Se cumplen 100 años de la peor peste de todos los tiempos: la mal denominada “gripe española” de 1918 en Parderrubias. Por Juan Carlos Sierra Freire

Se cumplen 100 años de la peor peste de todos los tiempos: la mal denominada “gripe española” de 1918 en Parderrubias. Por Juan Carlos Sierra Freire

En el presente año 2018 se cumple un siglo de una de las pandemias más devastadoras que padeció la Humanidad a lo largo de su historia: la gripe de 1918. En Ourense, el otoño de ese año, en concreto el mes de octubre, fue el momento más trágico y dramático de la epidemia. En este artículo describimos el proceso que siguió la peste desde su fase inicial en marzo hasta el otoño/invierno de 1918, así como el impacto que tuvo en Parderrubias y en algunas Parroquias limítrofes (Vilar de Paio Muñiz, Pereira de Montes y Soutopenedo).

Introducción

¿Qué tuvieron en común el soldado Gilbert Mitchell, destinado en el Campamento Funston de Kansas (Estados Unidos) y el labrador José Epifanio Freire, vecino del pueblo de Montelongo, en la provincia de Ourense (España)? A simple vista, absolutamente nada, excepto que los dos compartieron la desgracia de ser víctimas de la plaga más infernal jamás padecida por la Humanidad, que acabó con la vida de más de 50 millones de personas en todo el mundo. Gilbert pasó a la historia por ser el paciente cero de la “gripe española”, José Epifanio es mi bisabuelo.

Probablemente fuese un día de “feira” en Ourense de aquel fatídico otoño de 1918, presumiblemente el 17 de octubre. Mi bisabuelo José Epifanio se había acercado a la capital por negocios relacionados con unas vacas, cuya propiedad compartía con otro ganadero. Su familia, y vecinos de Montelongo, le aconsejaron que no se acercase a la ciudad, pues la gripe estaba ya muy extendida y las noticias que llegaban de allí eran preocupantes. Sin embargo, pudo más la exigencia y el requerimiento del negocio del ganado que la justa valoración del riesgo, y mi bisabuelo vino infectado de Ourense, sintiéndose muy pronto enfermo. Se metió en cama, pidió a mi bisabuela Filomena que bajo ningún concepto dejase entrar a los niños en su habitación y que, en caso de que “pasase lo que podía pasar”, incinerase todas sus ropas. Mi bisabuelo fallecía, siete días más tarde, el 24 de octubre, a las seis de la madrugada, a la edad de 47 años, dejando seis hijos, todos ellos menores de edad, siendo mi abuelo Manuel el mayor, con 17 años, y contando el menor con tan solo dos años de edad. Así de fulminante y cruel fue la peste de 1918.

El soldado estadounidense Mitchell, cocinero en el Campamento Funston, en Kansas, ingresa en la Enfermería el 4 de marzo de 1918 con fiebre y un fuerte dolor de cabeza. Una semana después los enfermos eran incontables. Desde este campamento, en donde enfermó el cocinero, llegaban soldados ya infectados al frente francés de la Primera Guerra Mundial. Así fue como la peste desembarcó en Europa. En abril, la gripe ya producía estragos en las trincheras de Europa Occidental. Llega a España probablemente en tren, desde Francia, de donde regresaban jornaleros españoles y portugueses que suplían la falta de mano de obra en el país vecino debido a la guerra. Aunque el primer fallecido español está fechado oficialmente en el mes de mayo en Madrid, tal como señalaremos más adelante se produjeron muertes por gripe ya en los meses anteriores. La prensa española se hace eco de la mortal infección que se propagaba de manera alarmante, mientras que los países en guerra ocultan la plaga para no minar más la moral de la población y del Ejército. Por el simple hecho de que en España, país neutral, se hablaba abiertamente de la enfermedad sin censura alguna, se le denominó injustamente “gripe española”, creyéndose que era un problema de nuestro país. Así que, además de infectarse un 40% de la población y acabar con la vida de cerca de 300.000 españoles (entre ellos, mi bisabuelo), a nuestro país le quedó el sambenito de dar nombre a una de las plagas más mortíferas jamás padecida por la Humanidad. Baste señalar que en marzo el virus comenzó a matar en Kansas (Estados Unidos) y muy pocos meses después lo hacía en las Parroquias de Parderrubias, Vilar de Paio Muñiz, Pereira de Montes y Soutopenedo, en España.

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Servicio de la Cruz Roja en Estados Unidos durante la gripe de 1918. Fuente: Centers for Disease Control and Prevention

Ricos y pobres eran víctimas por igual de la gran pandemia, cebándose mayoritariamente en personas jóvenes, a diferencia de otras gripes. Los primeros síntomas se confundían con una gripe común: irritación de garganta, fiebre y dolor de cabeza. Pero pronto aparecían mareos, pérdida de audición, visión borrosa, delirios, convulsiones, etc. Eran típicas unas manchas de color negro que comenzaban en las mejillas y que pronto se expandían por todo el cuerpo. Todo este cuadro se complicaba con una neumonía bacteriana que era la que provocaba la mayoría de las muertes. El proceso era tan rápido que pacientes que comenzaban a toser por la mañana, por la noche fallecían. El virus H1N1 experimentó varias mutaciones a lo largo de 1918, convirtiéndose en letal, llegando lo peor en el otoño de ese año. Se transmitía de una persona a otra por secreciones respiratorias producto de la tos, estornudos o, simplemente, a través del habla. La miseria, la suciedad y el hambre contribuyeron sin duda alguna a su propagación. A ello se unió el hecho de que no existiesen vacunas para protegerse contra el contagio, ni antibióticos para tratar las infecciones bacterianas secundarias; a la penicilina todavía le quedaban diez años para su descubrimiento. Las intervenciones sanitarias se limitaban al aislamiento, cuarentena, recomendar hábitos higiénicos personales, uso de desinfectantes y limitaciones de reuniones públicas (Centers for Disease Control and Prevention, 2018).

La peste en Ourense

Desde agosto de 1918 hasta abril de 1919 se registraron en Ourense 145 muertes por cada 10.000 habitantes a causa de problemas respiratorios, siendo la quinta provincia más afectada del país, solamente superada por Burgos, Almería, Zamora y Palencia (Chowell, Erkoreka, Viboud y Echevarri-Dávila, 2014). El otoño de 1918 supuso el periodo más crítico de la gripe, declarándose el estado epidémico en la provincia. Así, ya el 27 de septiembre la prensa se hacía eco de la peste:

En Orense se desarrolla grandemente la epidemia, existiendo numerosos casos, algunos de ellos graves” (Diario de Pontevedra).

Ocho días más tarde, el 5 de octubre, ya se habla sin disimulo de estado epidémico, pues en esos primeros días del mes ya se contabilizaban 723 infectados en la capital:

El Boletín Oficial publicará una circular del Gobernador Civil, declarando en Orense el estado epidémico. Este acuerdo lo adoptó el Gobernador en vista de la importancia que adquiere la epidemia reinante en aquella capital. Ayer ocurrieron ocho defunciones” (Diario de Pontevedra).

El Gobernador insta al Alcalde a que habilite urgentemente locales para atender a enfermos pobres cuyas viviendas carecían de condiciones higiénicas. El 15 de octubre solicita con urgencia al Gobierno el envío de desinfectantes, pues en las últimas 24 horas habían fallecido once enfermos. La gravedad de la situación provocó la suspensión de las Oposiciones a Maestro que se venían celebrando en la capital durante ese mes de otoño y que el Presidente de la Audiencia de Orense solicitase la suspensión de los juicios orales programados. Por su parte, el Obispo de la Diócesis visitaba al Gobernador con el compromiso de colaborar en la campaña sanitaria.

El único hospital público en la capital ourensana en esas fechas era el Provincial de Las Mercedes, que muy pronto quedaría colapsado. Por ello, en el edificio de la actual Delegación del Ministerio de Defensa (en aquel momento Edificio de los Hermanos Maristas) se instaló un Hospitalillo Municipal de Epidémicos de dos plantas en donde ingresaron 117 enfermos. Estuvo atendido por seis médicos, dos practicantes, dos enfermeros, tres estudiantes de Medicina y seis Hijas de la Caridad (De la Torre Somoza, 2015).

El periódico La Región publicaba a diario los datos de los fallecidos, personas de todas las edades, pero sobre todo menores de 30 años. Con cal, sulfato de cobre, azufre o zotal se desinfectaban pisos, casas y lugares críticos como el asilo, la cárcel o el matadero. Un momento particularmente doloroso fue la prohibición de la Fiesta de Fieles Difuntos de ese año y la entrada a los cementerios por parte del Gobierno Civil (Simón Larda, 2001). La prensa publicaba recurrentes anuncios del tipo “La epidemia reinante se evita desinfectando con zotal” o “Epidemias contagiosas se evitan lavándose con jabón zotal”. El Diario de Pontevedra se hacía eco de un artículo publicado en El Figaro, por el doctor Sobrino Álvarez, en el que se hablaba de un tratamiento eficaz contra la gripe:

En primer término un purgante salino y, con preferencia, el sulfato de sosa. Si el enfermo no tolera el purgante le suministra un enema (38 gramos de sulfato de sosa disueltos en medio litro de agua hervida). Evacuado el intestino, la medicación consiste únicamente en cinco gotas de tintura de yodo, cada tres horas, para los adultos, y de dos a cuatro gotas, cada ocho horas, para los niños. El vehículo que prefiere para suministrar el yodo es la leche” (Diario de Pontevedra, 10 de octubre de 1918).

Vida Gallega 15 de noviembre de 1918
Anuncio en la revista Vida Gallega del 15 de noviembre de 1918

Si la situación en la capital era muy preocupante, en el resto de la provincia alcazaba tintes dramáticos debido a la ausencia de recursos sanitarios. En algunas Parroquias, las campanas ya no tocaban a muerto para no alarmar a los enfermos. Las crónicas que La Región publicaba a diario dejaban bien a las claras la trágica situación. Como ejemplos tomados de Simón Larda (2001) aludimos a dos pueblos relativamente cercanos a Parderrubias. En Bande “la epidemia se extiende de forma alarmante. Los empleados del municipio y la mayoría de la población de esta villa están enfermos, así como la mayor parte de los individuos que componen la Corporación. Los médicos están agotados físicamente, por efecto de las dificultades de este municipio, por tener la población muy diseminada para la atención de los enfermos, cuyo número excede de 1500” (La Región, 19 de octubre de 1918). El cura de Calvos, en Bande, informaba al Gobernador Civil que de los 300 vecinos de la Parroquia, 120 estaban infectados, muchos de ellos graves, careciéndose de medicinas y desinfectante (Diario de Pontevedra, 16 de octubre de 1918). En Piñor (Barbadás) “…en este pueblo a pesar de ser tan sano, la epidemia gripal se difunde de una manera atroz; hay un gran número de personas atacadas. El virtuosísimo párroco, Don Florencio Quintas, no da punto de reposo visitando a todas horas a los enfermos y proporcionándoles no solo los auxilios espirituales, sino también los corporales, a muchos pobres” (La Región, 23 de octubre de 1918). En otra villa importante de la provincia, Ribadavia, la situación era conmovedora:

En Ribadavia, según noticias oficiales, ocurrieron ayer nueve defunciones y hubo nuevas invasiones. Un amigo nuestro que ayer llegó de dicho pueblo nos dice que familias enteras han desaparecido víctimas de este mal. En una casa se murieron el padre, la madre y tres hijos” (Diario de Pontevedra, 5 de octubre de 1918).

En Carballiño, la tragedia alcanzaba niveles propios de una catástrofe, y así lo atestigua un telegrama recibido en el Gobierno Civil de Ourense:

Es verdaderamente espantoso el estado sanitario de esta villa y su partido, adquiriendo proporciones alarmantes, pues diariamente ocurren diez o doce defunciones, sin que las autoridades adopten medida alguna para evitar algo la difusión de tan terrible mal. Como vecino de esta villa acudo a V. S. en demanda de protección, pues se da el caso inaudito de que por ningún lado podemos encontrar desinfectantes para combatirlo por nuestra cuenta” (Diario de Pontevedra, 10 de octubre de 1918).

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Partidas de fallecimientos provocados por la gripe de 1918

La peste en Parderrubias y Parroquias vecinas

Con  el objetivo de examinar el impacto de la gripe en Parderrubias y en algunas Parroquias limítrofes (Vilar de Paio Muñiz, Pereira de Montes y Soutopenedo) hemos revisado el número de enterramientos que tuvieron lugar en dichas feligresías a lo largo de los años 1918 y 1919. Ello nos permite apreciar su evolución e identificar claramente el momento crítico que venimos destacando: otoño de 1918. Si observamos la Figura 1, apreciamos que entre octubre y diciembre de ese año se incrementa de manera significativa la cifra de enterramientos en las cuatro Parroquias, permaneciendo relativamente estable su número antes y después de dicho trimestre. Debemos aclarar que no todos los fallecimientos producidos en esos meses fueron consecuencia de la gripe. En el caso de Parderrubias, el cura don Benito Garrido no incluía en las partidas de entierro la causa del fallecimiento; en las otras parroquias sí aparece registrada la causa y así sabemos que en unos pocos casos no fue la gripe la causante del fallecimiento (lo fueron, por ejemplo, la miocarditis o la debilidad senil). No obstante, es incuestionable, y no puede pasar desapercibido, el significativo incremento de muertes durante esos tres meses.

Gráfico
Figura 1. Evolución del número de enterramientos durante la gripe de 1918. Fuente: Elaboración propia

Prestando atención a la Figura 1, en primer lugar, percibimos claramente el pico en el número de enterramientos del último trimestre de 1918, pero sin que exista un solapamiento de las cifras en las cuatro Parroquias analizadas; así, por ejemplo, mientras en Parderrubias el mes de octubre es el más trágico con nueve fallecimientos, en Vilar de Paio Muñiz no se produce ninguno en ese mes. En segundo lugar, destaca el hecho de que la Parroquia más castigada fuese la de Parderrubias, debido probablemente a su mayor número de feligreses; recordemos que, en esa época, Solveira, Fondo de Vila y Nogueira pertenecían a la Parroquia de Santa Olaia de Parderrubias. Examinemos con un poco más de detalle los fallecimientos de esos meses.

En Parderrubias, se produce ya una muerte por gripe (presuponemos que la primera) en el mes de abril de 1918; se trata de Encarnación Garrido de 42 años, cuya esquela aparece publicada en La Región. En los meses de octubre, noviembre y diciembre fallecen 16 personas. Como ya se ha señalado, dado que las partidas de fallecimiento de esta Parroquia no recogen la causa de muerte, cabe pensar que no todos estos fallecimientos fueron provocados por la gripe, aunque bien es cierto que por la media de edad de los fallecidos sí podemos intuir que en la mayoría de los casos esa fue la causa. Esta hipótesis es avalada por los datos recogidos en otras Parroquias en las que sí se especifica la causa de muerte, y en donde la mayoría de los fallecimientos se asociaban a la gripe. La edad de los fallecidos en Parderrubias en esos meses osciló entre los pocos meses de vida y los 50 años (media = 20,67 años), es decir, todos fallecieron muy jóvenes; concretamente, seis eran niños o adolescentes. Como hemos dicho, el mes más trágico fue octubre con nueve fallecidos desde el día 13. Cronológicamente hubo entierros los días 13, 15, 16, 20, 21 (dos), 22, 28 y 29 de octubre. Conmueve imaginarse funerales casi todos los días de esa desgraciada quincena. En noviembre, el número de enterramientos desciende a cinco, y ya en diciembre solamente se produce uno. Entre los fallecidos en esos meses había nueve mujeres y seis hombres; un feto completaba el listado de dieciséis. En cuanto a los pueblos, cinco de los difuntos residían en Nogueira, cuatro en Barrio, dos en O Outeiro, dos en Solveira, uno en A Iglesia, uno en Fondo de Vila y en uno de los casos no se ha indicado su ubicación.

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Iglesia de Parderrubias

En Vilar de Paio Muñiz, durante el trimestre octubre-diciembre, fallecen diez personas (cinco hombres y cinco mujeres). En este caso, dado que el cura don Gerardo Castro indicaba expresamente en la partida de defunción la causa de muerte, sabemos que cinco de ellos fallecieron por bronquitis gripal y los restantes por miocarditis. Aunque el período crítico de la epidemia fue el último trimestre de 1918, en esta Parroquia ya habían fallecido tres personas (dos de ellas, niños) por bronquitis capilar aguda en el verano (en junio, julio y agosto, respectivamente). La media de edad de los cinco fallecidos por la gripe en otoño/invierno fue de 35,13 años. En este caso resulta llamativo el adelanto temporal en los fallecimientos por la epidemia a antes del comienzo del otoño y que, en cambio, en el mes de octubre no se produjese ninguna muerte. A raíz de los datos de esta Parroquia podemos saber también que, aunque como está demostrado el período crítico fue el otoño/invierno de 1918, los fallecimientos a causa del virus de la gripe se extendieron al año 1919. Así, aparecen registrados en ese año dos fallecimientos en abril y dos en noviembre por esta causa. En cuanto al sexo, de los fallecidos por gripe en 1918, cinco eran mujeres y tres hombres.

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Iglesia de Vilar de Paio Muñiz

En la Parroquia de Pereira de Montes, se produjo el fallecimiento de un hombre de 69 años por bronquitis capilar aguda en el mes de marzo. Sin embargo, tal como ocurrió en las otras Parroquias, los meses problemáticos fueron octubre con cuatro fallecimientos, todos ellos por gripe, y noviembre con siete muertes. En diciembre se producían dos fallecimientos, uno de ellos por bronquitis gripal. La media de edad de los fallecidos fue de 39,17 años. La gripe no respetaba edades, así en octubre fallece una niña de 10 años y en noviembre lo hace una mujer de 60. De los fallecidos, de igual manera que ocurrió en las dos Parroquias anteriores, la mayoría fueron mujeres.

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Iglesia de Pereira de Montes

Finalmente, en la Parroquia de San Miguel de Soutopenedo, de la que era feligrés mi bisabuelo José Epifanio, en todo el año 1918 tienen lugar 16 fallecimientos, de los cuales el 44% fueron debidos a la gripe, tal como indican las partidas de entierro firmadas por el párroco don Francisco Coello. En el mes de octubre fallece únicamente José Epifanio, a la edad de 47 años. Fue la primera víctima de la peste en Soutopenedo:

“…falleció el veinticuatro de octubre de mil novecientos diez y ocho a las seis de la mañana en el lugar de Montelongo de bronco-neumonía según certificación facultativa…”.

En el mes de noviembre se producen cinco fallecimientos, todos ellos asociados a la gripe. Es decir, en Soutopenedo la gripe provocó seis muertes, únicamente en los meses de octubre y noviembre, de las cuales solamente dos de ellas corresponden a hombres. La media de edad de los fallecidos fue de 36,83 años, oscilando entre 10 y 63 años.

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Iglesia de Soutopenedo

En resumen, la gripe de 1918, la mal denominada “gripe española”, de igual modo que ocurrió en el resto de España y en otros muchos lugares del mundo, dejó un importante número de muertes en Parderrubias y Parroquias limítrofes. El mayor número de víctimas se produjo entre la población femenina durante los meses de otoño e invierno de ese año, sin que existiese un paralelismo exacto entre las Parroquias analizadas. Así, mientras en Parderrubias el mes con mayor número de víctimas fue octubre, en Vilar de Paio Muñiz lo será diciembre; en Pereira de Montes y Soutopenedo el mes más trágico fue noviembre.

Terminamos con el deseo de que estas estas líneas constituyan un pequeño homenaje a todos los fallecidos por la gripe de 1918 en la comarca de Parderrubias, entre ellos, el bisabuelo José Epifanio, de cuyas muertes se cumplen ahora cien años. Aunque la peste no diferenciaba a pobres de ricos, sí es verdad que los labradores fallecidos en estas Parroquias estaban en clara desventaja para hacer frente a la epidemia, debido a las condiciones socioeconómicas en las que les tocó vivir.


Nota. El autor muestra su agradecimiento a don Julio Grande Seara y a don Fernando López Seoane por la información aportada para la elaboración de este artículo. Otra parte de la información procede del Archivo Histórico Diocesano de Ourense.


Referencias

Centers for Disease Control and Prevention (2018). Historia de la pandemia de influenza de 1918. Recuperado de https://espanol.cdc.gov/enes/flu/pandemic-resources/1918-commemoration/1918-pandemic-history.htm

Chowell, G., Erkoreka, A., Viboud, C. y Echevarri-Dávila, B. (2014). Spatial-temporal excess mortality patterns of the 1918-1919 influenza pandemic in Spain. BMC Infectious Diseases, 14, 371. Recuperado de https://bmcinfectdis.biomedcentral.com/track/pdf/10.1186/1471-2334-14-371

De la Torre Somoza, J. (2015). El hospital provincial de Ourense (1930-1979). Ourense: Diputación de Ourense.

Simón Lorda, D. (2001). La epidemia gripal de 1918 en Ourense. MINIUS, IX, 85-96.

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