Por Juan Carlos Sierra Freire
Muchas de las tradiciones que actualmente marcan la Navidad ourensana se vivían de manera muy similar en 1969. En esas Navidades, el Belén de Baltar era colocado en la nave central de la catedral, junto al Pórtico de la Gloria; al caer la noche, las calles más céntricas de la ciudad se iluminaban con sus brillantes adornos y los pinos navideños proliferaban por doquier; mientras, el Circo de los Muchachos deleitaba con sus funciones a pequeños y mayores. El Gordo de Navidad había caído en Sabadell y entre las felicitaciones que se podían ver esos días en la prensa destacaban las del Banco Hispano Americano, la de la Caja de Ahorros Provincial de Orense, la de Muebles Calvo, la de los Almacenes Celestino o la del Restaurante Sanmiguel. La gélida noche del 31 de diciembre no fue impedimento para que cientos de ourensanos llenaran la plaza mayor para recibir al nuevo año 1970 a ritmo de verbena. Días después, llegarían los Reyes Magos en el Oriente-Expreso a la Estación Empalme, desde donde se dirigirían, acompañados de sus pajes, a la plaza mayor en la que les esperaba una gran multitud, entre la que se hacía notar la numerosa chiquillería.
A los niños de Parderrubias, esas Navidades capitalinas de 1969 nos quedaban un tanto lejanas, por lo que centrábamos nuestro interés en tradiciones más cercanas a nuestro quehacer cotidiano como era poner en la escuela un pino con los típicos adornos navideños y cantar villancicos. Pero aquellas Navidades iban a ser diferentes, porque finalizarían con uno de los actos populares de los que probablemente mejores recuerdos hayan quedado entre los vecinos, especialmente entre los niños de aquella época: la recordada Cabalgata de Reis de 1970. Dada nuestra corta edad en esa fecha, no logro dibujar una imagen nítida de lo acontecido ese día, pero a tenor de la expresión de la cara de los que éramos niños al paso de sus Majestades, que hoy podemos apreciar en las fotografías de la época, mezcla de sorpresa e ilusión, tuvo que ser algo mágico y asombroso.
Finalizada la misa del día de Reyes, comenzó el acto festivo en Nigueiroá, en donde se degustaron galletas y dulces. A continuación, la comitiva bajó hacia As Campinas, en donde al son de la música se degustan roscones y rosquillas hechas por las tres vecinas: María, Isabel y Carmen. Después del almuerzo, ya por la tarde, la fiesta se traslada a los pueblos de A Iglesia y O Outeiro, finalizando en Barrio. Delante de la iglesia se degusta café y ahí llegan, representando a los Magos de Oriente, Jesús, Isolino y Adolfo -vecinos de Nigueiroá- a lomos de la “besta”, el “macho” y un burro, respectivamente. En O Outeiro, la comitiva es recibida, al son de “panxoliñas”, con rosquillas y licores. La Cabalgata de Reis finaliza en Barrio, en donde Castor Quintas, Sergio Martínez y José “O Gafas” a lomos de una yegua de Os Salgados y de las dos “bestas” cedidas por los Magos de Nigueiroá representan espléndidamente, para deleite de niños y mayores, la llegada de los Reyes Magos de Oriente.
La fiesta fue de tal magnitud que el 9 de enero de 1970, el diario La Región se hacía eco de ella en un artículo firmado por A. Sierra, que transcribimos a continuación:
“El pasado día 6 vivió Parderrubias una jornada plena de ilusión y entusiasmo. Con motivo de la festividad de Epifanía, tuvo lugar en esta parroquia una típica fiesta muy digna, a nuestro modo de ver, de admirar e imitar. En cada uno de los pueblos, gustosamente adornados y con pancartas colgantes alusivas a la paz y prosperidad para 1970, se exponían sendas mesas con la más variada gama de dulces y bebidas para obsequiar a todos los visitantes; y así numerosas personas, tanto de la parroquia como de los pueblos limítrofes, deleitaron su paladar con la exquisita pastelería de fabricación casera y confitera, gustando al mismo tiempo y al son de las bandurrias, panderetas y otros instrumentos musicales improvisados al momento, sabrosos licores. Una deportiva rivalidad entre los pueblos hizo que todos se superasen por ser los mejores y fruto de ello fueron los diversos espectáculos que nos ofrecieron: danzas regionales y clásicas, música, cantos, chistes escenificados, sainetes cómicos, etc., formaron parte del variado programa. No obstante, cabe destacar los bailes clásicos que las personas más ancianas de Nigueiroá nos ofrecieron, las deliciosas rosquillas de Las Campinas, el café-faria gustosamente preparado por las mozas de Airexe, los villancicos a cargo del coro de Outeiro y la formidable cabalgata de SS. MM. los Reyes Magos en Barrio. Con nuestros sanos deseos de paz y prosperidad para el año 1970, esperamos que no se extinga esta entusiasta romería y que en próximos años recobre la misma brillantez que la del pasado día 6” (La Región, 9 de enero de 1970).
Lamentablemente, y con pesar del cronista, y sin lugar a duda, de los lectores, este acontecimiento no tuvo continuidad en el tiempo. Aquellos Reyes de 1970 se quedaron para siempre en 1970.