Cuando hoy gozamos la posibilidad de pedir a un dispositivo inteligente que nos encienda las luces del hogar, no somos conscientes de que disfrutar de luz artificial -cuando la natural se va- constituye un grandioso avance que llegó a nuestras vidas no hace demasiado tiempo. Hasta esa fecha, candiles, faroles o luces de carburo acompañaban a los vecinos de Parderrubias, haciéndoles la vida algo más fácil. Nuestra infancia comenzó a transcurrir en un pueblo en el que no había pasado ni una década desde la llegada de la luz eléctrica. Este enero de 2023 se cumplen 65 años de dicha efemérides, hecho que este artículo pretende recordar.
En 1954, dos de las personas con más influencia para gestionar avances para Parderrubias en aquel momento, don Isolino Camba Casas, como maestro nacional, y don José Rodríguez Barreiros, como párroco, iniciaron los trámites para que llegase la luz eléctrica a la parroquia. El 29 de diciembre de ese año, la Sociedad General Gallega de Electricidad, con sede en A Coruña, remitía al párroco un presupuesto que había solicitado don Isolino Camba para electrificar los pueblos de A Iglesia, Outeiro, Barrio y Carballeira. Quedaban fuera del presupuesto los pueblos de As Campinas y Nigueiroá, teniendo sus vecinos que esperar un poco más de tiempo para se hiciera la luz en sus casas. El presupuesto ascendía a 123.478,61 pesetas. La propia Sociedad aportaba 29.823,45, mientras que las restantes 93.555,16 corrían a cuenta de los vecinos, con la posibilidad de que la Obra Benéfica Social de la Falange subvencionase un 10% de la cuota vecinal. En ese presupuesto estaban incluidos el cobre a 52,40 pesetas y un transformador de 10 KW.
Fotografía cedida por José Luis Camba Seara
Acto social en Parderrubias con (de izquierda a derecha) don José Garrido González, don José Rodríguez Barreiros, Rvdo. don Ángel Temiño y don Isolino Camba Casas. Fotografía cedida por José Luis Camba.
El proceso para que la luz eléctrica llegase a Parderrubias fue largo y laborioso, estando al frente del mismo la Junta Vecinal presidida por el párroco don José Rodríguez Barreiros y actuando como secretario don Isolino Camba. Finalmente, en la tarde del viernes 10 de enero de 1958 tuvo lugar el acto de inauguración en el espacio ubicado entra la tienda de mi abuelo Paulino y la casa de don Isolino. A dicho evento festivo -presidido por el Gobernador Civil- acudieron todos los vecinos de la parroquia, incluidos los de Nigueiroá y As Campinas, que se fueron a sus casas con la promesa de que la electrificación pronto llegaría también a sus pueblos. Tal como se puede observar en el plano conservado por don Isolino, el transformador fue colocado en A Carretera (lugar en el que sigue ubicado a día de hoy), de donde sale una línea paralela a la carretera, de la que parten tres líneas, una a cada uno de los pueblos.
El acontecimiento festivo fue de tal magnitud que el diario La Región se hizo eco de la noticia, eso sí, en formato de propaganda política del Régimen:
“Ha comenzado el año nuevo y no es ninguna nueva vida la que se emprende; es exactamente la misma, varían los marcos en que esta se desarrolla, varía el nombre de los lugares a los que, quizá por primera vez se lleva el indescriptible júbilo de la puesta en servicio de alguna mejora, pero, al fin y a la postre, la tarea es la de siempre, Sin desviarse un ápice, sigue los mismos caminos por los que discurrió año tras año. Comienza el año 1958 y otra vez vuelve a sentirse al ajetreo que siempre traen consigo los preparativos de alguna inauguración. Esta vez y como preludio de otra gran etapa en los anales de nuestra provincia, le ha tocado el turno al pueblo de Parderrubias, en el municipio de La Merca, a donde en la tarde de ayer se ha trasladado el gobernador civil, acompañado del ingeniero-jefe de la Agronómica, señor Vega Escandón; del secretario de la Obra Social del Movimiento, señor Montes Domínguez; del delegado provincial de excombatientes, señor Aguilar García y del perito delegado por FENOSA, señor Rionegro. En la citada localidad esperaban a las personalidades orensanas el alcalde de Celanova, señor Rodríguez Alonso; el alcalde de la Merca, don Senén Grande, y don Isolino Camba Casas y don José Rodríguez Barreiros, artífices de la consecución de la luz eléctrica, maestro nacional y párroco, respectivamente; además de las entidades menores locales, un innumerable gentío que incesantemente aclamó a nuestra primera autoridad, la que a su paso por la misma tenía como jalones del camino, pancartas alusivas al acto, bandas de música tocando frenéticamente, y niños agitando banderitas nacionales. Procedió a la bendición del transformador de nueva planta el Rvdo. P. D. Castor Gayo, e inmediatamente, y desde un balcón engalanado al efecto, el presidente de la junta de electrificación rural, señor Camba Casas, dirigió unas breves palabras de salutación a nuestras autoridades y les agradeció todos los esfuerzos por ellas desplegados para conseguir la total finalización de la obra. Terminó solicitando ayuda moral y económica para los dos únicos pueblecitos de la parroquia que aún quedan sin electrificar, puesto que su parquedad de recursos no les permitió la total financiación de las obras. Seguidamente, el alcalde de La Merca, señor Grande Vázquez, dijo que su municipio, parte integrante de esta España que es constante quehacer, no se conformaría con el logro de tan importante servicio, sino que seguiría laborando para su total engrandecimiento, que al fin y al cabo repercutiría en el engrandecimiento mismo de España. Por último, el señor Albert Rodríguez se refirió a los pueblos del municipio que aún no gozan de la luz eléctrica, diciendo que él los apoyaría económicamente, de acuerdo con la cuantía de sus recursos y por medio de la Obra Social del Movimiento. Resaltó la idea de que la mejora lograda no es un fin, sino un medio. Que no debían asustarse cuando les hablasen de concentración parcelaria, de mejoras de cultivos, de selección de semillas, de revalorización de ganados, etc., puesto que todo ello repercutiría en su propio beneficio. Que no debía intimidarles el tener que recurrir al Instituto Nacional de Colonización en solicitud de un crédito agrícola, ya que cualquier deuda puede ser amortizada en breve plazo si el trabajo que dedican a sus propiedades es auténtico. Se congratuló con ellos por aquel acontecimiento que le había llevado a Parderrubias, deseando que en cualquier otro momento pudiesen acudir a él, siempre que el motivo fuese la puesta en marcha de un servicio. Todo el pueblo que atentamente escuchó a los oradores, prodigó incesantemente sus aplausos cuando las autoridades provinciales emprendieron su regreso a la capital. El importe global de las obras ascendió a 250.000 pesetas, que fueron aportadas por el ayuntamiento de la localidad, el vecindario del mismo, la parte correspondiente a la empresa hidroeléctrica FENOSA, Obra Social del Movimiento, que también facilitó 700 kg. de hilo de cobre, e Instituto Nacional de Colonización. La electrificación beneficiará a unos 86 vecinos aproximadamente” (La Región, 11 de enero de 1958).
Resulta llamativo que la diferencia entre el presupuesto inicial y el coste final fuese de 126.522 pesetas, es decir, más del doble.
Seis años después, el 11 de octubre de 1964, el Consejo Local del Movimiento del municipio de A Merca celebraba una reunión con representantes de todas las parroquias, con el objeto de concretar obras urgentes a incluir en el Plan de 1965. Entre las numerosas obras que se priorizaron está la instalación de iluminado público en toda la parroquia de Parderrubias. El alumbrado público también supuso un largo proceso que acabaría bastantes años más tarde con la colocación de luminarias que cambiarían la faz nocturna de los pueblos.
Nota. El autor agradece a José Luis Camba el acceso a la documentación conservada por don Isolino Camba, que ha permitido la elaboración de este artículo.
“Eu son un home romántico e teño alma, aunque non lapis de poeta. Fago esta confesión sin que me intrese que xentes qu’en nada creen sorrían con sarcasmo ou ironia… Estou por riba de calquer escéptica opinión e tenme sin coidado o medroño ‘que dirán”
(Celso Manuel Garrido, 1942c; tomado de Freire Freire, 2001).
En el año 1876, nacía en el pueblo de Barrio, en Parderrubias, José María Garrido Mouriño. Era hijo de Domingos y Luisa, ambos labradores. A la edad de 39 años, José María se casa en el vecino pueblo de A Merca con Aurora Rodríguez Rodríguez, diecisiete años más joven que él. Ella era hija de José María, comerciante que ejercía de Juez de Paz en la comarca de A Merca, y de Bernardina, natural del cercano pueblo de Matusiños. Bernardina tenía dos hermanos curas: Felipe y Manuel, este último, párroco de San Martiño de Candás, en A Limia.
Además de José María, Domingos y Luisa tenían otros tres hijos: Antonio, Bibiana y María. Antonio se casa en Parderrubias con Josefa Justo Fernández. Fruto de este matrimonio Garrido Justo nacen ocho hijos: María, Manuel, José, Florencio, Luisa, Jesús (casado con una prima del padre del autor de este artículo), Eusebio y Domingos. Bibiana contrae matrimonio también en Parderrubias con Germán Seara Garrido y tienen varios hijos: Julio, Isolina, Isabel (madre de algunos de los primos Freire del autor), Luisa (madre de una tía del autor), María, Sara, José, Manuel y Eulogia.
José María, una vez contraídas nupcias con Aurora, pasa a residir en A Merca, en donde el matrimonio se dedica básicamente a las tareas de labranza. Según Manuel Celso eran “propietarios urbano-agrícolas”. El matrimonio tiene tres hijos: Manuel Celso (1915-1960), María Milagros (1917-1997) y José María (1924-1961). En el año 1933, siendo muy joven, María Milagros se casa en A Merca con Manuel Rodríguez, vecino de dicho pueblo, quien fallece al poco tiempo. Su hija Manuela nacería en febrero de 1934. Ambas emigrarían a Chile en 1954, falleciendo en Santiago: María Milagros el 31 de marzo de 1997 y Manuela el 4 de junio de 2013. Por su parte, José María también emigra a Chile unos años antes de hacerlo su hermana: el 26 de marzo de 1951, contando con 26 años de edad, sale del puerto de Vigo rumbo a América. Se casa en 1957 con Elena Trecha -de raíces lucenses- en Valparaíso y tienen tres hijas: Aurora Isabel, María Elena y María Luisa. Viven en Puerto Montt –pues según él, su clima le recordaba a Galicia-, ciudad portuaria situada a unos mil kilómetros al Sur de Santiago, en donde fallece a la edad de 36 años, el 3 de julio de 1961. El destino quiso que este desenlace se produjese a los pocos meses del fallecimiento de su hermano Manuel Celso. La esposa de José María, Elena, fallece el 11 de septiembre de 2011.
Manuel Celso con su madre Aurora y su hermana María Milagros
La infancia y la adolescencia
“Mi nombre completo es Manuel Celso Garrido Rodríguez. Nací el 2 de noviembre de 1915 en el pueblo de La Merca, cabeza del Ayuntamiento del mismo nombre, de la provincia de Orense, España”.
Estas son las primeras líneas de un manuscrito autobiográfico firmado por Manuel Celso el 19 de diciembre de 1956, en Santiago de Chile, en el que sucintamente cuenta “cuanto sinceramente puedo informar de mí mismo”. Según consta en su partida de bautismo, el 4 de noviembre de 1915 (no el día 2), a las cinco de la madrugada, nace Manuel Celso en el pueblo de A Merca, siendo bautizado al día siguiente en la iglesia parroquial de Santa María de Vilar de Paio Muñiz por el párroco don Gerardo Castro. Ejercieron de padrinos su tío abuelo don Manuel Rodríguez (cura hermano de la abuela materna) y Consuelo Rodríguez. Tal como escribirá el mismo Manuel Celso, ya en el exilio chileno, el nombre de Manuel lo lleva por este familiar cura.
Iglesia Parroquial de Santa María de Vilar de Paio Muñiz, A Merca
Llegada la edad escolar, al igual que el resto de niños del pueblo, comienza sus estudios en la Escuela de A Merca. A los diez años, como el propio Manuel Celso relata en el semanario argentino Galicia, llega el momento en el que la familia debe tomar una decisión acerca de su futura formación. Su abuela y, especialmente sus tíos abuelos curas, ansiaban y esperaban que Manuel Celso traspasase las puertas del Seminario y llegase un día a cantar Misa. Sin embargo, el padre (a quien Manuel Celso define como “demócrata, cristiano y anticlerical”), no estaba plenamente convencido de ello, por lo que decide consultar al maestro del pueblo, quien después de algunos intercambios de impresiones no duda en darle el siguiente consejo:
“Ser cura no es ser cualquier cosa. O se es bueno, o mejor no serlo. Hace más daño a la Religión un ministro perverso, de los que por desgracia tanto abundan, que los ateos. En resumen, mi consejo es que lo hagan cualquier cosa menos cura” (Garrido, 1943).
De este modo, padre y maestro dispusieron que Manuel Celso no entrase en el Seminario, al menos hasta que él mismo lo decidiese por su cuenta. Nunca decidió ser cura, pues según sus propias palabras no quiso “continuar la tradición apostólica de la familia, en la que desde varias generaciones atrás figuran siempre curas glotones, ricos y mujeriegos” (Garrido, 1943). Es más, en el periódico Galicia de Buenos Aires del 9 de enero de 1943 da las gracias a su antiguo maestro por aquel consejo proporcionado a su padre en los años veinte en A Merca, escribiendo: “Colega y maestro mío, desde aquí te recuerdo hoy y te agradezco el que tú no hayas querido”. A este posicionamiento de incredulidad clerical pudiera haber contribuido un conflicto que por un tema de avales habían tenido sus padres con sus parientes curas.
Una vez que la familia decide que Manuel Celso no entraría en el Seminario, en el curso 1926/27 comienza sus estudios de Bachillerato en el Instituto Nacional de Segunda Enseñanza de Ourense (actual Instituto de Educación Secundaria Ramón Otero Pedrayo). Para la descripción de muchos de los hechos biográficos de Manuel Celso, vamos a seguir el excelente y detallado trabajo sobre su vida, publicado por Freire Freire (2001). Según esta autora, la primera experiencia del niño recién llegado a la capital ourensana para cursar el Bachillerato fue el impacto sufrido por ser un “aldeano” objeto de burlas al no saber hablar castellano. En septiembre de 1926 realiza el examen de ingreso al Instituto, siendo miembro de la Comisión Evaluadora Ramón Otero Pedrayo. Obtenido el ingreso, cursa durante tres años el Bachillerato Elemental, comenzándolo por libre y yendo exclusivamente a los exámenes.
Instituto Nacional de Segunda Enseñanza de Orense (actual IES Ramón Otero Pedrayo). Fotografía tomada de Salgado (2020)
En el tercer curso, el 31 de enero de 1929 se produce un hecho traumático en el ámbito familiar: el fallecimiento de su padre José María a consecuencia del tifus, a los 53 años de edad. Su madre Aurora, con solo 36 años, se queda viuda al cargo de tres hijos menores de trece, once y cuatro años, respectivamente. Sus esfuerzos y sacrificios, junto a la ayuda de familiares, hacen que la familia salga adelante y el hijo mayor acabe cursando Estudios Superiores. En un artículo publicado el 27 de diciembre de 1957 en el diario chileno El Mercurio, que amablemente me envió su hija Aurora Elena (Rula, como cariñosamente le llamaba Celso), describe la dicha familiar de una Nochebuena en A Merca, a pesar de la desgracia del padre ausente:
“Éramos dichosos en el comedor tibio aquel, con la mesa de manteles de lino repleta de las mejores viandas que ella podía juntar para nosotros… Mientras, ella recordaba nuestra orfandad, y mirándonos a los tres con ese mirar con que solo las madres miran, su recuerdo volaba saudoso hacia nuestro padre muerto, y una lágrima furtiva y delatora, en la más familiar e íntima de las reuniones, delataba, indiscreta, el gran cariño que los había unido y nos tenía” (Garrido, 1957).
El 25 de diciembre de 1957 escribía sobre la noche anterior, la Nochebuena de ese año en Santiago de Chile, recordando a su madre:
“A mí atacome un adarme de insomnio y volé imaginativamente a mi tierra natal y mi infancia, y sentí físicamente un instante, os lo juro, el vuelo alegre de las campanas de mi aldea, vilas voltear en la esbelta espadaña cimera, y oí, por fin, entre sueños, la voz suave de mi madre que me decía cariñosa, como cuando era niño: Celsiño, sé siempre bueno, sé siempre bueno y serás feliz. Y arrullado en su consejo, me dormí” (Garrido, 1957).
En el año 1929, Manuel Celso, con 13 años de edad, se queda como el “hombre mayor” de la casa. Este sentimiento de “hijo mayor” en sus relaciones con sus hermanos Milagros y José María estuvo presente a lo largo de toda su vida, tal como atestiguan sus hijos y sobrinas. Ejemplo evidente de ello, es que estando en el exilio, los reclama para juntarse con él en Chile y de este modo pudieran salir de la terrible posguerra española. Primero lo hace José María en el año 1951 y posteriormente María Milagros, y su hija Manuela, en 1954. El cariño y aprecio entre los hermanos era mutuo. En palabras de su hija María Elena, José María adoraba a su hermano Celso.
En septiembre de 1930, con 15 años, supera el examen final de Bachillerato y con fecha de 31 de julio de 1931 recibe el correspondiente Título. Durante esta época reside en una fonda ourensana, que imaginamos cercana al Instituto, en la zona de O Posío. Según Freire Freire, el docente que mayor huella dejó en Manuel Celso, durante esos años, fue don Ramón Otero Pedrayo (Catedrático de Geografía e Historia Universal y, además, Director del Instituto), hacia el que siempre mostró una enorme admiración. Prueba de ello son las siguientes líneas que escribió en el año 1947:
“…Don Ramón era… el maestro completo que nos educaba… y nos acogía paternalmente, con cariño de padre, procurando no herir jamás nuestra sensibilidad. Con inteligencia y bondad, nos daba agilidad al cerebro y ánimos generosos al espíritu. Y cómo se aprende y se le toma cariño al estudio cuando el que nos enseña, además de catedrático o profesor, es un auténtico maestro, un educador, y no una bestia infatuada y prejuiciosa” (Garrido, 1947; tomado de Freire Freire, 2001).
En el curso académico 1930/31, con 16 años de edad, Manuel Celso comienza los estudios de Magisterio en la Escuela Normal de Ourense, concluyéndolos en junio de 1933. Tenía 18 años cuando obtiene el Título de Maestro Nacional de Primera Enseñanza. Según Freire Freire (2001), fue alumno de Vicente Risco, a quien ya estando en el exilio describe de manera despiadada, manifestándole un nulo aprecio:
“… ese Judas despreciable que parió nuestra provincia y que los falangistas premiaron nombrándole Director de la Escuela Normal, aquel edificio de la calle del Progreso, en donde antes del 18 de julio tanta demagogia le vi hacer, haciendo que nos enseñaba Metodología de la Historia, y luego desde las rejas de la cárcel, enfrente, le vi pasar durante veintiséis meses cautivo, delgado y encorvado, con aquella cartera en la mano, en donde llevaría seguramente los apuntes por los que guiarse para hacer apología del franquismo y de la traición, como antes lo hiciera de la democracia y del galleguismo” (Garrido, 1947; tomado de Freire Freire, 2001).
Según Freire Freire (2001), el 31 de agosto de 1933, debido a un traslado del maestro que la ocupaba, queda vacante la Escuela Nacional Mixta de Sanguñedo (en Verea, Terras de Celanova), siendo destinado a ella Celso Manuel en el mes de septiembre, en donde permaneció hasta julio de 1936, supuestamente como maestro interino, pues la plaza nunca saldría a concurso. En julio de 1933, el Consejo Provincial de Primera Enseñanza de Ourense hacía pública una relación de aspirantes sin servicios que solicitaban plaza, aprobada en las sesiones del 17 y 30 de junio; entre los solicitantes se encontraba Manuel Celso (El Pueblo Gallego, 7 de julio de 1933). En promedio, en el año 1933, un maestro en Ourense percibía 3.278,60 pesetas anuales.
El activismo político durante la República
“Soy enemigo de los totalitarismos todos, sean ellos del color que fueren: rojos, azules, pardos, negros o de los que sin color definido son esencialmente eso”.
Desde la instauración de la República en abril de 1931 hasta el inicio de la Guerra Civil, el activismo político cobró gran auge entre muchos ciudadanos españoles. En Galicia, además ocurre un hecho que contribuye al mismo: la puesta en marcha del frustrado Estatuto de Autonomía. Manuel Celso no sería una excepción. La juventud, el contexto estudiantil y la función docente, factores que confluyeron en su persona, propician que ejerza una militancia activa. La figura de Ramón Otero Pedrayo, a quien profesaba gran admiración, como ya señalamos, influye en los posicionamientos ideológicos de Manuel Celso.
Desde muy joven, se posicionó al lado de la República; tenía 16 años cuando esta se instaura. Según Pérez Leira (2011), en su época de maestro, durante el día atendía a la escuela y al atardecer recorría las aldeas de Celanova y Bande animando a los labradores a que defendieran sus intereses y a la República. Cuando le era posible, bajaba a la capital ourensana para reunirse con miembros de su partido: Izquierda Republicana.
En 1956, en el documento autobiográfico que su hija Rula me proporciona, Manuel Celso se autodescribía de la siguiente manera:
“Pertenecí, políticamente, a Izquierda Republicana, partido burgués de izquierda. Debo confesar hidalgamente que sigo profesando la misma ideología política. Soy demócrata y liberal cien por ciento. Soy enemigo de los totalitarismos todos, sean ellos del color que fueren: rojos, azules, pardos, negros o de los que sin color definido son esencialmente eso. Por esa razón el franquismo me tuvo detenido durante toda la guerra civil como preso político”.
Izquierda Republicana fue un partido republicano de izquierdas fundado por Manuel Azaña en 1934, como resultado de la fusión de varios partidos, entre ellos la Organización Republicana Gallega Autónoma (ORGA) de Santiago Casares Quiroga. Integrada en el Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936, se convierte en el tercer grupo parlamentario, tras el PSOE y la CEDA. En A Merca, sus candidatos Manuel Martínez Risco y Manuel García Becerra conseguirían 65 y 50 votos, respectivamente, en esas elecciones.
Freire Freire (2001) afirma que Manuel Celso militó en las Juventudes de Izquierda Republicana (JIR) y que, formando parte de las Mocedades Galeguistas de Ourense, participó activamente junto al malogrado Alexandre Bóveda, entre otros, en la campaña electoral y elecciones de febrero de 1936, ganadas por el Frente Popular, así como en las del plebiscito del Estatuto de Autonomía celebradas en junio de ese mismo año, en las que la mayoría obtenida a favor del mismo no valdría de nada, pues la Guerra abortó dicho proyecto. Así describía Manuel Celso sus sensaciones en ese histórico día:
“…recuerdo aquel día inolvidable, cuando recorriendo algunos colegios electorales de las aldeas apartadas y de la capital de la provincia, en Orense, he visto, he palpado el alma del pueblo galaico en aquel momento trascendental” (Garrido, 1940; tomado de Freire Freire, 2001).
En el poema “Non sei d-adxetivos” publicado en su exilio chileno, Manuel Celso se autodefine como alguien que nunca es indiferente ante las injusticias:
“¿Que ren é posible qu-éuquede nunca indiferentecando humillar vexo a home dino
por algún quídam noxento?”
La Guerra y la represión franquista
“-Bárbaros, as ideas non se matan!– berraba, fero, o gran Sarmiento, arxentino; ¡Nin –engadimos- as arelas nobres i-as outas inquedanzas, tirano noxento, descastado, sátrapa: ¡asesiño!”.
Como consecuencia del golpe de estado del 18 de julio de 1936, las fuerzas sublevadas se hacen con el control de la provincia ourensana, comenzando la persecución y brutal represión de todos aquellos que habían tenido alguna vinculación con el Frente Popular. Ser maestro republicano convertía a Manuel Celso en uno los objetivos prioritarios de la represión falangista. A ello se unió el hecho de que un vecino de Sanguñedo le denunciase por “comunista” (termino genérico para referirse a todo aquel que había estado relacionado con el Frente Popular). Se le culpa, entre otros “delitos”, de haber hablado de política a sus alumnos. Ante este panorama, y siendo consciente del ambiente cainita que se respiraba en la provincia, con encarcelamientos y fusilamientos a diario, a Manuel Celso no le queda otra alternativa que esconderse y “desaparecer” de la vida cotidiana. De la noche a la mañana pasa a ser un fugitivo, permaneciendo durante ocho meses en diferentes escondites de distintos lugares. Uno de esos escondites fue el pajar y el “canastro” (hórreo) que sus parientes cercanos de Parderrubias tenían en la calle de Os Ponchos, en el pueblo de O Outeiro. Su abnegada madre se encargaría de llevarle de comer. Ocho meses “fuxido”, escapado, clandestino a causa de la salvaje represión fascista.
Casa de Parderrubias en la que permaneció escondido Manuel Celso
Casa de Parderrubias en la que permaneció escondido Manuel Celso
A principios de ese año 1936, al igual que el resto de mozos de la comarca nacidos en 1915, Manuel Celso había sido alistado en el Ayuntamiento de A Merca. Es tallado en 1,74 metros y su perímetro torácico es de 91 cm., siendo calificado como útil para el Servicio Militar. Alega ser hijo de viuda pobre a la que mantiene, y se le dan quince días para justificarlo, por lo que en ese momento es clasificado como pendiente de justificación. Ya en plena Guerra, en noviembre, de igual manera que todos los reclutas del reemplazo de ese año, es llamado a filas para incorporación inmediata. Dada su situación de huido, no se presenta. Por su condición de escondido, primero, y posteriormente de encarcelado, no tiene la posibilidad de luchar durante la Guerra, defendiendo a la República, hecho que según relata Freire Freire (2001), lamentó profundamente:
“…no me cupo la dicha de poder empuñar un fusil en las filas leales y ser un cruzado más de la Libertad, en defensa de nuestra República, tuve la mala suerte de sufrir cautiverio y persecución en mi misma patria… ¡Cuánto hubiera dado por estar al lado de los milicianos!… Pero no fue posible” (Garrido, 1941a; tomado de Freire Freire, 2001).
Dos meses antes, el 1 de septiembre, día que comenzaba la actividad escolar en la Enseñanza Primaria de la España ocupada por los sublevados, Manuel Celso no se había presentado en su puesto de maestro de Sanguñedo. El día 14 era cesado por el Gobernador Civil (Freire Freire, 2001). El 27 de junio de 1937, a través de las páginas de La Región, se le solicita que en el plazo improrrogable de diez días notifique su domicilio actual al Presidente de la Comisión Depuradora del Personal Docente, entendiendo que si no lo hace se le expedientará como si hubiese sido oído.
Manuel Celso, después de ocho meses escondido, es detenido en marzo de 1937 por los falangistas, cuando contaba con 21 años de edad. Desconocemos el lugar exacto de su detención. Es encarcelado en la prisión provincial de Ourense y condenado a trabajos forzosos en los campos del Monasterio de Oseira y de O Cumial. En prisión coincide con muchos presos políticos, entre ellos el médico Manuel Peña Rey. Así relataba esta experiencia en 1941:
“En marzo de 1937 nos atraparon los mercenarios de Falange y llevaron a la cárcel de Orense, entre los setecientos y pico de presos políticos que allí había hacinados, durmiendo incluso en el patio interior de la prisión, sin cama en que acostarse ni ropa con que cubrir los maltrechos cuerpos, víctimas de los más inhumanos apaleamientos, teniendo como único techo el helado firmamento” (Garrido, 1941b; tomado de Freire Freire, 2001).
“¿Te acuerdas de las dos y media de la tarde, cuando las listas de los que iban a ser paseados?… ¿No aparece todavía en tu retina la imagen siniestra del Conserje o del Abisinio, pistola empuñada con el cerrojo corrido y vista fija de asesinos natos, abriendo violentamente el rastrillo de la celda, para llevarse en aquel momento solemne, a las víctimas de su fobia y de sus instintos caníbales?… Y de las cuatro de la mañana, ¿te acuerdas? ¿Cuándo son sacados los penados a muerte, y nos dejaban mudos y cabizbajos hasta que al oír en el Campo de Aragón la descarga homicida hacía estallar nuestro mutismo en palabras incoherentes de indignación y dolor” (Garrido, 1942a; tomado de Freire Freire, 2001).
Un decreto de mayo de 1937 reconocía a los presos el “derecho” al trabajo. Aunque lo desconocemos, dada su formación, puede que en Oseira fuese obligado a tareas docentes en un reformatorio de menores que allí se había instalado. Lo que sí está refrendado es que fue uno de los muchos presos políticos que trabajaron de manera forzosa en las obras del campo de tiro de O Cumial. Según Freire Freire (2001), la pena de muerte a la que había sido condenado le sería conmutada por estos trabajos forzosos.
“…en el campo de concentración de El Cumial, en la provincia de Orense, donde a la sazón, a pico y pala y con tarea fija y extenuadora, nos tenían los sublevados a sus prisioneros políticos trabajando en la construcción del que ahora es magnífico campo de aviación” (Garrido, 1947; tomado de Freire Freire, 2001).
Finalizada la Guerra, al no poder probársele delito alguno, Manuel Celso es puesto en libertad y obligado a hacer el servicio militar. Según consta en su expediente de mozo del reemplazo de 1936 de A Merca, presta un mes de servicio en el Regimiento Milán nº 32, con sede en Oviedo, siendo destinado el 25 de mayo de 1939 al Parque de Artillería de Gijón, en donde estuvo un año. Finalizada su condición militar de movilizado decide tomar el camino del exilio a mediados de 1940.
El exilio
“Fue una mañana espléndida del mes de junio de 1940… En esa mañana, dos republicanos españoles –uno de ellos el que les habla, lector amigo-, caminan cautelosos, los pies y el corazón doloridos, en el último intento de salvar su vida física, hacia afuera de la Patria, para abrazar el exilio incierto, preñado de inquietudes y afanes múltiples, en busca de libertad y de un país en donde nos volvieran a considerar hombres y tratar como a tales… El viaje es costoso y difícil, pero nuestra ambición tiene un nombre: América. Volvíamos de vez en cuando la cabeza para gozar una vez más de la visión dichosa de la Patria que dejábamos hasta sabe quién y cuándo… Más, en aquella atmósfera de Caínes y Pilatos, era imposible vivir: asfixiaba a uno espiritualmente, y nos empañaba el corazón y la conciencia” (Garrido, 1942b; tomado de Freire Freire, 2001).
Dado sus antecedentes políticos, la salida de Manuel Celso de la España franquista no era obviamente tarea fácil. La única posibilidad de cruzar la frontera era hacerlo de manera ilegal asumiendo una identidad falsa. La salida más factible era la frontera portuguesa y desde el país vecino tomar rumbo a América. El plan diseñado desde meses atrás se hacía realidad a mediados del año 1940. El riesgo al que se exponía era máximo, pues ser descubierto suponía, en el mejor de los casos, muchos años de cárcel, cuando no, la condena a muerte. Vestido de cura atravesaría la frontera portuguesa. Con la ayuda de su amigo Manuel Fernández Borrajo, a quien había conocido durante el Servicio Militar en Asturias, y a contactos que tenía en Portugal, se apropia de la identidad de un portugués fallecido: José Félix Carpio. Con un pasaporte, al que había cambiado la foto y unos certificados falsificados del Alcalde y del Juez, se presenta en Portugal (Pérez Leira, 2011). Según Freire Freire (2001), el intento resulta fallido, pues en territorio luso la Guardia Republicana desconfía de su documentación, lo que le hace regresar a su pueblo natal de A Merca. Un segundo intento, en el que cuenta con la colaboración de un vecino de Parderrubias, finaliza en Lisboa para tomar rumbo a América. Desconocemos la fecha en la que embarca a bordo de un buque repleto de emigrantes portugueses con destino a Sudamérica. El mismo relata que en noviembre de 1941 llega a Chile después de estar un mes en Brasil y ocho en Argentina, por lo que estimamos que su salida (sin retorno) de la península ibérica se produciría en la segunda mitad del año 1940.
A los responsables de su forzosa salida de España, no le duele prendas describirlos en los siguientes términos, en 1953, en el poema “¡Saúde, hirmáns!”:
“Bárbaros, as ideas non se matan! –berraba, fero, o gran Sarmiento, arxentino; ¡Nin –engadimos- as arelas nobres i-as outas inquedanzas, tirano noxento, descastado, sátrapa: ¡asesiño!”
En Buenos Aires comienza a colaborar con la Federación de Sociedades Gallegas, y en junio de 1942 publica su primer artículo en el semanario Galicia: “”Evocación triste de un refugiado”. La Federación de Sociedades Gallegas, Agrarias y Culturales, fundada en 1921, tenía como finalidad principal la superación del atraso económico y cultural de Galicia. Durante la Guerra Civil había estado comprometida con el Frente Popular y, una vez finalizada, su labor se focaliza en la solidaridad con los refugiados españoles, muchos de los cuales escriben en el periódico Galicia. Tal como indica Fasano (2009), la Federación constituyó un ámbito de socialización política y cultural para los gallegos republicanos exiliados.
Siguiendo el detallado trabajo de Freire Freire (2001), gracias a ourensanos, emigrantes en Santiago de Chile, Manuel Celso consigue un trabajo de administrativo en la capital trasandina y es contratado durante algunos meses como editorialista por el diario La Opinión, encargándose además de la sección Página España de su suplemento dominical. Pronto dejaría estos trabajos para dedicarse al sector comercial de la madera, en un primer momento en Chillán y después en Santiago (Maderas Manuel-Celso Garrido Rodríguez). Posteriormente, regentó una panadería y, finalmente, la zapatería Astor. A pesar de ello, no abandonaría nunca sus colaboraciones con diversos periódicos y revistas, tanto nacionales (La Hora, La Nación, La Última Hora, El Mercurio u Occidente) como internacionales (Galicia [Buenos Aires], Lealtad [Montevideo], Izquierda [París], España Libre [Nueva York] o España Nueva [Ciudad de México]). Su interés por las labores periodísticas, unido indudablemente a su morriña, le llevaron a barajar la idea de la creación de un periódico mensual, en gallego, dirigido a la colonia gallega en Chile, pues pensaba que “a nuestra gente emigrante hay que hablarle y darle noticias de su aldea” (tomado de Freire Freire, 2001).
Manuel Celso nunca se desentendería ni de sus ideales galleguistas ni de la defensa de la autonomía de Galicia. Ello le llevó a aceptar el cargo de Delegado del Consello de Galiza en Chile, encomendado por el mismo Alfonso Castelao y designado por Alonso Ríos, quien sería Presidente del Consello una vez fallecido Castelao. El Consello de Galiza era una especie de gobierno autónomo gallego en el exilio, creado en noviembre de 1944, en Montevideo, por Castelao (Monteagudo, 2016). En esa época, Manuel Celso también ocupaba el puesto de Secretario de Propaganda de Galeuzca en Chile, un pacto entre nacionalistas gallegos, vascos y catalanes, que había sido confirmado en 1941. Junto a Ramón Suárez Picallo (diputado a Cortes en 1936 por el Partido Galeguista) lleva a cabo una labor encomiable para mantener viva la llama del galleguismo entre la colectividad gallega de Chile, labor reconocida en las páginas del periódico argentino A Nosa Terra. Galicia, su Galicia, estuvo siempre en el corazón de Celso:
“Quixente e quérote con amor eterno, profundamente intenso de Deus antigo. Túa presencia garimosa e inesquecible fai a miña ialma acesamente feliz, optimista, eterna… E agora lonxe de ti, penando d’amor e morriña, qu’e o maior sufrimento” (Manuel Celso Garrido, 1942c; tomado de Freire Freire, 2001).
En una de las estrofas de su poema “¡Saúde, hirmáns!”, Manuel Celso clama a la galleguidad, pidiendo a los acomplejados que se aparten:
“Irmáns: Un berro antergo e sagro
(os acomplexados fuxan da nosa veira:
só nos intresa do mundo un anaco,
só Galiza): ¡Viva nosa Terra meiga!”.
Su posicionamiento ideológico le lleva a entablar amistad con el Presidente de la república chilena Gabriel González Videla, del Partido Radical, con el gran poeta chileno, y Premio Nobel de Literatura en 1971, Pablo Neruda. En noviembre de 1946 asiste a la ceremonia de toma de posesión del Presidente de la República, que tiene lugar en el Palacio del Congreso, en calidad de amigo cercano. El poeta y político chileno participó en algunos de los actos organizados por Manuel Celso en el Centro Republicano Español de Santiago de Chile. Tanto en su casa, como en la de su hermano José María, había libros dedicados por Pablo Neruda. En ese círculo de personas cercanas también se encontraba Salvador Allende, Presidente de la República desde finales de 1970 hasta su derrocamiento en el año 1973 por el golpe de estado de Pinochet.
Manuel Celso (derecha) en compañía de Ramón Suárez Picallo (izquierda) y Eduardo Blanco Amor (centro), durante la visita de este último a Chile en 1948
La familia en Chile
“Nós, acougados a veira do mar, nunha solana de pedras con musgos, fitamos o lonxe o océano de Balboa, entre Valparaíso e Concón. ¡Qué bonito e iste mar de Chile! Pro de Pacífico non ten mais que o nome, xúrovolo”.
(Garrido, 1953)
Manuel Celso vive en el número 6019 de Santa Rosa, en donde estaba ubicada la panadería que regentaba. La casualidad (o no tan casualidad) hace que ese número, en uno de las viales más importantes del Santiago actual, esté hoy ocupado por Panadería Maruxa, que presume de producir la mejor marraqueta, recién salida de un horno artesanal santiaguino. El 22 de noviembre de 1951, a la edad de 36 años contrae matrimonio, en el barrio residencial de Quinta Normal, con Olga Elena Bouzo Vidal, 13 años más joven que él. El padre de Olga Elena era un ourensano que había llegado a Chile antes de comenzar la Guerra Civil y era propietario de varias panaderías en la capital, llegando a ocupar la Presidencia de la Federación Chilena de Industriales Panaderos (FECHIPAN), entidad gremial fundada el 25 de septiembre de 1936.
A su esposa, Manuel Celso la llamaba Nena (Niña) de manera cariñosa, llegando a tomar este nombre en el entorno familiar. Me consta que sus sobrinas se refieren a ella como la tía Nena. En el año 1954, escribe para ella el poema “Tú: ella. Yo: él”, en el que le trasmite el gran amor que le profesa:
“Eres mi sino y mi estrella,porque ellos son quererte.¿Galeote del corazón?¿Forzado de la ilusión?Tú eres mi Dios, no te importe.Tú, mi vida entera. Tú: Ella.…Porque, Nena mía, ¡te amo y me amas!”
Dos años después de contraer matrimonio nace la primera hija Aurora Elena (Rula) y once meses después lo hace María Milagros (Mila). A ellas escribe las siguientes líneas, cargadas de amor y ternura, en el artículo “Nochebuena con los míos”, publicado en el periódico El Mercurio, cuando tenían cinco y cuatro años, respectivamente:
“Ayer, con gracia leve, palabra fácil y donaire como nunca tuve, ni antaño, contele a mis niñas, a mis retoños del divino Nacimiento el milagro. Ruliña, seria y serena, inteligente, cual a su carácter corresponde, iba al compás de mis palabras, con cariño, dibujando en el semblante infantil de su faz toda la trayectoria vital del Niño. Milagriños, en cambio, locuaz y saltarina, con blanca sonrisa, o dulce y lánguida tristeza, me dijo más de una vez curiosa: papá, ¿por qué no viene ya, dinos?” (Garrido, 1957).
Rula, la hija primogénita, sería protagonista de uno de los catorce poemas de la obra Saudade: “A pombiña i-o corvo”:
“¡Ai, miña rula, Ruliña, miña filla:Tamen eu son avezado cazador.E matareiche os corvos do teu redor.E surriréille ledo, mui ledo, as pombiñas!”
Después de Milagros llegaría un varón prematuro, fallecido a las pocas horas de nacer. El tercer hijo del matrimonio Garrido-Bouzo muere antes de cumplir el año, víctima de una pulmonía. Finalmente, nace José Manuel; lo haría tres meses después del fallecimiento de su padre. Milagros falleció en Santiago de Chile en noviembre de 2009.
Manuel Celso con su esposa Olga Elena y su hija Rula
La saudade
“Unha forcia soave e permanente, implacábel e doce –a saudade- turra por nós arreo car-os nosos lares, sen darnos acougo” (Garrido, 1953).
Como todo gallego en la diáspora, la saudade y la morriña empapan la vida de Manuel Celso en Chile. El mismo llega a definirla como la fuerza suave y permanente, pero implacable, que tira de uno sin descanso hacia su tierra.
Una excelente descripción de este sentimiento la hace María Elena, sobrina de Manuel Celso, refiriéndose a su tía Milagros en Chile: “estaba en Chile, pero su cabeza estaba absolutamente en A Merca, y en el pasado”. Este sentimiento tan gallego, y tan difícil de comprender para quien no lo es, lo hace visible de manera brillante Manuel Celso en su obra escrita en lengua gallega “Saudade. Un limiar e catorce poemas galegos”, dedicada a su única hija en ese momento, Aurora Elena (Ruliña), con “infinito cariño”, y publicada en Santiago de Chile el 20 de marzo de 1953.
Portada del libro de poemas Saudade
Dedicatoria del libro de poemas Saudade
Estos son los 14 poemas. Dedicados a su familia de A Merca y a sus vecinos: “A miña nai, n-iste 1º de noviembre (1948)”, a su madre difunta; “Invernía”, a su hermana María Milagros; “Sementeira”, a su hermano José María; «Lembranzas”, a su sobrina Manuela, hija de María Milagros, a la que por su temprana orfandad, Manuel Celso brindó en cierta medida la figura de padre; y “Céltigas vaquiñas”, a sus vecinos de A Merca. Dedicados a su familia de Chile escribe “Com-a volvoreta!” a su esposa Nena; “A pombiña i-o corvo”, a su hija Rula; y “Praia sin nome”, a sus padrinos de boda José Fernández y María Miret, y a sus hijas (madrinas de Aurora Elena y María Milagros). A sus compañeros de exilio dedica: “A Santa Compaña”, a Ramón Suárez Picallo; “Morreo Castelao”, a Virxinia Pereira (esposa de Alfonso Castelao); “Mensaxe de Bóveda”, a Rodolfo Prada (Presidente del Centro Gallego de Buenos Aires e importante figura del galleguismo en tierras argentinas); y “¡Saúde, irmáns!”, a sus amigos del exilio. “Lémbraste…?” se lo dedica a “cualquier mujer bienquerida”. Finalmente, “Non sei d-adxetivos”, tiene a sí mismo como destino en forma de autorretrato.
El sentimiento de desarraigo que experimenta Manuel Celso lo plasma de manera sentida en los poemas dedicados a los personajes centrales de su vida en A Merca, alcanzando su culmen en el que dedica el día de Fieles Difuntos de 1948 a su madre difunta, que había fallecido tres años antes, residiendo sus hermanos todavía en Galicia. El poema es escrito al poco tiempo de tener conocimiento del fallecimiento de la madre, lo que lleva a Manuel Celso a aislarse del mundo durante días, sumido en una enorme amargura. El encerramiento y el dolor anímico experimentado dieron lugar a estas sentidas estrofas:
“No exilio eu, lonxe da Terra, ollando alleos eidos;Meus hirmáns Milagros e Xosé María, ¡probiños!, sois, sen pai tamén,horfos e tristes, viaos no fogar onde nados fomos d-anguria a tremer,¡E ti, nai miña, índote con meu nome nos beizos!…Ti, que tan boa fuche, i-agora no Além ficas,acullle con cariño estas garimosas verbas tenras miñas.E un primeiro de Novembre, alleo, saudoso, ingrato:Non poido ire a levarche froles da Terra o noso Camposanto”.
Saudade es revivir lo que hemos dejado atrás, pero ante la imposibilidad de dicha acción, solo queda ensoñarlo para que el recuerdo permanezca. Para ello, el gallego “lembra” y esas “lembranzas” lo ensimisman. Así, quedó reflejado en el poema “Lembranzas” con dedicatoria a su sobrina Manola:
“A modiño, a modiño,sin sentil-as,chegan as lembranzas.Vai pingando a vida, miudiño,Anacos de sí,¡ai miñas rapazas!...
Esta ensoñación impregnada de morriña se deja ver de manera nítida en el poema “Sementeira”, dedicado a su hermano José María:
“¡Sementar! ¡Sementar moito, i-arreo! Regal-a terra coa suor da frente. E fendela a cotío, suxetando a rabiza do arado co puño forte de mau rexa e baril. Cubrila d-estrume primeiro, i-enchela de cheiro a fogar. Rachala logo, cubrind-o ar de cheiro a quentura i-agarrimo. Rizala dempois coa grade, deixándoa tenra, morniña. E o fin, na entrana viva, traballada e quente, diexar cair a semente. Para que maña nos encha de fartura e de ledicia: Na recolleita”.
Los hermanos Manuel Celso (derecha) y José María (izquierda) con las hijas del primero, Rula y Mila
Esta misma experiencia se vuelve a repetir en “Invernía”, con dedicatoria a su hermana Milagros, en el que rememora los quehaceres cotidianos de la familia rural de nuestra comarca en aquellos interminables inviernos:
“Apesares, dempois de xantar, císcase a familia:A nena a tornal-auga. A muller, o outono.O rapaz, a apañar castañas, denantes que as rouben.I-o pai, coas ferramentas o lombo, o Ferreiro”.
Sus recuerdos y remembranzas de niño se dejan ver en el poema “Céltigas vaquiñas”, dedicado a sus paisanos de A Merca:
“¡Esas vaquiñas loiras:Qué ben traballan e pacen nos eidos.Qué mansiñas son. Qué tenras.E como ripan o outono, coma cuitelos.De andar sereo i-acompasado,-esas vaquiñas loiras, barrosas-,Van pol-os camiños triscados nos valados,I-o descuido, ripando verzas nas hortas”.
¿Sería la saudade la causa de que Manuel Celso decidiese poner fin a su vida en Santiago de Chile? Muy difícil contestar a esta pregunta, pero pensamos que sin duda pudo haber contribuido a magnificar estados emocionales depresivos que experimentaba en ciertas épocas, aunque desconocemos en qué medida. El 6 de octubre de 1960 se quitaba la vida en su casa. El día anterior a su fallecimiento toda la familia, incluido su hermano José María que había venido de Puerto Montt, había asistido a una boda de una persona cercana. Al día siguiente a la boda, Manuel Celso decide no ir a una reunión familiar y se queda solo en casa, momento que aprovecha para usar un arma. Será al atardecer de ese día, al llegar a casa, cuando su hija Rula, con solo siete años de edad, busca a su padre y lo halla muerto. Vestía traje, como era habitual en él. Sus restos mortales descansan en el mausoleo familiar ubicado en el Cementerio General de Santiago de Chile. Su hermano José María fallecería al año siguiente, dicen que “de pena”, pues desde ese fatídico 6 de octubre nunca más volvería a sonreír.
Vista del Cementerio General de Santiago (fotografía tomada de @cementeriogral)
En memoria de Manuel Celso
Después de su fallecimiento, el diario Opinión Gallega de Buenos Aires reconocía en sus páginas la figura de Manuel Celso, al informar que el galleguismo perdía un regio luchador y Galicia un hijo fiel. La galleguidad chilena y argentina lloraba su muerte. El Presidente de la Republica Española en el exilio de París, Diego Martínez Barrio, le concede el título póstumo de Caballero de la Orden de la Liberación de España.
Lamentablemente, la figura de Manuel Celso es escasamente conocida y reconocida. En gran medida, ello es lo que nos ha llevado a la elaboración de este artículo. Son escasos los reconocimientos a su figura. Entre las excepciones destacaríamos (1) su inclusión en el Diccionario da Literatura Galega, encontrándonos su nombre en el Tomo 1 “Autores”; (2) la ponencia sobre su vida y obra presentada por Marivel Freire Freire en el Congreso Internacional O Exilio Galego, celebrado en Santiago de Compostela en el año 2001; y (3) un capítulo en el libro “Protagonista de una epopeya colectiva” de Lois Pérez Leira.
Nuestra comarca no debe permitirse que su vida y obra pasen desapercibidas, y no sean reconocidas en su justa medida. Hasta donde sabemos, el único reconocimiento que tuvo lugar en su tierra natal fue el llevado a cabo por el grupo municipal del Bloque Nacionalista Galego en el Concello de A Merca el 24 de abril de 1999. Incomprensiblemente, la corporación municipal de esa época no llegó a un acuerdo para poner su nombre a una calle del pueblo. Desconozco las razones que llevaron a esa falta de acuerdo, pero se me antojan peregrinas y de cortas miras. En dicho acto, promovido por los concejales nacionalistas Luis Seara y Manuel Outumuro, y que tuvo lugar en el Salón de Plenos del Concello de A Merca, participaron los escritores Millán Picouto y Lois Pérez Leira, así como el político Manuel Mera.
Noticia del homenaje a Manuel Celso en A Merca publicada en O Aguillón (febrero de 2000)
Manuel Celso por su hija Rula
No podríamos dar mejor terminación a este artículo que con un epílogo suscrito por Rula, hablando de su padre. A pesar de haberlo perdido a muy corta edad, su recuerdo imborrable perdura en el tiempo, y ese recuerdo lo plasma en estas líneas:
“Juan Carlos me pide que describa el recuerdo que tengo de mi padre…. Lo he pensado varios días… Hablar de él sin ser subjetiva es imposible, por el tremendo amor que siento por él, pero aquí va. Celso, mi papá, era un tipo muy buenmozo, siempre vestía impecable, de traje o sport; en las fotos que conservo se ve muy bien en todas. Conmigo y con mi hermana Milagros era muy dulce. Nos leía libros antes de dormir. Recuerdo cuando su hermano José María le enviaba mariscos del Sur de Chile y él nos hacía comer ostras, pulpo y erizos, lo que disfrutaba mucho. Aprendimos con mi madre a lavar los pulpos que ella cocinaba “a la gallega”, exquisitos. MI padre era alegre. Recuerdo que cantaba en reuniones en casa y tenía su grabadora (con cintas), también sus discos. Su oficina, con estantes repletos de libros y discos de música española. Leía muchísimo, y lo recuerdo también escribiendo a menudo. Recuerdo ir con él a la feria semanal del barrio a comprar verduras, frutas y ostras. Después guardábamos algunas para nuestras tortugas, la mía y la de Mila, mi hermana. Visitábamos el Estadio Español y el Stade Français con él y mi madre, en donde disfrutábamos de las piscinas mientras él jugaba al tenis. La cena en la mesa era muy importante para él, lo recuerdo sentado y yo a su lado escuchándolo. Salíamos de paseo a las playas y a las termas. En fin, para mí estar a su lado era sentirme muy querida, admirada y protegida. Su último negocio fue una zapatería que le compró a mi abuelo, Francisco Bouzo. Allí nos dejaba a veces jugar en las inmensas bodegas de zapatos y cuando decoraban las vidrieras era para nosotras una fiesta; él ponía todo el empeño es que se vieran muy lindas. Nos permitía llevar a casa cajas para jugar, que Mila y yo llenábamos con otras más pequeñas, él las descubría; era muy divertido. Le gustaba el jardín, y me enseñó a regar las plantas; el agua en la raíz, me explicaba que era importante. A mi mamá la llamaba “mi prójima”, y se refería a nosotras como “sus tres Marías”, las estrellas. Mi padre llenó mi vida de sus recuerdos y son todos dulces y tiernos. Nunca le oí levantarnos la voz, solo mimarnos mucho. A mi hermana le llamaba a veces “lauchita”, porque le gustaba esconderse dentro de los muebles en casa. Yo era su Ruliña, y dice mi madre que desde el día en que nací me encontraba preciosa. ¡Qué más puedo decir de un hombre que era tan especial! Así era mi papá”.
(Miami, Estados Unidos, junio de 2021).
“Fóronse para sempre os tempos en que os galegos coma coitadiños, coma quen pide esmola, pregábamos mansiñamente o que tíñamos dereito incuestionable a lograr ieisixir sin contemplación” (Celso Manuel Garrido, 1950; tomado de Freire Freire, 2001).
Agradecimientos
Agradezco a Aurora Elena (Rula) Garrido, José Manuel Garrido, María Elena Garrido y Marisa Garrido por animarme a escribir este artículo y, sobre todo, por las facilidades, informaciones y documentos que me brindaron para que ello fuese posible. Muy especialmente, quiero hacer evidente este agradecimiento a Rula, hija de Manuel Celso, porque sin ella este trabajo no hubiera sido lo que es. Muchas gracias y queda pendiente compartir un plato de pulpo a feira en A Merca.
Incluyo también en mis agradecimientos a Víctor Fortes, Julio Grande y Manuel Outumuro, por los documentos aportados para completar diferentes apartados del artículo.
Referencias
Fasano, L. (2009). Exiliados gallegos en la Federación de Sociedades Gallegas de la Argentina: una aproximación al tema. XII Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia. Universidad Nacional del Comahue, San Carlos de Bariloche.
La generación de mi padre da sus primeros pasos en el inicio de la década de los treinta del pasado siglo. Fueron años convulsos, de grandes cambios e importantes crisis políticas. Tiempos que acabaron en una Guerra Civil. Le tocó nacer y crecer en tiempos revueltos. A partir, básicamente, de la prensa local de la época, en este artículo se describen acontecimientos ocurridos en la comarca de Parderrubias desde el año 1930 hasta el golpe de estado y posterior inicio de la Guerra en julio de 1936.
El año 1930 terminaba de manera convulsa debido a las posiciones cada vez más enfrentadas entre monárquicos y republicanos. La sublevación en Jaca fue el exponente más claro de movimientos revolucionarios que fueron surgiendo. Durante los meses de noviembre y diciembre de ese año, las huelgas generales fueron habituales en todo el país. Se estima que alrededor de cien mil obreros no tenían trabajo. En Ourense se convoca una huelga general el lunes 15 de diciembre. El comercio echó la persiana y en puntos estratégicos de la capital se situaron parejas de la Benemérita. A las tres y media de la tarde se proclamaba el Estado de Guerra y las tropas de Infantería comenzaron a patrullar las calles. La huelga se mantuvo hasta el jueves, desarrollándose pacíficamente, sin incidentes.
En las Universidades de todo el país, el ambiente era francamente subversivo, lo que obliga al Gobierno a declarar, el 5 de febrero de 1931, un mes de vacaciones extraordinarias. Dimitido el Gobierno en pleno, el 18 de febrero toma posesión un Gobierno de concentración monárquica que convoca elecciones municipales para el 12 de abril. Mientras tanto, la capital ourensana seguía su discurrir cotidiano y el 22 de marzo honraba a San Lázaro. A las ocho de la mañana tenían lugar alboradas y dianas a cargo de la Banda Municipal y de gaitas del país. En torno al mediodía, finalizada la procesión del Santo, se quemaron las acostumbradas madamitas.
Llega la República
El 12 de abril de 1931 se celebran elecciones municipales en España, aunque lo que se votaba en realidad era la continuidad de la Monarquía. Hacía un año que José Manuel Ferreiro regía el Ayuntamiento de A Merca. Las grandes ciudades españolas dan la victoria a los partidos republicanos. Los monárquicos ganan en escasas capitales (entre ellas Ourense) y en el ámbito rural. La consecuencia inmediata de estas elecciones fue el fin del reinado de Alfonso XIII, que se exilia en París la noche del 14 de abril, pues su vida no estaba asegurada en España. La Monarquía había muerto. El titular de La Región del día 15 no dejaba lugar a dudas:
“Don Alfonso renunció a todos los derechos de la Corona de España… Quedó virtualmente proclamada la República en España, habiéndose nombrado un Gobierno Provisional, que preside Alcalá Zamora”.
Izado de la bandera republicana en el Ayuntamiento de Madrid. Fuente: Mundo Gráfico, 22 de abril de 1931. Biblioteca Nacional de España
El 14 de abril, el pueblo sale a las calles y se proclama la República. Según informa La Región del día siguiente, en las calles de Ourense, desde las primeras horas de la tarde, se notaba una animación extraordinaria por las noticias que llegaban desde Madrid. En la calle Progreso se organiza una imponente manifestación que se dirige hacia el Ayuntamiento, mientras se vitorea la República de manera incesante. En el balcón del Ayuntamiento ya ondeaban las banderas republicana y gallega. Se descuelga el retrato del Rey, que preside el Salón de Sesiones, y es arrojado a la calle desde una ventana. La Banda de Música Municipal entona la Marsellesa y el Himno Gallego. Desde la Plaza del Ayuntamiento, la manifestación se dirigió hacia el Gobierno Civil, en donde se iza la bandera republicana. El Presidente de la Federación Republicana, Luis Fábrega, dirige unas palabras a los asistentes, destacando que el triunfo alcanzado redundará en la prosperidad y engrandecimiento de España. Se oía música y sonidos de pirotecnia. A las ocho y media de la tarde, el gentío escucha a través de un altavoz colocado en la calle Paz Novoa, el discurso de Niceto Alcalá Zamora, Presidente del Gobierno Provisional. La editorial de La Región hablaba de asombro:
“¿Qué republicano, por fervoroso que sea, se atrevería a vaticinar lo que en España ha ocurrido en las últimas cuarenta y ocho horas? Nadie creería realizable lo que hoy España contempla atónita y asombrada”.
El día Primero de de Mayo del primer año de la República se celebra a lo grande en la capital ourensana, pues se había declarado fiesta nacional. A las diez de la mañana se organiza en la Casa del Pueblo una gran manifestación en la que destacan más de cincuenta banderas de Agrupaciones Afiliadas y Sociedades Agrarias. Entre las numerosas bandas de música que amenizaron la marcha se encontraba la de Loiro, dirigida por don Manuel Soto. De los discursos pronunciados en la Alameda destacó el de Albino Núñez, en representación de la Asociación de Maestros de la Casa del Pueblo, centrado en las dificultades de los maestros de los pueblos para llevar a cabo su misión, debido a las necesidades de los hogares campesinos, pues «los niños llegan a la escuela faltos de alimentación y después de rudos trabajos que los agotan para recibir enseñanza, lo que puede llevar a pensar erróneamente que son más torpes que los hijos de familias burguesas». Mientras esto ocurría en la capital, el alcalde de Celanova, Celestino Nogueira, era destituido fulminantemente por el Gobernador Civil interino, y multado con 250 pesetas, por desobedecer sus órdenes sobre los actos del Primero de Mayo.
En los primeros pasos de la República, la organización de algunos municipios ourensanos no estuvo exenta de polémicas. Así, el Partido Republicano Radical Socialista denuncia ante el Gobernador Civil anomalías en varios de ellos, entre los que estaba el de A Merca, al que se alude en la prensa:
“El pueblo expuso cuales candidatos deben ser proclamados por merecer la mayor asistencia de la opinión. Entregaron la lista de candidatos al presidente de la Comisión gestora, quien después hizo proclamar a los que fueron de su agrado, sin tener en cuenta los propuestos por el pueblo. Pide la destitución de la Comisión, entregada hoy al viejo cacique” (La Región, 28 de mayo de 1931).
En las primeras elecciones a diputados de la República, celebradas el 28 de junio de 1931, los candidatos más votados en A Merca fueron José Calvo Sotelo (828 votos), Luis Fábrega Coello (407 votos) y Basilio Álvarez Rodríguez (405). Por la circunscripción provincial de Ourense obtuvieron Acta de Diputado tres republicanos radicales (Luis Fábrega Coello, Basilio Álvarez Rodríguez y Justo Villanueva Gómez), dos radicales socialistas (Alfonso Pazos Cid y Manuel García Becerra), un nacionalista (Ramón Otero Pedrayo), un independiente (José Calvo Sotelo), un socialista (Alfonso Quintana y Pena) y uno de Acción Republicana (Manuel Martínez Risco). En las segundas elecciones, que tuvieron lugar el domingo 19 de noviembre de 1933, votaban por primera vez las mujeres. Nuestras abuelas fueron pioneras del voto femenino en España. Tenían obligación de votar hombres y mujeres mayores de 23 años, pudiendo hacerlo desde las ocho de la mañana hasta las cuatro de la tarde. Los resultados dieron la victoria a las derechas. Los nueve diputados por Orense ordenados por número de votos fueron José Sabucedo Morales, José Calvo Sotelo, Basilio Álvarez Rodríguez, Justo Villanueva Gómez, Antonio Taboada Tundidor, Luis Fábrega Santamarina, Fernando Ramos Carriño, Andrés Amado Villavardel y Carlos Taboada Tundidor; perdía su acta de diputado Ramón Otero Pedrayo.
La situación a finales de ese año 1933 era preocupante, al menos a la luz de un Bando del Alcalde de Ourense publicado el 25 de noviembre, por el que hasta el 15 de diciembre todos los propietarios de cabezas de ganado caballar, mular, asnal y bovino, así como los de carruajes de tracción animal y de automóviles, motocicletas y bicicletas, deberían inscribirlos en la Secretaría Municipal por la “necesidad imperiosa de precaverse para la defensa nacional”. El 9 de diciembre se declaraba el estado de alarma en todo el país como consecuencia de un movimiento anarco-sindicalista.
La situación más crítica llegó en octubre de 1934 con la huelga revolucionaria que presentó tintes bélicos en Asturias, León y Cataluña. Tuvo que intervenir el Ejército y los muertos se contaron por centenares. Entre los militares enviados a tierras leonesas se encontraba Ceano, Jefe del Batallón que guarnecía la plaza de Ourense. Su intervención en la cuenca de Villablino evitó que los revolucionarios llegasen hasta Monforte. Algunos de los responsables de la revuelta, tanto militares como civiles, fueron fusilados, pues estaba vigente la pena capital. La tragedia fue de tal calibre, que el Obispo de la Diócesis de Ourense presidió el 19 de noviembre un funeral por todas las víctimas en la Catedral, acontecimiento calificado por la esquela publicada en La Región como un “piadoso y patriótico acto”. El 3 de diciembre se celebraban en el Santuario de As Maravillas solemnes funerales en sufragio de las víctimas de octubre, en los que participaron la mayoría de párrocos del Arciprestazgo de A Merca: Merca, Parderrubias (don Alfonso Losada), Faramontaos, Pereira, Sabucedo, Seixadas, Santabaia y Espinoso. Al acto asistieron fieles de las diferentes Parroquias que circundan al Santuario. Durante la homilía, el cura de Sabucedo de Montes se refería a las víctimas como “inocentes, ya que unas sin intervenir en nada, acreditadas por su honradez, fueron ametralladas, y otras locamente arrastradas por la ignorancia y apasionamiento, perecieron en la contienda”.
Fuente: Mundo Gráfico, 31 de octubre de 1934. Biblioteca Nacional de España
El orden público
Uno de los mayores problemas que tuvo que afrontar la Republica fue el orden público, coincidiendo con uno de los períodos más violentos de la historia moderna de España. González-Calleja (2011) identifica entre el 14 de abril de 1931 y el 17 de julio de 1936 más de 650 altercados mortales en todo el país, destacando que, entre el 16 de febrero y el 17 de julio de 1936, el promedio de muertes diarias fue de 2,2. La mitad de ellas eran fruto de atentados o represalias políticas y de enfrentamientos espontáneos entre grupos políticos. Durante ese período, de febrero a julio, en Ourense se produjeron siete víctimas mortales (cinco de ellas en la capital), siendo obra de pequeñas bandas de pistoleros (González-Calleja, 2011).
“Huelgas” y “crisis de gobierno” son palabras habituales en la prensa diaria de la época de la República; a ellas podríamos añadir las de “complot”, “bombas” y “pistoleros”. Las crisis (cambios) de gobierno son difíciles de contabilizar, pues algunos gobiernos duraban semanas. Las huelgas generales inundaron todo el país. En Ourense, a finales de marzo de 1932, coincidiendo con la Semana Santa, se vivió una huelga general, la de mayor duración hasta esa fecha, y durante seis días ni se publicó el diario La Región. La razón por la que obreros, comercio y organismos pararon era la defensa del ferrocarril Zamora-Orense-Coruña, cuyas obras estaban amenazadas de paralización. En respuesta, las Sociedades Obreras de la Casa del Pueblo declaran el domingo 20 de marzo huelga indefinida, que se inicia el lunes a las ocho de la mañana. La capital y las principales villas pararon, y se impidió la introducción de artículos de consumo en la capital, lo que llegó a provocar incidentes como el ocurrido en O Posío, cuando varios individuos intentan introducir pollos para la venta. El martes hubo cargas de la Guardia Civil a las puertas del Gobierno Civil y en el puente de A Burga, que acaban derivando en un tiroteo entre huelguistas y la Fuerza Pública. La desgracia se produce cuando el joven Jenaro Ortiz Neira cae abatido en la Plaza del Trigo, a consecuencia de una bala rebotada, falleciendo a los dos días. El Jueves Santo dimiten, entre otras, las corporaciones de los Ayuntamientos de San Cibrao das Viñas y Barbadás, y llegan desde Madrid 150 Guardias Civiles. El Viernes Santo asisten al entierro de Jenaro más de seis mil personas y el sábado se localizan en el Jardín del Posío siete bombas. Tal vez uno de los hechos más surrealistas relacionado con la huelga general de Ourense, en defensa del ferrocarril, fuese la detención de los jugadores del Betis el Viernes Santo, al ser confundidos en A Gudiña con sindicalistas. Por razones obvias, la Semana Santa ourensana de 1932 no revistió brillantez alguna, al no tener lugar ningún desfile procesional.
El 8 de agosto de 1934, el Presidente de la República, Niceto Alcalá-Zamora, visitaba Ourense. A la llegada del tren presidencial a la estación, la Banda Militar y la de Alongos interpretaban el himno nacional. Desde allí, la comitiva se dirigió al Parque de San Lázaro en donde le esperaba un enorme gentío. El Presidente lo hacía en coche descapotable junto al Alcalde de la ciudad. A continuación visitó la catedral y metió su mano en las calientes aguas de As Burgas. Desde aquí, aclamado por el público, regresó a la estación para seguir su viaje hasta Vigo. Antes de partir donó mil pesetas al Ayuntamiento y otras mil a la Diputación.
El año 1935 terminaba trágicamente en Ourense, pues el 26 de diciembre, como consecuencia del temporal reinante, una casa en construcción en Ervedelo se derrumba sobre veinte obreros, falleciendo nueve de ellos e hiriendo gravemente a otros siete. Al día siguiente cerró todo el comercio capitalino en señal de duelo. El propietario de la obra y el contratista ingresan en la cárcel por no tener las licencias en regla. Diciembre de 1935 y enero de 1936 fueron meses de campaña electoral y mítines políticos. El día de Reyes, Gil-Robles llenaba los teatros Principal y Losada, en donde hizo la primera y segunda parte del discurso, respectivamente. Era la primera vez que hablaba en Orense y muchos seguidores se quedaron en la calle sin poder escucharle. Al día siguiente se convocaban elecciones para el 16 de febrero y se disolvían las Cortes. El diario La Región hablaba de la necesidad de no solo triunfar, sino de vencer a la revolución. El 5 de febrero le tocaba el turno a Calvo Sotelo, que también llenó ambos teatros. En los pueblos de nuestra comarca, días antes habían aparecido carteles de Acción Popular de Gil Robles.
En Ourense, los resultados electorales otorgaron la victoria a las derechas, que obtuvieron 91.768 votos, por 81.664 los partidos centristas, 63.126 el Partido Radical y 48.200 el Frente Popular, siendo la única provincia gallega en la que triunfaron. Las nuevas actas de diputados se repartieron de la siguiente manera: tres representantes del Bloque Nacional/Renovación Española (José Calvo Sotelo, José Sabucedo Morales y Andrés Amado R. de Villaberdet), tres de la CEDA (Laureano Peláez Canellas, Luis Espada Guntín y Ramón Villarino de Sáa), dos centristas (Antonio Taboada Tundidor y Fernando Ramos Cerviño, el acta de este último será anulada en mayo) y uno del Partido Radical (Justo Villanueva Gómez, que pierde el acta en mayo). El Frente Popular, que no había obtenido acta alguna en un primer momento, consigue en mayo las dos anuladas a los otros partidos: un escaño para Izquierda Republicana (Manuel Martínez Risco) y otro para Unión Republicana (Alfonso Pazos Cid). Para las derechas ourensanas serían unos resultados frustrantes, pues el Frente Popular había ganado las elecciones y el 19 de febrero Manuel Azaña configuraba un nuevo Gobierno, iniciándose de este modo una nueva etapa republicana.
En junio de 1936 encontramos en los diarios locales noticias de agresiones por razones políticas, en las que el uso de armas no era algo extraordinario. A pesar de ello, los ourensanos trataban de olvidarse durante unos días de las problemáticas sociopolíticas celebrando los tradicionales festejos del Corpus. Las verbenas en los paseos de la Alameda y en los jardines de Concepción Arenal, así como el mano a mano entre los matadores Joselito Sánchez Mejías y Juan Belmonte, en la recién estrenada plaza de toros del Couto, eran buenos pretextos para ello. Sin embargo, el domingo 7 de junio, día en el que comenzaban las fiestas, un tiroteo que acaba con muertes deriva en un paro general de cuatro días, con un resultado final de tres fallecidos y varios heridos. La semana grande de Ourense se convertiría en una semana de odio y sangre. En las primeras horas de la tarde de ese domingo soleado, un enfrentamiento entre jóvenes de distintas ideologías, en el Café La Bilbaína, acababa con el asesinato de dos jóvenes del Frente Popular, resultando heridos otros dos, mientras que la ciudad caía presa del terror: gritos, carreras, cargas y disparos. A las siete de la tarde era tiroteado un joven de Acción Popular. El lunes, la ciudad estuvo completamente paralizada y una camioneta que regresaba a Maside, con obreros que habían asistido al entierro de los jóvenes de izquierdas, es acribillada ya de noche en Listanco, falleciendo uno de los ocupantes. Serían detenidos por dichos hechos varios nacional-sindicalistas. La ciudad se ve desabastecida en esos días, y los controles y chequeos se generalizan. Se producen incendios en algunas iglesias (Velle, Santa Cruz da Rabeda y Moreiras) y estallidos de bombas. El jueves, día de Corpus -presumiblemente uno de los más tristes que vivió la ciudad-, la procesión tiene lugar en las naves de la Catedral. La corrida de toros programada para ese día se había suspendido. Para una descripción más detallada de los hechos ocurridos en esa semana de Corpus consúltese Semana Trágica (junio del 36), Crónica Negra de Rafael Salgado (2019).
A la anarquía y caos en la que se veía envuelta parte de la provincia ourensana se unía el crimen en la Casa Rectoral de Parderrubias en la madrugada del 13 de junio. El editorial de La Región del 14 de junio era descarnado:
“Ya no respetan nada, ya nada dejan en pie los nuevos bárbaros, toda esta desdichada gente envenenada de las aldeas, ya nada les impone ni coarta, y con el saqueo, con el incendio y con el asesinato están arrasándolo todo. Iglesias, ermitas, casas rectorales, domicilios de gente de orden, hasta Casas Municipales son asaltadas y se les prende fuego o se las saquea y destruye bárbaramente por la cafrería suelta que por ahí anda con todo desembarazo y sin freno alguno” (La Región, 14 de junio de 1936).
En O Barco de Valdeorras había resultado muerto un afiliado a Falange Española, el párroco de Punxín, después de estar detenido en la cárcel de Carballino era confinado a un pueblo de Valladolid para que no continuase con sus actividades subversivas; en una fiesta en Bande se agreden varios individuos de distinta ideología política, etc. El 16 de julio desde el Gobierno Civil se recordaba que la provincia estaba bajo el estado de alarma. El 18 de julio daba inicio una de las etapas más infames de la historia de España.
El anticlericalismo
Uno de los focos de tensión durante la República fue la cuestión religiosa: la educación laica, la supresión de pagos a curas por parte del Gobierno, etc. Hechos como la eliminación de los Crucifijos de las escuelas públicas no fueron bien aceptados por ciertos sectores de la población. Pronto comenzaron campañas y actos reivindicativos a favor del Crucifijo en escuelas rurales ourensanas. Un ejemplo lo encontramos, en febrero de 1932, en Sobrado do Bispo, en donde la indignación del pueblo al saber que el maestro había retirado el Crucifijo acabó con una sonora protesta iniciada por las mujeres del pueblo. Tocaron a rebato las campanas, organizaron una manifestación y allá se fueron a la escuela a decirle al bueno del maestro, que no iban a consentir que la Cruz desapareciese de la escuela. “¡¡Preferimos la ignorancia de nuestros hijos a que les falte la religión!!” gritaban las madres. Echaron mano del Crucifijo que había sido retirado de la pared y en procesión lo llevaron por las calles del pueblo, entre cánticos e himnos, resonando vivas al Redentor del mundo. Al pasar por la iglesia parroquial, pidieron al Párroco que les abriese las puertas del templo. Colocaron la Cruz sobre el Altar Mayor y rezaron una penitencia. A continuación se dirigieron nuevamente a la escuela y colocaron el Crucifijo en donde siempre estuvo, reiterando al maestro la decisión de retirar a sus hijos de la escuela antes de mandarlos a una que no estuviese presidida por la Cruz. En mayo de 1936 se clausuraron varios colegios religiosos en la capital ourensana, en concreto, las Carmelitas, Adoratrices, Siervas de San José y Salesianos.
Frente a la corriente anticlerical que caracterizó a determinados sectores republicanos, se sucedieron actos de afirmación católica como el que tuvo lugar el domingo 29 de enero de 1933 en el teatro Curros Enríquez de Celanova o el mitin del domingo 17 de septiembre de ese mismo año organizado por Juventud Católica en Espinoso, en donde mil quinientas personas, entre las que figuraban campesinos, industriales, curas y maestros, son testigos simultáneamente de la defensa de la autonomía gallega y de la coalición de las derechas, representada en Ourense por Calvo Sotelo. En las elecciones a Cortes del 19 de noviembre de 1933, la situación era de tal crispación, que el diario La Región, caracterizado por una línea editorial claramente católica, invitaba al voto con el siguiente mensaje:
“¡¡No olvidaremos!! La quema de conventos, la expulsión del Cardenal Segura, la profanación de imágenes, la disolución de la Compañía de Jesús, la secularización de cementerios, la escuela laica, la Ley de congregaciones y confesiones, la Ley del divorcio. Los electores católicos no olvidaremos la persecución de la Iglesia realizada o consentida por todos los partidos de izquierda” (La Región, 4 de noviembre de 1933).
Los asaltos a lugares sagrados y profanaciones, aun no siendo sucesos tan habituales como en otros lugares del territorio nacional, sí ocurrieron en nuestra comarca. Así, en la madrugada del 22 de enero de 1935, un grupo de individuos sacaron a un prado las imágenes de la capilla de As Lamas, en A Valenzá, y las mutilaron. Días después sería detenido por dichos hechos un vecino de A Valenzá. Al anochecer del día de Navidad de 1935 se produce un incendio en la Casa Rectoral de As Maravillas, que según el diario La Región había sido provocado. Los vecinos consiguieron sofocarlo, pero aun así la mitad de la casa quedó destruida. Además se quemaron maderas y muebles que el industrial de A Manchica, Tomás Atrio, guardaba en los bajos, cuyo valor se estimó en 200 pesetas. En la madrugada del Viernes Santo de 1936, el 10 de abril, fue incendiada la iglesia parroquial de Barbadás, quedando en pie únicamente las paredes. Los autores del hecho habían abierto el templo y sacado al exterior los reclinatorios antes de prenderle fuego, al tiempo que de una caseta que había al lado robaron la cera almacenada y la lanzaron a las llamas. La crónica de La Región señalaba que…
“… la gente estaba allí consternada y estremecida de santa ira. Nunca se creyera allí que nadie llegara a tanto. Los hombres andaban de un lado al otro con la cabeza baja por la pesadumbre y la vergüenza. Las mujeres no reprimían lágrimas amarguísimas”.
El domingo 5 de julio, estando cerca la celebración del día de San Benito, hubo un intento de incendio de la capilla de Cova de Lobo. A pesar de ello, el día 11 de julio la jornada transcurrió con normalidad bajo los acordes de la Banda de Música de Sobrado do Bispo.
El 3 de mayo de 1936, el cura de Barbadás, que iba camino de la capital, fue detenido y cacheado en A Valenzá por un grupo de hombres y mujeres, bajo el pretexto de que llevaba un arma. Al ver que era falso, lo dejaron marchar bajo la amenaza de lincharle si volvía a aparecer por el lugar. Ese mismo domingo se impedía a un grupo de catequistas y a un cura su labor eclesiástica en A Granxa. Pocos días después, por orden del alcalde de A Merca, eran detenidos y conducidos a la cárcel de Celanova los Párrocos de Corvillón y A Mezquita, y el Secretario del Ayuntamiento, por alteración del orden público, siendo puestos en libertad al día siguiente por el Gobernador Civil al no encontrar causa alguna para su detención. Se vivía una campaña encaminada a que unos pocos sembrasen el pánico y la alarma en determinados sectores sociales.
La Semana Santa de 1936 se caracterizó por la limitación de la efusividad en las manifestaciones religiosas públicas. Así, en Celanova, la procesión del Santo Entierro se celebró en los claustros del Convento sin salir a las calles de la villa. Lo mismo ocurría en la Catedral de Ourense.
La vida en nuestra comarca
En el año 1930, Parderrubias contaba con 501 habitantes. Su artería de comunicación principal era la carretera de Ourense a Portugal que cruza el pueblo. A principios de 1934, únicamente estaba asfaltado el primer kilómetro a la salida de la capital; el firme del resto del trayecto, caracterizado por su estrechez, era un apisonado de morrillo y arena. Aparte de Os Escultores, algún otro vecino ya poseía vehículo mecánico. Así, consta que la camioneta con matrícula OR-1357 de Adolfo Garrido fue denunciada por infringir el reglamento de Circulación en diciembre de 1934.
Muchas tradiciones que se conservan en la actualidad eran noticia en la prensa local de los años treinta, especialmente las romerías y fiestas patronales. Así, en julio de 1930 se celebraba la festividad de San Benito de Cova de Lobo:
“Desde el amanecer habrá continuamente misas hasta las diez y media. A esta hora saldrá la procesión, después de la cual se celebrará la misa solemne que es aplicada por los bienhechores que contribuyeron con sus limosnas a las obras y mejoras que a honra del poderoso Santo se están ejecutando. La renombrada música de Sobrado del Obispo es la encargada de amenizar esta fiesta, que resultará muy animada y solemne” (La Región, 8 de julio de 1930).
En Allariz, en esas mismas fechas, tenían lugar los festejos en honor a San Benito, que eran inaugurados por la Banda de Música de A Mezquita y anunciados por una salva de bombas. A las diez de la mañana del día 13 tenía lugar la solemne procesión del Glorioso San Benito, en la que figuraban los tradicionales gremios de palillos, entrenzado y danzantes, así como la comparsa de gigantes. En la villa alaricana también era muy concurrida la festividad del Corpus, destacando además de la procesión del Santísimo, junto a la Virgen de Villanueva y San Benito, el tradicional acto de correr el buey a primera hora del jueves:
“Al principio no vimos más que mujeres desgreñadas y a medio vestir, chiquillos descalzos y muchos hombres, jóvenes casi todos, en mangas de camisa, y todos con cara de no haberse lavado que gritaban a todo pulmón, dirigiendo la mirada torva y recelosa a un punto determinado, corrían, se paraban y volvían a correr, como mar agitado por fuerte viento. Era el buey que pasaba, y que a pesar de ir atado por una larga soga, en un instante había puesto toda la villa en movimiento” (La Región, 3 de junio de 1934).
En 1931, estando ya vigente la República, Parderrubias celebraba los días 3 y 4 de junio sus fiestas de Corpus, amenizadas por la Unión Musical Santa Cecilia de A Manchica. Ese año, la novena en honor a la Virgen de los Milagros se celebraba con todo esplendor, con misas diarias a cada hora desde de las seis de la mañana hasta las doce del mediodía. El día ocho, día grande, la misa de ocho se oficiaba desde la tribuna de la fachada y a las diez tenía lugar la magna procesión por los alrededores del Santuario. El 22 de noviembre, día de Santa Cecilia, patrona de los músicos, la Banda de Música de A Manchica, brillantemente dirigida por Aurelio Nieto, amenizó los festejos en su honor. Días atrás, la Corporación Municipal le había otorgado el título de Banda Municipal de La Merca. Además, se llevó a cabo la bendición de una hermosa imagen de la Santa, obra de los Hermanos Garrido. La Banda de Música de A Manchica era un referente entre las bandas de la comarca, gozando de gran popularidad. Prueba de ello era la relación de contratos firmados para amenizar festejos. Solo en el mes de mayo de 1932 amenizó varias fiestas patronales: San Antonio en Villar de Vacas, Santo Cristo en Santa Cruz de la Rabeda y en Ramirás, Ascensión del Señor en Espinoso, San Isidro en Bóbeda (Vilar de Barrio), As Maravillas, Milagrosa en Penusiños, Concepción en Esgos y la procesión de Corpus de la capital ourensana. Esta banda no era la única de la comarca que paseaba su prestigio por muchos de los pueblos cercanos. La Banda de Música de Soutopenedo ganaba el Certamen de Bandas del año 1933 celebrado en Santiago de Compostela; virtuosamente dirigida por Adolfo Valotes, era una de las mejores bandas de la provincia.
Banda de Música de A Manchica. Fotografía de Manuel Garrido
En el mes de mayo de 1932 se celebraba con todo su esplendor la festividad a la Virgen de As Maravillas. El domingo día 15 tenía lugar el traslado de la imagen desde la parroquial al Santuario. Se trataba de una de las romerías más multitudinarias de la comarca. En los días de fiesta, el poético paraje en el que se ubica el Santuario se llenaba de tabernas, cafés, dulcerías y, como no, con las tradicionales pulpeiras. La Banda de Música de A Mezquita fue la encargada de amenizar los festejos. En ese mismo mes, Solveira honraba a San Miguel bajo los sones de la Banda de Música de A Manchica. El 26 de junio de 1932, promovida por los Hermanos Garrido, Parderrubias celebraba con gran efusividad la festividad de la Virgen de Lourdes. Por la mañana, la Banda Santa Cecilia de A Manchica recorría las calles tocando alegres dianas y pasodobles. A las doce se celebraba en el oratorio en el que se veneraba a la milagrosa Virgen una misa solemne a toda orquesta, a la que asistieron innumerables fieles. Ya por la tarde, en A Manchica, la citada Banda ejecutaba un soberbio concierto. El 7 de agosto, Trelle celebraba sus tradicionales fiestas en honor a la Reina de los Ángeles, amenizadas por la Banda de Música de Moreiras. A la sombra de frondosos castaños que allí había se degustaban las clásicas empanadas.
En la madrugada del 17 de marzo de 1933 un ciclón derribaba la espadaña de la iglesia parroquial de Faramontaos, cayendo sobre la nave, quedando toda la iglesia, salvo el altar mayor, completamente destruida. Desde las páginas del diario La Región se invocaba a personas caritativas a que hiciesen donativos para su reconstrucción. El 27 de enero de 1934 aparecía, en el monte de A Bacariza, el cadáver de José Benito Conde Fidalgo, vecino de Armariz (Xunqueira de Ambía), que padecía ataques epilépticos y llevaba ausente del domicilio de su madre viuda desde el día 17. El 8 de diciembre de 1934 tenía lugar en A Merca un entierro, que a decir de las gentes del lugar, ningún otro había reunido a tantas personas. Se trataba de los funerales por doña Dosinda Rodríguez Feijóo, esposa del alcalde don Ramón Rodríguez Rodríguez. Una rápida y traidora enfermedad se la había llevado de este mundo. Los actos fúnebres fueron celebrados por dieciséis sacerdotes. Su suegro, era el Fiscal Municipal, y su hijo Cesáreo Rodríguez era maestro nacional. La desgracia hizo que Cesáreo falleciese tan solo dos meses después víctima de una rápida dolencia.
Un acto religioso con gran arraigo en los pueblos de la comarca era la Novena de las Ánimas. Así, el templo parroquial de San Miguel de Soutopenedo se llenaba de fieles por las noches y por las mañanas. En el año 1933, el párroco don Ramón María Blanco, con su acostumbrada elocuencia y contundencia, hablaba de la existencia del alma humana y del purgatorio. Según las crónicas de la época, el último día de la Novena recibieron la Comunión un millar de personas. El cura don Ramón era activo en el arraigo de las tradiciones religiosas, y así en el mes de mayo celebraba la Fiesta de las Flores. El 27 de mayo de 1934, a las siete de la mañana, se celebraba la misa parroquial, y a las once y media comenzaba la misa solemne cantada a toda orquesta por la Banda de Soutopenedo. A las cinco de la tarde se leyó el Ejercicio del mes de María ante una multitud que llenaba el templo y acto seguido salió la procesión acompañando a la Virgen.
En el año 1934, el 30 (miércoles) y 31 de mayo (jueves), Parderrubias celebraba sus tradicionales fiestas de Corpus, amenizadas por la Banda de Música de A Manchica. En 1935, se volvieron a celebrar con todo esplendor y solemnidad, señalando La Región que “tanto los actos religiosos como los profanos estuvieron animadísimos”. El domingo 17 de junio de 1934, Loiro honraba a San Antonio. Por la mañana recorrió las calles del pueblo la Banda de Música de Soutopenedo, que venía de participar en el Certamen de Bandas que había tenido lugar en la capital ourensana durante las fiestas del Corpus. A las once se celebró la misa concelebrada por el párroco titular, don José Docampo, y los curas de Moreiras y Parderrubias; antes de la celebración eucarística había tenido lugar la procesión. Ya por la tarde, hubo baile amenizado por dicha Banda. Los días 7 y 8 de julio, As Pías celebraba las fiestas de Santa Isabel. A finales del mes de agosto, San Vitoiro de Allariz honraba a su patrón; los festejos de 1935 fueron amenizados por las bandas de música de Santa Leocadia (Taboadela) y A Mezquita. El 27 de agosto, día grande, a las doce del mediodía tenía lugar la misa solemne a toda orquesta y, por la tarde, se concedían importantes premios a las mejores parejas de muiñeiras, continuando con verbena hasta la madrugada.
En A Merca, en el mes de mayo se celebraban los festejos en honor al Espíritu Santo, que en 1935 fueron amenizados por las renombradas bandas de música de A Mezquita y Loiro. Los días 26 de cada mes tenía lugar su tradicional feria. Por los diferentes caminos de acceso llegaban los campesinos y ganaderos con sus ganados, los vendedores de quincalla, de dulces, los panaderos, etc. Los ganaderos solían llegar en mulas o en coches.
El 21 de enero de 1935, a las diez de la mañana, tenían lugar en la parroquial de Parderrubias los magnos funerales por el cura Benito Iglesias González, natural de Solveira, a los que asistieron más de cuarenta sacerdotes. Había sido ordenado en Cuba, en donde favoreció a muchos de sus compatriotas. A su regreso a España, ejerció de párroco en Taboadela, Reza y Villarino de Melias, hasta que una enfermedad le obligó al retiro a su pueblo natal.
En septiembre de 1935 en el municipio de A Merca se recaudaron 202,50 pesetas para el homenaje a la Guardia Civil que tendría lugar el domingo 27 de octubre en la Comandancia de Ourense. Entre los donantes constaban varios nombres relacionados con Parderrubias: los industriales José Garrido y Hermanos, con 25 pesetas; obreros de esta misma casa, 10; Sindicato Agrícola de Parderrubias, 5; el industrial Adolfo Garrido Fernández, 5; el industrial Nicanor Lorenzo, 2; y el maestro de Parderrubias, 5. El Ayuntamiento había donado 75 pesetas, su Alcalde, don Ramón Rodríguez Rodríguez, 1; el Secretario, don Julio Outeiriño, 2; el médico, don José Covelas, 5; y don Castor Gayo, Párroco de Pereira, 2, entre otros muchos.
En mayo de 1935, se producía en A Merca una tumultuosa manifestación promovida por sectores izquierdistas en la que se protestaba por el hecho de que vecinos de Vilaboa, Merouzo y A Merca solicitasen la legitimización de parcelas que venían disfrutando de manera arbitraria en el monte comunal de A Paradela. Estas solicitudes estaban amparadas por el Decreto del Ministerio de Agricultura de fecha 30 de enero de 1935. Los instigadores de la protesta hicieron creer que ese hecho significaba la usurpación del monte con la complicidad del Alcalde. El sábado 25 de mayo se dirigieron hacia el Ayuntamiento, dando gritos subversivos y amenazas al edil y a los solicitantes de dichos terrenos, que lo único que querían era ponerse dentro de la Ley. Dado que no estaba el regidor municipal ese día, se dirigieron al día siguiente domingo a su casa, así como a la de los solicitantes, coaccionándoles mediante amenazas para que retirasen las solicitudes, dado que según ellos “no había más autoridad que la del pueblo y que, por tanto, ellos debían hacer lo que la mayoría acordase, y si no, ardería Troya”. Los incidentes continuaron el sábado 8 de junio coincidiendo con la presencia de un perito que fue a medir para un aparcelamiento destinado a un vecino de A Merca en el monte Rivela. La mitad del pueblo de A Merca se amotinó al toque de las campanas parroquiales lanzadas al vuelo por varios vecinos, exigiendo explicaciones al perito, quien contestó diciendo que cumplía órdenes del Gobernador Civil y del Alcalde. El episodio acabó a palos y pedradas en la carretera entre bandos. Los agitadores solo entraron en razón cuando se presentaron en el lugar el farmacéutico don Aristides Quintairos y el maestro nacional don Sergio Fortes. A dicha pacificación también contribuyó, sin lugar a duda, la llegada de la Guardia Civil de Rairiz de Veiga y de Celanova. El día 19 tuvo que acudir el Gobernador Civil a la localidad para imponer equidad y justicia.
El 16 de febrero de 1936 se celebraban elecciones de diputados a Cortes y nadie se imaginaba que serían los últimos comicios democráticos en varias décadas. En A Merca fue un día lluvioso y reinó durante toda la jornada electoral una absoluta tranquilidad, siendo los candidatos más votados José Sabucedo Morales (1.771 votos, Bloque Nacional), Andrés Amado R. de Villaberdet (1.757 votos, Bloque Nacional), Laureano Peláez Canellas (1.680 votos, CEDA), Ramón Villarino de Sáa (1.615 votos, CEDA), José Calvo Sotelo (1.475 votos, Bloque Nacional), Antonio Taboada Tundidor (1.353 votos, Partido Agrario Español) y Luis Espada Guntín (1.281 votos, CEDA). Todos ellos consiguieron acta de diputado. Obtuvieron menos de mil votos los siguientes candidatos: Fernando Ramos Cerviño (928 votos, candidato centrista que había abandonado el Partido Radical), Ramón Delage Santos (848 votos, Comunión Tradicionalista), Benito Luis Lorenzo (487 votos, candidato centrista), Luis Fábregas Santamarina (375 votos, candidato centrista), Manuel Suárez Castro (298 votos, Partido Socialista Obrero Español; llegó a ser Alcalde de la ciudad de Ourense durante el periodo del Frente Popular, siendo fusilado por los sublevados, en el Campo de Aragón, el 27 de julio de 1937), Ramón Varela Fernández (282 votos, Partido Agrario Español), Felisindo Menor Quintas (190 votos, Partido Republicano Radical), Bernardo Castro Fernández (171 votos, candidatura centrista), Alfonso Pazos Cid (166 votos, elegido diputado por Unión Republicana, integrada en el Frente Popular), Justo Villanueva Gómez (143 votos, Partido Republicano Radical), Benigno Álvarez González (75 votos, Partido Comunista de España; veterinario nacido en Maceda, fundador de la organización provincial del Partido Comunista en Ourense y asesinado en marzo de 1937 por el bando Nacional), Manuel Martínez Risco (65 votos, elegido diputado por Izquierda Republicana), Ramón Fuentes Canal (50 votos, Partido Socialista Obrero Español; Presidente de las Juventudes Socialistas de Ourense en 1932, fusilado en el Campo de Aragón el 9 de diciembre de 1936 con 28 años de edad), Manuel García Becerra (50 votos, Izquierda Republicana), Alexandre Bóveda Iglesias (49 votos, candidatura gallegista del Frente Popular; fusilado por el bando Nacional el 17 de agosto de 1936 en Poio), Basilio Álvarez Rodríguez (34 votos, candidato centrista que había dejado el Partido Republicano Radical), Leandro Garnedo Fernández (3 votos, Partido Republicano Radical) y Luis Usera Bugallal (2 votos, Partido Republicano Radical). En el municipio de Celanova, las derechas obtuvieron 1.500 votos, por 700 las candidaturas centristas y 400 las izquierdas. Las crónicas señalaron que las derechas habían perdido muchos votos por estar lloviendo incesantemente. Estos resultados ponían de manifiesto el posicionamiento ideológico de nuestra comarca.
Elecciones de febrero de 1936. Fuente: Mundo Gráfico, 19 de febrero de 1936. Biblioteca Nacional de España
Ajenos al cambio que suponía el Gobierno del Frente Popular a nivel nacional, los vecinos de Parderrubias estaban inmersos en sus labores y tradiciones religiosas. Entre estas últimas, destacamos la celebración de una Santa Misión que tuvo lugar unos días después de las elecciones ganadas por el Frente Popular. Las Santas Misiones eran unas jornadas religiosas, o especie de ejercicios espirituales de varios días, dirigidas por Padres Franciscanos o Dominicos para redimir a los parroquianos. Misas, sermones, confesiones, actos de confraternización entre vecinos y visitas a enfermos constituían el grueso del programa. Así, a principios de marzo, organizada por el Párroco don Alfonso Losada, se celebró en la iglesia parroquial una solemne Misión a cargo de los Padres Franciscanos Puenteareas y Lago, de Ourense, quienes con su locuaz verbo cautivaron a los numerosos fieles que mañana y tarde concurrieron a escuchar sus sermones y liturgias. Durante días, estos Padres Franciscanos se hospedaron en la Rectoral. Los dos últimos días de la Misión se acercaron a comulgar más de un millar de fieles, lo que da una idea de la enorme afluencia de devotos, no solo de la propia Parroquia, sino de parroquias limítrofes. A la entrada de la iglesia se había ubicado un pequeño punto de venta de libros y objetos religiosos.
El jueves 11 de junio de 1936, Parderrubias celebraba su día grande de Corpus con una solemne procesión presidida por el cura don Alfonso Losada. Nada hacía prever, ni nadie podía presagiar, que tan solo dos días después, en la madrugada del sábado al domingo, nuestro Párroco sería acribillado a balazos por Pepe das Hortas en la Casa Rectoral. Mi padre, a escasos meses de cumplir cuatro años de edad, se sobresaltaba en la casa de al lado, pared con pared con la Rectoral. Mi abuela le tranquilizaba atemorizada, pidiendo silencio a todos, pues tenía la certeza de que lo que se había oído en la oscuridad de aquella noche eran disparos mal intencionados. Fue el suceso más impactante en la década de los años treinta en Parderrubias, y del que hemos dado cuenta en otro artículo de este Blog. Cinco semanas después, la sinrazón se imponía en el país, cerrándose el período histórico objeto de este artículo.
Procesión de Corpus Christi en Parderrubias. Fotografía de Manuel Garrido
Referencias
González-Calleja, E. (2011). La necro-lógica de la violencia socio-política en la primavera de 1936. Melanges de la Casa Velázquez, 41, 37-60.
«Deberíamos tratar de ser los padres de nuestro futuro en lugar de los descendientes de nuestro pasado».
Durante la Semana Santa del año 2017, del 9 al 16 de abril, tuvo lugar en Parderrubias una serie de actos en memoria de don Isolino Camba Casas (1913-2001), “O Señor Maestro” [Véase don Isolino Camba Casas], quien ejerció la labor docente en nuestra escuela desde 1958 hasta 1980 [Véase Nuestra Escuela de Parderrubias].
Comité Organizador
Esta semana de actividades en su memoria se inició el Domingo de Ramos con la inauguración de una exposición de fotografías y documentos relacionados con el legado de don Isolino, así como de una recreación de la escuela de los años sesenta con numerosos objetos, enseres y materiales escolares de esa época. Una gran afluencia de vecinos se dio cita ese día en el Local Social para disfrutar de la exposición, y degustar dulces, licor café y refrescos.
Recreación Escuela de los años sesenta
Exposición fotográfica
El acto más significativo se llevó a cabo en la tarde del Jueves Santo. A la salida de misa, una importante comitiva presidida por el párroco don José Luis Forneiro Arce se dirigió hasta la sepultura familiar de don Isolino, en donde sus nietos depositaron un ramo de flores y se rezó un responso por él y sus familiares difuntos, así como por sus nueve alumnos de Parderrubias ya fallecidos. A continuación se dio paso al acto protocolario en el que, con la presencia de numerosos vecinos y familiares, se descubrieron dos placas conmemorativas en memoria de don Isolino: en una de ellas –descubierta por José Manuel Grande Justo-, el pueblo de Parderrubias reconoce su legado; la segunda placa, destapada por Manuel Pérez Seara, da su nombre al Local Social de Parderrubias, que desde este día pasó a denominarse «Local Social don Isolino Camba». Previo al descubrimiento de las placas, tomaron la palabra Tino Outumuro Fernández, Juan Carlos Sierra Freire, Manuel Outumuro Seara y José Luis Camba Seara, cuyos discursos transcribimos más adelante. A continuación, los vecinos asisten delante de la iglesia parroquial a la representación teatral “Risoterapia” por parte del grupo de teatro Faro Miño. La jornada termina con una chocolatada en la que se degustan bicas, rosquillas y licores caseros.
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El Domingo de Pascua, a mediodía, se clausura la Exposición, proyectándose el documento audiovisual “Onde o Mundo se chama Parderrubias”, así como una selección de fotografías del archivo visual “Parderrubias no Tempo”. Se finaliza el acto con una fotografía de los alumnos de don Isolino presentes a esa hora.
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DISCURSOS PREVIOS AL DESCUBRIMIENTO DE PLACAS
Tino Outumuro Fernández: el por qué, el cómo y el cuándo
«Empezarei dando as grazas ós comuneiros e ós veciños de Parderrubias por permitir pórlle ó Local Social deste pobo o nome de don Isolino, eu creo que é un xesto que nos honra a todos e que demostra a nosa gratitude. Agora vouvos explicar o que me levou a iniciar este proxecto e para iso contestareivos a varias preguntas: ¿por qué don Isolino?, ¿por qué o Local Social? e ¿por qué en Semana Santa?
¿Por qué don Isolino? Eu sempre escoitei falar ben do “Señor Mestro”, xa foran, os que falaban, antigos alumnos ou alumnas dil ou calquera veciño ou veciña. Eu sempre percibín que todos lle tiñan un gran respeto e a su palabra era tida en conta ante calqueira evento que se presentase. Fai uns nove meses, no transcurso dunha conversa, escoiteille a un veciño decir: “don Isolino fixo moito por este pobo e nunca se lle fixo un homenaxe”, dende ese momento asumín esas verbas coma un reto a levar a cabo.
¿Por qué o Local Social? Pensei en varias maneiras de facer que a persona de don Isolino quedara para posteridade e, despois de baraxar varias alternativas, cheguei a conclusión que a do Local Social era a que mellor casaba con el. A min houberame gustado que fora o edificio da antiga escola, pero hoxe é un tanatorio, e igual que a min non me houbera agradado que lle puxeran o meu nome a un tanatorio, tampouco o considerei oportuno para don Isolino. Todos sabemos que don Isolino tiña unha doble faceta, a de mestre comprometido e a de veciño volcado co seu pobo. Foi un home que estivo sempre a vangarda de todos os proxetos, actos e decisións que, durante a súa época, tiveron lugar en Parderrubias. Por eso coido que este local social, continuación do antigo Teleclub, lugar este último donde don Isolino desenrolou a súa faceta como veciño, casa perfectamente ca figura do “Señor Mestro”.
¿Por qué en Semana Santa? Elexir a data foi, de lonxe, o máis complicado, e a solución deuma o propio don Isolino. Polo mes de outubro do ano pasado acerqueime a súa sepultura e obsevei que a súa data de pasamento foi o 16 de abril de 2001. Mirei a que día caía o seguinte 16 de abril, e resulta que coincidía con Domingo de Pascua. Tamén se da a casualidade que o 20 de abril deste ano, e dicir, dentro de oito días, cúmplense 51 anos da inauguración do antigo Teleclub, que foi o 20 de abril de 1966. O dilema estaba resulto xa tiña unha data para o homenaxe.
Os ingredientes estaban sobre a mesa e só faltaba cociñalos, para eso contei cuns auténticos profesionais, que traballaron e colaboraron en todo tipo de tareas e ós que lles estou moi agradecido, pois sen eles este evento nunca houbera sido posible, e o que empezou sendo un proxecto dun converteuse nun proxecto de moitos.
Dentro dun intre vamos descubrir estas placas, cando se retiren as telas que as cubren, vos só ides ver o nome de don Isolino, ¿sabedes por qué?, porque case todos vos conocestes a don Isolino e sabedes quen foi, pero eu dígovos que non só está escrito o seu nome, o que figura aquí é ¡un anaco da nosa historia escrito en pedra! Eu vexo dentro de cen anos, onde hoxe estades vos, a un neno lendo esta placa, e logo le a placa pequena; ese neno, que non sabe quen foi don Isolino, busca por Internet quen foi ese home, e vaise encontrar cun Blog chamado “A Parroquia de Parderrubias” no que un grupo de veciños deste pobo, cen anos antes, escribiron historias sobre Parderrubias, e entre elas figura a de don Isolino. Ese neno vaise enterar da vida do noso ilustre veciño, das asignaturas que estudiaban os seus alumnos, do material que tiñan nas clases e ata da lista dos nenos, e pode que incluso, polos apelidos de algún deles, atope a un atepasado seu. Ese neno tamén vai leer as dedicatorias que moitos dos seus alumnos lle adicaron para este acto, e vaise enterar que había un tal Gonzalo que llegustaba subir ás árbores, que os nenos antes de entrar a escola batían os pes contra o muro para quitar o barro, que o leite que daban como complemento tiña grumos e, incluso, que unha vez que houbo un brote de sarampión e os alumnos non puderon ir a escola o mestre foinos visitar polas casas un a un. Por eso crédeme cando vos digo que nestas pedras vai quedar escrito un anaco da nosa historia, cecais a época mais fermosa das nosas vidas».
Lectura de los nombres de los alumnos
Juan Carlos Sierra Freire: don Isolino como Maestro de Parderrubias
«No tuve la oportunidad de participar en el merecido homenaje que don Isolino recibió en vida allá en el año 1995. Ya pasaron 22 años de aquel emotivo acto y 16 desde su fallecimiento, por lo que la perspectiva temporal ya nos permite juzgar y valorar de manera objetiva su obra en su justa medida. Por tanto, considero que era necesario un reconocimiento y un homenaje al legado que don Isolino dejó en Parderrubias, y que su nombre quedase asociado para siempre al de nuestro querido pueblo. Por ello pienso que este acto que estamos celebrando esta tarde de Jueves Santo es totalmente justo y merecido. De don Isolino se pueden decir muchas cosas y, probablemente, todas ellas buenas. Muchos de nosotros tenemos memorias, recuerdos y experiencias personales, algunas de las cuales aparecen recogidas en un emotivo documento que está presente en la Exposición.
Yo quiero centrarme en la figura de don Isolino como maestro, como docente. Revisando estos días su labor en la Escuela de Parderrubias me encontré con tres datos que dejan bien a las claras su excelente gestión al frente de dicha escuela. En la década de los sesenta, la tasa de analfabetismo en España rondaba el 20%, descendiendo a un 13%, aproximadamente, a principios de los años setenta. En Parderrubias, en el año 1965 el porcentaje de analfabetismo se situaba en un 11%, bajando a un 4% en 1975. Es decir, estábamos diez puntos por debajo en tasa de analfabetismo con respecto al resto del país, y los índices se reducían con el paso del tiempo de manera más marcada que en el resto de territorios. Sin lugar a dudas, don Isolino tuvo mucho que ver con ello. Los 117 alumnos que aparecen registrados en la Escuela de Parderrubias mientras don Isolino ejerció de maestro entre 1958 y 1980 fueron alfabetizados, pero este no era el objetivo final del Señor Maestro. Su objetivo era que todos obtuviésemos el Título de Estudios Primarios y que siguiéramos estudiando. Don Isolino alcanzó estos objetivos con éxito. Mientras en España, el 60% de los alumnos que iniciaban los estudios primarios conseguían finalizarlos obteniendo el correspondiente título, en Parderrubias dicho porcentaje se aproximaba al 90%. ¡Treinta puntos por encima del promedio nacional! Pero si cabe, el dato más llamativo tiene que ver con el número de alumnos que cursaron estudios superiores. Los censos electorales de la Parroquia de Parderrubias de los años 1965 y 1975 indican que el 90% de los vecinos censados eran agricultores. En España, en los años sesenta el porcentaje de hijos de agricultores que llegaban a cursar estudios superiores no alcanzaba el 5% (hay estadísticas que lo sitúan en un 0,2%). El 57% de los alumnos de don Isolino de los años sesenta llegaron a cursar estudios superiores. Si promediamos todos los años durante los cuales don Isolino fue maestro en Parderrubias nos encontramos que un 32% de sus alumnos cursaron Enseñanza Superior. Este hecho tan significativo, y no menos sorprendente, se debe en parte a los esfuerzos de nuestros padres, pero el gran responsable de ello, sin lugar a dudas, es don Isolino que nos inculcó como nadie la importancia y la necesidad de estudiar.
Bien, pero como no hay maestro sin alumnos, quiero tener un recuerdo también para esos 117 alumnos de don Isolino que quedaron registrados, aunque hubo más, debido a que había niños que acudían a la escuela siendo parvulitos, no pudiendo ser registrados por no tener todavía los seis años de edad. Este hecho fue algo habitual en Parderrubias. Los niños queriamos ir a la escuela de don Isolino antes de cumplir la edad oficial para poder hacerlo. Obviamente es imposible que todos esos alumnos estuviésemos esta tarde aquí. De hecho acabamos de recordar en el cementerio a nueve de ellos que desdichadamemente ya no se encuentran entre nosotros –me refiero a Aurelio González Fernández, José Fernández Santos, Fernando Pérez Fernández, Manuel Lorenzo González, Adolfo Grande Justo, José Fernández Feijoo, Celso Sueiro Domínguez, Manuel Atrio Conde y José Nanín Delgado-. Pero, aunque no estemos todos ellos, sí lo van a estar todos en el recuerdo, pues vamos a leer sus nombres.
José Manuel Grande Justo, como alumno de la década de los cincuenta lee los nombres de los 50 alumnos de esos años: Manuel Grande Fernández, Aurelio González Fernández, Bautista Garrido Fernández, José Fernández Santos, Alfredo Fernández Seara, José Grande Casas, Jesús Fernández Iglesias, Avelino Sierra Fernández, Fernando Pérez Fernández, Virgilio Outumuro Fernández, Antonio Lorenzo Seara, Isidro Grande Fernández, José Seara Iglesias, Isolino González Rodríguez, Sergio Grande Casas, José Seara Grande, Serafín Grande Seara, Manuel Sierra Fernández, José Lorenzo González, Claudino Grande Casas, Manuel Outumuro Casas, Manuel Lorenzo González, Adolfo Grande Justo, José Grande Fernández (hijo de Eliseo y Hortensia), José Grande Fernández (hijo de José y Aurora), Isolino Outumuro Fernández, Fernando Sampedro Justo, Benito Suárez Gulín, Nicanor Lorenzo González, Celso Grande Seara, Jaime Freire Seara, Manuel Suárez Gulín, Cesáreo Grande Casas, Adolfo Outumuro Seara, José Luis Fernández Seara, Adolfo Sueiro González, José Iglesias Lorenzo, José Outumuro Seara, José Manuel Grande Justo, Celso Fernández Outumuro, Eliseo Fernández Outumuro, Manuel Currás Rodríguez, Manuel Outumuro Iglesias, Modesto González Fernández, Jaime Grande Casas, Serafín Grande Sierra, Evaristo Atrio Conde, Manuel Garrido González, José Fernández Feijoo y Celso Sueiro Domínguez.
Ángeles Quintas Outumuro lee el nombre de los 30 alumnos que coincidieron con ella en la década de los sesenta: José Luis Camba Seara, José Pazos González, Eugenio Grande Sierra, Enrique Outumuro Seara, José Luis Garrido González, Manuel Rodríguez Garrido, Manuel Lorenzo Casas, David Outumuro Seara, Manuel Sampedro Grande, César González Fernández, Manuel Garrido Sampedro, Manuel Atrio Conde, Manuel Santos Daquinta, Manuel Outumuro Seara, Eladio Sampedro Grande, José Luis Grande Martínez, José Manuel Justo Grande, Manuel Rodríguez Rodríguez, José Benito Lorenzo Casas, Avelino Atrio Conde, Antonio Loureiro Grande, Manuel Pérez Seara, José Benito Díaz Conde, Juan Pablo Díaz Carnero, María Rosario Sampedro Grande, Genoveva Pazos Outumuro, María Isabel Freire Seara, María Luz Quintas Outumuro, Angelines Quintas Outumuro, María Carmen Nanín Delgado y María José Garrido Sampedro.
Por último, María José Outumuro Outumuro nombra a los 37 alumnos que coincidieron con ella en la década de los setenta: María Vicenta Outumuro Outumuro, Eliseo Manuel Vidal Grande, María José Outumuro Outumuro, Juan Carlos Sierra Freire, Rosa María Pazos Outumuro, María Cristina Outumuro Fernández, José Ramón Outumuro Outumuro, Benito Outumuro Outumuro, Alfonso Grande Pérez, José Antonio Outumuro Outumuro, José Nanín Delgado, José Javier Sierra Freire, José César Sierra González, María Sol Outumuro Grande, Ana María Outumuro Rodríguez, Carmen Rodríguez Rodríguez, María Josefa Crespo Díaz, María Luisa Seara Martínez, María José Fernández Feijoo, Aurora Outumuro Outumuro, Gonzalo Outumuro Rodríguez, Abelardo González Outumuro, José Ángel Outumuro Grande, María Sol Rodríguez Díaz, Rosa María Grande Madarnás, María Isabel Seara Martínez, Manuel Fernández Pérez, Antonio Seara Seara, Ramón Rodríguez Rodríguez, Julio Grande Seara, María José Fernández Pazos, María Nieves Lorenzo Estévez, Luis Carlos Martínez Outumuro, Jorge Luis Sierra González, Benjamín Cid Seara, María José Grande Rodríguez y José Grande Atrio.
En nombre de estos ciento diecisiete alumnos, ¡gracias Señor Maestro!».
Manuel Outumuro Seara: don Isolino e a súa implicación personal como veciño de Parderrubias
«Se a traxectoria profesional de don Isolino foi brillante, ésta non estivo desacompasada coa súa implicación naquela sociedade ruralizada que lle tocou vivir. Sempre se definiu como home do rural, tendo unha grande dependencia de Parderrubias, xa que tiña que ir tódolos días dende Ourense no coche de liña unha vez xubilado e dende que lle faltou a súa muller Esther.
A súa tarefa en Parderrubias non se cinguiu só a súa labor educativa, senón que abranguiu tódalas frontes e abrazou todas aquelas causas que contribuíran a mellorar a calidade de vida daquel pobo que xa fixera de seu. Como cando alá polo ano 1978 foi o verdadeiro impulsor da concentración parcelaria, sendo a segunda parroquia da Merca despois da Manchica que contou con iste instrumento de modernización da súa agricultura.
Xogou un papel importantísimo como dinamizador cultural sendo un piar imprescindible xunto co párroco don Manuel Fernández Ruas para a construcción do Tele-clube (antecedente deste local social que dende hoxe merecidamente vai levar o seu nome) do que foi Vicepresidente e Tesosureiro. Da sua importancia da conta a prensa da época como se pode ver na entrevista que lle fixeron no xornal de La Región o 18 de setembro de 1970, xa que pertenecía a Rede Nacional de Tele-clubs da Delegación de Cultura e Turismo sendo un dos poucos que se fixo na provincia. Nesa entrevista, don Isolino resalta a solidaridade e esforzo dos veciños e a inestimable colaboración do párroco para conseguir 40.000 pesetas de subvención por parte de dito Ministerio. Do mesmo xeito se implicaba en todas aquelas formas de expresión cultural que promovía xunto cos párrocos de turno en especial co xa citado don Manuel Fernández Rúas, don Ramón, don Hermesindo e con todos aqueles curas veciños da Parroquia que él tanto apreciaba. Así a nosa Parroquia era coñecida daquela pola realización de obras de teatro, comidas populares, concursos, excursións, Beléns polo Nadal etc. dando boa conta delo a abundante reportaxe fotográfica que existe o respeito e que xa se deu a coñecer neste local.
Don Isolino era unha persoa activa, pero discreta; non amante do protagonismo nin de aduladores, e precuraba as cousas ben feitas. Implicado socialmente, pero era dos que prefería empurrar no carro que ir na fura dianteira. Así, emocionábase cando recordaba que foran capaces de levar a auga dende a fonte a porta da igrexa, para que especialmente as mulleres e nenos, non tiveran que ir buscarla ao rio. Daquela comprometeuse a ir tódolos días a prender e apagalo motor ata que por fin ideou un sistema tipo “boia” para que se fixera dun xeito automático. Do mesmo xeito tamén foi o verdadeiro impulsor dun dos acontecementos maís importantes da Parroquia, como foi a chegada da luz eléctrica. Do que da conta o documento de data 29 de decembro de 1954, onde figura como a persoa que solicita a Sociedad General Gallega de Electricidad S. A. un orzamento para obter dito servizo. Actuaría como Secretario da Xunta Veciñal, presidida polo párroco don José Rodríguez Barreiros durante todo proceso que rematou a finais de 1957, sendo inaugurada a liña eléctrica mailo transformador polo Gobernador Civil da Provincia. De todo elo gardou celosamente toda documentación, incluido o que custou as galletas mailos licores mercados en ultramarinos Paulino Sierra co gallo de tal acontecemento.
Profundamente relixioso, mais non beato, considerábase como cristián de base, cuns valores morais e humanos moi enraizados e interiorizados, e sempre na procura de axuda e servizo aos demais. Era o padriño de tódalas confirmacións levadas a cabo na Parroquia. Na súa casa sempre tiñan acubillo aqueles mais desfavorecidos e que formaban parte xa do noso tecido social. Aínda o estou vendo tamén cando era eu un neno, tódolos domingos a tarde subir polo Outeiro camiño da casa do Señor Basilio para asealo e atendelo ata que morreu.
Non rexeitaba ningún reto sempre que fora en prol da procura do ben común. Foi Concelleiro durante un breve espazo de tempo xa na época do final do franquismo. A pesares desa breve e obrigada experiencia nunca militou en ningún partido político. Sempre foi moi reservado e celoso coas súas ideas pero respectuoso coas dos demais foran as que foran.
Non era home de tabernas, nin de papatorias, nin de luxos nin ostentacións. Na súa mocidade tivo os seus “pinitos” como granxeiro emprendedor cunha pequena granxa de pitos que el mesmo atendia pero o seu verdadeiro hobi xa de xubilado era a súa horta onde investía o seu tempo e onde o veu buscar a morte unha tarde de abril de 2001.
O guión estaba escrito, marchou tal e como era. Dun xeito natural, sinxelo, na súa casa, sen amolar, paiseniñamente sen facer ruído. Orgulloso dos seus e coa tranquilidade e sosego do deber cumprido. O traballo quedaba rematado e ben rematado como a él sempre lle gustaba. A sementeira dera os seu froitos, que cada quen os administre como mellor lle conveña. Para todos aquiles que tivemos a grande sorte de telo como Mestre e de tratalo como persoa permítome despedirme tal e como adoitábamos facelo ao rematar a xornada escolar: “Usted lo pase bien, Señor Maestro”.
Discurso de Manuel Outumuro Seara
José Luis Camba Seara: don Isolino desde la perspectiva de su familia
«Quero empezar dándovos as grazas, de corazón, en nome da familia de Isolino, pola vosa presenza neste acto de homenaxe. A todas e todos. Aos veciños e aos de fóra. Agradecer tamén aos promotores e organizadores desta homenaxe (Tino, Juan Carlos e Manolo), as Xuntas de Comuneiros e Veciños pola vosa colaboración e empeños para que este acto se celebrara. Tamén a todas e todos aqueles que dun xeito ou doutro, nos fixeron chegar as súas adhesións e parabéns a esta homenaxe, así como a todos aqueles, que debido as datas nas que nos atopamos, quixeran pero non poden estar hoxe aquí. Queremos tamén dar as grazas a todos aqueles que expresaron pública ou privadamente mensaxes tan fermosas e emotivas. Grazas. Pero por enriba de todo, queremos agradecer á xente do pobo de Parderrubias esta homenaxe a meu pai, que foi durante tanto tempo mestre, pero acollido tamén como un veciño mais deste pobo onde quixo vivir. Non quero esquecer tampouco e quero agradecer as facilidades que don José Luis, o noso Párroco, deu para que este acto se poidese celebrar nunha data tan singular como é a do Xoves Santo. Grazas.
Esta homenaxe a un mestre quero facela tamén extensiva a todas e todos os Mestres que o foron de Parderrubias, e a todas e todos os que adican a súa vida a esta tan noble e fermosa profesión como é a de educar e ensinar.
Isolino adicou a súa vida, ademais de á súa familia, a súa xente e aos seus alumnos, cos que tiña o seu principal compromiso: educalos e formalos. Todo isto fíxoo con grande adicación, pero tamén cunha grande paixón. A meu pai gustáballe vivir aquí. Lembro que cando queríamos que viñese con nós de vacacións a algún lugar, xa falecida miña nai, dicía “ide vós, ¡eu onde vou estar mellor que aquí en Parderrubias!». Él era así de sinxelo. Necesitaba poucas cousas para ser feliz.
Quero finalmente aproveitar este acto para pedir que todo este legado humano que el deixou nas mans de tantos que fomos os seus alumnos e alumnas, non se perda. Que saibamos aproveitar e potenciar o grande patrimonio que os nosos pais e nais nos deixaron e que llo saibamos transmitir e poñer en valor para os nosos fillos e netos. Que sigamos sementando, en todos os sentidos; como di a canción de Fuxan os Ventos, “sementar sementarei… mentres no pobo medre un meniño, un vello e un cantar”.
A placa que poñemos aí é unha homenaxe a Isolino, pero tamén o será a todas e todos os veciños deste pobo así coma aos que “tamén lles gusta Parderrubias”.
Moitas grazas a todos, e a seguir disfrutando da festa».
Discurso de José Luis Camba Seara
MENSAJES DE ALUMNOS Y VECINOS DEDICADOS A DON ISOLINO CAMBA CASAS CON MOTIVO DE LA SEMANA DE ACTIVIDADES EN SU MEMORIA
José Luis Camba Seara
Separar a condición de alumno e de fillo de meu pai non é una tarefa fácil. Como mestre creo que ca perspectiva de tanto tempo destacaría a figura dun home esixente pero tamén comprensivo. Non valían as medias tintas. Había que facelo ben sí ou sí. No meu caso a esixencia era maior porque supoño que él quería ver en min unha imaxe súa. Iso aínda que entón me disgustaba, creo que teño que agradecerllo porque fíxome aprender a esforzarme e non conformarme con facer as cousas para pasar. Aínda lembro unha noite na cociña da miña casa como estiven lendo un caderno de aqueles que se pasaba ao seguinte, mais de dúas horas ate que o fixen perfecto. Pero tamén o lembro como un mestre que motivaba e buscaba o xeito de que aprendésemos as cousas colléndolle gusto. A esixencia naquelas aprendizaxes mais básicas e a cultura do esforzo que nos soubo transmitir foron o que despois mais me serviu na vida. Teño que recoñecer que tiven a ventaxa de ter mestre na escola e mestre na casa. Pero cecais o que mais lle agradezo como alumno é o exemplo que a súa dedicación ao traballo e aos seus alumnos sempre tivo. Iso marcou a miña vida profesional sempre intentando imitalo. A faceta de pai é algo que non quedaría ben que eu expuxera aquí. So dicir o orgullo que teño de ler e escoitar tantas louvanzas sempre del. Coma todos os Mestres e coma todos os pais supoño que tivo acertos, e erros tamén. Pero eu so quero coma todos lembrar os acertos. Grazas.
María José Fernández Feijoo
Para min o mestre don Isolino Camba foi unha persoa que soubo transmitirme leccións non só de contidos senón leccións de vida. Era unha persoa seria pero moi amable e agradábel, que emparzaba con todos nós, facendo que aprender fora máis ameno e, ao mesmo tempo preocupándose polos nosos problemas e necesidades e os das nosas familias para axudarnos, dentro das súas posibilidades e ensinarnos a aproveitar as mesmas para converternos en persoas máis fortes, máis solidarias e mellores.
Eliseo Fernández Outumuro
Una persona muy importante para Parderrubias y no solamente en su profesión de educador. Don Isolino para muchos es más que el Señor Maestro.
Manuel Fernández Pérez
Si sólo se lee este mensaje podría entenderse que no es objetivo puesto que don Isolino era mi tío, pero junto con los demás mensajes refuerza la opinión que todos tenemos sobre el de persona recta y justa, ya que el personaje de tío Isolino desaparecía cuando se cerraba ese portón azul de la escuela y aparecía el de Señor Maestro. Creo que si yo no lo hubiera dicho nunca nadie sabría de este parentesco. Pero para mí fue inevitable cuando aquella mañana de septiembre de 1975 por primera vez hice el camino desde A Carretera hasta O Trabazo siguiendo sus huellas y ver las caras de asombro de todos los niños preguntándose quién era ese que le acompañaba. Por supuesto, yo muy orgulloso, di todo tipo de explicaciones. Después todo fue muy sencillo, en parte gracias a la gran acogida de todos con los que me sentí cómo en casa. Recuerdos que me marcaron hay muchos, pero sin duda una de las cosas que más me llamó la atención fue la fila de niños sacudiéndose los zapatos en el muro antes de entrar al colegio. Y ya dentro la broma con la que me recibió el señor maestro diciéndome que no había pupitre para mí y que tenía que sentarme en un largo banco todo lleno de tiza que estaba debajo del encerado y que en realidad era para subirse para escribir. También recuerdo que ya en aquellos momentos en los que el tema del reciclaje no estaba en auge, don Isolino ya era pionero y, en esa época en la que los españoles volvían a las urnas, se utilizaban las papeletas sobrantes de las votaciones para hacer cuentas que el señor maestro nos ponía cada vez con más números, siempre con bolígrafo rojo, qué después él corregía con un método sorprendente y mágico para mí. Se trataba de la prueba del nueve, pero esto tardé muchos años en descubrirlo. Después de terminar las clases y regresar a casa volvía a aparecer mi tío, y así durante cinco años fui día a día siguiendo sus huellas, y transcurridos estos traté de seguir siempre sus consejos y muy orgulloso de ser «o sobriño do señor maestro».
Nito Fernández Pérez
Eu de don Isolino recordo cando foi o primeiro Director no colexio da Merca. Nunca tiven o orgullo de que me dese clase pero da época da Merca recordo que era unha persoa moi responsable no seu traballo sempre estaba pendente das inquietudes de todos os rapaces, o que non era pouco. E sobre todo recórdome do moito que o botamos de menos cando se retirou sobre todo o que cambiou coa súa marcha a comida do comedor. O que me fai pensar que ese home ademais de un gran mestre era unha grande persoa e mantivo unha grande harmonía naqueles primeiros anos de agrupación escolar das escolas unitarias. Que Deus llo teña en conta que nós na terra xa o apreciamos.
José Luis Fernández Seara
Un gran maestro. Decisivo en la historia educativa y social contemporánea de Parderrubias.
César González Fernández
¡Cantos recordos de don Isolino! Os primeiros, aprendendo a deletrear naqueles Rayas, logo as primeiras letras na pizarra co pizarrín ou nas libretas de escritura coa pluma e tinteiro e moitos borrós no meu caso. Logo virían as antigas «Wikipedias» de Álvarez. Por onde pasei, sempre me dicían que os de Parderrubias temos moi boa letra, algo ou moito tería que ver o mestre. Recordo que nos falaba do valor do esforzo, de ser boa xente e como falaba cos nosos pais, ós que tiña no bote, que tíñamos que seguir os estudios. Por iso estudamos casi todos. Era un mestre sabio, pedagogo, educador ecuánime, tranquilo e constante, sen importarlle a hora de saída. Cando viña de vacacións do Seminario descubría tamén o mestre crente, o animador da comunidade parroquial en tódalas celebracións cas lecturas e cantos, home que se formaba na fe e adiantado os tempos no seu compromiso cristián. Xa de mozo fun descubrindo que os valores que nos ensinara na escola e que celebraba na misa vivíaos tamén no seu compromiso veciñal, póndose ó fronte de calquer actividade que significara progreso e mellora para Parderrubias. Gracias don Isolino por ser o meu mestre por excelencia e en tantos campos da vida. E son feliz por tercho dito en varias ocasións.
Merche Grande Gallego
Un homenaje a un hombre que marcó la infancia y la vida de varias generaciones del pueblo. Un orgullo haber conocido al Señor Maestro (como le llamaba mi abuela María), aunque no fui su alumna. Gracias a todos los organizadores, en especial a Juan Carlos Sierra por su empeño en situar Parderrubias en el mapa y rendir tributo a esta aldea con valores tan profundos.
Alfonso Grande Pérez
Eu de don Isolino e da escola lémbrome de moitas cousas boas e entrañables. O caminho a escola e os días de leccions entre bulleiros de lama e frío no inverno e entre natureza e paxarinhos na primavera, os xogos e o trato cos companheiros, a admiración polos maiores das filas de adiante e sobre todo por aquel home recto e serio que se sentaba naquela mesa de madeira grande, aquela estufa vella, o chan de táboas con buratos, aquel encerado enorme que ocupaba toda unha parede, as filas para entrar, as saídas por turnos de rapaces e rapazas para ir o «lavabo», os recreos coas escapadas ao monte e ao río, a chamada de don Isolino para rematalos e as carreiras de volta a escola, … Pero o que si o mellor discrepo dos demais (será que eu son algo anarquista) e que a min non me gustaba nin me gusta lembrar aquel certo ambiente reinante na escola dun respecto imposto barallado co cuasi-medo, ou temor algunhas veces, de todas as moitas cousas que naquel tempo non se podían dicir nin preguntar, o ensino e ter que falar nun idioma que non era o noso nin o falabamos nunca, padrenuestros arreo de pe tras das mesas o entrar e o sair, … Cousas todas que suponho e creo saber agora que eran culpa dos anos e do tempo en que nos tocou criarnos e de seguro que non de don Isolino que case que sei que se del dependera tamén as oubera cambiado. E me olvidaba tamén da cousa mais fundamental da que me lembro sempre. Aquel home que estaba sempre ali sin fallar un día e que foi sempre en todas as xeracións capaz de ensinarnos a tantos tantas cousas con tan poucos medios el so: O Maestro.
María José Grande Rodríguez
Apenas teño lembranzas, tal vez, o son da campaniña, ou o bater dos zapatóns no muro da escola antes de entrar, unhas inmensas ganas de facerme maior como os rapaces que se sentaban nos primeiros bancos, fronte a mesa do Señor Maestro, e falaban materias que non chegábamos a entender os máis cativos. Polo tanto, o Señor Maestro para min foi “capacidade de traballo e compromiso”. Algúns, tras o peche das escolas unitarias, fomos da man do Señor Maestro cara a época dos “grupos escolares”. Ó Señor Maestro tocoulle facer de coidador, docente e Director nesa nova etapa. Recordo con moito cariño a unha muller de tez pálida, Esther, a súa dona, que nos duros meses de inverno nos daba agarimo na súa casa mentres esperabamos o autobús. Sempre agradecida.
Celso Grande Seara
Don Isolino foi con moito algo mais, bastante mais, que “O Maestro”, foi un líder, un integrador social, un exemplo de personalidade cos veciños, ca familia e ca Parroquia. Un home dos que se dan cada moito tempo.
Eugenio Grande Sierra
Tiña cinco anos e había que ter seis para ir a escola. Eu choraba cada maña por ir co meu irmán. A miña nai foi un día xunto a don Isolino e pediulle que me deixara ir a escola porque me gustaba moito ler. Aquela maña, a primeira, con cinco aniños, e todo periposto, fun a escola do Señor Maestro e foi un dos días mais felices da miña vida. Sei que me quixo moito e eu admireino tanto, aprecieino sempre e gardo del tanto cariño, tanta sabedoría que aínda hoxe no meu traballo e o meu referente. Para min e o referente do traballo serio, metódico, entregado día a día, e pai espiritual de todos nos. Todos os que formamos parte desa xeración temos o selo do esforzo, do traballo, da perseveranza por acabar os obxectivos. El me inculcou sempre iso e por iso agora, no meu traballo en Lalín, sigo aquelas normas que el me ensinou. Cando me din e me comentan o meu estilo de traballo, a forma de dirixir un centro, nas reunións de equipo onde me ensinaron e cando me sae da alma «na escola de don Isolino, Escola de Parderrubias» e presumo de todos os meus compañeiros que comigo por alí pasaron. Con el aprendín a facer o leite en polvo, a escribir con pizarrín e mollar no tinteiro aquela pluma de plástico que escribía coma os deuses, a facer as primeiras contas e a non ter non unha falta nos ditados. Tan boa educación nos deu e tan boa formación adquirimos que hoxe non podemos mais que estar agradecidos a un home que marcou unha época no noso pobo e que deixou unha sombra tan alargada en nos que perdura por moito tempo.
José Manuel Justo Grande
Mestre e integrador social, que contaba co apoio de todos. Nosos pais tiñan «fe cega» nel. Os resultados están a vista. Unha sorte ser seu alumno e moi agradecido.
Manuel Lorenzo Casas
El maestro don Isolino fue una parte fundamental de nuestra comunidad. Realmente no hay palabras que puedan describir el impacto que tuvo en nuestras vidas. Comenzando con la organización y desarrollo de infraestructuras de nuestro pueblo (calles, fuentes y canalizaciones). Fue un profesor fenomenal y nos abrió las puertas del mundo. Gracias a él hizo fue posible nuestro éxito.
José Ángel Outumuro Grande
O meu recoñecemento a don Isolino polo seu traballo durante aqueles anos e por conseguir lidar cunha escola de 20 ou 30 rapaces de oito cursos diferentes aos que lle ensinaba todas as materias. Cando tés fillos que educar e ás veces xa te sentes superado dáste conta de que iso tiña moito mérito. Tamén destacar a súa profesionalidade e a súa competencia como mestre. Non me lembro de que faltase ningún día a clase. Si me lembro de ver cando estaba na escola os rapaces da Manchica no Outeiro Grande por que o mestre ese día marchara tomar uns viños. No meu primeiro ano estaban na escola o Benito Caxote e o Elito. Había alumnos doutras parroquias na nosa escola porque seguramente os pais tamén o consideraban un bo mestre. Para alén do recoñecemento a un bo mestre e da nostalxia dos días felices da infancia e aproveitando a recreación dunha aula da época, non se debe deixar de facerlle unha revisión da escola tardo franquista que nos tocou vivir. Unha pedagoxía baseada na repetición (a perfección caligráfica, a copia de debuxos, recitar a xeografía, as táboas de multiplicar…) e na memorización (a doutrina) sen que quedase espazo para a imaxinación, a creatividade ou para o diverxente (eu mesmo que son zurdo tiven que aprender a escribir coa dereita). Por outro lado os contidos impartidos culturalmente e lingüisticamente falando eran totalmente alleos ao mundo que nos rodeaba. Todo isto cun propósito claro de formar na ideoloxía do nacional catolicismo súbditos submisos e non cidadáns libres. Esta era a tendencia pedagóxica da época á que o mestre tamén estaba suxeito xa que tamén sufría a inspección educativa. Tamén os nosos pais lle dicían ao mestre “vostede se ve que lle cómpre bátalle”. En fin, calquera tempo pasado non sempre é mellor.
Marisol Outumuro Grande
Orgullosa me sinto de ser unha das alumnas de don Isolino, o cal o lembro perfectamente, as nosas vivencias e anécdotas. Esforzábase moito para que aprendéramos e ensinábanos moitas cousas. Era moi bo mestre. Teño un gran recordo. A caligrafía era perfecta. Contenta de lle ter este homenaxe. Sempre levaremos o que aprendemos e vivimos con el. Grazas Señor Maestro.
Gonzalo Outumuro Rodríguez
A imaxe que se me ven da escola e do Señor Maestro é de cando un día (tería eu 7 anos), déuseme por subir a cima dunha árbore e porme boca abaixo quedando colgado das pernas. A árbore atópase xunto os actuais columpios e cando vexo a algún neno subir por ela vénseme o recordo de cando subira eu. De tantos berros que se escoitaban, por se caía, o Señor Maestro saíu a mirar o que alí estaba pasando e o momento fíxose un silencio profundo e non tivo que dicir nin «mu», solo coa súa mirada, dirixida a min, baixei a toda presa, e acto seguido entrei na escola con él. Non me castigou, nin falta fixo, a lección dise día xa estaba aprendida. Así era don Isolino, estrito e serio na súa labor de ensinanza, pero o mesmo tempo amable e boa persoa cos seus.
Enrique Outumuro Seara
Acórdome perfectamente do meu primeiro día de cole. Lembro, como no descanso da escaleira, a miña irmá Aurora me daba os últimos toques co peite. Resultaría ser un día de sorte para min pois na escola atopeime cun señor mestre receptivo e amable. Co tempo funme decatando de que era un home responsable, que se facía respectar e cunha gran capacidade de organización na aula. O mellor que podo dicir nestes intres é que cada vez que falei del sempre foi para enxalzar a súa figura, pois foi un mestre auténtico que cumpriu con matrícula coa súa obrigación. Para min, sempre será o Señor Maestro. Como anécdotas, aparte de situacións cómicas con pizarras, pizarríns…, lembro dúas actividades escolares que me enchían de satisfacción. Cando me mandaba saír ó encerado para indicar coa regra as capitais e os ríos do mundo, e cando saía da escola polas tardes co ditado (Quixote) xa corrixido. Como actividade extra escolar, mencionarei unha. Era tan extra escolar que esperábamos a que el marchara. Cando a situación o permitía (lama e barro), os do Outeiro e Aldea, previas raias que marcaban os campos e distancias de seguridade, dedicabámonos a tirarnos bólas de barro que como máximo derivarían en feridos leves. Era unha actividade un tanto inxusta pois os de Barrio nin se enteraban. Parabén ós que preparastes a exposición.
Manuel Outumuro Seara
Os meus recordos da escola pasan pola pizarra, o tinteiro, a esfera, a bandeira, os grumos de leite… e ao fondo unha mesa enorme cun pasillo interminable onde estaba unha persoa todopoderosa que nos controlaba e nos conducía nas actividades propias daquelas catro paredes. Eu aquela persoa profesáballe unha grande admiración e respecto, circunstancia esta que xa viña instalada de serie debido o que me inculcaran na casa. Un dos meus mellores recordos cando na miña primeira comunión lle vin a cara de aprobación ao baixar do altar logo de respostarlle satisfactoriamente a Monseñor Temiño que a Santísima Trindade eran tres persoas pero un só Deus verdadeiro. Xa de adulto, para min don Isolino non só foi o mestre que me proporcionou coñecementos, senón que marcou a miña Educación, convertíndose nun referente persoal a quen imitar.
Tino Outumuro Fernández
A miña primeira escola foi o Pavillón Escolar de Parderrubias e o meu primeiro mestre foi don Isolino. Tería uns catro ou cinco anos cando os meus pais me mandaron a escola e so estiven un curso. Entrei co rango de párvulo de primario ano, é dicir, o máis baixo que había, non tiña nin categoría de alumno matriculado, e aínda que gardo algúns recordos do meu paso por ela son tan tenues que semellan fotos oxidadas polo tempo. Anos despois, xa xubilado don Isolino, recordo que polas tardes tiña o hábito de subir por onda miña casa camiño da escola. Nunca souben porque facía esa peregrinación case diaria; pode que fose para recordar os seus anos de mestre, ou para sacarlle o po a vellos libros, ou simplemente porque as súas pernas se negasen a renunciar ese exercicio que durante máis de vinte anos as tivo acostumadas. Recordo que o seu paso era tranquilo, nada apurado, e que en ocasións paraba a falar co meu pai. Como é lóxico xa non lembro os temas das súas conversas, pero si teño gravado o respecto que meu pai lle profesaba. Ese respecto que lle tiña meu pai, nada tiña que ver co que eu lle tiña a miña profesora do colexio de A Merca que emanaba do medo ou do temor, aquel era o que se lle profesa a unha persoa servizal, intelixente, honrada, sinxela que se ganou os seus veciños a base de traballo e bo facer. Así era don Isolino un gran mestre e un bo veciño.
Manuel Outumuro Iglesias
Eu «debutei» na Escola de Parderrubias o mesmo ano ca don Isolino. E co paso dos anos funme dando conta de que, ca súa forma de ensinar, facía moi fácil o aprendizaxe. Pola diferencia de idade, as nosas preferencias «vitais» non coincidían: a súa era que eu estudara e a miña eran os níos, os paxaros, as ras, os peixes… a natureza. Pero gracias á súa insistencia e apoio desinteresado, xunto co de don Aurelio, seguín estudando despois da escola. A ámbolos dous nunca lles estarei suficientemente agradecido. Anécdotas hai para escribir un libro, e inda permanecen nítidas na memoria. Pero recordo, sobre todo, a imaxinación que lle botábamos a todo o que fabricábamos para divertirnos: pelotas para xogar o fútbol, carros de carolas, rodas para carrar auga,…; visto o que hai nestes tempos, a relación calidade-precio está fóra de toda dúbida.
Jose Outumuro Tejerina
Nunca olvidaré el curso que hice hace unos 56 años en la Escuela de Parderrubias. No recuerdo a los compañeros creo que estaban mis amigas Piedad y Amelia, pero sí me acuerdo de don Isolino como si lo estuviera viendo. ¡Qué gran maestro y mejor persona!
María Ángeles Quintas Outumuro
Un día tocou a visita dunha muller entrada en anos. E non faltou a supervisión dos nosos xogos escolares. Polo que se puido atisbar non eran quizais do agrado da visitadora. “Los niños con los niños y las niñas con los niñas”, entre pilla e pilla, foi o que pillaron os meus ouvidos daquela, unha cativa de moi pouca idade. Particularmente, pareceume máis unha chamada de atención no noso mundo de embobamento de cara don Isolino, ca dunha conversa amistosa, e o chegar á casa foi a primeira e importante nova que lle contei aos meus. O caso é que o noso Mestre de cara as reprimendas nomeadas, nunca acertou a nos corrixir nin durante nin despois da visita da autoritaria manda máis. Deixounos sempre, que libremente xogaramos todos xuntos, sen tutelaxe algunha, e coa espontaneidade propios de seu, a duns nenos e nenas. Recordo eu a última, tamén a escola erma a causa do contaxio masivo do sarampelo. Non faltou a visita do Mestre, casa por casa, e porta por porta, de tódolos seus alumnos. Sirvan esas dúas sinxelas lembranzas, sen pretender que sexan loas, senón demostracións das pegadas da humanidade, boa actitude e bonhomía de don Isolino. Se detrás dun grande home, a carón, camiña de ganchete, unha muller do mesmo calibre; non podo desaproveitar a ocasión de rebuscar na miña memoria e non esquecer tamén á súa dona Esther no camiño da misa, para enfeitala, cun mañuco de flores frescas procuradas no seu xardín. Tulipáns vermellos de maneira singular, nestas datas de Semana Santa. O meu ramo vaia tamén para eles.
Avelino Sierra Fernández
Tiven tres Mestres que guiaron os pasos da miña nenez no Pavillón Escolar de Parderrubias. Inda que o Sistema Educativo entón en vigor, e polo tanto os contidos a impartir, foron comúns para os tres, non sucedeu o mesmo coa metodoloxía, os procedementos e formas de ensino por eles empregados, o que, a pesar de tratarse de tres extraordinarios docentes, supuxo que o terceiro fora para min máis extraordinario que os anteriores. A innovación pedagóxica, e concretamente a disciplina didáctica, ligadas a unha definida orientación relixiosa postas en práctica por don Isolino Camba Casas, fixeron que o ensino en Parderrubias cambiara a eito trala súa chegada a Escola Unitaria de nenos a mediados do curso 1957/58. Daquela, xa non voltamos a ver máis a vara de carballo encima da mesa. Non a necesitaba porque abondáballe coa súa persuasión. A ensinanza, ata entón baseada fundamentalmente na instrucción, pasou a ter tamén a educación como obxectivo paralelo esencial. A humanidade no trato dos alumnos, o ensino individualizado a pesar dos ineludibles grupos establecidos, o reforzo, alento e motivación constantes aos que tiñan problemas de aprendizaxe, o nexo cos pais ou as orientacións profesionais trala obtención do certificado de estudos, comezaron a ser prácticas habituais na Escola por el rexentada. Pero o que máis me impactou do novo “Señor Maestro” foi a súa enorme psicoloxía na análise de calquera comportamento incorrecto dos alumnos, que o levaba a tomar sempre con gran serenidade a decisión máis xusta e acertada á hora de correxir conductas. Tal era o meu derradeiro “Señor Maestro”, home bo e xeneroso con todo o pobo, pero sobre todo excepcional mestre no saber, no dicir, no vivir e no obrar. Os que máis tarde, seguindo a súa profesión, tivemos que empaparnos nos volumes de Sánchez Buchón para levar á práctica a doutrina educativa, coñecemos ben a aplicación que desta fixo don Isolino para inculcarnos, ademais dos coñecementos das distintas materias, os valores da entrega, do esforzo, do traballo ben feito ou da responsabilidade que, polo menos no que a min atinxe, levei sempre comigo, tratando de transmitírllelos aos meus alumnos durante media vida adicado á docencia. A admiración, o recoñecemento e a gratitude que sempre lle profesei e amosei en vida a don Isolino, quero facela constar agora unha vez máis. Gracias, Señor Maestro.
Juan Carlos Sierra Freire
No me cabe la menor duda de que la “culpa” de que sea un enamorado de la profesión que disfruto en Granada, la tiene en gran parte don Isolino. Desde muy niño quedé hechizado de su trabajo y de sus maneras de hacerlo. Recuerdo que con 9 o 10 años hubo una época en que me dio por jugar con mi hermano Javi a imitar al Señor Maestro dando clases en una Escuela imaginaria. Disfrutaba con ese juego, que con el tiempo se convertiría en parte de mi vida. A don Isolino le debo no solo los conocimientos adquiridos que tocaban por mi edad entre los años 1972 y 1977, que fueron buenos, muy buenos, sino sobre todo, y por encima de todo, los valores que me trasmitió. Y entre estos, dos fundamentales: el respeto y el esfuerzo. Recuerdos de sus clases tengo muchos, pero me quedo con dos. El primero, su paciencia para enseñarme a sumar y restar con palitos (creo recordar que eran sarmientos de vid escrupulosamente cortados). El segundo, sus narraciones acerca de la historia de España. Las batallas de Viriato contra los romanos y la gesta de Guzmán el Bueno en lo heroica defensa de Tarifa todavía resuenan en mis oídos. La última vez que tuve la oportunidad de hablar con don Isolino fue en una calle de Ourense. Yo estaba comenzando la carrera de Psicología en el Colegio Universitario. Recuerdo que me animó a seguir estudiando y que me dijo que se sentiría orgulloso de que así fuese. No se lo dije en ese momento -tuvo que pasar el tiempo para que yo fuese plenamente consciente de ello-, pero en realidad orgulloso me sentía yo por haberle tenido como mi primer Maestro, el que más impronta deja. No tengo muchas más palabras que decir, salvo “gracias por todo, Señor Maestro”.
Nota. Como miembro del Comité Organizador de estos actos quiero agradecer a los vecinos de Parderrubias su participación e implicación en todos ellos, y por reconocer el legado que dejó don Isolino en nuestro pueblo. Gracias también a todas esas personas anónimas que, con su trabajo desinteresado, hicieron posible este homenaje.
Nota. Este artículo aparece publicado en su versión original en gallego y a continuación el lector encontrará una versión en castellano.
A nosa Escola de Parderrubias. Por José Luis Camba Seara e Juan Carlos Sierra Freire
O xoves 6 de xaneiro de 1927 tiña lugar en Parderrubias o acto de colocación da primeira pedra da Escola, a cal iría situada no lugar do Trabazo, nos arredores dos núcleos de poboación que conforman a Parroquia (Sierra Freire, 2015). Tan sinalado acto foi presidido polo alcalde da Merca, don José Garrido González, acompañado de concelleiros, curas, mestres, así como de numerosos veciños. Cabe apuntar o feito de que o alcalde en cuestión é un dos afamados Irmáns Escultores de Parderrubias. Os nenos acudiron ese día de Reis ao Trabazo con bandeiras que deron un enorme colorido ao evento. Pronunciaron discursos o párroco de Parderrubias, don Ambrosio Cid Fariñas, que levaba uns meses á fronte da Parroquia, encargándose ademais da correspondente bendición, e o mestre, don Manuel Méndez Gallego. O acto festivo rematou coa repartición de doces aos nenos e unha salva de bombas. Véxase https://aparroquiadeparderrubias.wordpress.com/parderrubias-acontecimientos-historicos/
A construción do edificio rectangular, de perpiaño, con cuberta a dúas augas, e amplas ventás, sería levada a cabo polos irmáns Garrido (Os Escultores de Parderrubias). Dezanove meses despois da colocación da primeira pedra, concretamente o domingo 12 de agosto de 1928, ten lugar o solemne acto de inauguración oficial do novo pavillón escolar. Á primeira hora da tarde chegan a Parderrubias o gobernador civil da provincia, don Vicente Rodríguez Carril, o inspector de primeiro ensino, señor Maceda, e o xefe provincial de Unión Patriótica, señor Salgado Biempica. Á entrada do pobo eran agardados polo alcalde da Merca, señor Garrido, a súa corporación, o mestre nacional e o párroco. A prensa da época destaca que o novo edificio constitúe un modelo no seu xénero, sendo sufragado polo orzamento municipal e a subscrición dos veciños da parroquia. O párroco realiza a bendición e a continuación toma a palabra o inspector, cuxo discurso foi moi aplaudido polos asistentes.
Con anterioridade a este edificio, a Escola de Parderrubias estivera situada na primeira planta dunha casa particular, propiedade de Serafín Sierra Mosquera, bisavó dun dos autores deste documento, sita no que hoxe se coñece por Aira da Escola, no pobo da Igrexa. Nesa época, no mundo rural, era habitual usar como escola unha casa particular, cedida por algún veciño para tal fin. A dita casa aínda se conserva na actualidade, aínda que o único vestixio que queda da antiga escola é unha flor de seis pétalos coloreada nun lintel dunha das xanelas. Subir as empinadas escaleiras de pedra que conducen a esa primeira planta e traspasar a porta de entrada traspórtanos a un tempo pasado dificilmente imaxinable para os escolares de hoxe en día.
Fiestra da antiga Escola
A historia
A nova escola estivo en funcionamento durante máis de medio século, concretamente desde o ano 1928 ata 1980, data na que pecha definitivamente as súas portas como consecuencia da política de concentración escolar que traslada aos nenos de Parderrubias ao Grupo Escolar da Merca, onde se concentraron todos os escolares das escolas unitarias do concello, en concreto, os de Corbillón, Entrambosríos, Faramontaos, Fontao, Forxás, A Manchica, A Merca, A Mezquita, Olás de Vilariño, Parderrubias, Pereira, Proente, Solveira, Vilachá e Zarracós. A Lei Xeral de Educación propón a agrupación dos alumnos dos diferentes pobos en centros de maior capacidade con instalacións e servizos máis adaptados aos novos tempos. Esta concentración trouxo consigo á súa vez o traslado dos docentes que rexentaban as antigas escolas rurais.
Orixinalmente, o novo pavillón escolar fora deseñado para acoller en dúas aulas independentes á Escola de Nenos e á Escola de Nenas, rexentadas por un mestre e unha mestra, respectivamente. Así funcionará a Escola ata finais do curso escolar 1968/69, pois no seguinte, 1969/70, convértese en Escola Mixta de Parderrubias. Non dispoñemos de datos precisos acerca dos primeiros mestres que impartiron docencia na escola. Si sabemos que no ano da súa inauguración estaba como mestre don Manuel Méndez Gallego. Polos rexistros de visitas da inspección eucativa e polos rexistros escolares que se conservan desde o ano 1939, podemos afirmar que entre 1939 e 1947 foi mestra na Escola de Nenas dona Concepción Vázquez Feijoo, á que sucedeu dona Delia Iglesias Rodríguez ata o ano 1954, cando toma posesión Dona Catalina López Cid. No ano 1962 fíxose cargo da praza dona Encarnación Garrido Enríquez, que a rexenta ata o curso escolar 1968/69, último no que funcionan as escolas de nenos e nenas de maneira separada. No curso seguinte créase a Escola Mixta da que se fai cargo don Isolino Camba Casas, que era o mestre ata esa data da Escola de Nenos, e cuxa figura foi descrita por Outomuro Seara (2015) neste mesmo Blogue; véxase https://aparroquiadeparderrubias.wordpress.com/2015/11/27/e14-don-isolino-camba-casas-1913-2001-por-manuel-outumuro-seara/
Son máis escasos os datos que dispoñemos acerca dos mestres da Escola de Nenos. Sábese que durante o curso escolar 1946/47 exercía dita labor don José Rodríguez Portela (O Có), que continuou ata o curso 1953/54. Para o curso 1956/57 foi destinado don José Martínez Sousa, xa con 65 anos de idade e 41 de servizos, que estivo dous anos rexentando a dita Escola. No curso 1958/59 incorpórase oficialmente á mesma Don Isolino Camba Casas, aínda que xa se fixo cargo da Escola durante parte do curso anterior. Desde ese ano 1958 e ata o seu peche en 1980, Don Isolino foi o único mestre da Escola de Parderrubias.
A formación que se impartía
Ao longo da súa historia, a Escola de Parderrubias foi testemuña da vixencia de tres grandes leis sobre Educación Primaria en España. Todas elas coincidían en que o inicio da etapa escolar obrigatoria era á idade de 6 anos, polo que todos os nenos do pobo comezamos a escolarización a esa idade. En 1857 promúlgase a Lei de Instrución Pública (Lei Moyano) que estrutura a Educación Primaria en dúas etapas: Elemental (6-9 anos) e Superior (9-12 anos). En 1945 entra en vigor a Lei de Ensino Primario, que establecía a obrigatoriedade da educación ata os 12 anos, a cal sería gratuíta e separada por sexos. Esta Lei constituía un claro reflexo da ideoloxía franquista, polo que a educación que recibían os alumnos era confesional, patriótica, social, intelectual e profesional. Exemplo diso é a circular que a Delegación Local de Mocidades da Merca envía á mestra de Parderrubias con motivo da celebración do Día da Nai do ano 1958, a cal transcribimos literalmente:
“El próximo 8 de diciembre, fecha en que se celebra la fiesta de la Inmaculada Concepción, se conmemora en toda España el día de la Madre. Día este que ha de servir para rendir homenaje de admiración y cariño a la Madre española, centinela permanente de las mejores virtudes de nuestro pueblo. En atención a ello, se organizarán en las Escuelas los siguientes actos:
1º.- Se celebrará en cada Escuela un acto religioso en el que se rendirá homenaje a la Virgen María en la advocación que patrocine la localidad.
2º.- Todos los niños y niñas, que sepan hacerlo, escribirán una sencilla carta de felicitación a la tía “Ma” (Doña María Jesús Primo de Rivera y Orbaneja) que durante tantos años sustituyó a la madre muerta, de la que José Antonio escribió en su testamento: “Cuya maternal abnegación y afectuosa entereza no podremos pagar con tesoros de agradecimiento”. La mencionada carta se remitirá con franqueo ordinario a la siguiente dirección: Paseo de Recoletos, nº 37, Madrid, antes del día 6.
3º.- En todas las Escuelas se abrirá una suscripción a la que deberán contribuir todos los niños con VEINTICINCO céntimos, y que tiene por finalidad proceder a la compra de un obsequio que el día 8 se entregará personalmente a Doña María Jesús Primo de Rivera. El importe de esta suscripción deberá tener entrada en la Jefatura Local del Movimiento de La Merca (Casa Consistorial) antes del día CINCO, al objeto de proceder a su envío urgente.
4º.- Se exhortará a los niños para que en este día obsequien a sus madres respectivas con un pequeño regalo.
5º.- Antes del día 13 próximo deberá enviar a esta Jefatura Local, cada Maestro(a), una memoria detallando los actos realizados y en la que se harán constar expresamente los siguientes extremos: a) número de cartas remitidas a Doña María Jesús Primo de Rivera. b) Número de niños que han contribuido a la suscripción en su homenaje. c) Número de niños asistentes a actos religiosos. d) Otros actos celebrados.
Por Dios, España y su Revolución Nacional Sindicalista.
La Merca, 3 de Diciembre de 1958.
El Delegado Local. Fdo. M.S.R.
Vº. Bº. El Jefe Local del Movimiento. Fdo. S.J.G.V.
En 1970, con Villar Palasí como Ministro de Educación, promúlgase a Lei Xeral de Educación que propón a Educación Xeral Básica (EXB) dos 6 aos 14 anos, con carácter obrigatorio e gratuíto. Estaba organizada en dúas etapas: Primeira Etapa (de Primeiro a Quinto, dos 6 aos 11 anos) e Segunda Etapa (de Sexto a Oitavo, de 12 a 14 anos). Un feito bastante común en Parderrubias era que, entre os 10-12 anos, moitos nenos pasasen a completar os seus estudos ao Seminario Menor e as nenas ás Xosefinas. Outros, unha vez finalizado o período escolar obrigatorio, comezaban a traballar como aprendices de oficios característicos da comarca como carpinteiros ou albaneis, ou se incorporaban ás tarefas da labranza.
A Lei Moyano incluía como materias de estudo Lectura, Escritura, Principios de Gramática, Principios de Aritmética, Doutrina Cristiá, e Nocións de Agricultura, Industria e Comercio. A Lei de 1945 agrupábaas en tres apartados: Instrumentais (Lectura, Expresión Gráfica: Escritura, Redacción e Debuxo, e Cálculo), Formativas (Relixión, Formación do Espírito Nacional -incluía Xeografía e Historia-, Lingua Nacional, Matemáticas e Educación Física) e Complementarias (Ciencias Naturais, Artísticas: Música, Canto e Debuxo, e Utilitarias: Traballos Manuais, Talleres e Labores). Por último, a Lei de 1970 incluía as materias de Lingua Castelá, Matemáticas, Coñecementos do Mundo Social e Cultural, Coñecemento do Mundo Físico, Formación e Expresión Artística, Educación Física, Deportiva e para a Saúde, e Formación Cívico-Social (Egido Gálvez, 1994).
O idioma que se usaba na Escola era o castelán aínda que o galego falabámolo entre nós e tamén ás veces co mestre. No currículo escolar non se ensinaba galego e nos libros escolares apenas había referencias culturais nin históricas á cultura galega. Era algo que estaba prohibido ata a chegada da democracia.
Os alumnos
Durante o período comprendido entre 1940 e 1959 producíronse en Parderrubias 157 nacementos, é dicir, unha media de 7,85 por ano (Sierra Freire, 2016a). De 1960 a 1979 a media baixa aos 5,15 nacementos anuais (Sierra Freire, 2016b). Estes datos poñen de manifesto que a poboación infantil en Parderrubias era moi numerosa. Era habitual que cada familia tivese unha media de 2-3 nenos en idade escolar. Os rexistros escolares, tanto da Escola de Nenos como da Escola de Nenas, dan fe deste feito. Neles apréciase que era habitual superar os 30 alumnos por ano escolar en ambas. A Figura 1 permite observar a evolución do número de alumnos matriculados entre os cursos escolares 1953/54 e 1979/80; no caso dos nenos, o rexistro comeza no curso 1956/57. Apréciase como a matricula presenta un descenso paulatino ata inicios da década dos anos 70, data na que a Escola se converteu en mixta e momento no que chegan á Escola os nenos do fenómeno baby boom experimentado en Parderrubias no ano 1967 (Sierra Freire, 2016b).
Figura 1. Evolución das matrículas na Escola de Nenos e na Escola de Nenas
A continuación, a partir dos rexistros escolares, listamos aos alumnos de don Isolino Camba Casas. Aparecen agrupados por décadas, segundo a orde de rexistro, desde o curso escolar 1957/58 ata o de 1979/80. Na década dos anos cincuenta iniciaron os seus estudos na Escola 50 nenos: Manuel Grande Fernández, Aurelio González Fernández, Bautista Garrido Fernández, José Fernández Santos, Alfredo Fernández Seara, José Grande Casas, Jesús Fernández Iglesias, Avelino Sierra Fernández, Fernando Pérez Fernández, Virgilio Outumuro Fernández, Antonio Lorenzo Seara, Isidro Grande Fernández, José Seara Iglesias, Isolino González Rodríguez, Sergio Grande Casas, José Seara Grande, Serafín Grande Seara, Manuel Sierra Fernández, José Lorenzo González, Claudino Grande Casas, Manuel Outumuro Casas, Manuel Lorenzo González, Adolfo Grande Justo, José Grande Fernández (fillo de Eliseo e Hortensia), José Grande Fernández (fillo de José e Aurora), Isolino Outumuro Fernández, Fernando Sampedro Justo, Benito Suárez Gulín, Nicanor Lorenzo González, Celso Grande Seara, Jaime Freire Seara, Manuel Suárez Gulín, Cesáreo Grande Casas, Adolfo Outumuro Seara, José Luis Fernández Seara, Adolfo Sueiro González, José Iglesias Lorenzo, José Outumuro Seara, José Manuel Grande Justo, Celso Fernández Outumuro, Eliseo Fernández Outumuro, Manuel Currás Rodríguez, Manuel Outumuro Iglesias, Modesto González Fernández, Jaime Grande Casas, Serafín Grande Sierra, Evaristo Atrio Conde, Manuel Garrido González, José Fernández Feijoo e Celso Sueiro Domínguez.
Nos anos sesenta matricúlanse 24 nenos, incorporándose seis nenas a finais da década, cando a escola se transforma en mixta: José Luis Camba Seara, José Pazos González, Eugenio Grande Sierra, Enrique Outumuro Seara, José Luis Garrido González, Manuel Rodríguez Garrido, Manuel Lorenzo Casas, David Outumuro Seara, Manuel Sampedro Grande, César González Fernández, Manuel Garrido Sampedro, Manuel Atrio Conde, Manuel Santos Daquinta, Manuel Outumuro Seara, Eladio Sampedro Grande, José Luis Grande Martínez, José Manuel Justo Grande, Manuel Rodríguez Rodríguez, José Benito Lorenzo Casas, Avelino Atrio Conde, Antonio Loureiro Grande, Manuel Pérez Seara, José Benito Díaz Conde, Juan Pablo Díaz Carneiro, María Rosario Sampedro Grande, María Isabel Freire Seara, María Luz Quintas Outumuro, Angelines Quintas Outumuro, María Carmen Nanín Delgado e María José Garrido Sampedro.
Finalmente, nos anos 70 inician os seus estudos na Escola Mixta de Parderrubias 17 nenas e 20 nenos: María Vicenta Outumuro Outumuro, Eliseo Manuel Vidal Grande, María José Outumuro Outumuro, Juan Carlos Sierra Freire, Rosa María Pazos Outumuro, María Cristina Outumuro Fernández, José Ramón Outumuro Outumuro, Benito Outumuro Outumuro, Alfonso Grande Pérez, José Antonio Outumuro Outumuro, José Nanín Delgado, José Javier Sierra Freire, José César Sierra González, María Sol Outumuro Grande, Ana María Outumuro Rodríguez, Carmen Rodríguez Rodríguez, María Josefa Crespo Díaz, María Luisa Seara Martínez, María José Fernández Feijoo, Aurora Outumuro Outumuro, Gonzalo Outumuro Rodríguez, Abelardo González Outumuro, José Ángel Outumuro Grande, María Sol Rodríguez Díaz, Rosa María Grande Madarnás, María Isabel Seara Martínez, Manuel Fernández Pérez, Antonio Seara Seara, Ramón Rodríguez Rodríguez, Julio Grande Seara, María José Fernández Pazos, María Nieves Lorenzo Estévez, Luis Carlos Martínez Outumuro, Jorge Luis Sierra González, Benjamín Cid Seara, María José Grande Rodríguez e José Grande Atrio.
Hermanos Camba Seara
Hermanos Sierra Freire
Escuela de Niñas año 1951
Escuela de Niños y Escuela de Niñas curso escolar 1966/67
Escuela Mixta 1974/75
Escuela Mixta 1976/77
Os recursos e materiais escolares
Grazas ao inventario do ano 1949 na Escola de Nenas, podemos facernos unha idea máis ou menos clara do equipamento escolar nesa época. O devfotografíasntario incluía unha mesa da profesora, un crucifixo, un cadro da Inmaculada, un cadro da súa Excelencia o Xeneralísimo, dez bancos bipersonais, dous bancos, unha escribanía, un cartafol, un termómetro, unha campaíña, un dicionario, un encerado, unha cadeira, un lavabo, unha regra, un mapa de España, unha esfera terrestre, doce exemplares de Europa (segundo manuscrito de Dalmau), oito exemplares de El Primer Manuscrito, seis exemplares de Lecciones de Cosas, seis exemplares de Lectura Mental y Activa, seis exemplares de La Niña Instruida, catro exemplares de Corazón, dúas enciclopedias de grao elemental, catro exemplares de Rayas (1º, 2º e 3º), seis exemplares do libro de lectura Cordialidades, seis libros do libro de lectura El Libro de las Niñas, quince tinteiros, dúas Obras del Padre Manjón e unha bandeira nacional. Nese ano 1949 a mestra tiña un soldo de 7.200 pesetas e a Escola recibira 150 pesetas para materiais.
Case vinte anos despois, o equipamento da Escola de Nenas seguía sendo moi similar. Así, no curso escolar 1966/67 estaba composto por un crucifixo, un cadro da Inmaculada, un do Xeneralísimo e outro de José Antonio, unha mesa da profesora, unha escribanía, unha campaíña, unha cadeira da profesora, unha mesa plana, un braseiro, dúas bandeiras, tres bancos multipersonais, doce mesas bipersonais e tinteiros, unha esfera, un armario para libros, doce exemplares de Anaquiños, Mi Costurero e do Libro de las Niñas, doce exemplares de El Primer Manuscrito, de El Segundo Manuscrito e de Cordialidades, doce exemplares de María la muy Amada, dez exemplares de Ingenuidades, catro mapas deteriorados, un mapa físico e outro político de España, catro mapas (Asia, África, Europa e América do Norte), un dicionario, un libro de Evanxeos, un selo con tampón, dous libros do mestre, dous exemplares de Sugerencias y Ejercicios (1º e 2º grao), Obras del Padre Manjón, útiles do leite e un xogo de compás, escuadra, semicírculo e regra.
Polo que respecta á Escola de Nenos, no ano 1956 dispoñía dunha mesa escritorio, unha cadeira, dezaseis mesas bipersonais, catro bancos ordinarios, un crucifixo, un cadro da Purísima, un cadro do Xeneralísimo, unha bandeira, un reloxo de parede, seis Obras del Padre Manjón, seis exemplares de Mosaico, dezaseis Manuscritos, nove exemplares de El Primer Manuscrito, tres exemplares de Geografía, doce libros de lectura, doce exemplares de Historia Sagrada, dez exemplares de Urbanidad, cinco enciclopedias, cinco exemplares de Aritmética, tres exemplares de Lecciones de Cosas, un selo, seis lousas e un cántaro de auga.
O inventario de 1970 da Escola de Nenos inclúe un crucifixo, dúas bandeiras nacionais, dez mesas bipersonais, unha mesa, unha cadeira, un armario, un reloxo de parede, unha esfera, dez mapas en tea, trinta e catro exemplares de Santos Españoles, de Ingenuidades e de Patria, oito exemplares de Estampas del Quijote, dezaseis exemplares de Lecturas de Oro e de Rueda de Espejos, oito exemplares de Anaquiños, doce exemplares de Copito y Yo e de Estampas Evangélicas, cinco exemplares de Obras del Padre Manjón, dúas láminas de plástico, un termómetro, un compás, un xogo de regra, escuadra, semicírculo e compás, un atlas bacharelato, dous dicionarios, un proxector con voltímetro, unha biblioteca de 130 volumes con vitrina, unha estufa butano Super Ser e dúas bombonas.
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O complemento alimentario
Os lectores máis novos preguntaranse que facían ou que función tiñan uns útiles para o leite nunha escola da época. Hai unha explicación. A posguerra española durou practicamente dúas décadas. Ata ben entrada a década dos anos cincuenta non se puideron recuperar os niveis alimenticios de antes da guerra, sendo os nenos un dos colectivos máis damnificados. A recuperación debeuse en parte á axuda alimenticia de Estados Unidos ao pobo español que se levou á práctica, entre outras vías, a través das escolas nacionais. Este complemento alimentario que recibían os escolares na escola consistía en leite en po, manteiga e queixo, produtos que moitos nenos comezaron a tomar por primeira vez grazas a este programa denominado Axuda Social Americana. Cada escola recibía estes produtos e os mestres responsabilizábanse de que os nenos tomasen a súa ración diaria no recreo. Este programa estivo a aplicarse entre 1955 e 1967. O leite facíase nun recipiente de porcelana ou cinc no que se removían as porcións de po e auga indicadas. Habitualmente, esta tarefa realizábana os alumnos maiores. O queixo tiña unha cor alaranxada e viña en latas douradas de 5 kg. A manteiga recomendábase por tratarse dun alimento altamente enerxético, de maneira que “a súa combustión produce a calor e a forza que precisa o neno, en constante movemento” e por ser portadora de “vitaminas disolutas (vitaminas hiposolubles) indispensables para o bo crecemento”. As racións consistían en 0,25 gramos de leite en po, 0,30 gramos de queixo e 0,10 gramos de manteiga.
A Inspección de Ensino Primario de Ourense publicou no ano 1955 as normas para implantar o complemento alimenticio nas escolas da provincia, creándose o Servizo Escolar de Alimentación (SEA) para xestionar esta actividade. Nesta primeira fase o complemento consistía nun cuarto de litro de leite diario por alumno. Estas normas eran :
“Primera: El complemento alimenticio se facilitará a todos los alumnos matriculados en la Escuela. Solamente se exceptuarán aquellos que así lo indiquen sus padres o tutores, ante prescripción facultativa en contrario. Segunda: Se servirá a mitad de la sesión escolar, preferentemente en la de la mañana, aprovechando el tiempo de recreo. Tercera: El complemento no suplirá ninguna clase de comida de los alumnos. Cuarta: Se facilitará completamente gratuito. Quinta: El SEA facilitará la cantidad precisa de leche en polvo, previas la formalidades que se indiquen. La primera cantidad corresponderá al número de alumnos matriculados para cuarenta días lectivos a base de 25 gramos de leche en polvo por día y alumno”.
Desde o SEA facíanse as recomendacións pertinentes para a conservación dos sacos de leite en po nas escolas. Solicitábase gardar os envases en sitios secos, lonxe doutros alimentos ou sustancias que tivesen cheiros fortes e abrilos só unha vez ao día. Para a súa preparación pídese diluír un volume de leite en sete volumes iguais de auga, é dicir, un quilogramo de leite en po por nove litros de auga. Disolverase en auga quente, sen necesidade de fervela pois o leite en po está esterilizado. Unha vez preparada debe ser inmediatamente consumido ou, na súa falta, gardado nunha neveira. En canto á distribución do leite:
“Primero: Debe facilitarse a los niños, sobre todo en invierno, a una temperatura templada, nunca caliente, ya que como se sabe, los líquidos calientes actúan frecuentemente como vómitos. En época de verano, puede facilitarse fría. Segundo: Debe asegurarse en todo momento la higiene, tanto en la preparación como en la distribución. Para eso se recomiendan vasos de cristal liso y, a ser posible, que cada niño tenga el suyo. Tercero: Dada la preparación de la leche en polvo que se facilita, no es preciso agregarle azúcar, pues aunque ello es más agradable, tiene el inconveniente para el niño, que el azúcar, en grandes dosis, contribuye a la caries. Cuarto: Puede administrarse sola o a continuación de otros alimentos en caso de bocadillo a media mañana. Quinto: El complemento alimenticio deberá tomarse por los niños sin que supla ninguna de las comidas ordinarias, y siempre que haya transcurrido de dos a tres horas de la comida anterior o de la siguiente. Sexto: Debe acostumbrarse a los niños a tomar la leche a pequeños sorbos, pues así la digerirá mejor”.
En canto ao enxoval que se precisaba para tal tarefa suxeríase un forniño eléctrico, un recipiente, se é posible de porcelana, unha culler ou batidora de madeira para a elaboración e unha xerra para distribuír o leite aos vasos individuais.
En outubro de 1955 o SEA emite unha circular dirixida aos mestres nacionais no que se abordan as normas relativas á distribución de manteiga.
“Primera. Se facilitará a cada niño una ración diaria de 10 gramos de mantequilla. Una cantidad mayor está contraindicada. Se extenderá sobre pan, galletas o similares, y ha de ser consumida en la misma Escuela, preferentemente al mismo tiempo que la toma de la leche.
Segunda. La mantequilla facilitada, procedente de la Ayuda Social Americana, es de sabor ligeramente salado, color amarillo y sin olor perceptible. Está preparada en envases metálicos con un peso neto de 2.700 gramos (bruto 3.040).
Tercero. Los envases con mantequilla deben guardarse en sitio fresco. Una vez abiertos, para lo que deberá usarse el abrelatas con las debidas exigencias higiénicas, se cubrirá totalmente en agua la mantequilla, debiendo renovarse aquélla cada día.
Cuarta. Se observará la máxima limpieza, tanto en la distribución como en la preparación.
Quinta. Solo es contraindicada en aquellos escolares enfermos, con diarrea, los que no suelen ni deben asistir a la Escuela”.
No caso da Escola de Parderrubias, tal como certifica unha circular do ano 1958, as subministracións eran retiradas dos almacéns do Señor Conde na Merca. En novembro de 1955, na Escola de Nenas repártense 576 racións de leite e 264 de manteiga a unha media de 24 escolares; en outubro de 1958, distribúense 780 racións de leite e 120 de queixo. En outubro de 1962, Don Isolino Camba Casas reparte na Escola de Nenos 450 racións. En febreiro de 1963 dona Encarnación Garrido Enríquez distribúe 300 na Escola de Nenas a 12 escolares. O xornal semanal El Magisterio Español sinalaba o 8 de outubro de 1958 que “según comprobaciones científicas realizadas, los niños beneficiados superan en peso y en talla a los mejor alimentados y de desarrollo normal, habiéndose equiparado a todos los niños, tanto de clases acomodadas como de condición humilde, en sus posibilidades de desarrollo físico”.
O labor social
Á parte do complemento alimentario que os escolares recibían a través da escola, esta tamén tivo un papel importante noutras obras de axuda social, que ben ían dirixidas aos propios alumnos ou se xestionaban a terceiros a través da Escola. O centro escolar recibía axudas en concepto de roupeiro escolar. En setembro de 1965 obtéñense once axudas por un importe de 400 pesetas e tres de 200, que son investidas en uniformes para os nenos. A selección dos nenos que se beneficiaban do roupeiro realizábaa un xurado integrado polo mestre, un representante dos pais de familia con nenos na Escola e un representante do concello. As axudas estaban formadas por lotes de calzado, pantalóns, vestidos, pezas de abrigo, pezas de uso interior ou pezas de uniforme.
A escola tamén xogaba un papel relevante nas campañas de Nadal e Reis da época dirixidas á recadación de donativos. Así o testemuña a circular que o alcalde da Merca dirixe á señora mestra da Escola de Parderrubias o 12 de decembro de 1958.
“A fin de dar cumplimiento a la Circular del Excmo. Sr. Gobernador Civil de esta provincia, sobre suscripción para la Campaña de Navidad y Reyes 1958-59, y a lo acordado por la Junta Municipal Pro-Campaña de Navidad y Reyes, esta Alcaldía, una vez más, ruega a Vd. tenga bien ponerse al habla con el Sr. Cura Párroco de esa localidad, Presidente de la Junta Parroquial, a fin de recaudar los donativos que a tal efecto entreguen los vecinos de esa localidad.
Espero tome este asunto con sumo interés y preste su valioso auxilio al Sr. Cura Párroco y al Alcalde de Barrio de esa localidad para conseguir que los vecinos de esa Parroquia entreguen todos sus donativos en la cuantía que buenamente les sea posible, para engrosar los fondos de la suscripción Pro-Campaña de Navidad y Reyes y Aguinaldo del Combatiente, donativos que han de ser destinados a fines altamente humanitarios y cristianos.
Dios guarde a Vd. muchos años. La Merca, 12 de Diciembre de 1958. El Alcalde”.
En 1964 a escola canaliza a solicitude de axuda económica realizada aos escolares de Parderrubias para custear o Paso dos Nenos (popularmente coñecido como a Borriquiña) que cada Domingo de Ramos sae en procesión polas rúas de Ourense.
“Se va a comprar un Paso para la procesión de domingo de Ramos al que por radicar en la catedral se atribuirá alcance diocesano. Desea el prelado que lo adquieran los niños para que en torno a él se reúnan todos, incluidos los de los pueblos que en tal fecha se trasladan a la capital y juntos, con palmas y corazón gozoso, acompañan a Jesucristo por las calle de Orense, en recuerdo y repetición del homenaje tributado al Salvador en Jerusalén. Lo recaudado en el Ayuntamiento no llegará a la mitad de su importe. Por esto hacemos una llamada a los niños de la diócesis, por conducto de sus Maestros, para que aporten donativos en metálico, remitiéndolos directamente a la Inspección. Muchas escuelas de fuera del municipio orensano han dado ya el ejemplo espontáneamente. Los envíos se publicarán en La Región y deben ser remitidos en breve plazo, pues el paso saldrá pronto de las manos del artista compostelano que aceptó su construcción para ser utilizado en la Semana Santa de este mismo año de 1964, concretamente el día 22 de marzo. Los donativos de los niños podrán ser pequeños si son conscientes, sinceros. Con muchos pocos se podrá alcanzar la meta. Inspección de Enseñanza de Orense”.
A Escola de Parderrubias tamén contribuía economicamente ás Obras Misionais Pontificias, institución da Igrexa cuxo obxectivo era apoiar a actividade misioneira en rexións non cristiás. Así, o Secretariado Diocesano de Misións recibe da Escola de Nenos de Parderrubias 600 pesetas o 5 de xuño de 1967 e 770 o 27 de febreiro de 1969, e da Escola Mixta, o 20 de marzo de 1970, outras 600 pesetas. Para facernos unha idea da contía destas axudas tomemos como referencia o custo que tiñan no ano 1968, en Parderrubias, algúns produtos básicos na tenda de Paulino Sierra: 6,80 pesetas unha “bola” de pan, 15,50 un quilo de azucre, 11,50 unha pastilla de xabón La Toja e 122 unha bombona de butano.
As lembranzas
Os recordos da Escola de Parderrubias son os recordos da nosa nenez, aqueles que quedaron gravados na nosa memoria e que nos acompañarán durante toda a nosa vida. Vaian as seguintes liñas como mostra dalgúns dos que conservan os autores deste traballo.
“Apenas teño lembranzas do meu primeiro día na escola. Iso si, non o lembro como algo traumático, quizais porque tiña a vantaxe de que o mestre era meu pai. Recordo que había nenos maiores cando empecei. Lembro aqueles pupitres de madeira nos que os meus pés non alcanzaban o chan, así como o pizarrín que caía e coábase entre as fendas das táboas de madeira. Aquel enorme encerado negro que case revestía toda a parede, e aquela pelotiña de gorila que viña cos zapatos e que era o noso gran balón nos emocionantes partidos de fútbol. As partidas de buxaina e o xogo do aro que tan ben se lle daba aos outros nenos e que eu non cheguei a dominar ata pasado moito tempo. Tamén lembro que eu quería ir á escola como os demais nenos antes de que empezasen as clases para xogar con eles e o meu pai non me deixaba. Recordo, como non, o leite en po que había que remover nunha enorme perola de latón vermello e despois lavar os vasos que cada un utilizaba. Á maioría dos nenos non lles gustaba, quizais porque o leite da súa casa era infinitamente mellor que aquel mexunxe. Non lembro pasar frío na escola, en parte por aquela estufa de ferro que caldeaba algo aquel local, aínda que iso sí, moito máis confortable que o do outra beira que utilizaban as nenas. Vénme á memoria a fila para entrar na escola, as oracións que rezabamos e o tintinar daquel reloxo de parede que marcaba as horas do noso tempo. Un dos recordos non gratos que teño é cando o mestre, meu pai, castigaba de xeonllos a algúns nenos por pelexarse ou tamén por coller os ovos ou as crías nos niños dos paxaros. Igualmente lembro aqueles laboriosos e ás veces tediosos exercicios de escritura coa pluma de tinta que poñían a proba a nosa destreza e como eliminabamos os borróns, que se facían cando non calculabamos ben a tinta, cun papel secante para minimizar o fatídico manchón. Lembro a Enciclopedia Álvarez e os contos de Anaquiños que tanto me gustaban. Tamén lembro o día seguinte á festa do pobo, que se celebraba no noso patio de recreo, buscando moedas coa ilusión de atopar as dunha peseta que o día anterior podía ter perdido algún incauto. Acórdome como nalgúns días do duro inverno ía co meu pai á escola por un carreiro estreito ata O Cruceiro do Trabazo para non pisar así a enorme enlamada que se facía nos camiños do Outeiro. Outros días faciámolo pasando pola Cova, que tanto misterio irradiaba. Pero, sen dúbida, o meu mellor recordo é que aquela foi unha etapa moi feliz, quizais a máis feliz da miña vida” (José Luis Camba Seara).
Trabajo escolar de José Luis Camba Seara
Trabajo escolar de José Luis Camba Seara
«Cuando aquel día de principios del mes de septiembre de 1972, con seis años, crucé por primera vez el umbral de su puerta únicamente quedaba habilitada el aula de la izquierda, pues la de la derecha, la antigua Escuela de Niñas, se había convertido en un almacén-trastero que siempre despertó nuestra inocente curiosidad. Hacía ya dos cursos que venía funcionando la Escuela Mixta. Niños y niñas compartíamos pupitres. Mi padre, que de aquellas tenía 39 años, había solicitado mi ingreso en la Escuela Mixta de Parderrubias adjuntando un Informe Médico firmado por el Doctor Azpilcueta (el médico de A Merca de toda nuestra infancia) en el que se acreditaba, una vez debidamente reconocido, que un servidor no padecía enfermedad contagiosa alguna y que me encontraba vacunado y revacunado contra la polio, tosferina, tétanos y difteria. Curiosamente quedé matriculado con el número 13, el número sagrado de Los Mayas, el Oxlajuj, es decir, el origen del Universo. La Ficha de Clase de ese primer curso académico 1972/73 registra los siguientes datos físicos del alumno Juan Carlos Sierra Freire: 1,08 m. de talla, 20 kg. de peso, agudeza visual normal, ninguna deficiencia orgánica ni motórica. En cuanto a las aptitudes, el alumno Juan Carlos presenta inteligencia despierta, atención buena, memoria buena, imaginación viva, aptitudes psicomotrices normales, hábitos buenos, actitudes, comportamiento y sociabilidad buenas, intereses normales. Por lo que respecta a los rasgos personales más destacados cabe señalar los de ser formal, ordenado y responsable. Ese primer día de escuela me fueron a recoger a casa José Luis y su hermana María José, hijos del Señor Maestro, don Isolino. Ellos me regalaron y me hicieron entrega de mi primer maletín, y con él me fui feliz y, a su vez, repleto de responsabilidad, hasta O Trabazo, lugar en donde estaba ubicada la Escuela. Posteriormente, muchas mañanas esperaba al Señor Maestro y le acompañaba hasta la Escuela. Con el paso del tiempo dejamos de ser parvulitos y ya partíamos solos mi hermano Javi y yo por el sendero que había detrás de la casa hasta O Outeiro y, desde allí hasta, O Trabazo. La jornada escolar comenzaba a las 10 de la mañana y se interrumpía a las 13 para el almuerzo, reanudándose a las tres de la tarde para ponerle fin a las cinco, después del obligatorio “Usted lo pase bien” al Señor Maestro. El aula era rectangular con grandes ventanales en el lateral izquierdo, los cuales en las oscuras mañanas de invierno no eran suficientes para proporcionar la necesaria luz natural, por lo que había que encender aquellas bombillas que colgaban del techo y que daban una luz amarillenta que proporcionaba una sensación de seguridad y bienestar que todavía recuerdo. Al fondo se encontraba la mesa del maestro y detrás un enorme encerado negro al que hacían guardia un crucifijo, un cuadro de la Inmaculada Concepción y dos retratos, el de Francisco Franco y el de José Antonio Primo de Rivera, que la verdad nunca me paré a preguntar por qué estaban allí colgados de la pared mirándonos fijamente. También había un mapa político de aquella España de los años 60 y principios de los 70 que servía de fondo al retratista que anualmente nos visitaba para dejar constancia de nuestro paso y nuestra evolución por la Escuela. Los pupitres eran dobles con una ligera inclinación, con una hendidura para los lapiceros y agujeros para colocar los tinteros, que yo no recuerdo utilizar, pues los tiempos habían cambiado y uno aprendió ya a escribir en pizarra individual y con pizarrín. En la Escuela Mixta de Parderrubias permanecí durante cinco cursos académicos, de 1972 a 1977, es decir, hasta Quinto de Educación General Básica (EGB): cursos 1972/73, 1973/74, 1974/75, 1975/76 y 1976/77. En el curso 1974/75 compartí bancos con colegiales de más edad que yo, como era el caso de Manuel Pérez, José Benito Lorenzo, Benito “O Caxote”, María José, Angelines y María Vicenta, y otros de mi edad, o más jóvenes, como el caso de Ité, Cristina, Rosamari, Elito, Marisol, Ana María, José César, Pepita, Ramón, Carmen, Tito, Lito, Alfonso, José Antonio, Lolín, José Ramón, María Luisa y mi hermano Javi. Siempre me pregunté como el Señor Maestro era capaz de dosificar la docencia que cada uno necesitábamos teniendo delante tal disparidad de edades. Durante esos años cursé nueve asignaturas por año: cinco de las áreas de Expresión y cuatro de las áreas de Experiencia. En concreto, Lengua Española, Área Matemática, Área Plástica, Formación Musical, Educación Física, Social y Cultural, Ciencias Naturales y Formación Religiosa. La calificación global de los distintos cursos fue de Sobresaliente en Primero, Segundo y Quinto, y notable en Segundo y Tercero. El 22 de junio de 1977 ponía fin a mi etapa escolar en la Escuela Mixta de Parderrubias. En ese último curso compartí bancadas con José César, Marisol, José Ramón, Tito, Carmen, María Luisa, Ité, Cristina, Rosa Mari, María Vicenta, Ana, Manolito, José Antonio, Benjamín, Julio, Rosiña, Maribel, Lito, Lolín, Mari Nieves, Gonzalo, Ramón, Pepita y mi hermano Javi. Ese día de junio regresé a casa con un maletín cargado a rebosar de recuerdos, mucho más grande que el que llevé orgulloso el primer día, obsequio de María José y José Luis. De la Escuela de Parderrubias recuerdo ejercitar la caligrafía con pizarra y pizarrín, y como no, con los cuadernos Rubio. Recuerdo aprender a sumar y a restar con palitos meticulosamente elaborados por el Señor Maestro a partir de sarmientos o con habas. Recuerdo escribir al dictado. Recuerdo enamorarme de la historia de España brillantemente contada por el Señor Maestro. Me quedaron grabadas, por ejemplo, las hazañas de Viriato o la gesta de Guzmán el Bueno en Tarifa; eran historias contadas de manera tan vívida que me hacían viajar en el tiempo. Recuerdo llevarme a casa libros de cuentos en vacaciones para ilusionarme con el mundo de Los Tres Cerditos, Pulgarcito, o Blanca Nieves y los Siete Enanitos. Recuerdo organizar el Día del Domund para ir ese domingo por las casas del pueblo solicitando unas monedas para introducir en la ranura de la cabeza de aquel negrito al que todos llamábamos chinito. Recuerdo la ilusión de la Navidad adornando en la escuela el pino que íbamos a cortar al monte. Recuerdo las proyecciones de filminas con el famoso Enosa 300. Recuerdo que en el recreo jugábamos a la cadena, a la rayuela (que no sé porque le llamábamos truco), a las canicas,… Recuerdo,… recuerdo tantas cosas”. (Tomado do libro Natus sum in Parietes Rubias, que proximamente publicará o segundo autor deste artigo).
Dibujos de Juan Carlos Sierra Freire
Dibujos de Juan Carlos Sierra Freire
VERSIÓN EN CASTELLANO
Nuestra Escuela de Parderrubias. Por José Luis Camba Seara y Juan Carlos Sierra Freire
El jueves 6 de enero de 1927 tenía lugar en Parderrubias el acto de colocación de la primera piedra de la Escuela, la cual iría ubicada en el lugar de O Trabazo, a las afueras de los núcleos poblacionales que conforman la Parroquia (Sierra Freire, 2015). Tan señalado acto fue presidido por el Señor Alcalde de A Merca, Don José Garrido González, acompañado de concejales, curas, maestros, así como de numerosos vecinos. Cabe reseñar el hecho de que el Alcalde en cuestión es uno de los afamados Hermanos Escultores de Parderrubias. Los niños acudieron ese día de Reyes a O Trabazo con banderas que dieron un gran colorido al evento. Pronunciaron discursos el Señor Párroco de Parderrubias, don Ambrosio Cid Fariñas, que llevaba unos meses al frente de la Parroquia, encargándose además de la correspondiente bendición, y el Señor Maestro, don Manuel Méndez Gallego. El acto festivo terminó con el reparto de dulces a los niños y una salva de bombas. Véase https://aparroquiadeparderrubias.wordpress.com/parderrubias-acontecimientos-historicos/
La construcción del edificio rectangular, en perpiaño de granito, con cubierta a dos aguas, y amplios ventanales, sería llevada a cabo por los Hermanos Garrido (Os Escultores de Parderrubias). Diecinueve meses después de la colocación de la primera piedra, concretamente el domingo 12 de agosto de 1928, tiene lugar el solemne acto de inauguración oficial del nuevo pabellón escolar. A primera hora de la tarde llegan a Parderrubias el Gobernador Civil de la Provincia, don Vicente Rodríguez Carril, el Inspector de Primera Enseñanza, Señor Maceda, y el Jefe Provincial de Unión Patriótica, Señor Salgado Biempica. A la entrada del pueblo eran aguardados por el Alcalde de A Merca, señor Garrido, su Corporación, el Maestro Nacional y el párroco. La prensa de la época destaca que el nuevo edificio constituye un modelo en su género, habiendo sido sufragado por el presupuesto municipal y la suscripción de los vecinos de la Parroquia. El Párroco realiza la bendición y a continuación toma la palabra el Inspector, cuyo discurso fue muy aplaudido por los asistentes.
Con anterioridad a este edificio, la Escuela de Parderrubias había estado ubicada en la primera planta de una casa particular, propiedad de Serafín Sierra Mosquera, bisabuelo de uno de los autores de este documento, sita en lo que hoy se conoce por Aira da Escola, en el pueblo de A Iglesia. En esa época, en el mundo rural, era habitual usar como escuela una casa particular, cedida por algún vecino para tal fin. Dicha casa todavía se conserva en la actualidad, aunque el único vestigio que queda de la antigua escuela es una flor de seis pétalos coloreada en un dintel de una de las ventanas. Subir las empinadas escaleras de piedra que conducen a esa primera planta y traspasar la puerta de entrada nos transporta a un tiempo pasado difícilmente imaginable para los escolares de hoy en día.
Ventana de la antigua Escuela
La historia
La nueva escuela estuvo en funcionamiento durante más de medio siglo, concretamente desde el año 1928 hasta 1980, fecha en la que cierra definitivamente sus puertas como consecuencia de la política de concentración escolar que traslada a los niños de Parderrubias al Grupo Escolar de A Merca, en donde se concentraron todos los escolares de las escuelas unitarias del Ayuntamiento, en concreto, los de Corbillón, Entreambosríos, Faramontaos, Fontao, Forxás, A Manchica, A Merca, A Mezquita, Olás de Vilariño, Parderrubias, Pereira, Proente, Solveira, Vilachá y Zarracós. La Ley General de Educación propone la agrupación de los alumnos de los diferentes pueblos en centros de mayor capacidad con instalaciones y servicios más adaptados a los nuevos tiempos. Esta concentración trajo consigo a su vez el traslado de los docentes que regentaban las antiguas escuelas rurales.
Originalmente, el nuevo pabellón escolar fue diseñado para acoger en dos aulas independientes a la Escuela de Niños y a la Escuela de Niñas, regentadas por un maestro y una maestra, respectivamente. Así funcionará la Escuela hasta finales del curso escolar 1968/69, pues en el siguiente, 1969/70, se convierte en Escuela Mixta de Parderrubias. No disponemos de datos precisos acerca de los primeros maestros que impartieron docencia en la escuela. Sí sabemos que en el año de su inauguración estaba como maestro don Manuel Méndez Gallego. Por los registros de visitas de la Inspección Educativa y por los Registros Escolares que se conservan desde el año 1939, podemos afirmar que entre 1939 y 1947 fue maestra en la Escuela de Niñas doña Concepción Vázquez Feijoo, a la que sucedió doña Delia Iglesias Rodríguez hasta el año 1954, cuando toma posesión doña Catalina López Cid. En el año 1962 se hizo cargo de la plaza doña Encarnación Garrido Enríquez, que la regenta hasta el curso escolar 1968/69, último en el que funcionan las escuelas de niños y niñas de manera separada. En el curso siguiente se crea la Escuela Mixta de la que se hace cargo Don Isolino Camba Casas, que era el maestro hasta esa fecha de la Escuela de Niños, y cuya figura ha sido descrita por Outomuro Seara (2015) en este mismo Blog; véase https://aparroquiadeparderrubias.wordpress.com/2015/11/27/e14-don-isolino-camba-casas-1913-2001-por-manuel-outumuro-seara/
Son más escasos los datos que disponemos acerca de los maestros de la Escuela de Niños. Se sabe que durante el curso escolar 1946/47 ejercía dicha labor don José Rodríguez Portela (O Có) que continuó hasta el curso 1953/54. Para el curso 1956/57 fue destinado don José Martínez Sousa, ya con 65 años de edad y 41 de servicios, que estuvo dos años regentando dicha Escuela. En el curso 1958/59 se incorpora oficialmente a la misma don Isolino Camba Casas, aunque ya se había hecho cargo de la Escuela durante parte del curso anterior. Desde ese año 1958 y hasta su cierre en 1980, Don Isolino fue el único maestro de la Escuela de Parderrubias.
La formación que se impartía
A lo largo de su historia, la Escuela de Parderrubias fue testigo de la vigencia de tres grandes leyes sobre Educación Primaria en España. Todas ellas coincidían en que el inicio de la etapa escolar obligatoria era a la edad de 6 años, por lo que todos los niños del pueblo comenzamos la escolarización a esa edad. En 1857 se promulga la Ley de Instrucción Pública (Ley Moyano) que estructura la Educación Primaria en dos etapas: Elemental (6-9 años) y Superior (9-12 años). En 1945 entra en vigor la Ley de Enseñanza Primaria, que establecía la obligatoriedad de la educación hasta los 12 años, la cual sería gratuita y separada por sexos. Esta Ley constituía un claro reflejo de la ideología franquista, por lo que la educación que recibían los alumnos era confesional, patriótica, social, intelectual y profesional. Ejemplo de ello es la circular que la Delegación Local de Juventudes de La Merca envía a la Maestra de Parderrubias con motivo de la celebración del Día de la Madre del año 1958, la cual transcribimos literalmente:
“El próximo 8 de diciembre, fecha en que se celebra la fiesta de la Inmaculada Concepción, se conmemora en toda España el día de la Madre. Día este que ha de servir para rendir homenaje de admiración y cariño a la Madre española, centinela permanente de las mejores virtudes de nuestro pueblo. En atención a ello, se organizarán en las Escuelas los siguientes actos:
1º.- Se celebrará en cada Escuela un acto religioso en el que se rendirá homenaje a la Virgen María en la advocación que patrocine la localidad.
2º.- Todos los niños y niñas, que sepan hacerlo, escribirán una sencilla carta de felicitación a la tía “Ma” (Doña María Jesús Primo de Rivera y Orbaneja) que durante tantos años sustituyó a la madre muerta, de la que José Antonio escribió en su testamento: “Cuya maternal abnegación y afectuosa entereza no podremos pagar con tesoros de agradecimiento”. La mencionada carta se remitirá con franqueo ordinario a la siguiente dirección: Paseo de Recoletos, nº 37, Madrid, antes del día 6.
3º.- En todas las Escuelas se abrirá una suscripción a la que deberán contribuir todos los niños con VEINTICINCO céntimos, y que tiene por finalidad proceder a la compra de un obsequio que el día 8 se entregará personalmente a Doña María Jesús Primo de Rivera. El importe de esta suscripción deberá tener entrada en la Jefatura Local del Movimiento de La Merca (Casa Consistorial) antes del día CINCO, al objeto de proceder a su envío urgente.
4º.- Se exhortará a los niños para que en este día obsequien a sus madres respectivas con un pequeño regalo.
5º.- Antes del día 13 próximo deberá enviar a esta Jefatura Local, cada Maestro(a), una memoria detallando los actos realizados y en la que se harán constar expresamente los siguientes extremos: a) número de cartas remitidas a Doña María Jesús Primo de Rivera. b) Número de niños que han contribuido a la suscripción en su homenaje. c) Número de niños asistentes a actos religiosos. d) Otros actos celebrados.
Por Dios, España y su Revolución Nacional Sindicalista.
La Merca, 3 de Diciembre de 1958.
El Delegado Local. Fdo. M.S.R.
Vº. Bº. El Jefe Local del Movimiento. Fdo. S.J.G.V.»
En 1970, con Villar Palasí como Ministro de Educación, se promulga la Ley General de Educación que propone la Educación General Básica (EGB) de los 6 a los 14 años, con carácter obligatorio y gratuito. Estaba organizada en dos etapas: Primera Etapa (de Primero a Quinto, de los 6 a los 11 años) y Segunda Etapa (de Sexto a Octavo, de 12 a 14 años). Un hecho bastante común en Parderrubias era que, entre los 10-12 años, muchos niños pasasen a completar sus estudios al Seminario Menor y las niñas a las Josefinas. Otros, una vez finalizado el periodo escolar obligatorio, comenzaban a trabajar como aprendices de oficios característicos de la comarca como carpinteros o albañiles, o se incorporaban a las tareas de la labranza.
La Ley Moyano incluía como materias de estudio Lectura, Escritura, Principios de Gramática, Principios de Aritmética, Doctrina Cristiana, y Nociones de Agricultura, Industria y Comercio. La Ley de 1945 las agrupaba en tres apartados: Instrumentales (Lectura, Expresión Gráfica: Escritura, Redacción y Dibujo, y Cálculo), Formativas (Religión, Formación del Espíritu Nacional –incluía Geografía e Historia-, Lengua Nacional, Matemáticas y Educación Física) y Complementarias (Ciencias Naturales, Artísticas: Música, Canto y Dibujo, y Utilitarias: Trabajos Manuales, Talleres y Labores). Por último, la Ley de 1970 incluía las materias de Lengua Castellana, Matemáticas, Conocimientos del Mundo Social y Cultural, Conocimiento del Mundo Físico, Formación y Expresión Artística, Educación Física, Deportiva y para la Salud, y Formación Cívico-Social (Egido Gálvez, 1994).
El idioma que se usaba de manera oficial en la Escuela era el castellano. El gallego se empleaba para comunicarse entre sí los alumnos y, en ocasiones, con el Maestro. El currículum escolar no incluía la lengua gallega, nuestra lengua materna, y en los libros escolares apenas existían referencias culturales o históricas a la cultura gallega. La Dictadura lo había prohibido y se tuvo que esperar hasta la llegada de la democracia a nuestro país a que esto cambiase.
Los alumnos
Durante el período comprendido entre 1940 y 1959 se produjeron en Parderrubias 157 nacimientos, es decir, un promedio de 7,85 por año (Sierra Freire, 2016a). De 1960 a 1979 el promedio baja a los 5,15 nacimientos anuales (Sierra Freire, 2016b). Estos datos ponen de manifiesto que la población infantil en Parderrubias era muy numerosa. Era habitual que cada familia tuviese un promedio de 2-3 niños en edad escolar. Los registros escolares, tanto de la Escuela de Niños como de la Escuela de Niñas, dan fe de este hecho. En ellos se aprecia que era habitual superar los 30 alumnos por año escolar en ambas aulas. La Figura 1 permite observar la evolución del número de alumnos matriculados entre los cursos escolares 1953/54 y 1979/80; en el caso de los niños, el registro comienza en el curso 1956/57. Se aprecia como la matrícula presenta un descenso paulatino hasta inicios de la década de los años 70, fecha en la que la Escuela se convirtió en Mixta y momento en el que llegan a la Escuela los niños del fenómeno baby boom experimentado en Parderrubias en el año 1967 (Sierra Freire, 2016b).
Figura 1. Evolución de las matrículas en la Escuela de Niños y en la Escuela de Niñas
A continuación, a partir de los registros escolares, listamos a los alumnos de don Isolino Camba Casas. Aparecen agrupados por décadas, según el orden de registro, desde el curso escolar 1957/58 hasta 1979/80. En la década de los años cincuenta iniciaron sus estudios en la Escuela 50 niños: Manuel Grande Fernández, Aurelio González Fernández, Bautista Garrido Fernández, José Fernández Santos, Alfredo Fernández Seara, José Grande Casas, Jesús Fernández Iglesias, Avelino Sierra Fernández, Fernando Pérez Fernández, Virgilio Outumuro Fernández, Antonio Lorenzo Seara, Isidro Grande Fernández, José Seara Iglesias, Isolino González Rodríguez, Sergio Grande Casas, José Seara Grande, Serafín Grande Seara, Manuel Sierra Fernández, José Lorenzo González, Claudino Grande Casas, Manuel Outumuro Casas, Manuel Lorenzo González, Adolfo Grande Justo, José Grande Fernández (hijo de Eliseo y Hortensia), José Grande Fernández (hijo de José y Aurora), Isolino Outumuro Fernández, Fernando Sampedro Justo, Benito Suárez Gulín, Nicanor Lorenzo González, Celso Grande Seara, Jaime Freire Seara, Manuel Suárez Gulín, Cesáreo Grande Casas, Adolfo Outumuro Seara, José Luis Fernández Seara, Adolfo Sueiro González, José Iglesias Lorenzo, José Outumuro Seara, José Manuel Grande Justo, Celso Fernández Outumuro, Eliseo Fernández Outumuro, Manuel Currás Rodríguez, Manuel Outumuro Iglesias, Modesto González Fernández, Jaime Grande Casas, Serafín Grande Sierra, Evaristo Atrio Conde, Manuel Garrido González, José Fernández Feijoo y Celso Sueiro Domínguez.
En los años sesenta se matriculan 24 niños, incorporándose seis niñas a finales de la década, cuando la Escuela se convierte en Mixta: José Luis Camba Seara, José Pazos González, Eugenio Grande Sierra, Enrique Outumuro Seara, José Luis Garrido González, Manuel Rodríguez Garrido, Manuel Lorenzo Casas, David Outumuro Seara, Manuel Sampedro Grande, César González Fernández, Manuel Garrido Sampedro, Manuel Atrio Conde, Manuel Santos Daquinta, Manuel Outumuro Seara, Eladio Sampedro Grande, José Luis Grande Martínez, José Manuel Justo Grande, Manuel Rodríguez Rodríguez, José Benito Lorenzo Casas, Avelino Atrio Conde, Antonio Loureiro Grande, Manuel Pérez Seara, José Benito Díaz Conde, Juan Pablo Díaz Carnero, María Rosario Sampedro Grande, María Isabel Freire Seara, María Luz Quintas Outumuro, Angelines Quintas Outumuro, María Carmen Nanín Delgado y María José Garrido Sampedro.
Finalmente, en los años 70 inician sus estudios en la Escuela Mixta de Parderrubias 17 niñas y 20 niños: María Vicenta Outumuro Outumuro, Eliseo Manuel Vidal Grande, María José Outumuro Outumuro, Juan Carlos Sierra Freire, Rosa María Pazos Outumuro, María Cristina Outumuro Fernández, José Ramón Outumuro Outumuro, Benito Outumuro Outumuro, Alfonso Grande Pérez, José Antonio Outumuro Outumuro, José Nanín Delgado, José Javier Sierra Freire, José César Sierra González, María Sol Outumuro Grande, Ana María Outumuro Rodríguez, Carmen Rodríguez Rodríguez, María Josefa Crespo Díaz, María Luisa Seara Martínez, María José Fernández Feijoo, Aurora Outumuro Outumuro, Gonzalo Outumuro Rodríguez, Abelardo González Outumuro, José Ángel Outumuro Grande, María Sol Rodríguez Díaz, Rosa María Grande Madarnás, María Isabel Seara Martínez, Manuel Fernández Pérez, Antonio Seara Seara, Ramón Rodríguez Rodríguez, Julio Grande Seara, María José Fernández Pazos, María Nieves Lorenzo Estévez, Luis Carlos Martínez Outumuro, Jorge Luis Sierra González, Benjamín Cid Seara, María José Grande Rodríguez y José Grande Atrio.
Hermanos Camba Seara
Hermanos Sierra Freire
Escuela de Niñas año 1951
Escuela de Niños y Escuela de Niñas curso escolar 1966/67
Escuela Mixta 1974/75
Escuela Mixta 1976/77
Los enseres y materiales escolares
Gracias al inventario del año 1949 llevado a cabo en la Escuela de Niñas, podemos hacernos una idea más o menos clara del equipamiento escolar en esa época. Dicho inventario incluía una mesa de la profesora, un crucifijo, un cuadro de la Inmaculada, un cuadro de su Excelencia el Generalísimo, diez bancos bipersonales, dos bancos, una escribanía, una carpeta, un termómetro, una campanilla, un diccionario, un encerado, una silla, un lavabo, una regla, un mapa de España, una esfera terrestre, doce ejemplares de Europa (segundo manuscrito de Dalmau), ocho ejemplares de El Primer Manuscrito, seis ejemplares de Lecciones de Cosas, seis ejemplares de Lectura Mental y Activa, seis ejemplares de La Niña Instruida, cuatro ejemplares de Corazón, dos enciclopedias de grado elemental, cuatro ejemplares de Rayas (1º, 2º y 3º), seis ejemplares del libro de lectura Cordialidades, seis libros del libro de lectura El Libro de las Niñas, quince tinteros, dos Obras del Padre Manjón y una bandera nacional. En ese año 1949 la maestra tenía un sueldo de 7.200 pesetas y la Escuela había recibido 150 pesetas para materiales.
Casi veinte años después, el equipamiento de la Escuela de Niñas seguía siendo muy similar. Así, en el curso escolar 1966/67 estaba compuesto por un crucifijo, un cuadro de la Inmaculada, uno del Generalísimo y otro de José Antonio, una mesa de la profesora, una escribanía, una campanilla, una silla de la profesora, una mesa plana, un brasero, dos banderas, tres bancos multipersonales, doce mesas bipersonales y tinteros, una esfera, un armario para libros, doce ejemplares de Anaquiños, Mi Costurero y del Libro de las Niñas, doce ejemplares de El Primer Manuscrito, de El Segundo Manuscrito y de Cordialidades, doce ejemplares de María la muy Amada, diez ejemplares de Ingenuidades, cuatro mapas deteriorados, un mapa físico y otro político de España, cuatro mapas (Asia, África, Europa y América del Norte), un diccionario, un libro de Evangelios, un sello con tampón, dos libros del maestro, dos ejemplares de Sugerencias y Ejercicios (1º y 2º grado), Obras del Padre Manjón, útiles de la leche y un juego de compás, escuadra, semicírculo y regla.
Por lo que respecta a la Escuela de Niños, en el año 1956 disponía de una mesa escritorio, una silla, dieciséis mesas bipersonales, cuatro bancos ordinarios, un crucifijo, un cuadro de la Purísima, un cuadro del Generalísimo, una bandera, un reloj de pared, seis Obras del Padre Manjón, seis ejemplares de Mosaico, dieciséis Manuscritos, nueve ejemplares de El Primer Manuscrito, tres ejemplares de Geografía, doce libros de lectura, doce ejemplares de Historia Sagrada, diez ejemplares de Urbanidad, cinco enciclopedias, cinco ejemplares de Aritmética, tres ejemplares de Lecciones de Cosas, un sello, seis pizarras y un cántaro de agua.
El inventario de 1970 de la Escuela de Niños incluye un crucifijo, dos banderas nacionales, diez mesas bipersonales, una mesa, una silla, un armario, un reloj de pared, una esfera, diez mapas en tela, treinta y cuatro ejemplares de Santos Españoles, de Ingenuidades y de Patria, ocho ejemplares de Estampas del Quijote, dieciséis ejemplares de Lecturas de Oro y de Rueda de Espejos, ocho ejemplares de Anaquiños, doce ejemplares de Copito y Yo y de Estampas Evangélicas, cinco ejemplares de Obras del Padre Manjón, dos láminas de plástico, un termómetro, una brújula, un juego de regla, escuadra, semicírculo y compás, un atlas bachillerato, dos diccionarios, un proyector con voltímetro, una biblioteca de 130 volúmenes con vitrina, una estufa butano Super Ser y dos bombonas.
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El complemento alimentario
Los lectores más jóvenes se preguntarán que hacían o qué función tenían unos útiles para la leche en una escuela de la época. Hay una explicación. La posguerra española duró prácticamente dos décadas. Hasta bien entrada la década de los años cincuenta no se pudieron recuperar los niveles alimenticios de antes de la guerra, siendo los niños uno de los colectivos más damnificados. La recuperación se debió en parte a la ayuda alimenticia de Estados Unidos al pueblo español que se llevó a la práctica, entre otras vías, a través de las Escuelas Nacionales. Este complemento alimentario que recibían los niños en la Escuela consistía en leche en polvo, mantequilla y queso, productos que muchos escolares comenzaron a tomar por primera vez gracias a este programa denominado Ayuda Social Americana. Cada Escuela recibía estos productos y los maestros se responsabilizaban de que los niños tomasen su ración diaria en el recreo. Este programa se estuvo aplicando entre 1955 y 1967. La leche se hacía en un recipiente de porcelana o cinc en el que se removían las porciones de polvo y agua indicadas. Habitualmente, esta tarea la realizaban los alumnos mayores. El queso tenía un color anaranjado y venía en latas doradas de 5 kg. La mantequilla se recomendaba por tratarse de un alimento altamente energético, de manera que “su combustión produce el calor y la fuerza que precisa el niño, en constante movimiento” y por ser portadora de “vitaminas disueltas (vitaminas hiposolubles) indispensables para el buen crecimiento”. Las raciones consistían en 0,25 gramos de leche en polvo, 0,30 gramos de queso y 0,10 gramos de mantequilla.
La Inspección de Enseñanza Primaria de Orense publicó en el año 1955 las normas para implantar el complemento alimenticio en las escuelas de la provincia, creándose el Servicio Escolar de Alimentación (SEA) para gestionar esta actividad. En esta primera fase el complemento consistía en un cuarto de litro de leche diario por alumno. Estas normas eran:
“Primera: El complemento alimenticio se facilitará a todos los alumnos matriculados en la Escuela. Solamente se exceptuarán aquellos que así lo indiquen sus padres o tutores, ante prescripción facultativa en contrario. Segunda: Se servirá a mitad de la sesión escolar, preferentemente en la de la mañana, aprovechando el tiempo de recreo. Tercera: El complemento no suplirá ninguna clase de comida de los alumnos. Cuarta: Se facilitará completamente gratuito. Quinta: El SEA facilitará la cantidad precisa de leche en polvo, previas la formalidades que se indiquen. La primera cantidad corresponderá al número de alumnos matriculados para cuarenta días lectivos a base de 25 gramos de leche en polvo por día y alumno”.
Desde el SEA se hacían las recomendaciones pertinentes para la conservación de los sacos de leche en polvo en las escuelas. Se solicitaba guardar los envases en sitios secos, lejos de otros alimentos o sustancias que tuviesen olores fuertes y abrirlos solo una vez al día. Para su preparación se pedía diluir un volumen de leche en siete volúmenes iguales de agua, es decir, un kilogramo de leche en polvo por nueve litros de agua. Se disolverá en agua caliente, sin necesidad de hervirla pues la leche en polvo está esterilizada. Una vez preparada debe ser inmediatamente consumida o, en su defecto, guardada en una nevera. En cuanto a la distribución de la leche:
“Primero: Debe facilitarse a los niños, sobre todo en invierno, a una temperatura templada, nunca caliente, ya que como se sabe, los líquidos calientes actúan frecuentemente como vómitos. En época de verano, puede facilitarse fría. Segundo: Debe asegurarse en todo momento la higiene, tanto en la preparación como en la distribución. Para eso se recomiendan vasos de cristal liso y, a ser posible, que cada niño tenga el suyo. Tercero: Dada la preparación de la leche en polvo que se facilita, no es preciso agregarle azúcar, pues aunque ello es más agradable, tiene el inconveniente para el niño, que el azúcar, en grandes dosis, contribuye a la caries. Cuarto: Puede administrarse sola o a continuación de otros alimentos en caso de bocadillo a media mañana. Quinto: El complemento alimenticio deberá tomarse por los niños sin que supla ninguna de las comidas ordinarias, y siempre que haya transcurrido de dos a tres horas de la comida anterior o de la siguiente. Sexto: Debe acostumbrarse a los niños a tomar la leche a pequeños sorbos, pues así la digerirá mejor”.
En cuanto al menaje que se precisaba para tal tarea se sugería un hornillo eléctrico, un recipiente, a ser posible de porcelana, una cuchara o batidora de madera para la elaboración y una jarra para distribuir la leche a los vasos individuales.
En octubre de 1955 el SEA emite una circular dirigida a los Maestros Nacionales en el que se abordan las normas relativas a la distribución de mantequilla.
“Primera. Se facilitará a cada niño una ración diaria de 10 gramos de mantequilla. Una cantidad mayor está contraindicada. Se extenderá sobre pan, galletas o similares, y ha de ser consumida en la misma Escuela, preferentemente al mismo tiempo que la toma de la leche.
Segunda. La mantequilla facilitada, procedente de la Ayuda Social Americana, es de sabor ligeramente salado, color amarillo y sin olor perceptible. Está preparada en envases metálicos con un peso neto de 2.700 gramos (bruto 3.040).
Tercero. Los envases con mantequilla deben guardarse en sitio fresco. Una vez abiertos, para lo que deberá usarse el abrelatas con las debidas exigencias higiénicas, se cubrirá totalmente en agua la mantequilla, debiendo renovarse aquélla cada día.
Cuarta. Se observará la máxima limpieza, tanto en la distribución como en la preparación.
Quinta. Solo es contraindicada en aquellos escolares enfermos, con diarrea, los que no suelen ni deben asistir a la Escuela”.
En el caso de la Escuela de Parderrubias, tal como certifica una circular del año 1958, los suministros eran retirados de los almacenes del Señor Conde en A Merca. En noviembre de 1955, en la Escuela de Niñas se reparten 576 raciones de leche y 264 de mantequilla a un promedio de 24 escolares; en octubre de 1958, se distribuyen 780 raciones de leche y 120 de queso. En octubre de 1962, Don Isolino Camba Casas reparte en la Escuela de Niños 450 raciones. En febrero de 1963 Doña Encarnación Garrido Enríquez distribuye 300 en la Escuela de Niñas a 12 escolares. El periódico semanal El Magisterio Español señalaba el 8 de octubre de 1958 que “según comprobaciones científicas realizadas, los niños beneficiados superan en peso y en talla a los mejor alimentados y de desarrollo normal, habiéndose equiparado a todos los niños, tanto de clases acomodadas como de condición humilde, en sus posibilidades de desarrollo físico”.
La labor social
Aparte del complemento alimentario que los escolares recibían a través de la Escuela, ésta también tuvo un papel importante en otras obras de ayuda social, que bien iban dirigidas a los propios alumnos o se gestionaban a terceros a través de la Escuela. El centro escolar recibía ayudas en concepto de Ropero Escolar. En septiembre de 1965 se obtienen once ayudas por un importe de 400 pesetas y tres de 200, que son invertidas en uniformes para los niños. La selección de los niños que se beneficiaban del ropero la realizaba un Jurado integrado por el Maestro, un representante de los padres de familia con niños en la Escuela y un representante del Ayuntamiento. Las ayudas estaban formadas por lotes de calzado, pantalones, vestidos, prendas de abrigo, prendas de uso interior o prendas de uniforme.
La Escuela también jugaba un papel relevante en las campañas de Navidad y Reyes de la época dirigidas a la recaudación de donativos. Así lo atestigua la circular que el Alcalde de A Merca dirige a la Señora Maestra de la Escuela de Parderrubias el 12 de diciembre de 1958.
“A fin de dar cumplimiento a la Circular del Excmo. Sr. Gobernador Civil de esta provincia, sobre suscripción para la Campaña de Navidad y Reyes 1958-59, y a lo acordado por la Junta Municipal Pro-Campaña de Navidad y Reyes, esta Alcaldía, una vez más, ruega a Vd. tenga bien ponerse al habla con el Sr. Cura Párroco de esa localidad, Presidente de la Junta Parroquial, a fin de recaudar los donativos que a tal efecto entreguen los vecinos de esa localidad.
Espero tome este asunto con sumo interés y preste su valioso auxilio al Sr. Cura Párroco y al Alcalde de Barrio de esa localidad para conseguir que los vecinos de esa Parroquia entreguen todos sus donativos en la cuantía que buenamente les sea posible, para engrosar los fondos de la suscripción Pro-Campaña de Navidad y Reyes y Aguinaldo del Combatiente, donativos que han de ser destinados a fines altamente humanitarios y cristianos.
Dios guarde a Vd. muchos años. La Merca, 12 de Diciembre de 1958. El Alcalde”.
En 1964 la Escuela canaliza la solicitud de ayuda económica realizada a los escolares de Parderrubias para costear el Paso de los Niños (popularmente conocido como la Borriquita) que cada Domingo de Ramos procesiona por las calles de Ourense.
“Se va a comprar un Paso para la procesión de domingo de Ramos al que por radicar en la catedral se atribuirá alcance diocesano. Desea el prelado que lo adquieran los niños para que en torno a él se reúnan todos, incluidos los de los pueblos que en tal fecha se trasladan a la capital y juntos, con palmas y corazón gozoso, acompañan a Jesucristo por las calle de Orense, en recuerdo y repetición del homenaje tributado al Salvador en Jerusalén. Lo recaudado en el Ayuntamiento no llegará a la mitad de su importe. Por esto hacemos una llamada a los niños de la diócesis, por conducto de sus Maestros, para que aporten donativos en metálico, remitiéndolos directamente a la Inspección. Muchas escuelas de fuera del municipio orensano han dado ya el ejemplo espontáneamente. Los envíos se publicarán en La Región y deben ser remitidos en breve plazo, pues el paso saldrá pronto de las manos del artista compostelano que aceptó su construcción para ser utilizado en la Semana Santa de este mismo año de 1964, concretamente el día 22 de marzo. Los donativos de los niños podrán ser pequeños si son conscientes, sinceros. Con muchos pocos se podrá alcanzar la meta. Inspección de Enseñanza de Orense”.
La Escuela de Parderrubias también contribuía económicamente a las Obras Misionales Pontificias, institución de la Iglesia cuyo objetivo era apoyar la actividad misionera en regiones no cristianas. Así, el Secretariado Diocesano de Misiones recibe de la Escuela de Niños de Parderrubias 600 pesetas el 5 de junio de 1967 y 770 el 27 de febrero de 1969, y de la Escuela Mixta, el 20 de marzo de 1970, otras 600 pesetas. Para hacernos una idea de la cuantía de estas ayudas tomemos como referencia el coste que tenían en el año 1968, en Parderrubias, algunos productos básicos en la tienda de Paulino Sierra: 6,80 pesetas una “moña” de pan, 15,50 un kilo de azúcar, 11,50 una pastilla de jabón La Toja y 122 una bombona de butano.
Los recuerdos
Los recuerdos de la Escuela de Parderrubias son los recuerdos de nuestra niñez, aquellos que quedaron grabados en nuestra memoria y que nos acompañarán durante toda nuestra vida. Valgan las siguientes líneas como muestra de algunos de los que conservan los autores de este trabajo.
“Apenas tengo recuerdos de mi primer día en la escuela. Eso sí, no lo recuerdo como algo traumático, quizás porque tenía la ventaja de que el maestro era mi padre. Recuerdo que había niños mayores cuando empecé. Recuerdo aquellos pupitres de madera en los que mis pies no alcanzaban el suelo, así como el pizarrín que se caía y se colaba entre las rendijas de las tablas de madera. Aquel enorme encerado negro que casi revestía toda la pared, y aquella pelotita de gorila que venía con los zapatos y que era nuestro gran balón en los emocionantes partidos de fútbol. Las partidas de peonza y el juego del aro que tan bien se le daba a los otros niños y que yo no llegué a dominar hasta pasado mucho tiempo. También recuerdo que yo quería ir a la escuela como los demás niños antes de que empezaran las clases a jugar con ellos y mi padre no me dejaba. Recuerdo, como no, la leche en polvo que había que remover en una enorme perola de latón rojo y después lavar los vasos que cada uno utilizaba. A la mayoría de los niños no les gustaba, quizás porque la leche de su casa era infinitamente mejor que aquel mejunje. No recuerdo haber pasado frío en la escuela, en parte por aquella estufa de hierro que caldeaba algo aquel frío local, aunque eso sí mucho más confortable que el de al lado que utilizaban las niñas. Me viene a la mente la fila para entrar en la escuela, las oraciones que rezábamos y el tintinear de aquel reloj de pared que marcaba las horas de nuestro tiempo. Uno de los recuerdos no grato que tengo es cuando el Maestro, mi padre, castigaba de rodillas a algunos niños por pelearse o también por coger los huevos o las crías en los nidos de los pájaros. Igualmente recuerdo aquellos laboriosos y a veces tediosos ejercicios de escritura con la pluma de tinta que ponían a prueba nuestra destreza y cómo eliminábamos los borrones, que se hacían cuando no calculábamos bien la tinta, con un papel secante para minimizar el fatídico manchón. Recuerdo la Enciclopedia Álvarez y los libritos de Anaquiños que tanto me gustaban. También recuerdo el día siguiente a la fiesta del pueblo, que se celebraba en nuestro patio de recreo, buscando monedas con la ilusión de encontrar las de una peseta que el día anterior podía haber perdido algún incauto. Me acuerdo cómo en algunos días del duro invierno iba con mi padre a la Escuela por un sendero estrecho hasta O Cruceiro de O Trabazo para no pisar así el enorme barrizal que se hacía en los caminos de O Outeiro. Otros días lo hacíamos pasando por La Cueva, que tanto misterio irradiaba. Pero, sin duda, mi mejor recuerdo es que aquella fue una etapa muy feliz, quizás la más feliz de mi vida” (José Luis Camba Seara).
Trabajo escolar de José Luis Camba Seara
Trabajo escolar de José Luis Camba Seara
“Cuando aquel día de principios del mes de septiembre de 1972, con seis años, crucé por primera vez el umbral de su puerta únicamente quedaba habilitada el aula de la izquierda, pues la de la derecha, la antigua Escuela de Niñas, se había convertido en un almacén-trastero que siempre despertó nuestra inocente curiosidad. Hacía ya dos cursos que venía funcionando la Escuela Mixta. Niños y niñas compartíamos pupitres. Mi padre, que de aquellas tenía 39 años, había solicitado mi ingreso en la Escuela Mixta de Parderrubias adjuntando un Informe Médico firmado por el Doctor Azpilcueta (el médico de A Merca de toda nuestra infancia) en el que se acreditaba, una vez debidamente reconocido, que un servidor no padecía enfermedad contagiosa alguna y que me encontraba vacunado y revacunado contra la polio, tosferina, tétanos y difteria. Curiosamente quedé matriculado con el número 13, el número sagrado de Los Mayas, el Oxlajuj, es decir, el origen del Universo. La Ficha de Clase de ese primer curso académico 1972/73 registra los siguientes datos físicos del alumno Juan Carlos Sierra Freire: 1,08 m. de talla, 20 kg. de peso, agudeza visual normal, ninguna deficiencia orgánica ni motórica. En cuanto a las aptitudes, el alumno Juan Carlos presenta inteligencia despierta, atención buena, memoria buena, imaginación viva, aptitudes psicomotrices normales, hábitos buenos, actitudes, comportamiento y sociabilidad buenas, intereses normales. Por lo que respecta a los rasgos personales más destacados cabe señalar los de ser formal, ordenado y responsable. Ese primer día de escuela me fueron a recoger a casa José Luis y su hermana María José, hijos del Señor Maestro, don Isolino. Ellos me regalaron y me hicieron entrega de mi primer maletín, y con él me fui feliz y, a su vez, repleto de responsabilidad, hasta O Trabazo, lugar en donde estaba ubicada la Escuela. Posteriormente, muchas mañanas esperaba al Señor Maestro y le acompañaba hasta la Escuela. Con el paso del tiempo dejamos de ser parvulitos y ya partíamos solos mi hermano Javi y yo por el sendero que había detrás de la casa hasta O Outeiro y, desde allí hasta, O Trabazo. La jornada escolar comenzaba a las 10 de la mañana y se interrumpía a las 13 para el almuerzo, reanudándose a las tres de la tarde para ponerle fin a las cinco, después del obligatorio “Usted lo pase bien” al Señor Maestro. El aula era rectangular con grandes ventanales en el lateral izquierdo, los cuales en las oscuras mañanas de invierno no eran suficientes para proporcionar la necesaria luz natural, por lo que había que encender aquellas bombillas que colgaban del techo y que daban una luz amarillenta que proporcionaba una sensación de seguridad y bienestar que todavía recuerdo. Al fondo se encontraba la mesa del maestro y detrás un enorme encerado negro al que hacían guardia un crucifijo, un cuadro de la Inmaculada Concepción y dos retratos, el de Francisco Franco y el de José Antonio Primo de Rivera, que la verdad nunca me paré a preguntar por qué estaban allí colgados de la pared mirándonos fijamente. También había un mapa político de aquella España de los años 60 y principios de los 70 que servía de fondo al retratista que anualmente nos visitaba para dejar constancia de nuestro paso y nuestra evolución por la Escuela. Los pupitres eran dobles con una ligera inclinación, con una hendidura para los lapiceros y agujeros para colocar los tinteros, que yo no recuerdo utilizar, pues los tiempos habían cambiado y uno aprendió ya a escribir en pizarra individual y con pizarrín. En la Escuela Mixta de Parderrubias permanecí durante cinco cursos académicos, de 1972 a 1977, es decir, hasta Quinto de Educación General Básica (EGB): cursos 1972/73, 1973/74, 1974/75, 1975/76 y 1976/77. En el curso 1974/75 compartí bancos con colegiales de más edad que yo, como era el caso de Manuel Pérez, José Benito Lorenzo, Benito “O Caxote”, María José, Angelines y María Vicenta, y otros de mi edad, o más jóvenes, como el caso de Ité, Cristina, Rosamari, Elito, Marisol, Ana María, José César, Pepita, Ramón, Carmen, Tito, Lito, Alfonso, José Antonio, Lolín, José Ramón, María Luisa y mi hermano Javi. Siempre me pregunté como el Señor Maestro era capaz de dosificar la docencia que cada uno necesitábamos teniendo delante tal disparidad de edades. Durante esos años cursé nueve asignaturas por año: cinco de las áreas de Expresión y cuatro de las áreas de Experiencia. En concreto, Lengua Española, Área Matemática, Área Plástica, Formación Musical, Educación Física, Social y Cultural, Ciencias Naturales y Formación Religiosa. La calificación global de los distintos cursos fue de Sobresaliente en Primero, Segundo y Quinto, y notable en Segundo y Tercero. El 22 de junio de 1977 ponía fin a mi etapa escolar en la Escuela Mixta de Parderrubias. En ese último curso compartí bancadas con José César, Marisol, José Ramón, Tito, Carmen, María Luisa, Ité, Cristina, Rosa Mari, María Vicenta, Ana, Manolito, José Antonio, Benjamín, Julio, Rosiña, Maribel, Lito, Lolín, Mari Nieves, Gonzalo, Ramón, Pepita y mi hermano Javi. Ese día de junio regresé a casa con un maletín cargado a rebosar de recuerdos, mucho más grande que el que llevé orgulloso el primer día, obsequio de María José y José Luis. De la Escuela de Parderrubias recuerdo ejercitar la caligrafía con pizarra y pizarrín, y como no, con los cuadernos Rubio. Recuerdo aprender a sumar y a restar con palitos meticulosamente elaborados por el Señor Maestro a partir de sarmientos o con habas. Recuerdo escribir al dictado. Recuerdo enamorarme de la historia de España brillantemente contada por el Señor Maestro. Me quedaron grabadas, por ejemplo, las hazañas de Viriato o la gesta de Guzmán el Bueno en Tarifa; eran historias contadas de manera tan vívida que me hacían viajar en el tiempo. Recuerdo llevarme a casa libros de cuentos en vacaciones para ilusionarme con el mundo de Los Tres Cerditos, Pulgarcito, o Blanca Nieves y los Siete Enanitos. Recuerdo organizar el Día del Domund para ir ese domingo por las casas del pueblo solicitando unas monedas para introducir en la ranura de la cabeza de aquel negrito al que todos llamábamos chinito. Recuerdo la ilusión de la Navidad adornando en la escuela el pino que íbamos a cortar al monte. Recuerdo las proyecciones de filminas con el famoso Enosa 300. Recuerdo que en el recreo jugábamos a la cadena, a la rayuela (que no sé porque le llamábamos truco), a las canicas,… Recuerdo,… recuerdo tantas cosas”. (Tomado del libro Natus sum in Parietes Rubias, que próximamente publicará el segundo autor de este artículo).
Dibujos de Juan Carlos Sierra Freire
Dibujos de Juan Carlos Sierra Freire
Referencias
Egido Gálvez, I. (1994). La evolución de la enseñanza primaria en España. Tendencias Pedagógicas, 1, 75-86.
Si por algo se caracterizaron, a nivel mundial, los años sesenta y setenta fue por los grandes movimientos sociales. La Guerra Fría llegaba a su punto álgido, Estados Unidos se desangraba con la Guerra de Vietnam y en América Latina surgían movimientos revolucionarios. Los jóvenes reaccionaban contra el sistema establecido protagonizando el Mayo Francés, la Primavera de Praga, el Movimiento Hippie, la Revolución de los Claveles o el Movimiento por los Derechos civiles para los Afroamericanos en Estados Unidos. El pacifismo, el ecologismo y el feminismo empezaban a abrirse hueco en la sociedad. En España, a pesar de que el desarrollo económico experimentado durante esos años había dado lugar, por primera vez, a una clase media, las libertades individuales y políticas seguían estando muy limitadas. Como consecuencia, las protestas de obreros y estudiantes contra la dictadura se convirtieron en imagen habitual de nuestro país en esa época. Eran tiempos que fueron testigos de la emigración de los pueblos a las grandes ciudades, especialmente de Cataluña y del País Vasco, así como a Europa Occidental (Francia, Bélgica, Holanda, Alemania, etc.). Esta sangría poblacional no fue ajena a Parderrubias. Y, por fin, la década de los 70 trajo la muerte del Dictador, la llegada de la Democracia y la entrada de España en una nueva época. En 1964 Bob Dylan, a los acordes de su guitarra y su armónica, cantaba al mundo:
“…que el orden se está desvaneciendo rápidamente y el primero ahora más tarde será el último porque los tiempos están cambiando” (The Times They Are A Changin’).
Estos aires de modernidad que llegaron a Parderrubias en esa época se hacen realidad en el hecho de que la generación de los 60 es la primera en la Parroquia que disfrutó de la electricidad desde el mismo día de nacer. Recordemos que la electrificación del pueblo terminó a finales del año 1957. En ese tiempo también tiene lugar un hecho que cambiará la fisionomía de la Parroquia. El Boletín Oficial del Estado publica el 19 de agosto de 1974 el Decreto 2318/1974 por el que se declara de utilidad pública la concentración parcelaria de la zona de Parderrubias. Se iniciaba así un largo proceso, no exento de complicaciones, que finalizaría ocho años después y que supondría una significativa mejora del estilo de vida de los vecinos. Es ésta también la época en la que empiezan a llegar los coches utilitarios a Parderrubias: el Seat 600, que se adjudicaba tras la espera de varios meses o años, incluso anticipando el dinero, unas 70.000 pesetas; el Seat 850, con mayor comodidad que el 600 y que costaba 80.000 pesetas; el Renault 4; el Seat 124, un coche ya para viajes largos, y el Seat 1430, con mayor potencia; y ya años más tarde, el Seat 127, el Renault 5 y el Renault 8, sin olvidarnos del Mini.
Renault 8 en la década de los 70 en Parderrubias
La bonanza económica experimentada en los años sesenta junto con la mejoría de las condiciones sanitarias, que redujo de manera drástica la tasa de mortalidad infantil, condujo al fenómeno baby boom en España. En el caso de Parderrubias, mientras en el periodo 1940-1959 habían fallecido 14 recién nacidos, únicamente lo hacen dos entre 1960 y 1979. Otro indicador del desarrollo socioeconómico de la época en Parderrubias podría ser el número de bodas celebradas. Mientras en las dos décadas anteriores se habían celebrado 46 bodas, entre 1960 y 1979 se llegaron a oficiar 62 casamientos, de los cuales solamente el 35% se produjeron entre personas de la propia Parroquia, lo que pone de manifiesto el aperturismo que se estaba experimentando. La tendencia en el número de bodas a lo largo de este periodo fue prácticamente plana con dos picos en 1966 y 1971, respectivamente. Véase el Gráfico 1.
Gráfico 1
Boda celebrada en Parderrubias en el año 1965
En el periodo 1960-1979 nacieron en la Parroquia de Parderrubias 103 niños (56% varones y 44% mujeres), frente a los 157 que habían nacido durante el periodo 1940-1959; es decir, un promedio de 5,15 nacimientos por año frente al 7,85 de las dos décadas anteriores. La evolución a lo largo de estos 20 años (1960-1979) marcó una tendencia plana en el caso de las mujeres, mientras que en los hombres fue ligeramente ascendente (véase el Gráfico 2). Si atendemos a la distribución por núcleos poblacionales, apreciamos que entre O Outeiro y Barrio suman el 58% de los nacimientos, siendo muy significativa la caída que experimentó A Iglesia con respecto a las décadas anteriores, pasando de un 24% a un 8% del total de la Parroquia. Posibles explicaciones a este hecho podemos encontrarlas en el trasvase poblacional de A Iglesia a otros núcleos (A Carretera, por ejemplo) o en el mayor castigo que haya podido recibir de parte de la emigración. Cabe señalar que a inicios de la década de los 70 se produjo la expansión urbanística de A Carretera.
Gráfico 2
Gráfico 3
A tenor de estos datos relativos al número de nacimientos, la pregunta que nos planteamos es si existió en Parderrubias un fenómeno baby boom similar al ocurrido en España entre 1960 y 1974. Obviamente, responder a esta cuestión no es tarea fácil, pues a la par de analizar el número de nacimientos habría que considerar el fenómeno de la emigración que sacudió a Parderrubias en la década de los años 60 y 70. En 1977 la Parroquia de Parderrubias contaba con 250 habitantes (76 familias) distribuidos de la siguiente manera: 73 en Barrio, 65 en A Iglesia/Valdemouro, 42 en O Outeiro, 36 en A Carretera y 34 en Nigueiroá/Campinas (Fuente: Registro de la Visita Pastoral a la Parroquia del 15 de marzo de 1977). Aparte de la emigración al País Vasco y Cataluña, y a Europa Occidental, el hecho de que naciesen menos personas de las que fallecían estaba dando lugar al inicio del proceso de despoblamiento que todavía Parderrubias padece en la actualidad. Entre el 13 de septiembre de 1970 y el 15 de marzo de 1977 se produjeron en la Parroquia 31 nacimientos frente a 34 defunciones. El problema de natalidad era ya un hecho evidente, aunque muy lejos todavía de la magnitud actual. De hecho, de 1977 a 1982 se llega producir un incremento poblacional, pasando de 250 a 275 vecinos, con la presencia de dos nuevas familias (Fuente: Registro de la Visita Pastoral a la Parroquia del 5 de marzo de 1982).
Si examinamos con cierto detalle el Gráfico 4, que muestra la evolución del número de nacimientos desde el año 1931 hasta 1979, apreciamos que la tendencia es claramente descendente. Si fijamos el foco de atención en el período 1960-1974, observamos que salvo en el año 1967, no se produce en absoluto esa explosión de natalidad que los demógrafos sitúan durante esa época en España. El número de nacimientos de ese período en Parderrubias está muy lejos del contabilizado entre los años 1939 y 1949, dato éste muy llamativo pues se sitúa justo al final de la Guerra Civil, produciéndose de esta manera el efecto contrario al experimentado habitualmente por poblaciones víctimas de guerras. El promedio anual de nacimientos del período 1939-1949 fue de 10,91 frente al 4,81 del de 1960-1974. Si comparamos la década de los 50 (1950-1959) con la de los 60 (1960-1969) observamos que el promedio anual de nacimientos desciende ligeramente, pasando de 4,78 a 4,50, recuperándose en la de los 70 (1970-79) al llegar a 5,8 nacimientos por año. Mención aparte merece el año 1967, el cual sí podría ser considerado como un exponente del baby boom, produciéndose 12 nacimientos e igualando de este modo los del año 1948. Esta cifra está directamente asociada a la del número de matrimonios celebrados el año anterior, siete, que supone la cifra más elevada de este ciclo.
Gráfico 4
Los que hemos nacido en aquella época, impregnada de profundos cambios, y que hoy observamos el mundo desde la perspectiva que nos da la madurez propia de la edad, cuando echamos la vista atrás nos damos cuenta de que muchas de las utopías de esos años, hoy siguen siendo eso, utopías.
“Si algo enseñan los años es la poca importancia que tiene todo. Todo, tarde o temprano, pasa… La vaga juventud, con sus sueños, sus grandes esperanzas” (Nada importa nada de Javier Salvago, 1997).
Como es conocido, en este año 2016 se conmemora el 50 aniversario de la fundación del Teleclub de Parderrubias. En un artículo publicado en el mes de diciembre de 2015 hicimos un primer análisis de la función que este local social tuvo en la sociedad de Parderrubias durante los años 60 y 70, análisis enriquecido con una entrevista realizada en 1970 a Don Isolino Camba Casas (https://aparroquiadeparderrubias.wordpress.com/2015/12/08/e16-se-cumplen-50-anos-de-la-fundacion-del-teleclub-de-parderrubias/). En este nuevo artículo sobre esta temática, José Luis Camba Seara lleva a cabo una descripción histórica de su fundación y de sus primeras actividades, avalada por documentos redactados por los propios protagonistas principales de esa época. Entendemos que es el complemento necesario al artículo publicado con anterioridad.
Quiero agradecer a José Luis esta excelente y necesaria colaboración con el Blog aportando datos y documentos que forman parte de la historia reciente de nuestro pueblo, permitiéndonos salvaguardarlos y difundirlos. Gracias.
Juan Carlos Sierra Freire
Nota. Este artículo aparece publicado en su versión original en gallego y justo a continuación el lector encontrará una versión en castellano.
1966-2016: cúmprense 50 anos da creación do Teleclub de Parderrubias. Por José Luis Camba Seara
A petición de Juan Carlos Sierra, que escribiu o anterior artigo sobre este tema, e para completar o mesmo, vou lembrar algúns datos máis da creación e funcionamento nos seus primeiros anos do Teleclub de Parderrubias, dos que gardo algunha documentación.
Os primeiros anos do Teleclub
Ainda que a Acta de creación do Teleclub é de 20 de abril de 1966, como consta na copia de documento adxunto, a súa actividade real como tal comeza a finais de 1967 cando queda rematado o “Salón Parroquial” construído para a Parroquia e que foi cedido para o seu uso como sede local do mesmo. Este local construíuse en terreos da Casa Parroquial para o que foi necesario o derrubamento dunha parte da mesma así como do muro que a protexía. Lembrar tamen que dentro do recinto desa casa había un patio onde se atopaba un forno no que ate ben entrado o século pasado se facía o pan de boa parte do pobo da Igrexa e sobre cuxa actividade tamén haberá que escribir algún día.
Na data sinalada constitúese a primeira Xunta Organizadora Provisional para a creación do Teleclub que estaba formada por Don Manuel Fernández Rúas (Párroco de Parderrubias) como Presidente, Don Isolino Camba Casas (Mestre) como Vicepresidente, Don Benigno Seara como Secretario-Monitor, D. Laurentino Outomuro Outomuro como Tesoureiro e os seguintes vocais: Don Eladio Grande Garrido, Don Alejandro Justo Sampedro, Don Jesús Fernández Fernández e Don Valentín Seara Prieto (Documento 1).
Documento 1. Acta de constitución do Teleclub
Daquela unha das primeiras funcións foi a de redactar as Normas Estatutarias do Teleclub para o funcionamento do mesmo, normas que quedaban resumidas en cinco capítulos dos que entresaco o mais importante.
O Capítulo 1 trata sobre a Localización do Teleclub e di:
“El Teleclub de Parderrubias, que así se llamará, tendrá como domicilio social el local Salón Parroquial”.
O Capítulo 2 refírese aos fins da asociación:
“Su fin primordial será el perfeccionamiento cultural de sus asociados y fomentar la convivencia social y el espíritu asociativo”. Tamén “…conseguir poner un medio de esparcimiento y recreo a disposición de los asociados”.
O Capítulo 3 fala dos socios:
“La asociación al Teleclub será voluntaria y en beneficio de todos los vecinos pertenezcan o no a la parroquia o municipio”.
“Los socios tendrán voz y voto en las Juntas Generales y podrán ser elegidos miembros de la Junta Directiva”.
“Los socios estarán obligados a acatar las normas de funcionamiento y respetar las decisiones de la Junta Directiva y satisfacer las cuotas acordadas”.
O Capítulo 4 refírese á Xunta Directiva:
“El Teleclub será regido por una Junta Directiva que integrará un Presidente, Vicepresidente, Secretario-Monitor, Monitor 2º, y como máximo tres vocales, uno de los cuales actuará como Tesorero”.
“Será elegida y renovada anualmente por la Junta General de Socios y velará por el perfecto funcionamiento del Teleclub, presentando estado de cuentas anual y proyecto de actividades”.
“La administración de los fondos públicos le corresponde al Tesorero con el Visto Bueno del Presidente”.
“Los cargos directivos serán honoríficos y sin derecho a retribución alguna”.
O Capítulo 5 define as cuotas dos asociados:
“Las cuotas de los asociados serán mensuales y destinadas al sostenimiento del Teleclub”.
Nunha disposición transitoria sinálase que:
“Con carácter provisional se constituirá la primera Junta Directiva”.
Nunha primeira relación de socios do Teleclub figuran 50 socios. Existe tamén un escrito de cesión do Local que está a ser construido pola Parroquia como Salón Parroquial para sua utilización polo Teleclub, establecéndose nel o seu Domicilio Social para a realización das funcións e actividades do mesmo.
A construcción deste Salón Parroquial fora iniciada no ano 1965 e non foi rematada ata o ano 1967. Na construcción do mesmo colaboraron tanto co seu traballo coma cunha aportación económica de 300 pesetas os veciños de Parderrubias e Negueiroá, acadándose un importe de 24.000 pesetas. Tamén colaborou a “Hermandad de Labradores” cun importe de 1.000 pesetas. Como datos históricos hai que sinalar que traballaron albaneis e carpinteiros da Parroquia, como os irmáns Hermenegildo, Benito e Manuel Outomuro, o Adolfo e o Higinio. Foi empregado tamén un camión da Deputación de Ourense que o cedeu un día para desescombro. Moito do material que se utilizou foi dos almacéns de construcción Sierra. A porta da entrada custou 675 pesetas e as ventas 2.000. Adxúntase documento manuscrito por Don Manuel Fernández Rúas dos gastos desas obras (Documento 2).
Documento 2. Gastos do Salón Parroquial
Según consta en Acta do 17 de nadal de 1967 hai unha Xuntanza da Asamblea Xeral do Teleclub, e nela dase conta do Regulamento redactado aos socios. Nesta asamblea tamén se comunica o cese do Presidente e cura de Parderrubias Don Manuel Fernández Rúas que fora destinado a outra parroquia e sustituído por D. Ramón Blanco Caride como novo cura. Acórdase pois nomear a este último como Presidente do Teleclub e que o resto da Xunta Directiva quede como estaba. Nesa xuntanza faise saber o estado de contas e trátase da admisión de novos socios quedando o asunto en estudio. Dáselle á nova Xunta a confianza para rematar as obras do local solicitando a colaboración dos socios para rematar os traballos que faltan (Documento 3).
Documento 3. Comunicación da Acta da Asamblea Xeral de Socios ano 1967
O primeiro de novembro de 1969 hai unha xuntanza na que se da conta do cese de Don Ramón Blanco Presidente do Teleclub por ser destinado cura a outra parroquia. Nesta Xunta dase conta tamén da falta de fondos para o funcionamento do Teleclub. Procédese ao nomeamento como novo Presidente de Don Hermesindo Andrade Pérez e renóvase o resto da Xunta, quedando como Vicepresidente Don Benigno Seara, como Secretario-Monitor Don Isolino Camba, como Tesoureiro Don Laurentino Outomuro e como Vocais Don Eladio Grande, Don Alejandro Justo e Don Jesús Fernández. Acórdase arranxar o televisor e realizar algunas obras de acondicionamento do local e adquisición de mobiliario para o que se solicita unha subvención ao Gobernador Civil (Documento 4).
Documento 4. Comunicación de Acta da Asamblea Xeral ano 1969
O 23 de xaneiro de 1970 recíbese a subvención solicitada por un importe de 40.000 pesestas que foron investidas no acondicionamento do local. De novo hai cambios na Xunta directiva. O 3 de xaneiro de 1971 e baixo a presidencia de Don Benigno Seara reúnese a Xunta Directiva para dar conta unha vez máis do cese do Presidente do Teleclub Don Hermesindo Andrade por ser destinado de párroco a outro lugar. Nesa xuntanza dase tamén conta da subvención recibida polo Teleclub das 40.000 pesetas e acórdase regular mellor o uso do local e solicitar unha axuda do Concello para gastos ordinarios. Tamén se acorda convocar unha Asamblea de Socios para elexir novo Presidente, propoñendo para o cargo ao novo cura encargado da parroquia Don José Gayo Arias, párroco da Manchica onde reside.
A partir deste momento a actividade do Teleclub vai minguando e apenas hai actividade por parte da sua Xunta Directiva, salvo a organización dunha peregrinación o 28 de abril de 1971 a Santiago de Compostela con motivo do Ano Santo e á que acudiron uns 40 veciños do pobo (Documentos 5 e 6).
Documento 5. Peregrinación a Santiago de Compostela 1
Documento 6. Peregrinación a Santiago de Compostela 2
Segue funcionando o Teleclub nos anos seguintes como sinala Sierra Freire no anterior artigo ate os anos 90, pero esta actividade redúcese sobretodo pola existencia xa nas casas e bares de televisión particular. A asistencia ao local limítase á dos vecinos do barrio da Igrexa e a algunhas das xuntanzas da Parroquia con motivo dalgunha actividade especial ou dos mozos e mozas.
Asistencia e materiais do Teleclub
Dunha enquisa feita no ano 1972 para a Oficina de Información e Turismo (CITE) podemos entresacar cales foron os datos máis destacabeis da actividade deste Teleclub durante estes anos, sobretodo entre 1967 e 1972. O número de socios chegou a ser duns 160, polo cal pódese decir que case todos os vecinos da parroquia chegaron a ser socios do Teleclub. A asistencia ao local era dunhas 15 ou 20 persoas diarias pola semana, sendo moito maior a asistencia os fins de semana ou cando había algunha actividade importante. A mellor hora de asistencia era polas tardes-noite pois era cando, sobretodo no inverno cesaba a actividade laboral do campo e tamén a televisión tiña os programas de maior audiencia, así como os domingos. Os programas de televisión máis vistos naquela época eran as novelas, Cesta e puntos, partidos de fútbol, os telediarios…
O material que había ao principio no Teleclub era escaso: un televisor en branco e negro que se estropeaba a miúdo, unha libraría para os poucos libros que había (unha colección de Historia de España de Salvat, unha colección de libros de lectura da colección de RTV, e revistas de Teleradio e Teleclub), un armario, catro mesas, vinte sillas e oito bancos así como unha mesa para o televisor. Mais adiante foise renovando este material e adquirindo algún novo.
Interior Teleclub
As actividades do Teleclub
A maiores das actividades individuais que se realizaban nel como o visionado da televisión ou a lectura, o Teleclub servíu tamén como dinamizador de actividades deportivas, culturais e de programación e deseño de obras básicas na Parroquia. Das actividades de obras de mellora de infraestruturas da Parroquia hai que salientar algunhas como a propia construción do Teleclub e a mellora das suas instalacións, a construcción dunha pista ó barrio da Igrexa, o arreglo de camiños e fontes (da Igrexa, do Valdemouro e de Negueiroá), de lavadoiros, da luz pública, etc.
Neses anos tivo lugar unha chea de realizacións de obras fundamentais para Parderrubias que rematou coa Concentración Parcelaria e que foron daquela unha aposta modernizadora fundamental, que nalgúns casos xerou certa controversia pero que vista coa perspectiva do tempo, foi fundamental para modernización do pobo. E todo isto fixose co esforzo, colaboración e aportación económica de todos o cal ben merece unha louvanza para afortalar a nosa autoestima como pobo.
Dentro da actividade sociocultural foron estes anos os do florecemento dunha inesquecible actividade cultural que se concretou en veladas teatrais, na que os actores e actrices eran mozos e mozas do pobo, actividades nas festas de Nadal e Reises, con Cabalgatas e festivais de panxoliñas, xantares populares na festa de Corpus, actividades deportivas como partidos de fútbol, carreiras ciclistas, carreiras de sacos, carreiras de burros, festas na Chousiña, etc. Todos os que temos unha certa idade lembramos con certa nostalxia aqueles anos.
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Hai que sinalar tamen outras actividades como un Curso de Promoción Cultural e Alfabetización de Adultos de 75 días, as Conferencias de Extensión Agraria sobre actividades agrícolas e da concentración parcelaria, ou tamén cursos do Programa de Promoción Profesional Obrera (PPO) a mediados dos anos 70 sobre temas como cociña e costura, dirixidos ás mulleres. Neses cursos as nosas nais coñeceron como se facían uns ovos a flamenca, uns emparedados fritos ou os canelóns con bechamel. Tamén a facer alfombras, coxíns ou unha colcha.
Seguramente hai moitas mais actividades que eu non lembro pero que quedaron ahí na memoria colectiva dos veciños de Parderrubias e que forman parte do patrimonio inmaterial da nosa Parroquia que debe alomenos ser lembrado para as novas xeracións.
PD: Invito a todos aqueles que teñan fotografías ou carteis dalgunha actividade levada a cabo durante estes anos a que as acheguen a Juan Carlos Sierra para que poidan ser recollidas e documentadas para ser espostas nun futuro.
VERSIÓN EN CASTELLANO
Nota. Este artículo aparece publicado más arriba en su versión original en gallego
1966-2016: se cumplen 50 años de la creación del Teleclub de Parderrubias. Por José Luis Camba Seara
A petición de Juan Carlos Sierra, que escribió el anterior artículo sobre este tema, y con el fin de complementarlo, voy a exponer algunos datos sobre la creación y funcionamiento en sus primeros años del Teleclub de Parderrubias, de los que conservo alguna documentación.
Los primeros años del Teleclub
Aun cuando el Acta de creación del Teleclub está fechada el 20 de abril de 1966, como consta en el documento adjunto (Documento 1), su actividad real como tal comienza a finales de 1967 cuando queda rematado el Salón Parroquial, construido para la Parroquia y que fue cedido para su uso como sede local del mismo. Este local fue edificado en terrenos de la Casa Parroquial para lo que fue necesario derribar una parte de la misma y del muro que la protegía. Debemos recordar que dentro del recinto de esa casa había un patio en el cual existía un horno en el que hasta bien entrado el siglo pasado se elaboraba el pan de buena parte del pueblo de A Igrexa y sobre cuya actividad también habría que escribir algún día.
En la fecha señalada se constituye la primera Junta Organizadora Provisional para la creación del Teleclub, la cual estaba formada por Don Manuel Fernández Rúas (Párroco de Parderrubias) como Presidente, Don Isolino Camba Casas (Maestro) como Vicepresidente, Don Benigno Seara como Secretario-Monitor, Don Laurentino Outumuro Outumuro como Tesorero, y los siguientes vocales: Don Eladio Grande Garrido, Don Alejandro Justo Sampedro, Don Jesús Fernández Fernández y Don Valentín Seara Prieto (Documento 1).
Documento 1. Acta de constitución del Teleclub
En aquel momento, una de las primeras tareas fue redactar las Normas Estatutarias del Teleclub para su funcionamiento, normas que quedaban resumidas en cinco capítulos, de los cuales extraigo lo más relevante.
El Capítulo 1 trata sobre la Localización del Teleclub y dice:
“El Teleclub de Parderrubias, que así se llamará, tendrá como domicilio social el local Salón Parroquial”.
El Capítulo 2 se refiere a los fines de la asociación:
“Su fin primordial será el perfeccionamiento cultural de sus asociados y fomentar la convivencia social y el espíritu asociativo”. También “…conseguir poner un medio de esparcimiento y recreo a disposición de los asociados”.
El Capítulo 3 habla de los socios:
“La asociación al Teleclub será voluntaria y en beneficio de todos los vecinos, pertenezcan o no a la parroquia o municipio”.
“Los socios tendrán voz y voto en las Juntas Generales y podrán ser elegidos miembros de la Junta Directiva”.
“Los socios estarán obligados a acatar las normas de funcionamiento y respetar las decisiones de la Junta Directiva y satisfacer las cuotas acordadas”.
El Capítulo 4 se refiere a la Junta Directiva:
“El Teleclub será regido por una Junta Directiva que integrará un Presidente, Vicepresidente, Secretario-Monitor, Monitor 2º, y como máximo tres vocales, uno de los cuales actuará como Tesorero”.
“Será elegida y renovada anualmente por la Junta General de Socios y velará por el perfecto funcionamiento del Teleclub, presentando estado de cuentas anual y proyecto de actividades”.
“La administración de los fondos públicos le corresponde al Tesorero con el Visto Bueno del Presidente”.
“Los cargos directivos serán honoríficos y sin derecho a retribución alguna”.
El Capítulo 5 define las cuotas de los asociados:
“Las cuotas de los asociados serán mensuales y destinadas al sostenimiento del Teleclub”.
Una disposición transitoria señala que:
“Con carácter provisional se constituirá la primera Junta Directiva”.
En una primea relación de socios del Teleclub figuran 50 socios. Existe también un escrito de cesión del Local que está siendo construido por la Parroquia como Salón Parroquial para su empleo como Teleclub, estableciéndose en él su Domicilio Social para la realización de las funciones y actividades del mismo.
La construcción de este Salón Parroquial se inició en el año 1965, finalizándose en 1967. En su edificación colaboraron, tanto con su trabajo como con una aportación económica de 300 pesetas, los vecinos de Parderrubias y Nigueiroá, obteniéndose una cantidad de 24.000 pesetas. También contribuyó la Hermandad de Labradores con una cantidad de 1.000 pesetas. Como datos históricos hay que señalar que trabajaron albañiles y carpinteros de la Parroquia, como los hermanos Hermenegildo, Benito y Manuel Outumuro, Adolfo e Higinio. Se empleó un camión de la Diputación de Ourense cedido durante un día para el desescombro. Mucho de los materiales empleados fueron suministrados por los Almacenes de Construcción Sierra. La puerta principal tuvo un coste de 675 pesetas y las ventanas 2.000. Se adjunta documento manuscrito de Don Manuel Fernández Rúas de los gastos de las obras (Documento 2).
Documento 2. Gastos del Salón Parroquial
Según consta en Acta de 17 de diciembre de 1967, tiene lugar una Reunión de la Asamblea General del Teleclub en la que se da cuenta a los socios del Reglamento redactado. En esta asamblea también se comunica el cese del Presidente, Párroco de Parderrubias, Don Manuel Fernández Rúas que había sido destinado a otra parroquia y sustituido por Don Ramón Blanco Caride como nuevo párroco. Se acuerda nombrar a este último como Presidente del Teleclub y que el resto de Junta Directiva quede como estaba. En esta reunión se comunica el estado de cuentas y se aborda la admisión de nuevos socios quedando el asunto en estudio. Se le otorga a la nueva Junta la confianza para finalizar las obras del local solicitando la colaboración de los socios para rematar los trabajos restantes (Documento 3).
Documento 3. Comunicación del Acta de la Asamblea General de Socios año 1967
El día 1 de noviembre de 1969 hay otra reunión en la que cesa Don Ramón Blanco como Presidente del Teleclub por ser destinado párroco en otra parroquia. Además se informa de la falta de fondos para el funcionamiento del Teleclub. Se procede al nombramiento de Don Hermisindo Andrade Pérez como Presidente y se renueva el resto de Junta, quedando como Vicepresidente Don Benigno Seara, como Secretario-Monitor Don Isolino Camba, como Tesorero Don Laurentino Outumuro y como Vocales Don Eladio Grande, Don Alejandro Justo y don Jesús Fernández. Se acuerda arreglar el televisor y realizar algunas obras de acondicionamiento del local y adquisición de mobiliario para lo que se solicita una subvención al Gobierno Civil (Documento 4).
Documento 4. Comunicación del Acta de la Asamblea General año 1969
El 23 de enero de 1970 se recibe la subvención solicitada por un importe de 40.000 pesetas que fueron invertidas en el acondicionamiento del local. Nuevamente se produjeron cambios en la Junta Directiva. El 3 de enero de 1971, bajo la presidencia de Don Benigno Seara, se reúne la Junta Directiva para formalizar el cese como Presidente de Don Hermisindo Andrade por ser destinado como párroco a otra localidad. En esta reunión se informa también de la subvención recibida de 40.000 pesetas y se acuerda regular mejor el uso del local y solicitar una ayuda al Concello para gastos ordinarios. También se acuerda convocar una Asamblea de Socios para elegir nuevo Presidente, proponiéndose para el cargo al nuevo párroco Don José Gayo Arias, natural de A Manchica.
A partir de este momento la actividad del Teleclub va decreciendo y apenas se producen movimientos en su Junta Directiva, salvo la organización de una peregrinación el 28 de abril de 1971 a Santiago de Compostela con motivo de la celebración del Año Santo, a la que acudieron unos 40 vecinos del pueblo (Documentos 5 y 6).
Documento 5. Peregrinación a Santiago de Compostela 1
Documento 6. Peregrinación a Santiago de Compostela 2
El Teleclub sigue en funcionamiento, tal como señala Sierra Freire en el anterior artículo hasta los años 90, pero su actividad se reduce drásticamente debido especialmente a la presencia de televisores en los bares y casas particulares. La asistencia al local se limita a los vecinos de A Iglesia y algunas reuniones parroquiales con motivo de alguna actividad especial o reuniones de mozos y mozas.
Asistencia y materiales del Teleclub
En una encuesta realizada en el año 1972 para la Oficina de Información y Turismo (CITE) podemos entresacar datos destacables acerca de la actividad del Teleclub durante su época dorada (1967-1972). El número de socios llegó a ser de 160, por lo que se puede afirmar que prácticamente todos los vecinos de la Parroquia llegaron a ser socios del Teleclub. La asistencia al local era de unas 15-20 personas diarias por la semana, cifra mucho más elevada en los fines de semana o cuanto tenía lugar alguna actividad importante. La hora de mayor asistencia era por la tarde-noche, pues era cuando, especialmente en invierno, cesaban lan actividades laborales en el campo y era cuando la televisión emitía los programas de mayor audiencia. El domingo era el mejor día. Los programas televisivos más vistos en aquella época eran las novelas, el concurso Cesta y Puntos, los partidos de fútbol, los telediarios…
Los materiales existentes en el Teleclub en un primer momento eran escasos: un televisor en blanco y negro, que se estropeaba frecuentemente, mesa del televisor, una librería para unos escasos libros (colección de Historia de España de Salvat, colección de libros RTV, y revistas de Teleradio y Teleclub), un armario, cuatro mesas, veinte sillas y ocho bancos. Con el tiempo se fue renovando este material y adquiriendo alguno nuevo.
Interior del Teleclub
Actividades del Teleclub
A pesar de que la actividad individual más frecuente realizada en el Teleclub era ver la televisión y la lectura, éste sirvió también de dinamizador de actividades deportivas, culturales, así como de programación y diseño de obras básicas en la Parroquia. Entre las actividades relativas a obras de mejora de infraestructuras en la Parroquia destacan la propia construcción del Teleclub y la mejora de sus instalaciones, la construcción de una pista a A Iglesia, el arreglo de caminos y fuentes (en A Iglesia, O Valdemouro o Nigueiroá), lavaderos, luz pública, etc.
En esos años tuvo lugar un gran número de obras fundamentales para Parderrubias, culminando con la Concentración Parcelaria, que supusieron en aquel momento una apuesta fundamental por la modernización, que en algunos casos llegó a generar cierta controversia, pero que vistas con la perspectiva del tiempo, fueron claves para la modernización del pueblo. Y todo esto se hizo con el esfuerzo, colaboración y aportación económica de todos, lo cual fue merecedor de alabanzas en el fortalecimiento de nuestra autoestima como pueblo.
En cuanto a actividades culturales, estos años supusieron una brillante e inolvidable actividad cultural reflejada en veladas teatrales, en las que los actores y actrices eran los mozos y mozas del pueblo, actividades en Navidades y Reyes con festivales de villancicos y cabalgatas, comidas populares en la Fiesta de Corpus, actividades deportivas como partidos de fútbol, carreras ciclistas, carreras de sacos o de burros, fiestas en A Chousiña, etc. Todos los que tenemos cierta edad recordamos con cierta nostalgia aquellos años.
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Son destacables también otras actividades como el Curso de Promoción Cultural e Alfabetización de Adultos de 75 días, las Conferencias de Extensión Agraria sobre actividades agrícolas y de la concentración parcelaria, o los Cursos del Programa de Promoción Profesional Obrera (PPO) a mediados de los años 70 sobre cocina y costura, dirigidos a las mujeres. En ese curso nuestras madres aprendieron, entre otras cosas, a cocinar unos huevos a la flamenca, unos emparedados fritos o unos canelones con bechamel; también a hacer alfombras, cojines o una colcha.
Seguramente hay muchas más actividades que yo no recuerdo, pero que quedaron en la memoria colectiva de los vecinos de Parderrubias y que forman parte del patrimonio inmaterial de nuestra Parroquia, que deben ser al menos recordados para nuestras nuevas generaciones.
PD: Invito a todos aquellos que tengan fotografías o carteles de alguna de las actividades realizadas durante estos años que contacten con Juan Carlos Sierra, Editor de este Blog, para que puedan ser recogidas y documentadas para una futura exposición.
Nota. Este artículo aparece publicado en su versión original en gallego y justo a continuación el lector encontrará una versión en castellano.
Recordo como se fora onte, aquela mañá do mes de setembro de fai mais de medio século, cando “ó carreliño” do Celso da Señora Alicia cheguei ao Trabazo e fun presentado na sociedade educativa por un: “quen lle toque ao Manoliño vai ter que velas comigo”. Ao pouco tempo de chegar, e por arte de maxia, comprobei con asombro que tódolos nenos que alí estaban, recollían os pións da chapela e sen chiar dirixíanse á porta da escola. Viñan de albiscar ao Señor Mestre subir polo carreiro da Cueva co seu paso lento e maxestoso envolto polo fume do Ducados. Ese foi o meu primeiro contacto con aquel home que marcou a miña traxectoria vital mailo futuro de outros arredor de 115 nenos e nenas de Parderrubias que tivemos a grande sorte de caer nas súas mans. O primeiro que figura nesa listaxe de alumnos matriculados que foi elaborando ano tras ano e que celosamente conserva o seu fillo Luís, é Manuel Grande Fernández (curso escolar 1957/58) e o último José Grande Atrio (curso escolar 1978/79).
Datos biográficos
Logo de rebulir na súa historia, e sen pretender ser o seu biógrafo, pero si coa intención de lembrar e por en valor a súa traxectoria vital tratei de recuperar para o imaxinario colectivo do noso pobo a súa figura, como mestre mais tamén como persoa.
Don Isolino Camba nos inicios de súa vida académica. Fotografía cedida por José Luis Camba
Don Isolino naceu un 15 de xaneiro de 1913 en Loiro (Concello de Barbadás), sendo o mais pequeno de sete irmáns dunha familia do rural galego de labregos e tamén emigrantes na América. Estuda Bacharelato no enton Instituto de Instrucción Pública de Ourense (actual IES Otero Pedraio), onde acabou sendo Profesora tamén a súa filla María Xosé Camba. Logo estudou Maxisterio na Escola Normal de Mestres de Ourense, rematando os seus estudos no ano 1931 dun xeito brillante contando tan só con 18 anos e converténdose de facto e sen pretendelo en un de tantos por aquela “Mestres da República”, extremo que marcará o seu devir persoal e profesional. Don Isolino lembraba con nostalxia o seu primeiro destino como Mestre Interino na Escola de Rosen (Celanova). Saca plaza de mestre e é nomeado Mestre Nacional no 1933. Un ano despois, e logo de iniciar a sua carreira profesional xa coma propietario definitivo na Escola de Montelongo, incorpórase a filas colléndoo a Guerra Civil prestando servizo militar na Comandancia Militar da Coruña. Rematada a guerra no 1939 foi de novo incorporado como Mestre propietario á escola de Montelongo. Eran tempos duros para moitos Mestres. As represalias da ditadura sobre aqueles, que sobre todo a nivel de ensinantes, foran formados na época da República, non se fixeron agardar. Así no ano 1940 Don Isolino foi expedientado con suspensión definitiva de emprego e soldo. Suspensión fundamentada en que durante a sua época de estudante formaba parte dunha asociación cultural e sindical de mestres. Afortunadamente esta persecución só tivo consecuencias no eido profesional e non no persoal xa que as propias autoridades gobernativas e educativas da época revisaron dita resolución e foille conmutada por dous anos de sanción con traslado forzoso fóra da provincia e con cinco anos de inhabilitación para cargos directivos e solicitude de traslado. Así que tivo que marchar a un pobo da provincia da Coruña (Lestelle, do concello de Outes) onde estivo dende 1942 ata 1948. No 1942 casa con Josefa Seara Garrido, que faleceu un ano despois con tan só 36 anos. Unha vez rematada a sua sanción, no ano 1948 volve para Ourense e casa con Esther (irmá de Josefa) coa que tivo dous fillos: María Xosé e Xosé Luís. Foi destinado á escola de Santa Baia de Anfeoz (Concello de Cartelle) onde chegou a ter 67 alumnos na escola (segundo as actas da época) de entre 6 e 14 anos, permanecendo alí nove anos ata que en 1957 permuta a sua escola de Santa Baia con Don José Martinez («O Co»), mestre en Parderrubias.
Curso escolar 1966/67. Fotografía cedida por José Luis Camba
Comeza así a súa etapa na Escola de nenos de Parderrubias onde xa tiña fixada a súa residencia familiar e permanece dun xeito continuado como veciño e como mestre de nenos. Posteriormente de nenas tamén ao xuntarse as escolas no curso escolar 1970/71, e ata xullo de 1980 en que pecha a escola unitaria de Parderrubias e é trasladada para o Grupo Escolar de A Merca. É nomeado Director deste grupo escolar e permanece como profesor do mesmo dende o curso 1980/81 ata súa xubilación en outubro do ano 1982. Tiña enton 69 anos de idade e deixa o Maxisterio logo de 50 anos de servizos. Segueu vivindo en Parderrubias ata que falece a sua muller Esther. Don Isolino falece no ano 2001 con 88 anos despois de pasar os seus derradeiros anos entre Ourense e Parderrubias.
Don Isolino Camba, unha vez xubilado. Fotografía cedida por José Luis Camba
Tiven a fortuna de intimar con el xa de xubilado, debido a dobre veciñanza tanto en Parderrubias como en Ourense, onde vivía coa súa filla María Xosé. Pero sobre todo tiven a oportunidade de coñecelo mellor como consecuencia da posta en marcha da Asociación de Veciños de Parderrubias alá por 1993 onde mantivemos moitas reunións. Logo seguimos en contacto xa que para min as súas apreciacións e consellos (que sempre deixaba flotando na aire sen impor nada, para que votaras man deles cando precisaras) foron inestimables. Daquela non só redescubrín ao Señor Mestre senón que tamén coñecín a persoa. Xa que logo, vou permitirme dar o meu punto de vista sobre estes dous aspectos.
O Mestre
Dende o punto de vista profesional a súa traxectoria foi impecable, aínda que nun principio estivo marcada, como a de tantos outros Mestres, pola ditadura franquista. Na escola de Parderrubias, e xa asentado na sua residencia, puido desenvolver a súa tarefa como docente dun xeito brillante e altamente eficaz. Como Mestre formado na República, bebeu nas fontes reformadoras da “Escola Nova” que aplicaba métodos pedagóxicos novidosos, e que desgraciadamente logo na formación da ditadura reduciuse á máxima de que “a letra con sangre entra”, máxima que él procuraba moderar adaptándoa ás características dos seus alumnos. Segundo se desprende das súas propias estadísticas, mais do 80% do alumnado obtivo o Título de Estudios Primarios dende o ano 1958 ata o 1966 en que se implantou a E.X.B. Idénticos resultados acadou coa nova lei educativa, a pesares de ter ratios de 31 alumnos dende 1º ata 8º de E.X.B. (curso escolar 1978/79).
Estadísticas do alumnado realizadas por o propio Don Isolino. Fotografía cedida por José Luis Camba
Escola Mixta de Parderrubias. Curso escolar 1974/75. Fotografía cedida por José Luis Camba
Escola Mixta de Parderrubias. Curso escolar 1976/77. Fotografía cedida por José Luis Camba
Abondaba a súa autoridade intelectual e moral para manter a disciplina maila orde sen ter que recorrer ó castigo físico. Só usaba este en contadas ocasións e dun xeito proporcional, sendo en todo caso sempre menos agresivo e contundente co que nos poderían ter aplicado os nosos pais, de selo caso. O seu respecto e cariño pola natureza facía que un dos castigos mais duros fora o de «¡axeonllado cos brazos en cruz mirando para parede!» cando se coñecía que algún de nós desfixera un niño para collerlle os ovos ou facerlle o lazo. Aínda que, moitos da miña época, xa tiñamos castigo dabondo ao ter que beber tódolos días aquel leite en po con gromos do Plan Marshall que, por quendas, remexíamos antes do recreo. Os que estudamos co Parvulario e coas Enciclopedias Álvarez podemos presumir daqueles cadernos de caligrafía con letra de molde feita con pluma de mollar no tinteiro, que para nosa desesperación sempre se esgallaba ao final do ditado. Cadernos que algún deles garda o seu fillo Xosé Luís e que xunto con outro tipo de material dun valor incalculable teremos que darlle algún día o acomodo axeitado. Podo dicir, sen temor a equivocarme, que todos aqueles alumnos que pasamos polas súas mans recibimos unha formación académica e humana de alto nivel, moi superior á media. Isto queda acreditado co grande número de nenos e nenas que puidemos proseguir os estudos, a maioría de nenos no Seminario de Ourense.
Este excelente facer académico, xunto coa súa actitude de entrega e cariño pola sua profesión que traspasaba o esixible e só se pode entender dende a entrega vocacional, non só era recoñecido polos propios compañeiros senón que tamén polos seus superiores. Así se fixo merecedor de varios premios traducidos en “votos de gracia” que outorgaban as autoridades educativas a proposta de informes da Inspección, onde sempre eloxiaban a súa laboura educativa, rematando case todos aqueles informes cun “…resta felicitar una vez más a este ejemplar Profesor como premio merecido”. En 1963 a Escola de Parderrubias acada o sexto posto na Sexta edición do concurso «La Mejor Escuela» na que participaron 237 escolas da provincia.
Premio otorgado a Don Isolino na década dos 50 por a sua labor docente na Escola de Parderrubias. Fotografía cedida por José Luis Camba
Informe Inspección da Escola de Parderrubias no Curso escolar 1960/61. Fotografía cedida por José Luis Camba
O ano 1964 a nosa escola é premiada tamén con 10.000 pesetas, recibíndoas persoalmente Don Isolino en Pontevedra da man do Ministro de Educación Nacional. Xa na etapa democrática, no ano 1981 (un ano antes de xubilarse) o Ministerio de Educación e Ciencia, e a proposta da Delegación e Inspección Educativa de Ourense, condecorouno coa Cruz da Orde Civil de Alfonso X el Sabio, galardón que polo seu prestixio está nas mans de só uns poucos. Segundo o Real Decreto que regula a súa concesión, este galardón “destínase a premiar as persoas físicas e xurídicas mailas entidades tanto españolas coma estranxeiras, que se destinguiran polos seus méritos contraídos nos eidos da educación, ciencia, cultura, docencia e investigación e que prestaran servizos destacados tanto en España como no ámbito internacional”. Don Isolino nunca presumiu de tal recoñecemento, o que di moito da sua perssonalidade, sinxela e humilde.
Concesión da «Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio». Fotografía cedida por José Luis Camba
Pero segundo me comentou mais tarde, e corrobora o seu fillo Xosé Luís, un dos recoñecementos que lle fixo mais ilusión foi unha pequena homenaxe que lle preparamos dende a Asociación de Veciños de Parderrubias os antigos alumnos alá polo ano 1995 cunha cea no restaurante Conde da Merca onde se lle entregou un pequeno agasallo conmemorativo.
Cea homenaxe no ano 1995. Fotografía cedida por José Luis Camba
Cea homenaxe no ano 1995. Fotografía cedida por José Luis Camba
Placa conmemorativa do homenaxe celebrado o 14 de xullo de 1995. Fotografía cedida por José Luis Camba
Foi unha mágoa cando, no ano 1997, se pensou nel para darlle o seu nome ao Grupo Escolar de A Merca, proposta que por diversas vicisitudes non foi adiante, sendo nomeado co da daquela Inspectora de Zona Doña Joaquina Gallego Jorreto, sen vinculación co noso concello, e rexeitándose así a proposta do Grupo Municipal o que eu pertencín, onde se pretendía que o nome do Centro fora o de Isolino Camba Casas, ou o dalgún doutros persoeiros vencellados ao noso Concello.
A persoa
Se a súa traxectoria profesional foi brillante, esta non estivo desleigada da coa súa implicación naquela sociedade rural que lle tocou vivir. Sempre se definiu como home do rural, tendo un grande aprecio por Parderrubias. Viña case tódolos días dende Ourense no coche de liña cando xa estaba xubilado e dende que lle faltou a súa muller Esther.
Don Isolino Camba. Fotografía cedida por José Luis Camba
A súa tarefa en Parderrubias non se cinguiu só o seu labor educativo, senón que abrangueu tódalas frontes e abrazou todas aquelas causas que contribuíran a mellorar a calidade de vida daquel pobo que xa fixera de seu, aínda que algunhas lle trouxeran máis dun desgusto e algunas críticas inmerecidas como cando se fixo a concentración parcelaria, da que foi verdadeiro impulsor. Daquela foi nomeado representante da Irmandade de Labradores e Gandeiros na Concentración Parcelaria de Parderrubias para levala a cabo, segundo consta en escrito de dita Irmandade do 26 de maio de 1973. Críticas que soubo levar sempre sen lugar para xenreira nin rancor.
Don Isolino xogou un papel importantísimo como dinamizador cultural da Parroquia sendo un piar imprescindible para a construción do Tele-Clube de Parderrubias xunto co párroco Don Manuel Rúas (a quen adicamos a Entrada 8 de este Blog, outubro 2015, https://aparroquiadeparderrubias.wordpress.com/2015/10/10/e8-don-jose-manuel-fernandez-ruas-impulsor-de-la-modernidad-de-parderrubias-por-manuel-outumuro-seara/), sendo él o Vicepresidente e Tesoureiro. Da súa relevancia dá conta a prensa da época como se pode ver na entrevista que lle fixeron no xornal La Región o 18 de setembro de 1970 (Entrada 16 neste Blog: https://aparroquiadeparderrubias.wordpress.com/2015/12/08/e16-se-cumplen-50-anos-de-la-fundacion-del-teleclub-de-parderrubias/). Do mesmo xeito se implicaba en todas aquelas formas de expresión cultural que promovía xunto cos párrocos de quenda, en especial co xa citado Don Manuel Rúas, Don Ramón, Don Hermesindo, e con todos aqueles curas veciños da parroquia cos que el tanto conversaba e apreciaba sempre. Así a nosa parroquia era coñecida daquela pola realización de obras de teatro, comidas populares, concursos, excursións, beléns polo Nadal, cabalgatas de Reis Magos, etc. dando boa conta delo a abundante reportaxe fotográfica que existe ao respecto e se publica neste Blog.
Acto social con Don Aurelio Grande, Don Manuel Rúas e Don José Quintas. Fotografía cedida por José Luis Camba
Don Isolino era unha persoa activa, pero discreta. Non era amante do protagonismo nin da adulación, e percuraba as cousas ben feitas. Implicado socialmente, era dos que prefería empurrar no carro a ir na fura dianteira. Así emocionábase cando recordaba que foran capaces de levar a auga dende a Fonte á porta da Igrexa, para que especialmente as mulleres e nenos, non tiveran que ir buscala ao río. Daquela compremetéuse a ir tódolos días a prender e apagalo motor da Fonte ata que por fin ideou un sistema tipo “boia” para que se fixera dun xeito automático. Do mesmo xeito tamén foi o verdadeiro impulsor dun dos acontecementos máis importantes da parroquia, como foi o da chegada da luz eléctrica. Delo dá conta o documento de data 29 de decembro de 1954 onde figura como a persoa que solicita a “Sociedad General Gallega de Electricidad, S. A.” un orzamento para obter dito servizo. Actuaría como Secretario da Xunta Veciñal presedida polo Párroco, durante todo proceso que rematou a finais de 1957, sendo inaugurada a liña eléctrica mailo trasnformador polo Gobernador Civil da provincia. De todo elo gardou celosamente toda a documentación, hoxe en poder do seu fillo.
Orzamento do ano 1954 para a electrificación de Parderrubias. Fotografía cedida por José Luis Camba
Croquis da primeira rede eléctrica de Parderrubias no ano 1957. Fotografía cedida por José Luis Camba
Home profundamente crente, mais non beato, considerábase un cristián de base, cuns valores morais e humanos moi enraizados e interiorizados, e sempre na procura de axuda e servizo aos demais. Era o padriño de tódalas confirmacións levadas a cabo na Parroquia e a sua presencia era habitual nas Primeiras Comunións. Aínda lembro e o estou vendo tamén, cando eu era neno, tódolos domingos á tarde subir polo Outeiro camiño da casa do Tio Basilio para asealo e atendelo ata que morreu.
Primeira Comunión. Fotografía cedida por José Luis Camba
Primeira Comunión. Fotografía cedida por José Luis Camba
Primeira Comunión. Fotografía de Don Manuel Rúas cedida por Manuel Outumuro Seara
Visita do Señor Bispo Don Angel Temiño para levar a cabo Confirmacións. Fotografía cedida por José Luis Camba
Non rexeitaba ningún reto sempre que fora en prol da procura do ben común. Foi Concelleiro no Concello de A Merca durante un breve espazo de tempo xa na época final do franquismo. A pesares desa breve e obrigada experiencia nunca quixo militar en ningún partido político. Sempre foi moi celoso e reservado coas súas ideas, pero sempre respectuoso coas dos demais foran as que foran. Relata o seu fillo Xose Luís que como pai era esixente con él mesmo e cos demais, non amante da improvisación nin de deixar “cabos soltos”. Para él, despois da familia, a preparación e o compromiso era o primeiro e o traballo tiña que ser ben feito ou non ser. Non era home de tabernas, nin de papatorias, nin luxos. Na sua mocidade tivo os seus “pinitos” como granxeiro emprendedor, cunha pequena granxa caseira de pitos que él mesmo atendía. O seu verdadeiro hobby xa de xubilado era a súa horta con invernadoiro incluído, onde investía o seu tempo e onde o veu buscar a morte unha tarde de abril de 2001.
O guión estaba escrito, marchou tal e como era. Dun xeito natural, sinxelo, na súa casa,sen amolar, sen ostentacións, paiseniñamente sen facer ruído, orgulloso dos seus e coa tranquilidade e sosego do deber cumprido. O traballo quedaba rematado e ben rematado como a él sempre lle gustaba. A sementeira dera os seu froitos. Que cada quen os administre como mellor lle conveña. Para todos aqueles que tivemos a grande sorte de telo como Mestre e de tratalo como persoa permítome despedirme tal e como adoitabamos facelo ao rematar a xornada escolar “USTED LO PASE BIEN, SEÑOR MAESTRO”.
Panxoliña do alumno Adolfo Outumuro. Curso escolar 1961/62. Fotografía cedida por José Luis Camba
P.D. O meu agradecemento o seu fillo Xosé Luís, en primeiro lugar, por facilitarme e deixarme mergullar na valiosísima documentación que dispón e garda celosamente. E en segundo lugar polo seu ofrecemento para que a Parroquia de Parderrubias poida disfrutar daqueles documentos ou obxectos que o Señor Mestre conservou relativos á escola e ao noso pobo. Considero que debiamos empezar a traballar para buscarlle un lugar axeitado para sua exposición e disfrute e non perder así a memoria e legado que él deixou e sin o cal hoxe a historia de Parderrubias seguramente se escrebería de xeito distinto.
VERSIÓN EN CASTELLANO
Nota. Este artículo aparece publicado más arriba en su versión original en gallego
Recuerdo como si fuese ayer aquella mañana del mes de septiembre de hace más de medio siglo, cuando sobre las espaldas de Celso de la Señora Alicia llegué al Trabazo y fui presentado a la sociedad educativa por un “…quien le toque a Manoliño va a tener que vérselas conmigo”. Al poco tiempo de llegar, y por arte de magia, comprobé con asombro que todos aquellos niños que allí estaban recogían sus peonzas y, sin pestañear, se dirigían a la puerta de la escuela. Habían divisado al Señor Maestro subir por el sendero de la Cueva con su paso lento y majestuoso envuelto por el humo del Ducados. Éste fue mi primer contacto con aquel hombre que marcó mi trayectoria vital, así como el futuro de aproximadamente otros 115 niños y niñas de Parderrubias que tuvimos la gran suerte de estar en sus manos. El primer niño que figura en la lista de alumnos matriculados, que fue elaborando curso tras curso y que celosamente conserva su hijo Luis, es Manuel Grande Fernández (curso escolar 1957/58) y el último José Grande Atrio (curso escolar 1978/79).
Datos biográficos
Después de investigar en su historia, y sin ánimo de ser su biógrafo, pero sí con la intención de recordar y poner en valor su trayectoria vital, trataré de recuperar para el imaginario colectivo de nuestro pueblo su figura, como maestro y como persona.
Don Isolino en los inicios de su vida académica. Fotografía cedida por José Luis Camba
Don Isolino nació el 15 de enero de 1913 en Loiro (Concello de Barbadás), siendo el más joven de siete hermanos pertenecientes a una familia del mundo rural gallego formada por labriegos y emigrantes en América. Estudia Bachillerato en el Instituto de Instrucción Pública de Ourense (actual IES Otero Pedraio), en donde llegó a ser Profesora su hija María José Camba. Posteriormente, realiza estudios de Magisterio en la Escuela Normal de Maestros de Ourense, finalizándolos en el año 1931 de manera brillante con tan solo 18 años, convirtiéndose de facto, y sin pretenderlo, en un Maestro de la República, hecho que marcará su devenir personal y profesional. Don Isolino solía recordar con nostalgia su primer destino como Maestro Interino en la Escuela de Rosen (Celanova). Obtiene la plaza de Maestro y es nombrado Maestro Nacional en el año 1933. Un año más tarde, y ya iniciada su carrera profesional como titular definitivo de la Escuela de Montelongo, se incorpora a filas, sorprendiéndole la Guerra Civil prestando servicio militar en la Comandancia Militar de A Coruña. Una vez finalizada la contienda en el año 1939 se incorpora de nuevo, como Maestro propietario de la plaza, a la Escuela de Montelongo. Eran tiempos muy difíciles para muchos docentes. Las represalias de la dictadura sobre aquellos docentes formados en la época de la República no se hicieron esperar. Así, en 1940 Don Isolino fue expedientado con suspensión definitiva de empleo y sueldo. Suspensión fundamentada única y exclusivamente en el hecho de que durante su época de estudiante había formado parte de una asociación cultural y sindical de maestros. Afortunadamente esta persecución solo tuvo consecuencias en el campo profesional y no en el personal, ya que las propias autoridades gubernativas y educativas de la época revisaron dicha resolución, siendo conmutada la pena por dos años de sanción con traslado forzoso fuera de la provincia y con cinco años de inhabilitación para cargos directivos y solicitud de traslado. De esta manera tuvo que marcharse a un pueblo de la provincia de A Coruña (Lestelle, en el Concello de Outes), en donde estuvo ejerciendo desde 1942 hasta 1948. En 1942 contrae matrimonio con Josefa Seara Garrido, que fallece un año después con tan solo 36 años. Una vez finalizada su sanción, en el año 1948, regresa a Ourense y se casa con Esther (hermana de Josefa), con quién tiene dos hijos: María José y José Luis. Es destinado a la Escuela de Santa Baia de Anfeoz (Concello de Cartelle) en donde, según las Actas, llegó a tener 67 alumnos con edades entre 6 y 14 años, permaneciendo allí durante nueve años, hasta que en 1957 permuta la escuela de Santa Baia con Don José Martínez («O Co»), maestro en Parderrubias en ese momento.
Curso escolar 1966/67. Fotografía cedida por José Luis Camba
Comienza así su etapa en la Escuela de Parderrubias, en donde ya tenía establecida su residencia familiar, permaneciendo de manera continuada como vecino y como maestro de niños, y posteriormente también de niñas, al unirse las aulas en el curso escolar 1970/71, hasta julio de 1980, fecha en la que cierra la Escuela Unitaria de Parderrubias, siendo trasladado al Grupo Escolar de A Merca. Es nombrado Director de este Grupo Escolar, manteniéndose como docente desde el curso 1980/81 hasta su jubilación en octubre de 1982. Tenía entonces 69 años y dejaba la labor docente después de 50 años de servicio. Siguió viviendo en Parderrubias hasta que muere su esposa Esther. Don Isolino fallece en el año 2001 a la edad de 88 años, después de pasar sus últimos años entre Ourense y Parderrubias.
Don Isolino Camba, una vez jubilado. Fotografía cedida por José Luis Camba
Tuve la fortuna de intimar con él, ya jubilado, como consecuencia de la doble vecindad, tanto en Parderrubias como en Ourense, en donde vivía con su hija María José. Pero sobre todo tuve la oportunidad de conocerlo mejor a partir de la puesta en marcha de la Asociación de Veciños de Parderrubias en el año 1993, lo que dio lugar a muchas reuniones. Posteriormente seguimos en contacto ya que para mí sus apreciaciones y consejos fueron inestimables, los cuales siempre dejaba flotando en el aire, sin imponer nada, para que uno los emplease cuando fuese preciso. En ese etapa no solo redescubrí al Señor Maestro sino que también conocí a la persona. A ambos, maestro y persona, me permito dedicarle las siguientes líneas.
El Maestro
Desde un punto de vista profesional su trayectoria fue impecable, aunque en un principio estuviese marcada, como la de tantos otros maestros, por la dictadura franquista. En la Escuela de Parderrubias, y ya asentado en su residencia, pudo desarrollar su tarea docente de una manera brillante y eficaz. Como Maestro formado en la República bebió en las fuentes reformadoras de la “Escuela Nueva” que aplicaba métodos pedagógicos novedosos y que, lamentablemente, con posterioridad en la formación de la dictadura, se redujeron a la máxima de que “la letra con sangre entra”, máxima que él procuraba moderar, adaptándola a las características de sus alumnos. Según se desprende de sus propias estadísticas, más de un 80% del alumnado obtuvo el Título de Estudios Primarios entre el año 1958 y 1966, en el que se implantó la Educación General Básica (E.G.B.). Alcanzó idénticos resultados con la nueva ley educativa, a pesar de tener ratios de 31 alumnos de Primero hasta Octavo de E.G.B. (curso escolar 1978/79).
Estadísticas del alumnado realizadas por el propio Don Isolino. Fotografía cedida por José Luis Camba
Escuela Mixta de Parderrubias. Curso escolar 1974/75. Fotografía cedida por José Luis Camba
Escuela Mixta de Parderrubias. Curso escolar 1976/77. Fotografía cedida por José Luis Camba
Era suficiente con su autoridad intelectual y moral para mantener la disciplina y el orden sin tener que recurrir al castigo físico. Únicamente lo usaba en contadas ocasiones y de un modo proporcional, siendo en todo caso siempre menos agresivo y contundente al que nos podrían haber aplicado nuestros padres. Su respeto y cariño por la naturaleza hacía que uno de los castigos más duros fuera el de «¡póngase de rodillas con los brazos en cruz mirando hacia la pared!» cuando descubría que alguno de nosotros había deshecho un nido para coger los huevos o había hecho un lazo para cazar a los pájaros que daban de comer a sus crías. No obstante, muchos de nosotros en esa época, ya teníamos castigo suficiente bebiendo todos los días la leche en polvo con grumos del Plan Marshall que por turnos removíamos antes del recreo. Los que estudiamos con Parvulario y con las Enciclopedias Álvarez podíamos presumir de aquellos cuadernos de caligrafía con letra de molde hecha con pluma de mojar en el tintero, que para desesperación de uno siempre se hendía al final del dictado. Cuadernos de los que algún ejemplar guarda su hijo José Luis y que junto con otros materiales de un valor incalculable deberemos darle algún día acomodo adecuado. Puedo decir, sin temor a equivocarme, que todos aquellos alumnos que pasamos por sus manos recibimos una formación académica y humana de un alto nivel, muy superior al promedio. Esto queda suficientemente acreditado con el elevado número de niños y niñas que pudimos proseguir los estudios, la mayoría de niños en el Seminario de Ourense.
Esta excelente labor académica, junto con su actitud de entrega y cariño hacia su profesión, que traspasaba lo exigible, pudiendo comprenderse desde una entrega vocacional, no solamente era reconocida por los propios compañeros sino también por sus superiores. Así, se hizo merecedor de varios premios traducidos en “votos de gracia” que otorgaban las autoridades educativas a propuesta de los informes de la Inspección, en donde siempre se elogiaba su labor educativa, finalizando casi todos con un “…resta felicitar una vez más a este ejemplar Profesor como premio merecido”. En 1963 la Escuela de Parderrubias obtiene el sexto puesto de la sexta edición del Concurso La Mejor Escuela en el que participaron 237 escuelas de toda la provincia.
Premio otorgado a Don Isolino en la década de los 50 por su labor docente desarrollada en la Escuela de Parderrubias. Fotografía cedida por José Luis Camba
Informe Inspección de la Escuela de Parderrubias en el Curso escolar 1960/61. Fotografía cedida por José Luis Camba
En el año 1964, la Escuela obtiene un premio en metálico de 10.000 pesetas, que recibe Don Isolino de manos del Ministro de Educación Nacional en Pontevedra. Ya en la etapa democrática, en el año 1981 (un año antes de jubilarse), el Ministerio de Educación y Ciencia, y a propuesta de la Delegación e Inspección Educativa de Ourense, le condecora con la Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio, galardón que por su prestigio está únicamente al alcance de unos pocos. Según el Real Decreto que regula su concesión, este galardón “se destina a premiar a personas físicas y jurídicas, así como a entidades tanto españolas como extranjeras, que se distinguirán por sus méritos contraídos en los campos de la educación, ciencia, cultura, docencia e investigación y que prestaran servicios destacados tanto en España como en el ámbito internacional”. Don Isolino nunca presumió de tal reconocimiento, lo cual dice mucho de su carácter reservado, sencillo y humilde.
Concesión de la Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio. Fotografía cedida por José Luis Camba
Tal como me comentó tiempo después, y corrobora su hijo José Luis, uno de los reconocimientos que le hizo más ilusión fue el pequeño homenaje que, a través de la Asociación de Veciños de Parderrubias, le brindaron en el año 1995 sus antiguos alumnos, quienes organizaron una cena en el Restaurante Conde de A Merca, a cuyo término se le hizo entrega de una placa conmemorativa.
Cena homenaje en el año 1995. Fotografía cedida por José Luis Camba
Cena homenaje en el año 1995. Fotografía cedida por José Luis Camba
Placa conmemorativa del homenaje celebrado el 14 de julio de 1995. Fotografía cedida por José Luis Camba
Fue una verdadera pena cuando en el año 1997 se pensó en él para darle su nombre al Grupo Escolar de A Merca, propuesta que por diversas vicisitudes no fue adelante, siendo denominado Joaquina Gallego Jorreto, Inspectora de Zona, persona sin vinculación con nuestro Concello, rechazándose así la propuesta del Grupo Municipal al que yo pertenecí, que pretendía que el nombre del Centro fuese Isolino Camba Casas o el de algún otro personaje vinculado a nuestro Concello.
La persona
Si su trayectoria profesional fue brillante, no lo fue menos su implicación en aquella sociedad rural que le tocó vivir. Siempre se definió como un hombre del rural y tuvo un gran aprecio por Parderrubias. Una vez jubilado y con la ausencia de su esposa Esther venía casi todos los días desde Ourense en el coche de línea.
Don Isolino Camba. Fotografía cedida por José Luis Camba
Su labor en Parderrubias no se limitó únicamente a su labor educativa, sino que abarcó todos los frentes, abrazando todas aquellas causas que contribuían a mejorar la calidad de vida del pueblo que ya hiciera suyo, a pesar de que algunas le supusiesen más de un disgusto y algunas críticas inmerecidas, como cuando se hizo la concentración parcelaria, de la cual fue el verdadero impulsor, siendo nombrado representante de la Irmandade de Labradores e Gandeiros de la Concentración Parcelaria de Parderrubias, según consta en escrito de dicha hermandad de 26 de mayo de 1973. Críticas que supo llevar sin odio ni rencor alguno.
Don Isolino tuvo un papel fundamental como dinamizador cultural de la Parroquia, siendo un pilar imprescindible en la construcción del Tele-Club de Parderrubias junto al párroco Don Manuel Rúas (al cual hemos dedicado la Entrada 8 de este Blog, octubre 2015, (https://aparroquiadeparderrubias.wordpress.com/2015/10/10/e8-don-jose-manuel-fernandez-ruas-impulsor-de-la-modernidad-de-parderrubias-por-manuel-outumuro-seara/), ostentando los cargos de Vicepresidente y Tesorero. De su relevancia da cuenta la prensa de la época como se puede apreciar en la entrevista que le realizó el diario La Región el 18 de septiembre de 1970 (Entrada 16 de este Blog: https://aparroquiadeparderrubias.wordpress.com/2015/12/08/e16-se-cumplen-50-anos-de-la-fundacion-del-teleclub-de-parderrubias/). Del mismo modo se implicaba en todas aquellas formas de expresión cultural que se encargaba de promover conjuntamente con los párrocos de la época, en especial con el ya citado Don Manuel Rúas, Don Ramón y Don Hermesindo, así como con todos los curas vecinos de la parroquia con los que él conversaba y apreciaba tanto. Así, nuestra parroquia era conocida en aquellos años por la representación de obras de teatro, comidas populares, concursos, excursiones, belenes por Navidades, cabalgatas de Reyes Magos, etc., dando buena cuenta de ello la abundante documentación fotográfica que existe al respecto y que aparece publicada en este Blog.
Acto social con Don Aurelio Grande, Don Manuel Rúas y Don José Quintas. Fotografía cedida por José Luis Camba
Don Isolino era una persona activa, pero discreta. No era amante del protagonismo ni de la adulación, y buscaba las cosas bien hechas. Implicado socialmente, era de los que prefería empujar el carro a ir en la delantera. Por ello se emocionaba al recordar que habían sido capaces de llevar el agua desde la Fuente a la puerta de la Iglesia para que sobre todo las mujeres y los niños no tuvieran que ir a buscarla al río. En aquel momento se comprometió a ir todos los días a encender y apagar el motor de la Fuente hasta que un día ideó un sistema tipo “boya” para que se pudiese hacer de un modo automático. Del mismo modo también fue el verdadero impulsor de uno de los acontecimientos más importantes que vivió la parroquia: la llegada de la luz eléctrica. De este hecho histórico da cuenta el documento fechado el 29 de diciembre de 1954 en donde Don Isolino figura como la persona que solicita a la “Sociedad General Gallega de Electricidad, S. A.” un presupuesto para conseguir dicho servicio. Durante todo el proceso de electrificación del pueblo, el cual remató a finales de 1957, Don Isolino actúo como Secretario de la Junta Vecinal presidida por el Párroco, siendo inaugurados la línea eléctrica y el transformador por el Gobernador Civil de la provincia. De todo ello guardó celosamente toda la documentación, hoy en poder de su hijo.
Presupuesto del año 1954 para la electrificación de Parderrubias. Fotografía cedida por José Luis Camba
Croquis de la primera red eléctrica de Parderrubias en el año 1957. Fotografía cedida por José Luis Camba
Hombre profundamente creyente, pero no beato, se consideraba un cristiano de base, con unos valores morales y humanos muy enraizados e interiorizados, y siempre buscando la ayuda y el servicio a los demás. Era el padrino de todas las confirmaciones realizadas en la Parroquia y su presencia era habitual en las Primeras Comuniones. Le recuerdo, siendo yo niño, subiendo por el Outeiro camino de la casa de Tío Basilio para asearlo y atenderlo hasta su fallecimiento.
Primera Comunión. Fotografía cedida por José Luis Camba
Primera Comunión. Fotografía cedida por José Luis Camba
Primera Comunión. Fotografía cedida por Manuel Outumuro Seara
Visita del Señor Obispo Angel Temiño para llevar a cabo Confirmaciones. Fotografía cedida por José Luis Camba
No rechazaba ningún reto siempre que fuese en pro del bien común. Fue Concejal del Ayuntamiento de A Merca durante un breve espacio de tiempo en el periodo final del franquismo. A pesar de esa breve y obligada experiencia nunca quiso militar en ningún partido político. Siempre fue muy celoso y reservado acerca de sus ideas, pero siempre respetuoso con las de los demás, fueran las que fuesen. Relata su hijo José Luis que como padre era exigente con él mismo y con los demás, no le gustaba ni la improvisación ni dejar “cabos sueltos”. Para él, después de la familia, la preparación y el compromiso eran lo primero, y el trabajo debía ser bien realizado, de lo contrario no era trabajo. No era hombre de tabernas, ni de comidas, ni de lujos. En su juventud hizo sus pinitos como granjero emprendedor, con una pequeña granja casera de pollos que él mismo atendía. Su verdadero hobby, ya una vez jubilado, será su huerta con invernadero incluido, en donde invertía su tiempo y en donde lo vino a buscar la muerte una tarde de abril de 2001.
El guión estaba escrito, se fue tal como era. De una manera natural, sencilla, en su casa, sin molestar, sin ostentaciones, lentamente, sin hacer ruido, orgulloso de los suyos y con la tranquilidad y el sosiego del deber cumplido. El trabajo quedaba rematado y bien rematado, tal como a él siempre le gustaba. La siembra había dado sus frutos. Que cada quien los administre como mejor le convenga. De todos aquellos que tuvimos la enorme suerte de tenerlo como Maestro y de tratarlo como persona, me permito despedirme tal y como acostumbrábamos hacerlo al finalizar la jornada escolar: “USTED LO PASE BIEN, SEÑOR MAESTRO”.
«Panxoliña» del alumno Adolfo Outumuro. Curso escolar 1961/62. Fotografía cedida por José Luis Camba
P. D. Mi agradecimiento a su hijo José Luis, en primer lugar, por facilitarme y dejarme sumergir en la valiosísima documentación de la que dispone y guarda celosamente; y, en segundo lugar, por su ofrecimiento para que la Parroquia de Parderrubias pueda disfrutar de los documentos y objetos que el Señor Maestro conservó relacionados con la escuela y nuestro pueblo. Considero que deberíamos empezar a trabajar para buscarle un lugar adecuado para su exposición y disfrute, y de este modo no perder la memoria y el legado que él dejó, sin el cual hoy la historia de Parderrubias con total seguridad se escribiría de modo diferente.