En Parderrubias siempre hubo tradición de fútbol y gusto por este deporte, siendo un acontecimiento habitual la disputa de partidos contra los pueblos de los alrededores o los que enfrentaban a solteros contra casados. En los años sesenta, esos partidos entre pueblos, catalogados en la categoría de fútbol modesto (“Modestos” como les titulaba la prensa local), tuvieron su escaparate en el diario La Región, con crónicas que poco tenían que envidiar a las de la prensa deportiva nacional. La prensa local era el escenario en el que se retaban los modestos.
A continuación, vamos a hacer un hueco a esas crónicas, rescatándolas de la hemeroteca con el fin de hacer evidente que el fútbol en Parderrubias se vivía con pasión. Los partidos en casa se jugaban en un terreno situado en el monte comunal y en su organización tenía mucho que ver el párroco don José Manuel Fernández Rúas, tal como se puede observar en la fotografía que encabeza este artículo.
C. D. Parderrubias 2 – R. Mezquita 1
Se celebró en esta villa un partido entre el Parderrubias y el Mezquita, resultando vencedor el primero por dos tantos a uno. Empezó el encuentro con dominio intenso de los locales que en el minuto 12 conseguían el primer tanto por mediación de Moncho, con cuyo resultado termina la primera parte. Al reanudarse el juego, los visitantes acusan su veteranía, por lo que el Parderrubias se hace dueño del campo. Faltando 13 minutos, el delantero centro aprovecha un fallo de la defensa y bate a Sierra, obteniendo así el empate. A raíz de este tanto el Mezquita se encorajina, ligando varios avances, coronados por fuertes disparos que el meta Sierra detiene en brillantes paradas. Poco después Moncho consigue el tanto de la victoria y así termina el partido. El vencedor alineó así: Sierra, Benito I, Manolo, Benito II, Bautista, Fernando, José, Julio, Moncho, Isauro y Alfonso (La Región, 5 de junio de 1962).
C. F. Pereira 0 – C. D. Parderrubias 2
En el partido celebrado en Pereira, C. D. Parderrubias se alzó con una meritísima victoria que muy bien pudo ser más rotunda. Comienza el encuentro con avances del Pereira, pero pronto responde el equipo visitante con profundos contrataques; fruto de ello es un impecable gol de Grande que el colegiado J. T. anula por estimar fuera de juego. A los 20 minutos Pío sorprende al meta local con un potente cañonazo que vale el primer gol visitante. Sin más variaciones termina la primera parte. En el minuto 37 de la segunda parte, Fernando saca una falta sobre Pepillo, quien después de desbordar a la defensa, pasa a Valderas y a bocajarro marca el segundo y último gol de la tarde. El C. D. Parderrubias cuajó su mejor partido. Su portero estuvo muy decidido en todas sus intervenciones, la defensa muy sólida y siempre firme; la media muy batalladora y la delantera escurridísima y bien apoyada por la media. El vencedor alineó a Julio, Paco, Moncho, Morado, Grande, Fernando, Valderas, Bouzas, Pepillo, Pío y Bautista. El C. D. Parderrubias reta al C. F. Pereira para el partido de vuelta, a jugar el domingo 16 en Parderrubias (La Región, 13 de septiembre de 1962).
La Ulfe 0 – Parderrubias 1
En el campo de La Ulfe se ha celebrado el encuentro entre el equipo local y el Parderrubias. El tanto del Parderrubias fue conseguido a los 8 minutos del encuentro por el extremo izquierdo Alberto a pase de Bautista. Próximamente se disputará el partido de vuelta en el campo de Pereira de Montes. Los vencedores alinearon así: Antonio, José, Mario, Manolo, Bautista, Manuel, Julio, Isauro, Fernando, Isidro y Alberto (La Región, 31 de octubre de 1962).
C. D. Parderrubias 6 – Souto 1
En el minuto 20 se produce el primer gol, obra del mejor hombre del equipo forastero, el interior izquierdo. A raíz de este tanto presiona intensamente el equipo local y en el minuto 32 logra la igualada, fruto de una jugada personal de su delantero centro Fernando. Con este resultado finaliza el primer tiempo. Comenzada la segunda parte, hay un avance de Bautista que centra sobre Julio y este, de forma inteligente, incrusta el cuero en las mallas. Isidro hace subir al marcador un nuevo tanto logrado en el minuto 15. En el 27, Julio marca de nuevo, y a los 39 Isidro obtiene el mejor tanto de la tarde, después de haber desorientado a la defensa con sus habilidades circenses; faltando escasos minutos, Sierra se sitúa solo ante el portero, tira y marca. Era el 6-1 definitivo. Del equipo local merece destacarse su trío defensivo y en la delantera Bautista, Fernando y Julio. Arbitró Seara que estuvo discreto. El vencedor alineó así: Celso, Grande, Sierra, Castor, Eliseo, Adolfo, Bautista, Isolino, Fernando, Isidro y Julio (La Región, 21 de abril de 1965).
Formacíón del C. D. Parderrubias en 1978
Nota. El autor agradece a Manolo Outumuro las fotos que acompañan a este artículo.
Muchas de las tradiciones que actualmente marcan la Navidad ourensana se vivían de manera muy similar en 1969. En esas Navidades, el Belén de Baltar era colocado en la nave central de la catedral, junto al Pórtico de la Gloria; al caer la noche, las calles más céntricas de la ciudad se iluminaban con sus brillantes adornos y los pinos navideños proliferaban por doquier; mientras, el Circo de los Muchachos deleitaba con sus funciones a pequeños y mayores. El Gordo de Navidad había caído en Sabadell y entre las felicitaciones que se podían ver esos días en la prensa destacaban las del Banco Hispano Americano, la de la Caja de Ahorros Provincial de Orense, la de Muebles Calvo, la de los Almacenes Celestino o la del Restaurante Sanmiguel. La gélida noche del 31 de diciembre no fue impedimento para que cientos de ourensanos llenaran la plaza mayor para recibir al nuevo año 1970 a ritmo de verbena. Días después, llegarían los Reyes Magos en el Oriente-Expreso a la Estación Empalme, desde donde se dirigirían, acompañados de sus pajes, a la plaza mayor en la que les esperaba una gran multitud, entre la que se hacía notar la numerosa chiquillería.
A los niños de Parderrubias, esas Navidades capitalinas de 1969 nos quedaban un tanto lejanas, por lo que centrábamos nuestro interés en tradiciones más cercanas a nuestro quehacer cotidiano como era poner en la escuela un pino con los típicos adornos navideños y cantar villancicos. Pero aquellas Navidades iban a ser diferentes, porque finalizarían con uno de los actos populares de los que probablemente mejores recuerdos hayan quedado entre los vecinos, especialmente entre los niños de aquella época: la recordada Cabalgata de Reis de 1970. Dada nuestra corta edad en esa fecha, no logro dibujar una imagen nítida de lo acontecido ese día, pero a tenor de la expresión de la cara de los que éramos niños al paso de sus Majestades, que hoy podemos apreciar en las fotografías de la época, mezcla de sorpresa e ilusión, tuvo que ser algo mágico y asombroso.
Finalizada la misa del día de Reyes, comenzó el acto festivo en Nigueiroá, en donde se degustaron galletas y dulces. A continuación, la comitiva bajó hacia As Campinas, en donde al son de la música se degustan roscones y rosquillas hechas por las tres vecinas: María, Isabel y Carmen. Después del almuerzo, ya por la tarde, la fiesta se traslada a los pueblos de A Iglesia y O Outeiro, finalizando en Barrio. Delante de la iglesia se degusta café y ahí llegan, representando a los Magos de Oriente, Jesús, Isolino y Adolfo -vecinos de Nigueiroá- a lomos de la “besta”, el “macho” y un burro, respectivamente. En O Outeiro, la comitiva es recibida, al son de “panxoliñas”, con rosquillas y licores. La Cabalgata de Reis finaliza en Barrio, en donde Castor Quintas, Sergio Martínez y José “O Gafas” a lomos de una yegua de Os Salgados y de las dos “bestas” cedidas por los Magos de Nigueiroá representan espléndidamente, para deleite de niños y mayores, la llegada de los Reyes Magos de Oriente.
La fiesta fue de tal magnitud que el 9 de enero de 1970, el diario La Región se hacía eco de ella en un artículo firmado por A. Sierra, que transcribimos a continuación:
“El pasado día 6 vivió Parderrubias una jornada plena de ilusión y entusiasmo. Con motivo de la festividad de Epifanía, tuvo lugar en esta parroquia una típica fiesta muy digna, a nuestro modo de ver, de admirar e imitar. En cada uno de los pueblos, gustosamente adornados y con pancartas colgantes alusivas a la paz y prosperidad para 1970, se exponían sendas mesas con la más variada gama de dulces y bebidas para obsequiar a todos los visitantes; y así numerosas personas, tanto de la parroquia como de los pueblos limítrofes, deleitaron su paladar con la exquisita pastelería de fabricación casera y confitera, gustando al mismo tiempo y al son de las bandurrias, panderetas y otros instrumentos musicales improvisados al momento, sabrosos licores. Una deportiva rivalidad entre los pueblos hizo que todos se superasen por ser los mejores y fruto de ello fueron los diversos espectáculos que nos ofrecieron: danzas regionales y clásicas, música, cantos, chistes escenificados, sainetes cómicos, etc., formaron parte del variado programa. No obstante, cabe destacar los bailes clásicos que las personas más ancianas de Nigueiroá nos ofrecieron, las deliciosas rosquillas de Las Campinas, el café-faria gustosamente preparado por las mozas de Airexe, los villancicos a cargo del coro de Outeiro y la formidable cabalgata de SS. MM. los Reyes Magos en Barrio. Con nuestros sanos deseos de paz y prosperidad para el año 1970, esperamos que no se extinga esta entusiasta romería y que en próximos años recobre la misma brillantez que la del pasado día 6” (La Región, 9 de enero de 1970).
Lamentablemente, y con pesar del cronista, y sin lugar a duda, de los lectores, este acontecimiento no tuvo continuidad en el tiempo. Aquellos Reyes de 1970 se quedaron para siempre en 1970.
Cuando el pasado mes de agosto leía en un periódico local ourensano que el Obispado de Ourense poseía más de cuatrocientas rectorales en estado de semi abandono -llegando a contar en tiempos mejores con seiscientas prósperas viviendas a lo largo y ancho de toda la provincia- me vino a la mente el esplendor con la que brilló durante décadas la de Parderrubias. En el recuerdo queda su patio, testigo mudo de múltiples tareas rurales cotidianas. Sus anchos muros, a cuyo abrigo se resguardaban los parroquianos durante las animadas tertulias previas y posteriores a la misa dominical y de fiestas de guardar, fueron testigos callados de múltiples hechos, algunos de ellos luctuosos, como los disparos que sonaron una calurosa noche de junio de 1936 y que a la postre acabarían con la vida del párroco don Alfonso Losada. En sus dependencias se criaban cerdos y se almacenaban cosechas de buenas patatas y mejores cereales, mientras que del horno ubicado en el patio salían crujientes hornadas de pan. Tratando de rescatar del olvido a nuestra Casa Rectoral se ha planteado este artículo contextualizado en las primeras décadas del pasado siglo, cuando el edificio fue objeto de obras y reformas, por parte de sus huéspedes.
En sus casi tres siglos de existencia, la Casa Rectoral fue objeto de múltiples y diversas reformas hasta su demolición a finales del pasado siglo. En este artículo nos centraremos en las que se llevaron a cabo desde los años cuarenta hasta los sesenta, época durante la que estuvieron al frente de la parroquia don José Rodríguez Barreiros (“O Cura Vello”) y don Manuel Fernández Rúas.
El origen
La Casa Rectoral de Parderrubias fue construida a principios del siglo XVIII. En 1709 se hacía cargo de la parroquia don Francisco Álvarez, regentándola durante 17 años. Sería durante su permanencia entre nosotros cuando se edificó la Rectoral, haciéndose cargo de los gastos de la obra el propio cura. Este hecho avala la hipótesis de que la actual iglesia parroquial, construida en 1765, fue levantada sobre una antigua pequeña iglesia existente hasta ese momento, pues cabe pensar que la Casa Rectoral se construyese al lado del templo. A su fallecimiento, don Francisco deja la casa para disfrute de sus sucesores, bajo el encargo de que rogasen a Dios por su alma. Entendemos que, hasta esa fecha, los párrocos vivían en alguna casa próxima a la iglesia.
Antes de las fechas que son objeto de estudio de este artículo, estando inmersa España en plena guerra civil, el 15 de abril de 1937, el Visitador Diocesano llama la atención al cura don Juan Estévez, en su visita a la parroquia, para que resolviese de la mejor forma posible “lo referente a la parte nueva de la casa de abajo”, pues las paredes habían repisado por falta de solidez en los cimientos, con riesgo evidente de colapsar si no se tomaban las medidas oportunas. Un maestro de obras dio la siguiente solución al problema: colocar columnas resistentes para sujetar las vigas del balcón, una en el vértice y otra en el centro de la parte que daba al oeste; de este modo se repartiría el peso entre las columnas y la pared. Las obras darían buen resultado, pues las paredes no repisaron más.
Reforma de 1942
En la década de los cuarenta, recién llegado a la parroquia el cura don José Rodríguez Barreiros, la Rectoral fue objeto de una importante reforma que quedó registrada en los libros parroquiales. Las obras se llevaron a cabo por iniciativa de don José Garrido González (uno de los hermanos de la casa Os Escultores) y los jornales se pagaron a 20 pesetas. La escalera que había en el exterior se trasladó al interior de la casa. Se abrió una puerta principal que comunicaría los pasillos de la sala y el comedor, y otra puerta en la cocina nueva. Se abrieron ventanas nuevas en la sala, en el comedor -en donde además se ensanchó la que había- y en la habitación contigua a la cocina. Toda estas puertas y ventanas nuevas se construyeron con cemento y fuertes barras de hierro en los dinteles. A las ventanas que daban al exterior se las dotó de vidrieras de castaño y en las contras se colocaron planchas de hierro en medio de la madera para mayor seguridad. No se escatimaron gastos en colocarles porlones, bisagras, cerrojos y pestillos de buena calidad, a pesar del elevado coste que tenía el hierro.
El piso de madera se hizo completamente nuevo, repasando todos sus pontones y vigas, poniendo algunos de ellos nuevos. Se colocó cielorraso nuevo de madera machembrada, sin quitar el antiguo. Todos los tabiques y divisiones interiores eran de tablón especial machembrado. Se hizo un retrete nuevo, sin demoler el antiguo. Se reparó todo el tejado, asegurándose que no quedase ni una sola gotera en toda la casa.
Se hizo una galería nueva con tres bastidores al oeste y uno al sur, para lo que fue necesario primero nivelar el balcón, pisándolo de nuevo en gran parte y reforzándolo con pontones nuevos, y segundo levantar el techo veinte centímetros. Esta obra de la galería, cuyo coste ascendió a 500 pesetas, la sufragó el propio párroco, no siendo objeto del canon al que sometieron las obras, pues tal como dejó escrito “la hice para comodidad mía y la de mis sucesores”.
Para llevar a cabo estas reformas de la Rectoral, José Garrido y Hermanos (Os Escultores de Parderrubias) pusieron a disposición del párroco un camión para trasportar cemento, cal, arena, madera, etc. Parte del cemento y de la cal que tenían en reserva lo cedieron para la reforma, y regalaron las barras y planchas de hierro, así como la columna del balcón. Además, adelantaron el dinero que necesitaba el cura para hacer frente a los diferentes gastos ocasionados por las obras.
Los costes de la obra tuvieron una cuantía de 6.610,75 pesetas: 2.681,55 en gastos de madera, 2.261 en jornales, 1.170,80 en materiales de construcción y 497,40 en ferretería. A estos gastos se hizo frente con 2.106 pesetas provenientes de un canon de 434 pesetas no invertidas por el anterior párroco, de un canon de 75 pesetas durante 18 meses a 50 pesetas anuales, de los pinos regalados por los feligreses valorados en 1.442 pesetas y de los donativos de José Garrido y Hermanos (100 pesetas), Adolfo Garrido (50 pesetas) y Manuel Pascual Domuro (5 pesetas). El párroco hizo frente a la cantidad restante de 4.504,75 pesetas, que se le iría descontando en las reformas de los años venideros.
Obras de 1946
De mayo de 1942 a abril de 1946 se puso un canon de 100 pesetas anuales para hacer frente a los gastos de la Rectoral. En estos años se hicieron pequeñas obras por un coste total de 470 pesetas. Un cantero arregló durante tres días la portada y el muro de la huerta. Se arregló el techo del alpendre colocándole tres puntales de castaño y retejándolo por completo, para lo que se emplearon cien tejas nuevas. Un carpintero trabajó durante dos días para arreglar el techo y piso del balcón contiguo a la galería. Se colocó cielorraso de madera machembrada en la puerta de la galería y cocina. Finalmente, en el patio de la Rectoral se hizo un horno nuevo de ladrillo, cuyo coste ascendió a 200 pesetas.
Las cuentas de la parroquia, incluidos los gastos de las obras de la Rectoral, serían auditadas por los Visitadores que levantaban acta de la visita. A modo de ejemplo, reproducimos la de 1946:
“Vistas y examinadas las cuentas anteriores, las aprobamos conforme a derecho, y le reconocemos un alcance de cuatro mil ciento treinta y cuatro pesetas con setenta y cinco céntimos, de las que se indemnizará en años sucesivos sin desatender las necesidades de la casa”.
Situación de la Casa Rectoral en 1961
A finales de 1961, don José Rodriguez Barreiros abandonaba la parroquia de Parderrubias como consecuencia de su debilitado estado de salud. Al final de su estancia en la Rectoral, los Visitadores diocesanos realizan una minuciosa inspección de esta para valorar su estado en ese momento. Ejercía de visitador el párroco de San Andrés de Proente y de Regulador del Arciprestazgo de A Merca el cura de San Pedro de A Mezquita. Lo primero que destacan en su visita es la falta de blanqueo general y de retoques de las paredes, obligaciones estas del cura saliente. Faltaban cristales en diez y ocho vidrieras: las que daban a la cocina vieja, la que daba a la iglesia, etc. Además, todas sus contras estaban muy deterioradas por claro abandono de estas. A las de la cocina nueva les faltaban las contraventanas. Las puertas de las cuadras demandaban arreglos importantes, especialmente las de los cerdos, que estaban inservibles. En general, el estado de la casa era “muy regular” en palabras de los Visitadores. Quedaba una cocina empotrada muy gastada y con el horno roto, que fue tasada en quinientas pesetas. La instalación eléctrica, incluido el contador, fue valorada en mil pesetas. La parte de la casa que daba a la carretera, y que había sido mal reformada en 1928 por 2.637 pesetas, se encontraba inservible, por lo que se utilizaba como trastero.
Reformas de 1966 y 1967
La antigua galería que se había construido recién llegado don José Rodríguez Barreiros a la parroquia se encontraba muy deteriorada y se había quedado pequeña. La Rectoral necesitaba una dependencia acogedora, por lo que la galería fue remodelada totalmente, haciéndola mucho más espaciosa al integrar en ella el paso que había hasta la cocina. La antigua galería fue completamente demolida y se construyó la nueva a partir de una planchada de hormigón, dotándola de gran solidez. Se elevó el techo para darle suficiente luminosidad y se techó con teja plana. La obra tuvo un coste de 34.647 pesetas, de las que veinte mil fueron aportadas por el Obispado; la cantidad restante la puso el ecónomo de la parroquia don Manuel Fernández Rúas. La relación de gastos incluía dos facturas de la tienda de Paulino Sierra por un importe de 13.001 pesetas, adquisición de madera en la fábrica de Os Escultores y compra de diferentes materiales de construcción (columnas, viguetas, terrazo, etc.). Tres operarios cobraron jornales por un importe de 8.950 pesetas.
En 1967 se construye un salón parroquial en la parte sureste del patio, después de derribar una parte de la casa que estaba en peligro de derrumbe. Peligro que se mantuvo hasta el final de sus días, pues la amenaza de colapso únicamente pudo ser solucionada con el triste final de su derribo. Tal como se puede apreciar en las siguientes fotografías, el lugar de la antigua Casa Rectoral es ocupado en la actualidad por una edificación a la que vamos a calificar simplemente de funcional y que en 2017 pasó a denominarse Local Social don Isolino Camba.
Nota. La fuente de información principal para la elaboración de este artículo fueron los libros parroquiales conservados en el Archivo Histórico Diocesano de Ourense, a cuya Dirección y Personal hace llegar el agradecimiento el autor.
Los primeros registros parroquiales que se conservan de la Parroquia de Santa Eulalia de Parderrubias (o Santa Baia, como así aparece en los libros parroquiales) se hallan en un Libro de Fábrica del año 1562. Era el año en que Carlos I de España y V de Alemania abdicaba del trono. En 1564 se encuentran los registros con los primeros vecinos bautizados, y en 1565 y 1567 los primeros casamientos y enterramientos, respectivamente. La primera lista de vecinos confirmados data del año 1590.
A lo largo de estos casi 500 años, la parroquia de Parderrubias fue regida por numerosos párrocos. Aunque su cuantificación exacta es prácticamente imposible -sobre todo, antes del siglo XVI-, un examen detallado de todos los libros parroquiales, así como de documentos previos a estos, nos ha permitido elaborar una lista lo más completa posible de los curas que estuvieron al frente de la parroquia, y que ya fue publicada en su momento en el Blog de Parderrubias. En este artículo trataremos de contextualizar el paso de estos clérigos por la parroquia y precisar, con el mayor detalle posible, su vida y sus obras.
Aunque los primeros nombres de párrocos registrados en los libros parroquiales datan del siglo XVI, en el Libro de Notas del Regidor Álvaro Afonso del año 1434 ya se hace alusión al clérigo rector de la Iglesia de Parderrubias, don Gonçalvo Afonso; y, en 1435, diversos documentos redactados por notarios aluden a clérigos de Parderrubias, entre ellos a don Juan Fernández. En esa época existía una pequeña iglesia, en donde ya se honraba a Santa Eulalia.
Iglesia de Santa Eulalia de Parderrubias
Siglo XVI
Durante buena parte del siglo XVI, la presencia eclesiástica en el mundo rural no era tan intensa como lo sería en los siglos venideros. En general, los edificios parroquiales sufren bastante abandono -en Parderrubias no existía todavía una casa rectoral- y los vecinos se limitaban a ir a misa los domingos y a cumplir con el precepto pascual. Antes del Concilio de Trento, hubo intentos por parte de algunos obispos por dignificar el clero, mejorando por ejemplo el nivel cultural de los párrocos, con el objeto de diferenciarlos del campesinado (Saavedra, 1991).
En el año 1562, la parroquia de Parderrubias estaba conformada por 25 feligreses, al frente de los cuales estaba don Gregorio Prado, cura que sería reemplazado en 1564 por don Francisco Casullo. Desde 1565 a 1575, la parroquia fue regida por el fray don Blas González, cuyo puesto pasaría a ocupar, durante 20 años, don Juan García, desde 1576 hasta 1596, año de su fallecimiento, siendo enterrado en la antigua iglesia de Parderrubias. A su muerte, dejó el encargo de una importante obra pía para estudiantes pobres en Huércanos (La Rioja), pueblo en el que había nacido en 1530.
Durante los últimos años del siglo XVI y primeros del XVII -en concreto, desde 1597 hasta 1624- será don Gaspar Feijoo quién rija los destinos parroquiales. En esta época ya estaban activas en la parroquia la Cofradía de Santa María Magdalena y la Cofradía de San Miguel; esta última tenía su centro de acción en la capilla de San Miguel de Solveira.
Siglo XVII
El siglo XVII en Galicia se caracterizó por hambrunas provocadas por el exceso de lluvias que llevaban emparejadas multitudes de epidemias. Son numerosas las rogativas registradas en las distintas Diócesis para que dejase de llover. Entre 1693 y 1695 se vivió el período más dramático en cuanto a número de fallecidos (Saavedra, 1991). En Parderrubias, como en el resto de Galicia, predominaban las pequeñas propiedades que los propios campesinos trabajaban.
Según Gallego Domínguez (1973), en 1649, el Ayuntamiento de Orense notifica a los boticarios la necesidad de disponer de medicinas para hacer frente a las enfermedades y a la peste, dándoles un plazo de veinte días para cumplimiento de la norma, so pena de 20 ducados por cada medicina hallada en falta. En 1650 se ordena el control de las puertas a la ciudad mediante guardas y alguaciles con el fin de defenderse de las epidemias.
Con o sin episodios de peste, el problema casi endémico de la comarca era el hambre. En verano de 1674, la situación se describe como la mayor miseria jamás experimentada por la falta de productos del campo durante cuatro años seguidos, pues los campesinos no recolectaban más que para pagar rentas e impuestos, y para sembrar. En 1677 se pide a todos los pueblos que instauren como fiesta de guardar a San Roque y a San Sebastián, como abogados de la peste, o al menos digan una misa cantada con su rogativa.
El hambre, endémica en toda esta época, se agrava por la guerra de separación de Portugal. Ourense, por ser zona fronteriza, aparte del sostenimiento de tropas, soporta las penetraciones enemigas con quemas, talas, robos, etc. El 6 de abril de 1681 se decide embargar los cereales de los eclesiásticos y seglares. Sin embargo, a finales de mes, es tal la necesidad, que los pobres se mueren en los caminos. En 1697 y 1698 el hambre se recrudece, lo que obliga al Obispo Damián Cornejo a ordenar la apertura de las tullas de los monasterios de Oseira, Montederramo, Xunqueira, Celanova y Ribas de Sil con el fin de que los campesinos pudiesen comer.
En nuestra parroquia, desde 1655 hasta 1672 está a su frente don Miguel Gómez Mayor. En 1673, don Lorenzo Gómez Pizarro es nombrado párroco y ejerce dicha función durante 29 años, hasta 1702, año en que fallece. Comenzó a servir a la parroquia sin haber recibido las Ordenes Mayores. En su primer año de ejercicio, el 2 de octubre de 1673, funda una de las cofradías con mayor arraigo en la parroquia: la Hermandad del Santo Rosario. Con el paso de los años, probablemente cayese en inactividad o se exigiese una renovación de su constitución, pues el 16 de mayo de 1806, don José Díaz, vicario de la Orden de los Dominicos, concede licencia y facultad para instituir una Hermandad del Rosario en la parroquia de Parderrubias, como respuesta a una solicitud hecha para tal fin.
En 1673 también se funda la Cofradía de San José, de la que hay registros hasta 1856. Bartolomé Sierra -antepasado del autor de este trabajo- fue su mayordomo en el año 1798, haciéndose cargo ese año de la gestión de 266 reales y diez céntimos, parte de los cuales fueron gastados en una misa cantada, y en la compra de cera y aceite para las lámparas de la iglesia. Entre las obras de don Lorenzo destaca la fundación de un Vínculo con encargo a Pedro Iglesias, de O Valdemouro, de seis misas rezadas, que debían decirse los días de San José, San Antonio de Padua, San Benito (11 de julio), San Lorenzo, Inmaculada Concepción y Santa Eulalia. Los descendientes de Pedro siguieron haciéndose cargo de las misas por casi doscientos años, hasta que el 26 de abril de 1888 fueron redimidas por el obispo de Ourense don Cesáreo Rodríguez.
Siglo XVIII
A partir del trabajo de Sierra Fernández (2018), podemos afirmar que, en general, la calidad de vida de los vecinos de Parderrubias a lo largo del siglo XVIII fue muy pobre. En toda la comarca no existía ni una sola escuela, ni una farmacia, no había médico alguno ni comercio. La única industria reseñable eran dos modestos molinos de río para la producción de harina, situados en el regato, que Sierra Fernández (2016) denomina río Boutureira, conocido en la actualidad por Cavada do Lobo. Por tanto, la supervivencia de las familias de Parderrubias pasaba obligatoriamente por trabajar duramente y subsistir a base de la agricultura y la ganadería. La mayor parte de las tierras eran latifundios de la nobleza o comunales, siendo muy escasas las propiedades individuales. Entre los artesanos de Parderrubias durante el siglo XVIII destacan las 32 mujeres tejedoras propietarias de otros tantos telares. A la dura vida que les tocó a nuestros antepasados contribuyó en gran medida la enorme carga tributaria a la que estaban sometidos. Según Sierra Fernández (2018) eran “muchos y muy variados”, estimando que unidos a los sufragados al clero, suponían un 25-50% de las cosechas de cada familia. Entre 1670 y 1740 fueron habituales las revueltas de campesinos que se negaban a pagar las elevadas rentas forales al Monasterio de Celanova. La que tuvo lugar entre 1723 y 1725 acabó siendo sofocada con la ayuda militar, valiéndose de ejecuciones y destierros.
Durante esta época la imagen del párroco era básicamente la de un abad autoritario que dirigía prácticamente toda la actividad religiosa, sociopolítica y económica de la misma. Económicamente eran personas pudientes gracias a la riqueza que les proporcionaban los diestros y al cobro de los diezmos. Tomando como referencia el Catastro de Ensenada podemos saber, tal como indica Sierra Fernández (2018), que la parroquia de Parderrubias en el año 1752 había percibido en concepto de diezmos y otros tributos 50 fanegas de centeno, 18 de trigo, 65 de maíz, 25 de castañas y 1,40 de habas, 16 moyos de vino y 55 “afusais” de lino. A los diezmos había que unir las primicias para el sostenimiento de la Iglesia. En Parderrubias pagaban este impuesto únicamente las familias que tenían yugada, contribuyendo con 26 kilogramos de centeno y maíz menudo.
En 1702 el puesto dejado por don Lorenzo en la parroquia es tomado por el fray don Martín Pizarro, ocupándose de los feligreses hasta 1704. En la primera década del siglo XVIII, los párrocos se van sucediendo rápidamente en la vacante, permaneciendo muy pocos años en su puesto: don Benito Míguez Araújo desde 1704 a 1705, don Francisco Soto de 1705 a 1706 y don Gregorio Altamira desde 1706 a 1709. Será ya en 1709 cuando don Francisco Álvarez se ponga al frente de la parroquia, permaneciendo en ella durante 17 años. Su obra más destacable es la construcción de la Casa Rectoral, haciéndose cargo él mismo de los gastos de la obra. En 1726, antes de fallecer, escribe en el Libro de Fábrica que deja la Rectoral a sus sucesores con el encargo de que rueguen a Dios por su alma. A su muerte, la vacante es cubierta durante los años 1727 y 1728 por don Juan Diéguez y por Domingo Gallego.
En el período de 1728 a 1730, la Rectoral es ocupada por don Juan Navarro. A continuación, don Juan Pérez se hace cargo de la parroquia durante trece años (1730-1743), contando con la ayuda de otro cura que residía en Parderrubias: don Lorenzo Álvarez Movilla. Durante la década de 1743 a 1753, el párroco será don José Montes Villar. Uno de los períodos más relevante de la historia religiosa de Parderrubias es el comprendido entre 1753 y 1772, siendo párroco don Manuel Rodríguez. Durante su paso por la parroquia se reconstruye completamente la iglesia, edificio que llega hasta nuestros días. La pequeña capilla, en la que se honraba a Santa Eulalia, se transforma en la actual iglesia parroquial. La nueva iglesia data del año 1765 y será bendecida por el Sr. Obispo de Ourense, don Francisco Galindo Sanz, en 1766. Este obispo, aprovechando la expulsión de los Jesuitas en 1767, adquiere su antiguo colegio mayor y lo convierte en el Seminario de Ourense. El 24 de noviembre de 1765 con un coste de 9.400 reales se finaliza la construcción del cuerpo principal, la sacristía y el coro. En la descripción de Couselo-Bouzas (1933) se señala que mide 14 varas (1 vara = 0,84 metros) de largo, siete de ancho y seis de alto. Incluye tres arcos en el cuerpo o nave en forma de bóveda, uno en la entrada del crucero, dos arcos colaterales, cuatro ventanas en el cuerpo (dos de cada lado) y otras dos en la capilla cuyo formato es cuadrado con cubierta a varias aguas. Tres años después, en 1768, se concluyen los retablos de la iglesia parroquial, concretamente un retablo mayor y dos laterales. Tal como indica Couselo Bouzas (1933), los autores de dichos retablos fueron Manuel das Seixas y Juan Antonio Martínez, ambos vecinos de Vilanova dos Infantes, cobrando por dicha obra la cantidad de 7.500 reales. El retablo mayor ocupa toda la pared frontal e incluye ocho cajas para otras tantas imágenes: en la fila inferior situarían a San Benito y a San Antonio de Padua; en la de en medio a Santa Bárbara, Santa Lucía y Santa Eulalia (patrona de la parroquia); y, en la superior, se colocaría en primer lugar a una Virgen Dolorosa con el hijo en brazos, al pie de la cruz, acompañada de dos ángeles, uno con la corona de espinas y el otro con los clavos, y en segundo lugar, a San Francisco Javier con un crucifijo en la mano y a San Antonio Abad. Esta descripción de Couselo Bouzas (1933) no coincide con la distribución del retablo que el lector puede observar en la actualidad si visita la iglesia. Como otras muchas iglesias parroquiales, recibe bajo el pontificado de Clemente XIII (1758-1769) la indulgencia plenaria de Altar Privilegiado, tal como reza un rótulo al lado del altar mayor, aplicable al alma del purgatorio por la cual se celebra la misa.
Retirado don Manuel Rodríguez, la vacante es ocupada por don Felipe González y don Francisco Sanjurjo en los años 1772 y 1773. Estando don Francisco como cura, llama poderosamente la atención que prácticamente todos los bautizados en esos dos años recibieran como segundo nombre el de Francisco o Francisca (hemos podido constatarlo en 18 de los 22 bautizados), tal vez en honra al propio párroco.
A don Felipe y don Francisco le seguiría durante una década (1773-1784) don Vicente Portejo. Don Manuel Seara, natural de Sobrado do Bispo, ejerció de cura en la vacante de Parderrubias desde el 13 de noviembre de 1784 hasta abril de 1788. En su biografía destaca un serio conflicto que tuvo con el párroco de A Merca por el enterramiento de un fallecido. En 1785, un feligrés de Nugueira (lugar que, en esa época, pertenecía a la parroquia de Parderrubias) fallece en una casa de A Merca, dejando el finado dispuesto ser enterrado en Parderrubias. Sin embargo, el párroco del pueblo vecino, haciendo caso omiso de su voluntad, dio levantamiento al cadáver y lo enterró en el camposanto de A Merca, por lo que fue sancionado por el Prelado.
Desde 1788 hasta abril de 1791, la parroquia estuvo a cargo de don Francisco Domínguez Lobera, natural de Loiro. De 1791 a 1795 ejerció de cura ecónomo de la parroquia don Pedro Fernández. Finalmente, en abril de 1795 toma posesión de la feligresía don Miguel Cayetano Grande, natural del pueblo de A Torre (San Miguel de Soutopenedo), regentando la parroquia hasta el 11 de junio de 1828. Provenía de la parroquia de Santa María de Vilamaior, en el municipio de Baltar. Falleció estando al frente de la feligresía de Parderrubias y su entierro constituyó una gran ceremonia fúnebre, tal como se acredita en el Libro Parroquial:
“En once de junio de mil ochocientos veintiocho murió asistido de los santos sacramentos de Penitencia, Eucaristía y Extremaunción Don Miguel Caetano Grande, cura Párroco de esta Parroquia de Sta. Eulalia de Parderrubias, y en el trece del mismo se le dio sepultura en la capilla mayor de la misma, con asistencia de más de cincuenta sacerdotes, con los que se le tuvo su entierro y honras; y en los días catorce, quince y diez y seis túvosele por su alma un Novenario con las misas correspondientes y asistencia de más de doce sacerdotes. Hizo Testamento judicial en el que dejó por sus testamentarios, herederos y cumplidores a Don Ignacio Boullosa, Cura Párroco de Santa Eulalia de Anfeoz, a Don Juan Benito Gil, Teniente cura de Santa María de Cougil y al infrascrito actual Teniente Cura de esta; a la conciencia de estos encomendó el puntual cumplimiento de su alma, dejando a su arbitrio lo dispusieron según lo hallaron por conveniente. Dijéronse por su alma quinientas sesenta y ocho misas, todas de estipendio de a cuatro reales; ofrenda de cuerpo presente lo que dijeron los cumplidores. Y que así conste, lo firmo. Felipe Sousa”.
Don Miguel Cayetano tenía un sobrino con el oficio de Escribano Real, es decir que podía ejercer su profesión en todo el Reino a excepción de aquellos lugares en que los hubiera numerarios. Falleció el 14 de septiembre de 1819 en la Casa Rectoral de Parderrubias y fue sepultado en el cuerpo de la iglesia:
“En catorce de septiembre de mil ochocientos diez y nueve murió en esta Rectoral asistido de los Santos Sacramentos de Penitencia, Viático y Extremaunción, y más auxilios de nuestra Santa Madre Iglesia Dn. Francisco María Laxe y Grande, celibato, Escribano Real vecino residente en Sn. Miguel de Souto de Penedo, sobrino del actual suscribiente Abad de esta feligresía de Santa Eulalia de Parderrubias, confinante con la predicha de Souto de Penedo; y en diez y seis del mismo septiembre se dio sepultura a su cadáver dentro de la Capilla mayor de la Iglesia Parroquial de esta misma de Parderrubias en una de las sepulturas parroquiales con asistencia de cincuenta y uno Eclesiásticos Seculares y Regulares que cantaron Nocturno de Difuntos, Misa y Oficio de Sepultura con el demás Rito acostumbrado, y enseguida con los mismos Eclesiásticos se le tuvieron los dos Autos de honras con sus correspondientes misas, todo ello cantado con la debida solemnidad y además, sin embargo, de haberse cumplido en parte con lo dispuesto por el difunto, los mismos Sres. Eclesiásticos asistentes quisieron y voluntariamente le han cantado todos ellos otro cuarto Auto o vigilia con su misa. Había hecho Testamento Judicial en veinte y nueve de diciembre del año pasado de diez y ocho y posteriormente corrigió en diez y siete de Agosto del presente año, y en aquel dispuso que a su Entierro Tercio y Cabo de Año asistieran diez y ocho Señores Sacerdotes y cantasen vigilias, Misas y más de estilo con Diácono y Subdiácono y que con inclusión de estas Misas se le celebraran doscientas rezadas, de las cuales se aplicasen veinte y cuatro por el alma de su difunta tía Dña. Benita Antonia Grande y veinte y seis por las de los padres del testador, por cada uno trece, y las restantes por el Alma del mismo; y también se le dijesen otras nueve votivas, seis de ellas a Sn. Gregorio, una a Ntra. Sra. del Carmen, otra a la de Penedo en su propia Capilla sita en la parroquia de donde era vecino y otra al Santo Ángel de su Guarda; y entre otras cosas dispuso así mismo se le ofrendase con ofrenda mayor y menor y para aquella con una fanega de centeno y un carnero. Cumpliose con todas esas misas, entregose la limosna de ellas y encargándose de decirlas las Comunidades Religiosas de Santo Domingo y San Francisco de Orense, San Francisco de Ribadavia, los presbíteros Dn. Manuel Seara de Sobrado del Obispo, Dn. Manuel Vieira, Abad de Sn. Martín de Loiro y D. Juan Antonio Míguez, Teniento Cura en Vacante de la repetida de Souto de Penedo; y que conste de haberse cumplido correctamente lo dispuesto para el difunto testador lo firmo. D. Miguel Cayetano Grande”.
Siglo XIX
Los vecinos de Parderrubias, probablemente ajenos a los acontecimientos que tenían lugar a nivel nacional, se dedicaban a sus tareas agrícolas y ganaderas de mera subsistencia. Así, la crianza de cerdos para el autoconsumo o el cultivo del lino eran ejemplos de actividades que contribuían a ello. Una denuncia por robo en la casa de Francisco y María Outumuro, vecinos de Barrio, ante el Juzgado de Primera Instancia de Celanova, deja entrever los bienes que se podían guardar en una casa típica de Parderrubias de esa época. El robo había sido perpetrado en la noche del 16 de marzo de 1837 por una banda de una docena de hombres, que se llevan dos tocinos y parte de otro, con peso de 4-5 arrobas, cuatro lacones, dos “entrecostos” y un “lombelo”, una porción de mondongo, quince libras de unto nuevo y dos de viejo, tres libras de jabón, dos sacos de estopa, una sábana de lienzo nueva y otra usada, una mantilla de paño fino negro con su cinta casi nueva, una saya de bayeta azul fina nueva, tres varas de picote, un mandil nuevo, un dengue de paño azul fino nuevo, una camisa de hombre usada, dos manteles de mesa de alemanisco nuevos, y dos varas y media de somonte.
La vacante que deja don Miguel Cayetano será ocupada por don Felipe Sousa durante dos años, desde 1828 hasta mayo de 1830. Era natural de Santa Baia de Anfeoz y, anteriormente, había sido párroco de Vilamaior do Val -en la comarca de Verín- y de Acebedo -en la comarca de Celanova-; años más tarde tomaría posesión de la parroquia de Espinoso.
En mayo de 1830 llega a la parroquia don Francisco Folguerol, gobernando sus destinos durante 18 años, hasta marzo de 1848, fecha en la que fallece a los 89 años. Había sido párroco en Santa Cruz de Queixa y en Santa María de Rabal, ambas en el arciprestazgo de Os Milagres. Don Manuel Belvis se refiere a él como “un párroco muy celoso, principalmente en la asistencia a los enfermos, en la enseñanza de los niños, en la predicación y en el aseo de la iglesia”. Entre sus obras al frente de la parroquia, destaca la pintura de los tres retablos de la parroquial que habían sido construidos unos 65 años antes, concretamente en 1767. El retablo mayor se pintó con fondos de la Iglesia y los laterales con fondos del propio cura, a pesar de que en esa época ya no estaban vigentes los diezmos y su salario era más bien escaso. También regaló a la parroquia unas vinajeras de plata y sus correspondientes platillos. Durante cuatro años fue su coadjutor don Manuel Belvis, quien le tenía gran aprecio. En 1843 deja hecha una fundación de dos misas por Marcos Sampedro, que quedan redimidas el 5 de abril de 1883, es decir, cuarenta años después. Don Francisco fallecía, estando al frente de la parroquia, el 4 de marzo de 1848:
“En el día cuatro de Marzo de mil ochocientos cuarenta y ocho murió D. Francisco Folguerol, Abad que fue de esta Parroquia. Recibió el Sacramento de la Extremaunción solamente por haberle acometido un accidente de apoplejía que le privó del conocimiento por espacio de dos días. Fue sepultado en el Atrio de esta Iglesia junto a la puerta mayor el día seis, a cuyo entierro y honras asistieron más de treinta Señores Sacerdotes. Hizo testamento ante el Excmo. Dn. Santos de la Torre de Orense el día siete del mes de Agosto año de mil ochocientos treinta y ocho, y en el instituyó por su heredera y cumplidora a Dña. Isabel Ordóñez. Dispuso asistieran a su entierro doce Señores Sacerdotes y se aplicasen por su Alma trescientas Misas con otras obras de caridad que mandó y cumplió con esmero la referida testamentaria, la cual también tuvo por su cuenta nueve actos fúnebres por tres días consecutivos con asistencia de gran número de sacerdotes, y la misma heredera cumplió con las misas y todo lo más que en el testamento se expresa. Y para que conste lo firmo como Cura Ecónomo de esta Parroquia a nueve de marzo del año expresado. Antonio Barros”.
Don Antonio Barros ejerce de ecónomo de la parroquia desde 1848 a 1849. Era un religioso exclaustrado del Convento de Bon Xesús de Trandeiras, en la comarca de A Limia. Será reemplazado en el puesto por don Juan Ignacio Lumbreras.
Uno de los párrocos con una de las biografías más distintivas, tal vez sea don Juan Ignacio Lumbreras, cura que regentó la parroquia durante cinco años, desde 1849 hasta 1853. Llega a nuestra tierra desde el pueblo riojano de Calahorra, acompañando como paje en 1947 al recién nombrado obispo de Ourense, el navarro don Pedro José de Zarandía y Endara, quien venía curtido de la persecución liberal sufrida en la diócesis de Calahorra y La Calzada (La Cigüeña De La Torre, 2019). Fue nombrado párroco de Parderrubias, hallándose ordenado de Menores. Pronto enfermó y unas fiebres le hicieron regresar a su tierra en donde falleció. A pesar del poco tiempo que estuvo al frente de la parroquia, acreditó ser una persona muy piadosa y celosa de sus funciones, según don Manuel Belvis. La actual campana vieja de la iglesia está grabada con su nombre. También adquirió la imagen de la Dolorosa ubicada actualmente en uno de los laterales de la iglesia y mandó construir su camarín, así como el púlpito hoy desaparecido.
A don Juan Ignacio le sustituyó don Veremundo Domínguez, natural de Pereira de Montes, que ejerció de párroco de Parderrubias desde 1853 a 1857. En 1957 ocupará su puesto don Ramón Pérez Sampayo, que permanecerá en la parroquia hasta 1859. El primer bautizo que oficia será el de mi antepasado Felipe Sierra, hermano de mi bisabuelo Serafín.
El 6 de junio de 1859 toma posesión uno de los párroco más prolijos y activos de la parroquia: don Manuel Belvis, al que hemos dedicado un artículo como Vecino Ilustre de Parderrubias. Su mandato duró 35 años, desde 1859 hasta 1894, año de su fallecimiento, siendo el más extenso de los párrocos registrados. Era natural de A Venda, en Soutopenedo. Llegaba a Parderrubias después de 13 años al frente de la parroquia de San Juan de Baños, en Bande. Desde 1842 venía actuando de coadjutor del párroco don Ignacio Folguerol. Había sido también ecónomo durante dos años de la parroquia de San Martín de Loiro. En su gran labor al frente de la parroquia de Parderrubias -que fue abordada en el artículo referido anteriormente– destacamos varias actuaciones, como las reformas del cementerio y de la entrada al atrio con la colocación de una reja, con un coste de 2.400 escudos. Asimismo, adquirió la imagen de la Virgen del Rosario- cuyo rostro fue diseñado y confeccionado en Santiago de Compostela-, las andas de cristal para su procesión y dos mantos, uno de ellos por valor de 840 escudos. En aquella época, las paredes interiores de la iglesia estaban encaladas, por lo que don Manuel hizo frente a su pintura, así como a la del techo. Mandó construir cajones y guarniciones a los lados del Altar Mayor. Adquirió un Santo Cristo con un escaparate que se colocó sobre la puerta de la sacristía. Renovó las puertas de la iglesia, la escalera interior hacia la tribuna y los andamios del campanario. Adquirió vestuario y candelabros.
En esta época destaca el robo que sufre la iglesia parroquial en noviembre de 1871. Así informaba el cura don Ramón Pérez Sampayo del suceso al Obispo de la Diócesis:
“1871.11.16. Tengo el gran sentimiento de manifestar a vuestra señoría que en el día de ayer amaneció robada esta Iglesia habiendo bajado los ladrones por el tejado, bajaron a la sacristía de donde se llevaron la cruz parroquial que pesaba ocho libras, los dos cálices que había, uno de peso de 28 onzas, el otro de 22, el relicario de dos onzas y media, como unos 60 reales en dinero limosna de las ánimas, fracturaron la puerta de la sacristía y abrieron el sagrario llevándose el copón y arrojando las sagradas formas que se hallaron unas sobre el altar y otras en el suelo. No llevaron ropas, aunque las hay de algún valor, se salvó el viril que lo tenía en la rectoral, el incensario con su naveta y vinajeras de plata, las ampollas de los santos óleos y una buena corona de la virgen que no dieron con estos objetos. He pedido prestado un cáliz al señor Abad de la Merca mientras no me haga con alguno, más a causa de la consagración no podré mandar hacerlo nuevo y así apreciaría mucho a vuestra señoría que pagándolo por mi cuenta al menos en cuanto no tenga fondos la Iglesia se dignase facilitarme alguno que pueda haber sobrante en la catedral y otra iglesia. Estar esperando a la autoridad civil para hacer el reconocimiento me impide de pasar a vuestra señoría estas noticias personalmente haciéndolo por conducto del dador quien podrá dar a vuestra señoría más pormenores Manuel Belvis” (González García, 2019).
El cura don Manuel Belvis dejó escrito en el Libro Parroquial que:
“Por reparto vecinal se reunieron algunos fondos con los que se compró un cáliz todo de plata con su patena y cucharilla, todo de peso de veinte y seis onzas y media, y costó setecientos noventa reales, habiendo sido consagrado por el Excmo. E Ilmo. Señor Obispo de Tuy, según escrito que acompañó a la devolución del cáliz. Con los mismos fondos se compró un relicario de plata de algo más peso de tres onzas sobre dorado adentro, figurando un copón roturado y con una cruz de remate; su coste ciento y cuarenta reales. También se mandó hacer a un escultor una Cruz Parroquial, que se hizo de madera, plateada y con un crucifijo de metal por un lado y por otro una imagen de estaño que representa la Purísima Concepción, estas con los remates de la cruz dorados; y su coste cien reales. Para asegurar la sacristía se echaron a costa de los vecinos gruesos tablones con los que se cubrió como de cielo raso toda ella. Y para que conste lo firmo como Párroco con el Depositario a quince de febrero año de mil ochocientos setenta y dos. Manuel Belvis. Francisco Sueiro”.
Como se puede leer, a raíz de este robo, don Manuel reformó el techo de la sacristía con el fin de dotar de más seguridad a la iglesia. En el mes de febrero de 1894, el párroco cae enfermo y ya no se recupera, falleciendo el 11 de febrero a los 86 años. Durante esas semanas se encarga de la parroquia su sobrino don Victoriano Grande.
A los pocos días del entierro de don Manuel Belvis, es nombrado párroco de Parderrubias don Paulino Agromayor, quien ejerció desde 1894 hasta diciembre de 1900, cuando toma posesión del cargo don Benito Garrido.
Iglesia de Santa Eulalia de Parderrubias
Siglo XX
Don Benito Garrido Santiago, natural de Guamil, en Baños de Molgas, está al cargo de la parroquia desde 1900 hasta mayo de 1919, fecha en la que se retiró a su pueblo natal, en donde falleció el 2 de enero de 1922. Entre sus tareas parroquiales destaca la compra del reloj de la torre por mil pesetas y una cruz de plata por 1.700 pesetas. Adquirió también unos ciriales de alpaca que costaron 260 pesetas. Para hacer frente a estas compras, los feligreses tuvieron que escotar y el párroco contribuyó con 750 pesetas. La generosidad de don Benito queda también reflejada en 1918 -ya con 67 años- cuando contribuye con cinco mil pesetas a los gastos de la iglesia y de la Casa Rectoral.
Después de la retirada de don Benito, llega a Parderrubias, el párroco que ejercía en Pereira de Montes, don Alfonso Losada Fernández para cubrir su primera etapa al frente de la parroquia, desde 1919 hasta 1921, año en que le sustituye don Adolfo Outumuro. Ambos curas fueron objeto de sendos artículos en este Blog; el primero, por ser víctima de uno de los crímenes más sonados en nuestra parroquia, y el segundo como Vecino Ilustre de Parderrubias. Don Adolfo, era natural del pueblo de O Outeiro y rigió como ecónomo la parroquia hasta su fallecimiento acaecido en la rectoral el 7 de mayo de 1924, a consecuencia de la tuberculosis que padecía y que había contraído siendo mayordomo del Seminario.
En junio de 1924 sería nombrado ecónomo de la parroquia don José Balboa González, puesto que ocupó hasta julio de 1925. En esta fecha es sustituido por don Pedro Vázquez González, que estará al frente de la parroquia también durante un corto período de tiempo, concretamente hasta julio de 1926.
En 1926 se pone al frente de la parroquia don Ambrosio Cid Fariña, natural de Xunqueira de Ambía, haciéndose cargo de esta hasta julio de 1929. Entre sus obras destaca la venta, como pajar, de la casa que había en la zona norte de la huerta de la casa rectoral, con acceso desde la plazuela de la iglesia. Con el dinero de la venta construyó habitaciones en el sur de la Casa Rectoral.
A don Ambrosio le sustituye en 1926 don Alfonso Losada. De esta manera, el cura natural de Leborín, en la vecina parroquia de Barxa, da inicio a una segunda etapa al frente de la parroquia que finalizará dramáticamente en la madrugada del 13 de junio de 1936 al ser brutalmente tiroteado en su habitación de la Casa Rectoral a consecuencia de un robo. En estado gravísimo fue llevado al hospital de Ourense, regresando a la Rectoral el día 26 totalmente desahuciado, falleciendo a las seis de la tarde del 28 de junio. Al entierro, celebrado el día 30 de junio, asistieron 30 curas y todo un pueblo embargado por el dolor. Su sepultura se puede ver hoy a la entrada principal de la iglesia.
Desde ese fatídico mes de junio hasta noviembre de 1936 -con España ya inmersa en una atroz guerra civil- toma las riendas parroquiales el párroco de Pereira de Montes don Cástor Gayo Arias. Será a finales de año cuando es nombrado párroco de Parderrubias don Juan Estévez Estévez, puesto que ocupa hasta octubre de 1940, cuando es destinado como ecónomo a la parroquia vecina de Santa María de Olás. Era un hombre de carácter; a modo de ejemplo, no le dolían prendas disparar de noche tiros de escopeta al aire, desde alguna ventana de la rectoral, al escuchar ruidos y, de este singular modo, disuadir a posibles forajidos. Durante su paso por la parroquia se ejecutan diversas obras en la iglesia que perduran a día de hoy: se coloca la techumbre interior en madera de castaño, se techa la cubierta de teja plana y se lleva a cabo el desencalado del interior de la iglesia, obra realizada por Antonio Martínez Correa (“O Portugués”). Don Juan fallece en el año 1996 y está sepultado en el cementerio parroquial de Santa María de Olás.
En 1940 llegaba a la parroquia don José Rodríguez Barreiros (conocido como “O Cura Vello”), estando al frente de la misma durante 21 años, hasta el primero de noviembre de 1961, que ya enfermo tuvo que renunciar y retirarse a su pueblo natal de Outeiro, en Allariz, en donde fallecía el 27 de mayo de 1967. Con 52 años, toma posesión de la parroquia el 23 de octubre de 1940, asistido como Notario por don Higinio Rodríguez Diéguez, párroco de A Merca. Venía de estar 15 años al frente de la parroquia de Pontebrués, en el arciprestazgo de O Carballiño, y había sido ordenado sacerdote el 16 de febrero de 1913 por el obispo don Eustaquio Ilundáin y Esteban, a la postre arzobispo de Sevilla. A modo de bienvenida, don José recibió múltiples obsequios de sus feligreses durante las primeras semanas al frente de la parroquia. Los hermanos Garrido (Os Escultores) le brindaron dos “olas” de vino y varias botellas de vino tostado, llegando a ofrecerle -según palabras del mismo cura- el dinero que necesitase; Adolfo Garrido le obsequió con un jamón y un lomo, Benito Outumuro Pascual con un saco de patatas, Antonio Garrido Mouriño con una botella de aguardiente, etc. De feligreses de Solveira y Nugueira recibió manteca, pollos, cebollas, etc. Hubo vecinos que le regalaron la madera que necesitó para acondicionar la casa rectoral, así como la leña necesaria para uso diario. El sacristán, Ángel Outumuro, le sembró la huerta de centeno. Además, en ese año y en los restantes que estuvo en Parderrubias, los feligreses le obsequiaban con “ferrados” de centeno, maíz o trigo. En 1940, muchos vecinos ya habían hecho esta donación al anterior párroco, don Juan Estévez, pero aun así don José contabilizó en esos primeros tres meses que estuvo al frente de la parroquia, 32 ferrados de maíz, 7 de centeno y 1 de trigo. En el año 1950 recibió de sus feligreses 111 ferrados de cereales: 42 de centeno, 29 de maíz y 40 de trigo (1.300 kg. en total, aproximadamente). Cabe señalar que, en febrero de 1951, la parroquia de Parderrubias contaba con 804 almas y 151 vecinos (en el año 2021 cuenta con 200 almas). Según el padrón de 1959, en la Casa Rectoral, además del párroco don José, vivían su hermana, una sobrina y un hijo de esta. Durante su mandato, en 1942 acomete una importante reforma de la casa rectoral y en 1951 se realiza en Lalín la refundición de la campana grande de la iglesia. En junio de 1948 donaba mil pesetas para la construcción del nuevo Seminario.
El primero de noviembre de 1961 es nombrado párroco de Parderrubias don Jose Gayo Arias, que regentaba la vecina parroquia de A Manchica. Durante su gestión, que duró hasta el 1 de julio de 1962, se colocaron bancos en la iglesia. Los gastos se sufragaron a escote por los propios feligreses. Hasta esa fecha se usaban algunas sillas que había en la iglesia, que como en otras cuestiones, reflejaban a las claras los distintos estratos sociales, pues algunas sillas acolchadas de terciopelo convivían con otras humildes sillas de junco. Aparte de estas sillas, era habitual que muchos feligreses llevasen de casa una pequeña banqueta baja de madera que servía para arrodillarse y también para sentarse. Era habitual ver a las mujeres con estas banquetas debajo del brazo camino de la iglesia.
El 1 de julio de 1962 toma posesión de la parroquia don José Manuel Fernández Rúas, que estuvo en Parderrubias durante cinco años, hasta 1967, cuando es trasladado a Carballiño como capellán de la Residencia de Ancianos, y en donde compagina esta labor con la docencia en un colegio de la villa. Sus obras y su implicación en la modernización de Parderrubias fueron realzadas en otro artículo de este Blog, firmado por Manuel Outumuro Seara. Destacamos el haber sido el promotor del salón parroquial o teleclub en el sureste de la casa rectoral, en la que también construyó una galería.
En agosto de 1967 es nombrado ecónomo de la parroquia a don Ramón Blanco Caride. Su estancia en Parderrubias fue muy breve, hasta 1968. Posteriormente, se secularizó. Le sucedió don Hermesindo Andrada Pérez, un cura avanzado para su época que, igual que don José Manuel Fernández Rúas, intentó cambiar tradiciones religiosas ancestrales adaptando las prácticas religiosas a los nuevos tiempos. Fue notoria su acción de llevar una banda de música en una procesión del Corpus, contraviniendo de esta manera la norma impuesta por el obispo don Ángel Temiño Saiz de separar la celebración profana de la religiosa en las festividades de la provincia. Don Hermesindo también estuvo muy poco tiempo al frente de la parroquia, en concreto desde julio de 1968 hasta octubre de 1970.
El primero de octubre de 1970 toma nuevamente posesión de la parroquia don José Gayo Arias, párroco de A Manchica, siendo el cura de la niñez de nuestra generación. Su etapa en nuestra parroquia también será una de las más longevas, permaneciendo en ella durante 20 años. En 1971 reforma el presbiterio y la mesa del Altar Mayor, en 1982 sonoriza la iglesia, en 1986 instala un reloj conectado a altavoces externos y en 1989 se cambia la cubierta de la iglesia. Don José fallecía el 14 de julio de 1990 a los 67 años, siendo sepultado en el cementerio parroquial de A Manchica.
En julio de 1990 se hace cargo provisionalmente de la parroquia don César González Fernández, antes de tomar posesión de la misma durante dos años don José Gallego Borrajo (1990-1991), natural de Santiago de Folgoso (Allariz) y formador del Seminario Menor. En 1991 pasa a ser párroco de Santa Mariña de Xinzo de Limia, siendo sustituido en Parderrubias por don Vicente Pereiras Villar, que gobierna los destinos de nuestra parroquia durante otros dos años (1991-1993). Don Vicente era un cura humilde y servicial, y muy implicado en la vida parroquial. Es destacable la representación de una Pasión viviente, recorriendo el calvario, que organizó en Semana Santa. Siendo párroco de Parderrubias, una cardiopatía le causó la muerte en Barbadás, siendo todavía joven.
Representación de la Pasión en la época de don Vicente Pereiras. Fotografía cedida por Manuel Lorenzo
En 1993 es nombrado párroco de Parderrubias don Alfonso Iglesias Rodríguez, haciéndose cargo de la parroquia hasta el año 2006. En este tiempo acomete obras importantes en la iglesia, cambiando su suelo y los bancos, que disfrutamos en la actualidad. Además, se instala la calefacción central, obra polémica que todavía es objeto de discusión en la actualidad. En el año 2014, siendo párroco de Bentraces, celebró sus bodas de oro.
Referencias
Couselo Bouzas, J. (1933). Galicia artística en el siglo XVIII y primer tercio del XIX. Seminario.
Gallego Domínguez, O. (1973). La peste en Orense desde el siglo XIV al XIX. Boletín Auriense, III, 15-55.
González Garcia, M. A. (2019). Robos en iglesias del mundo rural de la diócesis de Ourense. Siglos XIX-XX (Notas). Diversarum Rerum, 14, 215-249.
«Probes naiciñas d’a yalma que crían os seus filliños, e dempois quedan sin eles cando lle marchan de quintos» (Anónimo, 1887).
El Servicio Militar Obligatorio estuvo vigente en España durante 231 años. El 31 de diciembre de 2001 la “mili” pasaba a ser historia, pero hasta ese día, miles de jóvenes -entre ellos los mozos de Parderrubias- fueron «quintos» en un momento de su juventud, teniendo que prestar muchos de ellos su tiempo y su trabajo al Estado.
En el siglo XVIII, una vez finalizada la Guerra de Sucesión, y con la llegada de los Borbones al trono, se comienza a experimentar una escasez de tropas, lo que conduce a una progresiva implantación del reclutamiento obligatorio con el fin de mantener un Ejército permanente. Estos reclutamientos se denominaron popularmente “quintas”, pues se fijó un cupo anual de 50.000 hombres elegidos por sorteo, de los que salía un soldado por cada cinco hombres: el “quinto”. En 1786, una ordenanza de Carlos III dictaminaba que uno de cada cinco mozos españoles en edad de 16 a 40 años debía trabajar como militar para el Rey. Ya en el siglo XIX el soldado de quintas supondría la base del reemplazo del Ejército español.
En 1912, la Ley de Reclutamiento y Reemplazo del Ejército introduce el término “servicio militar obligatorio”, eliminando la redención en metálico y la sustitución, fórmulas vigentes hasta esa fecha que permitían evitar legalmente la incorporación a filas mediante el pago de determinadas cantidades de dinero, pero muy mal vistas socialmente. Con el fin de que fuese un servicio obligatorio para todos aparece la figura del “soldado de cuota” que a cambio del pago de una cuota de 1.000 o 2.000 pesetas -cantidades que suponían pingües ingresos para el Estado- reducían significativamente su tiempo de servicio a diez o cinco meses, respectivamente. Los que no podían pagar la cuota servían durante tres años al Estado; en definitiva, seguía siendo un sistema socialmente discriminatorio.
Sorteo de soldados destinados a la Guerra de África en 1913. Fotografía tomada del Mundo Gráfico
Finalizada la Guerra Civil, el dictador Franco promulga la Ley de Reclutamiento y Reemplazo del Ejército, por la que el Servicio en Filas tiene una duración de dos años, tiempo durante el que los soldados no podían contraer matrimonio. En 1943 para poder ser funcionario era obligatorio haber cumplido el Servicio Militar. En 1968, la Ley General del Servicio Militar distingue entre servicio militar obligatorio (15-18 meses) y voluntario (se podía elegir la Región Militar, pero su duración era de 15-24 meses). La Ley Orgánica del Servicio Militar de 1991 acorta el servicio militar a nueve meses y los soldados de reemplazo delegan la responsabilidad de las tareas más complejas y especializadas en militares profesionales.
El objetivo de este artículo es proporcionar una visión de la evolución del reclutamiento de los mozos pertenecientes a lo que hoy es la Parroquia de Parderrubias (A Iglesia, Barrio, O Outeiro, A Carretera, As Campinas y Nigueiroá) a lo largo del siglo XX, en concreto, desde 1900 hasta 1990.
Aspectos generales de la evolución del reclutamiento en Parderrubias
Entre 1900 y 1990 fueron alistados 305 mozos de Parderrubias. La citación y correspondiente alistamiento tenía lugar en el Ayuntamiento de A Merca. En dicho acto se asignaba por sorteo un número a cada mozo, y a continuación en orden de menor a mayor eran tallados y alistados, momento en el que se escuchan sus alegaciones, si fuese el caso. En ocasiones, dado que el mozo era emigrante, o se encontraba fuera por razones de trabajo, era el padre o la madre los que comparecían, pues de lo contrario el joven era calificado como prófugo. El número de mozos alistados cada año en Parderrubias se mantuvo relativamente estable a lo largo del siglo (un promedio de 3,35/año), aunque con una ligera tendencia al descenso, tal como se puede apreciar en la Figura 1. Destacan siete años sin alistamiento alguno (1906, 1907, 1928, 1978, 1981, 1983 y 1985), que contrastan con los nueve mozos alistados en 1965, los ocho de 1902, y los siete de 1918 y 1959.
Figura 1. Evolución del número de mozos alistados en Parderrubias
En la primera década del siglo XX, los mozos eran reclutados con 20 años, a partir de 1911 lo hacen a los 21, volviendo a ser llamados a filas con 20 años de edad en el año 1972, rebajándose, finalmente, la citación a los 19 años en 1980.
En los primeros años era el cura que regentaba la Parroquia, quien certificaba a partir del Libro de Bautizados la relación de mozos incluidos en cada reemplazo. Así, a modo de ejemplo, la Alcaldía de A Merca solicita a don Paulino Agromayor que certifique los mozos nacidos en el año 1881, pertenecientes al reemplazo de 1901:
“Sr. Cura Párroco de Parderrubias. En cumplimiento de lo prevenido en el artículo 26 del Reglamento para la ejecución de la ley de Reclutamiento vigente, ruego a Ud. se sirva remitir a esta Alcaldía una relación certificada de todos los mozos que en la parroquia de su digno cargo han nacido durante el año 1881 y no le consta que hayan fallecido, expresando además de sus nombres y apellidos, los de sus padres y fecha de nacimiento, sin prejuicio de que el domingo primero de enero próximo, a las diez de la mañana, concurra Ud. u otro eclesiástico que designe a esta Consistorial para formar el alistamiento. Merca, diciembre 8 de 1899”.
Certificado de mozos nacidos en 1881 emitido por don Paulino Agromayor en el año 1899
El 25 de diciembre de 1899, el Párroco certifica que en ese año 1881 habían nacido en la Parroquia de Parderrubias siete mozos: dos en Solveira, dos en A Nugueira, uno en Bouzas, uno en A Iglesia (Manuel Casas Pérez) y otro en Barrio (José Martínez Iglesias). En esa época, Solveira, Bouzas y A Nugueira pertenecían a la Parroquia de Parderrubias, pero recordemos que los datos de este artículo pertenecen a los lugares que en la actualidad conforman la Parroquia. En 1902 el cura don Benito Garrido realiza el mismo trámite.
Certificado de mozos nacidos en 1882 emitido por don Benito Garrido en el año 1902
En el Ayuntamiento, los mozos eran tallados y registrados, momento en el que muchos de ellos alegaban variopintas razones para evitar el servicio militar, tal como veremos más adelante. Estos son ejemplos de registros de quintas de los primeros años del siglo XX:
“[…] hijo de […] y de […] talla un metro seiscientos diez milímetros. Alegó que es corto de vista. Reconocido, resultó útil condicional. El Ayuntamiento le declaró soldado”.
“[…] hijo de […], talla un metro seiscientos diez milímetros. Reconocido resultó útil. Alegó que es hijo único de madre célibe y pobre a la que mantiene. El Ayuntamiento le declaró pendiente de justificación. Y habiéndola suministrado en expediente instruido al efecto, el Ayuntamiento le declaró soldado condicional”.
“[…] hijo de […] y de […], talla un metro quinientos ochenta milímetros. Dijo no tiene excepción. Reconocido, resultó útil. El Ayuntamiento le declaró soldado”.
Una característica física fundamental, tenida en cuenta en el momento del alistamiento, era la estatura, estando establecido un mínimo para La incorporación a filas. En las primeras décadas del siglo, la talla mínima exigida para incorporarse al Ejército era de 1,55 metros. La Figura 2 muestra la evolución ascendente de la estatura de los mozos reclutados en Parderrubias a lo largo del siglo XX, siendo el promedio de 1,65 metros; se pasó de 1,60 metros en el año 1900 a 1,79 en 1990.
Figura 2. Evolución de la estatura de los mozos alistados en Parderrubias
Análisis del reclutamiento por décadas
A continuación realizaremos un análisis más pormenorizado por décadas, contextualizando, en la medida de lo posible, el momento histórico, y examinando las peculiaridades de los alistamientos en ese periodo.
1900-1910
En el período 1900-1910 fueron alistados 35 mozos, de los cuales cuatro fueron excluidos, siendo la causa principal, no alcanzar 1,55 metros estatura. Dos fueron calificados como prófugos. Las alegaciones presentadas por los que serían etiquetados como soldados condicionales fueron ser hijo único de viuda pobre, ser hijo único de madre célibe pobre, ser hijo de sexagenario, ser hijo de padres pobres e impedidos, tener un hermano cumpliendo el servicio militar en ese momento y ser corto de vista. No siempre las alegaciones fructificaban:
“[…] hijo de […] y de […], talla un metro quinientos ochenta milímetros. Alegó que es hijo único de padre pobre e impedido para el trabajo al que mantiene. Reconocido el mozo, resultó útil. El Ayuntamiento le declaró pendiente de justificación. Y no habiendo solicitado la instrucción de expediente justificativo, el Ayuntamiento le declara soldado”.
Acta de Clasificación y Declaración de Soldados del año 1907
1911-1920
Este período coincide con la Guerra de África, por lo que los mozos de los reemplazos de estos años vivieron con la angustia de ser destinados a tierras africanas, aunque no nos consta que ninguno estuviese en el frente. En esta década fueron alistados 34 mozos, de los cuales seis fueron excluidos por baja estatura, epilepsia, falta de un miembro superior y sordera. Trece fueron calificados como prófugos, algunos de ellos residentes en Cuba; sin duda, la Guerra tuvo que ver con que un 38% de los jóvenes no se presentasen al alistamiento. Entre las alegaciones expuestas por los mozos tallados encontramos ser hijo único de viuda pobre y ser hijo de sexagenario pobre.
Alistamiento de 1912 con resultado de exclusión
1921-1930
Hasta el año 1927 estuvo activa la Guerra de África, por lo que los mozos de los reemplazos de los años 1921 a 1926 todavía convivieron con la ansiedad de la Guerra. En este periodo se alistaron 27 jóvenes, de los cuales cinco fueron excluidos por diversas causas físicas. Siete serían declarados como prófugos. Un único mozo presentó alegaciones, señalando que el padre era sexagenario y que su hermano mayor padecía una discapacidad.
Alistamiento de 1922 con resultado de soldado útil
1931-1940
En los reemplazos de 1931 a 1940 fueron alistados 38 mozos. Ninguno de ellos fue excluido por razón alguna. Tres no se presentaron a la cita y fueron catalogados como prófugos. Este periodo fue el más dramático de la historia reciente de España como consecuencia de la Guerra Civil, movilizándose en actividades bélicas –en los frentes o en la retaguardia- los reemplazos de 1931 a 1939, ambos incluidos. En Parderrubias, por orden cronológico y alfabético, esta situación afectó a los siguientes mozos: Abelardo González Outumuro, Manuel Fernández Rego, Evencio Fernández Outumuro, José Fernández Pérez, Emilio González Outumuro, Jesús Grande Seara, José Pérez Outumuro, Higinio Grande Garrido, Modesto Grande Álvarez, Jesús Fernández Fernández, Manuel Fernández Sueiro, Manuel María Martínez Gulín, Fernando Pérez Outumuro, Celso Seara Garrido, Eladio Garrido Garrido, José Justo Sampedro, Celso Casanova Casanova, Manuel Garrido Garrido, Isolino Grande Garrido, Carlos Lorenzo Insula, Gumersindo Outumuro Martínez, José Seara Garrido, Felisindo Grande Seara, Adolfo Justo Sampedro, Manuel Martínez Teixeira, Manuel Outumuro Seara, Benigno Seara, Manuel Lorenzo Insula, José Outumuro Martínez, Adolfo Outumuro Outumuro, Benito Pérez Outumuro, Manuel Sampedro Seara, Manuel Seara Garrido, José Atrio Lorenzo, Adelino Casanova Casanova, Modesto Garrido Fernández, José Lorenzo Rodríguez y José Seara Casas. Los cuatro mozos que alegaron pertenecer a familias pobres, y que por tanto necesitaban de su presencia como fuente de mantenimiento del hogar, fueron igualmente enviados a filas.
Alistamiento de 1932 con resultado de soldado útil
1941-1950
En la década de los cuarenta fueron alistados 37 mozos, de los cuales solo uno es excluido por una deficiencia visual y otro es declarado prófugo. Entre las alegaciones que conducen a una prórroga de primera clase encontramos ser hijo de madre pobre y padre ausente, ser hijo de sexagenario pobre al que se necesita mantener y ser hijo de viuda pobre. Aunque ya en el año 1938, el mozo Felisindo Grande Seara había disfrutado de prórroga por estudios, será en esta década cuando la condición de estudiante se convierta en alegación habitual para aprovecharse de una prórroga de segunda clase. Concretamente, tres mozos disfrutaron de prórrogas por estudios.
Alistamiento de 1947 con resultado de prórroga de segunda clase por estudios
1951-1960
En el periodo 1951-1960 fueron alistados 37 mozos de Parderrubias. Solo uno de ellos es excluido por defecto físico y cinco declarados prófugos, aunque uno de ellos se comprueba que había fallecido al poco tiempo de nacer. Esta década destaca por el número de mozos que disfrutan de prórrogas por estudios en el Seminario, en concreto nueve. Entre las alegaciones que no surtieron efecto para ser declarado excluido encontramos ser hijo de padre impedido pobre y tener pies planos.
Alistamiento de 1953 con resultado de soldado útil
1961-1970
En la década de los sesenta, el hecho más llamativo es el significativo incremento en el número de mozos alistados, alcanzándose la cifra de 53, siendo la cota más alta de todos los periodos analizados. Son los prodigiosos años sesenta que ya analizamos en otro artículo. La segunda cuestión que llama la atención es el número de mozos que fueron registrados como prófugos por el hecho de ser emigrantes; en concreto, siete de los citados residían en Francia, tres en Alemania, tres en Argentina, dos en Brasil, dos en Venezuela, uno en Suiza, uno en Guipúzcoa, uno en Bilbao y otro en Barcelona. Como ya ocurriera en la década anterior, sigue habiendo mozos que disfrutan de prórrogas por estudios (concretamente, cinco). A estos se unieron los que tuvieron prórrogas de primera por ser hijo de viuda pobre, hijo de padre sexagenario pobre e hijo de madre célibe pobre.
Alistamiento de 1962 con resultado de soldado útil
1971-1980
En la década de los setenta son alistados 29 mozos. Siguiendo la tónica de la década anterior, nos encontramos con siete mozos en la emigración: tres en Alemania, uno en Francia, uno en Brasil, uno en Guipúzcoa y uno en Bilbao. Será en el año 1975 cuando se documenta el primer soldado que realiza milicias universitarias, que eran una modalidad opcional de prestar el servicio militar obligatorio para los estudiantes o titulados universitarios, en los que se adquiría el Grado de Suboficial u Oficial. En este periodo serán seis los mozos que disfruten de prórrogas por estudios.
Papeleta de citación de 1975
1981-1990
Este último período examinado es la época de la objeción de conciencia y del proceso irreversible hacia la desaparición del servicio militar obligatorio. En esta década se alistaron 15 mozos de Parderrubias, de los cuales más de la mitad disfrutaron de prórrogas de segunda clase por estudios. Aparece también la figura del excedente de cupo, a quien el sorteo libraba de incorporarse a filas. Alguno de los mozos de Parderrubias alistados llegó a disfrutar de este beneficio.
Alistamiento de 1986 con resultado de prórroga de segunda clase por estudios
Comunicación de prórroga de segunda clase por estudios de 1988
En definitiva, durante los años en los que el alistamiento de mozos se hizo en el Ayuntamiento de A Merca, el número de jóvenes alistados de Parderrubias fue decreciendo progresivamente con el paso de las décadas (eso sí, de manera inversamente proporcional a su estatura). Las causas de las prórrogas solicitadas –que en ocasiones resultaban en la exención del servicio militar- fueron evolucionando con el transcurrir del siglo, y esta evolución se podría sintetizar en el paso de la pobreza como principal causa de principios del siglo XX a la realización de Estudios Superiores en las últimas décadas del siglo. El paso del tiempo dejó en el olvido a los quintos, a los reclutas, al cuartelero, al maestro armero, al furriel, a los imaginarias, al chusquero, a las dianas y a las retretas…, a la “verde” (hasta los años sesenta) y a la “blanca” (después de los años sesenta).
Cartilla Militar de los años ochenta, coloquialmente conocida como «la blanca»
Nota. El autor agradece a Víctor Fortes toda su ayuda en forma de facilidades dadas para acceder al Archivo Municipal de A Merca y de este modo poder elaborar este artículo.
Como bien es sabido, Parderrubias es cuna de un gran número de curas. Muchos de ellos llevaron a nuestro pueblo como bandera y difundieron su nombre allá por donde desarrollaron sus actividades. Claros ejemplos de ello son -aunque no nacido en Parderrubias- don Manuel Belvís (1808-1894) con sus incursiones en la prensa nacional de finales del siglo XIX (véase Don Manuel Belvís Seoane) y don Aurelio Grande (1930-2001) con su actividad misionera por buena parte del mundo durante la segunda mitad del siglo XX (véase Don Aurelio Grande Fernández). Ambos son considerados Vecinos Ilustres de Parderrubias. En esta misma línea situamos a don Felisindo Grande Seara (1917-1987). En especial, su actividad periodístico-literaria hizo que el nombre de Parderrubias (o de Paredes Rubias, pseudónimo con el que firmaba sus poemas) se difundiese allende de los límites geográficos de nuestra Parroquia.
Don Felisindo forma parte de un amplio listado de curas, nacidos en Parderrubias, que desarrollaron -o comenzaron a desenvolver- su actividad pastoral en la primera mitad del siglo XX. Entre los pioneros cabría destacar a don Adolfo Outumuro (tío) y don Adolfo Outumuro (sobrino; lamentablemente fallecido muy joven), a don Antonio Seara y a su hermano don José Seara (hijos del señor Francisco, sacristán de la Parroquia durante muchos años). A continuación, en esta línea cronológica, situaríamos a don Felisindo, personaje con méritos suficientes para formar parte de esta sección de Vecinos Ilustres de Parderrubias. En el presente artículo abordaremos su figura desde tres dimensiones diferentes: como persona, como cura y como literato.
La persona
Don Felisindo nace el 20 de mayo de 1917 en el seno de una familia humilde y numerosa en el pueblo de A Iglesia (Parderrubias), a escasos veinticinco metros de la iglesia parroquial. Quiso el destino que naciese el mismo año en el que triunfaba la revolución bolchevique, ideología duramente criticada en su posterior obra periodístico-literaria. El mismo día de su nacimiento fue bautizado de necesidad por su abuela materna Generosa y, ya al día siguiente, el párroco don Benito Garrido ratificaba el acto, bautizándole solemnemente y poniéndole por nombre Felisindo José. Fue el tercero de los seis hijos de Juan Bautista Grande (“O Tío Carteiro”) y de Vicenta Seara: Jesús (1911), María (1915), Felisindo (1917), Jesusa (1919), Manuel (1923) y María Clamores (1927). El 21 de enero de 1928, siendo Felisindo un niño de tan solo 10 años, fallece su madre a la edad de 42 años. Ante esta enorme adversidad se hará cargo de su crianza su tía Dominga, hermana de Vicenta. Esta pérdida irreparable marcará de forma significativa a Felisindo, convirtiéndose la figura materna en eje central de su vida, tal como refleja su obra literaria. Así, esa madre ausente (pero presente, a la vez) será objeto de sus poemas más bellos y emotivos, tal como abordaremos más adelante.
Casa natal de don Felisindo en Parderrubias
Muy pronto, Felisindo despunta como un niño inteligente y con una enorme ansia de conocimientos. Durante su infancia sueña con ser fraile, pero su padre Juan Bautista, que no estaba por la labor de perderlo en un convento, lo manda a estudiar a la edad de once años al Seminario de Ourense, iniciando de este modo el año 1929 la carrera eclesiástica. Su hermano Manuel sigue sus mismos pasos, llegando a cursar hasta segundo año de Sagrada Teología. Desgraciadamente, la brillante carrera académica de Manuel se ve truncada por una grave enfermedad, falleciendo en su casa de Parderrubias el 21 de septiembre de 1942 a los 18 años de edad. La prensa local se hacía eco de su entierro:
“Por su casa desfilaron todos los sacerdotes y seminaristas de la comarca, autoridades y numerosísimo público. La conducción del cadáver y funerales constituyeron una grandiosa manifestación de duelo. Presidían el duelo don Felisindo Grande Seara, sacerdote, hermano del difunto; don José R. Barreiros, párroco de Parderrubias y don Manuel Garrido González, en representación de la Casa Garrido” (La Región, 26 de septiembre de 1942).
En el año 1936, el estallido de la Guerra Civil obliga a Felisindo a interrumpir sus estudios en el Seminario, incorporándose en mayo de 1937 al Ejército Nacional, en cuyas filas sirvió hasta finalizar la guerra en 1939. En Ceuta, en donde pasó parte de ese tiempo y coincidió con algún vecino suyo, se encargó, entre otros quehaceres, de impartir clases a los hijos de un Comandante. Esta experiencia y conocimientos militares se aprecian en su novela “Don Proletario y Valdomino”, especialmente en el momento en el que estalla la revolución marxista en el ficticio pueblo de Cuesta Hermosa.
Don Felisindo en Ceuta durante la Guerra Civil
Don Felisindo fallece el 26 de marzo de 1987, a los 69 años de edad, después de una fructífera vida dedicada a los demás. Su funeral y posterior entierro fueron celebrados en la iglesia parroquial de Santa Eulalia de Parderrubias, en cuyo cementerio está sepultado. Fueron testigos de su entierro don Miguel Ángel Araujo Iglesias, Obispo dimisionario de la Diócesis de Mondoñedo-Ferrol, y don Antonio Montero Nieves, Vicario General de la Diócesis de Ourense. Algunas de sus ideas siguen plenamente vigentes en este siglo XXI.
El cura
En el mes de diciembre de 1940, don Felisindo toma en la Diócesis de Lugo las Órdenes Sagradas de Prima Tonsura y Menores, el primero de los grados clericales. Posteriormente, el 29 de junio de 1941, recibe el sagrado orden del Presbiterado en Santiago de Compostela, por hallarse vacante la sede de Ourense, quedando capacitado para celebrar la Eucaristía.
Un artículo publicado el 30 de julio de 1941 en La Región, firmado por José Aldea, se hacía eco de su Primera Misa celebrada en Parderrubias y del posterior ágape que tuvo lugar en la casa de los Hermanos Garrido (Os Escultores):
“Todo el pueblo, toda la parroquia [Parderrubias] está allí. Es la fiesta mayor de uno de sus hijos más queridos. Pueblo de acendrada religiosidad, de fe grande, tan metida dentro de sus almas, que solo por ella se explica la pureza y mucha honra que en él hay y siempre hubo. El párroco de aquí asiste al misacantano y le son padrinos Modesto Garrido y su esposa. Vase animando y robusteciendo la voz que al principio aparecía poco segura y tranquila del nuevo sacerdote. Desde el púlpito nos habla de la dignidad y grandeza del sacerdocio un compañero de estudios, convecino y pariente de él, y luego del Felisindo, hijo de esta parroquia, del Felisindo seminarista, del Felisindo ungido ya con el don más excelso del Señor. Sigue la misa. Viene la consagración de la divina Víctima, y al alzarla las manos tiemblan de pavor y maravilla. Ahora el nuevo formado en la divina institución se atreve a decir el Padre Nuestro y luego consumir el Pan y el Vino. Ya la mano suya se vuelve y traza en el aire el signo que recibimos sobre nuestras cabezas, postrados. Pasamos todos después a besar aquella mano que ya todo lo puede en la tierra y en el cielo. Volvemos a la casa de los Garrido un poco tarde. Hay allí tres o cuatro mesas inmensas. En la nuestra, la más grande, están el nuevo presbítero y sus padrinos y los más de los sacerdotes”.
El 24 de julio de 1941 don Felisindo es nombrado Ecónomo de la Parroquia de San Paio de Fitoiro y Encargado de la de Santa María de Rabal, pertenecientes ambas al Arciprestazgo de Os Milagros, en el Concello de Chandrexa de Queixa. En esa época se trataba de Parroquias prácticamente aisladas entre montañas, en plena Pena da Cruz, a las que únicamente se accedía cruzando los montes a pie o a caballo. En muchas ocasiones el trayecto lo tuvo que realizar en compañía de una pareja de la Guardia Civil, debido a la presencia de lobos y maleantes en los montes. Con el fin de brindar ayuda en la Casa Rectoral, su tía Dominga y sus hermanas María y Jesusa se irían a vivir con él, estas últimas hasta que se casan. En el año 1948, don Felisindo relataba así su experiencia en estos lugares:
“He vivido durante varios años en uno de sus pueblos [de la Comarca de Queixa]. Mis convecinos de antaño saben, cuanto los aprecio y que siempre he defendido los fueros de sus tierras… Entre las cosas que más han llamado allí mi atención está la corta distancia existente entre Abeleda –ribera de clima benigno y apacible- y Fitoiro –sierra de clima duro y frío, poca distancia en verdad para tanta diferencia de clima; el país, rico y abundante; la gente, buena y sencilla; los pueblos muy separados unos de otros, los lobos en bosques y caminos, las leyendas de la ola en el río, bajo los añosos robles del pastizal de las Fontes, en el diestro de Rabal; de la “pena” de Santa Engracia en Acebedo; de la fuente del Tesoro entre Acebedo y Casteloais; las altas planuras de Cabeza de Manzaneda; la Pena da Cruz, en la sierra del Burgo de lejanos horizontes” (El Pueblo Gallego, 27 de julio de 1948).
En el año 1956 don Felisindo es nombrado Párroco de San Pedro de Cudeiro, Parroquia perteneciente al Arciprestazgo de Ourense-Norte, situada a escasos kilómetros de la capital ourensana, y en la que llevaba ya ejerciendo interinamente desde hacía siete años. El diario La Región publicaba la noticia:
“El domingo por la tarde se ha celebrado en el inmediato pueblo de Cudeiro el solemne acto de toma de posesión del párroco don Felisindo Grande Seara, distinguido colaborador de nuestro periódico y hombre de grandes virtudes sacerdotales a las que une una inteligencia y cultura poco comunes. Con este motivo toda la parroquia se unió en una impresionante manifestación del cariño que le profesan todos sus feligreses y que se granjeó en los siete años que lleva interinamente al frente de la feligresía. A las cinco de la tarde tuvo lugar el acto de toma de posesión. Asistió en representación del señor Obispo, el párroco de Las Caldas don Jesús Pousa que dio lectura al nombramiento expedido por su S.E. Rvdma. Inmediatamente después, y acompañado del mencionado señor Pousa y del notario del Obispado, don Antonio Novoa, hizo su entrada en el templo, después de abrir su puerta y tocar la campana, pasando al baptisterio y luego al confesionario para ir después al sagrario y tomar asiento en el presbiterio, como está prescrito. Seguidamente subió al púlpito desde donde pronunció unas palabras llenas de emoción, dando las gracias por el amor que el pueblo le demostraba. Gracias a Dios que le había llamado al camino sacerdotal, a sus padres que lo habían guiado, al señor Obispo que le nombró para este cargo, al pueblo de Cudeiro por haberle aceptado con tal júbilo. Seguidamente subió al púlpito don Jesús Pousa, quien pronunció una alocución resaltando la importancia del acto que se celebraba y expresado su satisfacción por el mismo. Exhortó a los feligreses de don Felisindo a seguir como hasta ahora, seguro de que así la parroquia seguirá floreciendo en virtud. A continuación se entonó un Te Deum. Además de la totalidad de sus feligreses se sumaron al jubiloso acto de toma de posesión de don Felisindo Grande Seara numerosos amigos suyos entre los que figuraba una representación de esta casa. A él y a la parroquia de Cudeiro nuestra enhorabuena” (La Región, 27 de noviembre de 1956).
En ese tiempo don Felisindo compagina la gestión de esta Parroquia con la de Vilar das Tres, en este mismo Arciprestazgo. En esta ocasión será nuevamente acompañado por su tía Dominga, quien le ayuda en todo lo que puede en la Casa Rectoral de Cudeiro. En 1954, don Felisindo se refería de esta forma a Vilar:
“Vilar está a unos kilómetros de Orense. Visto desde la ciudad, ofrece, con su iglesia, cipreses y nogales un aspecto pintoresco. Aunque por el sur, este y poniente, su paisaje es adusto, por estar constituido por los montes de Canedo, se asienta en una dilatada llanura, en la cual, según dicen, es posible que, andando el tiempo llegue a instalarse el futuro aeródromo de Orense. El nombre de Vilar, como el de casi todos estos pueblos, Velle, Cudeiro, Las Caldas, podemos suponerlo romano… Hoy Vilar tiene carretera, y como podéis suponer, por su cercanía a la ciudad y su altitud, es un buen lugar para veraneo… Las tres parroquias más próximas tienen sendas iglesias románicas… La iglesia de Cudeiro es románica de transición, aunque ha sido muy reformada… Era obispo de Orense don José de la Cuesta y Maroto, quien comprobada con sus propios ojos la distancia entre estos pueblos y Beiro, y a solicitud de los vecinos de Vilar, decretó la erección de la nueva iglesia, apartando él mismo para los primeros gastos dos mil reales; dio este decreto el 29 de mayo de 1868. La piedra para el nuevo templo salió del monte Romiña. Datos curiosos: de estos montes de Vilar salió toda la piedra que se empleó en la construcción del Hospital Provincial y salieron también las altas columnas de la Casa de los Olmedos; las tales columnas bajaron por estas pendientes en carros de bueyes, cosa que no debió ser nada fácil. La piedra de esta zona tiene la calidad de ser más blanda que la célebre de Rante” (La Región, 6 de agosto de 1954).
En Cudeiro, don Felisindo vivió durante 30 años volcado en la actividad parroquial y en sus feligreses. Las puertas de la Casa Rectoral estaban siempre abiertas a todos aquellos que acudían buscando consuelo, tanto para su alma como para su cuerpo, en ocasiones, un simple plato de comida. Escuchaba y atendía a todo el mundo, sin importarle su ideología ni su nivel social. Con frecuencia se saltaba las ortodoxas normas de la Iglesia de la época con el único objetivo de ayudar y aliviar a personas que “se veían cargadas” de pecados y, sobre todo, de hambre. Eran tiempos extremadamente duros.
Su forma de ejercer el apostolado y su humanidad queda perfectamente reflejada en comportamientos e historias que caracterizaron su vida pastoral. Veamos dos ejemplos. En esos años, para la formalización de muchos contratos laborales se exigía un certificado de buena conducta religiosa que emitían los párrocos, en el que se certificaba la asistencia a misa y el descanso dominical. Don Felisindo, sabiendo que algunos de sus parroquianos no podían asistir a la misa del domingo porque era el único día de la semana en el que podían realizar ciertos trabajos agrícolas, o de otra índole, les proporcionaba sin mayor problema los documentos con el fin de que pudiesen vivir dignamente. En Cuaresma, era habitual que hubiese jornaleros trabajando en la Casa Rectoral o en la huerta, entre ellos vecinos de Parderrubias, que contrataba para determinadas tareas (e.g., poda, vendimia, etc.). A la hora de la comida les sorprendía con un buen plato de carne y ellos atónitos le recordaban que no se podía comer carne en esos días. Don Felisindo les contestaba que “para trabajar hay que estar bien alimentados, por lo que hoy estáis perdonados”. Les daba la bendición, comían y seguían trabajando. Su actitud y forma de afrontar algunos problemas y dificultades de sus feligreses le costó más de una reprimenda del Obispado.
En la Parroquia de Cudeiro tenía, y sigue teniendo, mucho arraigo la festividad de la Virgen de As Candelas, que se celebra el 2 de febrero. Ese día acudían gentes de los pueblos cercanos a participar y a divertirse en la fiesta. En esa fecha don Felisindo reunía en la Casa Parroquial, alrededor de una buena mesa con excelentes manjares, a todos los curas de las parroquias vecinas, a personas relevantes del pueblo y a intelectuales de la época. Allí se hablaba de lo divino y de lo humano, de política, de cultura, de la sociedad, de la actualidad, etc., etc., alargándose la sobremesa hasta bien avanzada la tarde. No eran ningún secreto sus gustos gastronómicos.
El literato
Don Felisindo era un hombre inteligente, muy culto y estudiado. Era un erudito, con un sentido del humor muy particular. Comprometido con la sociedad. Se definía como galleguista convencido, sin llegar a ser nacionalista (la mayoría de sus poemas están escritos en gallego). Fue una persona influyente de la época. En la Casa Parroquial poseía una de las mejores bibliotecas privadas de su tiempo, y en ella pasaba horas y horas entre libros, leyendo y escribiendo. Para don Felisindo un libro era “…un instrumento de trabajo… un maestro… un consejero… un manantial de aguas puras y cristalinas” (F. Seara Grande, La Región, 19 de mayo de 1950).
Su enorme atracción por el cultivo intelectual a costa de un escaso interés por asuntos materiales queda patente en un suceso que le ocurrió con su coche. Para poder atender a las Parroquias de manera eficiente, e impartir misa cuando era menester en la Capilla del barrio de Covadonga, se compró un Seat 600, con el que se mostraba encantado. Un buen día, ya transcurrido un cierto tiempo desde su adquisición, de repente se le para el motor y con gran preocupación acude a un taller para solucionar el problema mecánico. El diagnóstico fue contundente: el motor se había quemado porque nunca le había cambiado el aceite.
Siendo adolescente, con tan solo 16 años, comienza a publicar sus primeros trabajos literarios en la revista Vida Gallega, editada en Vigo, firmando con el pseudónimo “F. Paredes Rubias”. Esto hace que muchos lectores no identifiquen acertadamente la autoría de sus poemas. Así, por ejemplo, en la voluminosa obra “Poesía de Galicia. Poemas á nai”, su compilador López Fernández (1999) incluye sus poemas en el apartado de autores sin identificar, sospechando que se trata del cura de alguna de las dos Parroquias gallegas que llevan el nombre de Parderrubias, decantándose por la de Pontevedra, puesto que sus poemas habían sido publicados en la revista viguesa, aseveración, obviamente, errónea.
Portada Vida Gallega año 1934
El 10 de agosto de 1934, en la sección Página Poética de Vida Gallega ven la luz sus primeras estrofas: el poema “Ledicias de Mocedá”, un canto a la alegría con motivo de la fiesta de As Pías:
“Ouvense ledas as notas dun garimoso cantar, namentres as mozas bailan cas carcaños, po-lo ar. ¡E qué mozas mais garridas!”
Un mes después, el 20 de septiembre, publica “Anoitecer de Morriña”, poema en el que vuelca por primera vez la tristeza, la saudade y la desolación por la madre ausente:
“Os vislumes da tardiña con melancónica cor, fan chorar a miña i-alma, ¡qué triste desolación! Pregando sobor das lousas que cobexan meus abós, que-m’a naiciña cobexan, miña nay do curazón”.
Será, sin embargo, en el poema “Naiciña” publicado el 20 de diciembre de 1934, también en Vida Gallega, en donde la emoción transformada en versos transmite de manera translucida esa añoranza y esa tristeza por no poder volver a verla:
“¿Volverán aqués labios flamexeiros que, ó pousa-los seus beixos melosiños, dondecían meus nervios cativiños trembando cal se foran milagreiros? Non volverán -dime a triste memoria que en min despertou o fogo e a paixón-, porque hai tempo que xa rubiu á gloria a muller que me arrouba na oración, a mais nobre que ten a miña historia, a naiciña, nanai do corazón”.
Con “Balada do Cemiterio”, publicada el 18 de junio de 1936 en el diario La Región y el 23 de junio en el diario El Compostelano, el poeta llora y reza a su madre a los pies de su sepultura:
“Ó contemplar, pola tarde, tan soios os panteóns, sinto saudade na alma e angustia no corazón; e co rego dos meus ollos, enloitados pola dor, medran as flores na terra onde dormen meus avós, onde dorme feita cinsa cal rosiña que secou, aquel anxo que eu adoro: miña nai do corazón.
…
¡Hoxe rezo eu por ti entre breixas de dolor! ¡Por ti eu deixo un bagoa nas lousas dos panteons!”
En sus poemas, como no podía ser de otra manera, también encontramos guiños y referencias a Parderrubias. En “Atardecer”, poema publicado el 10 de febrero de 1935 en Vida Gallega, convierte en versos los recuerdos que, siendo ya mayor, tiene de una tarde de otoño en Parderrubias:
“Y-acordeime d’unha tarde, ¡veigame Dios a lembranza! en que contigo bailei ond’ós palleiros da Aira no medio do mullerio que d’envexa nos ollaba, pois éras a mais feituca, entr-as garridas rapazas, y-eu er’ó millor mociño c-había no foliada”.
Será en “Caminito de mi Aldea”, poema publicado en castellano el 20 de julio de 1935 en Vida Gallega, en donde don Felisindo fotografía aquel Parderrubias de los años treinta:
“Parco perdido en la bruma, vislumbro lejos mi aldea la tarde muere. Gimiendo se oye lejana carreta, con la canción del boyero que va escalando la sierra. El zagal en la llanura, pastorea sus ovejas…, ellas pacen…, corren…, balan… se revuelcan por la hierba. Yo voy siguiendo mi ruta, caminito de mi aldea; la de las RUBIAS casitas, la de encantadas robledas, la de negruzcos pinares, la de magníficas vegas, la de alquería y trofín, la de verbenas y fiestas, la de ancianos chocarreiros, la de rapazas morenas… Son las nueve. Yo adelante caminito de mi aldea. Me asombra la lontananza, resbalando en la vereda, que trepa por las montañas de encantadas arboledas. Yo voy siguiendo mi ruta. caminito de mi aldea. ¡Qué soledad tan amable…! ¡Qué montañas tan desiertas…! ¡Se oye lejana canción… se oye lejana carreta… se oyen lejanas campanas -campanita- de mi aldea!”
Aunque con anterioridad al año 1948 ya encontramos alguna incursión periodística, será a partir de este año cuando don Felisindo comience a colaborar de manera asidua con periódicos como La Región o El Pueblo Gallego, en los que nos encontramos numerosos artículos que llevan su firma, en donde aborda los más diversos temas. En el diario ourensano La Región, entre 1949 y 1956, llegamos a contabilizar medio centenar de artículos bajo su firma. En el rotativo vigués El Pueblo Gallego, en su sección Diario de Orense, publica varios artículos, en algunos de los cuales centra su interés en tradiciones religiosas. Esas publicaciones nos permiten conocer de buena pluma como se vivían esos ritos litúrgicos a finales de la década de los cuarenta. Seleccionamos dos de esos artículos, por la gran relevancia social que hoy tienen las tradiciones religiosas que abordan, debido a la gran afluencia de peregrinos: el año jubilar compostelano y la romería de la Virgen de los Milagros.
Portada El Pueblo Gallego del 1 de febrero de 1948
El 15 de junio de 1948 bajo el título “A los peregrinos de Orense” publica, coincidiendo con el año jubilar, una apasionada descripción de la ciudad de Compostela y de la peregrinaciones a ella:
“Ya se acerca el gran día de la peregrinación a Santiago de Compostela. Orense, como las demás provincias de España, irá a ganar el jubileo del Año Santo. Irá a vivir unas horas de entusiasmo, de entusiasmo santo, de fe y de amor, ante el sepulcro del Apóstol y la grandeza compostelana ¡Santiago de Compostela! La vieja ciudad de viejas rúas en su estado antiguo; de jardines que parecen tener un deje de nuestro románico sin igual en el mundo. Jardines sin gran profusión de flores, de añosos árboles, de pensativas estatuas, propio todo ello para hablar al alma igual que el arte y el paisaje de los montes de nombres sagrados; de iglesias y monasterios como mansas ovejas alrededor del pastor; de edificios civiles como la Universidad, el palacio de Rajoy y tantos otros, y presidiendo el conjunto, la Basílica, de las más célebres del mundo. Jerusalén, Roma, Compostela, el milagro en piedra de la Edad Media, ante la plaza compostelana circundada de los cuatro edificios que significan la Religión, la Caridad, la Justicia y la Enseñanza, todo, fruto de la Religión. ¡La Catedral de Santiago! El Santo Sepulcro y el Apóstol en espera de nuestro abrazo, y la columna de mármol y el pórtico de la gloria… Bajo aquellas bóvedas y ante aquellos altares se postraron de rodillas, como dijo Murguía, emperadores, reyes, príncipes, duques, Papas, obispos, guerreros, trovadores, mujeres y hasta niños… venidos desde los más remotos confines de Europa. Allí van a dar los caminos jacobeos que cruzan nuestra patria, caminos por dónde venían extranjeros al canto de Ultreya, por donde retornaban a sus lejanos lares, adornados los vestidos de vieiras, conchas viajeras. Allí estuvieron San Francisco de Asís, Santa Isabel de Portugal, San Luis, San Franco de Sena, San Vicente Ferrer…, que como dijo Otero Pedrayo “pasaron por la historia de Santiago en alborada de alondras y campanas”. Y se acerca el gran día de nuestra peregrinación a Santiago de Compostela. ¡Ultreia, Deus adjuvanos! (F. Paredes Rubias, El Pueblo Gallego, 15 de junio de 1948).
El 13 de septiembre de 1949 publica un artículo en el que nos regala una fiel descripción de cómo se vivía la Romería de Nuestra Señora de los Milagros:
“Escribo estas líneas en plena mañana del ocho de septiembre, fiesta principal del Santuario. En la cima del Medo, trono de nuestra Reina. Después de andar los caminos, que arrancan del templo como arterias de vida sobrenatural. En el instante preciso en que da comienzo, en el balcón de la fachada, la misa solemne, la misa grande, el espectáculo más bello del mundo católico. El gran atrio, el mayor de Galicia, y la explanada se hallan llenos de fieles. Multitud inmensa. Diez mil almas. ¿De cuántos pueblos, de qué lejanas comarcas, habrá venido tanta cristiandad? Imposible averiguarlo. Con decir que hay personas de La Coruña y de Vigo, y que, según he oído, hubo el domingo pasado día 4, un millar de coches, creo es decir lo bastante. En la mesa en donde escribo, hay el conocido opúsculo de nuestro malogrado paisano P. Benito Paradela Nóvoa. En él espigo estos hechos. En el año 1852 fue curada maravillosamente por la Virgen, doña Ildefonsa Gutiérrez, de Cacabelos, en el Bierzo; en 1816, don Ramón Pérez de Tejada, en la ciudad de Orense; en 1761, un niño de Rouzós, Amoeiro; en 1792, don Manuel Marcelo Gayón, del Pazo, del Campo de Trasalva, etc. Hállense pues aquí, no solo los hijos de la comarca, de las 25 parroquias con sus 125 pueblecillos que rodean al Medo, sino también gentes de los lugares más distantes de Galicia, y aun de Zamora y Portugal. Empieza el canon de la misa: ese momento siempre nuevo para el pueblo cristiano que asiste a la renovación del sacrosanto drama del Gólgota… Está próxima a su terminación la misa solemne. Salen las insignias, pendones y estandartes para la magna procesión. En el fino raso de seda de un estandarte, leo con emoción estas palabras en letras de oro: “Orense a la Virgen de los Milagros, como tributo de su devoción”. Niñas vestidas de blanco, símbolo del candor y la pureza. Un pueblo, vibrante de entusiasmo, cantando la Salve Regina, la secuencia más bella de los siglos, brotada como un milagro en el X compostelano, aquel siglo desventurado, un poco semejante al nuestro. Ya viene la Virgen, hermosa como la aurora cuando se levanta más resplandeciente que el sol en pleno día en frase del Cantar de los Cantares… Al regreso de la procesión, en el templo, el Rvdo. P. Domeño, Paúl, de la Residencia de Ávila pronuncia breve y elocuente oración sagrada. En su canto a la Virgen, las notas místicas del Santuario ermita primitiva, pastores del Medo, fieles que levantaron el templo, etc. producen gran emoción en los oyentes. La multitud en pie por falta de espacio para poder arrodillarse, recibe la bendición papal. …Las multitudes cunden casi lo mismo que hoy, en los anteriores días de la novena. Reina sí onda alegría, y no falta tampoco el gaitero de afición que, desde el coche o el campo de la fiesta, bajo los añosos robles, desgrama, al aire de la montaña, la típica muiñeira. Las gentes retornan a los lares, llenas de satisfacción y fuertes con la gracia para las batallas del Señor. Oigo a lo lejos una canción, digna de hacerse popular en las tristes circunstancias por que atraviesa nuestro campo, en este mes, en el de las vendimias: A Ti te pedimos con fe y devoción la lluvia del cielo, oh Madre de Dios…” (F. Grande Seara, El Pueblo Gallego, 13 de septiembre de 1949).
Su devoción a la Virgen también se ve reflejada en varios poemas publicados en La Región: Nos Remedios (1935), A Santiña do Cristal (1935) -incluido posteriormente por Fraguas (2004) en su obra “Romerías y Santuarios de Galicia”- y A la imagen de Nuestra Señora de Fátima (1952).
“¡Sobor das tellas da ermida, hay duas pombas pousadas… ¡Baixan as augas do Mino, respetosas e caladas…! Acurrunchadas na aurela, dos verdes agros das Caldas, gardan contentes o gandos duas fermosas rapazas, escoitando, ó son do vento, as doces notas da gaita; é gu’hay festa nos Remedios…”.
(F. Paredes Rubias, Nos Remedios, La Región, 8 de septiembre de 1935)
“No pobo de Vilanova, nobre e distinto lugar, nome de sonada vila en non lonxanas edás, apenas se encobr’a tarde, péchans-as portas do lar, y-a xente vaise, piadosa, car’a ermida do Cristal...”.
(F. Paredes Rubias, A Santiña do Cristal, La Región, 14 de septiembre de 1935).
“Se han prendido en su manto los albores De una aurora infinita de blancura Y, en su rostro, el hechizo de las flores Y un misterio infinito de dulzura…”
(F. Grande Seara, A la imagen de Nuestra Señora de Fátima, 13 de mayo de 1952).
En los numerosos artículos publicados en La Región, don Felisindo aborda gran diversidad de temáticas de tipo religioso, social, político, moral, literario, cultural o turístico (e.g., su viaje en tren a Barcelona para asistir al XXXV Congreso Eucarístico Internacional celebrado en el año 1952), tanto de carácter local, como nacional e internacional. Así, por ejemplo, destacamos sus reflexiones sobre acontecimientos ocurridos en Ourense en esa época, como es el caso del fallecimiento del obispo Francisco Blanco Nájera en 1952:
“Su nombre excelso será recogido por la historia patria, y la ilustre diócesis de Orense anota con amor el nombre de él al lado de los Mariños, Fonsecas, Blancos, Quevedos y Cerviños. Ningún lugar más apropiado para recoger sus gloriosas cenizas que la iglesia del nuevo Seminario” (F. Grande Seara, La Región, 17 de enero de 1952).
“…este gran Seminario de hoy, la obra de Allariz, los colegios de las Cooperadoras, la creación de nuevas parroquias y escuelas, la modernísima reglamentación de las casas rectorales, la reorganización del Fomento de Vocaciones, etc., etc., todo eso se ha hecho en el brevísimo correr de unos años” (F. Grande Seara, La Región, 18 de enero de 1952).
Tres años antes, en 1949, escribía sobre la figura del ourensano Fernando Quiroga Palacios, coincidiendo con su nombramiento como Arzobispo de Santiago de Compostela, por “el cariño y la admiración hacia el gran sacerdote, profesor de mi Seminario durante casi todos los años de mi carrera sacerdotal”:
“…D. Fernando Quiroga Palacios es el llamado por la Providencia para que sea continuador de la historia de esa gran ciudad: el llamado a continuar la mejora del centro religioso, cultural y artístico de Galicia… Orense no puede menos de sentir el gozo y la alegría de una madre, al ver triunfar de ese modo a un hijo tan querido. Se aproxima el momento de expresar nuestro entusiasmo por D. Fernando; por el profesor sabio, ameno y siempre comprensivo para las deficiencias de sus discípulos, por el párroco, catequista y director de tantas almas. Hombre hondamente popular: Dios le había dado admirables dones sobrenaturales y naturales, y él con toda humildad y caridad los ponía siempre al servicio de Dios. La dirección espiritual y la Cátedras de Teología, Filosofía, Lenguas y Literatura del Seminario de San Fernando de Orense guardarán para siempre gratos recuerdos del maestro” (F. Grande Seara, La Región, 20 de noviembre de 1949).
Portada de La Región del 8 de septiembre de 1935
En un artículo de septiembre de 1952, bajo el titular “Un día grande para Orense”, coincidiendo con la visita de Franco a la capital para inaugurar la nueva Estación, don Felisindo reflexionaba sobre el desarrollo económico ourensano:
“Desde la carretera de Santiago, miro un instante la gran estación que va a inaugurarse hoy. Tengo a la derecha los grandes talleres de Peliquín, y a la izquierda la gran estación. Entre esta carretera y la de Vigo, en una explanada de varios kilómetros extiéndense las obras de una de las estaciones mejores de España. Aún más allá de la carretera de Vigo, fuera del recinto amurallado, se alzan elegantes pabellones, habitados ya por obreros de la RENFE. Sigue después el edificio principal; en el laberinto de líneas férreas, aparecen las cuarenta y seis vías, de estas, veintiuna para los distintos servicios de viaje y mercancías, y las restantes para el depósito de sesenta locomotoras; las instalaciones de agua, suficientes para un gasto diario de dos millones de litros; las ochenta y dos agujas de cambio, en fin la gran estación que todos conocemos y admiramos… Frente a nosotros se alzan las hermosas torres de un nuevo seminario; a nuestra derecha se tiende majestuoso un viaducto y a poca distancia tenemos los saltos de Las Conchas, Los Peares, Ribas del Sil, Celeirós, etc… Con este día comienza una nueva etapa económica para nuestra ciudad. Ahora es conveniente que en las llanuras que rodean a la nueva estación sigan apareciendo nuevas fábricas. Conviene que surjan iniciativas de empresas y particulares para dar a nuestra urbe el puesto comercial que le corresponde. He aquí un día grande para Orense” (F. Grande Seara, La Región, 23 de septiembre de 1952).
La obra literaria más conocida de don Felisindo, traspasando las fronteras locales, es la novela “Don Proleterio y Valdomino” publicada en el año 1961 por la editorial local ourensana La Editora Comercial. Todavía hoy, casi sesenta años después, se puede adquirir en varías librerías online. La novela tiene una clara inspiración en la obra “Don Camilo”, del escritor italiano Giovanni Guareschi, coétaneo de don Felisindo. Don Camilo es un cura de pueblo que, durante la posguerra italiana, vive continuos enfrentamientos ideológicos con el alcalde comunista Pepón, de los cuales obviamente sale siempre ganador. Estos personajes serán sustituidos por Don Proleterio, marxista sin oficio ni beneficio entregado a la edición de la revista Amapolas de ideología comunista, y Valdomino, joven estudiante universitario de Filosofía y Letras, formado en colegios religiosos, con gran proyección y que se ve en la necesidad de trabajar para Don Proleterio, colaborando en las tareas editoriales de su órgano propagandístico subversivo. De dos posiciones filosóficas diametralmente opuestas no se puede esperar más que continuas discusiones y enfrentamientos ideológicos.
Portada de Don Proleterio y Valdomino
En síntesis, la novela constituye un alegato contra las desgracias y malevolencias del comunismo. El propio autor comienza afirmando:
“…me he propuesto por objeto material escribir una novela, y por objeto formal, una refutación del marxismo. No habré sido inoportuno, cuando tanto se habla del gran error y tantos pueblos han caído ya o están en peligro de caer bajo el dominio de los que comienzan por negar la existencia de Dios” (Grande Seara, 1961, p. 7).
Y finaliza justificando su publicación:
“…para que el mundo pueda reflexionar sobre lo peligrosas que son la propaganda y las organizaciones del marxismo, y sobre lo necesario que es instaurar y promover la vida cristiana” (Grande Seara, 1961, p. 374).
La novela toma como hilo argumental las actividades subversivas de don Proleterio en el pueblo ficticio de Cuesta Hermosa, quien:
“…llegó a verse en la vanguardia de los intelectuales marxistas por no haber dejado a tiempo la senda que había emprendido en un momento de irreflexión… Cuando era estudiante de ética, pues estudiante había sido y de estudiante no había pasado, comenzó a defender los errores del marxismo… Esta actitud de don Proleterio era más bien efecto de la ignorancia… No le faltaron consejos; mas no quiso abandonar sus teorías, y las defendió tanto que en la Universidad donde estudiaba le tuvieron por loco…” (Grande Seara, 1961, p. 13).
Tuvo que llegar don Proleterio al final de su vida para tomar conciencia de lo errado que estaba y retractarse públicamente, aunque ello no impidiese el triunfo de la revolución marxista, pues la ideología difundida a través de Amapolas había calado en la sociedad. Dejamos al lector, adentrándose en la lectura de la novela, que descubra por sí mismo las consecuencias de la revolución comunista y cómo esta cambia la vida de Valdomino.
Este posicionamiento antimarxista estuvo presente en varios de los artículos publicados en La Región. Así, por el XIV aniversario del asesinato de José Calvo Sotelo, don Felisindo escribía:
“El marxismo internacional, en una de sus revoluciones mejor preparadas, intentó hacerse dueño de la Península Ibérica. Por la providencia de Dios no le fue posible. Desde entonces no ha cesado ni un instante en su ofensiva bárbara, cruel y frenética contra distintos pueblos… Y si alguien no estuviese conforme podríamos acudir a las pruebas, y serían argumentos contundentes, entre otros, los acontecimientos históricos de estos últimos años en Polonia, Estonia, Letonia, Lituania,…” (F. Grande Seara, La Región, 13 de julio de 1950).
Ese mismo año, en el artículo “La gran ingenuidad de los occidentales”, reflexionaba sobre la situación que se estaba viviendo en Corea:
“…No, lo acaecido en Corea no debe sorprender a nadie. Lo que si debiera sorprender a todo hombre de razón es la ingenuidad, la candidez de los antimarxistas aliados. Estos, cual si fueran hombres completamente vulgares, han seguido un sistema en sus actuaciones digno de burla, de mofa, de sarcasmo, si no se tratase de una cuestión decisiva para la humanidad. Solo España, claro ejemplo para las demás naciones, en esta hora crucial del mundo, ha sabido abstenerse de esa camaradería, indigna, del occidente –no sé si en decadencia como dijo Speagler- con el oriente” (F. Seara Grande, La Región, 20 de julio de 1950).
En el año 1956, don Felisindo afirmaba que “…desde su aparición en el mundo, el comunismo, al principio como sistema de doctrina y, desde hace años, como realidad política, viene siendo agresivo para todos: agresivo para con el cielo, pues predica y defiende el ateísmo; agresivo para con los habitantes de una misma nación, toda vez que intenta la destrucción de todo para poder levantar un nuevo Estado, una dictadura sin precedentes; agresivo para con los pueblos no comunistas, pues nunca ha dejado de ser un sistema de proselitismo internacional” (La Región, 1 de febrero de 1956). Ese mismo año, escribiendo sobre la libertad de expresión señalaba que “el comunismo, como el príncipe de las tinieblas, gusta de presentarse en dos formas distintas; hasta no hace mucho era el tigre que, amenazando a toda Europa y aun a todo el orbe, rugía desde la estepa; ahora es la serpiente que quiere lograr sus objetivos mediante sonrisas y ofertas imposibles… Ningún sistema político persigue tanto la libertad la expresión como la persigue el comunismo… el comunismo persigue, sin reparar en medios, a quienes se manifiestan en contra la dictadura comunista” (F. Grande Seara, La Región, 16 de febrero de 1956).
Conclusiones
Descritas las tres dimensiones que hemos abordado de don Felisindo (persona, cura y literato) pensamos que las tres, en su conjunto, le hacen merecedor de ser considerado Vecino Ilustre de Parderrubias. Su dilatada labor pastoral y periodístico-literaria ha tenido siempre presente el nombre de nuestra Parroquia allí en donde la desarrolló. Hoy podemos encontrarnos con un buen número de documentos escritos que dan buena fe de ello; descubrir en ellos el nombre de Felisindo Grande Seara, o de F. Paredes Rubias, llena de satisfacción a todo aquel que se interesa por conocer la historia de Parderrubias.
“¡Divina misión la de hacer que los hombres y los pueblos sean mejores! He aquí la cuestión del mundo”.
(Felisindo Grande Seara, 8 de octubre de 1955).
Referencias
Fraguas, A. (2004). Romerías y santuarios de Galicia. Vigo: Editorial Galaxia.
Grande Seara, F. (1961). Don Proleterio y Valdomino. Orense: La Editora Comercial.
López Fernández, X. (1999). Poesía de Galicia. Poemas á nai. Santiago de Compostela: Difux, S. L.
El período comprendido entre los años 1960 y 1990 se ha caracterizado por continuos e intensos cambios en el seno de la sociedad española, alcanzando su cenit en el paso de la dictadura de casi cuarenta años a la democracia que actualmente disfrutamos. En los años sesenta, el régimen franquista trataba de hacerse un lavado de cara asociado a una evolución positiva de la economía, pero a todas luces insuficiente, pues no existía libertad democrática alguna. En esa década y en los primeros años setenta se experimentó un significativo desarrollo económico en la sociedad española, que dio lugar por primera vez a la existencia de una clase media con cierto poder adquisitivo. El salario medio en España en el año 1975 era de 22.000 pesetas aproximadamente (132 euros), un litro de gasolina costaba 24 pesetas, un periódico ocho y una cerveza diez.
En Galicia, en la década de los sesenta se originó un movimiento obrero que constituiría uno de los elementos más importantes de desgaste del régimen franquista, vinculándose a empresas como Astano, Bazán, Barreras, Vulcano, Endesa o Citroën. En 1968 la Universidad de Santiago de Compostela mantenía una larga huelga exigiendo el final de la dictadura. Una parte del clero comenzaba a cambiar su mentalidad, pues muchos curas iban a estudiar a Roma, trayendo ideas nuevas y aperturistas. Buen ejemplo de este aperturismo fueron los párrocos que pasaron por Parderrubias en esa época (e.g., Don José Manuel Fernández Rúas). No obstante, esta entrada de aire fresco no estuvo exenta de choques frontales con las altas jerarquías eclesiásticas. La polémica creada por el Obispo Temiño Saiz al separar la celebración religiosa de la profana en las festividades de la provincia de Ourense constituye un buen ejemplo de ello.
El 15 de junio de 1977 se celebraban las primeras elecciones generales al Congreso de Diputados desde la época de la República, produciéndose una clara victoria de la Unión de Centro Democrático (UCD) de Adolfo Suárez, cuya descomposición progresiva conducirá a la histórica victoria del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en el año 1982. Los cinco diputados elegidos en Ourense en esas primeras elecciones fueron Pío Cabanillas Gallas, Eulogio Gómez Franqueira, José Antonio Trillo Torres y Estanislao Reverter Sequeiros por UCD, y Miguel Riestra Paris por Alianza Popular (AP). Lo más parecido a unas elecciones que conocían muchos españoles hasta esa fecha eran los simulacros que organizaba el Régimen para elegir Procuradores a Cortes, como el del 10 de octubre de 1967, o las Elecciones Municipales que se celebraban cada tres años (las últimas, el 13 de noviembre de 1973), en las que la democracia brillaba por su ausencia.
El 4 de diciembre de 1977 los gallegos salían a las calles reclamando un estatuto para Galicia. La autonomía que los gallegos habíamos casi acariciado en el año 1936, y que fue truncada por la Guerra Civil, iniciaba al fin su proceso de hacerse realidad. El 18 de abril de 1978 se constituye la Xunta de Galicia, cuyo primer Presidente fue Antonio Rosón Pérez de UCD. El 28 de abril de 1981 nuestro Estatuto aparecía publicado por fin en el Boletín Oficial del Estado y en octubre de ese año se celebraban las primeras elecciones al Parlamento Gallego, con las que llegó Fernández Albor a la Presidencia, al que acabó sustituyendo Fernández Laxe y a este, Fraga Iribarne.
Portada del diario El Pueblo Gallego del 1 de enero de 1960.
Sección Orense del diario El Pueblo Gallego del 30 de diciembre de 1970.
Al tiempo que los devenires sociopolíticos seguían su inapelable curso, la juventud se divertía en los famosos guateques en los que sonaban Los Diablos, Los Sirex o Fórmula V, entre otros, y se escuchaba a Miguel Ríos con su «Vuelvo a Granada» cantando a aquel tren que siempre iba muy despacio, pero con tiempo suficiente para llegar, y en el que dos décadas más tarde (¡quién iba a pensarlo!) me tocaría subir… también para volver, aunque eso sí, menos de lo que uno quisiera. Los nostálgicos también recordarán las fiestas de Ourense del año 1970 cuando los ourensanos abarrotaron el Jardín do Posío para ver a un Julio Iglesias que iniciaba su fulgurante carrera artística. Mientras tanto, Parderrubias seguía su propio rumbo, el de una sociedad rural, en el que las familias luchaban por proporcionar el mejor futuro posible a sus hijos, no importándoles tener que recurrir a la emigración si así lo exigían las necesidades. En los años sesenta y setenta, familias y vecinos de la Parroquia tuvieron que buscar un mejor porvenir en otras provincias (Barcelona, Madrid, Guipúzcoa, Álava, etc.) o en otros países europeos (Suiza, Francia, Luxemburgo, etc.) que disfrutaban de un mayor desarrollo económico.
A partir de la información publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) vamos a tratar de proporcionar unas pinceladas de la realidad social de Parderrubias, mostrando su evolución con datos de los años 1965, 1975 y 1986, relativos a la población incluida en los censos electorales. En el año 1965 estaban censados únicamente los residentes mayores de 21 años, pues la mayoría de edad a los 18 años no entraría en vigor hasta el 17 de noviembre de 1978. En 1975 ya se incluyen residentes de 17 a 20 años. Y, finalmente, en el censo de 1986 aparecen residentes de 16 años de edad en adelante. Analizaremos la evolución de la población incluida en estos censos, las profesiones, el nivel educativo y los apellidos. Todo ello nos dará una imagen del Parderrubias de aquella época. En la siguiente presentación se recogen algunas escenas de esos años en Parderrubias:
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Evolución de la población censada desde 1965 a 1986
En el año 1970, Ourense retrocedía su población a niveles de 1920 (Barreiro Fernández, 1991), por lo que presuponemos que en Parderrubias habrá sucedido algo parecido. Según el censo de población y de viviendas de 1960, publicado por el Instituto Nacional de Estadística, la población de derecho, o residentes, del municipio de A Merca era en ese año de 5.266 personas, pasando a 5.268 en 1970. Si hacemos caso a los censos electorales, en la Parroquia de Parderrubias no se evidencia tal estabilidad en la población, pues del censo del año 1965 con 290 personas, de 21 años de edad o más, pasamos a 289 censadas en 1975, incluyendo a residentes de 18, 19 y 20 años. El descenso será más pronunciado desde 1975 a 1986, al llegar únicamente a 255 censados en este último año, estando también incluidas en esa cifra las personas de 16 y 17 años de edad. Tal como se puede observar en la Figura 1, el descenso se produce básicamente entre la población masculina, no tanto entre la femenina.
Figura 1. Evolución del número de personas censadas en Parderrubias.
Actividad profesional en los años 1965 y 1975
Galicia fue, lo sigue siendo, eminentemente rural. En el año 1960 la población rural de la provincia de Ourense suponía el 86,5% del total (Barreiro Fernández, 1991). Parderrubias constituía un vivo ejemplo de esa realidad. En el año 1965, el 89% de las personas censadas tenían la profesión de labrador. El 11% restante se distribuía entre estudiantes, peones, carpinteros, industriales, sacerdotes y empleados, a los que hay que sumar un camarero, un cartero, un capataz de Obras Públicas, un chófer, un maestro, un músico y un tratante. Diez años después, en 1975, la realidad seguía siendo prácticamente igual, con un 87% de la población dedicada a las labores de labranza, distribuyéndose el 13% restante entre estudiantes, chóferes, pintores, camineros, enfermeras, maestros, a los que se sumaban un albañil, un carpintero, un empleado, un capataz de Obras Públicas y un Funcionario. Podemos apreciar como el oficio de carpintero, que tanto arraigo había tenido a lo largo de la historia de Parderrubias (véase Los carpinteros de Parderrubias), iniciaba su decadencia. En las Figuras 2 y 3 se muestra la distribución de las profesiones existentes en Parderrubias en los años 1965 y 1975, respectivamente.
Figura 2. Distribución de las profesiones en el año 1965.
Figura 3. Distribución de las profesiones en el año 1975.
Evolución del nivel educativo de la población
En 1960 la tasa de analfabetismo en España rondaba el 14% (9% en hombres y 18% en mujeres), descendiendo al 9% en 1970 y al 6% en 1981 (De Gabriel, 1987). En Parderrubias, las tasas se situaban significativamente por debajo de esas cifras, evidenciándose eso sí una gran diferencia entre hombres y mujeres, especialmente en el año 1965, en el que nos encontramos con un 19,23% de mujeres que no sabían leer ni escribir por solo un 1,49% de hombres (Figuras 4 y 5). Tal como ya afirmamos en otra ocasión (véase Parderrubias rinde homenaje a Don Isolino Camba Casas, «O Señor Maestro»), la labor del maestro don Isolino Camba Casas tuvo mucho que ver con este hecho. La razón de que Parderrubias se situase en esa época cinco puntos por debajo de la media nacional en analfabetismo se lo debemos en gran medida a don Isolino (el lector interesado en su figura puede consultar Don Isolino Camba Casas (1913-2001)).
Figura 4. Evolución del porcentaje de analfabetismo por sexo.
Figura 5. Evolución de la tasa de analfabetismo en Parderrubias y en España.
Tal como se puede observar en la Figura 6, en el año 1986 únicamente aparecen censadas en Parderrubias tres personas que no sabían leer ni escribir (es decir, un 1% de la población), aunque una gran mayoría de la misma (76%), aun estando alfabetizada, carecía de estudios. El 11% tenía estudios primarios, el 5% estudios secundarios y un 7% estudios universitarios (en su mayoría estudios de Magisterio). En España, en los años sesenta el porcentaje de hijos de agricultores que llegaban a cursar estudios superiores rondaba el 5% (algunas estadísticas lo sitúan en un 0,2%). Sin embargo, un 32% de los alumnos que pasaron por las aulas de la Escuela de Parderrubias entre los años cincuenta y ochenta terminaron cursando estudios superiores. En una sociedad eminentemente rural, como lo era la de Parderrubias en esa época, el hecho de que uno de cada tres estudiantes alcanzase el nivel educativo más alto es algo a destacar.
Figura 6. Distribución de los niveles educativos en el año 1986.
Evolución de apellidos: 1965, 1975 y 1986
Establecer el número de apellidos en la dilatada historia de Parderrubias es una tarea probablemente imposible. El lector puede encontrar un listado incompleto de ellos en Onomástica: nombres, apellidos y familias. Si nos basamos en los censos electorales de 1965, 1975 y 1986 encontramos 29 primeros apellidos que están presentes a lo largo de esas tres décadas. Son, por orden alfabético, Atrio, Camba, Canal, Casas, Conde, Delgado, Díaz, Fernández, Freire, Garrido, González, Grande, Gulín, Iglesias, Justo, Lorenzo, Martínez, Outumuro, Pascual, Pazos, Pérez, Quintas, Rodríguez, Sampedro, Seara, Sierra, Suárez, Sueiro y Vieira.
Si observamos la Figura 7, que recoge la evolución temporal de esos primeros apellidos, podemos extraer algunas conclusiones. Lo primero que llama la atención son los cuatro apellidos más frecuentes: Grande, Outumuro, Seara y Fernández; a estos siguen, por este orden, Lorenzo, Sierra, Rodríguez, González y Garrido. La segunda cuestión relevante es que la evolución a lo largo de esos treinta años difiere significativamente de unos a otros. El apellido Outumuro no solo destaca por el número de personas que lo llevan, sino también por ser el único (junto con Atrio) que experimenta un incremento década tras década: 35 en 1965, 39 en 1975 y 45 en 1986. El resto de apellidos, como consecuencia del descenso demográfico progresivo que padece Parderrubias, sufren una involución, destacando por orden de la magnitud del retroceso (entre nueve y seis personas) cinco de ellos: Fernández, Seara, Sierra, Grande y Pazos.
Figura 7. Evolución del primer apellido a través de los censos de los años 1965, 1975 y 1986.
La mayoría de estos apellidos forman parte de la historia de Parderrubias y su documentación se remonta a los primeros registros parroquiales del siglo XVI, aunque cabe pensar que sus orígenes se sitúen mucho más atrás, concretamente en los siglos XI-XII cuando se empieza a extender el uso de los apellidos en España. En unos casos, se trata de apellidos patronímicos, pues surgen de añadir al nombre del padre el sufijo “ez” (e.g., Fernández, de Fernando; González, de Gonzalo; Martínez, de Martín; o Rodríguez, de Rodrigo). En otros casos, son apellidos toponímicos (e.g., de la Iglesia, de Outumuro, da Seara, da Serra, etc., en los que con el paso del tiempo desaparece la “de” para convertirse en Iglesias, Outumuro, Seara o Sierra). Un ejemplo es el apellido Outumuro, que ya aparece en el registro de una boda celebrada en Parderrubias en el año 1566:
“Año 1566. Domingo treze de enero case a Alonso Ferro vecino de Gimzo con Ynes Doytomuro, hija de Margarida Doytomuro vecina de Santa Olaya de Parderrubias”.
Otro ejemplo es el apellido Sierra, que podemos encontrar con fecha de 19 de diciembre de 1732 en los libros parroquiales de Parderrubias, en referencia a Francisco da Sierra (mi sexta generación de abuelos) y a su hijo Antonio (quinta generación de mis abuelos).
“En diez y nueve de diciembre de mil setecientos treinta y dos falleció de esta presente vida Cecilia de Outumuro viuda de Francisco da Sierra, recibió todos los Santos Sacramentos y dejó dicho le ofrecieran por su alma cincuenta misas inclusas las Cantadas de sus tres actos y la limosna acostumbrada, y por su cumplidor dejó a su hijo Antonio da Sierra. Y se le dio sepultura al otro día de su fallecimiento en la Parroquia de Santa Eulalia de Parderrubias, de donde era feligresa”.
Conclusiones
Este breve análisis realizado de la población, las actividades profesionales, el nivel educativo y los apellidos de Parderrubias a lo largo de los años 60, 70 y 80 permite hacernos una pequeña idea de aquel pueblo que nos vio nacer, crecer y madurar en una época en la que nos creímos que “no se podía separar la paz de la libertad, porque nadie puede estar en paz, a no ser que tenga libertad”.
Referencias
Barreiro Fernández, X. R. (1991). La sociedad gallega contemporánea. Tradición y modernidad (Vol. 5). En F. Rodriguez Iglesias (Ed.), Galicia Historia. A Coruña: Hércules de Ediciones.
De Gabriel, N. (1987). Alfabetización, semialfabetización y analfabetismo en España (1860-1991). Revista Complutenses de Educación, 8, 199-231.
Nota: el autor muestra su agradecimiento a José Luis Camba Seara por la información proporcionada para la elaboración de este artículo.
Si por algo se caracterizaron, a nivel mundial, los años sesenta y setenta fue por los grandes movimientos sociales. La Guerra Fría llegaba a su punto álgido, Estados Unidos se desangraba con la Guerra de Vietnam y en América Latina surgían movimientos revolucionarios. Los jóvenes reaccionaban contra el sistema establecido protagonizando el Mayo Francés, la Primavera de Praga, el Movimiento Hippie, la Revolución de los Claveles o el Movimiento por los Derechos civiles para los Afroamericanos en Estados Unidos. El pacifismo, el ecologismo y el feminismo empezaban a abrirse hueco en la sociedad. En España, a pesar de que el desarrollo económico experimentado durante esos años había dado lugar, por primera vez, a una clase media, las libertades individuales y políticas seguían estando muy limitadas. Como consecuencia, las protestas de obreros y estudiantes contra la dictadura se convirtieron en imagen habitual de nuestro país en esa época. Eran tiempos que fueron testigos de la emigración de los pueblos a las grandes ciudades, especialmente de Cataluña y del País Vasco, así como a Europa Occidental (Francia, Bélgica, Holanda, Alemania, etc.). Esta sangría poblacional no fue ajena a Parderrubias. Y, por fin, la década de los 70 trajo la muerte del Dictador, la llegada de la Democracia y la entrada de España en una nueva época. En 1964 Bob Dylan, a los acordes de su guitarra y su armónica, cantaba al mundo:
“…que el orden se está desvaneciendo rápidamente y el primero ahora más tarde será el último porque los tiempos están cambiando” (The Times They Are A Changin’).
Estos aires de modernidad que llegaron a Parderrubias en esa época se hacen realidad en el hecho de que la generación de los 60 es la primera en la Parroquia que disfrutó de la electricidad desde el mismo día de nacer. Recordemos que la electrificación del pueblo terminó a finales del año 1957. En ese tiempo también tiene lugar un hecho que cambiará la fisionomía de la Parroquia. El Boletín Oficial del Estado publica el 19 de agosto de 1974 el Decreto 2318/1974 por el que se declara de utilidad pública la concentración parcelaria de la zona de Parderrubias. Se iniciaba así un largo proceso, no exento de complicaciones, que finalizaría ocho años después y que supondría una significativa mejora del estilo de vida de los vecinos. Es ésta también la época en la que empiezan a llegar los coches utilitarios a Parderrubias: el Seat 600, que se adjudicaba tras la espera de varios meses o años, incluso anticipando el dinero, unas 70.000 pesetas; el Seat 850, con mayor comodidad que el 600 y que costaba 80.000 pesetas; el Renault 4; el Seat 124, un coche ya para viajes largos, y el Seat 1430, con mayor potencia; y ya años más tarde, el Seat 127, el Renault 5 y el Renault 8, sin olvidarnos del Mini.
Renault 8 en la década de los 70 en Parderrubias
La bonanza económica experimentada en los años sesenta junto con la mejoría de las condiciones sanitarias, que redujo de manera drástica la tasa de mortalidad infantil, condujo al fenómeno baby boom en España. En el caso de Parderrubias, mientras en el periodo 1940-1959 habían fallecido 14 recién nacidos, únicamente lo hacen dos entre 1960 y 1979. Otro indicador del desarrollo socioeconómico de la época en Parderrubias podría ser el número de bodas celebradas. Mientras en las dos décadas anteriores se habían celebrado 46 bodas, entre 1960 y 1979 se llegaron a oficiar 62 casamientos, de los cuales solamente el 35% se produjeron entre personas de la propia Parroquia, lo que pone de manifiesto el aperturismo que se estaba experimentando. La tendencia en el número de bodas a lo largo de este periodo fue prácticamente plana con dos picos en 1966 y 1971, respectivamente. Véase el Gráfico 1.
Gráfico 1
Boda celebrada en Parderrubias en el año 1965
En el periodo 1960-1979 nacieron en la Parroquia de Parderrubias 103 niños (56% varones y 44% mujeres), frente a los 157 que habían nacido durante el periodo 1940-1959; es decir, un promedio de 5,15 nacimientos por año frente al 7,85 de las dos décadas anteriores. La evolución a lo largo de estos 20 años (1960-1979) marcó una tendencia plana en el caso de las mujeres, mientras que en los hombres fue ligeramente ascendente (véase el Gráfico 2). Si atendemos a la distribución por núcleos poblacionales, apreciamos que entre O Outeiro y Barrio suman el 58% de los nacimientos, siendo muy significativa la caída que experimentó A Iglesia con respecto a las décadas anteriores, pasando de un 24% a un 8% del total de la Parroquia. Posibles explicaciones a este hecho podemos encontrarlas en el trasvase poblacional de A Iglesia a otros núcleos (A Carretera, por ejemplo) o en el mayor castigo que haya podido recibir de parte de la emigración. Cabe señalar que a inicios de la década de los 70 se produjo la expansión urbanística de A Carretera.
Gráfico 2
Gráfico 3
A tenor de estos datos relativos al número de nacimientos, la pregunta que nos planteamos es si existió en Parderrubias un fenómeno baby boom similar al ocurrido en España entre 1960 y 1974. Obviamente, responder a esta cuestión no es tarea fácil, pues a la par de analizar el número de nacimientos habría que considerar el fenómeno de la emigración que sacudió a Parderrubias en la década de los años 60 y 70. En 1977 la Parroquia de Parderrubias contaba con 250 habitantes (76 familias) distribuidos de la siguiente manera: 73 en Barrio, 65 en A Iglesia/Valdemouro, 42 en O Outeiro, 36 en A Carretera y 34 en Nigueiroá/Campinas (Fuente: Registro de la Visita Pastoral a la Parroquia del 15 de marzo de 1977). Aparte de la emigración al País Vasco y Cataluña, y a Europa Occidental, el hecho de que naciesen menos personas de las que fallecían estaba dando lugar al inicio del proceso de despoblamiento que todavía Parderrubias padece en la actualidad. Entre el 13 de septiembre de 1970 y el 15 de marzo de 1977 se produjeron en la Parroquia 31 nacimientos frente a 34 defunciones. El problema de natalidad era ya un hecho evidente, aunque muy lejos todavía de la magnitud actual. De hecho, de 1977 a 1982 se llega producir un incremento poblacional, pasando de 250 a 275 vecinos, con la presencia de dos nuevas familias (Fuente: Registro de la Visita Pastoral a la Parroquia del 5 de marzo de 1982).
Si examinamos con cierto detalle el Gráfico 4, que muestra la evolución del número de nacimientos desde el año 1931 hasta 1979, apreciamos que la tendencia es claramente descendente. Si fijamos el foco de atención en el período 1960-1974, observamos que salvo en el año 1967, no se produce en absoluto esa explosión de natalidad que los demógrafos sitúan durante esa época en España. El número de nacimientos de ese período en Parderrubias está muy lejos del contabilizado entre los años 1939 y 1949, dato éste muy llamativo pues se sitúa justo al final de la Guerra Civil, produciéndose de esta manera el efecto contrario al experimentado habitualmente por poblaciones víctimas de guerras. El promedio anual de nacimientos del período 1939-1949 fue de 10,91 frente al 4,81 del de 1960-1974. Si comparamos la década de los 50 (1950-1959) con la de los 60 (1960-1969) observamos que el promedio anual de nacimientos desciende ligeramente, pasando de 4,78 a 4,50, recuperándose en la de los 70 (1970-79) al llegar a 5,8 nacimientos por año. Mención aparte merece el año 1967, el cual sí podría ser considerado como un exponente del baby boom, produciéndose 12 nacimientos e igualando de este modo los del año 1948. Esta cifra está directamente asociada a la del número de matrimonios celebrados el año anterior, siete, que supone la cifra más elevada de este ciclo.
Gráfico 4
Los que hemos nacido en aquella época, impregnada de profundos cambios, y que hoy observamos el mundo desde la perspectiva que nos da la madurez propia de la edad, cuando echamos la vista atrás nos damos cuenta de que muchas de las utopías de esos años, hoy siguen siendo eso, utopías.
“Si algo enseñan los años es la poca importancia que tiene todo. Todo, tarde o temprano, pasa… La vaga juventud, con sus sueños, sus grandes esperanzas” (Nada importa nada de Javier Salvago, 1997).
Continuando con la línea editorial centrada en los oficios tradicionales de Parderrubias, que hemos iniciado con las tejedoras [https://aparroquiadeparderrubias.wordpress.com/2016/01/09/e18-las-tejedoras-de-parderrubias-por-avelino-sierra-fernandez/], Avelino Sierra Fernández nos aproxima en esta ocasión al oficio de carpintero, el cual tuvo y tiene tanto arraigo en nuestra Parroquia. Partiendo de la premisa de que carpintero es el que trabaja la madera, sus diferentes especialidades (ebanistas, armadores, «fragueiros«, «cubeiros«, «chanqueiros«, etc.) requerían habilidades muy diferentes. De forma rigurosa, este artículo hace un recorrido desde el siglo XVIII, época en la que ya se documenta la labor de los carpinteros en nuestro pueblo, hasta la fecha de hoy.
Gracias, Avelino, por acercarnos de manera sobresaliente a la tradición de este oficio en Parderrubias.
Juan Carlos Sierra Freire
Notas. (1) Este artículo aparece publicado en su versión original en gallego y justo a continuación el lector encontrará una versión en castellano. (2) Los objetos que aparecen fotografiados en este artículo pertenecen a la colección privada de Avelino Sierra Fernández.
Os carpinteiros de Parderrubias. Por Avelino Sierra Fernández
Na historia de Parderrubias, salientan Clérigos e Mestres, algunhos xa tratados neste Blog, que coa súa entrega e xenerosidade deixaron imborrable impronta na formación das xeracións desta parroquia. Houbo tamén outros profesionais, como tecedeiras, tamén tratadas, e costureiras, ferreiros, canteiros, etc., que seguramente algún día serán asimesmo traídos a estas páxinas pola súa senlleira aportación á mellora das condicións de vida dos seus coetáneos. Pero nesta ocasión, queremos ocuparnos dun gremio de artesáns que co seu traballo, moitas veces desinteresado, quizabes foran quen máis contribuíran á mellora-la particular vida material dos veciños ao longo da historia. Referímonos aos carpinteiros.
Debido á abundancia de madeira en toda a zona, e á súa utilización como un dos primeiros materiais en estado natural para fabrica-los útiles necesarios para o desenrolo humano, que ían dende o berce ata o ataúde, o oficio de carpinteiro era, despois do agrogandeiro e tecedeiro, o máis estendido en toda a municipalidade. No ano 1750, exercían este oficio nas terras que actualmente constitúen o Concello da Merca, 13 artesáns, un deles, polo menos, en Parderrubias. Todos traballaban por un xornal de catro reais ao día a secas, ou dous a mantidas. O seu traballo ía dende tronza-las toradas no monte e saca-las táboas coa serra de aire, ao artellamento de apeiros e trebellos (carros, arados, anciños…), útiles domésticos (arcas, maseiras, cubas…), mobles (escanos, leitos, alacenas…) ou portas, xanelas, armazón dos teitos, etc. Hai que dicir que daquela, as casas eran case todas terreas, é dicir, dunha soa planta, distribuída en espazos adicados a cortes, lareira e leitos, separados por estacas e táboas, ou raramente con sobrado nunha segunda planta, sobre piso tamén de madeira e tabiques de táboas verticais. As portas e fiestras eran de táboas perpendiculares, con travesas horizontais, xirando por medio de couzóns ou guiceiros, cerradas con pancas ou pechos e aseguradas con trancas, todo ilo de madeira.
Logo, transcorren tempos escuros na historia de Parderrubias, dos que carecemos de novas sobre esta actividade, ata chegadas épocas posteriores. A comezos do século pasado, foron asentados na Manchica, que entón pertencía a Parderrubias, os serradoiros a vapor, do Baldovino, onde hoxe está a cerámica, e os dos irmáns Manuel, José e Modesto Garrido, un pouco máis abaixo. Esta industrialización da madeira veu a redimir aos serranchíns, da esgotadora tarefa de sacar á man as táboas e pontóns das toradas, valéndose dunha extenuante serra de aire de dous metros e medio de longa, manexada por dous homes. Polas mesmas datas, creáronse tamén na Manchica os obradoiros de imaxinería relixiosa dos propios irmáns Garrido (coñecidos dende entón como Os Escultores), e os de Eliseo Garrido, seu irmán, situados entre A Manchica e Parderrubias. Obradoiros que pola súa relevancia e o seu cuño empresarial, merecen estudo aparte. Da mesma andaina, eran os carpinteiros artesáns, Avelino Martínez na Manchica, Hixinio Grande na Aldea, Manuel Grande no Valdemouro, Felipe Garrido e Paulino Sierra, na Carretera, e Modesto González en Nigueiroá.
O señor Avelino (así era coñecido) traballou durante 25 anos nos obradoiros dos Escultores (1918-1943). Tras independizarse, seguiu adicado á escultura pola súa conta, tallando, modelando, decorando e restaurando arte sacro. Obras súas son, ducias de imaxes, viacrucis, altares e dourados de retábulos de igrexas nas provincias de Ourense e Pontevedra, pero entre as últimas, están a imaxe da Virxe de Lourdes que preside o altar maior da Manchica, así como as 14 estacións do Viacrucis, os confesionarios e outros decorados da mesma igrexa, obras todas elas talladas, pintadas e doadas gratuitamente por el.
O Señor Hixinio estaba considerado como Mestre Carpinteiro entendido en tódalas especialidades e aplicacións da madeira. Un profesional coñecido, recoñecido e apreciado en toda a bisbarra, onde era solicitado para aqueles traballos máis técnicos, de grande envergadura e maior responsabilidade.
Manuel Grande era o único carpinteiro de Parderrubias adicado a unha soa especialidade de carpintería, a de toneleiro. Experto en armar, pero sobre todo reparar e restaurar todo tipo de cubas, barrís, tonéis, pipotes, etc., acudía solícito a cantas adegas o necesitaran, ben pertrechado das súas especiais ferramentas de cubeiro, como eran as aixolas curvas, cepillos de volta, xabreadores, chazos e martelos alcotana.
Cónstanos que, xa a mediados do século XVIII, Parderrubias era a parroquia máis vitícola de todo o Concello da Merca. Concretamente, no ano 1752, satisfacía 16 moios de viño á igrexa de Santa Olaia, en concepto de Dezmos, o que supón, polo menos, unha producción de 23.616 litros anuais. Isto significa que as cubas, únicas presexas de almacenamento do viño para o consumo anual, tiñan que ser usuais en tódalas casas, así que tamén a Manuel Grande precedéronlle outros toneleiros en Parderrubias. Ben é verdade que, dito sexa de paso, inda que o viño abundaba, este non era de grande calidade, tal como certifica Sebastián Miñano no ano 1826 ao afirmar que “Parderrubias produce vino de inferior calidad”, cuestión que corrobora Pascual Madoz vinte anos despois, ratificando que unha das principais produccións de Parderrubias era “vino inferior”.
O tío Paulino, como cariñosamente era coñecido, home creativo e mañoso, traballou tamén durante os seus anos mozos nos obradoiros dos Escultores, pero finalmente adicouse a outras ocupacións industriais, sen deixar de tallar e armar roupeiros, cómodas ou leitos no seu obradoiro particular. El facía, sempre de balde, as maletas de madeira para os mozos de Parderrubias que ían a cumplir o servicio militar.
O tío Felipe era o carpinteiro ebanista máis inxeñoso e habelencioso coñecido en toda a contorna. Home de pouco traballo, pero de senlleira e abraiante realización. De neno, oín dicir del (supoño que sarcásticamente) que era quen de facer cofres para gardar tesouros, tan seguros que unha vez pechados coa chave por fóra, só se podían abrir secretamente por dentro (¿?). En todo caso, a súa maña quedou manifesta nunha chea de inxeños que, aínda sen chega-la electricidade, funcionaban automáticamente, como era o caso dun barril de viño que, segundo o seu antollo, manipulando unha pequena panca a distancia, desprazábase el só por un raíl dende a adega ata o obradoiro onde traballaba e, unha vez servido o seu vaso de viño, o barril tornaba el soíño á adega polo mesmo carril. Isto, segundo contaba a xente.
O tío Modesto de Nigueiroá, era un ebanista arteiro, mañoso e curioso coma poucos, que traballaba a madeira de castiñeiro como naide. Os últimos anos adicouse á especialidade de fragueiro, armando carros para toda a contorna, no seu obradoiro de As Campinas.
A estes seis Mestres artesáns, sucedéronlle cinco dignos e salientables discípulos do Sr. Hixinio, como foron os irmáns Benito, Hermenegildo e Manolo Outomuro, e os seus curmáns Julio e José Seara, todos veciños da Aldea. Deles pódese dicir que eran verdadeiros “milmañas”, que o mesmo amoblaban unha casa nova con madeiras nobres, que botaban un remendo nunha palleira, ou amañaban o chedeiro dun carro. Para eles, ningunha especialidade de carpinteiro, ebanista, fragueiro, toneleiro, etc. lles era allea. Sempre facendosos e xenerosos, nunca rexeitaron arranxarlle, de xeito desinteresado, calquera pequeno problema surxido a un veciño. Aínda que pasaban a maior parte do tempo nas obras, dispuñan de obradoiro nas súas casas, onde abundaban os apeiros e ferramentas, iso sí, sempre ben afiadas, lizadas, ordenadas e coidadas como ouro en pano.
Sendo tan numerosas e variadas as ferramentas utilizadas por este gremio de carpinteiros de Parderrubias, máis que relacionalas polo seu nome, coidamos que é preferible mostra-la súa imaxe nunha colección ordenada, segundo as funcións de serrar, tradear, labrar, cepillar, cravar, etc. de cada unha.
A tradición da carpintería continúa en Parderrubias con versados profesionais da madeira e obradoiros de carácter industrial, dotados das tecnoloxías máis vanguardistas, pero non debemos esquecer que as súas raíces están na aixola e no berbequí dos protagonistas desta crónica, escrita coa única intencíon de traelos á memoria colectiva das actuais e futuras xeracións.
VERSIÓN EN CASTELLANO
Nota. Este artículo aparece publicado más arriba en su versión original en gallego
Los carpinteros de Parderrubias. Por Avelino Sierra Fernández
En la historia de Parderrubias destacan Clérigos y Maestros, algunos ya tratados en este Blog, que con su entrega y generosidad dejaron imborrable impronta en la formación de las generaciones de esta Parroquia. Hubo también otros profesionales, como tejedoras, también tratadas, y costureras, herreros, canteros, etc., que seguramente algún día serán asimismo traídos a estas páginas por su singular aportación a la mejora de las condiciones de vida de sus coetáneos. Pero en esta ocasión, queremos ocuparnos de un gremio de artesanos que con su trabajo, muchas veces desinteresado, quizás fueran quienes más contribuyeran a mejorar la particular vida material de los vecinos a lo largo de la historia. Nos referimos a los carpinteros.
Debido a la abundancia de madera en toda la zona, y a su utilización como uno de los primeros materiales en estado natural para fabricar los útiles necesarios para el desarrollo humano, que iban desde la cuna hasta el ataúd, el oficio de carpintero era, después del agroganadero y tejedor, el más corriente en toda la municipalidad. En el año 1750, ejercían este oficio en las tierras que actualmente constituyen el Ayuntamiento de La Merca, 13 artesanos, uno de ellos, por lo menos, en Parderrubias. Todos trabajaban por un jornal de cuatro reales al día, a secas, o dos y mantenidos. Su trabajo iba desde cortar los troncos de los árboles en el monte y hacer las tablas con la sierra de aire, a la elaboración de aperos y aparejos (carros, arados, rastrillos…), útiles domésticos (arcas, artesas, cubas…), muebles (bancos, camas, armarios…) o puertas, ventanas, armazón de tejados, etc. Hay que decir que entonces, las casas eran casi todas terrenas, es decir, de una sola planta distribuída en espacios dedicados a cuadras, cocina y dormitorios, separados por estacas y tablas, o excepcionalmente con un sobrado en una segunda planta, sobre piso también de madera y tabiques de tablas verticales. Las puertas y ventanas eran de tablas perpendiculares con traviesas horizontales, girando por medio de quicios, cerradas con pestillos o pasadores y aseguradas con trancas, todo ello de madera.
Luego transcurren tiempos oscuros en la historia de Parderrubias, de los que carecemos de noticias sobre esta actividad, hasta la llegada de épocas posteriores. A principios del siglo pasado fueron asentados en A Manchica, que entonces pertenecía a Parderrubias, los aserraderos a vapor de Baldovino, en donde hoy está la cerámica, y los de los hermanos Manuel, José y Modesto Garrido, un poco más abajo. Esta industrialización de la madera vino a redimir a los serranchines, de la agotadora tarea de sacar a mano las tablas y pontones de los troncos de los árboles, valiéndose de una extenuante sierra de aire de dos metros y medio de largo, manejada por dos hombres. Por las mismas fechas, se crearon también en A Manchica los talleres de imaginería religiosa de los propios hermanos Garrido (conocidos desde entonces como Os Escultores) y los de Eliseo Garrido, su hermano, situados entre A Manchica y Parderrubias. Talleres que por su relevancia y su cuño empresarial merecen estudio aparte. De la misma época, eran los carpinteros artesanos Avelino Martínez, en A Manchica, Higinio Grande en A Aldea, Manuel Grande en Valdemouro, Felipe Garrido y Paulino Sierra, en A Carretera, y Modesto González en Nigueiroá.
El Señor Avelino (así era conocido) trabajó durante 25 años en los talleres de Os Escultores (1918-1943). Tras independizarse, siguió dedicado a la escultura por su cuenta, tallando, modelando, decorando y restaurando arte sacro. Obras suyas son docenas de imágenes, viacrucis, altares y dorados de retablos de iglesias en las provincias de Orense y Pontevedra, pero entre las últimas, están la imagen de la Virgen de Lourdes que preside el altar mayor de A Manchica, así como las 14 estaciones del Viacrucis, los confesionarios y otros decorados de la misma iglesia, obras todas ellas talladas, pintadas y donadas gratuitamente por él.
El Señor Higinio estaba considerado como Maestro Carpintero entendido en todas las especialidades y aplicaciones de la madera. Un profesional conocido, reconocido y apreciado en toda la comarca, donde era solicitado para aquellos trabajos más técnicos, de gran envergadura y mayor responsabilidad.
Manuel Grande era el único carpintero de Parderrubias dedicado a una sola especialidad de la carpintería, la de tonelero. Experto en armar, pero sobre todo reparar y restaurar todo tipo de cubas, barriles, toneles, pipotes, etc., acudía solícito a cualquier bodega donde lo necesitaran, bien pertrechado de sus especiales herramientas de cubero, como eran las azuelas curvas, cepillos de vuelta, “xabreadores”, “chazos” y martillos “alcotana”.
Nos consta que, ya a mediados del siglo XVIII, Parderrubias era la parroquia más vitivinícola de todo el Municipio de A Merca. Concretamente, en el año 1752, satisfacía 16 moyos de vino a la Iglesia de Santa Eulalia, en concepto de Diezmos, lo que supone una producción, al menos, de 23.616 litros anuales. Esto significa que las cubas, únicos recipientes de almacenamiento del vino para el consumo anual, tenían que ser usuales en todas las casas, así que también a Manuel Grande le han precedido otros toneleros en Parderrubias. Bien es verdad que, dicho sea de paso, aunque el vino abundaba, éste no era de gran calidad, tal como certifica Sebastián Miñano en el año 1826 al afirmar que “Parderrubias produce vino de inferior calidad”, cuestión que corrobora Pascual Madoz veinte años después, ratificando que una de las principales producciones de Parderrubias era “vino inferior”.
El tío Paulino, como cariñosame era conocido, hombre creativo y mañoso, trabajó también durante sus años mozos en los talleres de Os Escultores, pero finalmente se dedicó a otras ocupaciones industriales, sin dejar de tallar y armar roperos, cómodas o camas en su taller particular. El hacía, siempre gratis, las maletas de madera para los mozos de Parderrubias que iban a cumplir el servicio militar.
El tío Felipe era el carpintero ebanista más ingenioso y habilidoso conocido en todo el contorno. Hombre de poco trabajo, pero de singular y asombrosa realización. De niño, oí decir (supongo que sarcásticamente) que era capaz de hacer cofres para guardar tesoros, tan seguros que una vez cerrados con llave por fuera, sólo se podían abrir secretamente por dentro (¿?). En todo caso, su maña quedó patente en cantidad de ingenios que, aún sin llegar la electricidad, funcionaban automáticamente, como era el caso de un barril de vino que, a su antojo, manipulando una pequeña palanca a distancia, se desplazaba el solo por un raíl desde la bodega hasta el taller donde trabajaba y, una vez servido su vaso de vino, el barril regresaba solito a la bodega por el mismo carril. Esto, según contaba la gente.
El tío Modesto de Nigueiroá era un ebanista artero, mañoso y curioso como pocos, que trabajaba la madera de castaño como nadie. En los últimos años se dedicó a la especialidad de “fragueiro”, armando carros para todo el contorno, en su taller de As Campinas.
A estos seis Maestros artesanos, les sucedieron cinco dignos y destacados discípulos de Señor Higinio, como fueron los hermanos Benito, Hermenegildo y Manolo Outumuro, y sus primos Julio y José Seara, todos vecinos de A Aldea. De ellos se puede decir que eran verdaderos “milmañas”, que igual amueblaban una casa nueva con maderas nobles, que echaban un remiendo en un pajar o componían el lecho de un carro. Para ellos, ninguna especialidad de carpintero, ebanista, “fragueiro”, tonelero, etc. les era ajena. Siempre diligentes y generosos, nunca rehusaron arreglarle, de forma desinteresada, cualquier pequeño problema surgido a un vecino. Aunque pasaban la mayor parte del tiempo en las obras, disponían de taller en sus casas, donde abundaban los aperos y herramientas, eso sí, siempre bien afiladas, lizadas, ordenadas y cuidadas como oro en paño.
Siendo tan numerosas y variadas las herramientas utilizadas por este gremio de carpinteros de Parderrubias, más que relacionarlas por su nombre, pensamos que es preferible mostrar su imagen en una colección ordenada según las funciones de serrar, tradear, labrar, cepillar, clavar, etc. de cada una.
La tradición de la carpintería continúa en Parderrubias con versados profesionales de la madera y talleres de carácter industrial, dotados de las tecnologías más vanguardistas, pero no debemos olvidar que sus raíces están en la azuela y en el berbiquí de los protagonistas de esta crónica, escrita con la única intención de traerlos a la memoria colectiva de las actuales y futuras generaciones.
Como es conocido, en este año 2016 se conmemora el 50 aniversario de la fundación del Teleclub de Parderrubias. En un artículo publicado en el mes de diciembre de 2015 hicimos un primer análisis de la función que este local social tuvo en la sociedad de Parderrubias durante los años 60 y 70, análisis enriquecido con una entrevista realizada en 1970 a Don Isolino Camba Casas (https://aparroquiadeparderrubias.wordpress.com/2015/12/08/e16-se-cumplen-50-anos-de-la-fundacion-del-teleclub-de-parderrubias/). En este nuevo artículo sobre esta temática, José Luis Camba Seara lleva a cabo una descripción histórica de su fundación y de sus primeras actividades, avalada por documentos redactados por los propios protagonistas principales de esa época. Entendemos que es el complemento necesario al artículo publicado con anterioridad.
Quiero agradecer a José Luis esta excelente y necesaria colaboración con el Blog aportando datos y documentos que forman parte de la historia reciente de nuestro pueblo, permitiéndonos salvaguardarlos y difundirlos. Gracias.
Juan Carlos Sierra Freire
Nota. Este artículo aparece publicado en su versión original en gallego y justo a continuación el lector encontrará una versión en castellano.
1966-2016: cúmprense 50 anos da creación do Teleclub de Parderrubias. Por José Luis Camba Seara
A petición de Juan Carlos Sierra, que escribiu o anterior artigo sobre este tema, e para completar o mesmo, vou lembrar algúns datos máis da creación e funcionamento nos seus primeiros anos do Teleclub de Parderrubias, dos que gardo algunha documentación.
Os primeiros anos do Teleclub
Ainda que a Acta de creación do Teleclub é de 20 de abril de 1966, como consta na copia de documento adxunto, a súa actividade real como tal comeza a finais de 1967 cando queda rematado o “Salón Parroquial” construído para a Parroquia e que foi cedido para o seu uso como sede local do mesmo. Este local construíuse en terreos da Casa Parroquial para o que foi necesario o derrubamento dunha parte da mesma así como do muro que a protexía. Lembrar tamen que dentro do recinto desa casa había un patio onde se atopaba un forno no que ate ben entrado o século pasado se facía o pan de boa parte do pobo da Igrexa e sobre cuxa actividade tamén haberá que escribir algún día.
Na data sinalada constitúese a primeira Xunta Organizadora Provisional para a creación do Teleclub que estaba formada por Don Manuel Fernández Rúas (Párroco de Parderrubias) como Presidente, Don Isolino Camba Casas (Mestre) como Vicepresidente, Don Benigno Seara como Secretario-Monitor, D. Laurentino Outomuro Outomuro como Tesoureiro e os seguintes vocais: Don Eladio Grande Garrido, Don Alejandro Justo Sampedro, Don Jesús Fernández Fernández e Don Valentín Seara Prieto (Documento 1).
Documento 1. Acta de constitución do Teleclub
Daquela unha das primeiras funcións foi a de redactar as Normas Estatutarias do Teleclub para o funcionamento do mesmo, normas que quedaban resumidas en cinco capítulos dos que entresaco o mais importante.
O Capítulo 1 trata sobre a Localización do Teleclub e di:
“El Teleclub de Parderrubias, que así se llamará, tendrá como domicilio social el local Salón Parroquial”.
O Capítulo 2 refírese aos fins da asociación:
“Su fin primordial será el perfeccionamiento cultural de sus asociados y fomentar la convivencia social y el espíritu asociativo”. Tamén “…conseguir poner un medio de esparcimiento y recreo a disposición de los asociados”.
O Capítulo 3 fala dos socios:
“La asociación al Teleclub será voluntaria y en beneficio de todos los vecinos pertenezcan o no a la parroquia o municipio”.
“Los socios tendrán voz y voto en las Juntas Generales y podrán ser elegidos miembros de la Junta Directiva”.
“Los socios estarán obligados a acatar las normas de funcionamiento y respetar las decisiones de la Junta Directiva y satisfacer las cuotas acordadas”.
O Capítulo 4 refírese á Xunta Directiva:
“El Teleclub será regido por una Junta Directiva que integrará un Presidente, Vicepresidente, Secretario-Monitor, Monitor 2º, y como máximo tres vocales, uno de los cuales actuará como Tesorero”.
“Será elegida y renovada anualmente por la Junta General de Socios y velará por el perfecto funcionamiento del Teleclub, presentando estado de cuentas anual y proyecto de actividades”.
“La administración de los fondos públicos le corresponde al Tesorero con el Visto Bueno del Presidente”.
“Los cargos directivos serán honoríficos y sin derecho a retribución alguna”.
O Capítulo 5 define as cuotas dos asociados:
“Las cuotas de los asociados serán mensuales y destinadas al sostenimiento del Teleclub”.
Nunha disposición transitoria sinálase que:
“Con carácter provisional se constituirá la primera Junta Directiva”.
Nunha primeira relación de socios do Teleclub figuran 50 socios. Existe tamén un escrito de cesión do Local que está a ser construido pola Parroquia como Salón Parroquial para sua utilización polo Teleclub, establecéndose nel o seu Domicilio Social para a realización das funcións e actividades do mesmo.
A construcción deste Salón Parroquial fora iniciada no ano 1965 e non foi rematada ata o ano 1967. Na construcción do mesmo colaboraron tanto co seu traballo coma cunha aportación económica de 300 pesetas os veciños de Parderrubias e Negueiroá, acadándose un importe de 24.000 pesetas. Tamén colaborou a “Hermandad de Labradores” cun importe de 1.000 pesetas. Como datos históricos hai que sinalar que traballaron albaneis e carpinteiros da Parroquia, como os irmáns Hermenegildo, Benito e Manuel Outomuro, o Adolfo e o Higinio. Foi empregado tamén un camión da Deputación de Ourense que o cedeu un día para desescombro. Moito do material que se utilizou foi dos almacéns de construcción Sierra. A porta da entrada custou 675 pesetas e as ventas 2.000. Adxúntase documento manuscrito por Don Manuel Fernández Rúas dos gastos desas obras (Documento 2).
Documento 2. Gastos do Salón Parroquial
Según consta en Acta do 17 de nadal de 1967 hai unha Xuntanza da Asamblea Xeral do Teleclub, e nela dase conta do Regulamento redactado aos socios. Nesta asamblea tamén se comunica o cese do Presidente e cura de Parderrubias Don Manuel Fernández Rúas que fora destinado a outra parroquia e sustituído por D. Ramón Blanco Caride como novo cura. Acórdase pois nomear a este último como Presidente do Teleclub e que o resto da Xunta Directiva quede como estaba. Nesa xuntanza faise saber o estado de contas e trátase da admisión de novos socios quedando o asunto en estudio. Dáselle á nova Xunta a confianza para rematar as obras do local solicitando a colaboración dos socios para rematar os traballos que faltan (Documento 3).
Documento 3. Comunicación da Acta da Asamblea Xeral de Socios ano 1967
O primeiro de novembro de 1969 hai unha xuntanza na que se da conta do cese de Don Ramón Blanco Presidente do Teleclub por ser destinado cura a outra parroquia. Nesta Xunta dase conta tamén da falta de fondos para o funcionamento do Teleclub. Procédese ao nomeamento como novo Presidente de Don Hermesindo Andrade Pérez e renóvase o resto da Xunta, quedando como Vicepresidente Don Benigno Seara, como Secretario-Monitor Don Isolino Camba, como Tesoureiro Don Laurentino Outomuro e como Vocais Don Eladio Grande, Don Alejandro Justo e Don Jesús Fernández. Acórdase arranxar o televisor e realizar algunas obras de acondicionamento do local e adquisición de mobiliario para o que se solicita unha subvención ao Gobernador Civil (Documento 4).
Documento 4. Comunicación de Acta da Asamblea Xeral ano 1969
O 23 de xaneiro de 1970 recíbese a subvención solicitada por un importe de 40.000 pesestas que foron investidas no acondicionamento do local. De novo hai cambios na Xunta directiva. O 3 de xaneiro de 1971 e baixo a presidencia de Don Benigno Seara reúnese a Xunta Directiva para dar conta unha vez máis do cese do Presidente do Teleclub Don Hermesindo Andrade por ser destinado de párroco a outro lugar. Nesa xuntanza dase tamén conta da subvención recibida polo Teleclub das 40.000 pesetas e acórdase regular mellor o uso do local e solicitar unha axuda do Concello para gastos ordinarios. Tamén se acorda convocar unha Asamblea de Socios para elexir novo Presidente, propoñendo para o cargo ao novo cura encargado da parroquia Don José Gayo Arias, párroco da Manchica onde reside.
A partir deste momento a actividade do Teleclub vai minguando e apenas hai actividade por parte da sua Xunta Directiva, salvo a organización dunha peregrinación o 28 de abril de 1971 a Santiago de Compostela con motivo do Ano Santo e á que acudiron uns 40 veciños do pobo (Documentos 5 e 6).
Documento 5. Peregrinación a Santiago de Compostela 1
Documento 6. Peregrinación a Santiago de Compostela 2
Segue funcionando o Teleclub nos anos seguintes como sinala Sierra Freire no anterior artigo ate os anos 90, pero esta actividade redúcese sobretodo pola existencia xa nas casas e bares de televisión particular. A asistencia ao local limítase á dos vecinos do barrio da Igrexa e a algunhas das xuntanzas da Parroquia con motivo dalgunha actividade especial ou dos mozos e mozas.
Asistencia e materiais do Teleclub
Dunha enquisa feita no ano 1972 para a Oficina de Información e Turismo (CITE) podemos entresacar cales foron os datos máis destacabeis da actividade deste Teleclub durante estes anos, sobretodo entre 1967 e 1972. O número de socios chegou a ser duns 160, polo cal pódese decir que case todos os vecinos da parroquia chegaron a ser socios do Teleclub. A asistencia ao local era dunhas 15 ou 20 persoas diarias pola semana, sendo moito maior a asistencia os fins de semana ou cando había algunha actividade importante. A mellor hora de asistencia era polas tardes-noite pois era cando, sobretodo no inverno cesaba a actividade laboral do campo e tamén a televisión tiña os programas de maior audiencia, así como os domingos. Os programas de televisión máis vistos naquela época eran as novelas, Cesta e puntos, partidos de fútbol, os telediarios…
O material que había ao principio no Teleclub era escaso: un televisor en branco e negro que se estropeaba a miúdo, unha libraría para os poucos libros que había (unha colección de Historia de España de Salvat, unha colección de libros de lectura da colección de RTV, e revistas de Teleradio e Teleclub), un armario, catro mesas, vinte sillas e oito bancos así como unha mesa para o televisor. Mais adiante foise renovando este material e adquirindo algún novo.
Interior Teleclub
As actividades do Teleclub
A maiores das actividades individuais que se realizaban nel como o visionado da televisión ou a lectura, o Teleclub servíu tamén como dinamizador de actividades deportivas, culturais e de programación e deseño de obras básicas na Parroquia. Das actividades de obras de mellora de infraestruturas da Parroquia hai que salientar algunhas como a propia construción do Teleclub e a mellora das suas instalacións, a construcción dunha pista ó barrio da Igrexa, o arreglo de camiños e fontes (da Igrexa, do Valdemouro e de Negueiroá), de lavadoiros, da luz pública, etc.
Neses anos tivo lugar unha chea de realizacións de obras fundamentais para Parderrubias que rematou coa Concentración Parcelaria e que foron daquela unha aposta modernizadora fundamental, que nalgúns casos xerou certa controversia pero que vista coa perspectiva do tempo, foi fundamental para modernización do pobo. E todo isto fixose co esforzo, colaboración e aportación económica de todos o cal ben merece unha louvanza para afortalar a nosa autoestima como pobo.
Dentro da actividade sociocultural foron estes anos os do florecemento dunha inesquecible actividade cultural que se concretou en veladas teatrais, na que os actores e actrices eran mozos e mozas do pobo, actividades nas festas de Nadal e Reises, con Cabalgatas e festivais de panxoliñas, xantares populares na festa de Corpus, actividades deportivas como partidos de fútbol, carreiras ciclistas, carreiras de sacos, carreiras de burros, festas na Chousiña, etc. Todos os que temos unha certa idade lembramos con certa nostalxia aqueles anos.
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Hai que sinalar tamen outras actividades como un Curso de Promoción Cultural e Alfabetización de Adultos de 75 días, as Conferencias de Extensión Agraria sobre actividades agrícolas e da concentración parcelaria, ou tamén cursos do Programa de Promoción Profesional Obrera (PPO) a mediados dos anos 70 sobre temas como cociña e costura, dirixidos ás mulleres. Neses cursos as nosas nais coñeceron como se facían uns ovos a flamenca, uns emparedados fritos ou os canelóns con bechamel. Tamén a facer alfombras, coxíns ou unha colcha.
Seguramente hai moitas mais actividades que eu non lembro pero que quedaron ahí na memoria colectiva dos veciños de Parderrubias e que forman parte do patrimonio inmaterial da nosa Parroquia que debe alomenos ser lembrado para as novas xeracións.
PD: Invito a todos aqueles que teñan fotografías ou carteis dalgunha actividade levada a cabo durante estes anos a que as acheguen a Juan Carlos Sierra para que poidan ser recollidas e documentadas para ser espostas nun futuro.
VERSIÓN EN CASTELLANO
Nota. Este artículo aparece publicado más arriba en su versión original en gallego
1966-2016: se cumplen 50 años de la creación del Teleclub de Parderrubias. Por José Luis Camba Seara
A petición de Juan Carlos Sierra, que escribió el anterior artículo sobre este tema, y con el fin de complementarlo, voy a exponer algunos datos sobre la creación y funcionamiento en sus primeros años del Teleclub de Parderrubias, de los que conservo alguna documentación.
Los primeros años del Teleclub
Aun cuando el Acta de creación del Teleclub está fechada el 20 de abril de 1966, como consta en el documento adjunto (Documento 1), su actividad real como tal comienza a finales de 1967 cuando queda rematado el Salón Parroquial, construido para la Parroquia y que fue cedido para su uso como sede local del mismo. Este local fue edificado en terrenos de la Casa Parroquial para lo que fue necesario derribar una parte de la misma y del muro que la protegía. Debemos recordar que dentro del recinto de esa casa había un patio en el cual existía un horno en el que hasta bien entrado el siglo pasado se elaboraba el pan de buena parte del pueblo de A Igrexa y sobre cuya actividad también habría que escribir algún día.
En la fecha señalada se constituye la primera Junta Organizadora Provisional para la creación del Teleclub, la cual estaba formada por Don Manuel Fernández Rúas (Párroco de Parderrubias) como Presidente, Don Isolino Camba Casas (Maestro) como Vicepresidente, Don Benigno Seara como Secretario-Monitor, Don Laurentino Outumuro Outumuro como Tesorero, y los siguientes vocales: Don Eladio Grande Garrido, Don Alejandro Justo Sampedro, Don Jesús Fernández Fernández y Don Valentín Seara Prieto (Documento 1).
Documento 1. Acta de constitución del Teleclub
En aquel momento, una de las primeras tareas fue redactar las Normas Estatutarias del Teleclub para su funcionamiento, normas que quedaban resumidas en cinco capítulos, de los cuales extraigo lo más relevante.
El Capítulo 1 trata sobre la Localización del Teleclub y dice:
“El Teleclub de Parderrubias, que así se llamará, tendrá como domicilio social el local Salón Parroquial”.
El Capítulo 2 se refiere a los fines de la asociación:
“Su fin primordial será el perfeccionamiento cultural de sus asociados y fomentar la convivencia social y el espíritu asociativo”. También “…conseguir poner un medio de esparcimiento y recreo a disposición de los asociados”.
El Capítulo 3 habla de los socios:
“La asociación al Teleclub será voluntaria y en beneficio de todos los vecinos, pertenezcan o no a la parroquia o municipio”.
“Los socios tendrán voz y voto en las Juntas Generales y podrán ser elegidos miembros de la Junta Directiva”.
“Los socios estarán obligados a acatar las normas de funcionamiento y respetar las decisiones de la Junta Directiva y satisfacer las cuotas acordadas”.
El Capítulo 4 se refiere a la Junta Directiva:
“El Teleclub será regido por una Junta Directiva que integrará un Presidente, Vicepresidente, Secretario-Monitor, Monitor 2º, y como máximo tres vocales, uno de los cuales actuará como Tesorero”.
“Será elegida y renovada anualmente por la Junta General de Socios y velará por el perfecto funcionamiento del Teleclub, presentando estado de cuentas anual y proyecto de actividades”.
“La administración de los fondos públicos le corresponde al Tesorero con el Visto Bueno del Presidente”.
“Los cargos directivos serán honoríficos y sin derecho a retribución alguna”.
El Capítulo 5 define las cuotas de los asociados:
“Las cuotas de los asociados serán mensuales y destinadas al sostenimiento del Teleclub”.
Una disposición transitoria señala que:
“Con carácter provisional se constituirá la primera Junta Directiva”.
En una primea relación de socios del Teleclub figuran 50 socios. Existe también un escrito de cesión del Local que está siendo construido por la Parroquia como Salón Parroquial para su empleo como Teleclub, estableciéndose en él su Domicilio Social para la realización de las funciones y actividades del mismo.
La construcción de este Salón Parroquial se inició en el año 1965, finalizándose en 1967. En su edificación colaboraron, tanto con su trabajo como con una aportación económica de 300 pesetas, los vecinos de Parderrubias y Nigueiroá, obteniéndose una cantidad de 24.000 pesetas. También contribuyó la Hermandad de Labradores con una cantidad de 1.000 pesetas. Como datos históricos hay que señalar que trabajaron albañiles y carpinteros de la Parroquia, como los hermanos Hermenegildo, Benito y Manuel Outumuro, Adolfo e Higinio. Se empleó un camión de la Diputación de Ourense cedido durante un día para el desescombro. Mucho de los materiales empleados fueron suministrados por los Almacenes de Construcción Sierra. La puerta principal tuvo un coste de 675 pesetas y las ventanas 2.000. Se adjunta documento manuscrito de Don Manuel Fernández Rúas de los gastos de las obras (Documento 2).
Documento 2. Gastos del Salón Parroquial
Según consta en Acta de 17 de diciembre de 1967, tiene lugar una Reunión de la Asamblea General del Teleclub en la que se da cuenta a los socios del Reglamento redactado. En esta asamblea también se comunica el cese del Presidente, Párroco de Parderrubias, Don Manuel Fernández Rúas que había sido destinado a otra parroquia y sustituido por Don Ramón Blanco Caride como nuevo párroco. Se acuerda nombrar a este último como Presidente del Teleclub y que el resto de Junta Directiva quede como estaba. En esta reunión se comunica el estado de cuentas y se aborda la admisión de nuevos socios quedando el asunto en estudio. Se le otorga a la nueva Junta la confianza para finalizar las obras del local solicitando la colaboración de los socios para rematar los trabajos restantes (Documento 3).
Documento 3. Comunicación del Acta de la Asamblea General de Socios año 1967
El día 1 de noviembre de 1969 hay otra reunión en la que cesa Don Ramón Blanco como Presidente del Teleclub por ser destinado párroco en otra parroquia. Además se informa de la falta de fondos para el funcionamiento del Teleclub. Se procede al nombramiento de Don Hermisindo Andrade Pérez como Presidente y se renueva el resto de Junta, quedando como Vicepresidente Don Benigno Seara, como Secretario-Monitor Don Isolino Camba, como Tesorero Don Laurentino Outumuro y como Vocales Don Eladio Grande, Don Alejandro Justo y don Jesús Fernández. Se acuerda arreglar el televisor y realizar algunas obras de acondicionamiento del local y adquisición de mobiliario para lo que se solicita una subvención al Gobierno Civil (Documento 4).
Documento 4. Comunicación del Acta de la Asamblea General año 1969
El 23 de enero de 1970 se recibe la subvención solicitada por un importe de 40.000 pesetas que fueron invertidas en el acondicionamiento del local. Nuevamente se produjeron cambios en la Junta Directiva. El 3 de enero de 1971, bajo la presidencia de Don Benigno Seara, se reúne la Junta Directiva para formalizar el cese como Presidente de Don Hermisindo Andrade por ser destinado como párroco a otra localidad. En esta reunión se informa también de la subvención recibida de 40.000 pesetas y se acuerda regular mejor el uso del local y solicitar una ayuda al Concello para gastos ordinarios. También se acuerda convocar una Asamblea de Socios para elegir nuevo Presidente, proponiéndose para el cargo al nuevo párroco Don José Gayo Arias, natural de A Manchica.
A partir de este momento la actividad del Teleclub va decreciendo y apenas se producen movimientos en su Junta Directiva, salvo la organización de una peregrinación el 28 de abril de 1971 a Santiago de Compostela con motivo de la celebración del Año Santo, a la que acudieron unos 40 vecinos del pueblo (Documentos 5 y 6).
Documento 5. Peregrinación a Santiago de Compostela 1
Documento 6. Peregrinación a Santiago de Compostela 2
El Teleclub sigue en funcionamiento, tal como señala Sierra Freire en el anterior artículo hasta los años 90, pero su actividad se reduce drásticamente debido especialmente a la presencia de televisores en los bares y casas particulares. La asistencia al local se limita a los vecinos de A Iglesia y algunas reuniones parroquiales con motivo de alguna actividad especial o reuniones de mozos y mozas.
Asistencia y materiales del Teleclub
En una encuesta realizada en el año 1972 para la Oficina de Información y Turismo (CITE) podemos entresacar datos destacables acerca de la actividad del Teleclub durante su época dorada (1967-1972). El número de socios llegó a ser de 160, por lo que se puede afirmar que prácticamente todos los vecinos de la Parroquia llegaron a ser socios del Teleclub. La asistencia al local era de unas 15-20 personas diarias por la semana, cifra mucho más elevada en los fines de semana o cuanto tenía lugar alguna actividad importante. La hora de mayor asistencia era por la tarde-noche, pues era cuando, especialmente en invierno, cesaban lan actividades laborales en el campo y era cuando la televisión emitía los programas de mayor audiencia. El domingo era el mejor día. Los programas televisivos más vistos en aquella época eran las novelas, el concurso Cesta y Puntos, los partidos de fútbol, los telediarios…
Los materiales existentes en el Teleclub en un primer momento eran escasos: un televisor en blanco y negro, que se estropeaba frecuentemente, mesa del televisor, una librería para unos escasos libros (colección de Historia de España de Salvat, colección de libros RTV, y revistas de Teleradio y Teleclub), un armario, cuatro mesas, veinte sillas y ocho bancos. Con el tiempo se fue renovando este material y adquiriendo alguno nuevo.
Interior del Teleclub
Actividades del Teleclub
A pesar de que la actividad individual más frecuente realizada en el Teleclub era ver la televisión y la lectura, éste sirvió también de dinamizador de actividades deportivas, culturales, así como de programación y diseño de obras básicas en la Parroquia. Entre las actividades relativas a obras de mejora de infraestructuras en la Parroquia destacan la propia construcción del Teleclub y la mejora de sus instalaciones, la construcción de una pista a A Iglesia, el arreglo de caminos y fuentes (en A Iglesia, O Valdemouro o Nigueiroá), lavaderos, luz pública, etc.
En esos años tuvo lugar un gran número de obras fundamentales para Parderrubias, culminando con la Concentración Parcelaria, que supusieron en aquel momento una apuesta fundamental por la modernización, que en algunos casos llegó a generar cierta controversia, pero que vistas con la perspectiva del tiempo, fueron claves para la modernización del pueblo. Y todo esto se hizo con el esfuerzo, colaboración y aportación económica de todos, lo cual fue merecedor de alabanzas en el fortalecimiento de nuestra autoestima como pueblo.
En cuanto a actividades culturales, estos años supusieron una brillante e inolvidable actividad cultural reflejada en veladas teatrales, en las que los actores y actrices eran los mozos y mozas del pueblo, actividades en Navidades y Reyes con festivales de villancicos y cabalgatas, comidas populares en la Fiesta de Corpus, actividades deportivas como partidos de fútbol, carreras ciclistas, carreras de sacos o de burros, fiestas en A Chousiña, etc. Todos los que tenemos cierta edad recordamos con cierta nostalgia aquellos años.
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Son destacables también otras actividades como el Curso de Promoción Cultural e Alfabetización de Adultos de 75 días, las Conferencias de Extensión Agraria sobre actividades agrícolas y de la concentración parcelaria, o los Cursos del Programa de Promoción Profesional Obrera (PPO) a mediados de los años 70 sobre cocina y costura, dirigidos a las mujeres. En ese curso nuestras madres aprendieron, entre otras cosas, a cocinar unos huevos a la flamenca, unos emparedados fritos o unos canelones con bechamel; también a hacer alfombras, cojines o una colcha.
Seguramente hay muchas más actividades que yo no recuerdo, pero que quedaron en la memoria colectiva de los vecinos de Parderrubias y que forman parte del patrimonio inmaterial de nuestra Parroquia, que deben ser al menos recordados para nuestras nuevas generaciones.
PD: Invito a todos aquellos que tengan fotografías o carteles de alguna de las actividades realizadas durante estos años que contacten con Juan Carlos Sierra, Editor de este Blog, para que puedan ser recogidas y documentadas para una futura exposición.