DON MANUEL BELVIS SEOANE (1808-1894). Por Juan Carlos Sierra Freire

DON MANUEL BELVIS SEOANE (1808-1894). Por Juan Carlos Sierra Freire

La lista de clérigos que han regentado la Parroquia de Santa Eulalia (Olaia) de Parderrubias a lo largo de su dilatada historia es muy extensa. Desde el siglo XVI, época en la que nos topamos con los primeros registros parroquiales, se llega a contabilizar más de un centenar (véase Cronología Clerical de la Parroquia). No cabe duda de que todos ellos influyeron, de una u otra manera, en el estilo de vida de los vecinos de Parderrubias, dejando su impronta en la Parroquia. En este artículo vamos a centrarnos en la figura del cura don Manuel Belvis Seoane por tres razones. En primer lugar, por ser uno de los párrocos que más tiempo estuvo al frente de la Parroquia de Parderrubias, en concreto, 22 años. En segundo lugar, porque gracias a su prolijidad y minuciosidad en registrar su quehacer parroquial, hoy disponemos de información muy valiosa de la feligresía relativa a la segunda mitad del siglo XIX. Y, en tercer lugar, porque este cura, administrando una pequeña y aislada parroquia gallega del siglo XIX, como era el caso de Parderrubias, se hizo oír en la prensa católica y ultraconservadora de ámbito nacional. Con estas líneas honramos la figura de don Manuel Belvis.

Durante la segunda mitad del siglo XIX, una pequeña Parroquia de la Diócesis de Ourense, Parderrubias, se hacía un hueco en la prensa católica de ámbito nacional  (e. g., La Regeneración o El Siglo Futuro), de la mano de un nombre propio: Manuel Belvis, su Párroco. Son varias las referencias a su nombre encontradas en la prensa escrita de la época, algunas de ellas de su puño y letra. Teniendo en cuenta el período histórico -segunda mitad del siglo XIX-, en el que no era fácil acceder desde una pequeña aldea a los medios de comunicación nacionales, podemos afirmar que don Manuel fue un cura mediático de su época.

La persona

Don Manuel Belvis Seoane nace el 8 de abril de 1808 en el pueblo de A Venda, en la vecina Parroquia de San Miguel de Soutopenedo. Es hijo de don Hermenegildo Belvis y Doña Ana María Seoane. Durante seis años, desde 1827 a 1833, es decir, desde los 19 a los 25 años de edad, sirve en la Guardia Real de Fernando VII, llegando a obtener el Grado de Sargento. La Guardia Real, todavía vigente en la actualidad, es una Unidad Interejércitos al servicio del Rey, que había sido fundada en 1504 bajo el reinado de Fernando el Católico. El servicio de don Manuel en este Cuerpo coincide con la Década Ominosa de Fernando VII (1823-1833), caracterizada por una durísima represión de los sectores liberales, cierre de periódicos y de universidades. Esta corriente puede ayudar a entender la ideología que transmiten sus escritos. Una vez licenciado retoma sus estudios interrumpidos temporalmente, ordenándose cura en el año 1836, a la edad de 28 años.

Por los registros parroquiales nos consta que don Manuel tuvo al menos tres hermanos. Su hermana Camila, ya encontrándose viuda de Pedro Garrido, fallece el 6 de noviembre de 1871 en la Casa Rectoral de Parderrubias, y es sepultada en el cementerio de dicha Parroquia. Igualmente, su hermano Anacleto, ya viudo también, falleció de manera repentina en la Rectoral de Parderrubias, por lo que fue enterrado en el cementerio de dicha Parroquia el 4 de noviembre de 1885. En dicho cementerio también está sepultado su sobrino don Pedro Belvis, Presbítero que había celebrado su primera misa el 1 de enero de 1877, falleciendo a la edad de 25 años el 6 de marzo de ese mismo año. A su funeral llegaron a asistir 46 sacerdotes y seminaristas. Además, don Manuel tuvo otro sobrino cura, Victoriano Grande Belvis, que como señalaremos más adelante también tendrá una relación puntual con la Parroquia de Parderrubias.

Su carrera pastoral incluye varias etapas, siendo la más longeva la correspondiente a su gestión al frente de la Feligresía de Parderrubias, pasando a ser de facto el segundo cura que más años seguidos dedicó a nuestra Parroquia -veintidós exactamente- después de don Miguel Cayetano Grande (1795-1828). Desde 1841 a 1842 ejerce de Ecónomo de la Parroquia de San Martín de Loiro, en donde se encarga de ampliar el cementerio, pues como consecuencia de la prohibición de los enterramientos dentro de los cuerpos de las iglesias, el terreno externo existente para sepulturas era minúsculo (Díaz Fernández, 2007). De 1842 a 1846 fue Coadjutor del Párroco de Parderrubias, Don Francisco Folguerol, cura que fallece el 4 de marzo de 1848 y es sepultado en el atrio de la iglesia, justo delante de la puerta principal. Desde el año 1846 a 1859 Don Manuel Belvis pasa a ser el regidor de la Parroquia de San Juan de Baños de Bande. El 6 de junio de 1859, con 51 años, toma posesión de la Parroquia de Parderrubias, aunque en realidad no ejerce de párroco de la misma hasta el año 1872, pues durante ese período estuvieron al frente de la Parroquia los Ecónomos Don Veremundo Domínguez (1853-1868) y Don Ramón Pérez Sampayo (1868-1872). Don Manuel Belvis ejerce como párroco de Parderrubias hasta el 9 de febrero de 1894, día en que fallece a las seis y media de la tarde a los 86 años de edad. A pesar de su avanzada edad, no abandona sus responsabilidades pastorales hasta el final de sus días, y así lo quiso dejar registrado a finales de octubre de 1890 en los Libros Parroquiales:

“…a los 82 años y medio de edad, sigo por la misericordia de Dios, rigiendo la parroquia por el mismo método, aunque con menos fuerzas. Y como supongo que luego moriré … ”.

Al fallecer don Manuel Belvis, el Arcipreste de A Merca nombra a su sobrino Victoriano como encargado de la Parroquia (a la luz de la cronología clerical de la Parroquia, entendemos que de manera puntual para ese momento), encargándose de las exequias de su tío. Los funerales, y el posterior entierro en el cementerio de San Miguel de Soutopenedo, en el que reposan sus restos, tienen lugar tres días después del deceso. Al día siguiente del entierro, el 13 de febrero, su sobrino presidió en la Parroquia un nuevo funeral con la presencia de 27 sacerdotes. El día 14 de febrero se celebraron tres autos, cada uno con su misa solemne y la asistencia de seis sacerdotes. La noticia de su fallecimiento llegó a aparecer publicada el 9 de marzo de 1894 en el diario nacional, de ideología carlista, El Correo Español.

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El párroco

La labor de don Manuel Belvis en la Parroquia de Parderrubias queda acreditada por una serie de actos y obras que ponen de manifiesto su capacidad de gestión y su habilidad para hacerse oír en aquellos ámbitos en los que fuese menester. Tal vez una de sus obras más significativas afrontadas en la Parroquia sea la construcción del cementerio con sepulturas marqueadas y el acondicionamiento de la entrada del atrio de la iglesia con una reja. Como ya se ha comentado, hasta bien entrado el siglo XIX la mayoría de enterramientos tenía lugar dentro de la propia iglesia (este hecho se hizo evidente en la última gran reforma de la iglesia de Parderrubias, realizada en los primeros años del presente siglo, en la que salieron a la luz numerosos restos óseos ubicados en el suelo del recinto sacro), pero la falta de espacio y los problemas de salubridad dieron paso al acondicionamiento de los atrios de las iglesias como cementerios. Los costes de dichas obras ascendieron a la cantidad de 2.400 reales. Además, durante su mandato renovó las puertas principales de la iglesia y la escalera interior hacia la tribuna, y llevó a cabo una reforma del techo de la sacristía con el fin de mejorar la seguridad del recinto, pues a través de ésta, la noche del 15 de noviembre de 1871 habían entrado unos ladrones apoderándose de la Cruz Parroquial de plata, dos cálices con sus patenas y cucharillas, del relicario y del copón.

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Gracias a su interés por dejar documentada la actividad parroquial, hoy podemos conocer con cierto detalle muchos de los actos y celebraciones religiosas que se llevaban a cabo en la Parroquia en la segunda mitad del siglo XIX durante el tiempo de Cuaresma, la Semana Santa, el Mes de Mayo, el Corpus Christi, la Festividad del Sagrado Corazón de Jesús e Inmaculado Corazón de María, la Festividad del Rosario, la Novena de las Ánimas, la Novena de la Purísima Concepción, etc. El lector interesado en estas cuestiones puede consultar en este Blog La prolija actividad religiosa en Parderrubias durante la segunda mitad del siglo XIX.

Hoy, gracias a sus registros parroquiales podemos saber que en esa época los derechos de entierro en Parderrubias tenían un coste de:

“…18 reales, dos ferrados de maíz y un carnero de cuerpo presente, y de ofrenda añal son quince reales, por lo que durante el año al ofertorio de la Misa van parientes de cada difunto a besar la estola que alarga el cura diciendo a cada uno  “Anima eius, et ánimæ ómnium fidélium defunctórum per misericórdiam Dei requiéscant in pace”.

Durante el tiempo que estuvo al frente de la Parroquia los derechos de sepultura suponían una cuantía de dos reales para un adulto y uno para un párvulo. En 1891 se ingresan en las arcas de la Parroquia 25 reales por este concepto. Conocemos también por sus escritos que, en ese año 1891, el gasto más importante (350 reales) fue por el consumo de 135 libras de cera para el culto, las distintas Hermandades (Rosario, Corazón de Jesús y María, y San José), la Semana Santa y el Corpus. También quedó constancia de que el sacristán cobró 46 reales por lavar la ropa y hacer las hostias. A finales de ese año 1891, el saldo con el que contaba la Parroquia era de 771,225 reales [A pesar de que la peseta era moneda oficial ya desde el año 1869, en los documentos firmados por don Manuel Belvis se hace referencia a reales y escudos, indistintamente, monedas que precedieron a la peseta en nuestro país].

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Iglesia de Santa Eulalia (Olaia) de Parderrubias

Con fecha de 1 de febrero 1879 realiza un detallado inventario de los bienes de la iglesia en el que se incluyen diversas alhajas, entre ellas un farol de cristales que se empleaba en las administraciones nocturnas. El listado que hace de las imágenes sacras que ocupan en esa fecha los tres retablos nos permite saber que, salvo un “San Miguel bien deteriorado”, las restantes eran las mismas que todavía hoy podemos contemplar, incluidas las cuatro tallas que en el año 2016 volvieron a los laterales de la iglesia: Ecce Homo, Virgen de los Dolores, San Cayetano y San Benito de Palermo.

Entre las gestiones parroquiales que don Manuel afrontó, podemos destacar la instauración en 1880 de la Cofradía de los Purísimos Corazones de Jesús y de María, una vez solicitada la correspondiente Bula a Roma. Uno de los símbolos visibles de esta Cofradía fue un estandarte que recogía ambos corazones. A través del Obispo de Ourense, don Cesáreo Rodrigo, don Manuel Belvis gestionó las indulgencias que podían llegar a ganarse gracias a dicho estandarte: 40 días a todo aquel que procesionase con dicho pendón. Otro cometido llevado a cabo, y que nos permite conocer el número de calvarios que había en la Parroquia a finales del siglo XIX, fue la bendición de estos, un acto que pudiera parecer baladí, pero que requería de todo un proceso en el que intervenían las altas instancias eclesiásticas. A saber, tal como don Manuel Belvis lo dejó redactado:

Habiendo notado que los calvarios colocados dentro y fuera de la iglesia, así como en la capilla de Sulveira, eran recientes, y por no constar su bendición en forma, sospechase no hallarse con las condiciones que se requieren para ganar las indulgencias, he solicitado y conseguido facultad de bendecir calvarios del Reverendo José Calle Delegado de las Misiones y residente en el colegio de Santiago, cuya concesión presenté al Ilmo. Señor Obispo de la Diócesis, quien con fecha 9 de enero del presente año se ha servido conceder su licencia para bendecir los seis calvarios que comprende la autorización. Y en su ritual he bendecido los dos calvarios del interior y el exterior de la iglesia, como igualmente el que se halla dentro de la Capilla de Sulveira. Y para que conste lo firmo a tres de agosto de mil ochocientos setenta y ocho. Manuel Belvis”.

Durante su prolongada etapa al frente de la Parroquia de Parderrubias don Manuel Belvis celebró cientos de bautizos, bodas y funerales. Entre los bautizos que ofició podemos destacar el de don Adolfo Outumuro Outumuro, celebrado el 9 de marzo de 1891, quien con el tiempo llegaría a ser figura relevante de la Parroquia y a quien en su momento este Blog dedicará su atención. Asimismo, quiero dejar constancia de que el cura Belvis bautizó a una tatarabuela (Rafaela Casas) y cinco bisabuelos (Serafín Sierra y Luisa Iglesias, Benigno Fernández, y Manuel Seara e Isabel Justo), casó a seis tatarabuelos (Benito Iglesias y María Seara, Tomás Seara y María del Socorro Casas, y José Justo y Rafaela Casas) y dos bisabuelos (Serafín  Sierra y Luisa Iglesias), y dio sepultura a seis de los dieciséis tatarabuelos (Matías Sierra y Rosa Mosquera, Felipe Fernández y Elena Seara, y Tomás Seara y María del Socorro Casas) de quien suscribe este texto.

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Partida de boda de José Justo Grande con Rafaela Casas Sierra celebrada el 12 de mayo de 1866

Una trágica realidad durante esa época en la Parroquia de Parderrubias era la elevadísima tasa de mortalidad infantil. Sus registros parroquiales no dejan lugar a dudas. La firma de don Manuel Belvis aparece en la partida de enterramiento de 88 párvulos. A modo de ejemplo, en menos de un mes, 11 de diciembre de 1889, 26 de diciembre de 1889 y 5 de enero de 1890, da sepultura a los párvulos Manuel, Adolfo y Benito, de Barrio, A Iglesia y Nigueiroá, respectivamente.

Don Manuel y la prensa

Aparte de la prolífica actividad sacra que don Manuel Belvis protagonizó en la Parroquia de Parderrubias, este cura pasa a la historia por sus apariciones en la prensa católica de ámbito nacional de la época: La Regeneración y El Siglo Futuro. La Regeneración fue un diario fundado en 1855 en defensa del catolicismo como bandera política, mientras que El Siglo Futuro comenzó a publicarse en 1875 con el objetivo de ser portavoz oficial del carlismo.

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El diario La Regeneración fue testigo a finales de 1863 y principios de 1864 de un tenso y agrio debate acerca de la promiscuación entre don Manuel Belvis y don Santiago Francisco Viqueira, este último Canónigo de Compostela y Profesor de la Universidad Pontificia de Santiago, quien había publicado en 1859 un ensayo por título “Disertación teológico-canónica sobre la licitud de la promiscuación en España”. El Profesor Viqueira era autor aficionado a las polémicas, y en dicho documento cuestiona la aplicación de los privilegios de la bula en España sobre abstinencia y ayuno (Barreiro Fernández, 2003). Ante tal “afronta”, nuestro querido Párroco no duda en enfrentarse epistolarmente al polémico Profesor. Así, el 23 de noviembre de 1863, don Manuel Belvis publica en La Regeneración un comunicado en el que, atacando a don Santiago Francisco Viqueira, defiende la prohibición de la promiscuación, es decir, el hecho de no poder mezclar carne y pescado en una misma comida, considerando dicha prohibición como una costumbre universal en España en los días de abstinencia (viernes) que marca la Iglesia. El documento es ilustrado con una escena en la que aparece don Santiago Francisco Viqueira comiendo carne y pescado, en un viernes sin ayuno, en presencia de un feligrés de Parderrubias, quien se escandaliza ante tal atropello porque había leído en el Catecismo que la promiscuación era algo prohibido, pues así se lo había enseñado su Párroco, don Manuel Belvis.

La réplica del Profesor Viqueira se hizo derogar al 8 de enero del año siguiente, siendo ésta extensa y contundente, desmontando los argumentos empleados por don Manuel, hecho que lógicamente era de esperar tratándose de un personaje fraguado en polémicas y que no se achantaba ante las críticas. A grandes rasgos, el Profesor Viqueira se muestra partidario de no convertir en obligación lo que no era más que una tradición que ni siquiera se consideraba universal. Comenzaba con un:

“… pero el Señor Abad de Parderrubias (así se llaman en Galicia los Párrocos) quiso distinguirse entre los que componen la falange no promiscuadora, porque además de defender como ellos una mala causa, que ya se falló nada menos que en cinco ocasiones, deja correr la pluma sin ningún miramiento”.

Y terminaba con un:

Concluyo este escrito algo largo, advirtiendo al Sr. Belvis que se engañó miserablemente si ha creído que amontonando injurias y manchando mi reputación conseguía sostener mejor su causa y retraerme de la defensa de la verdad, porque tales medios solo sirven para cubrir de oprobio y de vergüenza a los que los emplean, y son en el caso presente tanto más criminales, cuanto quien los usa quiere pasar plaza de celoso por el bien de las almas y la conservación de la piedad… Es en efecto, bastante común en estos falsos celosos el encubrir bajo la máscara del celo los arranques de su amor propio, y esto sabe hacerlo a las mil maravillas el Párroco de Parderrubias”.

La actividad epistolar en prensa de don Manuel Belvis nos conduce al 23 de diciembre de 1889, cuando El Siglo Futuro publica en su primera página la siguiente carta, firmada por don Manuel Belvis, dirigida al Director del mismo Ramón Nocedal:

“Santa Eulalia de Parderrubias (Orense), 19 de septiembre de 1889.- Don Manuel Belvis, Párroco, aunque en la avanzada edad de ochenta y dos años, suplica a Vd. Se digne añadir a las numerosas listas de adhesión al  mensaje a Su Santidad contra el monumento al apóstata Jordan, su persona y la de sus cuatrocientos treinta feligreses, por quienes responde, pues le consta que todos son fervorosos católicos, afiliados a los Corazones de Jesús y María, cuya Hermandad se halla establecida en la parroquia hace nueve años, y puede asegurar que todos aborrecen la secta del liberalismo como herejía condenada por el Sumo Pontífice. Le anticipa las gracias su afectísimo servidor y capellán Q. B. S. M., Manuel Belvis”.

El rechazo al que alude esta carta iba dirigido a un monumento que se había levantado en la ciudad de Roma a Giordano (Jordan) Bruno, astrónomo, filósofo y matemático italiano del siglo XVI. Sus ideas acerca del universo y sus planteamientos teológicos desafiaron la doctrina oficial de la Iglesia, lo que le llevó a ser condenado por hereje en 1575. Sus libros fueron quemados en la Plaza de San Pedro y su cuerpo fue consumido por la llamas de la Inquisición en el año 1600 (Rowland, 2010). El levantamiento de ese monumento a finales del siglo XIX dio lugar a una intensa corriente de oposición, dirigida por el Papa León XIII y que enseguida caló entre las posiciones más ortodoxas de la Iglesia española, tal como queda demostrado en las ediciones de El Siglo Futuro de esos años.

Meses antes, el 11 de junio de 1889, este mismo periódico, en una carta firmada por José Álvarez, en la que describe con todo lujo de detalles el acto religioso que había tenido lugar en As Maravillas con el objeto de celebrar el XIII Centenario de la Unidad Católica (véase Parderrubias y el XIII Centenario de la Unidad Católica promovida por los Carlistas), hace una encomiástica descripción de la figura de don Manuel Belvis:

“…Cuando estaba ultimándose la colocación de personas y cosas, un gran murmullo nos hizo mirar hacia la izquierda, y era procedido de la llegada del nunca bien ponderado señor Abad de Parderrubias, capitaneando una gruesa procesión precedida de varios coros de hijas de María, montado en su yegua, y permaneciendo en este estado hasta dejar unida su gente a la que ya estaba colocada. No fue solo a mí a quien se le ocurrió, con tal visita, la frase “Santiago y Cierra España”.

En definitiva, don Manuel Belvis, uno de los curas más longevos de la Parroquia de Parderrubias, hombre metódico y sistemático -gracias a cuya ansia por registrar la actividad parroquial de Parderrubias, hoy podemos hacernos una idea acerca de la vida de nuestros antepasados- y personaje que consiguió que su voz fuese escuchada en los medios de comunicación afines a su ideología.


Referencias

Barreiro Fernández, X. R. (2003). Historia de la Universidad de Santiago de Compostela (vol. II). Santiago de Compostela: Servicio de Publicacións e Intercambio Científico.

Díaz Fernández, E. (2007). San Martiño de Loiro: un poco de historia. En Sociedad Filatélica, Numismática y Vitolfílica “Miño” (Ed.), XVII Exposición Filatélica “San Martiño” (pp. 28-32). Ourense: Sociedad Filatélica, Numismática y Vitolfílica “Miño”. Recuperado de https://sociedadmino.files.wordpress.com/2007/11/boletin.pdf, el 26 de junio de 2016.

Rowland, I. (2010). Giordano Bruno, filósofo y hereje. Barcelona: Ariel.

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