Mes: marzo 2019

Parderrubias y su comarca en el tiempo de la Guerra. Por Juan Carlos Sierra Freire

Parderrubias y su comarca en el tiempo de la Guerra. Por Juan Carlos Sierra Freire

«No era una sola guerra sino muchas, que coexistieron y se solapaban de tal manera que acentuaron el odio» (Paul Preston, 2015).

Desde niño fui testigo de como las personas mayores incluían en muchas de sus conversaciones la expresión “no tempo da Guerra… (en el tiempo de la Guerra…)”. Pronto percibí que detrás de ese “no tempo da Guerra” había penuria, miedo, tristeza, silencio, persecución, separación, dolor y muerte. La curiosidad por saber más acerca de lo que pasó en ese tiempo en nuestra comarca me llevó, entre otras cosas, a rebuscar en las hemerotecas. Después de muchas horas repasando hojas de periódicos, pude reunir y organizar algunos hechos y acontecimientos publicados por la prensa de esos años, que me permitieron conocer algo más acerca de lo que hay detrás de ese “no tempo da Guerra”. Lo que a continuación encontrará el lector será una secuencia de hechos y sucesos ocurridos en nuestra demarcación y zonas cercanas, expuestos tal y como se recogieron en las páginas de algunos periódicos, influenciados sin duda alguna por la ideología dominante de la zona en la que se publicaban.

El sábado 18 de julio de 1936, con el General Mola como uno de los conspiradores más significativo, se produce un Golpe de Estado, el cual se venía gestando desde hacía meses atrás. Al no tener éxito en todo el país, este queda dividido en dos frentes. Entre los días 20 y 21 de julio finaliza la sublevación militar como tal, y al quedar España partida en zonas controladas por los golpistas y zonas leales a la República da comienzo la Guerra Civil, de cuyo final, el 1 de abril de 1939, se cumplen ahora 80 años. En Galicia, en todo su territorio, triunfan los golpistas sin apenas oposición, quedando desde el primer momento en zona Nacional y así, desde la retaguardia, se convierte en arsenal humano, sanatorio y despensa de las tropas rebeldes contra la República. En nuestra tierra no hubo trincheras, pero la terrible represión franquista se saldó con casi cinco mil fusilados (entre ellos los cuatro gobernadores civiles) y miles de jóvenes gallegos  fueron enviados forzosamente a los frentes -auténticos mataderos-, dejándose allí la vida un incontable número de ellos. Por tanto, todo lo que ocurrió durante el tiempo de la Guerra en la comarca de Parderrubias, se debe observar desde el prisma de ser parte de la Zona Nacional desde el inicio de la contienda civil.

entrega de armasAhora21julio1936
Fotografías del diario Ahora del 21 de julio de 1936

El inicio de la Guerra en Ourense

En la portada del diario La Región del domingo 19 de julio de 1936 se informaba que “ayer se declaró un movimiento subversivo cuyo alcance se desconoce. El Gobierno toma disposiciones encaminadas a dominar la sedición”. El 22 de julio su titular más destacado era mucho más dramático: el lunes 20 de julio se había declarado en Orense el Estado de Guerra. A las doce del mediodía de ese lunes, el Capitán Mira ocupa el Ayuntamiento en representación de la Comandancia Militar y desde ese momento la Guardia Municipal pasa a prestar servicio con fusil en las calles. Esa misma mañana una camioneta del Batallón de Infantería recorrió las arterias más importantes de la capital dando lectura al Bando firmado por el Teniente Coronel Militar de la plaza de Ourense, Luis Soto, publicado en los periódicos locales La Región del 22 de julio y La Zarpa del 30 de julio, diario este último que llevaba varios días sin poder editarse por la ausencia de los trabajadores gráficos en sus puestos. Con dicho Bando, se suspenden todos los derechos civiles, se pasa del mando civil al militar y la provincia ourensana queda bajo un estado de guerra:

  1. Intimo a todos los perturbadores, rebeldes y sediciosos a que en el plazo de dos horas depongan su actitud, se sometan a las autoridades legítimas y denuncien a tiempo de evitar sus consecuencias cuyos actos de violencia sepan van a ejecutarse. Los que así lo hicieren quedarían exentos de pena, excepto las Autoridades o jefes de la rebelión, sedición, desorden.
  2. Queda prohibida la formación y circulación de grupos de más de tres personas y si a la primera intimación no se disolvieran, lo serán por la fuerza.
  3. Queda asimismo prohibido el aproximarse desde las seis de la tarde a las siete de la mañana a las líneas férreas, de energía eléctrica, conducciones de aguas, cuarteles, polvorines, dependencias fabriles e industriales y edificios públicos. La fuerza pública podrá disparar, sin previo aviso sobre quienes se encuentren en esos lugares a las expresadas horas y lo hará sobre cuantos no obedecieron la primera intimación.
  4. Serán repelidos con las armas, sin previa intimación, todos los actos de violencia que las fuerzas encargadas del orden sorprendan y, desde luego, los atentados contra ellas o los objetos encomendados a su custodia se cometan.
  5. Serán considerados, desde luego, como reos de rebelión o sedición común o militar, según las circunstancias, aplicándoles en su caso, las penas del Código de Justicia Militar: a) los que cualquiera que sea su número se resistieren o atacaren a la Autoridad o fuerza pública o desobedecieren sus mandatos; b) los que celebraren reuniones o manifestaciones no autorizadas; c) los que atentaren contra la libertad del trabajo de palabra, por escrito, aunque sea impreso, o empleando la violencia; d) los que por medio de atentados contra personas o cosas o de cualquier otro modo perturbe notoriamente el orden público o tuvieran en su poder armas de fuego sin la debida autorización, explosivos o elementos o material especialmente utilizables para producir incendios y otros estragos; e) los que profirieren cualquier clase de gritos subversivos o por medio de la palabra hablada o escrita injurien al Régimen, a las Autoridades o a sus Agentes o Institutos Armados, o exciten a la comisión de algunos de los delitos comprendidos en este Bando, cualquiera que sea la forma, modo, ocasión o medio empleado, incluso la imprenta; f) los que en cualquier forma perturben o impidan toda clase de comunicaciones o servicios públicos.
  6. Los comprendidos en los apartados del artículo anterior incursos con arreglos al Código de Justicia Militar en pena de RECLUSIÓN PERPETUA A MUERTE y los reos de los demás delitos militares castigados con pena de privación de libertad de más de seis años de duración, serán juzgados por los Tribunales Militares en JUICIO SUMARÍSIMO con sujeción a los artículos 649 y siguientes del mismo Código, de lo cual y lo que atañe a cuantos estén sujetos a la disciplina militar, se hará la oportuna advertencia en la Orden de la Plaza.
  7. Quedan sometidos a la competencia de esta jurisdicción, además de los hechos y delitos cuyo conocimiento le corresponde en todo caso y serán juzgados, por la misma, con arreglo a los preceptos del Código o Ley que corresponde como actos contrarios al orden público: 1) los delitos de rebelión y sedición común y sus conexos y todos los hechos especificados en los diversos incisos del artículo 5º de este Bando, cuando no resulten constitutivos de rebelión o sedición común ni militar; 2) los comprendidos en la Ley de 10 de julio de 1894, llamada de explosivos; 3) los desórdenes públicos y desobediencia y denegación de auxilio de los artículos 266, 268, 269, 374 al 377 y prolongación y abandono de funciones de los artículos 385 y 387, todos del Código Penal; 4) los de allanamiento de morada y robo de armas, y los que tiendan a impedir el abastecimiento de los artículos de primera necesidad.
  8. Serán juzgados en JUICIO SUMARÍSIMO, además de los delitos militares antes sometidos a dicho procedimiento, todos los demás comprendidos en este Bando que tengan señalada pena superior o la de presidio o prisión menor, y siempre que el reo pueda reputarse comprendido en el artículo 650 del Código de Justicia Militar.
  9. La Jurisdicción de Guerra podrá inhibirse o dejar expedita la acción de la ordinaria respecto del conocimiento de las causas incoadas por delitos comunes.
  10. Asumidas por mi Autoridad todas las facultades que me confiere para estos casos el artículo 58 de la Ley del Orden público, castigaré con multas hasta de 10.000 pesetas cuantos actos contrarios al orden público no sean constitutivos de delitos y adoptaré en cada caso con arreglo a la dicha Ley, cuantas medidas considere además necesarias para su restablecimiento.
  11. No podrá celebrarse ninguna reunión, mitin, conferencia o manifestación pública, ni aun las Juntas de Asociaciones o Sindicatos sin mi autorización, que será solicitada por escrito con expresión del objeto de la misma y que otorgaré si lo estimo oportuno, con las restricciones y requisitos pertinentes. Toda reunión o manifestación celebrada sin mi autorización será disuelta por la fuerza si ofrecieran resistencia sus componentes, a los cuales se les exigirá las responsabilidades en que incurran.
  12. Serán sometidos a mi previa censura, antes de empezar a circular, los ejemplares de todo impreso o documento destinado a la publicidad, pudiendo hacerlo los periódicos diarios hasta una hora antes, sin perjuicio de las responsabilidades exigibles por todo escrito delictivo publicado o no, incurrirá en multa hasta 10.000 pesetas el director, editor o empresa que infrinja la censura establecida, recogiéndose en el acto la publicación y suspendiéndolas para lo sucesivo en caso de reincidencia.
  13. Toda persona que presencie cualquier agresión o acto de violencia queda obligada a concurrir inmediatamente a la Comisaría, Cuartel, Juzgado o Tribunal o lugar oficial más próximo para aportar su testimonio y si no lo hiciere incurrirá en desobediencia.
  14. Los Tribunales, Autoridades o Corporaciones civiles continuarán ejerciendo sus respectivas funciones en todo lo que no se halle exceptuado en este Bando, limitándose las de orden gubernativo en lo que atañe al orden público, a las facultades que por mi Autoridad se deleguen.
  15. Los funcionarios públicos o Corporaciones que abandonen sus funciones o no presten el inmediato auxilio que por mi Autoridad o por mis subordinados sea reclamado para el restablecimiento del orden o para la ejecución de lo mandado en este Bando, serán suspendidos en el acto de empleo cargo o función y sueldos anejos, sin perjuicio de la correspondiente responsabilidad criminal que le será exigida por el Tribunal correspondiente.
  16. Se consideran ilegales cuantas huelgas se traten de declarar después de la publicación de este Bando, dándose de plazo para la entrada al trabajo, hasta mañana a las ocho horas, aplicándose las máximas sanciones a los contraventores de este artículo.
  17. Se declaran incautados y a mi disposición los automóviles de carga, viajeros y particulares, motocicletas, bicicletas y vehículos de todas clases quedando absolutamente prohibida la circulación rodada. Tanto en el interior de las poblaciones como fuera del casco de las mismas y en las carreteras, caminos, pistas y veredas en tanto los conductores no se provean de una licencia especial para cada caso o viaje, que será solicitada de mi Autoridad o de la que en su caso se designe.

A todos los efectos de los términos legales en los casos en que sea preciso este cómputo se hace la publicación de este Bando a las catorce horas de hoy. A todos los ciudadanos del territorio de mi mando requiero su auxilio para restablecer el orden por el que yo he de procurar absoluta inflexibilidad y rigor. Orense, 20 de julio de 1936. El Teniente Coronel Comandante Militar, Luis Soto”.

LaRegion19julio
Portada del diario ourensano La Región del 19 de julio de 1936
LaZarpa30dejulio
Portada del diario ourensano La Zarpa del 30 de julio de 1936

El Comandante Ceano, jefe del Batallón de Infantería de Ourense, saca las tropas a las calles, produciéndose únicamente un pequeño foco de resistencia por parte de militantes socialistas en la zona de O Posío (Cocho, 2011). Según La Región del 22 de julio, la transmisión de poderes se hizo con “absoluta normalidad” y “los comercios han abierto en su totalidad y el aspecto de la ciudad es de absoluta normalidad”. El día 23 tomaba posesión del Ayuntamiento de la capital el Capitán de Infantería Marcelino Mira Cecilia. La Diputación Provincial pasó a estar presidida por dos militares retirados. Desde un micrófono del Gobierno, a cada hora se pronunciaban alocuciones con instrucciones para los ciudadanos como, por ejemplo, acudir a sus puestos de trabajo bajo amenaza de la cancelación de los contratos en caso de no hacerlo. El 28 de julio se militarizan los servicios de electricidad y agua. Mientras, en la provincia reina una relativa tranquilidad en esos primeros días, salvo altercados aislados en algunos lugares, como en el caso de Maceda. Así, el día 23 era asesinado un joven fascista que junto a otros compañeros hacía un registro de una casa del pueblo; la respuesta fue asesinar al agresor, un concejal comunista, y herir gravemente a su padre. El 11 de agosto se izaba en el Gobierno Civil y Comandancia Militar la bandera bicolor, y el día 12 la roja y negra de la Falange, junto a la bicolor, en la Diputación Provincial. En la provincia fue prácticamente inexistente la resistencia, salvo en algunos puntos. En Maceda, bajo el liderazgo del comunista Benigno Álvarez, se produjo un enfrentamiento con ochenta militares, falangistas y guardia civiles, que pronto solventaron el aguante. En Verín tuvieron que hacer presencia guardias de asalto de A Coruña. Y en A Gudiña y A Mezquita se necesitó la presencia de una columna de 300 guardias civiles y milicianos fascistas (Cocho, 2011).

Un nuevo Bando publicado el  24 de julio movilizaba para la Guerra a todos los ciudadanos disponibles:

Don Luis Soto Rodríguez, teniente coronel de Infantería y comandante militar de Orense, Ordeno y Mando:

  1. Quedan inmovilizados todos los individuos en situación de disponibilidad de servicio activo, acogidos a los beneficios del artículo XVII de la Ley de Reclutamiento (cuotas), de los reemplazos 1931, 1932, 1933 y 1934 y primer llamamiento de 1935, incluso aquellos que han prestado servicio en otras divisiones.
  2. La incorporación a filas se hará inmediatamente después de publicado este Bando, antes de las veinte horas del 24 del actual. Para la incorporación se tendrán en cuenta las normas siguientes: la concentración de todos estos individuos, incluso aquellos que han prestado servicio en otras Divisiones se efectuará precisamente en el Segundo Batallón del Regimiento de Infantería número 30, de guarnición de esta plaza de Orense, donde se presentarán todos los individuos quienes comprende el llamamiento y de los reemplazos antes citados, sea cualquiera el arma o cuerpo en que hayan servido.
  3. El que sin causa plenamente justificada faltase a concentración, incurrirá en las penas que para el delito de deserción señala el Código de Justicia Militar, las que serán ejecutadas inexorablemente.

Dado en Orense, a las ocho horas del día 24 de Julio de 1936. El Comandante Militar, Luis Soto Rodríguez. Rubricado y sellado”.

Al día siguiente, 25 de julio, otro Bando moviliza a los reemplazos de 1927, 1928, 1929 y 1930. Estas nueve quintas de cuotas citadas, que sumaban unos seiscientos hombres, acudieron, según La Región del 28 de julio, “con entusiasmo a la causa de la Patria, hallándose animados del espíritu más disciplinado y heroico, acudiendo a las batidas y operaciones a que se les llama cantando alegremente”.

Al llamamiento obligatorio a filas, se unieron voluntarios que se presentaban para ir al frente. Así, lo recoge efusivamente el diario El Compostelano del 10 de agosto de 1936:

En diez camiones y procedentes de Orense, llegaron ayer a Santiago más de trescientos voluntarios que van a unirse a las fuerzas de nuestro Ejército. El entusiasmo de esos valientes voluntarios era extraordinario, pues daban vivas a España, al Ejército y a la Junta de Defensa Nacional de Burgos… La mayoría de ellos eran obreros que abandonan sus trabajos por defender a la Patria”. 

El 1 de agosto ya había fuerzas militares ourensanas en Ponferrada y en Asturias. De este frente no tardan en llegar las primeras víctimas mortales. Así, el 6 de agosto, la prensa local se hacía eco del entierro de un Capitán, del Jefe de Falange y de un Sargento, todos ellos fallecidos en Asturias. El 9 de septiembre, provenientes del mismo frente, llegaban a la ciudad los cadáveres de un sargento, un cabo y un soldado, fallecidos en San Cosme. La lista se fue agrandando con el paso de los meses. Aparte de Asturias, soldados ourensanos fueron enviados a los montes de León, al  frente de Ávila, a la Sierra de Guadarrama, a las estepas de Huesca, a la batalla de Teruel, a la del Ebro, etc. Sorprende el titular de La Región del 2 de marzo de 1937 “otro falangista que hace guardia a los luceros”, bajo el que se informaba de la muerte de un joven de 18 años de edad en el frente, otro que “había muerto por Dios y por la Patria” (¡apártame del Dios y de la Patria que exigen este derramamiento de sangre!). A principios de 1938 llegan a la capital las primeras víctimas mortales de la batalla de Teruel.

La prensa local de la Zona Nacional, con enorme afán propagandístico, alternaba noticias de detenciones y ejecuciones de personas vinculadas al Frente Popular con las muertes de soldados del Ejército Nacional allá en los lejanos frentes de batalla.

También se supo en Orense, que murió en el frente de Batalla el capitán D. Nicolás. El finado contaba 24 años y antes del Movimiento se había distinguido por su actuación contra el comunismo. Los extremistas de Orense trataron una noche de asesinarle, hiriéndole, cuanto entraba en su domicilio, de dos balazos” (Diario de Pontevedra, 22 de enero de 1938).

También se supo en Orense, que encontraron gloriosa muerte el alférez de aviación, don Luis y el soldado José, este hijo del Secretario del Ayuntamiento de Allariz” (Diario de Pontevedra, 3 de marzo de 1938).

El Boletín Oficial del Estado publica ayer la Orden del Ministerio de Defensa Nacional concediendo la Medalla Militar al cadáver del capitán de la bandera de F.E.T. y de las JONS, de Orense, don Salvador. Este oficial, después de comportarse heroicamente en los reiterados ataques del enemigo a la posición de Calabazas recibió dos balazos en el vientre y, no obstante ello, siguió arengando con entusiasmo y energía a las fuerzas que mandaba hasta que una nueva herida en la cabeza le causó la muerte” (Diario de Pontevedra, 21 de abril de 1938).

Durante los primeros días de Guerra, el Ejército y la Guardia Civil fueron movilizados en la provincia, produciéndose escaramuzas militares.

Otra columna de Orense, formada por fuerzas del Ejército y milicias voluntarias, fue a Verín, en donde sostuvo un tiroteo con algunos núcleos insurgentes, a los que ocasionó cuatro muertos y varios heridos… Las fuerzas afectas al movimiento no experimentaron baja alguna. Hacia La Peroja fue otra columna que ocasionó otros cuatro muertos a un grupo que la tiroteó. Dos afiliados a la Falange Española encontraron a dos marxistas que les hicieron frente con armas de fuego, y cumpliendo el bando de declaración del estado de guerra,  los fusilaron en el acto” (Diario de Pontevedra, 30 de julio de 1936).

Cuando una de las camionetas regresaban por la carretera de Celanova, al llegar al cruce de las carreteras de Piñor y Celanova, frente a la finca del señor Otero, unos individuos ocultos hicieron varios disparos. La fuerza descendió del vehículo, repeliendo la agresión y poniendo en fuga a los agresores, que dejaron tres cadáveres en el campo. Fueron recogidos por la ambulancia que los trasladó al Hospital, de donde fueron llevados luego de la oportuna autopsia al cementerio de esta ciudad” (Diario de Pontevedra, 1 de agosto de 1936).

Hacia la madrugada de hoy, día 6, ha salido una columna formada por el Capitán de la Guardia Civil y Comandante militar de esta plaza, don Juan Ros, que ha operado fraccionariamente. Las fuerzas al mando del capitán Ros hicieron una descarga sin consecuencia y los pueblos al verse protegidos por la fuerza quemaron la tienda del marxista Paragüero, centro de reuniones de los dirigentes comunistas de aquella comarca” (La Región, 8 de agosto de 1936).

Tal como señalaba el artículo 17 del Bando del 20 de julio de 1936, la población comienza a sufrir el requisamiento de los vehículos de su propiedad. Camiones y camionetas de carga de la capital ourensana, debidamente equipados para su uso inmediato, debían ser concentrados en la Alameda. En ocasiones se producían sobornos para evitarlo, aunque su descubrimiento acarreaba importantes multas impuestas por la autoridad militar:

El Gobernador militar de Orense impuso una multa de 1.000 pesetas a Manuel, vecino de Verín, quien para que no le fuese requisado el camión de su propiedad hizo al encargado de la clasificación del material el ofrecimiento de 500 pesetas” (El Diario de Pontevedra, 24 de marzo de 1937).

Un Bando del 27 de julio de 1936, emitido por la Comandancia Militar, decreta la incautación de todas las contribuciones, impuestos, rentas, valores y derechos que corresponden al Estado, así como todas las cuentas corrientes del Tesoro del Banco de España, en las que se seguirán haciendo ingresos, pero estableciéndose límites para las extracciones de dinero. Sin embargo, pocos meses después, en noviembre, el Gobierno Civil alertaba de la reducción de los ingresos bancarios que “no obedece a otra causa que a la codicia mal entendida de quienes en su afán de acaparar dinero, no saben el mal que hacen y el daño que originan a la economía nacional”. Para cortar de raíz tal “exceso”, el Gobernador exhorta especialmente a industriales y comerciantes a que no retengan en casa más dinero que el necesario, bajo amenaza de severas sanciones. El 22 de noviembre se procedía a la detención del dueño de un establecimiento de bebidas de la calle Santo Domingo al que se le incautaron 800 pesetas en monedas de plata. Un bando del 29 de julio hace especial énfasis en la tenencia de armas con un contundente aviso:

Queda terminantemente prohibido la tenencia de toda clase de armas utilizables para fines de lucha o agresión y caducadas cuantas licencias se hallan expedidas para su uso con anterioridad a mi citado bando del veinte del actual. Concedo un plazo de veinticuatro horas a partir de la publicación de este Bando para hacer entrega de las mismas en dependencias y centros militares. Quien, transcurrido dicho plazo, lleve sobre sí o tenga en su domicilio alguna de ellas, será fusilado sin formación de causa” (La Zarpa, 30 de julio de 1936).

Con el fin de restringir el consumo de gasolina y accesorios de automóviles, un Bando del 23 de septiembre autorizaba solamente los viajes de carácter urgente en casos de muerte, servicios médicos, accidentes o viajes derivados o relacionados con asuntos oficiales, teniendo que demostrarse la imposibilidad de efectuar el viaje por ferrocarril o servicio regular en automóvil. Durante toda la Guerra se produjeron suscripciones y donaciones a favor de Acción Ciudadana (milicia cívica armada) para sufragar los gastos de las tropas en los distintos frentes. Así, se destaca la generosidad de una ciudadana, la señora Elvira, que entrega en la Comandancia Militar 25 pesetas, casi la totalidad de su sueldo, o de la Parroquia de la Trinidad que recauda 345 pesetas para la causa, o los comerciantes de la Plaza, que reunieron 5.000 pesetas. La prensa hacía hueco a las donaciones que se realizaban, tanto para el frente como para aquellas ciudades que pasaban a control del Ejército Nacional.

Al llamamiento patriótico que se hizo para recoger licores y dulces, para los soldados de Asturias, con motivo de la felicitación cariñosa que el general Aranda les dedicó por su gesto viril y españolista ante las hordas de dinamiteros e internacionales, han respondido entre otros, los Ayuntamientos de Cortegada, que envió 684 botellas de aguardiente, y Celanova que mandó 486 de varias bebidas” (El Pueblo Gallego, 14 de marzo de 1937).

De Orense salió ayer para Barcelona un importante convoy de víveres, en diez camiones. Entre lo que se envía a la ciudad recientemente liberada van jamones, patatas, alubias y tocino” (Diario de Pontevedra, 30 de enero de 1939).

El 9 de octubre de 1936 se prorrogaba nuevamente la apertura del curso del Seminario Conciliar de San Fernando, debido a que la mitad de sus alumnos estaban incorporados al Ejército Nacional. El curso se iniciaría finalmente en el mes de febrero de 1937. Ese mismo día 9 de octubre de 1936, una circular del Gobernador Civil avisaba de la escolaridad obligatoria, pues “no puede tolerarse el deplorable espectáculo de los niños abandonados por las calles de Orense durante las horas de clase”. Por tanto, “durante las horas de clase –nueve a doce y tres a siete- todo niño comprendido en la edad escolar –seis a catorce años- que se vea fuera de la escuela será detenido, imponiéndosele al padre una multa de dos pesetas la primera vez, tres la segunda y cinco la tercera, efectivas en el día” (La Región, 9 de octubre de 1936).

Ahora18octubre1936
Fotografía del diario Ahora del 18 de octubre de 1936

Actos propagandísticos de los rebeldes en la capital ourensana

Mientras los sumarísimos consejos de guerra celebrados en la capital encadenaban sentencias de muerte, el sábado 3 de octubre de 1936, a las 12 de la mañana, tenía lugar un acto en la Plaza Mayor para conmemorar la designación del General Franco como Jefe del Estado. En el centro de la plaza formaban una compañía del batallón que guarnecía la plaza de Ourense, al mando del comandante Casar, y nutridas representaciones de Requetés, Falange, Juventudes de Acción Popular (JAP), Caballeros de Santiago y Milicias Armadas del Puente. En lo más alto de la torre de la Catedral alguien había colocado la bandera nacional. Media hora antes habían repicado todas las campanas de la ciudad. Los balcones relucían engalanados. Luis Soto Rodríguez, primera autoridad militar de la plaza, desde el balcón del Ayuntamiento dio lectura al decreto de la Junta de Defensa Nacional que designaba a Francisco Franco Bahamonde como Jefe de Estado. Al año siguiente, el 1 octubre de 1937 se vuelven a celebrar diversos actos para conmemorar dicho aniversario. Desde las ocho de la mañana, bandas de cornetas y tambores recorrieron las calles, mientras las campanas de las iglesias tocaban a gloria. A las 11 de la mañana se celebra una misa en la iglesia parroquial de Santa Eufemia del Centro. Cerraron los comercios, y en cuarteles, comedores de Auxilio Social y en la Prisión Provincial se sirvieron comidas extraordinarias. Al año siguiente se vuelve a repetir la misma parafernalia del Día del Caudillo. Por la mañana tuvo lugar una fiesta escolar, coincidiendo con el inicio del curso, que se hizo ese día como homenaje a Franco. En Santa Eufemia del Centro se ofició una misa a la que asistieron las autoridades militares, civiles y eclesiásticas, junto con niños y maestros de las escuelas de la capital, terminando con un homenaje a los Caídos. A continuación se descubrió una placa con la que se daba el nombre de General Franco a la calle Progreso.

El enorme coste en vidas humanas en el Frente de Asturias hizo que el 18 de octubre de 1936 muchos ourensanos recorriesen las calles de la ciudad durante toda la noche, hasta bien entrada la madrugada, cantando himnos patrióticos, una vez que tuvieron conocimiento de que las tropas gallegas habían entrado en Oviedo. Se oyeron bombas de palenque y las campanas de la ciudad echaron al vuelo. El júbilo por la toma de capitales a manos del Ejército Nacional se repitió en la capital ourensana en más ocasiones. La Región del 9 febrero de 1937 informaba que a las cinco de la tarde se había formado una imponente manifestación en la Plaza Mayor, en donde personas de toda índole, milicias y requetés celebraban la caída de Málaga del lado Nacional. De allí se dirigieron al Gobierno Militar, en donde el Gobernador Civil alentó a las masas con un delirante discurso:

Orensanos, os habla una voz sincera, la voz de un hombre acostumbrado a escuchar el tronar del cañón, el ruido de las ametralladoras y el seco estampido de la fusilería… Los que seguimos al glorioso General Franco llevamos en la mano un rosario, con el que hemos emprendido la Revolución… Y hoy hemos tomado Málaga, que ellos llamaban la roja, pero ahora es la roja y gualda…”.

Finalizada la alocución, se puso al frente de la manifestación que se dirigió a la Catedral en donde se celebraría un solemne “Te deum”. Otra extática manifestación tuvo lugar en el mes de junio de ese mismo año cuando el Ejército Nacional toma Bilbao. Bombas de palenque y las campanas de las iglesias vuelven a atronar la ciudad. Ya por la noche tiene lugar un desfile de antorchas a cargo de soldados, milicianos falangistas y numeroso público. La toma de Gijón supone otra manifestación de júbilo en la ciudad el domingo 4 de octubre. El día 29 de ese mismo mes se celebra al Día de los Caídos, teniendo lugar una solemne misa de campaña en la Alameda, que había sido ocupada por las milicias falangistas de toda la provincia. Encendida la llama a los Caídos, se dio lectura a la oración por los muertos de la Falange, concediendo el Obispo de la Diócesis cincuenta días de indulgencia cada vez que esta se rezase. Acto seguido más de cinco mil falangistas desfilaron a lo largo de la calle del Progreso durante más de una hora. Cuando a mediodía del domingo 3 de abril de 1938, día de San Lázaro, llega la noticia de que Lérida pasaba a ser Zona Nacional, volvieron a repetirse en la ciudad las muestras de júbilo de otras ocasiones. Repicó la campana de la capilla de San Lázaro, y la Banda Municipal que a esa hora tocaba en el parque se puso al frente de una manifestación espontánea que recorrió la ciudad.

El 19 de abril de 1938 se conmemora en la ciudad el aniversario de la Unificación con una concentración en la Alameda de las Secciones Femeninas, los Flechas, los de Segunda Línea y varias bandas de música para escuchar el discurso radiado de Franco, acudiendo gentes de toda la provincia. El 13 de julio se celebra con toda solemnidad el segundo aniversario del asesinato de José Calvo Sotelo. Al amanecer, una salva de bombas anuncia la llegada a la ciudad de los alféreces de la Academia de Ávila. Al ritmo que marca la Banda del Requeté de Navarra, desfilan desde la Estación hasta la Alameda y desde aquí se dirigen hacia la Catedral para visitar al Santo Cristo. Con la asistencia de cuatro ministros, se celebran los funerales, situándose en la nave central un “severo y lujoso catafalco, cubierto de tisú de oro, flanqueado por doce blandones y cobijado por la magnífica cruz procesional de la basílica” (La Región, 14 de julio de 1938). Con gran ceremonial también se festejó el segundo aniversario del alzamiento contra la República. Después de numerosos actos durante el día, a las once la noche del 18 de julio de 1938 se inicia una procesión de antorchas, que sale del Jardín del Posío formada por las bandas militar y municipal, soldados del Regimiento Zamora, Guardia de Orden Público y Milicias de la Falange, así como numeroso público, para recorrer diversas calles de la ciudad.

El 28 de marzo de 1939, las calles de Ourense vuelven a llenarse de gente para festejar la conquista de Madrid. Se engalanaron los escaparates, se dispararon bombas de palenque y tocaron todas las campanas de la ciudad. La Banda Municipal, la de Falange, y la de Cornetas y Tambores de Regimiento recorrieron las calles. A las cinco y media de la tarde habló el Alcalde desde el balcón del Ayuntamiento. De ahí la multitud se dirigió al Gobierno Civil y de aquí a la Catedral en donde se ofició un solemne Te Deum.

Ahora31julio1936
Fotografía del diario Ahora del 31 de julio de 1936

Represión franquista en Ourense

Con el triunfo golpista en Galicia, los rebeldes se hacen con el control absoluto del poder (Alcaldías, Gobiernos Civiles, Diputaciones, Delegaciones, etc.) e instauran la política del terror a todo opositor, por el simple hecho de haber sido afín a la República. Se fusila a todo aquel que no era de la partida, justificándolo como un mal necesario. Las persecuciones y detenciones eran algo habitual, por lo que muchas personas relacionadas con el Frente Popular optaron por huir o esconderse, terminando muchas de esas detenciones con resultado de muerte y, en casos extremos, en suicidios previos a la detención. En palabras de Barreiro Fernández (1991), es difícil comprender la salvaje represión llevada a cabo en Galicia, zona que apenas se resistió y no tuvo que ser tomada por un ejército invasor. Se estima que entre 1936 y 1939 se cometieron 8.000 asesinatos en Galicia; Prada Rodríguez (2004) señala que en Ourense se pueden llegar a contabilizar más de 600 víctimas. Al quedar toda la provincia en Zona Nacional, su práctica totalidad fueron personas de izquierdas.

Un buen ejemplo de la barbarie y locura que inundó Ourense durante esos días lo encontramos en el periódico La Región del 1 de septiembre de 1936:

Ayer, a las siete de la tarde, han sido fusilados en el cuartel de San Francisco, por el delito de traición, el Guardia de Asalto excedente, José, y el paisano Antonio. Murieron reincorporándose al seno de la Iglesia, dando muestras de gran arrepentimiento, abrazados al Crucifijo y pidiendo perdón por sus culpas. Que Dios les haya perdonado”.

Una entrevista realizada por el diario nacional ABC a cuatro ourensanos afiliados al Partido Comunista enrolados a la fuerza en la Cuarta Bandera del Tercio, y afiliados posteriormente a las filas del Ejército Republicano, nos aporta información acerca de la salvaje represión vivida en los inicios de la Guerra en Ourense:

El pueblo estaba alerta. El gobernador de la provincia se entrevistó con los jefes militares, quienes le dieron su palabra de honor de permanecer leales al Gobierno de la República. Durante los primeros quince días la reacción estuvo oculta bajo la bandera de la República. Las radios oficiales emitían el himno nacional, hasta que un día la enseña de la República fue sustituida por la bandera monárquica, y el Himno de Riego por el de la Falange. Empezaron los discursos a cargo de monárquicos, requetés y falangistas. El Gobernador fue asesinado por los militares sin honor. Recuerdo que el primer discurso que se radió en Orense después de que se despojaran de la careta estuvo a cargo de un falangista, que terminó diciendo: si veis correr la sangre por las calles, no asustaros, que es sangre de marxistas… La población civil está sometida por el terror. Los fusilamientos efectuados en masa eran cometidos, en su mayor parte, por los falangistas y guardias civiles. Antes de llamar a una quinta hacían fusilamientos dentro de la población, dejando los cadáveres en los lugares  más céntricos para que fueran vistos por todo el mundo… En los mercados no dejan hablar a dos mujeres, y cuando las ven juntas son separadas inmediatamente, siendo sometidas a un interrogatorio. En caso de que, por azoramiento o miedo, no coincidan en sus declaraciones, son encarceladas, les cortan el pelo, las pintan en la frente, con tinta china, las letras U.H.P., y en estas condiciones les obligan a barrer las calles de la ciudad… Sacaban por las noches los presos de la cárcel y después de ser fusilados arrojaban los supuestos cadáveres, sujetos por una cuerda, seis o siete de una vez, al Miño, desde el puente de Castrelo, con orden a los barqueros de empujarlos hacia el mar en vez de recogerlos. También se ha dado el caso de haber curado a los detenidos que habían intentado suicidarse para fusilarlos después por el solo gusto de matar” (ABC, 20 de marzo de 1937).

Las noticias relativas a detenciones relacionadas con ajustes de cuentas plagaban las páginas de la prensa escrita de esos días.

Ha sido detenido Manuel Suárez, ex alcalde de Orense y vicepresidente de la Diputación provincial cuando estallo el glorioso movimiento nacional. El detenido era el jefe de los socialistas orensanos y había sido candidato a diputado en las últimas elecciones. Se le creía fugado o desaparecido cuando en realidad estaba escondido” (El Compostelano, 17 de febrero de 1937).

La Guardia civil de Orense detuvo en San Ciprián de Viñas al dirigente comunista José, que en los primeros días del movimiento capitaneó un grupo de marxistas. Estaba oculto en su domicilio encerrado entre dos tabiques, siendo muy difícil que fuera visto” (El Compostelano, 11 de mayo de 1937).

Cuando la Guardia civil y varios falangistas de Orense trataban de detener al vecino de San Payo, Valentín, significativo extremista huido en los primeros días del Movimiento, aquél se escondió en su domicilio y se disparó un tiro, matándose” (El Compostelano, 8 de enero de 1937).

Cuando la pareja de la Guardia civil de La Vega (Orense) conducía desde Riomar a Prada al vecino del primero de dichos pueblos, Santos, de 38 años de edad y ex alcalde pedáneo del Frente Popular, aquel intentó huir aprovechando la densidad de la niebla, y hubo que disparar sobre él. Santos resultó muerto”  (El Compostelano, 8 de enero de 1937).

La Benemérita del puesto de la Vega (Orense), mató al conocido comunista Sigfrido, que trató de huir y disparó sobre las fuerzas cuando iban a detenerlo” (El Compostelano, 12 de enero de 1937).

La Benemérita del puesto del Barco de Valdeorras (Orense) detuvo a Augusto, natural de San Payo, municipio de Petín. El detenido, significado marxista, era alcalde de Villamartín al estallar el movimiento militar y cabecilla de las turbas que el día 29 de julio causaron la muerte de un guardia civil, resultando otros dos heridos. Cuando la Benemérita trataba de comprobar las declaraciones que había hecho, diose a la fuga, y viose precisada a hacer fuego, matándolo” (El Compostelano, 20 de mayo de 1937).

En los montes próximos a Entrimo (Orense), fue descubierta una partida compuesta de cuatro marxistas, provistos de armas. Fuerzas de aquella localidad procedieron a dar una batida, dirigiéndose a unos pinares próximos al pueblo de Ferreirós, donde lograron localizar a los perseguidos, que al verse descubiertos hicieron frente a la fuerza disparando sus armas. Esta repelió la agresión, resultando un marxista tan gravemente herido que falleció momentos después, sin que a pesar de las averiguaciones hechas y reconocimiento del cadáver por varios vecinos, fue posible determinar su personalidad, pues tampoco llevaba en su poder documento alguno de identificación. A este sujeto le fue ocupada una pistola marca F. N. calibre 7,65. Los otros perseguidos, uno de ellos al parecer también herido, lograron desaparecer monte adelante en dirección a la frontera portuguesa”  (El Compostelano, 31 de julio de 1937).

Fue detenido en la Arnoya (Orense), por el jefe local del FET, el peligroso comunista Ramón, que se hallaba escapado desde el principio del Movimiento. Cuando a las dos de la mañana se le iba a detener en su domicilio se dio a la fuga. Fue perseguido hasta que al hacer frente a los que iban en su busca fue herido y capturado” (El Compostelano, 18 de septiembre de 1937).

Por la Guardia civil del puesto de Rúa Petín fue detenido en el desván de su domicilio, Aurelio, de 42 años, casado, vecino del barrio de la Estación de la Rúa, que había sido alcalde de dicho Ayuntamiento durante la dominación del Frente Popular, ordenando la detención de varias personas de derechas, entre ellas la del actual alcalde de dicho municipio, habiendo desaparecido a raíz del Movimiento Nacional. Ingresó en la cárcel del Barco a disposición de la autoridad militar” (El Compostelano, 18 de febrero de 1938).

La Guardia civil de Gomesende (Orense) da cuenta de haber detenido a Severino, de 50 años, y Benigno, de 33 años, denunciados por haber hecho propaganda del Frente Popular antes de las elecciones” (El Compostelano, 2 de julio de 1938).

Las detenciones llevaban emparejadas en muchas ocasiones sumarísimos consejos de guerra con sentencias de muerte. Las causas eran variopintas: rebelión, haber tenido relación con el Frente Popular, ocultar a alguien buscado por la autoridad, proferir gritos subversivos, tenencia de armas, elaboración de explosivos, etc., etc. El diario La Zarpa informa ya el 30 de julio de 1936 de un consejo de guerra contra un vecino de Paderne por delito de rebelión y tenencia ilícita de armas. El 2 de noviembre de 1936, el diario nacional ABC anuncia que el Gobernador Civil de Orense había sido fusilado. Ejemplos de esta barbarie los encontramos a diario en la prensa escrita local, en donde las noticias de los primeros meses de guerra son sinónimo de fusilamientos, los cuales continuaron durante toda la contienda.

Esta noche, a las ocho, en el Campo de Aragón, fueron fusilados el cabo Claudio y los soldados de la reciente incorporación a filas, Manuel y Amaro. Se  les condenó a aquella pena por haber proferido gritos subversivos y realizar propaganda comunista. Todos murieron arrepentidos besando el crucifijo” (El Compostelano, 17 de agosto de 1936). “…El Amaro, hiciera propaganda subversiva entre sus compañeros y había dado vivas a Rusia y al ejército rojo, al ser conducido como soldado a aquella ciudad” (Diario de Pontevedra, 19 de agosto de 1936).

Después de un Consejo de guerra tramitado por el procedimiento sumarísimo, ha sido pasado por las armas en Orense el paisano Ángel, convicto del delito de traición a la Patria… Murió arrepentido besando el Crucifijo” (El Compostelano, 22 de agosto de 1936).

En la tarde de ayer, a las seis, fue pasado por las armas en Orense, el paisano Emilio, por el delito de propaganda marxista y ocultación en su domicilio de un extremista. Hizo testamento y murió arrepentidísimo con el Crucifijo en las manos” (Diario de Pontevedra, 5 de septiembre de 1936).

En la mañana de ayer fueron fusilados en Orense, y en cumplimiento de la sentencia que les ha sido impuesta por Consejo de guerra, los reos Francisco, Juan, Antolín, José Ramón y Juan, todos ellos acusados del delito de rebelión. También ha sido pasada por las armas en la mañana de ayer Erundina, por haber ocultado en su casa a Francisco que estaba reclamado por los Tribunales de Justicia. Todos recibieron los auxilios espirituales” (El Compostelano, 1 de octubre de 1936).

Cumpliendo la sentencia recaída en Consejo de guerra, a las cinco de la tarde de ayer fueron ejecutados junto a las tapias del Cementerio de Orense los paisanos Anibal, alcalde que fue de Junquera de Ambía y jefe del frente popular en Orense, acusado de traición, Leopoldo condenado por rebelión y Secundino acusado por tenencia de armas y explosivos. Los dos últimos recibieron con gran fervor los auxilios espirituales” (El Compostelano, 6 de noviembre de 1936).

El diario La Región acicalaba esta última noticia con una gran dosis de tremendismo religioso al afirmar que “el ex alcalde de Junquera de Ambía rechazó todo auxilio espiritual y murió añadiendo al delito de traición a su patria el de ofensa a Dios” (La Región, 6 de noviembre de 1936). La lista de ajustes de cuentas continúa:

Cumpliendo sentencia de Consejo de guerra, fue pasado por armas, en Orense, el ex alcalde del Barco de Valdeorras” (El Compostelano, 12 de noviembre de 1936).

El cronista de La Región, en un ejercicio de orgía político-tanato-religiosa, hablaba en este caso de una muerte ejemplarísima (¡sí…, un auténtico ejemplo de barbarie y atrocidad!):

“… [su muerte] fue serena, tranquila y además victoriosa. Y en su misma conciencia, como él declaró una vez y otra, reparadora de sus yerros y extravíos. Murió dando ininterrumpidos y clamorosos vivas a Nuestro Señor Jesucristo y a nuestra España… cuando ya iba a transponer las puertas de la eternidad, prorrumpió su alma recobrada enfebrecidamente en gritos de rescate y de triunfo… Que suerte la de aquel alma que, seguramente, se iba derechita al Cielo, no habiendo tenido en su última hora más que pensamientos puros, el Crucifijo en sus manos yertas…” (La Región, 11 de noviembre de 1936).

En el mes de septiembre de 1938 un Bando de la Octava Región Militar daba un plazo de quince días para que se presentasen todos los refugiados que se encontrasen en las montañas con la promesa de que no recibirían daño alguno, a no ser que hubieran cometido delitos por los que deberían responder ante los Tribunales. Aquellos que pasado el plazo hiciesen resistencia a la fuerza pública podrían ser ejecutados en el acto y todo aquel, incluido familiares, que les favoreciese y ayudase, facilitándoles alimentos, ropas o noticias acerca de los movimientos de las fuerzas, serían severamente sancionados.

La visión de los hechos desde la prensa republicana

Para conocer la perspectiva que el otro bando tenía acerca de lo que pasó en Ourense debemos revisar su prensa. El 12 de enero de 1937, la portada del diario republicano El Liberal, bajo el titular “La honradez fascista” informaba que “en Orense se ejecuta a todos los elementos de izquierda, se encarcela a centenares de personas a las que se maltrata ferozmente y por, si era poco, se obliga a los Bancos a que entregaran los valores, alhajas y dinero que poseían en sus cajas. Solo un individuo apodado ‘el Conserje’ fusiló a 168 republicanos”. Otro diario republicano de tirada nacional, Ahora, relata en primera persona las experiencias de un anónimo republicano ourensano:

“…fracasada la causa en Orense, yo formé con doscientos hombres uno de los numerosos grupos que en Galicia se enfrentaron con los militares. Veinte días de lucha terrible nos aniquilaron y tuvimos que disolvernos. Anduve oculto y disfrazado algún tiempo… En Barra de Miño ataron vivo un hombre a una camioneta y lo arrastraron hasta Orense… Lo ocurrido en Verín es inenarrable… Todo lo que olía a izquierdas era chamuscado”  (Ahora, 11 de febrero de 1937).

El diario La Libertad, a los pocos meses del inicio de la Guerra, bajo el titular “Cómo resistió el pueblo gallego la sedición militar”, publica la experiencia y visión personal de un afiliado de la UGT de Verín huido a Madrid:

“…dice que fue detenido en Chaves al presentarse a las autoridades portuguesas y acogerse a ellas como refugiado político. Estando detenido fue pedida su entrega por los fascistas españoles; pero el jefe de la policía portuguesa, amigo particular del detenido, se negó a hacerlo, por tener la convicción de que iba a ser fusilado, igual que habían hecho con el maestro de Vences. En Orense apenas sí hubo resistencia al movimiento militar, por lo que debiera suponerse que la represión fuera menos cruel. Sin embargo, fue todo lo contrario. Se puede calcular en 8.000 el número de fusilados en esta provincia. El administrador de Aduanas de Verín fue apresado, y antes de ser fusilado le desnudaron, paseándole de este modo por las calles, al mismo tiempo que le herían con instrumentos punzantes. Ante el escarnio, el pueblo de Verín reaccionó, oponiéndose a su fusilamiento. Entonces le trasladaron a Orense, donde le ejecutaron en compañía del comunista Valle, después de haber sido condenado a cuatro penas de muerte. Los fusilamientos sin proceso están a la orden del día. A esta labor se dedican cuadrillas de falangistas. Puede afirmarse que todos los elementos de la izquierda que no han logrado huir han desaparecido. Y también a muchos de los que han escapado a Portugal  les ha ocurrido lo mismo, por devolverlos a los fascistas las autoridades portuguesas. Entre las personas que Portugal ha entregado a los fascistas figura el diputado socialista De Pablo, que fue entregado en Elvas. Mejor suerte corrió el coronel Puigdendolas, a cuya devolución se ha opuesto el Ejército portugués. Sin duda, en un momento de reacción han sentido el espíritu de clase. Aparte de los fusilamientos citados hay que añadir los de Bóveda, Pazos, Manrique y Suárez. En Maside y Dacón, lo mismo que en Bande y Santichao, los hombres son cazados como conejos. Por los caminos de la provincia de Orense abundan los cadáveres abandonados. Ante la imposibilidad material de defenderse con armas se respondió con la resistencia pasiva. Los obreros declararon la huelga general. Las zonas que más se distinguieron en la defensa armada fueron la línea de ferrocarril, principalmente en Barco de Valdeorras, Verín, El Bollo y La Gudiña. En esta localidad los obreros volaron con dinamita un camión de guardias civiles y fueron dueños de la situación durante dieciséis días”  (La Libertad, 19 de septiembre de 1936).

Entre las muchas historias plagadas de terror impresiona la de Benigno, veterinario de Maceda, candidato del Partido Comunista por Ourense en las elecciones del 16 de febrero de 1936. El periódico comunista Frente Rojo se hacía eco de su historia:

El 13 de marzo del corriente año, la canalla fascista de Galicia aullaba su efímero triunfo y ordenaba la concentración de sus escuadras en Orense, para festejar la captura y asesinato del jefe comunista Benigno. El Pueblo Gallego del 14 de marzo –órgano de las JONS- publicaba la fotografía del asesino con una glosa macabra de insultos a nuestro inolvidable camarada. El intento era pasear el cadáver de Benigno por la provincia, “recogiendo donativos para Falange” del mismo modo que hacen los campesinos montañeses cuando han cazado un lobo en la sierra. Además desde los primeros días de la sublevación los “potentados de la provincia ofrecieron importantes cantidades por su captura, vivo o muerto”. Ahora bien, las cosas sucedieron de forma distinta. Hasta el 11 de marzo, Benigno, refugiado en los montes de la provincia de Orense, había sufrido el dolor intenso de saber que cinco campesinos habían sido fusilados sin formación de causa por sospecha de haber protegido su huida. Su hermano Demetrio había sido fusilado en el cuartel de San Francisco, el 31 de diciembre, cayendo valientemente al grito de ¡Viva Rusia! Sus hermanos Pepe y Pedrito (este, niño de quince años) habían sido detenidos en una aldea cerca de Braga (Portugal) por la policía de ‘defensa y seguridad del Estado’, guarda negra de Oliveira Salazar, y entregados en la frontera de Tuy, donde fueron rápida y cobardemente asesinados. Su hijito, de un año de edad, había fallecido de inanición, al tener que soportar la huida accidentada de la madre, compañera Enriqueta, hasta la fecha desaparecida. Su hermana María, en la cárcel espantosa de Celanova. Su madre, maestra nacional, no pudo resistir el peso de tanta infamia y falleció de un ataque cardíaco en los primeros días del mes de marzo. Benigno, gravemente enfermo y refugiado últimamente en casa de un compañero campesino –que noblemente sacrifica su vida para proteger a los camaradas perseguidos-, falleció de enfermedad el 11 de marzo de 1937. Momentos antes de morir advirtió que lo llevasen al monte para no comprometer a los compañeros. Mientras vivió lo atendieron con todo lo que podían –que era muy poco-, y una vez muerto lo dejaron en un prado. A los dos días fue encontrado su cadáver por un “valiente” falangista de Maceda, que disparó dos tiros en su amplia frente de mártir del proletariado. Inmediatamente iniciaron la “apoteosis” trasladando su cuerpo a Orense para exponerlo a la voracidad criminal de las patrullas de asesinos. ¡Ah!, pero no pudo ser. Cualquier lego podía darse cuenta que las balas habían entrado en su cabeza después de muerto hacía varios días, y los médicos comprobaron que falleciera de bronconeumonía. A la chita callando hicieron una “exposición vulgar” y lo enterraron en el cementerio de Orense” (Frente Rojo, 24 de junio de 1937).

Celanova en el tiempo de la Guerra

En los primeros días de la Guerra, en Celanova se comenzó a ver en las calles mucha fuerza pública, así como  fascistas uniformados y armados. Según La Región del 23 de julio de 1936, los que no se habían rendido “andaban escapados sin dar la cara”. Pronto se inician campañas de donativos para los soldados del frente. La Región del 27 de septiembre de ese primer año de Guerra informa que Celanova envía 460 sacos de patatas, 200 kilos de habas, tres tocinos, grandes cantidades de chocolate, de garbanzos, tabaco, botellas de licores, arroz, chorizos, conservas, huevos, leche condensada, objetos de farmacia, alpargatas, toallas, sábanas, camisas, jerséis y otras prendas de vestir. Como ya comentamos, Galicia fue despensa de los frentes de guerra.

La parafernalia y excesos propagandísticos típicos de la Zona Nacional se adueñan de la villa. El último domingo de septiembre de 1936, después de la misa de once, desfila la Falange con sus Flechas y las mujeres fascistas, acompañadas de la Banda de Música Municipal. Al día siguiente, para celebrar la toma de Toledo por el Ejército Nacional, se organiza un gran desfile por todas las calles del pueblo, en el que toman parte la Falange, mujeres fascistas y milicianos armados, considerados estos últimos por el cronista de La Región como “los hombres de orden del pueblo”. Finaliza el espectáculo con una arenga del comandante militar Barreiros.

La entrada de las tropas nacionales en Oviedo, en el mes de octubre de 1936, se celebró también en Celanova, organizándose según las crónicas una imponente manifestación patriótica que recorrió las principales calles con vítores a España y a su Ejército, con repique de campanas al vuelo y disparo de gran cantidad de bombas de palenque. A la cabeza de la manifestación iba la banda de música. El domingo 18 de octubre, a las cuatro de la tarde, buscando la siempre socorrida solución divina, se sacó en procesión a la Virgen de la Encarnación, Patrona de la villa, para rogar por la pronta terminación de la Guerra y, claro está, el éxito final de las tropas nacionales. La Virgen iba escoltada por cuatro soldados y un cabo, y acompañada de la bandera de las Juventudes Católicas y representaciones de todas las milicias. En esta misma línea propagandística, el 6 de junio de 1938 se celebra en el Santuario de As Maravillas un acto cívico-religioso, con una procesión de la Virgen y la posterior misa solemne cantada. Por la tarde llegan las Milicias con su parafernalia de músicas y banderas, desfilando en correcta formación por delante del Santuario en donde estaban situadas las altas jerarquías de la Falange. Según La Región, “la multitud enardecida contesta al grito de guerra y brazo en alto saluda al paso de la bandería”. Acto seguido tienen cabida varios discursos: el Profesor salesiano Montero alude al sentido católico de la Falange, el Alcalde de A Merca habla sobre la legislación del nuevo estado nacional-sindicalista y el Secretario Provincial Sindical centra su alocución en el Fuero de los Trabajadores. El acto termina con los sones del Cara al Sol y del Himno Nacional.

El devenir de la Guerra en la Comarca de Celanova se caracterizó por una relativa tranquilidad, salvo la actividad represiva en el Monasterio de San Salvador. El Cuartel General de la Falange se había situado en los bajos del Convento, y este fue transformado en cárcel.

En los locales, donde estaba antiguamente el Casino Recreo, se instaló la Comandancia Militar, con Falange y milicias civiles, las cuales vigilan de noche, por precaución, lo que hasta no hacía falta, porque no se encuentran enemigos, pues hasta los contrarios no pueden considerarse enemigos, por haberse puesto a las órdenes de la autoridad militar. Con estas cosas hay mucha animación en el pueblo y los chiquillos formados andan por todas las calles cantando el himno fascista y dando vivas” (La Región, 5 de agosto de 1936).

“Desde que se iniciaron las horas decisivas que actualmente vive España, tanto en esta villa como en todo el partido judicial, la vida se desarrolla normalmente sin que hubiera que lamentar incidentes de ninguna clase. Declarado el estado de guerra, se efectuó la concentración de todas las fuerzas de la Guardia civil y Carabineros de todos los puestos cercanos, que con ayuda de las milicias ciudadanas cooperan al mantenimiento del orden y a la custodia de los detenidos, trasladados desde distintos puntos de la provincia para albergarlos en dependencias del monasterio habilitadas para tal efecto. Del mando de la plaza se hizo cargo el teniente de Carabineros de Bande don Adolfo Pousa, quien por medio de un Bando se dirigió a todo el vecindario haciendo un llamamiento a la sensatez y cordura del pueblo de Celanova” (El Pueblo Gallego, 6 de agosto de 1936).

La cárcel ubicada en el Monasterio de San Salvador permaneció activa desde el estallido de la Guerra -julio de 1936- hasta septiembre de 1943. Resultan impactantes las fotografías publicadas en la obra de Piñeiro (2007) en las que se puede observar el patio del Monasterio ocupado por estudiantes de los Escolapios en 1910 y por presos políticos en 1938. Comienza como Cárcel del Partido, pasa a ser Prisión Habilitada Provisional y se convierte en Prisión Central en 1938 (Rodríguez Teijeiro, 1995; Vieira Outumuro, 2013), bajo la dirección de Vicente Fortubel, que hasta esa fecha había sido jefe de la prisión de Vigo. Por allí pasaron 1.300 presos políticos, provenientes principalmente del norte de España. El diario La Región, del 27 de julio de 1936, informa de la llegada de trece mujeres comunistas desde la capital. El  5 de agosto habla ya de unos cien presos provenientes de diferentes lugares de la provincia. En una primera etapa tiene la función de descongestionar la masificada Prisión Provincial, agrupando a detenidos pendientes de condena. Ya en una segunda fase, se convierte en un centro de reclusión de presos políticos condenados a penas graves, la mayoría a más de doce años de prisión por adhesión a la rebelión, rebelión militar y auxilio a la rebelión (Rodríguez Teijeiro, 1995). Resulta más que sorprendente que sean condenados por rebelión los afines al sistema establecido: la República. Según Rodríguez Teijeiro (1995), la población reclusa rondó o superó el millar por año, siendo más de la mitad, presos asturianos. La vigilancia era función de doce guardias (la mitad, mutilados de guerra). En el exterior, la guardia la realizaba, en una primera época, una compañía del Ejército acuartelada en el Monasterio, integrada por 176 soldados, y en una segunda etapa, se encargó de dicha misión el Batallón de Depósito del Regimiento de Infantería de Montaña nº 55, compuesto por 175 hombres.

A continuación, se recogen cuatro sobrecogedores testimonios de penados que pasaron por esta cárcel.

“…como la cárcel [Provincial] era incapaz para tanto detenido, los facciosos habilitaron el convento de San Rosendo, en el pueblecito de Celanova. El local habilitado es un patio cubierto que mide cinco metros de largo por ocho de ancho, y en el que se hacinan más de doscientas personas, a las que no se permite salir a ningún sitio aireado, no existiendo siquiera un lugar para las necesidades más perentorias. A cada detenido se le facilitan dos cuartillos de agua por día para beber y asearse. El trato de palabra y obra es brutal. En cuanto a la comida, consiste en una especie de guiso de patatas con sebo, sin un átomo de carne” (El Liberal, 12 de enero de 1937).

 “Por fin me detuvieron, me esposaron hasta las huesos y para ser breve, diré que tres veces estuve a punto de ser “picado” hasta que me llevaron al refectorio viejo del Convento de Celanova, local inmundo, lóbrego, sin luz… Los heridos graves los curaban hasta que podían andar, y entonces los mataban. La primera noche fue terrible. Alaridos de mujer pusieron más amargura a la salida de siete detenidos que iban a morir. Entre ellos, iba uno cuya madre, esperándolo, dormía a la puerta del convento. Cuando lo vio salir con los demás intentó abrazarlo. Pero fue arrojada sin piedad por aquellos verdugos que debían ser hienas. Horroroso suplicio… un hijo muerto, se abrazó al cadáver y un legionario la arrancó del cuerpo de su hijo cogiéndola del pelo. Prefiero callarlo, porque al recordar ahora aún se me hiela el alma. El 18 de enero volvió un teniente del Tercio. Alguien nos hizo saber que si no nos alistábamos seriamos ‘picados’ aquella misma noche. Al Tercio, pues” (Ahora, 11 de febrero de 1937).

Nosotros fuimos detenidos por nuestra significación izquierdista, conduciéndonos al convento de San Rosendo, conocido entre nosotros como la “Villa de la Muerte”, instalado en Celanova, a unos 25 kilómetros de Orense. Allí éramos unos 130 presos. Fuimos apaleados y nos hacían confesar, comulgar y llevar escapularios. Cada noche sacaban unos cuantos y eran fusilados, mientras soltaban a todos los perros de la villa para que sus aullidos amortiguasen el ruido de los disparos. Días después pidieron voluntarios para ir al frente, no consiguiendo ni un solo hombre. Entonces volvimos a ser maltratados brutalmente, distinguiéndose por su ensañamiento el esbirro de Falange capitán Montenegro. Más tarde los comprendidos entre los dieciséis a cuarenta años fuimos obligados a enrolarnos en el tercio” (ABC, 20 de marzo de 1937).

En la cárcel estoy preso, yo la verdad no la niego, solo por obedecer las órdenes de un gobierno. A las órdenes de Franco y encerrado en este Convento, estoy triste aburrido y harto de pasar tormentos. El día 22 de octubre,  a las once de la mañana, me enteré que a mi esposa la tenían castigada, y otras muchas compañeras, todas del Valle de Ardisana. Aquella tarde de otoño en el patio paseaba, muy solo y aburrido y en cosas tristes pensaba. A doscientos compañeros el día 4 de febrero nos trasladan recluidos al Convento de  S. Rosendo. ¡Convento de San Rosendo, construido por romanos, donde nos tienen encerrados a dos cientos asturianos! ¡A doscientos asturianos, que supieron resistir 14 meses de guerra sin más armas que el fusil! Contra Infantería, tanques, artillería, aviación,… en las montañas de Asturias rayantes con León. Llegué el 5 diciembre al Convento de Celanova, y aquí he llorado mi suerte en estas tristes mazmorras. Así un día y otro día, y semana tras semana, 43 meses llevo lejos de mi esposa amada. Pensé en todos mis amigos que en Asturias fusilaban. Pensé  en mi madre y mi familia, en mi hijo, mi mujer y mis hermanos” (Memorias de Pedro el de Conceyu, natural del pueblo asturiano de Ardisana).

Muchos de los presos fueron “paseados” en O Furriolo o conducidos a la capital ourensana en donde eran fusilados. Según Rodríguez Teijeiro (1995), existe constancia de siete ejecuciones en el interior de la prisión, todas ellas llevadas a cabo a las siete de la mañana. Otros muchos reclusos no tuvieron este cruel final, pero sí su particular “longa noite de pedra” (larga noche de piedra) entre cadenas, la cual terminaban pagando con el tifus, la tuberculosis, la sarna, la anemia hemorrágica, la bronquitis asmática, la neumonía gripal, la gastroenteritis, la caquexia, la septicemia, etc., y finalmente… la muerte. Alguno de  los reclusos fue ejecutado desde el exterior por el simple hecho de asomarse a las ventanas, conducta que estaba terminantemente prohibida. La base de datos Nomes e Voces de la Universidade de Santiago de Compostela (2006) registra 194 víctimas relacionadas directamente con Celanova durante el período 1936-1939. Su historia va desde ejecuciones fruto de “paseos” en O Viveiro, A Bola, Ansemil, Furriolo, Amorece, Ourille, Entrimo, etc. hasta muertes por múltiples enfermedades en la cárcel, condenas a muerte con ejecuciones en Celanova, cumplimientos de condenas perpetuas o de varios años, deportaciones a campos de concentración como el de la Illa San Simón o Mauthausen, y exilio a países hispanoamericanos (Cuba o México). No obstante, la maquinaria propagandística del Movimiento posibilitaba en ocasiones mejor suerte a algunos:

El Caudillo ha tenido la magnanimidad de indultar de la pena de muerte, con la ocasión de las festividades de estos días, a un cierto número de condenados que se encuentran repartidos en las prisiones [entre ellas la Prisión Central de Celanova]” (El Pueblo Gallego, 1 de enero de 1939).

La comarca de Celanova no quedó al margen del recibimiento de víctimas mortales de los frentes de guerra. Así, La Región del 17 de diciembre de 1936 informa de una de las primeras. En el frente de Grado (Oviedo) perecía un teniente cuya familia residía en la villa. Su cadáver fue velado en la Comandancia por milicianos cívicos, falangistas, requetés y JAPs. El 3 de noviembre de 1937 llegaba el cadáver de un alférez, vecino de Verea, que sería velado el en local de la Falange. El ejemplo más dramático de la barbarie tal vez sea el fallecimiento de un adolescente de 15 años, un Flecha, en el frente de Castellón, en Morella, concretamente. El cronista de La Región hablaba de que “los flechas orensanos tienen ya su héroe; un héroe de 15 años que, alegre dio su vida por el triunfo de la Patria” (La Región, 31 de mayo de 1928). La historia de este joven se vuelve a rememorar en La Región del 17 de julio a raíz de una carta que su madre envía a Franco, solicitándole un retrato autografiado por “el orgullo que siento por que el pedestal de la nueva España quede amasado con la sangre preciosa de mi hijito flecha, muerto heroica y santamente en el frente de Castellón”. A la edad de 13 años, con el comienzo de la guerra, se hizo Flecha y, por su entusiasmo y cualidades, pronto fue designado para puestos de la Organización Juvenil de la provincia, combinando estas funciones con sus estudios de quinto año de Bachillerato. Por sus elevadas aspiraciones, se alistó a la Cuarta Bandera de la Falange Española Tradicionalista de Navarra. Pasa por varios frentes (Huesca, Guadalajara y Lérida), hasta que llega a Levante, en donde es herido de muerte, falleciendo en el hospital de Morella.

Ahora6septiembre1936
Fotografía del diario Ahora del 6 de septiembre de 1936

A Merca en el tiempo de la Guerra

Como ocurrió en el resto de municipios ourensanos, el de A Merca contribuyó al Ejército Nacional aportando capital humano y recursos económicos. En agosto de 1936, tiene lugar una recaudación para la suscripción pro Acción Ciudadana, que finaliza de manera muy satisfactoria por la cantidad recaudada, aunque tal como señala La Región del 6 de septiembre de 1936, “se han portado mejor los pobres que los ricos; estos se conoce están poseídos de la avaricia y les duele mucho desprenderse de una ínfima parte de sus intereses”. El Ayuntamiento reúne 384 sacos de patatas, 600 kilos de maíz, 200 de centeno, 200 de habas, huevos, conservas, calzados y ropas para enviar al frente. Al mes siguiente se recolectan 750 gallinas para el mismo fin.

El 5 de septiembre de 1936 es nombrado Delegado del Gobierno y Alcalde del Municipio el joven maestro nacional José Montes Domínguez. En el mes de diciembre repone en sus cargos al Secretario Municipal, al Oficial y al Depositario de fondos municipales, que habían sido cesados por el Frente Popular, y rebaja el presupuesto municipal en 10.000 pesetas, quedando en 42.000, con el fin de “aliviar las cargas a los labriegos” (La Región, 12 de diciembre de 1936).

En el pueblo de A Mezquita, el domingo 13 de septiembre tuvo lugar un acto religioso en honor a la Virgen del Carmen. Finalizada la solemne misa, una sección de requetés de la Parroquia desfila delante de la iglesia, “siendo muy aplaudidos y cantándose a su paso himnos patrióticos”. Se destacó la generosidad patriótica del párroco de Sabucedo, que rehusó aceptar la gratificación por el sermón, rogando que se dejara a favor de los requetés (La Región, 3 de octubre de 1936). A medida que el Ejército Nacional iba ganando terreno a lo largo de la península, se repetían actos propagandísticos en el municipio. Así, el domingo 17 de enero de 1937 se celebraban en las parroquias de Proente y Faramontaos actos de afirmación falangista, que a pesar del mal tiempo, estuvieron muy concurridos.

El 3 de febrero de 1937 se constituía en el Ayuntamiento la Junta Municipal de Subsidio Pro-Combatientes, presidida por el alcalde José Montes Domínguez, siendo el mayor contribuyente el industrial de Parderrubias José Garrido. En esa misma fecha fue colocado con gran solemnidad en el salón de sesiones del Ayuntamiento el retrato del Generalísimo Franco, con asistencia de todas las autoridades locales. El domingo 28 de febrero se lleva a cabo la bendición de las banderas de las JONS y de la Sección Femenina por parte del párroco de Proente don Felipe Rodríguez, a cuyo término tuvo lugar un mitin falangista. El domingo 25 de abril, en el pueblo de A Mezquita tiene lugar un acto de adhesión al Generalísimo por la unificación en el que intervienen las Milicias de los Requetés y Falange Española. Según La Región del 1 de mayo, “en correcta formación mezclados Requetés y Falangistas recorrieron las calles a los acordes de la marcha Los Voluntarios, ejecutada con gran maestría por la banda del pueblo”. Acto seguido, en la plaza de la iglesia, desde el balcón del Círculo Tradicionalista, el Secretario de Falange Española de la localidad ofreció un discurso, al que dio continuidad el Alcalde, José Montes, explicando lo que era el nuevo Estado Totalitario. El 21 de junio de 1937, todos los curas del Arciprestazgo celebraron en Vilar de Paio Muñiz un solemne funeral por el General Mola, que unos días antes había fallecido en un accidente de aviación. Dieron guardia de honor al túmulo seis falangistas y requetés. En el mes de agosto se celebró con enorme júbilo en el Municipio la toma de la ciudad de Santander por el ejército franquista, disparándose por tal motivo salvas de bombas y sonando con fuerza las sirenas del aserradero de los Hermanos Garrido de Parderrubias transmitiendo de este modo la nueva a toda la comarca. Tal fue el paroxismo, que el delegado gubernativo cursó en nombre del Ayuntamiento y vecindario el siguiente telegrama al Caudillo:

Salamanca. Secretario Generalísimo. En nombre propio, Ayuntamiento y vecindario de este municipio, ruego a V. E, transmita felicitación respetuosa y fervorosa al Caudillo, honor de España, por la reconquista provincia y capital Santander, que señala nuevos horizontes a la Patria imperial. José Montes, alcalde La Merca (Orense)”.

Ahora1agosto1936
Fotografía del diario Ahora del 1 de agosto de 1936

El 30 de diciembre de 1937, mientras toda la prensa centraba su interés en la batalla de Teruel, La Región informaba que en el pueblo de Vilachá había tenido lugar la recaudación pro Aguinaldo del Soldado. Tres niños, bajo la tutela del maestro, fueron de puerta en puerta pidiendo a los vecinos para los combatientes del frente, llegando a recaudar 29,25 pesetas.

Mientras la Guerra seguía su devenir, la vida continuaba, y la necesidad hacía que 500 segadores del municipio de A Merca se viesen obligados en el verano de 1937 a acudir a Castilla. La noticia no estaba exenta de proclamas patrióticas de tipo propagandístico del Régimen,  pues según La Región del 27 de junio “salieron cantando himnos patrióticos y se despidieron saludando al estilo nacional sindicalista y gritando ¡arriba España!”.

En la base de datos Nomes e Voces, con respecto al municipio de A Merca, únicamente aparecen referidos cinco casos de represión franquista: (1) Julio Manuel, labrador de 28 años, vecino de A Merca, juzgado en 1936 en Lugo, condenado a muerte por rebelión y ejecutado en la tapia del cuartel de la Guardia Civil; (2) dos varones de 40 y 35 años, respectivamente, de los que se desconocen sus nombres y orígenes, “paseados” en agosto de 1936 en Pereira de Montes, con resultado de fallecimiento por conmoción cerebral traumática; (3) Víctor, vecino de A Merca, de 50 años, de profesión sastre, “paseado” en la carretera Ourense-Reza con resultado de fallecimiento a causa de hemorragia interna; (4) Albino Núñez Domínguez, maestro de 35 años, natural de A Merca, escondido durante tres años y apartado del servicio (posteriormente se convertiría en un afamado escritor y pedagogo); y (5) Juan Manuel Arias Jares, médico de 46 años, natural de Viana de Bolo, fundador de la Agrupación Local del PSOE, cesado de su cargo y desterrado en A Merca durante siete meses. No obstante, cabe suponer que la represión franquista afectó a más personas. Así, por ejemplo, El Pueblo Gallego de 31 de diciembre de 1937 informa que la Policía había capturado en este municipio a Antonio, alias O Carnoxo, destacado comunista asturiano que “por los datos que se tienen, se supone haya sembrado el pánico y terror en Pola de Somiedo”.

Parderrubias en el tiempo de la Guerra

Teniendo en cuenta que los frentes de guerra distaban mucho de Parderrubias y que las actividades represivas, al menos a la luz de los datos de Nomes e Voces, fueron escasas en todo el municipio, la vinculación de la Parroquia con la Guerra se limitó a los vecinos llamados a filas forzosamente e enviados a los diversos frentes bélicos (a esta cuestión dedicaremos otro artículo), y a las donaciones a la causa Nacional. No obstante, hubo un punto geográfico de nuestro pueblo que fue escenario de fusilamientos. Personas mayores de la Parroquia, especialmente de Nigueiroá, y vecinos del pueblo próximo de Montelongo, relatan como algunas noches se escuchaban gritos y disparos de ejecuciones de reclusos, presumiblemente de la cárcel de Ourense, que eran “paseados” hasta el puente de O Seixal (As Campinas). Al poco tiempo de escucharse los disparos, se oía el motor de una camioneta que se encargaba de recoger los cadáveres. Incluso no llegó a ser extraño que vecinos madrugadores que salían en sus mulas hacia Ourense se encontrasen en este lugar con cadáveres a la espera de ser retirados.

Ahora13octubre1936
Portada del diario Ahora del 13 de octubre de 1936

A los dos meses del estallido de la Guerra, tuvo lugar en Parderrubias un acto cívico-religioso con el objeto de reponer el Crucifijo en la Escuela. El laicismo de la República había eliminado los símbolos religiosos de las aulas. Todas las localidades que iban quedando bajo el control del Ejército Nacional realizaron actos de este tipo. En la ciudad de Ourense, dicha celebración había tenido lugar el domingo 30 de agosto, consistiendo en una procesión de más de 10.000 personas que se dirigió hacia la Escuela Normal y la Graduada para reponer los Crucifijos. Según el diario La Región, el domingo 6 de septiembre de 1936, a las diez de la mañana, llegaban a Parderrubias los balillas de Celanova acompañados de señoritas falangistas, siendo recibidos en la carretera por los niños y niñas, con banderas, acompañados de sus respectivos maestros, don José Rodríguez y doña Concepción Vázquez. Un poco más tarde llegarían las autoridades municipales, a cuyo frente estaba don José Montes, juventudes de Falange Española y balillas de A Manchica acompañados de la Banda de Música de Santa Cecilia. Toda esta comitiva procedía de la entronización de Cristo Rey que había tenido lugar en la Escuela de A Manchica. Cantando el himno de la Falange desfilan los niños, balillas, milicias y numeroso público hasta la iglesia adornada para dicho acto, en donde se celebró una misa solemne. Al final de la misa, el cura don Castor Gayo dirige unas palabras a la audiencia y procede a la bendición de los Crucifijos. Finalizado el acto religioso desfilaron hacia la escuela seis escuadras de la Falange, tres de balillas, los niños y niñas, los dos maestros portando los Crucifijos, el clero, las autoridades, la banda de música y los vecinos de la Parroquia. Todos los balcones estaban engalanados con la bandera rojigualda y a lo largo de todo el trayecto no faltaron los cánticos y las vivas a Cristo Rey. Ya en la Escuela, el joven seminarista Felisindo Grande (véase Don Felisindo Grande Seara (1917-1987) dirige un discurso a los asistentes que versó sobre el canto a la Cruz, terminando con un soneto que emocionó al auditorio. Acto seguido, se entroniza el Crucifijo, se gritan vivas a Cristo Rey, a España y a la Falange Española. El acto finalizaría con un nuevo desfile de los falangistas y balillas, que provocó fuertes aplausos y saludos a la romana (La Región, 17 de septiembre de 1936).

Los niños de Parderrubias no eran ajenos  -les era imposible serlo- a la realidad que estaba viviendo el país, y así consta en el artículo “El patriotismo de los niños” publicado en La Región, en el que se transcribía la carta que la niña Eulogia Seara, en nombre de todas sus compañeras, dirigía al Gobernador Militar:

En el día de la fecha hacemos entrega en Acción Femenina de esa capital de trece jerséis de punto, los cuales hemos confeccionado todas las niñas de esta escuela bajo la dirección de nuestra profesora y mediante la aportación metálica del señor maestro y otros buenos patriotas de este pueblo, queriendo con ello contribuir con nuestro óbolo, y en la medida de nuestras fuerzas, a evitar pasen frío los valientes soldados que luchan en el frente por la salvación de nuestra querida Patria. Haciéndole presente seguimos confeccionando más que iremos entregando sucesivamente. Viva siempre España” (La Región, 29 de octubre de 1936).

En diciembre, las niñas Milagros Grande, Josefa Pazos y Paz Fernández, en nombre de sus compañeras de la escuela, entregaban al gobernador militar 12 jerséis que habían confeccionado bajo la dirección de su maestra para los soldados.

En la primera Navidad del país en guerra, en el Bando Nacional se solicitó el aguinaldo del soldado. En el Ayuntamiento de A Merca, el Secretario contribuyó con cinco pesetas y seis botellas de aguardiente, José Garrido y Hermanos (Os Escultores de Parderrubias)  contribuyen con una caja de higos de once kilogramos y medio, una botella de licor café, una botella de anís, una de moscatel, una de ojén dulce y 20 cajetillas de tabaco de 0,10. Todos estos donativos fueron entregados en la Comandancia Militar de Celanova. No sería esta la única donación de José Garrido. Así, en el mes de enero de 1937 condona al Gobierno Militar de Ourense el importe de una factura de madera por importe de 664,10 pesetas, y a la Comandancia de Celanova otra de 513 pesetas. El cronista destaca que “ambos rasgos de desprendimiento merecen destacarse por el espíritu patriótico que suponen y para que sirvan de saludable ejemplo a los propietarios” (La Región, 22 de enero de 1937). En el mes de febrero de 1937, ante la solicitud de donativos para los hospitales de sangre y habitantes de Madrid, la Parroquia de Parderrubias aportó una cama con sus ropas, 17 cobertores, 19 sábanas y una funda. En el mes de abril se realizó una nueva entrega de una cama con sus ropas, 17 cobertores, dos sábanas, una colcha y una almohada. La suscripción de Acción Ciudadana llevada a cabo en la Escuela de Niños alcanzó la suma de 31 pesetas. En el pueblo de Solveira, perteneciente en esa época a la Parroquia de Parderrubias, las niñas dejaron de creer en los Reyes Magos de 1937, y el día 6 de enero recorrieron las calles cantando los “reises” y recogiendo solamente metálico para “rellenar el zapato” de los soldados del frente.

Ahora11diciembre1937
Portada del diario Ahora del 11 de diciembre de 1937

Conclusiones

El examen de la prensa escrita del período comprendido entre julio de 1936 y abril de 1939 nos ratifica que lo que había detrás de la expresión “no tempo da Guerra”, tan empleada por nuestros mayores, eran penurias, miedos, tristezas, silencios, persecuciones, separaciones…,  dolor y muerte. Tomando textualmente las palabras de Cocho (2011): “bágoas, moitas bágoas. Dor e sufrimento inimaxinables na Galicia de hoxe” [lágrimas, muchas lágrimas. Dolor y sufrimiento inimaginables en la Galicia de hoy].


Referencias

Cocho, F. (2011). Guerra Civil. Que pasou en Galicia e en España. Vigo: Edicións Xerais.

Piñeiro, A. (2007). Celanova 1900-1981. Memoria fotográfica. Ourense: Diputación Provincial de Ourense.

Prada Rodríguez, J. (2004). Ourense, 1936-1939. Alzamento, guerra e represión. Sada: Edicións do Castro.

Rodríguez Teijeiro, D. (1995). La prisión del Monasterio de Celanova, 1936-1943. Un análisis de la población reclusa. MINIUS, IV, 103-115.

Universidad de Santiago de Compostela (2006). Nomes o Voces. Recuperado de http://vitimas.nomesevoces.net/gl/axuda/presentacion/.

Vieira Outumuro, S. (2013). Los archivos de las instituciones penitenciarias. La prisión central de Celanova. Fronda, 47.