Categoría: Arquitectura popular

La Casa Rectoral de Parderrubias

La Casa Rectoral de Parderrubias

Por Juan Carlos Sierra Freire

Cuando el pasado mes de agosto leía en un periódico local ourensano que el Obispado de Ourense poseía más de cuatrocientas rectorales en estado de semi abandono -llegando a contar en tiempos mejores con seiscientas prósperas viviendas a lo largo y ancho de toda la provincia- me vino a la mente el esplendor con la que brilló durante décadas la de Parderrubias. En el recuerdo queda su patio, testigo mudo de múltiples tareas rurales cotidianas. Sus anchos muros, a cuyo abrigo se resguardaban los parroquianos durante las animadas tertulias previas y posteriores a la misa dominical y de fiestas de guardar, fueron testigos callados de múltiples hechos, algunos de ellos luctuosos, como los disparos que sonaron una calurosa noche de junio de 1936 y que a la postre acabarían con la vida del párroco don Alfonso Losada. En sus dependencias se criaban cerdos y se almacenaban cosechas de buenas patatas y mejores cereales, mientras que del horno ubicado en el patio salían crujientes hornadas de pan. Tratando de rescatar del olvido a nuestra Casa Rectoral se ha planteado este artículo contextualizado en las primeras décadas del pasado siglo, cuando el edificio fue objeto de obras y reformas, por parte de sus huéspedes.

En sus casi tres siglos de existencia, la Casa Rectoral fue objeto de múltiples y diversas reformas hasta su demolición a finales del pasado siglo. En este artículo nos centraremos en las que se llevaron a cabo desde los años cuarenta hasta los sesenta, época durante la que estuvieron al frente de la parroquia don José Rodríguez Barreiros (“O Cura Vello”) y don Manuel Fernández Rúas.

El origen

La Casa Rectoral de Parderrubias fue construida a principios del siglo XVIII. En 1709 se hacía cargo de la parroquia don Francisco Álvarez, regentándola durante 17 años. Sería durante su permanencia entre nosotros cuando se edificó la Rectoral, haciéndose cargo de los gastos de la obra el propio cura. Este hecho avala la hipótesis de que la actual iglesia parroquial, construida en 1765, fue levantada sobre una antigua pequeña iglesia existente hasta ese momento, pues cabe pensar que la Casa Rectoral se construyese al lado del templo. A su fallecimiento, don Francisco deja la casa para disfrute de sus sucesores, bajo el encargo de que rogasen a Dios por su alma. Entendemos que, hasta esa fecha, los párrocos vivían en alguna casa próxima a la iglesia.

Antes de las fechas que son objeto de estudio de este artículo, estando inmersa España en plena guerra civil, el 15 de abril de 1937, el Visitador Diocesano llama la atención al cura don Juan Estévez, en su visita a la parroquia, para que resolviese de la mejor forma posible “lo referente a la parte nueva de la casa de abajo”, pues las paredes habían repisado por falta de solidez en los cimientos, con riesgo evidente de colapsar si no se tomaban las medidas oportunas. Un maestro de obras dio la siguiente solución al problema: colocar columnas resistentes para sujetar las vigas del balcón, una en el vértice y otra en el centro de la parte que daba al oeste; de este modo se repartiría el peso entre las columnas y la pared. Las obras darían buen resultado, pues las paredes no repisaron más.

Reforma de 1942

En la década de los cuarenta, recién llegado a la parroquia el cura don José Rodríguez Barreiros, la Rectoral fue objeto de una importante reforma que quedó registrada en los libros parroquiales. Las obras se llevaron a cabo por iniciativa de don José Garrido González (uno de los hermanos de la casa Os Escultores) y los jornales se pagaron a 20 pesetas. La escalera que había en el exterior se trasladó al interior de la casa. Se abrió una puerta principal que comunicaría los pasillos de la sala y el comedor, y otra puerta en la cocina nueva. Se abrieron ventanas nuevas en la sala, en el comedor -en donde además se ensanchó la que había- y en la habitación contigua a la cocina. Toda estas puertas y ventanas nuevas se construyeron con cemento y fuertes barras de hierro en los dinteles. A las ventanas que daban al exterior se las dotó de vidrieras de castaño y en las contras se colocaron planchas de hierro en medio de la madera para mayor seguridad. No se escatimaron gastos en colocarles porlones, bisagras, cerrojos y pestillos de buena calidad, a pesar del elevado coste que tenía el hierro.

El piso de madera se hizo completamente nuevo, repasando todos sus pontones y vigas, poniendo algunos de ellos nuevos. Se colocó cielorraso nuevo de madera machembrada, sin quitar el antiguo. Todos los tabiques y divisiones interiores eran de tablón especial machembrado. Se hizo un retrete nuevo, sin demoler el antiguo. Se reparó todo el tejado, asegurándose que no quedase ni una sola gotera en toda la casa.

Se hizo una galería nueva con tres bastidores al oeste y uno al sur, para lo que fue necesario primero nivelar el balcón, pisándolo de nuevo en gran parte y reforzándolo con pontones nuevos, y segundo levantar el techo veinte centímetros. Esta obra de la galería, cuyo coste ascendió a 500 pesetas, la sufragó el propio párroco, no siendo objeto del canon al que sometieron las obras, pues tal como dejó escrito “la hice para comodidad mía y la de mis sucesores”.

Para llevar a cabo estas reformas de la Rectoral, José Garrido y Hermanos (Os Escultores de Parderrubias) pusieron a disposición del párroco un camión para trasportar cemento, cal, arena, madera, etc. Parte del cemento y de la cal que tenían en reserva lo cedieron para la reforma, y regalaron las barras y planchas de hierro, así como la columna del balcón. Además, adelantaron el dinero que necesitaba el cura para hacer frente a los diferentes gastos ocasionados por las obras.

Los costes de la obra tuvieron una cuantía de 6.610,75 pesetas: 2.681,55 en gastos de madera, 2.261 en jornales, 1.170,80 en materiales de construcción y 497,40 en ferretería. A estos gastos se hizo frente con 2.106 pesetas provenientes de un canon de 434 pesetas no invertidas por el anterior párroco, de un canon de 75 pesetas durante 18 meses a 50 pesetas anuales, de los pinos regalados por los feligreses valorados en 1.442 pesetas y de los donativos de José Garrido y Hermanos (100 pesetas), Adolfo Garrido (50 pesetas) y Manuel Pascual Domuro (5 pesetas). El párroco hizo frente a la cantidad restante de 4.504,75 pesetas, que se le iría descontando en las reformas de los años venideros.

Obras de 1946

De mayo de 1942 a abril de 1946 se puso un canon de 100 pesetas anuales para hacer frente a los gastos de la Rectoral. En estos años se hicieron pequeñas obras por un coste total de 470 pesetas. Un cantero arregló durante tres días la portada y el muro de la huerta. Se arregló el techo del alpendre colocándole tres puntales de castaño y retejándolo por completo, para lo que se emplearon cien tejas nuevas. Un carpintero trabajó durante dos días para arreglar el techo y piso del balcón contiguo a la galería. Se colocó cielorraso de madera machembrada en la puerta de la galería y cocina. Finalmente, en el patio de la Rectoral se hizo un horno nuevo de ladrillo, cuyo coste ascendió a 200 pesetas.

Las cuentas de la parroquia, incluidos los gastos de las obras de la Rectoral, serían auditadas por los Visitadores que levantaban acta de la visita. A modo de ejemplo, reproducimos la de 1946:

Vistas y examinadas las cuentas anteriores, las aprobamos conforme a derecho, y le reconocemos un alcance de cuatro mil ciento treinta y cuatro pesetas con setenta y cinco céntimos, de las que se indemnizará en años sucesivos sin desatender las necesidades de la casa”.

Situación de la Casa Rectoral en 1961

A finales de 1961, don José Rodriguez Barreiros abandonaba la parroquia de Parderrubias como consecuencia de su debilitado estado de salud. Al final de su estancia en la Rectoral, los Visitadores diocesanos realizan una minuciosa inspección de esta para valorar su estado en ese momento. Ejercía de visitador el párroco de San Andrés de Proente y de Regulador del Arciprestazgo de A Merca el cura de San Pedro de A Mezquita. Lo primero que destacan en su visita es la falta de blanqueo general y de retoques de las paredes, obligaciones estas del cura saliente. Faltaban cristales en diez y ocho vidrieras: las que daban a la cocina vieja, la que daba a la iglesia, etc. Además, todas sus contras estaban muy deterioradas por claro abandono de estas. A las de la cocina nueva les faltaban las contraventanas. Las puertas de las cuadras demandaban arreglos importantes, especialmente las de los cerdos, que estaban inservibles. En general, el estado de la casa era “muy regular” en palabras de los Visitadores. Quedaba una cocina empotrada muy gastada y con el horno roto, que fue tasada en quinientas pesetas. La instalación eléctrica, incluido el contador, fue valorada en mil pesetas. La parte de la casa que daba a la carretera, y que había sido mal reformada en 1928 por 2.637 pesetas, se encontraba inservible, por lo que se utilizaba como trastero.

Reformas de 1966 y 1967

La antigua galería que se había construido recién llegado don José Rodríguez Barreiros a la parroquia se encontraba muy deteriorada y se había quedado pequeña. La Rectoral necesitaba una dependencia acogedora, por lo que la galería fue remodelada totalmente, haciéndola mucho más espaciosa al integrar en ella el paso que había hasta la cocina. La antigua galería fue completamente demolida y se construyó la nueva a partir de una planchada de hormigón, dotándola de gran solidez. Se elevó el techo para darle suficiente luminosidad y se techó con teja plana. La obra tuvo un coste de 34.647 pesetas, de las que veinte mil fueron aportadas por el Obispado; la cantidad restante la puso el ecónomo de la parroquia don Manuel Fernández Rúas. La relación de gastos incluía dos facturas de la tienda de Paulino Sierra por un importe de 13.001 pesetas, adquisición de madera en la fábrica de Os Escultores y compra de diferentes materiales de construcción (columnas, viguetas, terrazo, etc.). Tres operarios cobraron jornales por un importe de 8.950 pesetas.

En 1967 se construye un salón parroquial en la parte sureste del patio, después de derribar una parte de la casa que estaba en peligro de derrumbe. Peligro que se mantuvo hasta el final de sus días, pues la amenaza de colapso únicamente pudo ser solucionada con el triste final de su derribo. Tal como se puede apreciar en las siguientes fotografías, el lugar de la antigua Casa Rectoral es ocupado en la actualidad por una edificación a la que vamos a calificar simplemente de funcional y que en 2017 pasó a denominarse Local Social don Isolino Camba.


Nota. La fuente de información principal para la elaboración de este artículo fueron los libros parroquiales conservados en el Archivo Histórico Diocesano de Ourense, a cuya Dirección y Personal hace llegar el agradecimiento el autor.

Los antiguos molinos de Parderrubias. Por Avelino Sierra Fernández

Los antiguos molinos de Parderrubias. Por Avelino Sierra Fernández

Nuestra generación fue la última que cumplió con el rito de “ir o muíño”, aunque bien es verdad que nuestro proceder en esta costumbre fue ya muy diferente al de nuestros antepasados. Nosotros fuimos testigos de los molinos eléctricos (yo recuerdo ir muchos viernes al de A Manchica ), pero no de los de río. El desarrollo socioeconómico del mundo rural gallego acabo extinguiendo esta tradición fundamental durante mucho tiempo en el sustento de nuestras familias y, con ello, el oficio de “muiñeiro”.

En este artículo, Avelino Sierra Fernández aborda de manera brillante la existencia de molinos (“muíños) de río en nuestra Parroquia, de los que hay documentación desde el siglo XVIII, pero que con total seguridad datan de la Edad Media, como en el resto de Galicia.

Gracias, Avelino, por actualizarnos y salvaguardar esta tradición arraigada, y desaparecida, en Parderrubias.

Juan Carlos Sierra Freire

Notas. (1) Este artículo aparece publicado en su versión original en gallego y justo a continuación el lector encontrará una versión en castellano. (2) Los objetos que aparecen fotografiados en este artículo, a excepción de la rueda de molino, pertenecen a la colección privada de Avelino Sierra Fernández.


Os antigos muíños de Parderrubias. Por Avelino Sierra Fernández

Un minucioso estudo dos Dezmos  sufragados á Igrexa no ano 1750,  por cada unha das Freguesías que na actualidade conforman o Concello da Merca, autorízanos a afirmar que, naquela andaina, Parderrubias era a maior productora de cereais de tódalas parroquias, con  42,7 toneladas de gran de millo ao ano, 26 de centeo, 9,3 de trigo, 3,9 de millo miúdo (mijo) e 0,6 de orxo. A pesares de tan considerable abastecemento cerealístico, a industria fariñácea de que dispuña era, precaria e insuficiente, contando só con dous rudimentarios muíños hidráulicos. Nas terras do actual Concello da Merca, existían daquela  18 muíños. Todos moían con auga do río Arnoia ou dalgún afluente seu, agás os dous de Parderrubias que eran movidos pola auga do río da Boutureira, como nos confirma o Catastro de Ensenada:

“… y los otros dos [molinos] se hallan en par de rrubias… y muelen con agua del citado rrio da Boutureira”.

O río da Boutureira segue existindo na actualidade, sen  que os veciños o lembren con ese topónimo, que ao noso parecer debería  recuperarse. Trátase do que nace na Cabada do Lobo, pasa polo Portatrelle, Chousiña e Ponte do Couso. Despois da Chousiña, recibe ao Regueiriño  e, pasando a Ponte, conflúe co da Labandeira que vén da Manchica, continuando curso a Loiro de Abaixo e Barbadás, para ir a desembocar no Barbaña.

Descoñecemos a etimoloxía da palabra Boutureira. Particularmente, ocúrresenos que ben puidera provir dos vocábulos “bouta” e “eira”. Bouta, chamábaselle á costra impermeable que se formaba con bosta de vaca disolta en auga para extender sobre a eira, co fin de endurece-lo chan no tempo da malla. Eira, era o nome do lugar onde se realizaban os labores da malla. É posible que o caudal do citado río adoitara levar disoltos ou flotando, sobre todo no estío, resíduos do citado excremento, non só pola bouta das eiras, senón tamén porque  as mandas de vacas e rabaños de ovellas que bibían (e libraban) diariamente no río, indo, andando e vindo da Vacariza, eran numerosos. Segundo as Primicias  pagadas no ano 1752 á Igrexa de Santa Olaia polos fregueses que tiñan xugada de bois ou vacas, sabemos que nese ano había en Parderrubias, cando menos, 128 reses. A Vacariza tiña unha extensión de 7.928 ferrados (preto de 500 hectáreas) de souto e monte “propio de los vezinos… y todos en Comun los aprovechan y estan Baldios y Comun abiertos para entrar y salir los Ganados de los Vezinos sin que aiga separacion que se utiliza del fruto y Pasto que produzen”.   

Voltando aos muíños, sabemos que os dous pertencían ao Bispo de Ourense, daquela Frei Ramón Francisco Agustín de Eura, Prelado da diócese entre 1738 e 1763, que os traía alugados aos veciños, co resto das terras e casas, pois cabe recordar que Parderrubias pertencía ao Couto de Sobrado, feudo do debandito Bispo. Ambolosdous muíños eran atendidos polo muiñeiro “Bartholome Martínez Vecino de dho Lugar de par de rrubias”, estimándose que “cada uno dava de ganancia y producto al año cien rreales de Vellon”. Escaso rendimento, pero hai que considerar que tan só moían catro meses ao ano, por falta de caudal suficiente para move-lo rodicio, fóra do inverno.

“…muelen con agua del citado rrio da Boutureira solo la tercera parte del año por no estar en tambuena situazión…”.

Os dous muíños eran de rodicio horizontal, negreiros, é dicir, coa moa ordinaria para poder moer calquera tipo de gran (millo, centeo, trigo, orxo ou fabas). Os dous eran tamén maquieiros, que cobraban maquía (parte do gran á moer). A cantidade de fariña moída por cada un deles era igual á de calquera outro muíño  da zona que tivera unha soa moa: dúas fanegas entre día e noite, ou sexa, unhos 130 Kg. de millo, ou 104 de centeo, cada 24 horas, moendo sen parar.

“… tiene una rueda de Piedra negra y muele entre dia y noche dos fanegas”.

Con toda probabilidade, estes dous muíños foron os precursores dos dous pertencentes á familia dos Venturas de Parderrubias,  que as persoas maiores da Parroquia lembran no mesmo río, ocupando  seguramente o mesmo sitio. Un deles, coñecido como Muíño Vello ou Muíño do Evaristo, estaba situado trala confluencia co río da Labandeira, a unhos trescentos pasos despois da Ponte do Couso. O outro estaba antes, no río Regueiriño, a escasos pasos da súa desembocadura no Boutureira, a medio camiño entre a Ponte do Couso e A Chousiña, e pertencía a Benigno Seara, veciño de Barrio, do que os seus herdeiros gardan aínda certas pezas. Os dous eran tamén “negreiros” e “maquieiros”, o primeiro con dúas moas de moer e o outro con unha. A construcción de ambolosdous era moi semellante. Esta consistía básicamente nunha humilde caseta con muros  anchos feitos de pequenas lousas, lascas e cachotes asentados con barro, con teito dunha soa auga,  tella do país e unha única porta. Estaban situados a escasa distancia do río e ligados a el por unha corta canle (lovada) que conducía a auga encorada nunha cativa presa (ceña). No soto, ou parte baixa (inferno), dispuñan dunha grande roda de madeira dun metro de diámetro aproximadamente (rodicio), por cada pedra de moer, con radios en forma de pá (penas), que coa forza da auga puñan o rodicio en movimento, imprimindo o xiro a un eixe vertical (beo) provocando, xa na parte superior do muíño, a rotación da pedra de moer (moa), á que estaba xunguido mediante unha peza de ferro (segorella). A moa era unha pedra circular de un metro de diámetro aproximadamente e unhos 25 centímetros de groso, cun ollal no medio por onde entraba o gran verquido pola moega (adella), sendo triturado co rozamento da moa contra outra pedra inferior fixa (), do mesmo diámetro que a moa, pero dun expesor moito maior. A fariña, co impulso da moa, saía despedida ao chan (tremiñado).

Roda Muiño
Roda do muíño

Consideramos que tan só dous muíños de río, moendo únicamente  catro meses ao ano, eran insuficientes para toda a moenda dunha parroquia cunha poboación de 548 habitantes, como lle atribúe o Diccionario de Sebastián Miñano a Parderrubias no ano 1826, ou como mínimo de 234 almas, segundo lle outorga Pascual Madoz no 1846. Coidamos, polo tanto, que tal como sucedía nas parroquias veciñas de Pereira de Montes, Vilar de Paio Muñiz ou A Mezquita, que non contaban con río, e xa que logo tampouco con muíño hidráulico algún, debía obrigatoriamente valerse de muíños caseiros de man, consonte á información e descrición que nos proporciona  o  andarego bieito Frei Martín Sarmiento:

“…era común aquel género de molinos para sacar la harina del centeno… una pobre mujer movía circularmente la muela superior que, al menos, tenía el diámetro de un harnero (criba)”.

Os muíños hidráulicos  referidos, foron no seu tempo parte esencial na vida dos nosos devanceiros de Parderrubias, pero logo, foron abandonados e paseniñamente fóronse esmorecendo ata ser derruídos e desaparecer, porque a modernidade relevounos polos muíños do Baldovino, que comezaron a funcionar na Manchica (Parderrubias) co mesmo vapor do serradoiro, xa antes de chega-la  electricidade, seguíndo despois con eles “O Benito”, á par cos  dos irmáns Garrido (Os Escultores). Pero tamén estes remataron desaparecendo máis tarde, porque xa  non eran ncesarios. Agora, xa non se precisa cargar co saco de gran ao lombo ou no burro, anda-lo camiño cheo de lama ata o muíño, bota-lo gran na moega, agarda-la moenda, a veces toda a noite, mete-la fariña no costal e voltar á casa para amasala na artesa, busca-lo fermento onda algún veciño que o tivera, pedi-lo forno, quentalo con leña e coce-lo pan. E todo para poder levar á boca unhas rebandas de boroa, cando agora pasa o panadeiro a diario pola porta con “pantrigo” quentiño. Claro que, se non fora así, coas ansias, présas e impaciencias con que vivimos hoxe, tampouco teriamos  vagar sequera de porlle o cabeceiro ao burro.

Pertrechos Muiño.JPG
Pertrechos do muíño

Escribindo estas liñas, pecho os ollos un cantiño e o maxín lévame ao muíño vello do Evaristo que eu vira de neno, coaquela atronadora caída de auga no inferno, obrigando ao rodicio a dar voltas coma un tolo. Coaquela indeleble escuridade  que apenas deixaba albiscar a adella do gran, tremeleando co vaivén do tarangaño, e as moas ciscando a fariña polo tremiñado. Coaquelas inxénitas teas de araña, embranquecidas e domeadas polo po da fariña, pendurando das tellas e paredes. E imaxino a tanta xentiña de Barrio, do Outeiro, da Iglesia e de Nigueiroá indo e vindo a pé ou a cabalo do burro, co saco medio cheo ou medio vacío, e a tantas xeracións de nenos e anciáns migando bica no caldo, á carón da lareira, en tempos de subsistencia. Abro os ollos e penso que, por algo o benquerido amigo de sempre, o José do Benigno de Barrio, conserva aínda con tanto agarimo, no seu museo doméstico, os restos daquel muíño que o seu pai tiña no Regueiriño, e que tantas necesidades remediou naquela andaina de pan duro e viño acedo.


VERSIÓN EN CASTELLANO

Nota. Este artículo aparece publicado más arriba en su versión original en gallego.

Los antiguos molinos de Parderrubias. Por Avelino Sierra Fernández

 Un minucioso estudio de los Diezmos sufragados a la Iglesia en el año 1750, por cada una de las Feligresías que en la actualidad conforman el Concello de A Merca, nos autoriza  a afirmar que, en aquella época, Parderrubias era la mayor productora de cereales de todas las parroquias, con 42,7 toneladas de grano de maíz al año, 26 de centeno, 9,3 de trigo, 3,9 de maíz menudo (mijo) y 0,6 de cebada. A pesar de tan considerable abastecimiento de cereales, la industria harinera de que disponía era, precaria e insuficiente, contando sólo con dos rudimentarios molinos hidráulicos. En las tierras del actual Concello de A Merca, existían entonces 18 molinos. Todos molían con agua del río Arnoia o de algún afluente suyo, excepto los dos de Parderrubias que eran movidos con agua del río Boutureira, como nos confirma el Catastro de Ensenada:

“… y los otros dos [molinos] se hallan en par de rrubias… y muelen con agua del citado rrio Boutureira”.

El río Boutureira sigue existiendo en la actualidad, sin que los vecinos lo recuerden con este topónimo, que a nuestro parecer debería recuperarse. Se trata del que nace en Cabada do Lobo, pasa por Portatrelle, A Chousiña y A Ponte do Couso. Después de A Chousiña, recibe al Regueiriño y, pasando A Ponte, confluye con el de A Labandeira que viene de A Manchica, continuando curso a Loiro de Abaixo y Barbadás, para ir a desembocar en el Barbaña.

Desconocemos la etimología de la palabra Boutureira. Particularmente, se nos ocurre que bien pudiera provenir de los vocablos “bouta” e “eira”. Con el nombre de bouta se conocía la costra impermeable que se formaba con excrementos de vaca disueltos en agua para extender sobre la era, a fin de endurecer el suelo en los tiempos de la trilla. Eira, significa era, lugar donde precisamente se realizaban las labores de la trilla para separar el grano de la paja. Es posible que el caudal del citado río acostumbrara llevar disueltos o flotando, sobre todo durante el estío, residuos del citado excremento, no sólo por la bouta de las eiras, sino también porque las manadas de vacas y rebaños de ovejas que bebían (y libraban) diariamente en el río, yendo, estando y regresando del monte de la Vacariza, eran numerosos. Según las Primicias pagadas en el año 1752 a la Iglesia de Santa Eulalia por los feligreses que poseían yunta de bueyes o vacas, sabemos que en aquel año había en Parderrubias, cuando menos, 128 reses. La Vacariza tenía una extensión de 7.928 ferrados (cerca de 500 hectáreas) de sotomonte “propio de los vecinos… y todos en Común los aprovechan y están Baldios y Comun abiertos para entrar y salir los Ganados de los Vezinos sin que aiga separación que se utiliza del fruto y Pasto que producen”.

Volviendo a los molinos, sabemos que los dos pertenecían al Obispo de Ourense, entonces Fray Ramón Francisco Agustín de Eura, Prelado de la diócesis entre 1738 y 1763, que los traía arrendados a los vecinos, con el resto de las tierras y casas, pues cabe recordar que Parderrubias pertenecía al Coto de Sobrado, feudo de dicho Obispo. Ambos molinos eran atendidos por el molinero “Bartholome Martinez Vecino de dho Lugar de par de rrubias”, estimándose que “cada uno dava de ganancia y producto al año cien reales de Vellon”. Escaso rendimiento, pero hay que considerar que tan sólo molían cuatro meses al año, por falta de caudal suficiente para mover el rodicio, fuera del invierno.

“… muele con agua del citado rrio da Boutureira solo la tercera parte del año por no estar en tambuena situazión…”.

Los dos molinos eran de rodicio horizontal, “negreiros”, es decir, con muela (moa) ordinaria para poder moler cualquier tipo de grano (maíz, centeno, trigo, cebada o habas). Los dos eran también “maquieiros”, que cobraban maquila (porción del grano a moler). La cantidad de harina molida por cada uno de ellos era igual a la de cualquier otro molino de la zona que tuviera una sola muela: dos fanegas entre día y noche, es decir, unos 130 kg. de maíz, o 104 de centeno, cada 24 horas, moliendo sin parar.

“… tiene una rueda de Piedra negra y muele entre día y noche dos fanegas”.

Con toda probabilidad, estos dos molinos fueron los precursores de los dos pertenecientes a la familia de Os Venturas de Parderrubias, que las personas mayores de la Parroquia recuerdan en el mismo río, ocupando seguramente el mismo sitio. Uno de ellos, conocido como Muíño Vello o Muíño do Evaristo, estaba situado tras la confluencia con el río de la Labandeira, a unos trescientos pasos después de A Ponte do Couso. El otro estaba antes, en el río Regueiriño, a escasos pasos de su desembocadura en el Boutureira, a medio camino entre A Ponte do Couso y A Chousiña, y pertenecía a Benigno Seara, vecino de Barrio, del que sus herederos guardan aún algunas piezas. Los dos eran también “negreiros” y “maquieiros”, el primero con dos muelas de moler y el otro con una. Ambos eran de semejante construcción. Esta consistía básicamente en una humilde caseta con anchos muros hechos de pequeñas losas, lascas y cascotes asentados con barro, con techo de una sola agua, de teja del país y una única puerta. Estaban situados a escasa distancia del río y a él ligados por una corta acequia (lovada) que conducía el agua embalsada en una pequeña presa (ceña). En el sótano (inferno), disponían de una gran rueda de madera de un metro de diámetro aproximadamente (rodicio, rodezno), por cada muela, con radios en forma de pala (penas), que con la fuerza del agua ponían al rodicio en movimiento, imprimiendo el giro a un eje vertical (beo) provocando, ya en la parte superior del molino, la rotación de la piedra de moler (muela), a la que estaba unido mediante una pieza de hierro (segorella). La muela era una piedra circular de un metro de diámetro aproximadamente y unos 25 centímetros de grueso, con un ojo en el centro por donde entraba el grano vertido por la tolva, siendo triturado con el rozamiento de la muela contra otra piedra inferior fija (pie), del mismo diámetro que la muela, pero de un espesor mucho mayor. La harina, con el impulso de la muela, salía despedida al suelo (tremiñado).

Roda Muiño
Rueda de molino

Consideramos que tan sólo dos molinos de río, moliendo únicamente cuatro meses al año, eran insuficientes para toda la molienda de una parroquia con una población de 548 habitantes, como le atribuye el Diccionario de Sebastián Miñano a Parderrubias en el año 1826, o como mínimo de 234 almas, según le otorga Pascual Madoz en 1846. Pensamos, por lo tanto, que tal como sucedía en las parroquias vecinas de Pereira de Montes, Vilar de Payo Muñiz o A Mezquita, que no contaban con río, y por lo tanto tampoco con molino hidráulico alguno, debía obligatoriamente valerse de molinos caseros de mano, tal como nos informa y describe el andariego benedictino Fray Martín Sarmiento:

“… era común aquel género de molinos para sacar la harina del centeno… una pobre mujer movía circularmente la muela superior que, al menos tenía el diámetro de un harnero (criba)”.

Los molinos hidráulicos referidos fueron en su tiempo parte esencial en la vida de nuestros antepasados de Parderrubias, pero luego, fueron abandonados y poco a poco se fueron desmoronando hasta desaparecer, porque la modernidad los relevó por los molinos de Baldovino, que comenzaron a funcionar en A Manchica (Parderrubias) con el mismo vapor del aserradero, ya antes de llegar la electricidad, siguiendo después con ellos “O Benito”, a la par con los de los hermanos Garrido (Os Escultores). Pero también estos terminaron despareciendo más tarde, porque ya no eran necesarios. Ahora ya no se precisa cargar con el saco de grano a cuestas o en el burro, andar el camino lleno de barro hasta el molino, vaciar el grano en la tolva, esperar la molienda, a veces toda la noche, meter la harina en el costal y regresar a casa para amasarla en la artesa, buscar la levadura junto a algún vecino que la tuviera, pedir el horno, calentarlo con leña y cocer el pan. Y todo para poder llevar a la boca unas rebanadas de boroa, cuando ahora pasa el panadero todos los días por la puerta con “pantrigo” caliente. Claro que si no fuera así, con las ansias, prisas e impaciencias con que vivimos hoy, siquiera tendríamos tiempo de ponerle el cabezal al burro.

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Pertrechos de un molino

Escribiendo estas líneas, cierro un momento los ojos y la imaginación me lleva al “Muíño Vello do Evaristo” que yo viera siendo niño, con aquella atronadora caída de agua en el “inferno”, obligando al “rodicio” a dar vueltas como un loco. Con aquella indeleble oscuridad que apenas dejaba vislumbrar la tolva del grano oscilando con el  vaivén del “tarangaño”. Con aquellas ingénitas telarañas emblanquecidas y arqueadas por el polvo de la harina, colgando de las tejas y las paredes. E imagino a tanta gente de Barrio, de O Outeiro, de A Iglesia y de Nigueiroá yendo y viniendo a pie o en burro, con el costal medio lleno o medio vacío, y a tantas generaciones de niños y ancianos migando bica en el caldo, arrimados a la lumbre, en tiempos de subsistencia. Abro los ojos y pienso que, por algo el bienquerido amigo de siempre, “o José do Benigno de Barrio”, conserva aún con tanta estima, en su museo doméstico, los restos de aquel molino que su padre tenía en el Regueiriño, y que tantas necesidades remedió en aquella época de pan duro y vino ácido.

Campanas de Parderrubias…. cuando os oigo tocar. Por Juan Carlos Sierra Freire

Campanas de Parderrubias…. cuando os oigo tocar. Por Juan Carlos Sierra Freire

Cando vos oio tocar, campaniñas, campaniñas,… cando de lonxe vos oio, penso que por min chamades”.

(Rosalía de Castro)

En la actualidad, en Parderrubias, se oyen las campanas con mucha menor frecuencia que antiguamente, siendo su sonido cada día más ocasional en nuestra Parroquia, coincidiendo casi exclusivamente con algún acto litúrgico y, en la mayoría de ocasiones, se trata de frías campanadas provocadas por un impasible sistema mecánico completamente ajeno a la virtuosa mano del ser humano. El avance y desarrollo socioeconómico hizo que las campanas dejasen de cumplir con su noble función de comunicación y anunciación de nuevas en beneficio de métodos más modernos. Antiguamente, las campanas de la iglesia de Santa OIaia de Parderrubias hablaban todos los días, y todo el vecindario era conocedor de su rico y variado lenguaje. Marcaban las horas más importantes de cada jornada, convocaban al rezo, llamaban a los feligreses a misa, anunciaban las festividades más importantes de la Parroquia, avisaban de los peligros lanzando llamadas de auxilio (en caso de incendios, por ejemplo) y, como no, comunicaban la muerte y emplazaban al duelo.

“Si por siempre enmudecieran, ¡qué tristeza en el aire y el cielo!, ¡qué silencio en las iglesias!, ¡qué extrañeza entre los muertos!”.

(Rosalía de Castro)

Basándome en un excelente trabajo de mi antiguo Profesor, tristemente desaparecido, Fidalgo Santamariña (2009), vamos a adentrarnos en la cultura y en el lenguaje de las campanas en el ámbito rural gallego, tomando como referencia el ejemplo de Parderrubias. El emotivo sonido del tañido de unas campanas en nuestro mundo rural tiene detrás de sí una dilatadísima historia. Su origen habría que buscarlo tres mil años antes de Cristo en la cultura china, en principio, sin relación aparente con la religión. Será el cristianismo quien comience a hacer uso de este ingenio, a partir del siglo V, para llamar a la oración. En esa primera época no se denominaba “campana”, el término como tal tiene su origen en las primeras fundiciones que se hicieron en la región italiana de Campania en el siglo VI.

A pesar de que existen diferentes tipos de campanas, el más habitual en el mundo rural gallego, como es el caso de Parderrubias, es el esquilón: campana con un perfil largo y estilizado. Las campanas eran elaboradas por los fundidores, oficio que se transmitía de padres a hijos. Su constitución es una mezcla de cobre (80%) y estaño (20%). En épocas más modernas se optaba en ocasiones por refundir la vieja campana agrietada y deteriorada para elaborar una nueva. Así, por ejemplo, en el año 1951, siendo párroco Don José Rodríguez Barreiros (O Cura Vello), se lleva a cabo en Lalín la refundición de la campana grande de la iglesia de Parderrubias. En ocasiones, el sonido de la campana nueva no mejoraba al de su predecesora, y así se lo he escuchado a personas mayores de la Parroquia refiriéndose a nuestra campana más reciente.

Las campanas pueden ser tocadas de varias maneras, dependiendo de lo que sus sonidos quieran transmitir. Fidalgo Santamariña (2009) habla de tres modos habituales en nuestro contexto: 1) volteo (las campanas giran completamente, quedando totalmente invertidas durante el giro), 2) repicado o “repenicado” (se lleva a cabo con las manos, de forma muy viva, sin imprimir movimiento a las campanas), y 3) toque (el badajo golpee de forma pausada los laterales de la campana). En Parderrubias, el primero de ellos, el volteo, no se ha empleado debido a la colocación de los esquilones en el campanario. En cualquiera de los casos, el proceso de toque era manual, siendo el “repenicado” el más complejo, pues requiere de fuerza, habilidad y ritmo para sacar sonido a las dos campanas a la vez.

Tocar las campanas, o al menos algunos de los toques, no estaba ni está al alcance de cualquiera. La habilidad que se requería, sumada a la dedicación que está tarea exigía (se tocaba varias veces al día y, en ocasiones, horas seguidas, como en el caso del toque a difunto), hace que sobresalga en nuestro ámbito rural la figura del sacristán. Entre las múltiples funciones que realizaba, incluía la de tocar las campanas. Esta tarea la combinaba con el mantenimiento de la iglesia, ayudar a misa, ayudar al cura en bautizos, bodas y entierros, recoger el dinero de las limosnas o de los responsos, etc. Hemos señalado en otra ocasión que en la década de los años treinta, en Parderrubias, el sacristán (Tío Francisco) había sido el testigo del 60% de los bautizos que habían tenido lugar en esos años [https://aparroquiadeparderrubias.wordpress.com/2016/01/15/e19-parderrubias-sus-ninos-de-la-guerra/]. El oficio de sacristán, por sí mismo, tenía la suficiente relevancia como para dar el nombre a la familia a la que pertenecía; así, por ejemplo, en Parderrubias se habla de la familia de “Os Sancristás”. Como ocurría con otros oficios, el de sacristán tenía su remuneración, en la mayoría de casos en especies. Así, era habitual que un domingo después de la Pascua pasase por las diferentes casas de los vecinos pidiendo «a avinza” (en Parderrubias también se denominaba “o copelo”) en maíz, trigo, centeno, patatas, etc. (Araújo Iglesias,  1997). En Parderrubias, la figura del sacristán desaparece a finales de la década de los años ochenta del pasado siglo. Los últimos tres sacristanes de la Parroquia fueron Francisco Seara (Tío Francisco) hasta finales de los años 30, Ángel Outumuro (Tío Anxel) hasta finales de la década de los años 70 y Hermenegildo Outumuro hasta finales de los años 80.

Centrémonos en los mensajes que nos transmitían las campanas, es decir, en aquello que se encargaron de comunicarnos durante siglos. Tomando como referencia básica el trabajo de Fidalgo Santamariña (2009), los toques de campanas en nuestro ámbito tenían cuatro grandes funciones: llamar a la población, iniciar alguna actividad, comunicar noticias y dar una señal de alarma.

Una de las funciones con más arraigo, y que en cierta medida se sigue manteniendo, es llamar a los vecinos a la oración o convocarlos a actos litúrgicos. En el trabajo publicado en este Blog, en el que Sierra Fernández aborda las medidas del tiempo, [https://aparroquiadeparderrubias.wordpress.com/2016/01/20/e20-unidades-de-medida-tradicionales-en-parderrubias-por-avelino-sierra-fernandez/] se indica que las campanas de Parderrubias tocaban en cuatro momentos diferentes del día convocando a la oración: 1) Toque del Alba a las 6 de la mañana, 2) Toque del Angelus a mediodía, 3) Toque de Oración a las 6 de la tarde, y 4) Toque de Ánimas al final del día. Indirectamente, estos toques de campana marcaban la distribución de la jornada laboral. El Toque del Alba -una tanda de campanadas- habitualmente convocaba a la misa y se producía media hora antes de iniciarse ésta. El Angelus consistía en tres campanadas de tres toques, seguidas de una pausa, terminando con nueve toques más suaves, que convocaban al rezo del Angelus o del Ave María, exigiendo una pausa en las labores que se estaban realizando en ese momento. En el Toque de Ánimas sonaban cinco campanadas dobles pausadas, alternándose ambas campanas, que llamaban al rezo por las Ánimas del Purgatorio. De todos estos toques, únicamente se conservan en la actualidad los del Angelus y los de llamar a misa, la cual durante la semana se celebra al atardecer, mientras que en domingos y festivos tiene lugar por la  mañana. La llamada a misa se hace media hora antes de su inicio (“A Primeira”, que consiste en una tanda de toques seguidos de una pausa y de un toque final), y quince minutos antes (“A Segunda”, tanda de toques seguidos de una pausa y de dos toques finales).

En medio do concerto sin segundo que fan as noites dolces e caladas,  resoa o triste son das campás, que cal voces doutro mundo dobran con misteriosas bateladas o toque de oración”.

(Lamas Carvajal)

La segunda función importante de las campanas es comunicar el inicio de ciertas actividades, básicamente de corte religioso. Muchos de los actos litúrgicos, y ciertos fragmentos de los mismos, eran y son anunciados a los vecinos de Parderrubias a toque de campana. En la actualidad todavía se anuncia el inicio de la misa con tres toques de campana (“A Terceira”). En la misa de Jueves Santo y de Sábado Santo -antiguamente Sábado de Gloria-, las campanas repican durante la misa anunciando el inicio del Gloria (Gloria in excelsis Deo, et in terra pax hominibus bonae voluntatis…). En la festividad del Corpus Christi, el repique de campanas anuncia la presencia de la Santa Custodia en las calles, manteniéndose durante todo el recorrido de la Procesión desde la iglesia hasta el Cruceiro de O Trabazo y viceversa. En la actualidad, son únicamente estas tres ocasiones (Jueves Santo, Sábado Santo y Corpus Christi) en las que todavía se sigue tocando manualmente las campanas; el resto de toques son resultado de automatismos mecánicos. Dada su larga duración, probablemente sea en la procesión de Corpus cuando las campanas de la iglesia de Santa Olaia de Parderrubias muestran su mayor espectacularidad. Dado el esfuerzo que supone mantener el repicado durante un prolongado tiempo, son dos vecinos, subidos en el campanario, los que se turnan para ejecutar dicha tarea. Como ya hemos señalado, el repicado exige fuerza, habilidad y ritmo, estando una brillante ejecución al alcance de muy pocos. En estas últimas décadas esta función viene siendo realizada de forma virtuosa por Benito Outumuro y Valentín Seara.

La tercera función relevante que las campanas han tenido desde siempre en Parderrubias ha sido la de comunicar nuevas. Hay zonas de Galicia en las que las campanas anunciaban un nacimiento o una despedida de soltero, sin embargo, en Parderrubias esta función se limitó básicamente al momento de la muerte. Sin duda alguna, los sonidos de campana más impactantes y conmovedores que yo recuerdo desde niño son el toque a agonía y el toque de difunto. El fallecimiento de un vecino se comunicaba mediante el toque de agonía, que consistía en una serie de, aproximadamente, treinta toques (“badaladas”) a las que seguía un silencio y tres toques, dos con la campana grande y uno con la pequeña. El velorio es comunicado mediante toques de difunto, que se realizan desde que el fallecido está de cuerpo presente hasta momentos previos a la conducción del féretro a la iglesia parroquial. Consiste en la repetición de toques individuales, combinados por momentos con dos toques, entre los que se producen silencios prudenciales. La salida del féretro de la vivienda del finado (en la actualidad, del velatorio) se anuncia apurando el toque de difunto, el cual es mantenido hasta que el féretro traspasa el umbral de la iglesia para iniciarse el funeral. Antiguamente el toque de difunto también se escuchaba desde el anochecer del Jueves Santo hasta el Viernes Santo, incluyendo su madrugada.

Campás da miña aldeia, que tendes tristura na serán crara, vós sodes a lingua i o alento dende onde nos dan o derradeiro adeus as ialmas”.

(Mariño Lago)

Por último, la cuarta función que cumplieron las campanas en Parderrubias -a fecha de hoy prácticamente extinguida-, era la de dar señales de alarma o llamadas de auxilio a la población. En nuestro pueblo, el toque más frecuente que cumplía con esta función era el de arrebato cuando se producía algún incendio en una “palleira”, “palleiro”, “aira”, casa o, en tiempos más recientes, en el monte. Lamentablemente, este tipo de sucesos fueron habituales entre nuestro vecindario. A modo de ejemplos, el 24 de octubre de 1923, El Correo de Galicia publica la noticia de un violento incendio en la casa de Claudino Fernández sofocado gracias a la pericia de los vecinos. En el verano de 1940 se desencadena, a las tres de la tarde, en A Aira un voraz incendio que arrasa 14 medas de centeno, perdiendo 13 familias del pueblo toda la cosecha de cereales (La Región, 2 de agosto de 1940). La Voz de Galicia, el 13 de septiembre de 2003, informa que la importante movilización de los vecinos evitó que el fuego de un incendio forestal alcanzase las viviendas. En todos estos casos el sonido de las campanas pedía auxilio a los vecinos para que acudiesen a sofocar las llamas. Se trataba de un toque muy acelerado con la campana grande que solía comenzar con tres toques separados. Aunque la llamada de auxilio más frecuente emitida por las campanas de la iglesia de Parderrubias se asocia a los incendios, ésta no fue la única. Este hecho queda avalado en el crimen que tuvo lugar en el año 1936 en la Casa Rectoral, el cual abordamos en otro artículo [https://aparroquiadeparderrubias.wordpress.com/2016/01/08/e17-crimen-en-la-casa-rectoral-de-parderrubias-en-el-ano-1936/]. En este suceso, una de las primeras acciones que llevaron a cabo los asaltantes fue la de cortar el cable que permitía tocar las campanas de la iglesia, con el fin de evitar que se solicitase auxilio.

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En definitiva, las campanas y sus sonidos forman parte del patrimonio de Parderrubias, y a pesar de que algunas de sus funciones hayan desaparecido, así como en gran medida el virtuosismo humano necesario para hacerlas hablar, delegándolo a un frío automatismo mecánico, las “badaladas” seguirán siendo, en Parderrubias, un estímulo añorado para nuestro oído. Parafraseando a nuestra gran poetisa «…cuando os oigo tocar …sin querer vuelvo a llorar».

“Campanas de Bastabales, cando vos oio tocar mórromo de soidades”.

(Rosalía de Castro)


Referencias

Araújo Iglesias, M. A. (1997). A Merca. Antropoloxía dun Concello Galego. Vigo: Ir Indo Edicións.

Fidalgo Santamariña, A, (2009). A linguaxe tradicional das campás: un exemplo de patrimonio sonoro. En X.A. Fidalgo Santamariña, X.M. Cid Fernández, M. Fernández Senra y X. Fernández Senra (Coords.), II Congreso de Patrimonio etnográfico galego. Actas (pp. 67-82). Ourense: Deputación de Ourense.

1966-2016: se cumplen 50 años de la creación del Teleclub de Parderrubias. Por José Luis Camba Seara

1966-2016: se cumplen 50 años de la creación del Teleclub de Parderrubias. Por José Luis Camba Seara

Como es conocido, en este año 2016 se conmemora el 50 aniversario de la fundación del Teleclub de Parderrubias. En un artículo publicado en el mes de diciembre de 2015 hicimos un primer análisis de la función que este local social tuvo en la sociedad de Parderrubias durante los años 60 y 70, análisis enriquecido con una entrevista realizada en 1970 a Don Isolino Camba Casas (https://aparroquiadeparderrubias.wordpress.com/2015/12/08/e16-se-cumplen-50-anos-de-la-fundacion-del-teleclub-de-parderrubias/). En este nuevo artículo sobre esta temática, José Luis Camba Seara lleva a cabo una descripción histórica de su fundación y de sus primeras actividades, avalada por documentos redactados por los propios protagonistas principales de esa época. Entendemos que es el complemento necesario al artículo publicado con anterioridad.

Quiero agradecer a José Luis esta excelente y necesaria colaboración con el Blog aportando datos y documentos que forman parte de la historia reciente de nuestro pueblo, permitiéndonos salvaguardarlos y difundirlos. Gracias.

Juan Carlos Sierra Freire

Nota. Este artículo aparece publicado en su versión original en gallego y justo a continuación el lector encontrará una versión en castellano.


1966-2016: cúmprense 50 anos da creación do Teleclub de Parderrubias. Por José Luis Camba Seara

A petición de Juan Carlos Sierra, que escribiu o anterior artigo sobre este tema, e para completar o mesmo, vou lembrar algúns datos máis da creación e funcionamento nos seus primeiros anos do Teleclub de Parderrubias, dos que gardo algunha documentación.

 Os primeiros anos do Teleclub

Ainda que a Acta de creación do Teleclub é de 20 de abril de 1966, como consta na copia de documento adxunto, a súa actividade real como tal comeza a finais de 1967 cando queda rematado o “Salón Parroquial” construído para a Parroquia e que foi cedido para o seu uso como sede local do mesmo. Este local construíuse en terreos da Casa Parroquial para o que foi necesario o derrubamento dunha parte da mesma así como do muro que a protexía. Lembrar tamen que dentro do recinto desa casa había un patio onde se atopaba un forno no que ate ben entrado o século pasado se facía o pan de boa parte do pobo da Igrexa e sobre cuxa actividade tamén haberá que escribir algún día.

Na data sinalada constitúese a primeira Xunta Organizadora Provisional para a creación do Teleclub que estaba formada por Don Manuel Fernández Rúas (Párroco de Parderrubias) como Presidente, Don Isolino Camba Casas (Mestre) como Vicepresidente, Don Benigno Seara como Secretario-Monitor, D. Laurentino Outomuro Outomuro como Tesoureiro e os seguintes vocais: Don Eladio Grande Garrido, Don Alejandro Justo Sampedro, Don Jesús Fernández Fernández e Don Valentín Seara Prieto (Documento 1).

Documento 1_Acta
Documento 1. Acta de constitución do Teleclub

Daquela unha das primeiras funcións foi a de redactar as Normas Estatutarias do Teleclub para o funcionamento do mesmo, normas que quedaban resumidas en cinco capítulos dos que entresaco o mais importante.

O Capítulo 1  trata sobre a Localización do Teleclub e di:

El Teleclub de Parderrubias, que así se llamará, tendrá como domicilio social el local Salón Parroquial”.

O Capítulo 2 refírese aos fins da asociación:

Su fin primordial será el perfeccionamiento cultural de sus asociados y fomentar la convivencia social y el espíritu asociativo”. Tamén “…conseguir poner un medio de esparcimiento y recreo a disposición de los asociados”.

O Capítulo 3 fala dos socios:

La asociación al Teleclub será voluntaria y en beneficio de todos los vecinos pertenezcan o no a la parroquia o municipio”.

Los socios tendrán voz y voto en las Juntas Generales y podrán ser elegidos miembros de la Junta Directiva”.

Los socios estarán obligados a acatar las normas de funcionamiento y respetar las decisiones de la Junta Directiva y satisfacer las cuotas acordadas”.

O Capítulo 4 refírese á Xunta Directiva:

El Teleclub será regido por una Junta Directiva que integrará un Presidente, Vicepresidente, Secretario-Monitor, Monitor 2º, y como máximo tres vocales, uno de los cuales actuará como Tesorero”.

Será elegida y renovada anualmente por la Junta General de Socios y velará por el perfecto funcionamiento del Teleclub, presentando estado de cuentas anual y proyecto de actividades”.

“La administración de los fondos públicos le corresponde al Tesorero con el Visto Bueno del Presidente”.

Los cargos directivos serán honoríficos y sin derecho a retribución alguna”.

O Capítulo 5 define as cuotas dos asociados:

Las cuotas de los asociados serán mensuales y destinadas al sostenimiento del Teleclub”.

Nunha disposición transitoria sinálase que:

Con carácter provisional se constituirá la primera Junta Directiva”.

Nunha primeira relación de socios do Teleclub figuran 50 socios. Existe tamén un escrito de cesión do Local que está a ser construido pola Parroquia como Salón Parroquial para sua utilización polo Teleclub, establecéndose nel o seu Domicilio Social para a realización das funcións e actividades do mesmo.

A construcción deste Salón Parroquial fora iniciada no ano 1965 e non foi rematada ata o ano 1967. Na construcción do mesmo colaboraron tanto co seu traballo coma cunha aportación económica de 300 pesetas os veciños de Parderrubias e Negueiroá, acadándose un importe de 24.000 pesetas. Tamén colaborou a “Hermandad de Labradores” cun importe de 1.000 pesetas. Como datos históricos hai que sinalar que traballaron albaneis e carpinteiros da Parroquia, como os irmáns Hermenegildo, Benito e Manuel Outomuro, o Adolfo e o Higinio. Foi empregado tamén un camión da Deputación de Ourense que o cedeu un día para desescombro. Moito do material que se utilizou foi dos almacéns de construcción Sierra. A porta da entrada custou 675 pesetas e as ventas 2.000. Adxúntase documento manuscrito por Don Manuel Fernández Rúas dos gastos desas obras (Documento 2).

Documento 2_Gastos
Documento 2. Gastos do Salón Parroquial

Según consta en Acta do 17 de nadal de 1967 hai unha Xuntanza da Asamblea Xeral do Teleclub, e nela dase conta do Regulamento redactado aos socios. Nesta asamblea tamén se comunica o cese do Presidente e cura de Parderrubias Don Manuel Fernández Rúas que fora destinado a outra parroquia e sustituído por D. Ramón Blanco Caride como novo cura. Acórdase pois nomear a este último como Presidente do Teleclub e que o resto da Xunta Directiva quede como estaba. Nesa xuntanza faise saber o estado de contas e trátase da admisión de novos socios quedando o asunto en estudio. Dáselle á nova Xunta a confianza para rematar as obras do local solicitando a colaboración dos socios para rematar os traballos que faltan (Documento 3).

Documento 3_Junta diciembre 1967
Documento 3. Comunicación da Acta da Asamblea Xeral de Socios ano 1967

O primeiro de novembro de 1969 hai unha xuntanza na que se da conta do cese de Don Ramón Blanco Presidente do Teleclub por ser destinado cura a outra parroquia. Nesta Xunta dase conta tamén da falta de fondos para o funcionamento do Teleclub. Procédese ao nomeamento como novo Presidente de Don Hermesindo Andrade Pérez e renóvase o resto da Xunta, quedando como Vicepresidente Don Benigno Seara, como Secretario-Monitor Don Isolino Camba, como Tesoureiro Don Laurentino Outomuro e como Vocais Don Eladio Grande, Don Alejandro Justo e Don Jesús Fernández. Acórdase arranxar o televisor e realizar algunas obras de acondicionamento do local e adquisición de mobiliario para o que se solicita unha subvención ao Gobernador Civil (Documento 4).

Documento 4_Junta 1969
Documento 4. Comunicación de Acta da Asamblea Xeral ano 1969

O 23 de xaneiro de 1970 recíbese a subvención solicitada por un importe de 40.000 pesestas que foron investidas no acondicionamento do local. De novo hai cambios na Xunta directiva. O 3 de xaneiro de 1971 e baixo a presidencia de Don Benigno Seara reúnese a Xunta Directiva para dar conta unha vez máis do cese do Presidente do Teleclub Don Hermesindo Andrade por ser destinado de párroco a outro lugar. Nesa xuntanza dase tamén conta da subvención recibida polo Teleclub das 40.000 pesetas e  acórdase regular mellor o uso do local e solicitar unha axuda do Concello para gastos ordinarios. Tamén se acorda convocar unha Asamblea de Socios para elexir novo Presidente, propoñendo para o cargo ao novo cura encargado da parroquia Don José Gayo Arias, párroco da Manchica onde reside.

A partir deste momento a actividade do Teleclub vai minguando e apenas hai actividade por parte da sua Xunta Directiva, salvo a organización dunha peregrinación o 28 de abril de 1971 a Santiago de Compostela con motivo do Ano Santo e á que acudiron uns 40 veciños do pobo (Documentos 5 e 6).

Segue funcionando o Teleclub nos anos seguintes  como sinala Sierra Freire no anterior artigo ate os anos 90, pero esta actividade redúcese sobretodo pola existencia xa nas casas e bares de televisión particular. A asistencia ao local limítase á dos vecinos do barrio da Igrexa e a algunhas das xuntanzas da Parroquia con motivo dalgunha actividade especial ou dos mozos e mozas.

Asistencia e materiais do Teleclub

Dunha enquisa feita no ano 1972 para a Oficina de Información e Turismo (CITE) podemos entresacar cales foron os datos máis destacabeis da actividade deste Teleclub durante estes anos, sobretodo entre  1967 e  1972. O número de socios chegou a ser duns 160, polo cal pódese decir que case todos os vecinos da parroquia chegaron a ser socios do Teleclub. A asistencia ao local era dunhas 15 ou 20 persoas diarias pola semana, sendo moito maior a asistencia os fins de semana ou cando había algunha actividade importante. A mellor hora de asistencia era polas tardes-noite pois era cando, sobretodo no inverno cesaba a actividade laboral do campo e tamén a televisión tiña os programas de maior audiencia, así como os domingos. Os programas de televisión máis vistos naquela época eran as novelas, Cesta e puntos, partidos de fútbol, os telediarios…

O material que había ao principio no Teleclub era escaso: un televisor en branco e negro que se estropeaba a miúdo, unha libraría para os poucos libros que había (unha colección de Historia de España de Salvat, unha colección de libros de lectura da colección de RTV, e revistas de Teleradio e Teleclub), un armario, catro mesas, vinte sillas e oito bancos así como unha mesa para o televisor. Mais adiante foise renovando este material e adquirindo algún novo.

Teleclub2
Interior Teleclub

As actividades do Teleclub

A maiores das actividades individuais que se realizaban nel como o visionado da televisión ou a lectura, o Teleclub servíu tamén como dinamizador de actividades deportivas, culturais e de programación e deseño de obras básicas na Parroquia. Das actividades de obras de mellora de infraestruturas da Parroquia hai que salientar algunhas como a propia construción do Teleclub e a mellora das suas instalacións, a construcción dunha pista ó barrio da Igrexa, o arreglo de camiños e fontes (da Igrexa, do Valdemouro e de Negueiroá), de lavadoiros, da luz pública, etc.

Neses anos tivo lugar unha chea de realizacións de obras fundamentais  para Parderrubias que rematou coa Concentración Parcelaria e que foron daquela unha aposta modernizadora fundamental,  que nalgúns casos xerou certa controversia pero que vista coa perspectiva do tempo,  foi fundamental para modernización do pobo. E  todo isto fixose co esforzo, colaboración e aportación económica de todos o cal ben merece unha louvanza para afortalar a nosa autoestima como pobo.

Dentro da actividade sociocultural foron estes anos os do florecemento dunha inesquecible actividade cultural que se concretou en veladas teatrais, na que os actores e actrices eran mozos e mozas do pobo, actividades nas festas de Nadal e Reises, con Cabalgatas e festivais de panxoliñas, xantares populares na festa de Corpus, actividades deportivas como partidos de fútbol, carreiras ciclistas, carreiras de sacos, carreiras de burros, festas na Chousiña, etc. Todos os que temos unha certa idade lembramos con certa nostalxia aqueles anos.

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Hai que sinalar tamen outras actividades como un Curso de Promoción Cultural e Alfabetización de Adultos de 75 días, as Conferencias de Extensión Agraria sobre actividades agrícolas e da concentración parcelaria, ou tamén cursos do Programa de Promoción Profesional Obrera (PPO) a mediados dos anos 70 sobre temas como cociña e costura, dirixidos ás mulleres. Neses cursos as nosas nais coñeceron como se facían uns ovos a flamenca, uns emparedados fritos ou os canelóns con bechamel. Tamén a facer alfombras, coxíns  ou unha colcha.

Seguramente hai moitas mais actividades que eu non lembro pero que quedaron ahí na memoria colectiva dos veciños de Parderrubias e que forman parte do patrimonio inmaterial da nosa Parroquia que debe alomenos ser lembrado para as novas xeracións.

PD: Invito a todos aqueles que teñan fotografías ou carteis dalgunha actividade levada a cabo durante estes anos a que as acheguen a Juan Carlos Sierra para que poidan ser recollidas e documentadas para ser espostas nun futuro.


VERSIÓN EN CASTELLANO

Nota. Este artículo aparece publicado más arriba en su versión original en gallego

1966-2016: se cumplen 50 años de la creación del Teleclub de Parderrubias. Por José Luis Camba Seara

A petición de Juan Carlos Sierra, que escribió el anterior artículo sobre este tema, y con el fin de complementarlo, voy a exponer algunos datos sobre la creación y funcionamiento en sus primeros años del Teleclub de Parderrubias, de los que conservo alguna documentación.

Los primeros años del Teleclub

Aun cuando el Acta de creación del Teleclub está fechada el 20 de abril de 1966, como consta en el documento adjunto (Documento 1), su actividad real como tal comienza a finales de 1967 cuando queda rematado el Salón Parroquial, construido para la Parroquia y que fue cedido para su uso como sede local del mismo. Este local fue edificado en terrenos de la Casa Parroquial para lo que fue necesario derribar una parte de la misma y del muro que la protegía. Debemos recordar que dentro del recinto de esa casa había un patio en el cual existía un horno en el que hasta bien entrado el siglo pasado se elaboraba el pan de buena parte del pueblo de A Igrexa y sobre cuya actividad también habría que escribir algún día.

En la fecha señalada se constituye la primera Junta Organizadora Provisional para la creación del Teleclub, la cual estaba formada por Don Manuel Fernández Rúas (Párroco de Parderrubias) como Presidente, Don Isolino Camba Casas (Maestro) como Vicepresidente, Don Benigno Seara como Secretario-Monitor, Don Laurentino Outumuro Outumuro como Tesorero, y los siguientes vocales: Don Eladio Grande Garrido, Don Alejandro Justo Sampedro, Don Jesús Fernández Fernández y Don Valentín Seara Prieto (Documento 1).

Documento 1_Acta
Documento 1. Acta de constitución del Teleclub

En aquel momento, una de las primeras tareas fue redactar las Normas Estatutarias del Teleclub para su funcionamiento, normas que quedaban resumidas en cinco capítulos, de los cuales extraigo lo más relevante.

El Capítulo 1 trata sobre la Localización del Teleclub y dice:

El Teleclub de Parderrubias, que así se llamará, tendrá como domicilio social el local Salón Parroquial”.

El Capítulo 2 se refiere a los fines de la asociación:

Su fin primordial será el perfeccionamiento cultural de sus asociados y fomentar la convivencia social y el espíritu asociativo”. También “…conseguir poner un medio de esparcimiento y recreo a disposición de los asociados”.

El Capítulo 3 habla de los socios:

La asociación al Teleclub será voluntaria y en beneficio de todos los vecinos, pertenezcan o no a la parroquia o municipio”.

Los socios tendrán voz y voto en las Juntas Generales y podrán ser elegidos miembros de la Junta Directiva”.

Los socios estarán obligados a acatar las normas de funcionamiento y respetar las decisiones de la Junta Directiva y satisfacer las cuotas acordadas”.

El Capítulo 4 se refiere a la Junta Directiva:

El Teleclub será regido por una Junta Directiva que integrará un Presidente, Vicepresidente, Secretario-Monitor, Monitor 2º, y como máximo tres vocales, uno de los cuales actuará como Tesorero”.

Será elegida y renovada anualmente por la Junta General de Socios y velará por el perfecto funcionamiento del Teleclub, presentando estado de cuentas anual y proyecto de actividades”.

“La administración de los fondos públicos le corresponde al Tesorero con el Visto Bueno del Presidente”.

Los cargos directivos serán honoríficos y sin derecho a retribución alguna”.

El Capítulo 5 define las cuotas de los asociados:

Las cuotas de los asociados serán mensuales y destinadas al sostenimiento del Teleclub”.

Una disposición transitoria señala que:

Con carácter provisional se constituirá la primera Junta Directiva”.

En una primea relación de socios del Teleclub figuran 50 socios. Existe también un escrito de cesión del Local que está siendo construido por la Parroquia como Salón Parroquial para su empleo como Teleclub, estableciéndose en él su Domicilio Social para la realización de las funciones y actividades del mismo.

La construcción de este Salón Parroquial se inició en el año 1965, finalizándose en 1967. En su edificación colaboraron, tanto con su trabajo como con una aportación económica de 300 pesetas, los vecinos de Parderrubias y Nigueiroá, obteniéndose una cantidad de 24.000 pesetas. También contribuyó la Hermandad de Labradores con una cantidad de 1.000 pesetas. Como datos históricos hay que señalar que trabajaron albañiles y carpinteros de la Parroquia, como los hermanos Hermenegildo, Benito y Manuel Outumuro, Adolfo e Higinio. Se empleó un camión de la Diputación de Ourense cedido durante un día para el desescombro. Mucho de los materiales empleados fueron suministrados por los Almacenes de Construcción Sierra. La  puerta principal tuvo un coste de 675 pesetas y las ventanas 2.000. Se adjunta documento manuscrito de Don Manuel Fernández Rúas de los gastos de las obras (Documento 2).

Documento 2_Gastos
Documento 2. Gastos del Salón Parroquial

Según consta en Acta de 17 de diciembre de 1967, tiene lugar una Reunión de la Asamblea General del Teleclub en la que se da cuenta a los socios del Reglamento redactado. En esta asamblea también se comunica el cese del Presidente, Párroco de Parderrubias, Don Manuel Fernández Rúas que había sido destinado a otra parroquia y sustituido por Don Ramón Blanco Caride como nuevo párroco. Se acuerda nombrar a este último como Presidente del Teleclub y que el resto de Junta Directiva quede como estaba. En esta reunión se comunica el estado de cuentas y se aborda la admisión de nuevos socios quedando el asunto en estudio. Se le otorga a la nueva Junta la confianza para finalizar las obras del local solicitando la colaboración de los socios para rematar los trabajos restantes (Documento 3).

Documento 3_Junta diciembre 1967
Documento 3. Comunicación del Acta de la Asamblea General de Socios año 1967

El día 1 de noviembre de 1969 hay otra reunión en la que cesa Don Ramón Blanco como Presidente del Teleclub por ser destinado párroco en otra parroquia. Además se informa de la falta de fondos para el funcionamiento del Teleclub. Se procede al nombramiento de Don Hermisindo Andrade Pérez como Presidente y se renueva el resto de Junta, quedando como Vicepresidente Don Benigno Seara, como Secretario-Monitor Don Isolino Camba, como Tesorero Don Laurentino Outumuro y como Vocales Don Eladio Grande, Don Alejandro Justo y don Jesús Fernández. Se acuerda arreglar el televisor y realizar algunas obras de acondicionamiento del local y adquisición de mobiliario  para lo que se solicita una subvención al Gobierno Civil (Documento 4).

Documento 4_Junta 1969
Documento 4. Comunicación del Acta de la Asamblea General año 1969

El 23 de enero de 1970 se recibe la subvención solicitada por un importe de 40.000 pesetas que fueron invertidas en el acondicionamiento del local. Nuevamente se produjeron cambios en la Junta Directiva. El 3 de enero de 1971, bajo la presidencia de Don Benigno Seara, se reúne la Junta Directiva para formalizar el cese como Presidente de Don Hermisindo Andrade por ser destinado como párroco a otra localidad. En esta reunión se informa también de la subvención recibida de 40.000 pesetas y se acuerda regular mejor el uso del local y solicitar una ayuda al Concello para gastos ordinarios. También se acuerda convocar una Asamblea de Socios para elegir nuevo Presidente, proponiéndose para el cargo al nuevo párroco Don José Gayo Arias, natural de A Manchica.

A partir de este momento la actividad del Teleclub va decreciendo y apenas se producen movimientos en su Junta Directiva, salvo la organización de una peregrinación el 28 de abril de 1971 a Santiago de Compostela con motivo de la celebración del Año Santo, a la que acudieron unos 40 vecinos del pueblo (Documentos 5 y 6).

El Teleclub sigue en funcionamiento, tal como señala Sierra Freire en el anterior artículo hasta los años 90, pero su actividad se reduce drásticamente debido especialmente a la presencia de televisores en los bares y casas particulares. La asistencia al local se limita a los vecinos de A Iglesia y algunas reuniones parroquiales con motivo de alguna actividad especial o reuniones de mozos y mozas.

Asistencia y materiales del Teleclub

En una encuesta realizada en el año 1972 para la Oficina de Información y Turismo (CITE) podemos entresacar datos destacables acerca de la actividad del Teleclub durante su época dorada (1967-1972). El número de socios llegó a ser de 160, por lo que se puede afirmar que prácticamente todos los vecinos de la Parroquia llegaron a ser socios del Teleclub. La asistencia al local era de unas 15-20 personas diarias por la semana, cifra mucho más elevada en los fines de semana o cuanto tenía lugar alguna actividad importante. La hora de mayor asistencia era por la tarde-noche, pues era cuando, especialmente en invierno, cesaban lan actividades laborales en el campo y era cuando la televisión emitía los programas de mayor audiencia. El domingo era el mejor día. Los programas televisivos más vistos en aquella época eran las novelas, el concurso Cesta y Puntos, los partidos de fútbol, los telediarios…

Los materiales existentes en el Teleclub en un primer momento eran escasos: un televisor en blanco y negro, que se estropeaba frecuentemente, mesa del televisor, una librería para unos escasos libros (colección de Historia de España de Salvat, colección de libros RTV, y revistas de Teleradio y Teleclub), un armario, cuatro mesas, veinte sillas y ocho bancos. Con el tiempo se fue renovando este material y adquiriendo alguno nuevo.

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Interior del Teleclub

Actividades del Teleclub

A pesar de que la actividad individual más frecuente realizada en el Teleclub era ver la televisión y la lectura, éste sirvió también de dinamizador de actividades deportivas, culturales, así como de programación y diseño de obras básicas en la Parroquia. Entre las actividades relativas a obras de mejora de infraestructuras en la Parroquia destacan la propia construcción del Teleclub y la mejora de sus instalaciones, la construcción de una pista a A Iglesia, el arreglo de caminos y fuentes (en A Iglesia, O Valdemouro o Nigueiroá), lavaderos, luz pública, etc.

En esos años tuvo lugar un gran número de obras fundamentales para Parderrubias, culminando con la Concentración Parcelaria, que supusieron en aquel momento una apuesta fundamental por la modernización, que en algunos casos llegó a generar cierta controversia, pero que vistas con la perspectiva del tiempo, fueron claves para la modernización del pueblo. Y todo esto se hizo con el esfuerzo, colaboración y aportación económica de todos, lo cual fue merecedor de alabanzas en el fortalecimiento de nuestra autoestima como pueblo.

En cuanto a actividades culturales, estos años supusieron una brillante e inolvidable actividad cultural reflejada en veladas teatrales, en las que los actores y actrices eran los mozos y mozas del pueblo, actividades en Navidades y Reyes con festivales de villancicos y cabalgatas, comidas populares en la Fiesta de Corpus, actividades deportivas como partidos de fútbol, carreras ciclistas, carreras de sacos o de burros, fiestas en A Chousiña, etc. Todos los que tenemos cierta edad recordamos con cierta nostalgia aquellos años.

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Son destacables también otras actividades como el Curso de Promoción Cultural e Alfabetización de Adultos de 75 días, las Conferencias de Extensión Agraria sobre actividades agrícolas y de la concentración parcelaria, o los Cursos del Programa de Promoción Profesional Obrera (PPO) a mediados de los años 70 sobre cocina y costura, dirigidos a las mujeres. En ese curso nuestras madres aprendieron, entre otras cosas, a cocinar unos huevos a la flamenca, unos emparedados fritos o unos canelones con bechamel; también a hacer alfombras, cojines o una colcha.

Seguramente hay muchas más actividades que yo no recuerdo, pero que quedaron en la memoria colectiva de los vecinos de Parderrubias y que forman parte del patrimonio inmaterial de nuestra Parroquia, que deben ser al menos recordados para nuestras nuevas generaciones.

PD: Invito a todos aquellos que tengan fotografías o carteles de alguna de las actividades realizadas durante estos años que contacten con Juan Carlos Sierra, Editor de este Blog, para que puedan ser recogidas y documentadas para una futura exposición.

Canastros de Parderrubias

Canastros de Parderrubias

Por Juan Carlos Sierra Freire y Gonzalo Outomuro Rodríguez

«Os canastros son, hoxe, unha reliquia da arquitectura popular» (Araújo Iglesias, 1997)

Una de las imágenes más típicas de la Galicia rural es la de sus canastros (hórreos o cabaceiros). El uso de un término u otro depende de la zona geográfica. En el Sur de Galicia, concretamente en Parderrubias, por su proximidad a Portugal, se emplea de forma generalizada la expresión “canastro” para aludir a estas construcciones rurales. La palabra “canastro” proviene del latín «canistrum«, que significa canasta o cesto de mimbre. La asociación de esta expresión con el hórreo proviene del arte de elaboración de sus paredes.

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Canastro en A Iglesia

Según el historiador Xaquín Lorenzo (O Xocas), su origen podría situarse en los antiguos castros. En las Cantigas de Santa María (1280), de Alfonso X el Sabio, aparece una ilustración de canastros similares a los que actualmente se dibujan por toda la geografía de Parderrubias. Su auge y desarrollo se alcanza en el siglo XVI con la llegada del maíz desde el Nuevo Mundo.

Cantigas de Santa María. Fotografía recuperada de https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/6/69/Cantiga_de_Santa_Maria_CLXXXVI_-_Horreos.jpeg
Cantigas de Santa María

El canastro es una construcción hecha para conservar y guardar, básicamente el maíz (millo), aunque también se puede emplear para almacenar otros productos, con el fin de aislarlos de la humedad y de los animales. Para ello, se levanta sobre pilares (entre cuatro y seis) y sus paredes dejan pasar la ventilación a través de ranuras. En otros tiempos, la riqueza de una familia se medía por el número de pilares que tenía su canastro. En zonas húmedas, como Galicia, no se podría conservar el maíz de otra manera. Su forma y materiales varían de una zona geográfica a otra. En Parderrubias todos tienen una estructura similar. Se trata de una construcción de reducido tamaño de forma rectangular, sobre pilares y con tejado a dos aguas. Los pilares son de granito, el piso de madera, las tablas que forman las paredes son de madera de castaño y las tejas de cerámica son curvas. En la pared frontal se sitúa la puerta. Su longitud puede variar, pero el ancho es similar en todos ellos: 1,30-1,50 metros.

En su obra de obligada consulta, «A Merca. Antropoloxía dun Concello Galego«, Araújo Iglesias (1997) realiza una excelente descripción del típico canastro de Parderrubias:

«Va sostenido sobre cuatro o más pies de piedra, según su longitud. Dos pies van siempre en las dos esquinas y si es más largo puede llevar en el medio otras dos o cuatro. Sobre estos pies, que suelen ser habitualmente redondeados, descansan unas piedras planas en las que, a su vez, reposan las vigas del piso y las de altura. El tejado o cubierta se arma como el de las casas, con una viga cumbre que se apoya mediante pontones en vigas que, a su vez, son sostenidas por los balaustres verticales que se sostienen en las primeras vigas. Estos balaustres verticales, que dejan un boquete entre sí para la ventilación, van reforzados con una cinta horizontal de madera.

El canastro va a dos aguas. Entre la viga cumbre y las vigas laterales van los pontones sobre los que se clavan las tablas o latas que tienen que sostener las tejas. El piso es de madera. Está formado por tablas clavadas sobre pontones. En uno de los lados pequeños va la puerta, hecha de la misma manera que el resto de paredes. Los pies cónicos que sostienen el canastro en el aire llevan, en muchos casos, un revestimiento de lata para defender el interior del canastro contra los ratones. El ancho del canastro está en torno a 1,30 y 1,50 m., y de altura andará por los dos metros. En el lado de la puerta debe llevar una pequeña escalera para poder subir cómodamente al interior«.

En la Parroquia de Parderrubias, a fecha de hoy, se pueden observar todavía 71 canastros, en mejor o peor estado de conservación, repartidos por todos los pueblos que forman la Parroquia: 23 en Barrio, 19 en A Iglesia, 14 en O Outeiro, 7 en Nigueiroá, 6 en A Carretera y 2 en As Campinas; además, se pueden contabilizar los restos de otros 12: 6 en A Iglesia, 2 en Barrio, 2 en O Outeiro y 2 en Nigueiroá. Teniendo en cuenta el tamaño poblacional de Parderrubias, se trata de un número muy considerable. Desde cualquier perspectiva de la Parroquia es imposible no avistar algún canastro.

En ocasiones, los canastros se construyen al lado de la casa familiar, en un lugar aireado y soleado, y así nos encontramos con canastros solitarios en As Campinas o en Barrio, por ejemplo. Pero también existen conjuntos formados por varios canastros situados en zonas ventiladas (las airas, tan típicas de Parderrubias), como ocurre en A Iglesia, Barrio o Nigueiroá. Su uso puede ser exclusivo de una sola familia o compartido por varias. Prácticamente todos los canastros construidos en Parderrubias tienen cuatro o seis pilares, excepto uno en Nigueiroá (lamentablemente desaparecido) que contaba con ocho pilares. Es difícil determinar la data de construcción de cada uno de ellos. Solamente en uno de ellos, ubicado en Barrio aparece la fecha de edificación: 1928.

Restos del único canastro de ocho pilares ubicado en Nigueiroá
Canastro de Barrio fechado en 1928
Canastro en Nigueiroá
Canastro en As Campinas
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Conjunto de canastros en A Iglesia
Aldea
Conjunto de canastros de A Iglesia

Lamentablemente, debido a que ya apenas se cosecha maíz en la Parroquia, muchos de estos canastros se encuentran muy deteriorados por el paso del tiempo, la falta de uso y de mantenimiento, cayendo ya algunos en el completo abandono por parte de sus propietarios. En cambio, otros han sido restaurados y siguen cumpliendo con su honorable función de resguardar las espigas doradas de la humedad y de los roedores. Ojalá puedan seguir haciéndolo durante mucho tiempo y que aquellos que ya dejaron de estar operativos puedan ser restaurados para disfrute y admiración de las generaciones venideras. Ya en 1997, Araújo Iglesias planteaba la necesidad de que el Concello y/o la Dirección General de Patrimonio Cultural hiciese todo lo posible para conservar estas reliquias. Dicho queda y, a quién corresponda, que tome debida nota. Patrimonio de la Xunta prohíbe el traslado de los canastros construidos en piedra y madera sin su consentimiento. Todos los anteriores a 1901 son Bien de Interés Cultural, por lo cual no se pueden trasladar.

Restos de canastros en A Iglesia

Canastros de A Igrexa


Canastros de Barrio


Canastros de O Outeiro


Canastros de Nigueiroá


Canastros de A Carretera


Canastros de As Campinas


Perspectivas de Parderrubias con canastros

Alcouzo
A Iglesia
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O Valdemouro
Outeiro
O Outeiro
Outeiro2
O Outeiro
IMG_3323
Barrio
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Barrio

Referencias

Araújo Iglesias, M. A. (1997). A Merca. Antropoloxía dun Concello Galego. Vigo: Ir Indo.

Cruceiros de Parderrubias

Cruceiros de Parderrubias

Por Juan Carlos Sierra Freire

 

Los cruceiros constituyen, sin lugar a duda, una de las manifestaciones más típicas de la arquitectura popular gallega (de hecho, están protegidos como patrimonio artístico-cultural). Se estima que existen en torno a 12.000 a lo largo de toda la geografía de la Comunidad. En el Concello de A Merca, Araújo Iglesias en el año 1997 cataloga 16 cruceiros: uno en Corvillón, tres en Entrambosríos,  uno en Faramontaos, uno en A Manchica, dos en Parderrubias, uno en Olás, uno en Pereira de Montes, tres en Vilar de Paio Muñiz-A Merca y tres en Zarracós.

El cruceiro es una cruz de piedra, de dimensiones variables, que se coloca en el cruce de caminos, atrios y en lugares cercanos a iglesias, ermitas o cementerios. «Suele alzarse sobre una plataforma con peldaños y tiene esculpido el crucifijo y, frecuentemente además, la Piedad o Quinta Angustia» (RAE). Según Araújo Iglesias (1997), está formado por una plataforma, un pedestal, el fuste, el capitel y la cruz. Todos estos elementos están claramente identificados en los cruceiros de Parderrubias. 

«Se levantan sobre una plataforma compuesta por varias gradas de sillería. Sobre ellas va un pedestal en un solo cuerpo, normalmente liso, aunque no siempre. Pegada a la base, va en algunos casos, una mesa de piedra destinada a colocar las imágenes de santos (o también la custodia del Santísimo, cuando se trata de la procesión del Corpus). El fuste que encaja en el pedestal viene a ser una vara de formas prismático-octogonales o cilíndricas; puede ser simple sin adornos, o llevar aditamentos decorativos. El capitel resulta muy difícil de clasificar, pues responde mucho a la capacidad imaginativa de los autores. La parte mas sustantiva del cruceiro es, naturalmente, la cruz. En el anverso se representa a Cristo crucificado, que puede ir solo o acompañado. El reverso puede ir limpio, pero casi siempre lleva una representación, teniendo preferencia la imagen de la Virgen María» (Araújo Iglesias, 1997, p. 280).

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Según Castelao (1950), lo correcto sería denominar «cruceiro» a la cruz solitaria y «calvario» a monumentos con episodios de la pasión de Cristo. Es decir, a lo que comúnmente denominamos en Parderrubias O Cruceiro de O Trabazo, es es realidad un Calvario. El propio Castelao alude al cruceiro como una «oración de piedra» o un «perdón del cielo». El cruceiro es un objeto sagrado, así como el lugar en el que se encuentra, pues actúa como instrumento de sacralización y cristianización. Por ello, según Araújo Iglesias (1997), se ubican en los cruces de caminos que eran lugares de superstición y de viejos cultos, en los mismos caminos con la finalidad de proteger a los caminantes, en el campo de la feria o en el mercado para proteger a los animales e, incluso, en lugares en los que se había producido alguna muerte violenta, con el fin de evitar que las almas errantes de las víctimas pudiesen hacer daño a los transeúntes. Sus orígenes se sitúan en plena Edad Media (siglo XIV), alcanzando su mayor auge y esplendor entre los siglos XVII y XIX.

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En Parderrubias destaca un bello calvario, ubicado en O Trabazo, formado por un conjunto de tres cruceiros y un altar en el del centro. A este lugar llega todos los años la procesión de Corpus Christi, función que cumplen muchos cruceiros de este tipo en Galicia. En el siglo XIX existía un Calvario o Viacrucis (serie de cruces) que iba desde la iglesia parroquial hasta este monumento de cruceiros de O Trabazo. Se cuenta que su final fue trágico. Un Párroco de esa época intentó vender todas esas cruces que formaban el Calvario en contra de la opinión de sus feligreses, quienes mostraron una férrea oposición a ello. La noche anterior a ser retiradas por el supuesto comprador, los vecinos las rompieron. El conjunto de Cruceiros de O Trabazo fue restaurado en el año 2008. En las dos primeras fotografías -cedidas por Manuel Outumuro Seara- se puede observar su estado antes de esta restauración, mientras que en las siguientes vemos su estado actual.

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Como hemos comentado, un enclave habitual de los cruceiros gallegos son las encrucijadas de caminos con el fin de proteger a los caminantes. El cruceiro ubicado en O Alcauzo podría responder a esta función, al situarse en la bifurcación del camino que conduce a la iglesia Parroquial y el que lleva a O Alcauzo.

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Entre o cruceiro vou indo
e del non me sei volver.

Somos terra de cruceiro,
somos coroa esquecida,
somos bágoa d'outro peito.
(María Mariño, 1963).

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Desde el Calvario de O Trabazo
Referencias

Araújo Iglesias, M. A. (1997). A Merca. Antropoloxía dun Concello Galego. Ir Indo Edicións.

Castelao, A. (1950). As cruces de pedra na Galiza. Editorial Nós.