Una excursión a Parderrubias en el año 1915. Por Juan Carlos Sierra Freire

Una excursión a Parderrubias en el año 1915. Por Juan Carlos Sierra Freire

El 15 de febrero de 1910 iniciaba su andadura el periódico ourensano La Región. A partir de los dos artículos que el cronista Suárez López (1915a, 1915b) publica en dicho diario los días 1 y 2 de julio de 1915, narrando el viaje que realiza a Parderrubias en junio de ese año (“Excursión a Parderrubias”), con motivo de la festividad del Sagrado Corazón de Jesús, vamos a viajar al Parderrubias de esos años.

En esa época, España estaba dominada por el “turnismo” y el caciquismo de los partidos Conservador y Liberal que apoyaban la Monarquía de Alfonso XIII. Perdidos los territorios de ultramar, el país se ve abocado a la Guerra de África (1911-1927) como consecuencia de la sublevación de las tribus del Rif en contra del colonialismo, acabando el conflicto de la peor manera posible para los intereses nacionales con el Desastre de Annual. Nuestros abuelos se vieron envueltos en dicha contienda y África era un destino nada deseable para realizar el Servicio Militar. El caciquismo funcionaba a las mil maravillas en Galicia, en donde entre 1902 y 1923 (es decir, ¡durante 21 años!) los partidos Socialista, Reformista, Carlista y Galleguista consiguieron un solo diputado en Cortes. Este sistema “…era el único instrumento a disposición del campesinado gallego que le garantizaba resoluciones judiciales favorables, contribuciones más benignas, concesiones de licencias, exenciones del servicio militar, estudios de algunos miembros de la familia, ascensos en las carreras, etc.” (Barreiro Fernández, 1991, p. 39). Este sistema corrupto sería fuertemente criticado por intelectuales, primero, y por obreros y campesinos, más tarde. El anticaciquismo agrario alcanzaría su máxima expresión con la figura del cura ourensano Basilio Álvarez:

Aquí existen millones de hombres honrados que sufren, que han hambre y sed de justicia, que tienen sobre sus hombros la maldición del foro, que pesa sobre sus frentes el escarnio del cacicuelo y sobre sus conciencias el atraco de su voluntad” (Alvarez, 1913, p. 37).

Castelao_Galicia Diario de Vigo 2gosto1922
Viñeta de Castelao en «Galicia: Diario de Vigo» del 2 de agosto de 1922

Este sistema electoral se deja entrever en el contenido de una carta publicada el 7 de abril de 1914 en el diario católico lucense La Voz de la Verdad, y una semana después en el periódico tradicionalista madrileño El Correo Español, que es firmada por varios vecinos de Parderrubias y va dirigida al parlamentario carlista Juan Vázquez de Mella y Fanjul:

Excmo. Sr. Los admiradores con que V. E. cuenta en este municipio de la Merca, se consideran obligados a darle cuenta de su proceder en la pasada contienda electoral. No acudimos a las urnas, obedeciendo nuestra reserva a la premura del tiempo, a la falta de organización y a estar tomadas las posiciones por el bando opuesto. Juzgamos que el nombre del excelso tribuno debe ir siempre asociado a ruidosos triunfos, y una votación, aunque nutrida, nos pareció ofrenda muy pequeña para un hombre de tantos prestigios. Sufre la raza intensa crisis, pero vuestro nombre esclarecido tiene la virtud de producir una reacción atentadora. Esperamos confiadamente no desista de nuestra representación, y en justa correspondencia cuente con el cariño y votos de todos los hombres dignos, que son los más. Nuestra honradez será fiadora de nuestras promesas. Reiterándole nuestra consideración tiene la orden de ponerse a las órdenes de V. E., el párroco de Parderrubias y arcipreste Benito Garrido; José Garrido y hermanos, escultores de Parderrubias; Germán Seara, propietario; Manuel Fernández y Compañía; Modesto Lorenzo, presbítero; Gerardo Castro, párroco de la Merca; Eladio Pereiro, párroco de la Mezquita; Darío Sousa, párroco de Faramontaos; José Casas, comerciante; Nicanor Lorenzo, industrial; José María Garrido, propietario; Benito Iglesias, presbítero de Parderrubias; Adolfo Garrido, industrial; Francisco Iglesias, propietario; Nicasio Magdalena, párroco de Corbillón; Jenero Cid Vispo, coadjutor de Zarracós; Antonio A. Espinosa, párroco de Proente; Emilio Dapía, párroco de Olás; Abelardo Fernández Basalo, presbítero de Zarracós; Francisco Fernández, propietario; Camilo F. Míguez, propietario”.

En este contexto social, vamos a realizar una excursión a Parderrubias del año 1915, época en la que inexcusablemente hay que hacer referencia a la figura de los Hermanos Garrido (Os Escultores de Parderrubias).

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Excursión a Parderrubias

El día estaba espléndido; la luz del sol caracoleaba graciosamente sobre los muros y techumbres y los guijarros del camino, y el firmamento ostentaba el ropaje, no de los valles umbrosos, ni de las airosas colinas, no de los prados floridos, ni de las pintadas aves, sino el de los cielos claros, radiantes, deslumbradores; el purísimo azul en toda su diafanidad y tersura, sin el menor celaje, símbolo expresivo de la limpieza sin par de la Concepción de María.

Apenas transcurrieron veinte minutos, y ya mi cuca me había transportado a Matusiños, residencia señorial de mi amigo, el humorístico hermano Felipe. Tras un breve descanso, y atravesando unos maizales que lagrimeaban el rocío de la noche, emprendimos en amena charla la ascensión al monte, orillando un arroyo, por áspera pero agradable cuesta que va serpenteando o en zig-zag, gargantada en la mitad por enormes peñascos y flanqueada luego por sombríos y altos pinares. Al concluir la ascensión, y en la hondonada, preséntase a la vista la dilatada y verde campiña del pintoresco pueblo de Parderrubias, dividida en dos partes por la carretera que, como cinta de plata, se extiende desde Orense hasta la villa de San Rosendo. Al lado derecho y en una meseta yace muellemente recostada la aldea de dicho nombre con toda la fealdad y falta de arte de las construcciones modernas, sirviéndole de espaldar selváticos y encumbrados montes que unos sobre otros van empinando sus salvajes picachos.

Galantemente invitado por el simpático y jovial Pepe Garrido y sus hermanos, notables escultores y pintores de esta localidad, ventajosamente conocidos por sus relevantes obras de indiscutible mérito artístico que han obtenido lisonjero éxito y sinceros elogios, así de la prensa como de los inteligentes del arte hermanado con la manifestación del más puro sentimiento religioso, he tenido el gusto de admirar sus magníficos talleres montados a la moderna e instalados en la planta baja del edificio de su propiedad, emplazado a orillas de la carretera.

Jóvenes aún los hermanos Garrido, más que una risueña esperanza, son ya una legítima gloria del arte escultórico y pictórico en nuestro suelo patrio, porque no son los años los que hacen la gloria, sino las obras, y estas llevan el sello de lo grande, del talento, del genio, siendo por esto mismo dignas de figurar en las mejores exposiciones así regionales como internacionales.

Y aunque el ambiente en el que se mueven es pequeño, los artistas y sus convicciones son grandes, pues no es el contorno, o como hoy se dice el ambiente, el que forma la grandeza, sino lo que se destaca en él. Y aquí esto es excelente, acabado, perfecto; sus obras son filigranas, verdaderas joyas de arte que suscitan los aplausos y entusiasmos de todas las personas que saben apreciar y valuar el verdadero mérito.

Tan sencillos como modestos, los hermanos Garrido huyen de todo ruido, convencidos de que el mérito positivo no necesita que se le anuncie con encomios, como no los necesita la belleza para atraer las miradas de todos: le basta con presentarse. Esto les pasa a las imágenes y toda clase de obras de escultura y pintura religiosa que sale de los talleres de Parderrubias.

A semejanza de un astro que asciende más y más, radiante y majestuoso, sobre el horizonte, así las nuevas obras que salen de las manos de los artistas Garrido, despiertan doquiera viva admiración, excitan una simpatía siempre creciente, y son alabadas por todo género de publicaciones periódicas en la Península y en ambas Américas.

Ayer eran los hermanos Garrido para muchos solamente los carpinteros del contorno; a lo más los ebanistas con ribetes de pintores. No pocos, quizá llamaron exagerado al cronista que esto escribe cuando, atribuyéndole la llama del genio, los llamaba ‘los genios artísticos de Galicia’. Hoy son mejor conocidos y más estimados. De su nombre y de sus geniales obras se ha apoderado la prensa; individuos y entidades se agrupan alrededor de su modesta personalidad, saludándoles como verdaderos genios.

Hay muchos artistas de su clase llevados y traídos por la prensa de todos los matices en pomposos anuncios y reclamos, que pasan por grandes, y hasta son aclamados cual genios, pero mirados de cerca no valen nada, son genios de arcilla; y si se los compara con los hermanos Garrido, pierden su esplendor, y hasta el eco de su nombre, sin que baste a salvarlos el ruido bullanguero que producen los anuncios periodísticos y tarjetas de propaganda, que la mayor parte de las veces crean glorias sin base y dicen lo que quieren, aunque sea sin sentirlo, y sobre todo, sin merecerlo las obras ni sus autores. Por el contrario, hay artistas humildes, modestos, que trabajan con decisión y talento, sin que sus fotografías aparezcan en las esquinas de las calles o en las hojas del periódico, ni sus bustos en los salones; que todo lo fían a su ideal e inspiración, y evitan con todo cuidado los clamores populares alrededor de su figura, y sin embargo tienen altísimo valor, con un glorioso símbolo de la intuición genial, la gloria del pueblo que los vio nacer y de centuria en que florecen. A este número pertenecen los hermanos Garrido. ¿Queréis verlo? No hay más que visitar los talleres de Parderrubias. Hay allí una galería de obras bellísimas.

Bien quisiera el cronista desplegarla toda entera a vista de los lectores de LA REGION. Pero prefiero detenerme principalmente sobre dos imágenes de talla recientemente adquiridas por el celoso párroco de La Merca, mi amigo Gerardo. Representa la primera a Jesucristo, mostrando su divino Corazón, cuya silueta se dibuja rodeada de una corona de llamas. Nótase a primera vista espontaneidad y elegancia en el modelado, y amplitud de concepción. La figura es verdaderamente inspirada y está trazada con sorprendente vigor. La factura es irreprochable, severa y al par brillante. La tonalidad especial de color y luz que exige el asunto está en proporción y armonía con la composición, sin desviarse del género. Solo sintiendo los inefables latidos del misticismo podía P. Garrido inspirar esa composición en la que palpita un ambiente de espiritualidad tal que el ánimo del espectador se transporta y arroba, forzándole a plegar las rodillas y adorarle poseído del más profundo respeto. La segunda representa la Inmaculada. Es de un carácter distinto de la primera, pues mientras en esta preside la idea de la majestad derramando amor sobre el mundo, en aquella se personifica el candor, la inocencia, la pureza, sin mácula. La figura de esta imagen bastaría a hacer la reputación de un escultor cristiano. En ella se admira la sobriedad y la corrección de escuela. Así la talla como la pintura de ambas obras guardan el propio carácter. Sin perder la serenidad del género espiritual purista, que no permite distraer las miradas a accidentes de forma y a efectos de artificio, y que impulsa al espíritu a concentrarse en el pensamiento de la obra, el pintor, combinando el sentimiento y la expresión de cada personaje de la composición, ha logrado encantadores efectos de luz, una primorosa armonía del conjunto. Indudablemente que estas dos imágenes de talla del más espiritual género purista, como asimismo su pintura, con toques de oro de singular magnificencia, son de las principales joyas de la corona artística de los hermanos Garrido”.

Más allá de la sobreactuación del cronista, era habitual encontrar a los Hermanos Garrido (Os Escultores) en la prensa ourensana de principios del siglo XX. Casi a diario, sus cuñas publicitarias aparecían en periódicos locales como La Región:

TALLER DE ESCULTURA RELIGIOSA. Talle, Pintura y Dorado. José Garrido y Hermanos (Orense, Parderrubias). Esta casa cuenta con todos los adelantos modernos para la construcción de Imágenes en madera y cartón-madera, Altares, Doseles, Púlpitos, Monumentos para Semana Santa, y todo lo concerniente al culto católico. También se encarga de la restauración y pintura de Imágenes y Altares, por deteriorados y antiguos que estén, ejecutando estos trabajos en nuestros talleres o a domicilio. Se remiten gratis dibujos, catálogos, fotografías y cuantos datos necesiten los señores que deseen honrarnos con sus encargos, para lo cual dirigirán su correspondencia a José Garrido y Hermanos, Orense, Parderrubias”.

Anuncio Os Escultores 1910
Cuña publicitaria de La Región en 1910
Anuncio Os Escultores 1913
Cuña publicitaria de La Región en 1913

En esa época, sus obras escultóricas llevaban el nombre de Parderrubias allende de sus fronteras. El 3 de junio de 1915, con el argumento de que “siempre hemos alentado desde estas columnas a los que cultivan con éxito el arte”, La Región abordaba la figura de Os Escultores:

En Parderrubias, pueblecito próximo a Orense, tienen emplazados sus talleres de escultura religiosa, de los que han salido gran número de imágenes; unas destinadas al culto en las iglesias y otras a oratorios particulares. De la visita que efectuamos a los mencionados talleres, obtuvimos una impresión gratísima y el firme convencimiento de que el premio a los desvelos que se imponen los hermanos Garrido, no se hará esperar. Un compañero aficionado a la fotografía, impresionó varias placas con algunas imágenes recientemente terminadas y que en breve van a ser enviadas a los puntos respectivos de destino. Una de ellas es la que hoy ofrecemos a nuestros lectores, la Divina Pastora, construida para las Siervas de la Divina Pastora, de Puenteareas. Todos cuantos elogios hiciésemos, serían pocos”.

Os Escultores_La Región 3junio1915
Escultura de la Divina Pastora creada por los Hermanos Garrido

En el mes de marzo de 1916 se exponía en los elegantes escaparates del comercio de novedades Los Chicos, ubicado en la calle Paz Nóvoa de la capital ourensana, una figura de San Francisco construida en los “afamados talleres de escultura religiosa de los Sres. Garrido y Hermanos de Parderrubias” (La Región, 23 de abril de 1916). Su destino final era la iglesia parroquial de Osmo, en Leiro. En diciembre se bendecía la nueve iglesia de Cambeo, estrenándose un altar que había sido construido, pintado y dorado por “los inteligentes escultores de Parderrubias” (La Región, 10 de diciembre de 1916). En el mes de septiembre de 1917, en los escaparates de la joyería Valentín Cid, los Hermanos Garrido exponían imágenes de los Sagrados Corazones de Jesús y María, del Niño Jesús y de la Sagrada Familia.

Sagrado Corazón
Escultura del Sagrado Corazón de Jesús creada por los Hermanos Garrido. Fotografía: Lucía Garrido

Continuamos la excursión a Parderrubias.

Eran ya las diez de la mañana, cuando una cascada de alegres y argentinos sonidos lanzados estrepitosamente sobre el vecindario desde la alta espadaña de la iglesia, me empujó hacia el templo parroquial, de bastante capacidad, pero de escaso mérito arquitectónico, aunque bien conservado y mejor aseado. Hallábase adornado con el más exquisito primor. Lucía los atavíos de los días de gran gala, y estaba esplendente, radiante, con los focos de acetileno cuyo reflejo mágico bajando de las artísticas arañas hacían surgir de entre la penumbra todos los lindos detalles del brillante decorado. Era una verdadera ascua de oro, y las innúmeras bombillas de variados colores que fulguraban, simétricamente distribuidas, semejaban una visión del cielo.

A duras penas pude franquear la entrada, obstruida por una apiñada masa de público deseoso de rendir público plebiscito de amor al Deífico Corazón de Jesús, cuya fiesta iba a comenzar. A los pocos momentos preludiaba el armónium las notas del Tantum Ergo coreado con afinación y exquisito gusto por numeroso clero, en tanto que en el altar mayor se hacía con exactitud y corrección litúrgica la exposición de S. D. M. Acto continuo dio principio la Misa solemne que fue oficiada por el presbítero de la Merca señor Rodríguez Grande, con acompañamiento a toda orquesta, y oída con todo el recogimiento y religioso silencio posible en actos de tan extraordinaria concurrencia, en los que las dificultades del acomodo no son fáciles de vencer. En los intermedios la afinada banda de la Mezquita desgranó las notas de una inspirada fantasía que volaron sobre el auditorio silencioso, cuya atención se mecía en aquellas ondas de armonía que bajando del coro iban perderse en las ricas colgaduras de la iglesia, comunicando al pasar por los cuerpos, la rítmica y placentera vibración del sonido a los nervios de los espectadores, sumergiendo por un momento sus espíritus en el dulce sueño del arte sin fronteras.

Hubo para mí un momento emocionante, de consoladora expectación, con inenarrables ternezas, que desfloraría el ambiente de la pública opinión. ¡Oh! Los ángeles de la Eucaristía habíanse dado cita deliciosa; un centenar de pequeñuelos aproximadamente, que apenas empezaba a soltarse su lengua en el uso de su nativo idioma, recogidos, fervorosos y sonrientes, con sonrisa cándida y de extrema satisfacción, revoloteando como palomas, símbolo de la paz y tranquilidad de sus almas; acercáronse al sagrado banquete. A su alrededor expandía fragancia de lirios, perfume de cielo… Esta imponente manifestación de amor a Jesús Sacramentado, precisamente en estos tiempos de apatía e indiferencia religiosa, hizo resbalar por las mejillas de más de uno, furtivas lágrimas de ternura y emoción.

Digno epílogo de tan solemnes cultos fue la brillante y tradicional procesión que, si cada año despierta nuevo y fervoroso entusiasmo, al decir de todos, en el presente fue un verdadero acontecimiento en Parderrubias, pues todo el pueblo tomó parte con viva complacencia, ya adornando las casas con vistosas colgaduras, ya formando parte del religioso cortejo. Organizóse en el orden siguiente. Abrían la marcha los pendones y estandartes de distintas parroquias y Asociaciones, siguiendo la hermosa cruz parroquial y ciriales, de estilo renacimiento, tras la que formaban ordenadamente en dos alas, los niños que en la misa hicieran su primera comunión; luego las hijas de María, luciendo su clásica mantilla; a continuación el clero; después la venerada imagen del Sagrado Corazón, y enseguida majestuosa carroza en la que se yergue dulcísima y bella la efigie de María. Seis niñas primorosamente vestidas de ángeles con vistosos ramilletes de gayas flores que ofrendan a su celestial Reina, haciéndole la corte, juntamente con otras seis un poco mayores, formaban su escolta. Cierra la comitiva la banda de música que contribuye a aumentar las emociones del corazón con sus notas delicadas. El estruendo ensordecedor de las tracas y de multitud de cohetes, los acordes de la música, los marciales cantos de los niños, el alegre repiqueteo de las campanas, la lluvia de flores que sin cesar cubría las imágenes y el entusiasmo de todos, producían una emoción y alborozo indescriptibles. Un gentío enorme de las parroquias limítrofes se agolpaba a las bocacalles a contemplar el desfile; en sus fisonomías dibujábase religioso respeto; de sus corazones brotan férvidas plegarias y al mismo tiempo salen de sus manos nubes de flores que ofrendan al Deífico Corazón y alfombran el suelo por donde ha de pasar triunfante el Auxilio de los Cristianos.

Terminóse el acto con la solemne bendición de S. D. M., resultando, en conjunto, grandioso y típico, por ese tinte popular que le comunicara el entusiasmo de la feligresía. Fiesta tan simpática dejará imperecedero recuerdo en el corazón de cuantos tuvimos la dicha de asistir a ella.

El cronista, haciendo justicia y alto honor a los acendrados sentimientos religiosos de tan católico pueblo, quiere estampar aquí esta su impresión recogida en acto tan solemne y conmovedor: Parderrubias es un feudo del Sagrado Corazón. Así lo patentizaron sus habitantes en las numerosas comuniones que con inefable recogimiento hicieron todos, mujeres y hombres, jóvenes y niños, ricos y pobres, en todas las misas que se celebraron, principalmente en la de la comunión general.

Plácemes merecen los hermanos Garrido, a cuya feliz iniciativa y munificencia se deben tan solemnes cultos; el virtuoso arcipreste y párroco de dicha feligresía [don Benito Garrido], cuya alma arde en el celo vivísimo por el bien de sus semejantes; siempre solícito en procurar la paz del alma de sus amados feligreses y afanoso y diligente por todas las cosas de su iglesia; y cuyo desvelo ha sido parte tan principal para que la función se llevase a cabo con el esplendor que admiramos; y, por fin, de un modo particular, el pueblo todo que con entusiasmo y fervor dignos de toda loa, tan hábilmente les han secundado”.

Durante esos años tuvieron lugar algunos hechos que fueron objeto de interés en la prensa local, constituyendo en su mayoría un reflejo de la religiosidad que caracterizaba a Parderrubias en esa época. El 27 de febrero de 1913, salía con destino a Oviedo un grupo de ourensanos presididos por el Obispo de la Diócesis. Se trataba de peregrinos que se unirían en la capital asturiana a otros grupos para dirigirse a Roma con el fin de ganar el Jubileo, con motivo de las fiestas constantinianas. Entre ellos se encontraba un vecino de Parderrubias: Manuel Garrido. El domingo 18 de junio de 1916, en la Parroquia de Soutomandrás, celebraba la primera misa un vecino ilustre de Parderrubias, don Adolfo Outumuro Outumuro, sobrino de don Adolfo Outumuro Seara, párroco de dicha feligresía, quien actuaría de padrino eclesiástico. La solemne misa cantada por un coro dirigido por don Severino Bermello, párroco de Trasalva, terminaría con el tradicional besamanos. Entre los invitados al espléndido convite, que tuvo lugar en la casa rectoral, se encontraban los párrocos de Sobreira, Cornoces, Castrelo, Pereda, Mandrás, Louredo y Boimorto, así como un representante de la famosa casa de escultura Hermanos Garrido (La Región, 25 de junio de 1916). El presbítero David García Álvarez, cronista de la noticia, que se publicaba en la primera página de La Región, no desaprovechó la oportunidad de arremeter contra el periódico satírico y anticlerical El Motín, dirigido por José Neken. Desgraciadamente, la vida del joven y brillante cura, que ejerció de ecónomo de la Parroquia de Parderrubias, se vio truncada en la madrugada del 8 de mayo de 1924 por una grave enfermedad. Tenía tan solo 31 años de edad. Escasos meses antes de que la gripe de 1918 impactase de lleno en la población de Parderrubias (véase Se cumplen 100 años de la peor peste de todos los tiempos: la mal denominada “gripe española” de 1918 en Parderrubias), la prensa publicó durante varios días el anunció del extravío de un cerdo de color blanco “con dos rayas hechas por una tijera”. El cura don Benito Garrido gratificaba a quien diese alguna nueva acerca del descarriado gorrino. A finales de 1920 serían nombrados por el Sindicato Católico Agrícola de Parderrubias, como vendedores de vinos, los siguientes afiliados: Luis Fernández, Germán Seara, Manuel Seara Casas, Emilio Outumuro, José Fernández, Ángel Santos y Francisco Seara. A principios del siglo XX comenzó la asociación de los campesinos gallegos en sindicatos y cámaras agrarias para la adquisición de maquinaria y abonos, así como para la gestión de las ventas de sus productos. Aunque bien es cierto, estas asociaciones nunca lucharon en su justa medida por los derechos de sus asociados, y así no fueron raros los motines y disturbios en el mundo rural.

El Motin, enero 1916
Viñeta satírica publicada en El Motín, año 1916
El Motin 1916_2
Viñeta satírica publicada en El Motín, año 1916

Referencias

Alvarez, B. (1913). Abriendo el surco: Manual de lucha campesina. La Habana: Ricardo Veloso.

Barreiro Fernández, X. R. (1991). Historia contemporánea. Política. Siglo XX (Tomo VIII) En F. Rodríguez Iglesias (Ed.), Galicia Historia. A Coruña: Hércules de Ediciones.

Suárez López, S. (1 de julio de 1915a). Una excursión a Parderrubias. La Región, p. 1.

Suárez López, S. (2 de julio de 1915b). Una excursión a Parderrubias. La Región, p. 1.

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