantes estaban más interesados en ayudar a sus familias en las tareas agrícolas que en los libros. Sin duda alguna, su labor en nuestro pueblo da derecho a Don José Rodríguez Portela, «O Có», a gozar de un hueco en la historia de Parderrubias y a formar parte del grupo de Personas Relevantes.

Don José Rodríguez Portela, «O Có», ha sido el Maestro de Parderrubias artífice de la transición de los niños de  la Guerra y la Posguerra a los éxitos de los escolares de las siguientes décadas.


Nota. Los autores mostramos nuestro agradecimiento a todas aquellas personas que nos han proporcionado la información que nos ha permitido hilvanar este artículo.

Parderrubias rinde homenaje a don Isolino Camba Casas, «O Señor Maestro». Por Juan Carlos Sierra Freire

Parderrubias rinde homenaje a don Isolino Camba Casas, «O Señor Maestro». Por Juan Carlos Sierra Freire

Cartel
Cartel anunciador

Durante la Semana Santa del año 2017, del 9 al 16 de abril, tuvo lugar en Parderrubias una serie de actos en memoria de don Isolino Camba Casas (1913-2001), “O Señor Maestro” [Véase don Isolino Camba Casas], quien ejerció la labor docente en nuestra escuela desde 1958 hasta 1980 [Véase Nuestra Escuela de Parderrubias].

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Comité Organizador

Esta semana de actividades en su memoria se inició el Domingo de Ramos con la inauguración de una exposición de fotografías y documentos relacionados con el legado de don Isolino, así como de una recreación de la escuela de los años sesenta con numerosos objetos, enseres y materiales escolares de esa época. Una gran afluencia de vecinos se dio cita ese día en el Local Social para disfrutar de la exposición, y degustar dulces, licor café y refrescos.

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Recreación Escuela de los años sesenta

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Exposición fotográfica

El acto más significativo se llevó a cabo en la tarde del Jueves Santo. A la salida de misa, una importante comitiva presidida por el párroco don José Luis Forneiro Arce se dirigió hasta la sepultura familiar de don Isolino, en donde sus nietos depositaron un ramo de flores y se rezó un responso por él y sus familiares difuntos, así como por sus nueve alumnos de Parderrubias ya fallecidos. A continuación se dio paso al acto protocolario en el que, con la presencia de numerosos vecinos y familiares, se descubrieron dos placas conmemorativas en memoria de don Isolino: en una de ellas –descubierta por José Manuel Grande Justo-, el pueblo de Parderrubias reconoce su legado; la segunda placa, destapada por Manuel Pérez Seara, da su nombre al Local Social de Parderrubias, que desde este día pasó a denominarse «Local Social don Isolino Camba». Previo al descubrimiento de las placas, tomaron la palabra Tino Outumuro Fernández, Juan Carlos Sierra Freire, Manuel Outumuro Seara y José Luis Camba Seara, cuyos discursos transcribimos más adelante. A continuación, los vecinos asisten delante de la iglesia parroquial a la representación teatral “Risoterapia” por parte del grupo de teatro Faro Miño. La jornada termina con una chocolatada en la que se degustan bicas, rosquillas y licores caseros.

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El Domingo de Pascua, a mediodía, se clausura la Exposición, proyectándose el documento audiovisual “Onde o Mundo se chama Parderrubias”, así como una selección de fotografías del archivo visual “Parderrubias no Tempo”. Se finaliza el acto con una fotografía de los alumnos de don Isolino presentes a esa hora.

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DISCURSOS PREVIOS AL DESCUBRIMIENTO DE PLACAS

Tino Outumuro Fernández: el por qué, el cómo y el cuándo

«Empezarei dando as grazas ós comuneiros e ós veciños de Parderrubias por permitir pórlle ó Local Social deste pobo o nome de don Isolino, eu creo que é un xesto que nos honra a todos e que demostra a nosa gratitude. Agora vouvos explicar o que me levou a iniciar este proxecto e para iso contestareivos a varias preguntas: ¿por qué don Isolino?, ¿por qué o Local Social? e ¿por qué en Semana Santa?

¿Por qué don Isolino? Eu sempre escoitei falar ben do “Señor Mestro”, xa foran, os que falaban, antigos alumnos ou alumnas dil ou calquera veciño ou veciña. Eu sempre percibín que todos lle tiñan un gran respeto e a su palabra era tida en conta ante calqueira evento que se presentase. Fai uns nove meses, no transcurso dunha conversa, escoiteille a un veciño decir: “don Isolino fixo moito por este pobo e nunca se lle fixo un homenaxe”, dende ese momento asumín esas verbas coma un reto a levar a cabo.

¿Por qué o Local Social? Pensei en varias maneiras de facer que a persona de don Isolino quedara para posteridade e, despois de baraxar varias alternativas, cheguei a conclusión que a do Local Social era a que mellor casaba con el.  A min houberame gustado que fora o edificio da antiga escola, pero hoxe é un tanatorio, e igual que a min non me houbera agradado que lle puxeran o meu nome a un tanatorio, tampouco o considerei oportuno para don Isolino. Todos sabemos que don Isolino tiña unha doble faceta, a de mestre comprometido e a de veciño volcado co seu pobo. Foi un home que estivo sempre a vangarda de todos os proxetos, actos e decisións que, durante a súa época, tiveron lugar en Parderrubias. Por eso coido que este local social, continuación do antigo Teleclub, lugar este último donde don Isolino desenrolou a súa faceta como veciño, casa perfectamente ca figura do “Señor Mestro”.

¿Por qué en Semana Santa? Elexir a data foi, de lonxe, o máis complicado, e a solución deuma o propio don Isolino. Polo mes de outubro do ano pasado acerqueime a súa sepultura e obsevei que a súa data de pasamento foi o 16 de abril de 2001. Mirei a que día caía o seguinte 16 de abril, e resulta que coincidía con Domingo de Pascua. Tamén se da a casualidade que o 20 de abril deste ano, e dicir, dentro de oito días, cúmplense 51 anos da inauguración do antigo Teleclub, que foi o 20 de abril de 1966. O dilema estaba resulto xa tiña unha data para o homenaxe.

Os ingredientes estaban sobre a mesa e só faltaba cociñalos, para eso contei cuns auténticos profesionais, que traballaron e colaboraron en todo tipo de tareas e ós que lles estou moi agradecido, pois sen eles este evento nunca houbera sido posible, e o que empezou sendo un proxecto dun converteuse nun proxecto de moitos.

Dentro dun intre vamos descubrir estas placas, cando se retiren as telas que as cubren, vos só ides ver o nome de don Isolino, ¿sabedes por qué?, porque case todos vos conocestes a don Isolino e sabedes quen foi, pero eu dígovos que non só está escrito o seu nome, o que figura aquí é ¡un anaco da nosa historia escrito en pedra! Eu vexo dentro de cen anos, onde hoxe estades vos, a un neno lendo esta placa, e logo le a placa pequena; ese neno, que non sabe quen foi don Isolino, busca por Internet quen foi ese home, e vaise encontrar cun Blog chamado “A Parroquia de Parderrubias” no que un grupo de veciños deste pobo, cen anos antes, escribiron historias sobre Parderrubias, e entre elas figura a de don Isolino. Ese neno vaise enterar da vida do noso ilustre veciño, das asignaturas que estudiaban os seus alumnos, do material que tiñan nas clases e ata da lista dos nenos, e pode que incluso, polos apelidos de algún deles, atope a un atepasado seu. Ese neno tamén vai leer as dedicatorias que moitos dos seus alumnos lle adicaron para este acto, e vaise enterar que había un tal Gonzalo que llegustaba subir ás árbores, que os nenos antes de entrar a escola batían os pes contra o muro para quitar o barro, que o leite que daban como complemento tiña grumos e, incluso, que unha vez que houbo un brote de sarampión e os alumnos non puderon ir a escola o mestre foinos visitar polas casas un a un. Por eso crédeme cando vos digo que nestas pedras vai quedar escrito un anaco da nosa historia, cecais a época mais fermosa das nosas vidas».

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Lectura de los nombres de los alumnos

Juan Carlos Sierra Freire: don Isolino como Maestro de Parderrubias

«No tuve la oportunidad de participar en el merecido homenaje que don Isolino recibió en vida allá en el año 1995. Ya pasaron 22 años de aquel emotivo acto y 16 desde su fallecimiento, por lo que la perspectiva temporal ya nos permite juzgar y valorar de manera objetiva su obra en su justa medida. Por tanto, considero que era necesario un reconocimiento y un homenaje al legado que don Isolino dejó en Parderrubias, y que su nombre quedase asociado para siempre al de nuestro querido pueblo. Por ello pienso que este acto que estamos celebrando esta tarde de Jueves Santo es totalmente justo y merecido. De don Isolino se pueden decir muchas cosas y, probablemente, todas ellas buenas. Muchos de nosotros tenemos memorias, recuerdos y experiencias personales, algunas de las cuales aparecen recogidas en un emotivo documento que está presente en la Exposición.

Yo quiero centrarme en la figura de don Isolino como maestro, como docente. Revisando estos días su labor en la Escuela de Parderrubias me encontré con tres datos que dejan bien a las claras su excelente gestión al frente de dicha escuela. En la década de los sesenta, la tasa de analfabetismo en España rondaba el 20%, descendiendo a un 13%, aproximadamente, a principios de los años setenta. En Parderrubias, en el año 1965 el porcentaje de analfabetismo se situaba en un 11%, bajando a un 4% en 1975. Es decir, estábamos diez puntos por debajo en tasa de analfabetismo con respecto al resto del país, y los índices se reducían con el paso del tiempo de manera más marcada que en el resto de territorios. Sin lugar a dudas, don Isolino tuvo mucho que ver con ello. Los 117 alumnos que aparecen registrados en la Escuela de Parderrubias mientras don Isolino ejerció de maestro entre 1958 y 1980 fueron alfabetizados, pero este no era el objetivo final del Señor Maestro. Su objetivo era que todos obtuviésemos el Título de Estudios Primarios y que siguiéramos estudiando. Don Isolino alcanzó estos objetivos con éxito. Mientras en España, el 60% de los alumnos que iniciaban los estudios primarios conseguían finalizarlos obteniendo el correspondiente título, en Parderrubias dicho porcentaje se aproximaba al 90%. ¡Treinta puntos por encima del promedio nacional! Pero si cabe, el dato más llamativo tiene que ver con el número de alumnos que cursaron estudios superiores. Los censos electorales de la Parroquia de Parderrubias de los años 1965 y 1975 indican que el 90% de los vecinos censados eran agricultores. En España, en los años sesenta el porcentaje de hijos de agricultores que llegaban a cursar estudios superiores no alcanzaba el 5% (hay estadísticas que lo sitúan en un 0,2%). El 57% de los alumnos de don Isolino de los años sesenta llegaron a cursar estudios superiores. Si promediamos todos los años durante los cuales don Isolino fue maestro en Parderrubias nos encontramos que un 32% de sus alumnos cursaron Enseñanza Superior. Este hecho tan significativo, y no menos sorprendente, se debe en parte a los esfuerzos de nuestros padres, pero el gran responsable de ello, sin lugar a dudas, es don Isolino que nos inculcó como nadie la importancia y la necesidad de estudiar.

Bien, pero como no hay maestro sin alumnos, quiero tener un recuerdo también para esos 117 alumnos de don Isolino que quedaron registrados, aunque hubo más, debido a que había niños que acudían a la escuela siendo parvulitos, no pudiendo ser registrados por no tener todavía los seis años de edad. Este hecho fue algo habitual en Parderrubias. Los niños queriamos ir a la escuela de don Isolino antes de cumplir la edad oficial para poder hacerlo. Obviamente es imposible que todos esos alumnos estuviésemos esta tarde aquí. De hecho acabamos de recordar en el cementerio a nueve de ellos que desdichadamemente ya no se encuentran entre nosotros –me refiero a Aurelio González Fernández, José Fernández Santos, Fernando Pérez Fernández, Manuel Lorenzo González, Adolfo Grande Justo, José Fernández Feijoo, Celso Sueiro Domínguez, Manuel Atrio Conde y José Nanín Delgado-. Pero, aunque no estemos todos ellos, sí lo van a estar todos en el recuerdo, pues vamos a leer sus nombres.

José Manuel Grande Justo, como alumno de la década de los cincuenta lee los nombres de los 50 alumnos de esos años: Manuel Grande Fernández, Aurelio González Fernández, Bautista Garrido Fernández, José Fernández Santos, Alfredo Fernández Seara, José Grande Casas, Jesús Fernández Iglesias, Avelino Sierra Fernández, Fernando Pérez Fernández, Virgilio Outumuro Fernández, Antonio Lorenzo Seara, Isidro Grande Fernández, José Seara Iglesias, Isolino González Rodríguez, Sergio Grande Casas, José Seara Grande, Serafín Grande Seara, Manuel Sierra Fernández, José Lorenzo González, Claudino Grande Casas, Manuel Outumuro Casas, Manuel Lorenzo González, Adolfo Grande Justo, José Grande Fernández (hijo de Eliseo y Hortensia), José Grande Fernández (hijo de José y Aurora), Isolino Outumuro Fernández, Fernando Sampedro Justo, Benito Suárez Gulín, Nicanor Lorenzo González, Celso Grande Seara, Jaime Freire Seara, Manuel Suárez Gulín, Cesáreo Grande Casas, Adolfo Outumuro Seara, José Luis Fernández Seara, Adolfo Sueiro González, José Iglesias Lorenzo, José Outumuro Seara, José Manuel Grande Justo, Celso Fernández Outumuro, Eliseo Fernández Outumuro, Manuel Currás Rodríguez, Manuel Outumuro Iglesias, Modesto González Fernández, Jaime Grande Casas, Serafín Grande Sierra, Evaristo Atrio Conde, Manuel Garrido González, José Fernández Feijoo y Celso Sueiro Domínguez.

Ángeles Quintas Outumuro lee el nombre de los 30 alumnos que coincidieron con ella en la década de los sesenta: José Luis Camba Seara, José Pazos González, Eugenio Grande Sierra, Enrique Outumuro Seara, José Luis Garrido González, Manuel Rodríguez Garrido, Manuel Lorenzo Casas, David Outumuro Seara, Manuel Sampedro Grande, César González Fernández, Manuel Garrido Sampedro, Manuel Atrio Conde, Manuel Santos Daquinta, Manuel Outumuro Seara, Eladio Sampedro Grande, José Luis Grande Martínez, José Manuel Justo Grande, Manuel Rodríguez Rodríguez, José Benito Lorenzo Casas, Avelino Atrio Conde, Antonio Loureiro Grande, Manuel Pérez Seara, José Benito Díaz Conde, Juan Pablo Díaz Carnero, María Rosario Sampedro Grande, Genoveva Pazos Outumuro, María Isabel Freire Seara, María Luz Quintas Outumuro, Angelines Quintas Outumuro, María Carmen Nanín Delgado y María José Garrido Sampedro.

Por último, María José Outumuro Outumuro nombra a los 37 alumnos que coincidieron con ella en la década de los setenta: María Vicenta Outumuro Outumuro, Eliseo Manuel Vidal Grande, María José Outumuro Outumuro, Juan Carlos Sierra Freire, Rosa María Pazos Outumuro, María Cristina Outumuro Fernández, José Ramón Outumuro Outumuro, Benito Outumuro Outumuro, Alfonso Grande Pérez, José Antonio Outumuro Outumuro, José Nanín Delgado, José Javier Sierra Freire, José César Sierra González, María Sol Outumuro Grande, Ana María Outumuro Rodríguez, Carmen Rodríguez Rodríguez, María Josefa Crespo Díaz, María Luisa Seara Martínez, María José Fernández Feijoo, Aurora Outumuro Outumuro, Gonzalo Outumuro Rodríguez, Abelardo González Outumuro, José Ángel Outumuro Grande, María Sol Rodríguez Díaz, Rosa María Grande Madarnás, María Isabel Seara Martínez, Manuel Fernández Pérez, Antonio Seara Seara, Ramón Rodríguez Rodríguez, Julio Grande Seara, María José Fernández Pazos, María Nieves Lorenzo Estévez, Luis Carlos Martínez Outumuro, Jorge Luis Sierra González, Benjamín Cid Seara, María José Grande Rodríguez y José Grande Atrio.

En nombre de estos ciento diecisiete alumnos, ¡gracias Señor Maestro!».

Manuel Outumuro Seara: don Isolino e a súa implicación personal como veciño de Parderrubias

«Se a traxectoria profesional de don Isolino foi brillante, ésta non estivo desacompasada coa súa implicación naquela sociedade ruralizada que lle tocou vivir. Sempre se definiu como home do rural, tendo unha grande dependencia de Parderrubias, xa que tiña que ir tódolos días dende Ourense no coche de liña unha vez xubilado e dende que lle faltou a súa muller Esther.

A súa tarefa en Parderrubias non se cinguiu só a súa labor educativa, senón que abranguiu tódalas frontes e abrazou todas aquelas causas que contribuíran a mellorar a calidade de vida daquel pobo que xa fixera de seu. Como cando alá polo ano 1978 foi o verdadeiro impulsor da concentración parcelaria, sendo a segunda parroquia da Merca despois da Manchica que contou con iste instrumento de modernización da súa agricultura.

Xogou un papel importantísimo como dinamizador cultural sendo un piar imprescindible xunto co párroco don Manuel Fernández Ruas para a construcción do Tele-clube (antecedente deste local social que dende hoxe merecidamente vai levar o seu nome) do que foi Vicepresidente e Tesosureiro. Da sua importancia da conta a prensa da época como se pode ver na entrevista que lle fixeron no xornal de La Región o 18 de setembro de 1970, xa que pertenecía a Rede Nacional de Tele-clubs da Delegación de Cultura e Turismo sendo un dos poucos  que se fixo na provincia. Nesa entrevista, don Isolino resalta a solidaridade e esforzo dos veciños e a inestimable colaboración do párroco para conseguir 40.000 pesetas de subvención por parte de dito Ministerio. Do mesmo xeito se implicaba en todas aquelas formas de expresión cultural que promovía xunto cos párrocos de turno en especial co xa citado don Manuel Fernández Rúas, don Ramón,  don Hermesindo e con todos aqueles curas veciños da Parroquia que él tanto apreciaba. Así a nosa Parroquia era coñecida daquela pola realización de obras de teatro, comidas populares, concursos, excursións, Beléns polo Nadal etc. dando boa conta delo a abundante reportaxe fotográfica que existe o respeito e que xa se deu a coñecer neste local.

Don Isolino era unha persoa activa, pero discreta; non amante do protagonismo nin de aduladores, e precuraba as cousas ben feitas. Implicado socialmente, pero era dos que prefería empurrar no carro que ir na fura dianteira. Así, emocionábase cando recordaba que foran capaces de levar a auga dende a fonte a porta da igrexa, para que especialmente as mulleres e nenos, non tiveran que ir buscarla ao rio. Daquela comprometeuse a ir tódolos días a prender e apagalo motor ata que por fin ideou un sistema tipo “boia” para que se fixera dun xeito automático. Do mesmo xeito tamén foi o verdadeiro impulsor dun dos acontecementos maís importantes da Parroquia, como foi a chegada da luz eléctrica. Do que da conta o documento de data 29 de decembro de 1954, onde figura como a persoa que solicita a Sociedad General Gallega de Electricidad S. A. un orzamento para obter dito servizo. Actuaría como Secretario da Xunta Veciñal, presidida polo párroco don José Rodríguez Barreiros durante todo proceso que rematou a finais de 1957, sendo inaugurada a liña eléctrica mailo transformador polo Gobernador Civil da Provincia. De todo elo gardou celosamente toda documentación, incluido o que custou as galletas mailos licores mercados en ultramarinos Paulino Sierra co gallo de tal acontecemento.

Profundamente relixioso, mais non beato, considerábase como cristián de base, cuns valores morais e humanos moi enraizados e interiorizados, e sempre na procura de axuda e servizo aos demais. Era o padriño de tódalas confirmacións levadas a cabo na Parroquia. Na súa casa sempre tiñan acubillo aqueles mais desfavorecidos e que formaban parte xa do noso tecido social. Aínda o estou vendo tamén cando era eu un neno, tódolos domingos a tarde subir polo Outeiro camiño da casa do Señor Basilio para asealo e atendelo ata que morreu.

Non rexeitaba ningún reto sempre que fora en prol da procura do ben común. Foi Concelleiro durante un breve espazo de tempo xa na época do final do franquismo. A pesares desa breve e obrigada experiencia nunca militou en ningún partido político. Sempre foi moi reservado e celoso coas súas ideas pero respectuoso coas dos demais foran as que foran.

Non era home de tabernas, nin de papatorias, nin de luxos nin ostentacións. Na súa mocidade tivo os seus “pinitos” como granxeiro emprendedor cunha pequena granxa de pitos que el mesmo atendia pero o seu verdadeiro hobi xa de xubilado era a súa horta onde investía o seu tempo e onde o veu buscar a morte unha tarde de abril de 2001.

O guión estaba escrito, marchou tal e como era. Dun xeito natural, sinxelo, na súa casa, sen amolar, paiseniñamente sen facer ruído. Orgulloso dos seus e coa tranquilidade e sosego do deber cumprido. O traballo quedaba rematado e ben rematado como a él sempre lle gustaba. A sementeira dera os seu froitos, que cada quen os administre como mellor lle conveña. Para todos aquiles que tivemos a grande sorte de telo como Mestre e de tratalo como persoa permítome despedirme tal e como adoitábamos facelo ao rematar a xornada escolar: “Usted lo pase bien, Señor Maestro”.

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Discurso de Manuel Outumuro Seara

José Luis Camba Seara: don Isolino desde la perspectiva de su familia 

«Quero empezar dándovos as grazas, de corazón, en nome da familia de Isolino, pola vosa presenza neste acto de homenaxe. A todas e todos. Aos veciños e aos de fóra. Agradecer tamén aos promotores e organizadores desta homenaxe (Tino, Juan Carlos e Manolo), as Xuntas de Comuneiros e Veciños pola vosa colaboración e empeños para que este acto se celebrara. Tamén a todas e todos aqueles que dun xeito ou doutro, nos fixeron chegar as súas adhesións e parabéns a esta homenaxe, así como a todos aqueles, que debido as datas nas que nos atopamos, quixeran pero non poden estar hoxe aquí. Queremos tamén dar as grazas a todos aqueles que expresaron pública ou privadamente mensaxes tan fermosas e emotivas. Grazas. Pero por enriba de todo, queremos agradecer á xente do pobo de Parderrubias esta homenaxe a meu pai, que foi durante tanto tempo mestre, pero acollido tamén como un veciño mais deste pobo onde quixo vivir. Non quero esquecer tampouco e quero agradecer as facilidades que don José Luis, o noso Párroco, deu para que este acto se poidese celebrar nunha data tan singular como é a do Xoves Santo. Grazas.

Esta homenaxe a un mestre quero facela tamén extensiva a todas e todos os Mestres que o foron de Parderrubias, e a todas e todos os que adican a súa vida a esta tan noble e fermosa profesión como é a de educar e ensinar.

Isolino adicou a súa vida, ademais de á súa familia, a súa xente e aos seus alumnos, cos que tiña o seu principal compromiso: educalos e formalos. Todo isto fíxoo con grande adicación, pero tamén cunha grande paixón. A meu pai gustáballe vivir aquí. Lembro que cando queríamos que viñese con nós de vacacións a algún lugar, xa falecida miña nai, dicía “ide vós, ¡eu onde vou estar mellor que aquí en Parderrubias!». Él era así de sinxelo. Necesitaba poucas cousas para ser feliz.

Quero finalmente aproveitar este acto para pedir que todo este legado humano que el deixou nas mans de tantos que fomos os seus alumnos e alumnas, non se perda. Que saibamos aproveitar e potenciar o grande patrimonio que os nosos pais e nais nos deixaron e que llo saibamos transmitir e poñer en valor para os nosos fillos e netos. Que sigamos sementando, en todos os sentidos; como di a canción de Fuxan os Ventos, “sementar sementarei… mentres no pobo medre un meniño, un vello e un cantar”.

A placa que poñemos aí é unha homenaxe a Isolino, pero tamén o será a todas e todos os veciños deste pobo así coma  aos que “tamén lles gusta Parderrubias”.

Moitas grazas a todos, e a seguir disfrutando da festa».

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Discurso de José Luis Camba Seara


MENSAJES DE ALUMNOS Y VECINOS DEDICADOS A DON ISOLINO CAMBA CASAS CON MOTIVO DE LA SEMANA DE ACTIVIDADES EN SU MEMORIA

José Luis Camba Seara

Separar a condición de alumno e de fillo de meu pai non é una tarefa fácil. Como mestre creo que ca perspectiva de tanto tempo destacaría a figura dun home esixente pero tamén comprensivo. Non valían as medias tintas. Había que facelo ben sí ou sí. No meu caso a esixencia era maior porque supoño que él quería ver en min unha imaxe súa. Iso aínda que entón me disgustaba, creo que teño que agradecerllo porque fíxome aprender a esforzarme e non conformarme con facer as cousas para pasar. Aínda lembro unha noite na cociña da miña casa como estiven lendo un caderno de aqueles que se pasaba ao seguinte, mais de dúas horas ate que o fixen perfecto. Pero tamén o lembro como un mestre que motivaba e buscaba o xeito de que aprendésemos as cousas colléndolle gusto. A esixencia naquelas aprendizaxes mais básicas e a cultura do esforzo que nos soubo transmitir foron o que despois mais me serviu na vida. Teño que recoñecer que tiven a ventaxa  de ter mestre na escola e mestre na casa. Pero cecais o que mais lle agradezo como alumno é o exemplo que a súa dedicación ao traballo e aos seus alumnos sempre tivo. Iso marcou a miña vida profesional sempre intentando imitalo. A faceta de pai é algo que non quedaría ben que eu expuxera aquí. So dicir o orgullo que teño de ler e escoitar tantas louvanzas sempre del. Coma todos os Mestres e coma todos os pais supoño que tivo acertos, e erros tamén. Pero eu so quero coma todos lembrar os acertos. Grazas.

María José Fernández Feijoo

Para min o mestre don Isolino Camba foi unha persoa que soubo transmitirme leccións non só de contidos senón leccións de vida. Era unha persoa seria pero moi amable e agradábel, que emparzaba con todos nós, facendo que aprender fora máis ameno e, ao mesmo tempo preocupándose polos nosos problemas e necesidades e os das nosas familias para axudarnos, dentro das súas posibilidades e ensinarnos a aproveitar as mesmas para converternos en persoas máis fortes, máis solidarias e mellores.

Eliseo Fernández Outumuro

Una persona muy importante para Parderrubias y no solamente en su profesión de educador. Don Isolino para muchos es más que el Señor Maestro.

Manuel Fernández Pérez

Si sólo se lee este mensaje podría entenderse que no es objetivo puesto que don Isolino era mi tío, pero junto con los demás mensajes refuerza la opinión que todos tenemos sobre el de persona recta y justa, ya que el personaje de tío Isolino desaparecía cuando se cerraba ese portón azul de la escuela y aparecía el de Señor Maestro. Creo que si yo no lo hubiera dicho nunca nadie sabría de este parentesco. Pero para mí fue inevitable cuando aquella mañana de septiembre de 1975 por primera vez hice el camino desde A Carretera hasta O Trabazo siguiendo sus huellas y ver las caras de asombro de todos los niños preguntándose quién era ese que le acompañaba. Por supuesto, yo muy orgulloso, di todo tipo de explicaciones. Después todo fue muy sencillo, en parte gracias a la gran acogida de todos con los que me sentí  cómo en casa. Recuerdos que me marcaron hay muchos, pero sin duda una de las cosas que más me llamó la atención fue la fila de niños sacudiéndose los zapatos en el muro antes de entrar al colegio. Y ya dentro la broma con la que me recibió el señor maestro diciéndome que no había pupitre para mí y que tenía que sentarme en un largo banco todo lleno de tiza que estaba debajo del encerado y que en realidad era para subirse para escribir. También recuerdo que ya en aquellos momentos en los que el tema del reciclaje no estaba en auge, don Isolino ya era pionero y, en esa época en la que los españoles volvían a las urnas, se utilizaban las papeletas sobrantes de las votaciones para hacer cuentas que el señor maestro nos ponía cada vez con más números, siempre con bolígrafo rojo, qué después él corregía con un método sorprendente y mágico para mí. Se trataba de la prueba del nueve, pero esto tardé muchos años en descubrirlo. Después de terminar las clases y regresar a casa volvía a aparecer mi tío, y así durante cinco años fui día a día siguiendo sus huellas, y transcurridos estos traté de seguir siempre sus consejos y muy orgulloso de ser «o sobriño do señor maestro».

Nito Fernández Pérez

Eu de don Isolino recordo cando foi o primeiro Director no colexio da Merca. Nunca tiven o orgullo de que me dese clase pero da época da Merca recordo que era unha persoa moi responsable no seu traballo sempre estaba pendente das inquietudes de todos os rapaces, o que non era pouco. E sobre todo recórdome do moito que o botamos de menos cando se retirou sobre todo o que cambiou coa súa marcha a comida do comedor. O que me fai pensar que ese home ademais de un gran mestre era unha grande persoa e mantivo unha grande harmonía naqueles primeiros anos de agrupación escolar das escolas unitarias. Que Deus llo teña en conta que nós na terra xa o apreciamos.

José Luis Fernández Seara

Un gran maestro. Decisivo en la historia educativa y social contemporánea de Parderrubias.

César González Fernández

¡Cantos recordos de don Isolino! Os primeiros, aprendendo a deletrear naqueles Rayas, logo as primeiras letras na pizarra co pizarrín ou nas libretas de escritura coa pluma e tinteiro e moitos borrós no meu caso. Logo virían as antigas «Wikipedias» de Álvarez. Por onde pasei, sempre me dicían que os de Parderrubias temos moi boa letra, algo ou moito tería que ver o mestre. Recordo que nos falaba do valor do esforzo, de ser boa xente e como falaba cos nosos pais, ós que tiña no bote, que tíñamos que seguir os estudios. Por iso estudamos casi todos. Era un mestre sabio, pedagogo, educador ecuánime, tranquilo e constante, sen importarlle a hora de saída. Cando viña de vacacións do Seminario descubría tamén o mestre crente, o animador da comunidade parroquial en tódalas celebracións cas lecturas e cantos, home que se formaba na fe e adiantado os tempos no seu compromiso cristián. Xa de mozo fun descubrindo que os valores que nos ensinara na escola e que celebraba na misa vivíaos tamén no seu compromiso veciñal, póndose ó fronte de calquer actividade que significara progreso e mellora para Parderrubias. Gracias don Isolino por ser o meu mestre por excelencia e en tantos campos da vida. E son feliz por tercho dito en varias ocasións.

Merche Grande Gallego

Un homenaje a un hombre que marcó la infancia y la vida de varias generaciones del pueblo. Un orgullo haber conocido al Señor Maestro (como le llamaba mi abuela María), aunque no fui su alumna. Gracias a todos los organizadores, en especial a Juan Carlos Sierra por su empeño en situar Parderrubias en el mapa y rendir tributo a esta aldea con valores tan profundos.

Alfonso Grande Pérez

Eu de don Isolino e da escola lémbrome de moitas cousas boas e entrañables. O caminho a escola e os días de leccions entre bulleiros de lama e frío no inverno e entre natureza e paxarinhos na primavera, os xogos e o trato cos companheiros, a admiración polos maiores das filas de adiante e sobre todo por aquel home recto e serio que se sentaba naquela mesa de madeira grande, aquela estufa vella, o chan de táboas con buratos, aquel encerado enorme que ocupaba toda unha parede, as filas para entrar, as saídas por turnos de rapaces e rapazas para ir o «lavabo», os recreos coas escapadas ao monte e ao río, a chamada de don Isolino para rematalos e as carreiras de volta a escola, … Pero o que si o mellor discrepo dos demais (será que eu son algo anarquista) e que a min non me gustaba nin me gusta lembrar aquel certo ambiente reinante na escola dun respecto imposto barallado co cuasi-medo, ou temor algunhas veces, de todas as moitas cousas que naquel tempo non se podían dicir nin preguntar, o ensino e ter que falar nun idioma que non era o noso nin o falabamos nunca, padrenuestros arreo de pe tras das mesas o entrar e o sair, … Cousas todas que suponho e creo saber agora que eran culpa dos anos e do tempo en que nos tocou criarnos e de seguro que non de don Isolino que case que sei que se del dependera tamén as oubera cambiado. E me olvidaba tamén da cousa mais fundamental da que me lembro sempre. Aquel home que estaba sempre ali sin fallar un día e que foi sempre en todas as xeracións capaz de ensinarnos a tantos tantas cousas con tan poucos medios el so: O Maestro.

María José Grande Rodríguez

Apenas teño lembranzas, tal vez, o son da campaniña, ou o bater dos zapatóns no muro da escola antes de entrar, unhas inmensas ganas de facerme maior como os rapaces que se sentaban nos primeiros bancos, fronte a mesa do Señor Maestro, e falaban materias que non chegábamos a entender os máis cativos. Polo tanto, o Señor Maestro para min foi “capacidade de traballo e compromiso”. Algúns, tras o peche das escolas unitarias, fomos da man do Señor Maestro cara a época dos “grupos escolares”. Ó Señor Maestro tocoulle facer de coidador, docente e Director nesa nova etapa. Recordo con moito cariño a unha muller de tez pálida, Esther, a súa dona, que nos duros meses de inverno nos daba agarimo na súa casa mentres esperabamos o autobús. Sempre agradecida.

Celso Grande Seara

Don Isolino foi con moito algo mais, bastante mais, que “O Maestro”, foi un líder, un integrador social, un exemplo de personalidade cos veciños, ca familia e ca Parroquia. Un home dos que se dan cada moito tempo.

Eugenio Grande Sierra

Tiña cinco anos e había que ter seis para ir a escola. Eu choraba cada maña por ir co meu irmán. A miña nai foi un día xunto a don Isolino e pediulle que me deixara ir a escola porque me gustaba moito ler. Aquela maña, a primeira, con cinco aniños, e todo periposto, fun a escola do Señor Maestro e foi un dos días mais felices da miña vida. Sei que me quixo moito e eu admireino tanto, aprecieino sempre e gardo del tanto cariño, tanta sabedoría  que aínda hoxe no meu traballo e o meu referente. Para min e o referente do traballo serio, metódico, entregado día a día, e pai espiritual de todos nos. Todos os que formamos parte desa xeración temos o selo do esforzo, do traballo, da perseveranza por acabar os obxectivos. El me inculcou sempre iso e por iso agora, no meu traballo en Lalín, sigo aquelas normas que el me ensinou. Cando me din e me comentan o meu estilo de traballo, a forma de dirixir un centro, nas reunións de equipo onde me ensinaron e cando me sae da alma «na escola de don Isolino, Escola de Parderrubias» e presumo de todos os meus compañeiros que comigo por alí pasaron. Con el aprendín a facer o leite en polvo, a escribir con pizarrín e mollar no tinteiro aquela pluma de plástico que escribía coma os deuses, a facer as primeiras contas e a non ter non unha falta nos ditados. Tan boa educación nos deu e tan boa formación adquirimos que hoxe non podemos mais que estar agradecidos a un home que marcou unha época no noso pobo e que deixou unha sombra tan alargada en nos que perdura por moito tempo.

José Manuel Justo Grande

Mestre e integrador social, que contaba co apoio de todos. Nosos pais tiñan «fe cega» nel. Os resultados están a vista. Unha sorte ser seu alumno e moi agradecido.

Manuel Lorenzo Casas

El maestro don Isolino fue una parte fundamental de nuestra comunidad. Realmente no hay palabras que puedan describir el impacto que tuvo en nuestras vidas. Comenzando con la organización y desarrollo de infraestructuras de nuestro pueblo (calles, fuentes y canalizaciones). Fue un profesor fenomenal y nos abrió las puertas del mundo. Gracias a él hizo fue posible nuestro éxito.

José Ángel Outumuro Grande

O meu recoñecemento a don Isolino polo seu traballo durante aqueles anos e por conseguir lidar cunha escola de 20 ou 30 rapaces de oito cursos diferentes aos que lle ensinaba todas as materias. Cando tés  fillos que educar e ás veces xa te sentes superado dáste conta de que iso tiña moito mérito. Tamén destacar a súa profesionalidade e a súa competencia como mestre. Non me lembro de que faltase ningún día a clase. Si me lembro de ver cando estaba na escola os rapaces da Manchica no Outeiro Grande por que o mestre ese día marchara tomar uns viños. No meu primeiro ano estaban na escola o Benito Caxote e o Elito. Había alumnos doutras parroquias na nosa escola porque seguramente os pais tamén o consideraban un bo mestre. Para alén do recoñecemento a un bo mestre e da nostalxia dos días felices da infancia e aproveitando a recreación dunha aula da época, non se debe deixar de facerlle unha revisión da escola tardo franquista que nos tocou vivir. Unha pedagoxía baseada na repetición (a perfección caligráfica, a copia de debuxos, recitar a xeografía, as táboas de multiplicar…) e na memorización (a doutrina) sen que quedase espazo para a imaxinación, a creatividade ou para o diverxente (eu mesmo que son zurdo tiven que aprender a escribir coa dereita). Por outro lado os contidos impartidos culturalmente e lingüisticamente falando eran totalmente alleos ao mundo que nos rodeaba. Todo isto cun propósito claro de formar na ideoloxía do nacional catolicismo súbditos submisos e non cidadáns libres. Esta era a tendencia pedagóxica da época á que o mestre tamén estaba suxeito xa que tamén sufría a inspección educativa. Tamén os nosos pais lle dicían ao mestre “vostede se ve que lle cómpre bátalle”. En fin, calquera tempo pasado non sempre é mellor.

Marisol Outumuro Grande

Orgullosa me sinto de ser unha das alumnas de don Isolino, o cal o lembro perfectamente, as nosas vivencias e anécdotas. Esforzábase moito para que aprendéramos e ensinábanos moitas cousas. Era moi bo mestre. Teño un gran recordo. A caligrafía era perfecta. Contenta de lle ter este homenaxe. Sempre levaremos o que aprendemos e vivimos con el. Grazas Señor Maestro.

Gonzalo Outumuro Rodríguez

A imaxe que se me ven da escola e do Señor Maestro é de cando un día (tería eu 7 anos), déuseme por subir a cima dunha árbore e porme boca abaixo quedando colgado das pernas. A árbore atópase xunto os actuais columpios e cando vexo a algún neno subir por ela vénseme o recordo de cando subira eu. De tantos berros que se escoitaban, por se caía, o Señor Maestro saíu a mirar o que alí estaba pasando e o momento fíxose un silencio profundo e non tivo que dicir nin «mu», solo coa súa mirada, dirixida a min, baixei a toda presa, e acto seguido entrei na escola con él. Non me castigou, nin falta fixo, a lección dise día xa estaba aprendida. Así era don Isolino, estrito e serio na súa labor de ensinanza, pero o mesmo tempo amable e boa persoa cos seus.

Enrique Outumuro Seara

Acórdome perfectamente do meu primeiro día de cole. Lembro, como no descanso da escaleira, a miña irmá Aurora me daba os últimos toques co peite. Resultaría ser un día de sorte para min pois na escola atopeime cun señor mestre receptivo e amable. Co tempo funme decatando de que era un home responsable, que se facía respectar e cunha gran capacidade de organización na aula. O mellor que podo dicir nestes intres é que cada vez que falei del sempre foi para enxalzar a súa figura, pois foi un mestre auténtico que cumpriu con matrícula coa súa obrigación. Para min, sempre será o Señor Maestro. Como anécdotas, aparte de situacións cómicas con pizarras, pizarríns…, lembro dúas actividades escolares que me enchían de satisfacción. Cando me mandaba saír ó encerado para indicar coa regra as capitais e os ríos do mundo, e cando saía da escola polas tardes co ditado (Quixote) xa corrixido. Como actividade extra escolar, mencionarei unha. Era tan extra escolar que esperábamos a que el marchara. Cando a situación o permitía (lama e barro), os do Outeiro e Aldea, previas raias que marcaban os campos e distancias de seguridade, dedicabámonos a tirarnos bólas de barro que como máximo derivarían en feridos leves. Era unha actividade un tanto inxusta pois os de Barrio nin se enteraban. Parabén ós que preparastes a exposición.

Manuel Outumuro Seara

Os meus recordos da escola pasan pola pizarra, o tinteiro, a esfera, a bandeira, os grumos de leite… e ao fondo unha mesa enorme cun pasillo interminable onde estaba unha persoa todopoderosa que nos controlaba e nos conducía nas actividades propias daquelas catro paredes. Eu aquela persoa profesáballe unha grande admiración e respecto, circunstancia esta que xa viña instalada de serie debido o que me inculcaran na casa. Un dos meus mellores recordos cando na miña primeira comunión lle vin a cara de aprobación ao baixar do altar logo de respostarlle satisfactoriamente a Monseñor Temiño que a Santísima Trindade eran tres persoas pero un só Deus verdadeiro. Xa de adulto, para min don Isolino non só foi o mestre que me proporcionou coñecementos, senón que marcou a miña Educación, convertíndose nun referente persoal a quen imitar.

Tino Outumuro Fernández

A miña primeira escola foi o Pavillón Escolar de Parderrubias e o meu primeiro mestre foi don Isolino. Tería uns catro ou cinco anos  cando os meus pais me mandaron a escola e so estiven un curso. Entrei co rango de párvulo de primario ano, é dicir, o máis baixo que había, non tiña nin categoría de alumno matriculado, e aínda que gardo algúns recordos do meu paso por ela son tan tenues que semellan fotos oxidadas polo tempo. Anos despois, xa xubilado don Isolino, recordo que polas tardes tiña o hábito de subir por onda miña casa camiño da escola. Nunca souben porque facía esa peregrinación case diaria; pode que fose para recordar os seus anos de mestre, ou para sacarlle o po a vellos libros, ou simplemente porque as súas pernas se negasen a renunciar ese exercicio que durante máis de vinte anos as tivo acostumadas. Recordo que o seu paso era tranquilo, nada apurado, e que en ocasións paraba a falar co meu pai. Como é lóxico xa non lembro os temas das súas conversas, pero si teño gravado o respecto que meu pai lle profesaba. Ese respecto que lle tiña meu pai, nada tiña que ver co que eu lle tiña a miña profesora do colexio de A Merca que emanaba do medo ou do temor, aquel era o que se lle profesa a unha persoa servizal, intelixente, honrada, sinxela que se ganou os seus veciños a base de traballo e bo facer.  Así era don Isolino un gran mestre e un bo veciño.

Manuel Outumuro Iglesias

Eu «debutei» na Escola de Parderrubias o mesmo ano ca don Isolino. E co paso dos anos funme dando conta de que, ca súa forma de ensinar, facía moi fácil o aprendizaxe. Pola diferencia de idade, as nosas preferencias «vitais» non coincidían: a súa era que eu estudara e a miña eran os níos, os paxaros, as ras, os peixes… a natureza. Pero gracias á súa insistencia e apoio desinteresado, xunto co de don Aurelio, seguín estudando despois da escola. A ámbolos dous nunca lles estarei suficientemente agradecido. Anécdotas hai para escribir un libro, e inda permanecen nítidas na memoria. Pero recordo, sobre todo, a imaxinación que lle botábamos a todo o que fabricábamos para divertirnos: pelotas para xogar o fútbol, carros de carolas, rodas para carrar auga,…; visto o que hai nestes tempos, a relación calidade-precio está fóra de toda dúbida.

Jose Outumuro Tejerina

Nunca olvidaré el curso que hice hace unos 56 años en la Escuela de Parderrubias. No recuerdo a los compañeros creo que estaban mis amigas Piedad y Amelia, pero sí me acuerdo de don Isolino como si lo estuviera viendo. ¡Qué gran maestro y mejor persona!

María Ángeles Quintas Outumuro

Un día tocou a visita dunha muller entrada en anos. E non faltou a supervisión dos nosos xogos escolares. Polo que se puido atisbar non eran quizais do agrado da visitadora. “Los niños con los niños y las niñas con los niñas”, entre pilla e pilla, foi o que pillaron os meus ouvidos daquela, unha cativa de moi pouca idade. Particularmente, pareceume máis unha chamada de atención no noso mundo de embobamento de cara don Isolino, ca dunha conversa amistosa, e o chegar á casa foi a primeira e importante nova que lle contei aos meus. O caso é que o noso Mestre de cara as reprimendas nomeadas, nunca acertou a nos corrixir nin durante nin despois da visita da autoritaria manda máis. Deixounos sempre, que libremente xogaramos todos xuntos, sen tutelaxe algunha, e coa espontaneidade propios de seu, a duns nenos e nenas. Recordo eu a última, tamén a escola erma a causa do contaxio masivo do sarampelo. Non faltou a visita do Mestre, casa por casa, e porta por porta, de tódolos seus alumnos. Sirvan esas dúas sinxelas lembranzas, sen pretender que sexan loas, senón demostracións das pegadas da humanidade, boa actitude e bonhomía de don Isolino. Se detrás dun grande home, a carón, camiña de ganchete, unha muller do mesmo calibre; non podo desaproveitar a ocasión de rebuscar na miña memoria e non esquecer tamén á súa dona Esther no camiño da misa, para enfeitala, cun mañuco de flores frescas procuradas no seu xardín. Tulipáns vermellos de maneira singular, nestas datas de Semana Santa. O meu ramo vaia tamén para eles.

Avelino Sierra Fernández

Tiven tres Mestres que guiaron os pasos da miña nenez no Pavillón Escolar de Parderrubias. Inda que o Sistema Educativo entón en vigor, e polo tanto os contidos a impartir, foron  comúns para os tres, non sucedeu o mesmo coa metodoloxía, os procedementos e formas de ensino por eles empregados, o que, a pesar de tratarse de tres extraordinarios docentes, supuxo que o terceiro fora para min máis extraordinario que os anteriores. A innovación pedagóxica, e concretamente a disciplina didáctica,  ligadas a unha definida orientación relixiosa postas en práctica por don Isolino Camba Casas, fixeron que o ensino en Parderrubias cambiara a eito trala súa chegada a Escola Unitaria de nenos a mediados do curso 1957/58. Daquela, xa non voltamos a ver máis a vara de carballo encima da mesa. Non a necesitaba porque abondáballe coa súa persuasión. A ensinanza, ata entón baseada fundamentalmente na instrucción, pasou a ter tamén a educación como obxectivo paralelo esencial. A humanidade no trato dos alumnos, o ensino individualizado a pesar dos ineludibles grupos establecidos, o reforzo, alento e motivación constantes aos que tiñan problemas de aprendizaxe, o nexo cos pais ou as orientacións profesionais trala obtención do certificado de estudos, comezaron a ser prácticas habituais na Escola por el rexentada. Pero o que máis me impactou do novo “Señor Maestro” foi a súa enorme psicoloxía na análise de calquera comportamento incorrecto dos alumnos, que o levaba a tomar sempre con gran serenidade a decisión máis xusta e acertada á hora de correxir conductas. Tal era o meu derradeiro “Señor Maestro”, home bo e xeneroso con todo o pobo, pero sobre todo  excepcional mestre no saber, no dicir, no vivir e no obrar.  Os que máis tarde, seguindo a súa profesión, tivemos que empaparnos nos volumes de Sánchez Buchón para levar á práctica a doutrina educativa, coñecemos ben a aplicación que desta fixo don Isolino para inculcarnos, ademais dos coñecementos das distintas materias, os valores da entrega, do esforzo, do traballo ben feito ou da responsabilidade que, polo menos no que a min atinxe, levei  sempre comigo, tratando de transmitírllelos aos meus alumnos durante media vida adicado á docencia. A admiración, o recoñecemento e a gratitude que sempre lle profesei e amosei en vida a don Isolino, quero facela constar agora unha vez máis. Gracias, Señor Maestro.

Juan Carlos Sierra Freire

No me cabe la menor duda de que la “culpa” de que sea un enamorado de la profesión que disfruto en Granada, la tiene en gran parte don Isolino. Desde muy niño quedé hechizado de su trabajo y de sus maneras de hacerlo. Recuerdo que con 9 o 10 años hubo una época en que me dio por jugar con mi hermano Javi a imitar al Señor Maestro dando clases en una Escuela imaginaria. Disfrutaba con ese juego, que con el tiempo se convertiría en parte de mi vida. A don Isolino le debo no solo los conocimientos adquiridos que tocaban por mi edad entre los años 1972 y 1977, que fueron buenos, muy buenos, sino sobre todo, y por encima de todo, los valores que me trasmitió. Y entre estos, dos fundamentales: el respeto y el esfuerzo. Recuerdos de sus clases tengo muchos, pero me quedo con dos. El primero, su paciencia para enseñarme a sumar y restar con palitos (creo recordar que eran sarmientos de vid escrupulosamente cortados). El segundo, sus narraciones acerca de la historia de España. Las batallas de Viriato contra los romanos y la gesta de Guzmán el Bueno en lo heroica defensa de Tarifa todavía resuenan en mis oídos. La última vez que tuve la oportunidad de hablar con don Isolino fue en una calle de Ourense. Yo estaba comenzando la carrera de Psicología en el Colegio Universitario. Recuerdo que me animó a seguir estudiando y que me dijo que se sentiría orgulloso de que así fuese. No se lo dije en ese momento -tuvo que pasar el tiempo para que yo fuese plenamente consciente de ello-, pero en realidad orgulloso me sentía yo por haberle tenido como mi primer Maestro, el que más impronta deja. No tengo muchas más palabras que decir, salvo “gracias por todo, Señor Maestro”.


EN LA PRENSA

Diversos medios de comunicación provinciales se hicieron eco de la Semana de Actividades en Memoria de don Isolino Camba: Ourense Dixital [Los vecinos de Parderrubias rinden un merecido homenaje póstumo a la figura de Isolino Camba], La Región [Parderrubias recuerda a su maestro Isolino Camba Casas], Faro de Vigo [Homenaje al maestro Isolino Camba Casas en Parderrubias] y La Voz de Galicia [La necesidad vital de enseñar].

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La Región, 8 de abril de 2017

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La Región, 12 de abril de 2017

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La Región, 14 de abril de 2017

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La Voz de Galicia, 14 de abril de 2017

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Vida, 16 de abril de 2017

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Vida, 23 de abril de 2017


Nota. Como miembro del Comité Organizador de estos actos quiero agradecer a los vecinos de Parderrubias su participación e implicación en todos ellos, y por reconocer el legado que dejó don Isolino en nuestro pueblo. Gracias también a todas esas personas anónimas que, con su trabajo desinteresado, hicieron posible este homenaje.

Nuestra Escuela de Parderrubias. Por José Luis Camba Seara y Juan Carlos Sierra Freire

Nuestra Escuela de Parderrubias. Por José Luis Camba Seara y Juan Carlos Sierra Freire

Nota. Este artículo aparece publicado en su versión original en gallego y a continuación el lector encontrará una versión en castellano.

A nosa Escola de Parderrubias. Por José Luis Camba Seara e Juan Carlos Sierra Freire

O xoves 6 de xaneiro de 1927 tiña lugar en Parderrubias o acto de colocación da primeira pedra da Escola, a cal iría situada no lugar do Trabazo, nos arredores dos núcleos de poboación que conforman a Parroquia (Sierra Freire, 2015). Tan sinalado acto foi presidido polo alcalde da Merca, don José Garrido González, acompañado de concelleiros, curas, mestres, así como de numerosos veciños. Cabe apuntar o feito de que o alcalde en cuestión é un dos afamados Irmáns Escultores de Parderrubias. Os nenos acudiron ese día de Reis ao Trabazo con bandeiras que deron un enorme colorido ao evento. Pronunciaron discursos o párroco de Parderrubias, don Ambrosio Cid Fariñas, que levaba uns meses á fronte da Parroquia, encargándose ademais da correspondente bendición, e o mestre, don Manuel Méndez Gallego. O acto festivo rematou coa repartición de doces aos nenos e unha salva de bombas. Véxase https://aparroquiadeparderrubias.wordpress.com/parderrubias-acontecimientos-historicos/

A construción do edificio rectangular, de perpiaño, con cuberta a dúas augas, e amplas ventás, sería levada a cabo polos irmáns Garrido (Os Escultores de Parderrubias). Dezanove meses despois da colocación da primeira pedra, concretamente o domingo 12 de agosto de 1928, ten lugar o solemne acto de inauguración oficial do novo pavillón escolar. Á primeira hora da tarde chegan a Parderrubias o gobernador civil da provincia, don Vicente Rodríguez Carril, o inspector de primeiro ensino, señor Maceda, e o xefe provincial de Unión Patriótica, señor Salgado Biempica. Á entrada do pobo eran agardados polo alcalde da Merca, señor Garrido, a súa corporación, o mestre nacional e o párroco. A prensa da época destaca que o novo edificio constitúe un modelo no seu xénero, sendo sufragado polo orzamento municipal e a subscrición dos veciños da parroquia. O párroco realiza a bendición e a continuación toma a palabra o inspector, cuxo discurso foi moi aplaudido polos asistentes.

Con anterioridade a este edificio, a Escola de Parderrubias estivera situada na primeira planta dunha casa particular, propiedade de Serafín Sierra Mosquera, bisavó dun dos autores deste documento, sita no que hoxe se coñece por Aira da Escola, no pobo da Igrexa. Nesa época, no mundo rural, era habitual usar como escola unha casa particular, cedida por algún veciño para tal fin. A dita casa aínda se conserva na actualidade, aínda que o único vestixio que queda da antiga escola é unha flor de seis pétalos coloreada nun lintel dunha das xanelas. Subir as empinadas escaleiras de pedra que conducen a esa primeira planta e traspasar a porta de entrada traspórtanos a un tempo pasado dificilmente imaxinable para os escolares de hoxe en día.

Flor antiga escola
Fiestra da antiga Escola

A historia

A nova escola estivo en funcionamento durante máis de medio século, concretamente desde o ano 1928 ata 1980, data na que pecha definitivamente as súas portas como consecuencia da política de concentración escolar que traslada aos nenos de Parderrubias ao Grupo Escolar da Merca, onde se concentraron todos os escolares das escolas unitarias do concello, en concreto, os de Corbillón, Entrambosríos, Faramontaos, Fontao, Forxás, A Manchica, A Merca, A Mezquita, Olás de Vilariño, Parderrubias, Pereira, Proente, Solveira, Vilachá e Zarracós. A Lei Xeral de Educación propón a agrupación dos alumnos dos diferentes pobos en centros de maior capacidade con instalacións e servizos máis adaptados aos novos tempos. Esta concentración trouxo consigo á súa vez o traslado dos docentes que rexentaban as antigas escolas rurais.

Orixinalmente, o novo pavillón escolar fora deseñado para acoller en dúas aulas independentes á Escola de Nenos e á Escola de Nenas, rexentadas por un mestre e unha mestra, respectivamente. Así funcionará a Escola ata finais do curso escolar 1968/69, pois no seguinte, 1969/70, convértese en Escola Mixta de Parderrubias. Non dispoñemos de datos precisos acerca dos primeiros mestres que impartiron docencia na escola. Si sabemos que no ano da súa inauguración estaba como mestre don Manuel Méndez Gallego. Polos rexistros de visitas da inspección eucativa e polos rexistros escolares que se conservan desde o ano 1939, podemos afirmar que entre 1939 e 1947 foi mestra na Escola de Nenas dona Concepción Vázquez Feijoo, á que sucedeu dona Delia Iglesias Rodríguez ata o ano 1954, cando toma posesión Dona Catalina López Cid. No ano 1962 fíxose cargo da praza dona Encarnación Garrido Enríquez, que a rexenta ata o curso escolar 1968/69, último no que funcionan as escolas de nenos e nenas de maneira separada. No curso seguinte créase a Escola Mixta da que se fai cargo don Isolino Camba Casas, que era o mestre ata esa data da Escola de Nenos, e cuxa figura foi descrita por Outomuro Seara (2015) neste mesmo Blogue; véxase https://aparroquiadeparderrubias.wordpress.com/2015/11/27/e14-don-isolino-camba-casas-1913-2001-por-manuel-outumuro-seara/

Son máis escasos os datos que dispoñemos acerca dos mestres da Escola de Nenos. Sábese que durante o curso escolar 1946/47 exercía dita labor don José Rodríguez Portela (O Có), que continuou ata o curso 1953/54. Para o curso 1956/57 foi destinado don José Martínez Sousa, xa con 65 anos de idade e 41 de servizos, que estivo dous anos rexentando a dita Escola. No curso 1958/59 incorpórase oficialmente á mesma Don Isolino Camba Casas, aínda que xa se fixo cargo da Escola durante parte do curso anterior. Desde ese ano 1958 e ata o seu peche en 1980, Don Isolino foi o único mestre da Escola de Parderrubias.

A formación que se impartía

Ao longo da súa historia, a Escola de Parderrubias foi testemuña da vixencia de tres grandes leis sobre Educación Primaria en España. Todas elas coincidían en que o inicio da etapa escolar obrigatoria era á idade de 6 anos, polo que todos os nenos do pobo comezamos a escolarización a esa idade. En 1857 promúlgase a Lei de Instrución Pública (Lei Moyano) que estrutura a Educación Primaria en dúas etapas: Elemental (6-9 anos) e Superior (9-12 anos). En 1945 entra en vigor a Lei de Ensino Primario, que establecía a obrigatoriedade da educación ata os 12 anos, a cal sería gratuíta e separada por sexos. Esta Lei constituía un claro reflexo da ideoloxía franquista, polo que a educación que recibían os alumnos era confesional, patriótica, social, intelectual e profesional. Exemplo diso é a circular que a Delegación Local de Mocidades da Merca envía á mestra de Parderrubias con motivo da celebración do Día da Nai do ano 1958, a cal transcribimos literalmente:

 “El próximo 8 de diciembre, fecha en que se celebra la fiesta de la Inmaculada Concepción, se conmemora en toda España el día de la Madre. Día este que ha de servir para rendir homenaje de admiración y cariño a la Madre española, centinela permanente de las mejores virtudes de nuestro pueblo. En atención a ello, se organizarán en las Escuelas los siguientes actos:

1º.- Se celebrará en cada Escuela un acto religioso en el que se rendirá homenaje a la Virgen María en la advocación que patrocine la localidad.

2º.- Todos los niños y niñas, que sepan hacerlo, escribirán una sencilla carta de felicitación a la tía “Ma” (Doña María Jesús Primo de Rivera y Orbaneja) que durante tantos años sustituyó a la madre muerta, de la que José Antonio escribió en su testamento: “Cuya maternal abnegación y afectuosa entereza no podremos pagar con tesoros de agradecimiento”. La mencionada carta se remitirá con franqueo ordinario a la siguiente dirección: Paseo de Recoletos, nº 37, Madrid, antes del día 6.

3º.- En todas las Escuelas se abrirá una suscripción a la que deberán contribuir todos los niños con VEINTICINCO céntimos, y que tiene por finalidad proceder a la compra de un obsequio que el día 8 se entregará personalmente a Doña María Jesús Primo de Rivera. El importe de esta suscripción deberá tener entrada en la Jefatura Local del Movimiento de La Merca (Casa Consistorial) antes del día CINCO, al objeto de proceder a su envío urgente.

4º.- Se exhortará a los niños para que en este día obsequien a sus madres respectivas con un pequeño regalo.

5º.- Antes del día 13 próximo deberá enviar a esta Jefatura Local, cada Maestro(a), una memoria detallando los actos realizados y en la que se harán constar expresamente los siguientes extremos: a) número de cartas remitidas a Doña María Jesús Primo de Rivera. b) Número de niños que han contribuido a la suscripción en su homenaje. c) Número de niños asistentes a actos religiosos. d) Otros actos celebrados.

Por Dios, España y su Revolución Nacional Sindicalista.

La Merca, 3 de Diciembre de 1958.

El Delegado Local. Fdo. M.S.R.

Vº. Bº. El Jefe Local del Movimiento. Fdo. S.J.G.V.

En 1970, con Villar Palasí como Ministro de Educación, promúlgase a Lei Xeral de Educación que propón a Educación Xeral Básica (EXB) dos 6 aos 14 anos, con carácter obrigatorio e gratuíto. Estaba organizada en dúas etapas: Primeira Etapa (de Primeiro a Quinto, dos 6 aos 11 anos) e Segunda Etapa (de Sexto a Oitavo, de 12 a 14 anos). Un feito bastante común en Parderrubias era que, entre os 10-12 anos, moitos nenos pasasen a completar os seus estudos ao Seminario Menor e as nenas ás Xosefinas. Outros, unha vez finalizado o período escolar obrigatorio, comezaban a traballar como aprendices de oficios característicos da comarca como carpinteiros ou albaneis, ou se incorporaban ás tarefas da labranza.

A Lei Moyano incluía como materias de estudo Lectura, Escritura, Principios de Gramática, Principios de Aritmética, Doutrina Cristiá, e Nocións de Agricultura, Industria e Comercio. A Lei de 1945 agrupábaas en tres apartados: Instrumentais (Lectura, Expresión Gráfica: Escritura, Redacción e Debuxo, e Cálculo), Formativas (Relixión, Formación do Espírito Nacional -incluía Xeografía e Historia-, Lingua Nacional, Matemáticas e Educación Física) e Complementarias (Ciencias Naturais, Artísticas: Música, Canto e Debuxo, e Utilitarias: Traballos Manuais, Talleres e Labores). Por último, a Lei de 1970 incluía as materias de Lingua Castelá, Matemáticas, Coñecementos do Mundo Social e Cultural, Coñecemento do Mundo Físico, Formación e Expresión Artística, Educación Física, Deportiva e para a Saúde, e Formación Cívico-Social (Egido Gálvez, 1994).

O idioma que se usaba na Escola era o castelán aínda que o galego falabámolo entre nós e tamén ás veces co mestre. No currículo escolar non se ensinaba galego e nos libros escolares apenas había referencias culturais nin históricas á cultura galega. Era algo que estaba prohibido ata a chegada da democracia.

Os alumnos

Durante o período comprendido entre 1940 e 1959 producíronse en Parderrubias 157 nacementos, é dicir, unha media de 7,85 por ano (Sierra Freire, 2016a). De 1960 a 1979 a media baixa aos 5,15 nacementos anuais (Sierra Freire, 2016b). Estes datos poñen de manifesto que a poboación infantil en Parderrubias era moi numerosa. Era habitual que cada familia tivese unha media de 2-3 nenos en idade escolar. Os rexistros escolares, tanto da Escola de Nenos como da Escola de Nenas, dan fe deste feito. Neles apréciase que era habitual superar os 30 alumnos por ano escolar en ambas. A Figura 1 permite observar a evolución do número de alumnos matriculados entre os cursos escolares 1953/54 e 1979/80; no caso dos nenos, o rexistro comeza no curso 1956/57. Apréciase como a matricula presenta un descenso paulatino ata inicios da década dos anos 70, data na que a Escola se converteu en mixta e momento no que chegan á Escola os nenos do fenómeno baby boom experimentado en Parderrubias no ano 1967 (Sierra Freire, 2016b).

Matrículas
Figura 1. Evolución das matrículas na Escola de Nenos e na Escola de Nenas

A continuación, a partir dos rexistros escolares, listamos aos alumnos de don Isolino Camba Casas. Aparecen agrupados por décadas, segundo a orde de rexistro, desde o curso escolar 1957/58 ata o de 1979/80. Na década dos anos cincuenta iniciaron os seus estudos na Escola 50 nenos: Manuel Grande Fernández, Aurelio González Fernández, Bautista Garrido Fernández, José Fernández Santos, Alfredo Fernández Seara, José Grande Casas, Jesús Fernández Iglesias, Avelino Sierra Fernández, Fernando Pérez Fernández, Virgilio Outumuro Fernández, Antonio Lorenzo Seara, Isidro Grande Fernández, José Seara Iglesias, Isolino González Rodríguez, Sergio Grande Casas, José Seara Grande, Serafín Grande Seara, Manuel Sierra Fernández, José Lorenzo González, Claudino Grande Casas, Manuel Outumuro Casas, Manuel Lorenzo González, Adolfo Grande Justo, José Grande Fernández (fillo de Eliseo e Hortensia), José Grande Fernández (fillo de José e Aurora), Isolino Outumuro Fernández, Fernando Sampedro Justo, Benito Suárez Gulín, Nicanor Lorenzo González, Celso Grande Seara, Jaime Freire Seara, Manuel Suárez Gulín, Cesáreo Grande Casas, Adolfo Outumuro Seara, José Luis Fernández Seara, Adolfo Sueiro González, José Iglesias Lorenzo, José Outumuro Seara, José Manuel Grande Justo, Celso Fernández Outumuro, Eliseo Fernández Outumuro, Manuel Currás Rodríguez, Manuel Outumuro Iglesias, Modesto González Fernández, Jaime Grande Casas, Serafín Grande Sierra, Evaristo Atrio Conde, Manuel Garrido González, José Fernández Feijoo e Celso Sueiro Domínguez.

Nos anos sesenta matricúlanse 24 nenos, incorporándose seis nenas a finais da década, cando a escola se transforma en mixta: José Luis Camba Seara, José Pazos González, Eugenio Grande Sierra, Enrique Outumuro Seara, José Luis Garrido González, Manuel Rodríguez Garrido, Manuel Lorenzo Casas, David Outumuro Seara, Manuel Sampedro Grande, César González Fernández, Manuel Garrido Sampedro, Manuel Atrio Conde, Manuel Santos Daquinta, Manuel Outumuro Seara, Eladio Sampedro Grande, José Luis Grande Martínez, José Manuel Justo Grande, Manuel Rodríguez Rodríguez, José Benito Lorenzo Casas, Avelino Atrio Conde, Antonio Loureiro Grande, Manuel Pérez Seara, José Benito Díaz Conde, Juan Pablo Díaz Carneiro, María Rosario Sampedro Grande, María Isabel Freire Seara, María Luz Quintas Outumuro, Angelines Quintas Outumuro, María Carmen Nanín Delgado e María José Garrido Sampedro.

Finalmente, nos anos 70 inician os seus estudos na Escola Mixta de Parderrubias 17 nenas e 20 nenos: María Vicenta Outumuro Outumuro, Eliseo Manuel Vidal Grande, María José Outumuro Outumuro, Juan Carlos Sierra Freire, Rosa María Pazos Outumuro, María Cristina Outumuro Fernández, José Ramón Outumuro Outumuro, Benito Outumuro Outumuro, Alfonso Grande Pérez, José Antonio Outumuro Outumuro, José Nanín Delgado, José Javier Sierra Freire, José César Sierra González, María Sol Outumuro Grande, Ana María Outumuro Rodríguez, Carmen Rodríguez Rodríguez, María Josefa Crespo Díaz, María Luisa Seara Martínez, María José Fernández Feijoo, Aurora Outumuro Outumuro, Gonzalo Outumuro Rodríguez, Abelardo González Outumuro, José Ángel Outumuro Grande, María Sol Rodríguez Díaz, Rosa María Grande Madarnás, María Isabel Seara Martínez, Manuel Fernández Pérez, Antonio Seara Seara, Ramón Rodríguez Rodríguez, Julio Grande Seara, María José Fernández Pazos, María Nieves Lorenzo Estévez, Luis Carlos Martínez Outumuro, Jorge Luis Sierra González, Benjamín Cid Seara, María José Grande Rodríguez e José Grande Atrio.

Os recursos e materiais escolares

Grazas ao inventario do ano 1949 na Escola de Nenas, podemos facernos unha idea máis ou menos clara do equipamento escolar nesa época. O devfotografíasntario incluía unha mesa da profesora, un crucifixo, un cadro da Inmaculada, un cadro da súa Excelencia o Xeneralísimo, dez bancos bipersonais, dous bancos, unha escribanía, un cartafol, un termómetro, unha campaíña, un dicionario, un encerado, unha cadeira, un lavabo, unha regra, un mapa de España, unha esfera terrestre, doce exemplares de Europa (segundo manuscrito de Dalmau), oito exemplares de El Primer Manuscrito, seis exemplares de Lecciones de Cosas, seis exemplares de Lectura Mental y Activa, seis exemplares de La Niña Instruida, catro exemplares de Corazón, dúas enciclopedias de grao elemental, catro exemplares de Rayas (1º, 2º e 3º), seis exemplares do  libro de lectura Cordialidades, seis libros do libro de lectura El Libro de las Niñas, quince tinteiros, dúas Obras del Padre Manjón e unha bandeira nacional. Nese ano 1949 a mestra tiña un soldo de 7.200 pesetas e a Escola recibira 150 pesetas para materiais.

Case vinte anos despois, o equipamento da Escola de Nenas seguía sendo moi similar. Así, no curso escolar 1966/67 estaba composto por un crucifixo, un cadro da Inmaculada, un do Xeneralísimo e outro de José Antonio, unha mesa da profesora, unha escribanía, unha campaíña, unha cadeira da profesora, unha mesa plana, un braseiro, dúas bandeiras, tres bancos multipersonais, doce mesas bipersonais e tinteiros, unha esfera, un armario para libros, doce exemplares de Anaquiños, Mi Costurero e do Libro de las Niñas, doce exemplares de El Primer Manuscrito, de El Segundo Manuscrito e de Cordialidades, doce exemplares de María la muy Amada, dez exemplares de Ingenuidades, catro mapas deteriorados, un mapa físico e outro político de España, catro mapas (Asia, África, Europa e América do Norte), un dicionario, un libro de Evanxeos, un selo con tampón, dous libros do mestre, dous exemplares de Sugerencias y Ejercicios (1º e 2º grao), Obras del Padre Manjón, útiles do leite e un xogo de compás, escuadra, semicírculo e regra.

Polo que respecta á Escola de Nenos, no ano 1956 dispoñía dunha mesa escritorio, unha cadeira, dezaseis mesas bipersonais, catro bancos ordinarios, un crucifixo, un cadro da Purísima, un cadro do Xeneralísimo, unha bandeira, un reloxo de parede, seis Obras del Padre Manjón, seis exemplares de Mosaico, dezaseis Manuscritos, nove exemplares de El Primer Manuscrito, tres exemplares de Geografía, doce libros de lectura, doce exemplares de Historia Sagrada, dez exemplares de Urbanidad, cinco enciclopedias, cinco exemplares de Aritmética, tres exemplares de Lecciones de Cosas, un selo, seis lousas e un cántaro de auga.

O inventario de 1970 da Escola de Nenos inclúe un crucifixo, dúas bandeiras nacionais, dez mesas bipersonais, unha mesa, unha cadeira, un armario, un reloxo de parede, unha esfera, dez mapas en tea, trinta e catro exemplares de Santos Españoles, de Ingenuidades e de Patria, oito exemplares de Estampas del Quijote, dezaseis exemplares de Lecturas de Oro e de Rueda de Espejos, oito exemplares de Anaquiños, doce exemplares de Copito y Yo e de Estampas Evangélicas, cinco exemplares de Obras del Padre Manjón, dúas láminas de plástico, un termómetro, un compás, un xogo de regra, escuadra, semicírculo e compás, un atlas bacharelato, dous dicionarios, un proxector con voltímetro, unha biblioteca de 130 volumes con vitrina, unha estufa butano Super Ser e dúas bombonas.

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O complemento alimentario

Os lectores máis novos preguntaranse que facían ou que función tiñan uns útiles para o leite nunha escola da época. Hai unha explicación. A posguerra española durou practicamente dúas décadas. Ata ben entrada a década dos anos cincuenta non se puideron recuperar os niveis alimenticios de antes da guerra, sendo os nenos un dos colectivos máis damnificados. A recuperación debeuse en parte á axuda alimenticia de Estados Unidos ao pobo español que se levou á práctica, entre outras vías, a través das escolas nacionais. Este complemento alimentario que recibían os escolares na escola consistía en leite en po, manteiga e queixo, produtos que moitos nenos comezaron a tomar por primeira vez grazas a este programa denominado Axuda Social Americana. Cada escola recibía estes produtos e os mestres responsabilizábanse de que os nenos tomasen a súa ración diaria no recreo. Este programa estivo a aplicarse entre 1955 e 1967. O leite facíase nun recipiente de porcelana ou cinc no que se removían as porcións de po e auga indicadas. Habitualmente, esta tarefa realizábana os alumnos maiores. O queixo tiña unha cor alaranxada e viña en latas douradas de 5 kg. A manteiga recomendábase por tratarse dun alimento altamente enerxético, de maneira que “a súa combustión produce a calor e a forza que precisa o neno, en constante movemento” e por ser portadora de “vitaminas disolutas (vitaminas hiposolubles) indispensables para o bo crecemento”. As racións consistían en 0,25 gramos de leite en po, 0,30 gramos de queixo e 0,10 gramos de manteiga.

A Inspección de Ensino Primario de Ourense publicou no ano 1955 as normas para implantar o complemento alimenticio nas escolas da provincia, creándose o Servizo Escolar de Alimentación (SEA) para xestionar esta actividade. Nesta primeira fase o complemento consistía nun cuarto de litro de leite diario por alumno. Estas normas eran :

Primera: El complemento alimenticio se facilitará a todos los alumnos matriculados en la Escuela. Solamente se exceptuarán aquellos que así lo indiquen sus padres o tutores, ante prescripción facultativa en contrario. Segunda: Se servirá a mitad de la sesión escolar, preferentemente en la de la mañana, aprovechando el tiempo de recreo. Tercera: El complemento no suplirá ninguna clase de comida de los alumnos. Cuarta: Se facilitará completamente gratuito. Quinta: El SEA facilitará la cantidad precisa de leche en polvo, previas la formalidades que se indiquen. La primera cantidad corresponderá al número de alumnos matriculados para cuarenta días lectivos a base de 25 gramos de leche en polvo por día y alumno.

Desde o SEA facíanse as recomendacións pertinentes para a conservación dos sacos de leite en po nas escolas. Solicitábase gardar os envases en sitios secos, lonxe doutros alimentos ou sustancias que tivesen cheiros fortes e abrilos só unha vez ao día. Para a súa preparación pídese diluír un volume de leite en sete volumes iguais de auga, é dicir, un quilogramo de leite en po por nove litros de auga. Disolverase en auga quente, sen necesidade de fervela pois o leite en po está esterilizado. Unha vez preparada debe ser inmediatamente consumido ou, na súa falta, gardado nunha neveira. En canto á distribución do leite:

Primero: Debe facilitarse a los niños, sobre todo en invierno, a una temperatura templada, nunca caliente, ya que como se sabe, los líquidos calientes actúan frecuentemente como vómitos. En época de verano, puede facilitarse fría. Segundo: Debe asegurarse en todo momento la higiene, tanto en la preparación como en la distribución. Para eso se recomiendan vasos de cristal liso y, a ser posible, que cada niño tenga el suyo. Tercero: Dada la preparación de la leche en polvo que se facilita, no es preciso agregarle azúcar, pues aunque ello es más agradable, tiene el inconveniente para el niño, que el azúcar, en grandes dosis, contribuye a la caries. Cuarto: Puede administrarse sola o a continuación de otros alimentos en caso de bocadillo a media mañana. Quinto: El complemento alimenticio deberá tomarse por los niños sin que supla ninguna de las comidas ordinarias, y siempre que haya transcurrido de dos a tres horas de la comida anterior o de la siguiente. Sexto: Debe acostumbrarse a los niños a tomar la leche a pequeños sorbos, pues así la digerirá mejor”.

En canto ao enxoval que se precisaba para tal tarefa suxeríase un forniño eléctrico, un recipiente, se é posible de porcelana, unha culler ou batidora de madeira para a elaboración e unha xerra para distribuír o leite aos vasos individuais.

En outubro de 1955 o SEA emite unha circular dirixida aos mestres nacionais no que se abordan as normas relativas á distribución de manteiga.

Primera. Se facilitará a cada niño una ración diaria de 10 gramos de mantequilla. Una cantidad mayor está contraindicada. Se extenderá sobre pan, galletas o similares, y ha de ser consumida en la misma Escuela, preferentemente al mismo tiempo que la toma de la leche.

Segunda. La mantequilla facilitada, procedente de la Ayuda Social Americana, es de sabor ligeramente salado, color amarillo y sin olor perceptible. Está preparada en envases metálicos con un peso neto de 2.700 gramos (bruto 3.040).

Tercero. Los envases con mantequilla deben guardarse en sitio fresco. Una vez abiertos, para lo que deberá usarse el abrelatas con las debidas exigencias higiénicas, se cubrirá totalmente en agua la mantequilla, debiendo renovarse aquélla cada día.

Cuarta. Se observará la máxima limpieza, tanto en la distribución como en la preparación.

Quinta. Solo es contraindicada en aquellos escolares enfermos, con diarrea, los que no suelen ni deben asistir a la Escuela”.

No caso da Escola de Parderrubias, tal como certifica unha circular do ano 1958, as subministracións eran retiradas dos almacéns do Señor Conde na Merca. En novembro de 1955, na Escola de Nenas repártense 576 racións de leite e 264 de manteiga a unha media de 24 escolares; en outubro de 1958, distribúense 780 racións de leite e 120 de queixo. En outubro de 1962, Don Isolino Camba Casas reparte na Escola de Nenos 450 racións. En febreiro de 1963 dona Encarnación Garrido Enríquez distribúe 300 na Escola de Nenas a 12 escolares. O xornal semanal El Magisterio Español sinalaba o 8 de outubro de 1958 que “según comprobaciones científicas realizadas, los niños beneficiados superan en peso y en talla a los mejor alimentados y de desarrollo normal, habiéndose equiparado a todos los niños, tanto de clases acomodadas como de condición humilde, en sus posibilidades de desarrollo físico”.

O labor social

Á parte do complemento alimentario que os escolares recibían a través da escola, esta tamén tivo un papel importante noutras obras de axuda social, que ben ían dirixidas aos propios alumnos ou se xestionaban a terceiros a través da Escola. O centro escolar recibía axudas en concepto de roupeiro escolar. En setembro de 1965 obtéñense once axudas por un importe de 400 pesetas e tres de 200, que son investidas en uniformes para os nenos. A selección dos nenos que se beneficiaban do roupeiro realizábaa un xurado integrado polo mestre, un representante dos pais de familia con nenos na Escola e un representante do concello. As axudas estaban formadas por lotes de calzado, pantalóns, vestidos, pezas de abrigo, pezas de uso interior ou pezas de uniforme.

A escola tamén xogaba un papel relevante nas campañas de Nadal e Reis da época dirixidas á recadación de donativos. Así o testemuña a circular que o alcalde da Merca dirixe á señora mestra da Escola de Parderrubias o 12 de decembro de 1958.

A fin de dar cumplimiento a la Circular del Excmo. Sr. Gobernador Civil de esta provincia, sobre suscripción para la Campaña de Navidad y Reyes 1958-59, y a lo acordado por la Junta Municipal Pro-Campaña de Navidad y Reyes, esta Alcaldía, una vez más, ruega a Vd. tenga bien ponerse al habla con el Sr. Cura Párroco de esa localidad, Presidente de la Junta Parroquial, a fin de recaudar los donativos que a tal efecto entreguen los vecinos de esa localidad.

Espero tome este asunto con sumo interés y preste su valioso auxilio al Sr. Cura Párroco y al Alcalde de Barrio de esa localidad para conseguir que los vecinos de esa Parroquia entreguen todos sus donativos en la cuantía que buenamente les sea posible, para engrosar los fondos de la suscripción Pro-Campaña de Navidad y Reyes y Aguinaldo del Combatiente, donativos que han de ser destinados a fines altamente humanitarios y cristianos.

Dios guarde a Vd. muchos años. La Merca, 12 de Diciembre de 1958. El Alcalde”.

En 1964 a escola canaliza a solicitude de axuda económica realizada aos escolares de Parderrubias para custear o Paso dos Nenos (popularmente coñecido como a Borriquiña) que cada Domingo de Ramos sae en procesión polas rúas de Ourense.

Se va a comprar un Paso para la procesión de domingo de Ramos al que por radicar en la catedral se atribuirá alcance diocesano. Desea el prelado que lo adquieran los niños para que en torno a él se reúnan todos, incluidos los de los pueblos que en tal fecha se trasladan a la capital y juntos, con palmas y corazón gozoso, acompañan a Jesucristo por las calle de Orense, en recuerdo y repetición del homenaje tributado al Salvador en Jerusalén. Lo recaudado en el Ayuntamiento no llegará a la mitad de su importe. Por esto hacemos una llamada a los niños de la diócesis, por conducto de sus Maestros, para que aporten donativos en metálico, remitiéndolos directamente a la Inspección. Muchas escuelas de fuera del municipio orensano han dado ya el ejemplo espontáneamente. Los envíos se publicarán en La Región y deben ser remitidos en breve plazo, pues el paso saldrá pronto de las manos del artista compostelano que aceptó su construcción para ser utilizado en la Semana Santa de este mismo año de 1964, concretamente el día 22 de marzo. Los donativos de los niños podrán ser pequeños si son conscientes, sinceros. Con muchos pocos se podrá alcanzar la meta. Inspección de Enseñanza de Orense”.

A Escola de Parderrubias tamén contribuía economicamente ás Obras Misionais Pontificias, institución da Igrexa cuxo obxectivo era apoiar a actividade misioneira en rexións non cristiás. Así, o Secretariado Diocesano de Misións recibe da Escola de Nenos de Parderrubias 600 pesetas o 5 de xuño de 1967 e 770 o 27 de febreiro de 1969, e da Escola Mixta, o 20 de marzo de 1970, outras 600 pesetas. Para facernos unha idea da contía destas axudas tomemos como referencia o custo que tiñan no ano 1968, en Parderrubias, algúns produtos básicos na tenda de Paulino Sierra: 6,80 pesetas unha “bola” de pan, 15,50 un quilo de azucre, 11,50 unha pastilla de xabón La Toja e 122 unha bombona de butano.

As lembranzas

Os recordos da Escola de Parderrubias son os recordos da nosa nenez, aqueles que quedaron gravados na nosa memoria e que nos acompañarán durante toda a nosa vida. Vaian as seguintes liñas como mostra dalgúns dos que conservan os autores deste traballo.

“Apenas teño lembranzas  do meu primeiro día na escola. Iso si, non o lembro como algo traumático, quizais porque tiña a vantaxe de que o mestre era meu pai. Recordo que había nenos maiores cando empecei. Lembro aqueles pupitres de madeira nos que os meus pés non alcanzaban o chan, así como o pizarrín que caía e coábase entre as fendas das táboas de madeira. Aquel enorme encerado negro que case revestía toda a parede, e aquela pelotiña de gorila que viña cos zapatos e que era o noso gran balón nos emocionantes partidos de fútbol. As partidas de buxaina e o xogo do aro que tan ben se lle daba aos outros nenos e que eu non cheguei a dominar ata pasado moito tempo. Tamén lembro que eu quería ir á escola como os demais nenos antes de que empezasen as clases para xogar con eles e o meu pai non me deixaba. Recordo, como non, o leite en po que había que remover nunha enorme perola de latón vermello e despois lavar os vasos que cada un utilizaba. Á maioría dos nenos non lles gustaba, quizais porque o leite da súa casa era infinitamente mellor que aquel mexunxe. Non lembro pasar frío na escola, en parte por aquela estufa de ferro que caldeaba algo aquel local, aínda que iso sí, moito máis confortable que o do outra  beira que utilizaban as nenas. Vénme á memoria a fila para entrar na escola, as oracións que rezabamos e o tintinar daquel reloxo de parede que marcaba as horas do noso tempo. Un dos recordos non gratos que teño é cando o mestre,  meu pai,  castigaba de xeonllos a algúns nenos por pelexarse ou tamén por coller os ovos ou as crías nos niños dos paxaros. Igualmente lembro aqueles laboriosos e ás veces tediosos exercicios de escritura coa pluma de tinta que poñían a proba a nosa destreza e como eliminabamos os borróns, que se facían cando non calculabamos ben a tinta, cun papel secante para minimizar o fatídico manchón. Lembro a Enciclopedia Álvarez e os contos de Anaquiños que tanto me gustaban. Tamén lembro o día seguinte á festa do pobo, que se celebraba no noso patio de recreo, buscando moedas coa ilusión de atopar as dunha peseta que o día anterior podía ter perdido algún incauto. Acórdome como nalgúns días do duro inverno ía co meu pai á escola por un carreiro estreito ata O Cruceiro do Trabazo para non pisar así a enorme enlamada que se facía nos camiños do Outeiro. Outros días faciámolo pasando pola Cova, que tanto misterio irradiaba. Pero, sen dúbida, o meu mellor recordo é que aquela foi unha etapa moi feliz, quizais a máis feliz da miña vida” (José Luis Camba Seara).


«Cuando aquel día de principios del mes de septiembre de 1972, con seis años, crucé por primera vez el umbral de su puerta únicamente quedaba habilitada el aula de la izquierda, pues la de la derecha, la antigua Escuela de Niñas, se había convertido en un almacén-trastero que siempre despertó nuestra inocente curiosidad. Hacía ya dos cursos que venía funcionando la Escuela Mixta. Niños y niñas compartíamos pupitres. Mi padre, que de aquellas tenía 39 años, había solicitado mi ingreso en la Escuela Mixta de Parderrubias adjuntando un Informe Médico firmado por el Doctor Azpilcueta (el médico de A Merca de toda nuestra infancia) en el que se acreditaba, una vez debidamente reconocido, que un servidor no padecía enfermedad contagiosa alguna y que me encontraba vacunado y revacunado contra la polio, tosferina, tétanos y difteria. Curiosamente quedé matriculado con el número 13, el número sagrado de Los Mayas, el Oxlajuj, es decir, el origen del Universo. La Ficha de Clase de ese primer curso académico 1972/73 registra los siguientes datos físicos del alumno Juan Carlos Sierra Freire: 1,08 m. de talla, 20 kg. de peso, agudeza visual normal, ninguna deficiencia orgánica ni motórica. En cuanto a las aptitudes, el alumno Juan Carlos presenta inteligencia despierta, atención buena, memoria buena, imaginación viva, aptitudes psicomotrices normales, hábitos buenos, actitudes, comportamiento y sociabilidad buenas, intereses normales. Por lo que respecta a los rasgos personales más destacados cabe señalar los de ser formal, ordenado y responsable. Ese primer día de escuela me fueron a recoger a casa José Luis y su hermana María José, hijos del Señor Maestro, don Isolino. Ellos me regalaron y me hicieron entrega de mi primer maletín, y con él me fui feliz y, a su vez, repleto de responsabilidad, hasta O Trabazo, lugar en donde estaba ubicada la Escuela. Posteriormente, muchas mañanas esperaba al Señor Maestro y le acompañaba hasta la Escuela. Con el paso del tiempo dejamos de ser parvulitos y ya partíamos solos mi hermano Javi y yo por el sendero que había detrás de la casa hasta O Outeiro y, desde allí hasta, O Trabazo. La jornada escolar comenzaba a las 10 de la mañana y se interrumpía a las 13 para el almuerzo, reanudándose a las tres de la tarde para ponerle fin a las cinco, después del obligatorio “Usted lo pase bien” al Señor Maestro. El aula era rectangular con grandes ventanales en el lateral izquierdo, los cuales en las oscuras mañanas de invierno no eran suficientes para proporcionar la necesaria luz natural, por lo que había que encender aquellas bombillas que colgaban del techo y que daban una luz amarillenta que proporcionaba una sensación de seguridad y bienestar que todavía recuerdo. Al fondo se encontraba la mesa del maestro y detrás un enorme encerado negro al que hacían guardia un crucifijo, un cuadro de la Inmaculada Concepción y dos retratos, el de Francisco Franco y el de José Antonio Primo de Rivera, que la verdad nunca me paré a preguntar por qué estaban allí colgados de la pared mirándonos fijamente. También había un mapa político de aquella España de los años 60 y principios de los 70 que servía de fondo al retratista que anualmente nos visitaba para dejar constancia de nuestro paso y nuestra evolución por la Escuela. Los pupitres eran dobles con una ligera inclinación, con una hendidura para los lapiceros y agujeros para colocar los tinteros, que yo no recuerdo utilizar, pues los tiempos habían cambiado y uno aprendió ya a escribir en pizarra individual y con pizarrín. En la Escuela Mixta de Parderrubias permanecí durante cinco cursos académicos, de 1972 a 1977, es decir, hasta Quinto de Educación General Básica (EGB): cursos 1972/73, 1973/74, 1974/75, 1975/76 y 1976/77. En el curso 1974/75 compartí bancos con colegiales de más edad que yo, como era el caso de Manuel Pérez, José Benito Lorenzo, Benito “O Caxote”, María José, Angelines y María Vicenta, y otros de mi edad, o más jóvenes, como el caso de Ité, Cristina, Rosamari, Elito, Marisol, Ana María, José César, Pepita, Ramón, Carmen, Tito, Lito, Alfonso, José Antonio, Lolín, José Ramón, María Luisa y mi hermano Javi. Siempre me pregunté como el Señor Maestro era capaz de dosificar la docencia que cada uno necesitábamos teniendo delante tal disparidad de edades. Durante esos años cursé nueve asignaturas por año: cinco de las áreas de Expresión y cuatro de las áreas de Experiencia. En concreto, Lengua Española, Área Matemática, Área Plástica, Formación Musical, Educación Física, Social y Cultural, Ciencias Naturales y Formación Religiosa. La calificación global de los distintos cursos fue de Sobresaliente en Primero, Segundo y Quinto, y notable en Segundo y Tercero. El 22 de junio de 1977 ponía fin a mi etapa escolar en la Escuela Mixta de Parderrubias. En ese último curso compartí bancadas con José César, Marisol, José Ramón, Tito, Carmen, María Luisa, Ité, Cristina, Rosa Mari, María Vicenta, Ana, Manolito, José Antonio, Benjamín, Julio, Rosiña, Maribel, Lito, Lolín, Mari Nieves, Gonzalo, Ramón, Pepita y mi hermano Javi. Ese día de junio regresé a casa con un maletín cargado a rebosar de recuerdos, mucho más grande que el que llevé orgulloso el primer día, obsequio de María José y José Luis. De la Escuela de Parderrubias recuerdo ejercitar la caligrafía con pizarra y pizarrín, y como no, con los cuadernos Rubio. Recuerdo aprender a sumar y a restar con palitos meticulosamente elaborados por el Señor Maestro a partir de sarmientos o con habas. Recuerdo escribir al dictado. Recuerdo enamorarme de la historia de España brillantemente contada por el Señor Maestro. Me quedaron grabadas, por ejemplo, las hazañas de Viriato o la gesta de Guzmán el Bueno en Tarifa; eran historias contadas de manera tan vívida que me hacían viajar en el tiempo. Recuerdo llevarme a casa libros de cuentos en vacaciones para ilusionarme con el mundo de Los Tres Cerditos, Pulgarcito, o Blanca Nieves y los Siete Enanitos. Recuerdo organizar el Día del Domund para ir ese domingo por las casas del pueblo solicitando unas monedas para introducir en la ranura de la cabeza de aquel negrito al que todos llamábamos chinito. Recuerdo la ilusión de la Navidad adornando en la escuela el pino que íbamos a cortar al monte. Recuerdo las proyecciones de filminas con el famoso Enosa 300. Recuerdo que en el recreo jugábamos a la cadena, a la rayuela (que no sé porque le llamábamos truco), a las canicas,… Recuerdo,… recuerdo tantas cosas”. (Tomado do libro Natus sum in Parietes Rubias, que proximamente publicará o segundo autor deste artigo).


VERSIÓN EN CASTELLANO

Nuestra Escuela de Parderrubias. Por José Luis Camba Seara y Juan Carlos Sierra Freire

El jueves 6 de enero de 1927 tenía lugar en Parderrubias el acto de colocación de la primera piedra de la Escuela, la cual iría ubicada en el lugar de O Trabazo, a las afueras de los núcleos poblacionales que conforman la Parroquia (Sierra Freire, 2015). Tan señalado acto fue presidido por el Señor Alcalde de A Merca, Don José Garrido González, acompañado de concejales, curas, maestros, así como de numerosos vecinos. Cabe reseñar el hecho de que el Alcalde en cuestión es uno de los afamados Hermanos Escultores de Parderrubias. Los niños acudieron ese día de Reyes a O Trabazo con banderas que dieron un gran colorido al evento. Pronunciaron discursos el Señor Párroco de Parderrubias, don Ambrosio Cid Fariñas, que llevaba unos meses al frente de la Parroquia, encargándose además de la correspondiente bendición, y el Señor Maestro, don Manuel Méndez Gallego. El acto festivo terminó con el reparto de dulces a los niños y una salva de bombas. Véase https://aparroquiadeparderrubias.wordpress.com/parderrubias-acontecimientos-historicos/

La construcción del edificio rectangular, en perpiaño de granito, con cubierta a dos aguas, y amplios ventanales, sería llevada a cabo por los Hermanos Garrido (Os Escultores de Parderrubias). Diecinueve meses después de la colocación de la primera piedra, concretamente el domingo 12 de agosto de 1928, tiene lugar el solemne acto de inauguración oficial del nuevo pabellón escolar. A primera hora de la tarde llegan a Parderrubias el Gobernador Civil de la Provincia, don Vicente Rodríguez Carril, el Inspector de Primera Enseñanza, Señor Maceda, y el Jefe Provincial de Unión Patriótica, Señor Salgado Biempica. A la entrada del pueblo eran aguardados por el Alcalde de A Merca, señor Garrido, su Corporación, el Maestro Nacional y el párroco. La prensa de la época destaca que el nuevo edificio constituye un modelo en su género, habiendo sido sufragado por el presupuesto municipal y la suscripción de los vecinos de la Parroquia. El Párroco realiza la bendición y a continuación toma la palabra el Inspector, cuyo discurso fue muy aplaudido por los asistentes.

Con anterioridad a este edificio, la Escuela de Parderrubias había estado ubicada en la primera planta de una casa particular, propiedad de Serafín Sierra Mosquera, bisabuelo de uno de los autores de este documento, sita en lo que hoy se conoce por Aira da Escola, en el pueblo de A Iglesia. En esa época, en el mundo rural, era habitual usar como escuela una casa particular, cedida por algún vecino para tal fin. Dicha casa todavía se conserva en la actualidad, aunque el único vestigio que queda de la antigua escuela es una flor de seis pétalos coloreada en un dintel de una de las ventanas. Subir las empinadas escaleras de piedra que conducen a esa primera planta y traspasar la puerta de entrada nos transporta a un tiempo pasado difícilmente imaginable para los escolares de hoy en día.

Flor antiga escola
Ventana de la antigua Escuela

La historia

La nueva escuela estuvo en funcionamiento durante más de medio siglo, concretamente desde el año 1928 hasta 1980, fecha en la que cierra definitivamente sus puertas como consecuencia de la política de concentración escolar que traslada a los niños de Parderrubias al Grupo Escolar de A Merca, en donde se concentraron todos los escolares de las escuelas unitarias del Ayuntamiento, en concreto, los de Corbillón, Entreambosríos, Faramontaos, Fontao, Forxás, A Manchica, A Merca, A Mezquita, Olás de Vilariño, Parderrubias, Pereira, Proente, Solveira, Vilachá y Zarracós. La Ley General de Educación propone la agrupación de los alumnos de los diferentes pueblos en centros de mayor capacidad con instalaciones y servicios más adaptados a los nuevos tiempos. Esta concentración trajo consigo a su vez el traslado de los docentes que regentaban las antiguas escuelas rurales.

Originalmente, el nuevo pabellón escolar fue diseñado para acoger en dos aulas independientes a la Escuela de Niños y a la Escuela de Niñas, regentadas por un maestro y una maestra, respectivamente. Así funcionará la Escuela hasta finales del curso escolar 1968/69, pues en el siguiente, 1969/70, se convierte en Escuela Mixta de Parderrubias. No disponemos de datos precisos acerca de los primeros maestros que impartieron docencia en la escuela. Sí sabemos que en el año de su inauguración estaba como maestro don Manuel Méndez Gallego. Por los registros de visitas de la Inspección Educativa y por los Registros Escolares que se conservan desde el año 1939, podemos afirmar que entre 1939 y 1947 fue maestra en la Escuela de Niñas doña Concepción Vázquez Feijoo, a la que sucedió doña Delia Iglesias Rodríguez hasta el año 1954, cuando toma posesión doña Catalina López Cid. En el año 1962 se hizo cargo de la plaza doña Encarnación Garrido Enríquez, que la regenta hasta el curso escolar 1968/69, último en el que funcionan las escuelas de niños y niñas de manera separada. En el curso siguiente se crea la Escuela Mixta de la que se hace cargo Don Isolino Camba Casas, que era el maestro hasta esa fecha de la Escuela de Niños, y cuya figura ha sido descrita por Outomuro Seara (2015) en este mismo Blog; véase https://aparroquiadeparderrubias.wordpress.com/2015/11/27/e14-don-isolino-camba-casas-1913-2001-por-manuel-outumuro-seara/

Son más escasos los datos que disponemos acerca de los maestros de la Escuela de Niños. Se sabe que durante el curso escolar 1946/47 ejercía dicha labor don José Rodríguez Portela (O Có) que continuó hasta el curso 1953/54. Para el curso 1956/57 fue destinado don José Martínez Sousa, ya con 65 años de edad y 41 de servicios, que estuvo dos años regentando dicha Escuela. En el curso 1958/59 se incorpora oficialmente a la misma don Isolino Camba Casas, aunque ya se había hecho cargo de la Escuela durante parte del curso anterior. Desde ese año 1958 y hasta su cierre en 1980, Don Isolino fue el único maestro de la Escuela de Parderrubias.

La formación que se impartía

A lo largo de su historia, la Escuela de Parderrubias fue testigo de la vigencia de tres grandes leyes sobre Educación Primaria en España. Todas ellas coincidían en que el inicio de la etapa escolar obligatoria era a la edad de 6 años, por lo que todos los niños del pueblo comenzamos la escolarización a esa edad. En 1857 se promulga la Ley de Instrucción Pública (Ley Moyano) que estructura la Educación Primaria en dos etapas: Elemental (6-9 años) y Superior (9-12 años). En 1945 entra en vigor la Ley de Enseñanza Primaria, que establecía la obligatoriedad de la educación hasta los 12 años, la cual sería gratuita y separada por sexos. Esta Ley constituía un claro reflejo de la ideología franquista, por lo que la educación que recibían los alumnos era confesional, patriótica, social, intelectual y profesional. Ejemplo de ello es la circular que la Delegación Local de Juventudes de La Merca envía a la Maestra de Parderrubias con motivo de la celebración del Día de la Madre del año 1958, la cual transcribimos literalmente:

El próximo 8 de diciembre, fecha en que se celebra la fiesta de la Inmaculada Concepción, se conmemora en toda España el día de la Madre. Día este que ha de servir para rendir homenaje de admiración y cariño a la Madre española, centinela permanente de las mejores virtudes de nuestro pueblo. En atención a ello, se organizarán en las Escuelas los siguientes actos:

1º.- Se celebrará en cada Escuela un acto religioso en el que se rendirá homenaje a la Virgen María en la advocación que patrocine la localidad.

2º.- Todos los niños y niñas, que sepan hacerlo, escribirán una sencilla carta de felicitación a la tía “Ma” (Doña María Jesús Primo de Rivera y Orbaneja) que durante tantos años sustituyó a la madre muerta, de la que José Antonio escribió en su testamento: “Cuya maternal abnegación y afectuosa entereza no podremos pagar con tesoros de agradecimiento”. La mencionada carta se remitirá con franqueo ordinario a la siguiente dirección: Paseo de Recoletos, nº 37, Madrid, antes del día 6.

3º.- En todas las Escuelas se abrirá una suscripción a la que deberán contribuir todos los niños con VEINTICINCO céntimos, y que tiene por finalidad proceder a la compra de un obsequio que el día 8 se entregará personalmente a Doña María Jesús Primo de Rivera. El importe de esta suscripción deberá tener entrada en la Jefatura Local del Movimiento de La Merca (Casa Consistorial) antes del día CINCO, al objeto de proceder a su envío urgente.

4º.- Se exhortará a los niños para que en este día obsequien a sus madres respectivas con un pequeño regalo.

5º.- Antes del día 13 próximo deberá enviar a esta Jefatura Local, cada Maestro(a), una memoria detallando los actos realizados y en la que se harán constar expresamente los siguientes extremos: a) número de cartas remitidas a Doña María Jesús Primo de Rivera. b) Número de niños que han contribuido a la suscripción en su homenaje. c) Número de niños asistentes a actos religiosos. d) Otros actos celebrados.

Por Dios, España y su Revolución Nacional Sindicalista.

La Merca, 3 de Diciembre de 1958.

El Delegado Local. Fdo. M.S.R.

Vº. Bº. El Jefe Local del Movimiento. Fdo. S.J.G.V.»

En 1970, con Villar Palasí como Ministro de Educación, se promulga la Ley General de Educación que propone la Educación General Básica (EGB) de los 6 a los 14 años, con carácter obligatorio y gratuito. Estaba organizada en dos etapas: Primera Etapa (de Primero a Quinto, de los 6 a los 11 años) y Segunda Etapa (de Sexto a Octavo, de 12 a 14 años). Un hecho bastante común en Parderrubias era que, entre los 10-12 años, muchos niños pasasen a completar sus estudios al Seminario Menor y las niñas a las Josefinas. Otros, una vez finalizado el periodo escolar obligatorio, comenzaban a trabajar como aprendices de oficios característicos de la comarca como carpinteros o albañiles, o se incorporaban a las tareas de la labranza.

La Ley Moyano incluía como materias de estudio Lectura, Escritura, Principios de Gramática, Principios de Aritmética, Doctrina Cristiana, y Nociones de Agricultura, Industria y Comercio. La Ley de 1945 las agrupaba en tres apartados: Instrumentales (Lectura, Expresión Gráfica: Escritura, Redacción y Dibujo, y Cálculo), Formativas (Religión, Formación del Espíritu Nacional –incluía Geografía e Historia-, Lengua Nacional, Matemáticas y Educación Física) y Complementarias (Ciencias Naturales, Artísticas: Música, Canto y Dibujo, y Utilitarias: Trabajos Manuales, Talleres y Labores). Por último, la Ley de 1970 incluía las materias de Lengua Castellana, Matemáticas, Conocimientos del Mundo Social y Cultural, Conocimiento del Mundo Físico, Formación y Expresión Artística, Educación Física, Deportiva y para la Salud, y Formación Cívico-Social (Egido Gálvez, 1994).

El idioma que se usaba de manera oficial en la Escuela era el castellano. El gallego se empleaba para comunicarse entre sí los alumnos y, en ocasiones, con el Maestro. El currículum escolar no incluía la lengua gallega, nuestra lengua materna, y en los libros escolares apenas existían referencias culturales o históricas a la cultura gallega. La Dictadura lo había prohibido y se tuvo que esperar hasta la llegada de la democracia a nuestro país a que esto cambiase.

Los alumnos

Durante el período comprendido entre 1940 y 1959 se produjeron en Parderrubias 157 nacimientos, es decir, un promedio de 7,85 por año (Sierra Freire, 2016a). De 1960 a 1979 el promedio baja a los 5,15 nacimientos anuales (Sierra Freire, 2016b). Estos datos ponen de manifiesto que la población infantil en Parderrubias era muy numerosa. Era habitual que cada familia tuviese un promedio de 2-3 niños en edad escolar. Los registros escolares, tanto de la Escuela de Niños como de la Escuela de Niñas, dan fe de este hecho. En ellos se aprecia que era habitual superar los 30 alumnos por año escolar en ambas aulas. La Figura 1 permite observar la evolución del número de alumnos matriculados entre los cursos escolares 1953/54 y 1979/80; en el caso de los niños, el registro comienza en el curso 1956/57. Se aprecia como la matrícula presenta un descenso paulatino hasta inicios de la década de los años 70, fecha en la que la Escuela se convirtió en Mixta y momento en el que llegan a la Escuela los niños del fenómeno baby boom experimentado en Parderrubias en el año 1967 (Sierra Freire, 2016b).

Matrículas
Figura 1. Evolución de las matrículas en la Escuela de Niños y en la Escuela de Niñas

A continuación, a partir de los registros escolares, listamos a los alumnos de don Isolino Camba Casas. Aparecen agrupados por décadas, según el orden de registro, desde el curso escolar 1957/58 hasta 1979/80. En la década de los años cincuenta iniciaron sus estudios en la Escuela 50 niños: Manuel Grande Fernández, Aurelio González Fernández, Bautista Garrido Fernández, José Fernández Santos, Alfredo Fernández Seara, José Grande Casas, Jesús Fernández Iglesias, Avelino Sierra Fernández, Fernando Pérez Fernández, Virgilio Outumuro Fernández, Antonio Lorenzo Seara, Isidro Grande Fernández, José Seara Iglesias, Isolino González Rodríguez, Sergio Grande Casas, José Seara Grande, Serafín Grande Seara, Manuel Sierra Fernández, José Lorenzo González, Claudino Grande Casas, Manuel Outumuro Casas, Manuel Lorenzo González, Adolfo Grande Justo, José Grande Fernández (hijo de Eliseo y Hortensia), José Grande Fernández (hijo de José y Aurora), Isolino Outumuro Fernández, Fernando Sampedro Justo, Benito Suárez Gulín, Nicanor Lorenzo González, Celso Grande Seara, Jaime Freire Seara, Manuel Suárez Gulín, Cesáreo Grande Casas, Adolfo Outumuro Seara, José Luis Fernández Seara, Adolfo Sueiro González, José Iglesias Lorenzo, José Outumuro Seara, José Manuel Grande Justo, Celso Fernández Outumuro, Eliseo Fernández Outumuro, Manuel Currás Rodríguez, Manuel Outumuro Iglesias, Modesto González Fernández, Jaime Grande Casas, Serafín Grande Sierra, Evaristo Atrio Conde, Manuel Garrido González, José Fernández Feijoo y Celso Sueiro Domínguez.

En los años sesenta se matriculan 24 niños, incorporándose seis niñas a finales de la década, cuando la Escuela se convierte en Mixta: José Luis Camba Seara, José Pazos González, Eugenio Grande Sierra, Enrique Outumuro Seara, José Luis Garrido González, Manuel Rodríguez Garrido, Manuel Lorenzo Casas, David Outumuro Seara, Manuel Sampedro Grande, César González Fernández, Manuel Garrido Sampedro, Manuel Atrio Conde, Manuel Santos Daquinta, Manuel Outumuro Seara, Eladio Sampedro Grande, José Luis Grande Martínez, José Manuel Justo Grande, Manuel Rodríguez Rodríguez, José Benito Lorenzo Casas, Avelino Atrio Conde, Antonio Loureiro Grande, Manuel Pérez Seara, José Benito Díaz Conde, Juan Pablo Díaz Carnero, María Rosario Sampedro Grande, María Isabel Freire Seara, María Luz Quintas Outumuro, Angelines Quintas Outumuro, María Carmen Nanín Delgado y María José Garrido Sampedro.

Finalmente, en los años 70 inician sus estudios en la Escuela Mixta de Parderrubias 17 niñas y 20 niños: María Vicenta Outumuro Outumuro, Eliseo Manuel Vidal Grande, María José Outumuro Outumuro, Juan Carlos Sierra Freire, Rosa María Pazos Outumuro, María Cristina Outumuro Fernández, José Ramón Outumuro Outumuro, Benito Outumuro Outumuro, Alfonso Grande Pérez, José Antonio Outumuro Outumuro, José Nanín Delgado, José Javier Sierra Freire, José César Sierra González, María Sol Outumuro Grande, Ana María Outumuro Rodríguez, Carmen Rodríguez Rodríguez, María Josefa Crespo Díaz, María Luisa Seara Martínez, María José Fernández Feijoo, Aurora Outumuro Outumuro, Gonzalo Outumuro Rodríguez, Abelardo González Outumuro, José Ángel Outumuro Grande, María Sol Rodríguez Díaz, Rosa María Grande Madarnás, María Isabel Seara Martínez, Manuel Fernández Pérez, Antonio Seara Seara, Ramón Rodríguez Rodríguez, Julio Grande Seara, María José Fernández Pazos, María Nieves Lorenzo Estévez, Luis Carlos Martínez Outumuro, Jorge Luis Sierra González, Benjamín Cid Seara, María José Grande Rodríguez y José Grande Atrio.

Los enseres y materiales escolares

Gracias al inventario del año 1949 llevado a cabo en la Escuela de Niñas, podemos hacernos una idea más o menos clara del equipamiento escolar en esa época. Dicho inventario incluía una mesa de la profesora, un crucifijo, un cuadro de la Inmaculada, un cuadro de su Excelencia el Generalísimo, diez bancos bipersonales, dos bancos, una escribanía, una carpeta, un termómetro, una campanilla, un diccionario, un encerado, una silla, un lavabo, una regla, un mapa de España, una esfera terrestre, doce ejemplares de Europa (segundo manuscrito de Dalmau), ocho ejemplares de El Primer Manuscrito, seis ejemplares de Lecciones de Cosas, seis ejemplares de Lectura Mental y Activa, seis ejemplares de La Niña Instruida, cuatro ejemplares de Corazón, dos enciclopedias de grado elemental, cuatro ejemplares de Rayas (1º, 2º y 3º), seis ejemplares del  libro de lectura Cordialidades, seis libros del libro de lectura El Libro de las Niñas, quince tinteros, dos Obras del Padre Manjón y una bandera nacional. En ese año 1949 la maestra tenía un sueldo de 7.200 pesetas y la Escuela había recibido 150 pesetas para materiales.

Casi veinte años después, el equipamiento de la Escuela de Niñas seguía siendo muy similar. Así, en el curso escolar 1966/67 estaba compuesto por un crucifijo, un cuadro de la Inmaculada, uno del Generalísimo y otro de José Antonio, una mesa de la profesora, una escribanía, una campanilla, una silla de la profesora, una mesa plana, un brasero, dos banderas, tres bancos multipersonales, doce mesas bipersonales y tinteros, una esfera, un armario para libros, doce ejemplares de Anaquiños, Mi Costurero y del Libro de las Niñas, doce ejemplares de El Primer Manuscrito, de El Segundo Manuscrito y de Cordialidades, doce ejemplares de María la muy Amada, diez ejemplares de Ingenuidades, cuatro mapas deteriorados, un mapa físico y otro político de España, cuatro mapas (Asia, África, Europa y América del Norte), un diccionario, un libro de Evangelios, un sello con tampón, dos libros del maestro, dos ejemplares de Sugerencias y Ejercicios (1º y 2º grado), Obras del Padre Manjón, útiles de la leche y un juego de compás, escuadra, semicírculo y regla.

Por lo que respecta a la Escuela de Niños, en el año 1956 disponía de una mesa escritorio, una silla, dieciséis mesas bipersonales, cuatro bancos ordinarios, un crucifijo, un cuadro de la Purísima, un cuadro del Generalísimo, una bandera, un reloj de pared, seis Obras del Padre Manjón, seis ejemplares de Mosaico, dieciséis Manuscritos, nueve ejemplares de El Primer Manuscrito, tres ejemplares de Geografía, doce libros de lectura, doce ejemplares de Historia Sagrada, diez ejemplares de Urbanidad, cinco enciclopedias, cinco ejemplares de Aritmética, tres ejemplares de Lecciones de Cosas, un sello, seis pizarras y un cántaro de agua.

El inventario de 1970 de la Escuela de Niños incluye un crucifijo, dos banderas nacionales, diez mesas bipersonales, una mesa, una silla, un armario, un reloj de pared, una esfera, diez mapas en tela, treinta y cuatro ejemplares de Santos Españoles, de Ingenuidades y de Patria, ocho ejemplares de Estampas del Quijote, dieciséis ejemplares de Lecturas de Oro y de Rueda de Espejos, ocho ejemplares de Anaquiños, doce ejemplares de Copito y Yo y de Estampas Evangélicas, cinco ejemplares de Obras del Padre Manjón, dos láminas de plástico, un termómetro, una brújula, un juego de regla, escuadra, semicírculo y compás, un atlas bachillerato, dos diccionarios, un proyector con voltímetro, una biblioteca de 130 volúmenes con vitrina, una estufa butano Super Ser y dos bombonas.

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El complemento alimentario

Los lectores más jóvenes se preguntarán que hacían o qué función tenían unos útiles para la leche en una escuela de la época. Hay una explicación. La posguerra española duró prácticamente dos décadas. Hasta bien entrada la década de los años cincuenta no se pudieron recuperar los niveles alimenticios de antes de la guerra, siendo los niños uno de los colectivos más damnificados. La recuperación se debió en parte a la ayuda alimenticia de Estados Unidos al pueblo español que se llevó a la práctica, entre otras vías, a través de las Escuelas Nacionales. Este complemento alimentario que recibían los niños en la Escuela consistía en leche en polvo, mantequilla y queso, productos que muchos escolares comenzaron a tomar por primera vez gracias a este programa denominado Ayuda Social Americana. Cada Escuela recibía estos productos y los maestros se responsabilizaban de que los niños tomasen su ración diaria en el recreo. Este programa se estuvo aplicando entre 1955 y 1967. La leche se hacía en un recipiente de porcelana o cinc en el que se removían las porciones de polvo y agua indicadas. Habitualmente, esta tarea la realizaban los alumnos mayores. El queso tenía un color anaranjado y venía en latas doradas de 5 kg. La mantequilla se recomendaba por tratarse de un alimento altamente energético, de manera que “su combustión produce el calor y la fuerza que precisa el niño, en constante movimiento” y por ser portadora de “vitaminas disueltas (vitaminas hiposolubles) indispensables para el buen crecimiento”. Las raciones consistían en 0,25 gramos de leche en polvo, 0,30 gramos de queso y 0,10 gramos de mantequilla.

La Inspección de Enseñanza Primaria de Orense publicó en el año 1955 las normas para implantar el complemento alimenticio en las escuelas de la provincia, creándose el Servicio Escolar de Alimentación (SEA) para gestionar esta actividad. En esta primera fase el complemento consistía en un cuarto de litro de leche diario por alumno. Estas normas eran:

Primera: El complemento alimenticio se facilitará a todos los alumnos matriculados en la Escuela. Solamente se exceptuarán aquellos que así lo indiquen sus padres o tutores, ante prescripción facultativa en contrario. Segunda: Se servirá a mitad de la sesión escolar, preferentemente en la de la mañana, aprovechando el tiempo de recreo. Tercera: El complemento no suplirá ninguna clase de comida de los alumnos. Cuarta: Se facilitará completamente gratuito. Quinta: El SEA facilitará la cantidad precisa de leche en polvo, previas la formalidades que se indiquen. La primera cantidad corresponderá al número de alumnos matriculados para cuarenta días lectivos a base de 25 gramos de leche en polvo por día y alumno.

Desde el SEA se hacían las recomendaciones pertinentes para la conservación de los sacos de leche en polvo en las escuelas. Se solicitaba guardar los envases en sitios secos, lejos de otros alimentos o sustancias que tuviesen olores fuertes y abrirlos solo una vez al día. Para su preparación se pedía diluir un volumen de leche en siete volúmenes iguales de agua, es decir, un kilogramo de leche en polvo por nueve litros de agua. Se disolverá en agua caliente, sin necesidad de hervirla pues la leche en polvo está esterilizada. Una vez preparada debe ser inmediatamente consumida o, en su defecto, guardada en una nevera. En cuanto a la distribución de la leche:

Primero: Debe facilitarse a los niños, sobre todo en invierno, a una temperatura templada, nunca caliente, ya que como se sabe, los líquidos calientes actúan frecuentemente como vómitos. En época de verano, puede facilitarse fría. Segundo: Debe asegurarse en todo momento la higiene, tanto en la preparación como en la distribución. Para eso se recomiendan vasos de cristal liso y, a ser posible, que cada niño tenga el suyo. Tercero: Dada la preparación de la leche en polvo que se facilita, no es preciso agregarle azúcar, pues aunque ello es más agradable, tiene el inconveniente para el niño, que el azúcar, en grandes dosis, contribuye a la caries. Cuarto: Puede administrarse sola o a continuación de otros alimentos en caso de bocadillo a media mañana. Quinto: El complemento alimenticio deberá tomarse por los niños sin que supla ninguna de las comidas ordinarias, y siempre que haya transcurrido de dos a tres horas de la comida anterior o de la siguiente. Sexto: Debe acostumbrarse a los niños a tomar la leche a pequeños sorbos, pues así la digerirá mejor”.

En cuanto al menaje que se precisaba para tal tarea se sugería un hornillo eléctrico, un recipiente, a ser posible de porcelana, una cuchara o batidora de madera para la elaboración y una jarra para distribuir la leche a los vasos individuales.

En octubre de 1955 el SEA emite una circular dirigida a los Maestros Nacionales en el que se abordan las normas relativas a la distribución de mantequilla.

Primera. Se facilitará a cada niño una ración diaria de 10 gramos de mantequilla. Una cantidad mayor está contraindicada. Se extenderá sobre pan, galletas o similares, y ha de ser consumida en la misma Escuela, preferentemente al mismo tiempo que la toma de la leche.

Segunda. La mantequilla facilitada, procedente de la Ayuda Social Americana, es de sabor ligeramente salado, color amarillo y sin olor perceptible. Está preparada en envases metálicos con un peso neto de 2.700 gramos (bruto 3.040).

Tercero. Los envases con mantequilla deben guardarse en sitio fresco. Una vez abiertos, para lo que deberá usarse el abrelatas con las debidas exigencias higiénicas, se cubrirá totalmente en agua la mantequilla, debiendo renovarse aquélla cada día.

Cuarta. Se observará la máxima limpieza, tanto en la distribución como en la preparación.

Quinta. Solo es contraindicada en aquellos escolares enfermos, con diarrea, los que no suelen ni deben asistir a la Escuela”.

En el caso de la Escuela de Parderrubias, tal como certifica una circular del año 1958, los suministros eran retirados de los almacenes del Señor Conde en A Merca. En noviembre de 1955, en la Escuela de Niñas se reparten 576 raciones de leche y 264 de mantequilla a un promedio de 24 escolares; en octubre de 1958, se distribuyen 780 raciones de leche y 120 de queso. En octubre de 1962, Don Isolino Camba Casas reparte en la Escuela de Niños 450 raciones. En febrero de 1963 Doña Encarnación Garrido Enríquez distribuye 300 en la Escuela de Niñas a 12 escolares. El periódico semanal El Magisterio Español señalaba el 8 de octubre de 1958 que “según comprobaciones científicas realizadas, los niños beneficiados superan en peso y en talla a los mejor alimentados y de desarrollo normal, habiéndose equiparado a todos los niños, tanto de clases acomodadas como de condición humilde, en sus posibilidades de desarrollo físico”.

La labor social

Aparte del complemento alimentario que los escolares recibían a través de la Escuela, ésta también tuvo un papel importante en otras obras de ayuda social, que bien iban dirigidas a los propios alumnos o se gestionaban a terceros a través de la Escuela. El centro escolar recibía ayudas en concepto de Ropero Escolar. En septiembre de 1965 se obtienen once ayudas por un importe de 400 pesetas y tres de 200, que son invertidas en uniformes para los niños. La selección de los niños que se beneficiaban del ropero la realizaba un Jurado integrado por el Maestro, un representante de los padres de familia con niños en la Escuela y un representante del Ayuntamiento. Las ayudas estaban formadas por lotes de calzado, pantalones, vestidos, prendas de abrigo, prendas de uso interior o prendas de uniforme.

La Escuela también jugaba un papel relevante en las campañas de Navidad y Reyes de la época dirigidas a la recaudación de donativos. Así lo atestigua la circular que el Alcalde de A Merca dirige a la Señora Maestra de la Escuela de Parderrubias el 12 de diciembre de 1958.

A fin de dar cumplimiento a la Circular del Excmo. Sr. Gobernador Civil de esta provincia, sobre suscripción para la Campaña de Navidad y Reyes 1958-59, y a lo acordado por la Junta Municipal Pro-Campaña de Navidad y Reyes, esta Alcaldía, una vez más, ruega a Vd. tenga bien ponerse al habla con el Sr. Cura Párroco de esa localidad, Presidente de la Junta Parroquial, a fin de recaudar los donativos que a tal efecto entreguen los vecinos de esa localidad.

Espero tome este asunto con sumo interés y preste su valioso auxilio al Sr. Cura Párroco y al Alcalde de Barrio de esa localidad para conseguir que los vecinos de esa Parroquia entreguen todos sus donativos en la cuantía que buenamente les sea posible, para engrosar los fondos de la suscripción Pro-Campaña de Navidad y Reyes y Aguinaldo del Combatiente, donativos que han de ser destinados a fines altamente humanitarios y cristianos.

Dios guarde a Vd. muchos años. La Merca, 12 de Diciembre de 1958. El Alcalde”.

En 1964 la Escuela canaliza la solicitud de ayuda económica realizada a los escolares de Parderrubias para costear el Paso de los Niños (popularmente conocido como la Borriquita) que cada Domingo de Ramos procesiona por las calles de Ourense.

Se va a comprar un Paso para la procesión de domingo de Ramos al que por radicar en la catedral se atribuirá alcance diocesano. Desea el prelado que lo adquieran los niños para que en torno a él se reúnan todos, incluidos los de los pueblos que en tal fecha se trasladan a la capital y juntos, con palmas y corazón gozoso, acompañan a Jesucristo por las calle de Orense, en recuerdo y repetición del homenaje tributado al Salvador en Jerusalén. Lo recaudado en el Ayuntamiento no llegará a la mitad de su importe. Por esto hacemos una llamada a los niños de la diócesis, por conducto de sus Maestros, para que aporten donativos en metálico, remitiéndolos directamente a la Inspección. Muchas escuelas de fuera del municipio orensano han dado ya el ejemplo espontáneamente. Los envíos se publicarán en La Región y deben ser remitidos en breve plazo, pues el paso saldrá pronto de las manos del artista compostelano que aceptó su construcción para ser utilizado en la Semana Santa de este mismo año de 1964, concretamente el día 22 de marzo. Los donativos de los niños podrán ser pequeños si son conscientes, sinceros. Con muchos pocos se podrá alcanzar la meta. Inspección de Enseñanza de Orense”.

La Escuela de Parderrubias también contribuía económicamente a las Obras Misionales Pontificias, institución de la Iglesia cuyo objetivo era apoyar la actividad misionera en regiones no cristianas. Así, el Secretariado Diocesano de Misiones recibe de la Escuela de Niños de Parderrubias 600 pesetas el 5 de junio de 1967 y 770 el 27 de febrero de 1969, y de la Escuela Mixta, el 20 de marzo de 1970, otras 600 pesetas. Para hacernos una idea de la cuantía de estas ayudas tomemos como referencia el coste que tenían en el año 1968, en Parderrubias, algunos productos básicos en la tienda de Paulino Sierra: 6,80 pesetas una “moña” de pan, 15,50 un kilo de azúcar, 11,50 una pastilla de jabón La Toja y 122 una bombona de butano.

Los recuerdos

Los recuerdos de la Escuela de Parderrubias son los recuerdos de nuestra niñez, aquellos que quedaron grabados en nuestra memoria y que nos acompañarán durante toda nuestra vida.  Valgan las siguientes líneas como muestra de algunos de los que conservan los autores de este trabajo.

“Apenas tengo recuerdos de mi primer día en la escuela. Eso sí, no lo recuerdo como algo traumático, quizás porque tenía la ventaja de que el maestro era mi padre. Recuerdo que había niños mayores cuando empecé. Recuerdo aquellos pupitres de madera en los que mis pies no alcanzaban el suelo, así como el pizarrín que se caía y se colaba entre las rendijas de las tablas de madera. Aquel enorme encerado negro que casi revestía toda la pared, y aquella pelotita de gorila que venía con los zapatos y que era nuestro gran balón en los emocionantes partidos de fútbol. Las partidas de peonza y el juego del aro que tan bien se le daba a los otros niños y que yo no llegué a dominar hasta pasado mucho tiempo. También recuerdo que yo quería ir a la escuela como los demás niños antes de que empezaran las clases a jugar con ellos y mi padre no me dejaba. Recuerdo, como no, la leche en polvo que había que remover en una enorme perola de latón rojo y después lavar los vasos que cada uno utilizaba. A la mayoría de los niños no les gustaba, quizás porque la leche de su casa era infinitamente mejor que aquel mejunje. No recuerdo haber pasado frío en la escuela, en parte por aquella estufa de hierro que caldeaba algo aquel frío local, aunque eso sí mucho más confortable que el de al lado que utilizaban las niñas. Me viene a la mente la fila para entrar en la escuela, las oraciones que rezábamos y el tintinear de aquel reloj de pared que marcaba las horas de nuestro tiempo. Uno de los recuerdos no grato que tengo es cuando el Maestro, mi padre, castigaba de rodillas a algunos niños por pelearse o también por coger los huevos o las crías en los nidos de los pájaros. Igualmente recuerdo aquellos laboriosos y a veces tediosos ejercicios de escritura con la pluma de tinta que ponían a prueba nuestra destreza y cómo eliminábamos los borrones, que se hacían cuando no calculábamos bien la tinta, con un papel secante para minimizar el fatídico manchón. Recuerdo la Enciclopedia Álvarez y los libritos de Anaquiños que tanto me gustaban. También recuerdo el día siguiente a la fiesta del pueblo, que se celebraba en nuestro patio de recreo, buscando monedas con la ilusión de encontrar las de una peseta que el día anterior podía haber perdido algún incauto. Me acuerdo cómo en algunos días del duro invierno iba con mi padre a la Escuela por un sendero estrecho hasta O Cruceiro de O Trabazo para no pisar así el enorme barrizal que se hacía en los caminos de O Outeiro. Otros días lo hacíamos pasando por La Cueva, que tanto misterio irradiaba. Pero, sin duda, mi mejor recuerdo es que aquella fue una etapa muy feliz, quizás la más feliz de mi vida” (José Luis Camba Seara).


Cuando aquel día de principios del mes de septiembre de 1972, con seis años, crucé por primera vez el umbral de su puerta únicamente quedaba habilitada el aula de la izquierda, pues la de la derecha, la antigua Escuela de Niñas, se había convertido en un almacén-trastero que siempre despertó nuestra inocente curiosidad. Hacía ya dos cursos que venía funcionando la Escuela Mixta. Niños y niñas compartíamos pupitres. Mi padre, que de aquellas tenía 39 años, había solicitado mi ingreso en la Escuela Mixta de Parderrubias adjuntando un Informe Médico firmado por el Doctor Azpilcueta (el médico de A Merca de toda nuestra infancia) en el que se acreditaba, una vez debidamente reconocido, que un servidor no padecía enfermedad contagiosa alguna y que me encontraba vacunado y revacunado contra la polio, tosferina, tétanos y difteria. Curiosamente quedé matriculado con el número 13, el número sagrado de Los Mayas, el Oxlajuj, es decir, el origen del Universo. La Ficha de Clase de ese primer curso académico 1972/73 registra los siguientes datos físicos del alumno Juan Carlos Sierra Freire: 1,08 m. de talla, 20 kg. de peso, agudeza visual normal, ninguna deficiencia orgánica ni motórica. En cuanto a las aptitudes, el alumno Juan Carlos presenta inteligencia despierta, atención buena, memoria buena, imaginación viva, aptitudes psicomotrices normales, hábitos buenos, actitudes, comportamiento y sociabilidad buenas, intereses normales. Por lo que respecta a los rasgos personales más destacados cabe señalar los de ser formal, ordenado y responsable. Ese primer día de escuela me fueron a recoger a casa José Luis y su hermana María José, hijos del Señor Maestro, don Isolino. Ellos me regalaron y me hicieron entrega de mi primer maletín, y con él me fui feliz y, a su vez, repleto de responsabilidad, hasta O Trabazo, lugar en donde estaba ubicada la Escuela. Posteriormente, muchas mañanas esperaba al Señor Maestro y le acompañaba hasta la Escuela. Con el paso del tiempo dejamos de ser parvulitos y ya partíamos solos mi hermano Javi y yo por el sendero que había detrás de la casa hasta O Outeiro y, desde allí hasta, O Trabazo. La jornada escolar comenzaba a las 10 de la mañana y se interrumpía a las 13 para el almuerzo, reanudándose a las tres de la tarde para ponerle fin a las cinco, después del obligatorio “Usted lo pase bien” al Señor Maestro. El aula era rectangular con grandes ventanales en el lateral izquierdo, los cuales en las oscuras mañanas de invierno no eran suficientes para proporcionar la necesaria luz natural, por lo que había que encender aquellas bombillas que colgaban del techo y que daban una luz amarillenta que proporcionaba una sensación de seguridad y bienestar que todavía recuerdo. Al fondo se encontraba la mesa del maestro y detrás un enorme encerado negro al que hacían guardia un crucifijo, un cuadro de la Inmaculada Concepción y dos retratos, el de Francisco Franco y el de José Antonio Primo de Rivera, que la verdad nunca me paré a preguntar por qué estaban allí colgados de la pared mirándonos fijamente. También había un mapa político de aquella España de los años 60 y principios de los 70 que servía de fondo al retratista que anualmente nos visitaba para dejar constancia de nuestro paso y nuestra evolución por la Escuela. Los pupitres eran dobles con una ligera inclinación, con una hendidura para los lapiceros y agujeros para colocar los tinteros, que yo no recuerdo utilizar, pues los tiempos habían cambiado y uno aprendió ya a escribir en pizarra individual y con pizarrín. En la Escuela Mixta de Parderrubias permanecí durante cinco cursos académicos, de 1972 a 1977, es decir, hasta Quinto de Educación General Básica (EGB): cursos 1972/73, 1973/74, 1974/75, 1975/76 y 1976/77. En el curso 1974/75 compartí bancos con colegiales de más edad que yo, como era el caso de Manuel Pérez, José Benito Lorenzo, Benito “O Caxote”, María José, Angelines y María Vicenta, y otros de mi edad, o más jóvenes, como el caso de Ité, Cristina, Rosamari, Elito, Marisol, Ana María, José César, Pepita, Ramón, Carmen, Tito, Lito, Alfonso, José Antonio, Lolín, José Ramón, María Luisa y mi hermano Javi. Siempre me pregunté como el Señor Maestro era capaz de dosificar la docencia que cada uno necesitábamos teniendo delante tal disparidad de edades. Durante esos años cursé nueve asignaturas por año: cinco de las áreas de Expresión y cuatro de las áreas de Experiencia. En concreto, Lengua Española, Área Matemática, Área Plástica, Formación Musical, Educación Física, Social y Cultural, Ciencias Naturales y Formación Religiosa. La calificación global de los distintos cursos fue de Sobresaliente en Primero, Segundo y Quinto, y notable en Segundo y Tercero. El 22 de junio de 1977 ponía fin a mi etapa escolar en la Escuela Mixta de Parderrubias. En ese último curso compartí bancadas con José César, Marisol, José Ramón, Tito, Carmen, María Luisa, Ité, Cristina, Rosa Mari, María Vicenta, Ana, Manolito, José Antonio, Benjamín, Julio, Rosiña, Maribel, Lito, Lolín, Mari Nieves, Gonzalo, Ramón, Pepita y mi hermano Javi. Ese día de junio regresé a casa con un maletín cargado a rebosar de recuerdos, mucho más grande que el que llevé orgulloso el primer día, obsequio de María José y José Luis. De la Escuela de Parderrubias recuerdo ejercitar la caligrafía con pizarra y pizarrín, y como no, con los cuadernos Rubio. Recuerdo aprender a sumar y a restar con palitos meticulosamente elaborados por el Señor Maestro a partir de sarmientos o con habas. Recuerdo escribir al dictado. Recuerdo enamorarme de la historia de España brillantemente contada por el Señor Maestro. Me quedaron grabadas, por ejemplo, las hazañas de Viriato o la gesta de Guzmán el Bueno en Tarifa; eran historias contadas de manera tan vívida que me hacían viajar en el tiempo. Recuerdo llevarme a casa libros de cuentos en vacaciones para ilusionarme con el mundo de Los Tres Cerditos, Pulgarcito, o Blanca Nieves y los Siete Enanitos. Recuerdo organizar el Día del Domund para ir ese domingo por las casas del pueblo solicitando unas monedas para introducir en la ranura de la cabeza de aquel negrito al que todos llamábamos chinito. Recuerdo la ilusión de la Navidad adornando en la escuela el pino que íbamos a cortar al monte. Recuerdo las proyecciones de filminas con el famoso Enosa 300. Recuerdo que en el recreo jugábamos a la cadena, a la rayuela (que no sé porque le llamábamos truco), a las canicas,… Recuerdo,… recuerdo tantas cosas”. (Tomado del libro Natus sum in Parietes Rubias, que próximamente publicará el segundo autor de este artículo).


Referencias

Egido Gálvez, I. (1994). La evolución de la enseñanza primaria en España. Tendencias Pedagógicas, 1, 75-86.

Outumuro Seara, M. (2015). Don Isolino Camba Casas (1913-2001). Recuperado de https://aparroquiadeparderrubias.wordpress.com/2015/11/27/e14-don-isolino-camba-casas-1913-2001-por-manuel-outumuro-seara/, el 8 de marzo de 2017.

Sierra Freire, J.C. (2015). Noticias de Sociedad de Parderrubias siglo a siglo. Recuperado de https://aparroquiadeparderrubias.wordpress.com/2015/10/13/e9-noticias-de-sociedad-de-parderrubias-siglo-a-siglo/, el 7 de marzo de 2017.

Sierra Freire, J.C. (2016a). Aquel Parderrubias de la Posguerra. Recuperado de https://aparroquiadeparderrubias.wordpress.com/2016/02/13/aquel-parderrubias-de-la-posguerra/, el 11 de marzo de 2017.

Sierra Freire, J.C. (2016b). Los prodigiosos años 60 y 70: sueños del futuro. Recuperado de https://aparroquiadeparderrubias.wordpress.com/2016/04/29/e32-los-prodigiosos-anos-60-y-70-suenos-del-futuro-por-juan-carlos-sierra-freire/, el 11 de marzo de 2017.

Nota. Las fotografias de la mayoría de los libros que aparecen en este artículo se han tomado de la Web todocoleccion (http://www.todocoleccion.net/index_test_1.cfm)

Fauna de Parderrubias. Por Juan Carlos Sierra Freire

Fauna de Parderrubias. Por Juan Carlos Sierra Freire

Parderrubias se caracteriza por poseer grandes extensiones agrícolas y frondosas áreas de monte que posibilitan una enorme riqueza faunística. Outumuro (2015), en este mismo Blog (https://aparroquiadeparderrubias.wordpress.com/2015/09/20/toponimos-en-la-parroquia-de-parderrubias-por-tino-outumuro/) señala diversas zonas de cultivo, «toxeiras» y monte comunal, llegando a listar hasta un total de 38 lugares diferentes. En este documento, tomando como referencia datos de la Consellería del Medio Rural de la Xunta de Galicia, enumeramos y damos a conocer las distintas especies que integran la fauna de Parderrubias. En primer lugar, se presentan los mamíferos, a continuación las aves y, por último, los reptiles y anfibios que pueblan nuestro territorio.

Mamíferos

Entre los mamíferos encontramos el lobo (canis lupus), el raposo (vulpes vulpes), la algaria (genetta genetta), la garduña (martes foina), el furón (mustela putorius), el gato bravo (felis sylvestris), el xabarín (sus scrofa), el teixugo (meles meles), el corzo (capreolus capreolus), la lebre (lepus capensis) y el coello (oryctolagus cuniculus), el ourizo cacheiro (erinaceus eropaeus), la donicela (mustela nivalis), el esquío (sciurus vulgaris), el rato (apodemus sylvaticus), la corta dos prados (microtus lusitanicus), la trilladeira dos prados (microtus agrestis), el furapresas (galemys pyrenaicus), la rata de auga (arvícola sapidus), el leirón careto (elyomis quercinus), la toupa cega (talpa occidentalis), el morcego común (pipistrellus pipitrellus) y el morcego pequeno de ferradura (rhinolophus hipposideros).

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Aves

Entre las aves que pueblan los cielos y montes de Parderrubias se llegan a enumerar más de cincuenta: aguia albela (circaetus gallitus), rapina cincenta (circus pygargus), gatafornela (circus cyaneus), falcón pelegrín (falco peregrinus), falcón pequeño (falco subbuteo), azor (accipiter gentilis), miñato común (buteo buteo), gavilán (accipiter nisus), cuco común (cuculus canorus), lagarteiro peneireiro (falco tinnunculus), curuxa común (tyto alba), moucho común (athene noctua), faisán común (phasianus colchicus), perdiz rubia (alectoris rufa), pombo torcaz (columba palumbus), rula común (streptopelia turtur), cegoña (ciconia ciconia), paspallás (coturnix coturnix), tordo galego (turdus philomelos), peto verdeal (pictus viridis), peto real (dendrocopos major), bubela común (upupa epops), merlo común (turdus merula), pega rabilonga (pica pica), corvo vivaraz (corvus corone), avenoiteira cincenta (caprimulgus auropeus), alavanco real (anas platyrhynchos), azulenta común (prunella modularis), gabeador común (certhia brachydactyla), anduriña de cu branco (delinchon común), anduriña dos penedos (prynoprogne rupestris), anduriña común (hirundo rustica), pica patinegra (anthus spinoletta), pica papuda (anthus pratensis), picafollas común (phylloscopus collybita), ferreiro abelleiro (parus major), ferreiriño común (parus ater), ferreiriño cristado (parus cristatus), ferreiro bacachís (parus caeruleus), estreliña riscada (regalus ignicapillus), carrizo (troglodites troglodites), paporrubio común (erithacus rubecula), reiseñor común (luscinia megarhynchos), rabirrubio tizón (phoenicuros ochruros), chasco común (saxicola torquatus), papuxa montesa (sylvia undata), papuxa paporrubia (sylvia cantillans), merlo rubio (monticola saxatilis), chasco rabipinto (saxicola rubetra), lavandeira branca (motacilla alba), lavandeira real (motacilla cinerca), pardal común (passer domesticus), xilgaro (carduelis carduelis), estorniño negro (sturnus unicolor) y liñaceiro común (linaria cannabina).

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Reptiles

La lista de reptiles es menos numerosa que la de las aves y los mamíferos. Entre ellos podemos encontrarnos al escáncer común (anguis fragilis), la cobra de colar (natrix natrix), el cobregón (malpolon monspesulanus), la cobra de auga (natrix maura), la víbora de seoane (vipera seonei), el lagarto das silvas (larceta schreibei), el lagarto ocelado (lacerta lepida), la lagartixa galega (podarcis bocagei) y la lagarta dos penedos (podarcis hispánica).

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Anfibios

Los anfibios que podemos observar en Parderrubias son el sapo cunqueiro (bufo bufo), el sapo raxado (discoglassus galganoi), la ra patilonga (rana ibérica), la ra verde (rana perezei), el limpafontes común (triturus boscai) y la píntega (salamandra salamandra).

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Referencias

Outumuro, T. (2015). Topónimos en la Parroquia de Parderrubias. Recuperado de https://aparroquiadeparderrubias.wordpress.com/2015/09/20/toponimos-en-la-parroquia-de-parderrubias-por-tino-outumuro/


A continuación se listas las páginas Web de las que se han tomado las fotografías incluidas en este documento.

Algaria: http://www.comunidadism.es/wp-content/uploads/2014/10/gineta.jpg

Coello: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/7/74/Oryctolagus_cuniculus_1a.JPG

Corta dos prados: http://www.fotonatura.org/galerias/fotos/usr24376/12439368Pg.jpg

Corzo: https://c1.staticflickr.com/6/5266/5638782266_88b1300ba8_b.jpg

Donicela: http://www.pbase.com/lindberg/image/97368603

Esquío: https://www.google.es/search?q=genetta+genetta&espv=2&biw=1920&bih=901&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwj25PTy-M7RAhVIyRQKHdnTD_IQ_AUIBigB#tbm=isch&q=sciurus+vulgaris&imgrc=_G1m5RJjiy8CxM%3A

Furapresas: http://www.rios-galegos.com/auganeiro2.jpg

Furón: http://www.biolib.cz/IMG/GAL/119939.jpg

Garduña: http://www.natur-portrait.de/images/upload/orig/SOL5IS.jpg

Gato bravo: http://www.eccentricbliss.com/wp-content/uploads/2013/10/IMG00155.jpg

Lobo: http://www.fotonatura.org/galerias/fotos/usr37018/14072250nl.jpg

Lebre: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/0/04/Lepus_capensis.jpg

Leiron careto: https://aparroquiadeparderrubias.files.wordpress.com/2017/02/5204e-elyomis2bquercinus-bmp.jpg

Lobo: http://www.publico.es/uploads/2016/03/11/56e31a99e8135.jpg

Morcego común: http://www.biolib.cz/IMG/GAL/65917.jpg

Morcego pequeno de ferradura: http://www.granadanatural.com/imagenes/fauna_fichas/mur-her-pe-w.jpg

Ourizo cacheiro: http://warehouse1.indicia.org.uk/upload/p15onh6fvhj2r1tgakeg6r21u0c2.jpg

Raposo: https://pgcpsmess.files.wordpress.com/2014/04/tumblr_miktxzi8mn1rtzgg3o1_1280.jpg

Rata de auga: http://www.rios-galegos.com/riosnat41.jpg

Rato: http://www.freenatureimages.eu/Animals/Mammalia,%20Zoogdieren,%20Mammals/Apodemus%20sylvaticus,%20Wood%20Mouse/Apodemus%20sylvaticus%2019,%20Bosmuis,%20Saxifraga-Rudmer%20Zwerver.jpg

Teixugo: https://c1.staticflickr.com/9/8649/28310040453_45162b6f78_b.jpg

Toupa cega: https://animal.cheloniophilie.com/wp-content/uploads/sites/6/2012/10/Talpa-europea.jpg

Trilladeira dos prados: http://www.freenatureimages.eu/animals/Mammalia,%20Zoogdieren,%20Mammals/Microtus%20agrestis/Microtus%20agrestis%204,%20Aardmuis,%20Saxifraga-Rudmer%20Zwerver.jpg

Xabarín:  http://www.hlasek.com/foto/sus_scrofa_ha5544.jpg

Aguia albela: https://i.ytimg.com/vi/jVbWNst6zuE/maxresdefault.jpg

Alavanco real: http://www2.montes.upm.es/Dptos/dsrn/aplicaciones/giai/includes/photo.php?path=pictures/20120417_3a8ed70c36e75d97680088781b0ff62e.jpg&size=800

Anduriña común: http://www.fenodato.net/images/especies/Hirundo_rustica/Hirundo_rustica_P.jpg

Anduriña do cu branco: https://aparroquiadeparderrubias.files.wordpress.com/2017/02/b897e-delich.jpg

Avenoiteira cincenta: https://aparroquiadeparderrubias.files.wordpress.com/2017/02/0b38e-chotacabras.jpg

Azor: http://static.panoramio.com/photos/large/22178718.jpg

Azulenta común: https://aparroquiadeparderrubias.files.wordpress.com/2017/02/c3de2-acentor.jpg

Bubela común: http://www.luontoportti.com/suomi/images/11614.jpg

Carrizo: https://aparroquiadeparderrubias.files.wordpress.com/2017/02/33ff3-dsc02383-1.jpg

Cegoña: http://www.fotonatura.org/galerias/fotos/usr29731/12426737fC.jpg

Chasco común: https://aparroquiadeparderrubias.files.wordpress.com/2017/02/ee9bc-img_0874r.jpg

Chasco rabipinto: https://c1.staticflickr.com/1/504/18080240244_4b8496c69c_b.jpg

Corvo vivaraz: http://www.hbw.com/sites/default/files/styles/ibc_1k/public/ibc/p/b00216-a48c1032s800.jpg?itok=J4tDEg9G

Cuco común: https://c1.staticflickr.com/6/5221/5797210384_6a44ccb12b_b.jpg

Curuxa común: https://c1.staticflickr.com/9/8752/16730243987_9decb409e6_b.jpg

Estorniño negro: https://aparroquiadeparderrubias.files.wordpress.com/2017/02/6f0e7-estornino-1.jpg

Faisán común: http://m6.i.pbase.com/o2/21/987221/1/143895406.mu7oFPvL.Fazant2006042702a.jpg

Estreliña riscada: http://www.ourwonders.eu/biologia/olympiada/obrazky/regulus_ignicapillus2.jpg

Falcón pelegrín: https://aparroquiadeparderrubias.files.wordpress.com/2017/02/3b8a3-posturita-blog.jpg

Falcón pequeño: https://s-media-cache-ak0.pinimg.com/originals/15/cd/42/15 cd42563f0c4220b533ee0fa202d134.jpg

Ferreiro bacachís: https://i.ytimg.com/vi/dIzm_QAPoeA/maxresdefault.jpg

Ferreiriño común: http://www.asturnatura.com/photo/_files/photogallery/a2bc70336252a447e6364bfad88bc060.jpg

Ferreiriño cristado: https://www.miradanatural.es/imagenes/galeria/2/106/grandes/1201556723.jpg

Ferreiro abelleiro: http://www.fotonatura.org/galerias/fotos/usr8825/13170467Qf.jpg

Gabeador común: https://t3.kn3.net/taringa/3/5/6/0/3/5/Juandra2012/BA4.jpg

Gavilán: http://www.luontoportti.com/suomi/images/7042.jpg

Gatafornela: http://hidephotography.com/pic/Bence.Mate.HidePhotography.com.Circus.cyaneus.Hen.Harrier.Kekes.retiheja1.jpg

Labandeira branca: http://www.wildbirdgallery.com/images/birds/motacilla_alba/alba1.jpg

Lagarteiro peneireiro: http://www.luontoportti.com/suomi/images/7019.jpg

Liñaceiro común: http://m6.i.pbase.com/o2/93/924993/1/144049376.730R00s0.LinnetEN1G50251800.jpg

Merlo común: http://www.wildbirdgallery.com/images/birds/turdus_merula/merula_20130323_3670.jpg

Merlo rubio: http://www.oiseaux.net/photos/aurelien.audevard/images/monticole.de.roche.auau.5g.jpg

Miñato común: http://www.hbw.com/sites/default/files/styles/ibc_2k/public/ibc/p/_DSC9460.JPG?itok=hFs4jXYQ

Moucho común: https://s-media-cache-ak0.pinimg.com/originals/70/6c/cd/706ccd14384b581d3c59303844fdb7d3.jpg

Pardal común: http://www.luontoportti.com/suomi/images/7031.jpg

Paporrubio común: http://warehouse1.indicia.org.uk/upload/o_19e1gs8ggh3ocv96v52li1ctt8.jpg

Papuxa montesa: https://avesdaria.files.wordpress.com/2016/11/papuxa_montesa_02.jpg

Papuxa paporrubia: http://m4.i.pbase.com/g1/46/749246/2/97268924.NaL80H59.jpg

Paspallás:  https://s-media-cache-ak0.pinimg.com/originals/38/10/e6/3810e6697f5ec6594169d73eebc1f934.jpg

Pega rabilonga: http://www.hbw.com/sites/default/files/styles/ibc_1k/public/ibc/p/e72f4890.jpg?itok=gXa5QEBq

Perdiz rubia: https://i.ytimg.com/vi/SCfxnQDXSRk/maxresdefault.jpg

Peto real: https://i.ytimg.com/vi/M19R2aeLqx8/maxresdefault.jpg

Peto verdeal: https://c1.staticflickr.com/1/306/19785622102_06121df538_b.jpg

Pica papuda: http://m6.i.pbase.com/o2/89/739289/1/97739496.Ut2CRKXF.Graspieper3.jpg

Pica patinegra: http://farm2.static.flickr.com/1405/5149994712_a16e3a3b6e_o.jpg

Picafollas común: http://www.hbw.com/sites/default/files/styles/ibc_1k/public/ibc/p/Chiffchaff.jpg?itok=4StxCWOd

Pombo torcaz: http://www.wildaboutbritain.co.uk/pictures/data/81/Woodpigeon—Columba-palumbus-003.jpg

Rabirrubio tizón: https://aparroquiadeparderrubias.files.wordpress.com/2017/02/f2b87-ordesa-7.jpg

Rapina cincenta: http://www.fotonatura.org/galerias/fotos/usr16181/12597028dd.jpg

Reiseñor común: https://aparroquiadeparderrubias.files.wordpress.com/2017/02/28c42-dsc01528-1.jpg

Rula común: http://focusingonwildlife.com/news/wp-content/uploads/2012/05/Turtle-Dove.jpg

Tordo galego: http://www.luontoportti.com/suomi/images/6847.jpg

Xílgaro: https://aparroquiadeparderrubias.files.wordpress.com/2017/02/344a4-jilguero-1.jpg

Cobra de auga: https://c1.staticflickr.com/6/5057/5459292767_0acd89b065_b.jpg

Cobra de colar: http://s53.photobucket.com/user/mountainrattler/media/001.jpg.html

Cobregón: https://c2.staticflickr.com/8/7341/12497594024_2e45ca9510_b.jpg

Escancer común: https://c1.staticflickr.com/9/8218/8338636242_8dc5f1df1b_b.jpg

Lagarta dos penedos: http://guadarramistas.com/wp-content/uploads/2011/02/p-hispanica.jpg

Lagarto das silvas: http://www.fotonatura.org/galerias/fotos/usr28020/12288494ks.jpg

Lagarto ocelado: https://i.ytimg.com/vi/kg9NAPSIWfE/maxresdefault.jpg

Lagartixa galega: https://aparroquiadeparderrubias.files.wordpress.com/2017/02/3f442-img_0908.jpg

Limpafontes común: http://www.rios-galegos.com/tritu6.jpg

Píntega: http://www.mercafauna.com/fotos/animales/138_salamandra_salamandra02.jpg

Ra patilonga: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/9/98/Rana_iberica_10_by-dpc.jpg

Ra verde: https://koalazf.files.wordpress.com/2010/09/frog-rana-perezi.jpg

Sapo cunqueiro; https://aparroquiadeparderrubias.files.wordpress.com/2017/02/110e4-bufobufo.jpg

Sapo raxado: http://calphotos.berkeley.edu/imgs/512×768/0000_0000/1205/0462.jpeg

Víbora de seoane: https://www.asturnatura.com/photo/_files/photogallery/05d48cdff3fba816ae8ee1936ad5dd43.jpg